Tú dices creer en Dios… ¿no es así?
Pero, llegado el momento, te angustias por no alcanzar lo que deseas; te quejas de la injusticia de la vida; te ofendes con Dios porque no te da lo que reclamas; te sientes desamparado; clamas afiebrado, alzas tus manos, proclamas que te sea concedido esto o aquello; te congregas con tus hermanos de fe para forzar la voluntad de Dios; crees saber qué es mejor para ti, que te corresponde, que te debe Dios, etc.
Te informo, eso en lo que tú crees no es Dios, sino que es tu dios… una fantasía a imagen y semejanza de tus miedos y deseos.
Quien tiene confianza en Dios, puede estar triste algún día, puede padecer de depresión -pues es una enfermedad fisiológica- pero no puede darse el lujo de estar angustiado sin hacer nada práctico para resolverlo.
Puede pedir auxilio de parte del Eterno, pero no demandar como si Él fuera el siervo.
Puede desear una ayuda celestial, pero venga ésta o no, se conforma con lo que tiene, sin dejar de hacer su parte correspondiente.
Puede anhelar otras cosas, pero entiende y confía en que Él sabe lo que es mejor y no se angustia por lo que le falta.
Puede temer, pero no da excusas para postergar lo que debe hacer.
Puede querer el cambio, pero debe ser el motor y capitán de su cambio personal, para mejorar en su andar por la senda del Eterno.
Tú dices creer en Dios, ¿no es así?