Dos compatriotas míos se encuentran junto al Obelisco de Montevideo, hace tiempo no se veían.
Conversan de la vida, de sus vidas, de sus cosas, como viejos conocidos en un ocasional reencuentro.
Felipe: En verdad te repito, qué bueno volverte a ver.
Carlos: Lo mismo digo, que suerte haber podido ponernos al día.
Felipe: Cierto, cierto. Es como una señal habernos encontrado bajo la sombra del Obelisco, que recuerda lo mejor de nuestra patria.
Carlos: Sí… sí… tenés razón… ahhhh….
Felipe: ¿Pasa algo?
Carlos: No… nada, mira, este… ¿qué querés que te diga? A mí no me llama mucho la atención el Obelisco. Todo bien con este monumento, con la patria, con el homenaje a los constituyentes de 1830… pero no podés comparar este pequeño monumento con la «Tugg Aiffal» (así lo pronunció el muchacho queriendo decir Torre Eiffel en algo parecido al francés)… ah, la «Tugg Aiffal»… ¡eso sí que es un monumento!
Felipe: Sí amigo, todo bien, es verdad, es imponente, es un coloso, pero son cosas diferentes. Aquel homenajea no se muy bien qué, pero este obelisco, es nuestro.
Carlos: Bah… nuestro, lo que se dice nuestro no es. A mí no me desagrada, es lindo, está bien construído, pero… ¿qué querés que te diga? No lo siento en mi corazón como …. nueeesstrrrrroooo…
Es una obrita simpática, con todo respeto te lo digo, no te me ofendas, pero… ¿estuvistes en «Paguí» (como pronunció París)? ¿Vos vistes la majestad de LA Tugg? Ocupa «le paisash» (el paisaje) con una «gradetur» (supongo que grandeza) inconmensurable… este obelisquito, bueh… este obelisquito como que no sé, como que no es del primer mundo, ¿vistes?
Felipe: Yo qué sé, pero es nuestro, habla de nuestros valores, de nuestra identidad, de nuestra historia de nuestra primera Constitución. Es algo bien nuestro. En cambio, la Torre Eiffel…. yo qué sé…
Carlos: Ah pibe querido, «mon garsón» (mi muchacho, en ese francés chapucero), no me hables de Constitución, si sabemos que «la fraternités, la igualded et la liberité» (fraternidad, igualdad y libertad en algo parecido a francés) es un invento de la poderosa nación franca. Nosotros no somos nada delante de ellos. Ellos, nuestros hermanos mayores, con el grito revolucionario, el julio libertario que trajo una nueva idea al mundo.
Nosotros somos una sombra, una nada delante de la majestad de «La Frans» (Francia).
Mondié una nada… nada…
Felipe: Parece que te gusta mucho lo francés, ¿no?
C: Pero, ¡por supuesto! ¿No oístes hablar de Volter, de Napolión, de Montesqius, de Brishit Bardot, del inspector Clusó? Son tantos y tantos los héroes franceses, tan rica su historia, tanto bien regalaron al mundo, que no tenemos cómo dejar de pretender ser herederos y partícipes de la francosidad.
F: Pero, mi viejo, amigo, querido, nosotros somos uruguayos. Está bien que somos un pequeño pueblo, recién nacido, no estamos en el primer mundo, pero somos alguien, tenemos nuestra identidad, nuestra cultura, nuestros valores…
C: ¿Valores, cultura? ¡Nada de eso! ¡Somos nada delante de La Frans!
Ulalá… menos que nada…
Ellos tienen milenios de historia, próceres deslumbrantes, un poder inmenso.
¡Qué no daría para estar ahora mismo en la Galia para enarbolar orgulloso la bandera tricolor!
Charls Degol, mesié Guishotín, Charls Asnabur y el actor Depardiú… ¡ese es un artísta! DEPARDIÚ, te lo deletreo si querés…
F: No, gracias, lo tengo visto.
C: Claro, ¿cómo sería de otra manera? Mira, entendeme, todo bien que nací acá, en el paisito, pero no me siento muy uruguayo, mi corazón ama a La Frans, lloran mis ojos cuando veo la bandera tricolor lucir su belleza, me emociono hasta el tuétano cuando escucho La Marsheshes, que vos sabés es el himno patrio…
F: Sí, claro, todos sabemos eso…
C: Mi vida va a estar completa el día que pise por primera vez La Frans, camine por Les Champs Elisiés, pase debajo de Le Arch de Triunf, coma uno de esos panes largos… ahora no me acuerdo como se llaman, pero son típicos, todo francés los come junto con el vino de la Borgón… ¿sabías no?
F: No, pero bueno, respeto tu sentimiento, aunque me cuesta mucho entenderlo.
C: Ah, vos todavía no descubristes la pobreza de ser uruguayo comparado con la riqueza de ser parte de la nación franca. Cuando lo veas no vas a querer otra cosa.
Vas a querer parlés vus francés tut le día, vas a ver que sí.
Buscarás los parfumms de la madre patria para bañarte en ellos.
Desayunarás crosans con baguets… ah, me acordé cómo se decía el pan flauta, BAGUETS, te lo repito si querés para que te lo aprendas…
F: No gracias amigo, está todo bien así.
C: Sí, me lo imaginaba, vos debés ser medio antifrancofonense, porque no te veo muy entusiasmado con la idea de ser francés algún día.
F: Este… mirá… soy uruguayo y me siento feliz de serlo. No sé porque querría algún día ser francés o conseguir la legalización a la ciudadania francesa.
C: Claro… claro… sí… no entendés nada del asunto… ualalá mon dié… sos solamente un uruguayito que se cree que con ser uruguayito ya está listo, que está bien así, que no aspira a ser del primer mundo, a ser un ciudadando de primera, de una patria antigua y milenaria. La Patria de los dioses, que nos concedieron la revolución con sus ideas que se siguen hasta hoy mencionando.
F: No soy antinada amigo, ni quiero ser otra cosa que lo que soy: uruguayo. Aprender de las costumbres de mi país, conocer nuestra historia, respetar nuestras leyes, pagar los impuestos aquí, elegir a nuestros representantes, en fin, todo lo que pertenece al uruguayo por derecho y deber.
¿Me entendés?
C: Hmmm… en verdad… no, no te entiendo.
Si querés podés conversar con mi maestro de francés, el te puede enseñar como a mí a reconocer la pobreza de la uruguayidad y la grandiosidad de ser francés.
Quizás no te dé la gasolina como para irte a la madre patria La Frans y hacerte ciudadano legal, pero si oís a mi maestro, de seguro llenarás tu casa de tuggcitas aiffals, de banderitas francesas, festejarás el 4 de julio (sí, dijo el 4 y no el 14), leerás los clasicos de la lengua romántica, etcétera… ¿comprendés vus?
F: Mira flaco, se me está haciendo tarde, tengo que ir a buscar a los chicos al cole, otro día nos vemos y conversamos.
C: Sí, sí, andá… andá a tu aburrida vida de uruguayito, muy responsable y centrado. Tenés esposa, chicos, trabajo, compromisos, diversioses reuruguayas… seguí con tu vidita nene… no tenes el llamado para ser un francés.
Yo me voy, me espera mi maestro de francés, que me enseña maravillas, progreso, esperanzas, cosas que no tendrás vos nunca viviendo tu aburrida vida de uruguayo.
No tenés identidad, no tenés nada, solamente un… nada… Au revuar Filip… quizás algún día llegués a mon level de espiritualité fransois…
F: Chau amigo-.