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La hija del rey detrás de sus máscaras

La hija del rey estaba acostumbrada a todos los placeres. No conocía privaciones, solamente placer y goce.
De tanto bien gratuito, ella ya no tenía noción de la bondad que su padre le proveía constantemente.
Todo lo bueno, lo excelente, le era por completo insípido.
Pero además, cuando se detenía a reflexionar en su situación, se sentía un tanto disgustada, o quizás humillada.
Ella veía a los demás hacer algún esfuerzo para alcanzar alguna compensación, alguna retribución por sus actos.
Pero ella, no hacía nada, solamente recibía y recibía gratuitamente, constantemente, sin gusto sin satisfacción real.
El rey, que además de poderoso y bondadoso, era sabio, decidió darle a su pequeña hija un remedio para su absoluta falta de sentido de vida.
Por lo que la llevó a una apartada tierra, en donde la dejó al cuidado de una familia muy humilde, gente que con penurias alcanzaba a producir su sustento.
Al comienzo la niña real no entendía nada de lo que estaba sucediendo.
Ni podía compartir sus sentimientos, pues el idioma le era por completo ajeno.
Atinaba solamente a llorar, a revolverse, a buscar un poco de cariño y nutrición de parte de su nueva familia.
De a poco ella fue aprendiendo a comunicarse, a expresarse, a vincularse, a actuar de una manera diferente.
En el fondo sabía que no pertenecía a ese lugar, que ella era un princesa, que su padre era un poderoso rey, que podía tener todos los bienes en un santiamén; pero la realidad actual era otra, y así vivía, añorando otra vida pero haciendo lo necesario para vivir ésta que tenía.
La niña fue creciendo, las experiencias, la liviandad de la memoria, vaya uno a saber qué, le fue desdibujando su recuerdo, ya no sabía tan claramente quien era en realidad. A veces le parecía un sueño, una fantasía infantil, el creer que era de otro lugar, que era una princesa.
Cuando llegó a adulta, ya ni siquiera le cruzaba por la mente esa pueril imaginación, y si alguien insinuaba que ella era una princesa, se reía sinceramente, pensando en lo tonto de esa suposición.
Se llenó de máscaras, de identidades que le cubrían su verdadera identidad, de nombres, de roles, de lugares, de deseos. Se cubrió con innumerables ropajes y disfraces, todos los cuales eran parte de su vida actual, pero que solamente servían para encubrir a su verdadera identidad, a esa más profunda, a esa que solamente podía ser escuchada en la más estática de las quietudes.
El tiempo siguió pasando.
Ella era sus máscaras, era aquella que luchaba por no ser.
Hasta que un buen día, no sabemos cómo, fue el encuentro con el padre, con el rey.
El le confirmó su verdadera identidad, le reveló su Yo Auténtico.
Le costó horrores a la hija del rey desprenderse de esos otros yoes, de esas caretas que tapaban su cara.
Es que ella ya no tenía ni remota idea de quien era en su esencia más perfecta.

El rey es el Eterno.
La hija del rey, es nuestro espíritu puro, intachable, eterno.
La familia que la adopta, es nuestra familia que nos concibe, engendra, cría, sostiene en Este Mundo.
Las máscaras son esas cosas que hacemos en la vida, que suponemos que son nuestra identidad, pero que solamente están tapando nuestra esencia más exacta, la espiritual.

Tenemos chance de reencontrar el camino a nuestro ser.
Podemos encontrar esa tenue voz que nos habla desde nuestro interior.
La chispa divina que nos conecta constantemente con el Eterno.

Es cuestión de irnos despojando de esas falsas identidades, que fuimos aprendiendo a llamar «yo».

La hija del rey aprende a cocinar

La hija del rey estaba acostumbrada a todos los placeres. No conocía privaciones, solamente placer y goce.
De tanto bien gratuito, ella ya no tenía noción de la bondad que su padre le proveía constantemente.
Todo lo bueno, lo excelente, le era por completo insípido.
Pero además, cuando se detenía a reflexionar en su situación, se sentía un tanto disgustada, o quizás humillada.
Ella veía a los demás hacer algún esfuerzo para alcanzar alguna compensación, alguna retribución por sus actos.
Pero ella, no hacía nada, solamente recibía y recibía gratuitamente, constantemente, sin gusto sin satisfacción real.
El rey, que además de poderoso y bondadoso, era sabio, decidió darle a su hija un remedio para su absoluta falta de placer, a causa de recibir de balde todo, a causa de tener todo.
Por lo que le buscó un hombre que la desposara, junto al cual la joven hija del rey aprendería el valor del bien, se instruiría en degustar lo bueno y quitaría el peso de la vergüenza de su ser.
Encontró un joven muy activo, atento, dispuesto a complacerla. Pero la cualidad especial que lo distinguió, a ojos del rey padre, era que el joven provenía de una familia extremadamente pobre.
El rey puso una cláusula en el contrato matrimonial, por la cual se estipulaba una mínima suma de dinero para la pareja, sin acceso a la ingente fortuna en su poder.
Fue la fiesta de esponsales, pasaron a convivir y el joven trató de darle dicha y felicidad.
Pero dependían del trabajo del joven, ya no de la inmensa fortuna del rey.
Él joven la proveía de todo lo que alcanzaba con su trabajo, no pasaba hambre ni angustias, pero lejos estaban las épocas de plenitud, de delicias constantes, de todo lo bueno al alcance de la mano.
Por supuesto que la hija extrañaba aquella vida ociosa y casi perfecta en el palacio, pero ahora encontraba que su pan era más sabroso, especialmente el pan que ella misma amasaba y horneaba para su marido.
Llegó el día en el cual la hija visitó al rey en su palacio.
Ahora los manjares eran degustados completamente, integralmente. Ya no pasaba vergüenza por recibir del padre, ya no estaba desganada ante los placeres.
Por el contrario, ahora sabía, comprendía, se compenetraba del valor de cada bondad, del dulce sabor de cada gozo.
Pero inigualable placer le dio cuando su padre elogió el postre que ella misma había preparado, sin la calidad del chef del palacio, pero con todo el esfuerzo y amor del que desea agradar a quien ama.

El rey, es el Eterno.
La hija del rey es nuestro espíritu.
El marido pobre es nuestro cuerpo terrenal.
Cuando el espíritu se funde con el cuerpo, durante el período de vida terrena, es cuando el espíritu aprende el valor del bien perpetuo que recibirá en el Paraíso, es cuando actúa de modo tal de obtener su gratificación sin humillación.

Venimos al mundo a trabajarlo, a construir Shalom, a ser siervos leales del Padre Celestial.
Venimos al mundo para aprender a gozar de lo permitido.
Venimos al mundo para adquirir placer sin humillación, merecido, justo, a través de nuestras acciones.

La hija del rey y su pobre marido

La hija del rey estaba acostumbrada a todos los placeres. No conocía privaciones, solamente placer y goce.
Llegó el momento de encontrar marido.
El rey le buscó un hombre que la complementara.
Encontró un joven muy activo, atento, dispuesto a complacerla. Si bien era extremadamente pobre, era buena persona.
Fue la fiesta de esponsales, pasaron a convivir y el joven trató de darle dicha y felicidad, pero no conseguía cómo.
Todo lo que intentaba no sacaba de su desgano a la hija del rey. Comidas exquisitas, bebidas estupendas, bailes, salidas, regalos, paseos, nada satisfacía a la hija del rey.
El joven esposo fue a consultar a los sabios, quienes le respondieron: Nada de lo que hagas dejará contenta a la princesa, pues ella proviene de un plano diferente al tuyo, nunca llegarás a comprenderla ni complacerla.
El pobre joven quedó mortificado, apagado, ya no quería nada… él tampoco estaba complacido ahora con la vida.

La hija del rey es nuestro espíritu.
El joven esposo es nuestro cuerpo.
Ninguno de los placeres del cuerpo llega a satisfacer a la princesa.
Por más cosas terrenales que intentemos, no conseguiremos dar placer a nuestro espíritu. Pues la hija del rey se complace solamente con las cosas del Palacio del Rey.
Si tratamos de alegrar nuestro espíritu con materialismo, terminaremos angustiados, hastiados, asqueados incluso físicamente.

Por eso, el consejo de los sabios es: goza de lo permitido y apártate de lo prohibido.
Dale gozo a tu cuerpo, dentro del marco de los mandamientos.
Pero dale al espíritu el placer que le corresponde: bondad, justicia y fidelidad al Eterno por medio del cumplimiento de los mandamientos que te corresponden.

La unión hace la fuerza

En una reciente lectura de Torá nos encontramos con el siguiente pasaje:

«Moab tuvo mucho temor del pueblo, porque era numeroso, y se aterrorizó Moab ante los Hijos de Israel.»
(Bemidbar / Números 22:3)

Lo interesante para resaltar en este momento del verso es que está mencionado el pueblo en singular. Debiera decir: «porque son numerosos», pero expresa «es numeroso».

¿Cuál es el motivo para que se exprese en singular?

La respuesta que dan los Sabios es que el pueblo estaba unido, formaba una sola entidad. Eran muchos individuos, varias tribus, pero se ligaron fuertemente hasta formar una unidad.

Esta unidad les daba fuerza, poder, altura espiritual. Al punto que sus enemigos le temían grandemente, pues no tenían como vencer a la unidad del pueblo.

FULVIDA debe encontrar unidad, debemos movernos como una entidad única, con diversas filiales, con centros locales, con miles de asociados, pero identificados con un solo ideal, bajo un solo Dios, portando todos la misma bandera e ideología sagrada.
No con un ánimo hegemónico, no por temer a la crítica, sino por amor a la unidad, por necesidad de encontrar canales de fortalecimiento mutuo que nos convierta en una organización pujante, activa, renovadora, plena de vida y llena de sentido.
FULVIDA como motor y corazón del renacer noájida en la América latina. FULVIDA como marco para que otras organizaciones noájicas encuentren su expresión.
Que FULVIDA constantemente construya Shalom depende de todos, de ti también.

Sin excusas, sin demoras, sin otros planes.
Unidad para construir bajo las órdenes del Eterno.

Salvamos vidas

Probablemente ustedes no lo sepan, pero en la última semana hemos salvado al menos una vida.
Una persona no quería seguir con vida, pero le dimos ánimo para fortalecerla.
Al día de hoy, la persona está más estable, con proyectos, ganas de vivir, sabiendo que la vida tiene dificultades pero pueden ser superadas.

No sabemos a cuántos hemos salvado, ni a cuántos seguiremos salvando.
Salvación en Este Mundo y por supuesto que para la Eternidad.
Por eso, cada día hagamos nuestra pequeña parte, que tal vez estamos haciendo un cambio inmenso en el balance positivo del mundo.

A seguir construyendo Shalom.

El justo como el árbol

Cuando los 12 exploradores están por partir rumbo a la tierra de promisión, reciben instrucciones de parte de Moshé Rabeinu.
Entre otras él les indica:

«cómo es la tierra, si es fértil o árida; si hay en ella árboles o no.»
(Bemidbar / Números 13:20)

De acuerdo a comentarios de nuestra Tradición (Rashi entre otros), Moshé se está refiriendo a si cuentan con la protección espiritual y moral que proviene de la influencia de un tzadik, de un justo.

Caso similar encontramos en Tehilim, cuando David haMelej cantó:

«El justo florecerá como la palmera; crecerá alto como el cedro en el Líbano.»
(Tehilim / Salmos 92:13)

Preguntan entonces los entendidos: ¿Por qué es comparado el justo a un árbol?
Una de las respuestas, muy bellas que he encontrado dice que el justo es como un árbol pues no se queda encerrado dentro de las cuatro paredes de un lugar de devoción o de estudios.
El justo no es un teórico.
El justo no se dedica a filosofar.
Por el contrario, el justo sale al mundo, se rodea, se codea con todo y todos.
No se hunde en el fango, pero se mancha con él.
Porque es así como el hombre se hace justo, en interacción activa con su prójimo, en la construcción de Shalom en el mundo.

Las seis campanas… ¿de FULVIDA?

Hace mucho tiempo, había una posada llamada “La Estrella de Plata”.
El posadero, a pesar de que hacía cuanto podía por atraerse a la clientela esforzándose en hacer la posada confortable, atender cordialmente a los clientes y cobrar pecios razonables, se las veía negras, para que le alcanzara el dinero.
Desesperado, acudió a un sabio.
El Sabio, tras escuchar sus lamentos, le dijo: Es muy sencillo. Lo único que tienes que hacer es cambiar el nombre de la posada.
¡Imposible!, dijo el posadero.
¡Se ha llamado “Estrella de Plata” durante generaciones, y así la conoce todo el país!
¡Llamado “La No Plata»!… replicó el sabio enérgicamente.
A partir de ahora debes llamarla ”Las Cinco Campanas” Y colgar seis campanas sobre la entrada.
¿Seis campanas? ¡Eso es absurdo! ¿Para qué va a servir?
Inténtalo y lo verás, respondió el Sabio sonriendo.
De modo que el posadero hizo lo que le había dicho. Y sucedió lo siguiente: Todo viajero que pasaba por delante de la posada entraba en ella para advertir al posadero acerca del error, creyendo que nadie hasta entonces había reparado en ello.
Una vez dentro, quedaba tan impresionado por la cordialidad del servicio, que se alojaba en la posada.
Con lo que el posadero llegó a amasar la fortuna que durante tanto tiempo había buscado en vano.

Hay pocas cosas que satisfagan más nuestro ego que el corregir los errores de los demás…

Resp. 273 – ¿Cómo ayudar a un diabético?

kajol nos consulta:

me gustaria saber como puedo hacer para ayudar a mi padre que es diabetico poder saber cual es su deseequilibrio para poder ayudarle a hacer la correccion o correciones necesarias.espero me puedan ayudar con mi pregunta,de antemano muchas gracias y que el eterno le llene de bendiciones.
mi nombre es Rubén B.A 31 años electrónico toluca mexico

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Resp. 263 – Identidad de los jóvenes noájidas

Sweet Lullaby nos consulta:

¿Como debemos comportarnos ante los demas jovenes que no profesan ninguna creencia y son tajantes ante Dios y les atrae mas el consumismo tecnologico y perversidad sexual (muchos estudiantes se graban videos de celulares teniendo relaciones sexuales inmorales o pelendose entre compañeros) gracias
Ervin Noe Santiago Komukai. 29 años. Comerciante, Tapachula Chiapas,

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Resp. 258 – Modelo politico-economico noajida

David Russomanno nos consulta:

Que tal Yehuda, ya que tuvimos la oportunidad de hablar algo de politica aqui en Bs. As. le queria preguntar acerca de cual o como seria un modelo politico economico acorde al noajismo.
Gracias por su tiempo
Saludos
David Russomanno, 28 años, Bs As, Argentina

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