No te exijas sentir «fe».
No te fuerces a ser alguien que no eres.
No quebrantes los sanos límites para alcanzar metas ajenas a tu esencia.
No te recrimines por no ser perfecto o o por no haber llegado a tal o cual nivel idealizado.
Solamente esfuérzate y sé constante.
Apártate del mal y haz lo bueno.
Goza de lo permitido.
Relájate, haz tu parte y no te hostigues si no alcanzas el objetivo.
Cuanto más te fuerzas, menos te esfuerzas.
Cuanto más te exiges, menos exitoso eres.
No pidas sentir «fe», pero vive como Dios te manda.