Hace un par de noches algunos de nosotros pudimos observar un hermoso espectáculo q
ue El Eterno nos dio y que fue la majestuosa Luna que iluminó con esa luz blanquecina típica de este tipo de fenómenos naturales una noche fría pero agradable de Sábado. Pues resulta ser que la Luna se encontraba a una distancia más cercana a la Tierra que de costumbre y por lo tanto se veía más grande. La luz se reflejaba en los árboles y en el cielo que estaba completamente iluminado y esa luz lunar opacaba el espectáculo de las estrellas en el firmamento que deleitan a aquellos que admiran la Creación y buscan extasiarse con los grandiosos espectáculos gratuitos que nos ha dado El Eterno.
Con esa luz se podía ver el árbol de mango que floreaba hacía apenas unas pocas semanas y ahora se veían pequeños mangos creciendo y en unas pocas semanas estarán listos para ser cosechados. Nótese como el mango florea y esas flores se transforman en pequeños manguitos que luego madurarán y terminarán por desprenderse de las ramas por su peso. Esto pasa temporada tras temporada.
Luego observé a mis perros y me puse a pensar en aquello que había aprendido cuando era niño acerca de los años de los perros en comparación con los años humanos y me dije a mí mismo “es divertido porque los perros duermen bajo la luz de la Luna pero por cada minuto que yo estoy observándolos y cada minuto que pasa para ellos es como si fuera siete minutos míos. Lo que para mí es un minuto para ellos son siete minutos.” Y recordé aquél adagio de la física cuántica acerca de la paradoja del rayo de luz que es onda a la vez y he aquí una respuesta a una de las interrogantes del ser humano: ¿qué es el tiempo?
El tiempo es nuestra percepción de los eventos que ocurren en el espacio pero resulta ser que los eventos siguen ocurriendo con o sin nuestra percepción, entonces traté de buscar una definición en el diccionario tanto como traté una vez de buscar una definición de amor y que no encontré una exacta, así pasó con el tiempo, no existe una definición exacta. El tiempo es una percepción, pero si es percepción es porque ocupa compararse con algo más. Así nuestra vida en este mundo comienza cuando nacemos, luego viene la fase de crecimiento seguida por la reproductiva y por último la fase de la muerte. El tiempo se percibe porque tenemos un nacimiento y una muerte y todo lo que pase entre esos dos sucesos es lo que denominamos tiempo.
Por eso es que lo que es un solo minuto para nosotros, para los perros es siete minutos de los de ellos, porque su proceso de vida es mucho más corto que el nuestro. Pero hay algo más, como humanos que somos podemos percibir el tiempo de la única manera que solo los humanos podemos hacerlo, los perros no tienen esa facultad. La relatividad es una comparación porque lo relativo es tal solamente cuando se compara con algo más. Si nos ponemos a pensarlo tanto el perro como nosotros pasamos por el mismo planeta y acompañamos a la Tierra en su proceso de rotación que es de aproximadamente veinticuatro horas pero los años del perro o por decirlo de alguna forma, el lapso de tiempo de vida del perro en su compañía a la Tierra en el movimiento de traslación que es el que define los años, por lo menos los solares, es mucho menor que el nuestro; como quien dice, el perro le da menos vueltas a la manzana que las que le damos nosotros.
Ahora bien, el perro comparado con el mosquito vive más años que el primero por lo que un minuto canino equivale a varios años del mosquito y así ocurre con otros seres cuando se comparan con otros de diferente especie e inclusive algunas veces podría ser entre seres de la misma especie. La relatividad es absoluta tanto como el relativismo de la relatividad es relativo.
Si tomamos como ejemplo al ser humano, fuimos creados a imagen y semejanza del Eterno que se debe de entender como algo metafórico y no literal, puesto que El Eterno no tiene forma humana y su naturaleza es incomprensible para nuestras mentes finitas. Nuestra imagen y semejanza tiene que ver con nuestro libre albedrío que nos permite ver el bien y el mal y tomar una decisión acerca de qué camino queremos escoger. La relatividad guarda relación con alguien o con algo, por lo que nuestra imagen y semejanza es relativa a la del Eterno pero no somos lo mismo aunque también somos parte de Él por ser parte de Su Creación.
Entonces surge la duda, ¿cómo es que si somos similares al Eterno es que no lo somos? Tanto como el rayo de luz es onda a la vez, así nosotros somos parte del Eterno pero no somos El Eterno, que El Eterno prohíba tal abominación, por eso es que solo un mentecato se cree las historias de idolatría que inculcan las religiones del mundo. Al poseer libre arbitrio podemos decidir entre lo que es bueno y lo que no lo es, pero como todo, existen limitantes para nuestro conocimiento y no poseemos ni poseeremos la sabiduría que posee El Eterno porque no somos Él sino parte de Él.
Por eso es que el ego es problemático, porque el que dice ser humilde pero no lo es, es un esclavo de su ego y se vilipendia a sí mismo porque prefiere vivir una vida de tortura interna antes que expresarse tal y como siente. El que se expresa tal y como siente tiene la posibilidad de verse a sí mismo y de corregir su error, pero el vilipendiado que es un falso humilde se ahoga en un mar de amargura y resentimiento de que debe de buscar ser alguien que no siente ser para poder satisfacer a su ego.
Por eso es que existe el relativismo de la relatividad, porque conocemos que somos relativos pero rechazamos ese concepto porque nuestro ego está expandido de forma tan peligrosa que nos es difícil pensar que somos insignificantes pero que a la vez somos únicos e importantes. Esta es la paradoja que enloquece al egotista. El egotista no puede aceptar que es un punto diminuto en el universo y por eso prefiere pensar que esa unicidad e importancia que le es inherente a cada ser humano por su condición como tal es mayor en él y de esta forma busca satisfacer al demandante ego que le exige saciarle a costas de lo que sea.
El relativismo de la relatividad es la expresión máxima del egoísmo que se niega a aceptar nuestra paradoja existencial y prefiere inclinarse por la idea de negar que somos seres relativos y que no somos tan superiores como en algún momento creímos serlo. El sabio por su sabiduría sabe que el ensimismarse no le lleva a ningún lado porque el ensimismamiento es pariente de la demencia, el demente parte de la realidad y se desapega de ella; el ensimismado parte de la realidad y se desapega de ella.
Cada uno de nosotros es ínfimo porque somos seres que poseemos un yetzer ha ra que nos aminora, pero a la vez cada uno de nosotros es único y especial porque cada uno de nosotros fue creado con el propósito de llevar una única misión y por ser única significa que nadie más la tiene y por ende la hace especial. El que es próspero económicamente lo es porque El Eterno le ha dado la riqueza material para que contribuya a la construcción de un mundo pacífico y armónico; el que tiene la habilidad de la pintura la tiene para plasmar la belleza del universo y de la Creación y de esta forma exaltar al Eterno y así sucede con todos y cada uno de nosotros.
Todos somos hijos del Eterno, pequeños niños en el plano universal que somos tan ingenuos que ocupamos de un plan de acción entregado por El Eterno para poder desenvolvernos en este mundo pero a la vez somos tan especiales que lejos de ser controlados por El Eterno de forma rígida, tenemos libre albedrío que nos permite utilizar el intelecto para llevar a cabo un proyecto de vida digno y satisfactorio. Somos una paradoja para nosotros mismos pero a la vez somos lo más claro para El Eterno. Él nos creó y nos dio vida para que le adoremos y admiremos por su gloriosa Creación.
Como tenemos un soplo del Eterno que va dentro de nosotros, tenemos una naturaleza buena que es afectada por el yetzer ha ra pero que no obstante esto, no significa que nuestra naturaleza intrínseca cambie por el hecho de seguir nuestros impulsos materiales. Una norma no por dejar de ser cumplida o estar en desuso deja de ser una norma, es decir, un deber ser. El ser humano no por seguir su yetzer ha ra y expandir su ego deja de ser un ser con una naturaleza intrínseca buena.
Por eso no se puede castigar al humano que adora ídolos por ser el humano que adora ídolos sino por la adoración de ídolos. Somos tan maravillosos que nuestra existencia es única pero nuestra corporalidad es genérica. He ahí otra de las paradojas, a pesar de tener un espíritu único, tenemos una masa corporal genérica. Por eso no podemos discriminar a las personas por el color de su piel o su descendencia, porque todos somos humanos y somos únicos en nuestro espíritu y si El Eterno dijo que todos somos seres humanos sin distingo alguno, ¿quiénes somos nosotros para contradecirle?
El sabio se regocija cuando adquiere conocimiento y vive como un niño, con pureza de corazón y de espíritu pero también sabe que en momentos de aprehensión, debe de dejar esa alma de niño para lidiar con los problemas que el mundo le presenta, por eso es que la vejez es la etapa de mayor sabiduría de un ser humano pero a la vez es aquélla etapa donde se vuelve a una segunda niñez.
El relativismo de lo relativo es negar la absolutidad de lo relativo porque si no existiera la relatividad entonces no existiría el universo como lo conocemos porque en las diferencias yace la igualdad. Seamos como el sabio, vivamos con alegría y amor al conocimiento pero aprendamos para mejorar y no para inflar nuestros egos.