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Salmos 23:4, el miedo que te consume hoy

"Aunque anduviere en valle de sombra de muerte, no temeré mal, porque Tú estás conmigo.
Tu vara y tu cayado me darán consuelo."
(Tehilim / Salmos 23:4)

Gran frase, memorable, famosa, que fue pronunciada y puesta por escrito (según dice la Tradición) por el rey judío David.
Por ser parte de los Ketubim/Hagiógrafos, se considera que fue motivada por inspiración divina, aunque su autor y redactor haya sido un hombre.
Tratemos de aprender algo del párrafo, pero especialmente alguna enseñanza para nuestra vida.

David, siendo rey y no, fue un hombre rodeado de dificultades durante su vida. Grandes tormentos y problemas cruzaban por su camino a diario. Aún desde el vientre materno y durante 70 años, hasta el día de su fallecimiento, estuvo atravesando valles oscuros, de sombras de muerte.
Sin embargo, él no se dejaba atrapar siempre por las trampas del EGO, sino que había aprendido a escoger su camino y actuar desde la vertiente del AMOR. Era un hombre y no un ángel, una persona real y no un cuento mitológico de librito religioso, por tanto era imposible que se librara de su EGO y de actuar siempre como constructor de shalom. A veces daba algún que otro traspié, ¿quién no?
Y como persona, también era posible que cometiera errores, por ejemplo la equivocación motivada por las buenas intenciones carentes de conocimiento o adecuación.

Sí, David conocía muy bien ese valle lleno de peligro y muerte, de terrores, de noches interminables, de perseguidores, de miedo inconfesable, de deseos insospechados, de violencia, de agresión, de ceguera, de soledad, de incomprensión, de falta de esperanzas reales. Atravesaba a diario por allí. Los traidores y asesinos se levantaban en su contra, aún los de su propia sangre querían dañarle.
A pesar de ello, David tenía confianza en el Eterno y por ello los males, los males absolutamente reales y palpables, males que nadie cuerdo y coherente podría negar, males que ninguna persona con corazón y cerebro puede decir que son “buenos”, esos males que ensombrecían su vida, no le hacían temer el “mal”.
¿Cómo?
¿Acaso David no tenía miedo a que le pasaran cosas malas? ¿Era insensible? ¿Quizás un súper héroe al que le resbalan las balas y las cuestiones del mundo?
Veamos: "David tomó a pecho estas palabras y tuvo gran temor de Ajish, rey de Gat. Así que cambió su conducta delante de ellos, fingiéndose loco cuando estaba con ellos. Hacía marcas en las puertas de la ciudad y dejaba caer su saliva sobre su barba." (1 Shemuel / I Samuel 21:13-14).

Bueno, parece que David sí era humano, con sentimientos, con zozobras, con miedo, con mucho miedo a morir o algo peor. David sentía miedo y actuaba a raíz de él. Acá rebajó su dignidad y en lugar de enfrentar con valentía y poder, o de usar a Dios como un escudo mágico que todo lo resuelve, prefirió hacerse pasar por loco. Aceptó la humillación, el maltrato, la burla, antes que decir “Dios lo resuelve por mí, yo solamente rezaré y Él hará hocus pocus y todo resuelto”. No, eso no dijo David, porque no lo pensaba, así como ninguna persona leal al Eterno supone que Él está para ser nuestro esclavo y correr a solucionar nuestros inconvenientes. No es así.
David tuvo que hacer lo que pudo para salir de ese peligro real, de ese mal, que en modo alguno dijo que era algo bueno, ni afirmó que los rezos harían magia instantánea.
David tuvo miedo, como hombre normal que era, e hizo lo que podía para sobrevivir. 
Varias veces nos encontramos la frase: “se fue David y huyó”, u otras similares.
Sí, David también escapaba. No es el tema saber el motivo o la razón de cada ocasión, sino que nos interesa conocer que él huía. No siempre luchaba, no siempre enfrentaba, no siempre era valiente, no siempre tenía las respuestas, no siempre vencía, y no… Dios no lo rescataba milagrosamente. No aparecían angelitos a defenderlo, ni nubes misteriosos a ocultarlo, ni piedras derrotaban gigantes una y otra vez. Porque David era un hombre absolutamente leal al Eterno, y por ello tenía conciencia clara de que Él no es el sirviente que está para satisfacer el capricho o la necesidad del momento de cada uno. ¡Gran diferencia a lo que enseñan las escuelas New Age, sean integradas por judíos o no, en las cuales siempre encuentran alguna manera extraña y maravillosa (ilusoria y falsa siempre) para obligar a Dios a actuar al servicio del EGO personal! Sea con amuletos, rezos, repetición de salmos, actos de supuesta bondad, bailoteos, musiquitas, pactos, negociaciones, aplausos, o lo que fuera, estas personas atormentadas por el EGO pretenden manipular al Todopoderoso desde su minúscula y ridícula impotencia llena de vanidad egoísta.
¡Cuánta diferencia a lo que hacía un héroe verdadero, un hombre de Dios verdadero, un hombre íntegro (aunque con sus defectos y con sus pecados, muchos de los cuales él mismo confesó y tenemos registrados en el Tanaj), como el gran rey David!

¡Cuánta enseñanza que ya hemos adquirido hasta aquí!
¡Cómo demuele este ejemplo a los payasos religiosos que venden ilusiones de magia esotérica, de milagros por el mero hecho de rezar o “pactar” con Dios!
¡Cómo asegura el Tanaj que el mal es malo, y no algo bueno que misteriosamente Dios envía para que aprendamos que es bueno cuando en realidad es malo!
En fin, igualmente los esclavos del EGO seguirán predicando sus vanas enseñanzas, tan codiciadas y repetidas por otros esclavos del EGO.

Volvamos a David.
Si sabemos que él temía, si sabemos que el miedo también le susurraba a veces, ¿cómo afirma que no temerá al mal?
¿Cuál es ese “mal” que no temería David al andar por valle de sombras de muerte?

¿No será al propio miedo?
Vamos a pensar juntos un rato.

Existe un temor saludable, es el que produce la precaución, la cautela, la prudencia, el andar con cuidado para evitar daños o dificultades.
Cuando lo que se experimenta es una “sensación de alerta y angustia por la presencia de un peligro o mal,sea real o imaginario”, o “el recelo de que suceda lo contrario a lo que se espera o desea” (ambas según Diccionario de la lengua española, 2005, Espasa-Calpe), entonces ya se ha cruzado el umbral de lo saludable, se ha entrado en el paraje del “mal”.

Sigamos profundizando.
Hemos enseñado en ya numerosas ocasiones que todo miedo surge del sentimiento de impotencia. Existen los cinco miedos básicos, de acuerdo a la dimensión humana correspondiente, y el miedo fundamental, a la impotencia. Esa misma que vivimos de forma atroz e inenarrable en el momento traumático del nacimiento. Esa pesadilla imposible de poner en palabras, que carcome desde las entrañas, que produce temblores incontrolables. Esa sensación espantosa, mortal, que lleva a cortar el pensamiento, a acelerar el corazón, a dejarse tragar por la desesperación.
No creo que nadie quiera volver a experimentar esta tortura que parecía sin fin, atemporal, el verdadero infierno terrenal, el trauma del nacimiento con su absoluta y total impotencia multidimensional. Así pues, detrás de todo miedo está la impotencia y la vivencia traumática ya vivida de la misma hasta el colmo de la intensidad.

Si observamos con atención, el miedo no es hacia eventos del pasado. De allí podemos tener sentimientos de culpa, remordimientos, pesar.
Al respecto de la situación que estamos viviendo, en este aquí y ahora, no cabe el sentimiento de miedo, porque o ya estamos inmersos en algo que puede provocar miedo, o no lo estamos padeciendo.
Así pues, todo miedo se une a la expectativa de algo lesivo en el futuro. El miedo se asocia así a la angustia y no (en principio) al remordimiento.

Traduciendo: la visión de la impotencia futura es la que genera el miedo, cualquiera de ellos.
Nuestro miedo es una visión borrosa, y generalmente falsa, de un futuro incierto y que no existe.
Esto es absolutamente terrible.
Estamos enfocados en un espejismo irreal, y que aparta asfixia, malgastando nuestro tiempo, el único existente, que es el ahora.
Esa impotencia futura fantaseada vive a expensas de nuestra energía del día de hoy.
¿Llegas a comprender la magnitud del asunto?

Tienes un recurso limitado de energía.
Parte de ella la encapsulas en situaciones del pasado que te atormentan, las culpas, las penas, los odios, las quejas, los “hubiera hecho tal o cual”, los recuerdos ingratos. El pasado que no se deja morir, como debiera estarlo, sigue vivo gracias a chuparte tu energía vital. Te succiona tu vida algo que debiera estar muerto y enterrado. Entonces, aquí y ahora, tu única vida para vivir, está debilitada, empobrecida, falta de recursos, carente de energía.
Bueno sería comenzar a recuperar esos fondos energéticos mal administrados, mal invertidos en bancos que no rinden ganancias.
Cuando sueltas el pasado nefasto, cuando dejas morir lo que está ya muerto, cuando dejas correr sin aferrarte a lo que es vacío pero succiona energía, cuando te liberas de las anclas del pasado, entonces recuperas montón de energía, toda tuya, toda para emplear en vivir a pleno, para disfrutar, para crecer, para ser feliz.

Atento, eso no significa perder tu historia, negar tu pasado, no hacerte cargo de tus responsabilidades, olvidar quien eres y fuiste, despreciar tu patrimonio de memorias. Significa que lo que debe estar muerto, debe estar muerto. Que lo que dañó, en realidad o en tu imaginación, en el pasado, no tiene porque seguir ocupando tu tiempo ahora. Que lo que te drenó energías ayer no tiene derecho a seguir sorbiendo tu vitalidad de hoy.
Deja que los muertos sigan muertos, en tanto que pones tu foco en la vida, en lo que vitaliza, en lo que construye shalom aquí y ahora.
Podrás avanzar por el valle de sombras de muerte, de sombras de muerte, sin ser atrapado por ellas. Son solamente sombras, cosas que no tienen realidad, cosas como un vapor sin consistencia, cosas pasadas y muertas, de las cual no hay nada para temer.
¿Comprendes?
¿Realmente comprendes el mensaje?

Algo similar con el miedo que, como te dije, es la expectativa de una impotencia. Es el inexistente futuro que te inventas el que te sorbe la vitalidad, es el mañana en sombras que también se encarga de robarte tu energía que debieras usar aquí y ahora para gozar de todo lo bueno que desde Arriba te envían.
Pero no, en lugar de saborear y disfrutar, te enfocas en el miedo, te dejas atrapar y te abrazas a él, lo haces tu guía, lo adoptas como tu maestro, te sometes a él, pones tu foco en ese futuro que no tiene forma ni verdad, es solo una sombra de muerte y te desangras, te debilitas, te empequeñeces, dejas morir tu optimismo para morir mientras estás aún vivo.
El miedo crece porque le permites hacerlo.
Porque le regalas tu energía.
Porque te sumerges en el sentimiento de impotencia, como si fuera a darte bienestar o salud. Como si fuera un tesoro. Como si tu obsesión con ese futuro irreal lo fuera a modificar de alguna forma.

En tu mente aparece la idea negativa, por ejemplo de que algo bueno que tienes durará poco. Es un ejemplo, no importa ahora dar precisión, pero suponte que es una pareja, un trabajo, un objeto, algún bien que te agrada y satisface.
En vez de dedicar tu energía a gozar del aquí y ahora, de disfrutar a pleno de lo permitido, de obtener el beneficio que te corresponde por derecho, dejas escurrir tu energía hacia la fantasía de impotencias futuras. Tu novia te dejará, tu esposa te será infiel, tu esposo se irá a buscar cigarros y no volverá, te echarán del empleo, se fundirá tu negocio, te robaran el móvil, chocarás el auto, morirá tu familiar querido, y así, cualquier cosa que quieras suponer, eso invadirá tu mente. Se posicionará allí y vivirá porque te succiona la energía vital. ¡Es una estafa! Te venden ilusiones que pagas a precio muy caro, pero lo sigues haciendo una y otra vez.

Entonces, en vez de atormentarte, pelear, llorar, sufrir o creer la fantasía de la impotencia, puedes hacer otra cosa.

Admite tener esa idea,
acepta que te cruzó por la mente,
reconoce que algo en ti ha generado esa imagen irreal del futuro,
PERO,
no te subas a ese tren, déjalo ir.
Que fluya, así como el pasado negativo. Que se escurra sin llevarse consigo tu energía.

Tienes que abordar el tren a Barcelona, no el que va a Madrid. Entonces, no te subes al que dice Madrid, o Toledo o Córdoba. Te subes al que está en el andén hacia Barcelona.
Ahí está la idea negativa, la invitación al miedo, el desastre que pasa por tu mente.
Ve como pasa la idea y luego dedícate a otra cosa. No malgastes tu tiempo. Allí pasó el tren que no te servía, que iba para cualquier lado menos hacía tu felicidad, ¿por qué habrías de seguir pensando o aferrándote a él?
Te enfocas en otras cosa, en aquello que tú realmente quieres, o mejor aún, en lo que estás haciendo aquí y ahora, en eso que es justo y bueno.

Estás vivo, aquí y ahora, estás haciendo lo permitido, entonces, ¿cómo habrás de temer al mal?
Dios está contigo.
Deja ir a ese tren y enfócate en disfrutar de lo permitido.

La primera quizás abordes el tren equivocado, la segunda también, pero luego empezarás a dejar ir los trenes que te llevan a la infelicidad, a la miseria, a la duda, al enojo, al encono, a la pobreza, a la soledad, a la angustia… chau, adiós a esos trenes, ahora abordo al que me lleva por la senda del bienestar.

Dar excusas es fácil, para algunos todo un arte, una costumbre constante.
Entre que mienten y se engañan, dejan de vivir aquí y ahora, viven en una nube intoxicada, llena de penurias y penas.

Allí están los adictos a la queja. Los que hablan de sus problemas, que se victimizan, que hacen del gemido un pasatiempo, que encuentran cualquier motivo para dolerse y demostrar su llaga abierta. De una gota hacen una tormenta. De una palabra destemplada inventan un insulto. De un gesto que no comprendieron suponen agresiones y conspiraciones. Algo que les desagrada, por el motivo falaz que sea, es disparador para toda una imaginería oscura y siniestra. Se quejan, murmuran, difaman, corroen con sus palabras venenosas, inyectan toxinas como al pasar y si no tienen una audiencia con quien compartir su malestar, lo mascullan, lo mastican, lo regurgitan y lo vuelven a mascar. Rumian sus ideas negativas, cargadas de odio, llenas de impotencia disfrazada de fuerza. Son impertinentes, incontinentes, sumergidos en sus miedos terribles, los cuales probablemente niegan a más no poder para no hacerse cargo de sus enfermedades.
Tratan de contagiar a otros de su ánimo derrotista, de su rebeldía, de su vanagloria, con la intención de camuflarse en la masa de dolientes.
Y encuentran víctimas a las cuales torturar. Sean éstas las que reciben los disparos y malicias de diversos tonos, o sean los que prestan sus oídos para tales desmanes.
Avisan que no lo hacen con mala intención, que son justicieros, o luchadores por alguna causa, o pobres víctimas de sistemas complejos y ocultos, o que es necesario descargarse hablando y por tanto se los debe aceptar y tolerar en todas sus calamidades afectadas.
Hablan, escupen, ensucian, maldicen, atemorizan, llenan de dudas, provocan miedo, encabezan cruzadas y cazas de brujas. Una y otra vez vuelven a tragar el vómito para volverlo a vomitar, pero en medio se disculpan y se vuelven a victimizar. Roban la energía vital de quien cae en sus redes, sean sus damnificados o sean quienes les siguen el paso. Son fosas abiertas que llevan a la muerte, constantes vampiros que sobreviven gracias a consumir la vida de los inocentes.

¿No sería mejor hablar de bendiciones y construcción de shalom?
¿No es mucho mejor hacerlo en realidad, promover activamente la paz y ser de bendición para el prójimo?
¿No es más factible ser feliz cuando hablamos de cuestiones reales y dichosas, que si giramos incansablemente alrededor de dolores y penurias?
¿No es necesario que la vara y el cayado sean puestos en funcionamiento para corregir y enmendar a los que se descarrían en cuestiones enfermizas?

La vara del pastor, que es un pequeño bastón con el cual el pastor toca a sus ovejas, con amor, con cariño, pero con firmes límites, tal cual explica el Malbim. La vara de la justicia, (de los “isurin” según el Midrash) matizada con la bondad, la cual resulta ser misericordia. Esa vara del maestro, del líder, del conocedor del camino que lejos de herir, cura; que no lleva ánimo de dominación o castigo, sino de enseñanzas y restricciones saludables.

Y el cayado, el largo y duro bastón del pastor, aquel que empleaba para sostenerse en terrenos resbaladizos, pero también para proteger a su rebaño de las hambrientas fieras de afuera (de la Torá, según el Midrash). La garrocha protectora, que puede ser sentida como “agresiva” por parte de quien viene a agredir, pero que su sentido es eternamente protector, nunca destructor de inocentes. El bastón de la firme protección de los males que atacan sin compasión.

Estos dos elementos menciona el rey David como lo que le proveen consuelo.
Porque el sabio y experimentado rey no concibe la vida sin límites, sin justicia estricta cuando es necesaria, sin la fuerza necesaria para detener a los agresores. Es necesario el puño cuando la palabra no sirve para mantener a raya al pendenciero. Siempre dentro de la justicia, con la finalidad de construir shalom.
Sí, para que haya shalom también se precisa de la fuerza y firmeza del puño, del garrote. Pero atención, no para atacar al inocente, no como método infame de procurar obtener poder donde se es impotente, no como arma de destrucción; pero sí como elemento indispensable para mantener los límites, aquellos que son necesarios para desarrollar los mejores aspectos personales y colectivos.
El dar la otra mejilla no entra dentro del manual del leal al Eterno, del que actúa ciertamente en la construcción de shalom. Por supuesto que sí está la paciencia, la tolerancia, la comprensión, el perdón, el arrepentimiento sincero, la negociación, la comunicación, pero cuando es necesario también existe la vara y el cayado.

Por ello el camino del constructor de shalom parece difícil, porque precisa de ideas acompañadas de acciones. De firmeza a la vez que ternura. De gozo pero de lo permitido. De espiritualidad pero con los pies en la tierra. De respeto pero no de admisión del mal. De muchas otras cualidades que no te repetiré hoy, ya las hemos trabajado durante años en este sagrado Hogar.
Es el Árbol de las Vidas sefirótico armonizado, energizado, en equilibrio y sin ninguna sefirá obstruida o drenando energía de otra.

Por supuesto, es mucho más simple ser un destructor, un agresor, un perezoso, un quejumbroso. Pero a la hora de presentar los estados de cuenta ante Dios, vemos que lo que parece difícil es lo que realmente tiene valor aquí y en la eternidad; en tanto eso que parecía fácil, dejarse estar, romper, promover el caos, todo ello, al final –a la larga o a la corta- es un desastre.

Sí, también los que por miedo-impotencia dejan pasar las cosas, para que se arreglen por sí solas, para que Dios se encargue de ellas, para que el tiempo las soluciones, cuando en verdad esto no ocurrirá. Van acumulando dificultades sobre problemas, excusas sobre faltas, agresiones sobre provocaciones, miedo sobre impotencia.

Violentarse, hacia fuera, hacia dentro, con palabras, con actos, con quejas, con llantos, con sufrimiento, todo es útil a la hora de sumergirse en la impotencia.
Todas éstas son maneras erróneas de pretender obtener cierto control, pero que es también falso. Son maneras de postergar la muerte en vida, muriendo en vida.
Son pretensiones de dominio, sin jerarquía ni autoridad.
Es la triste figura del que demanda atención, se desespera por una gota de aprecio, se desvive por el aplauso ajeno, lleno de máscaras que esconden su verdadero rostro, probablemente nunca visto en el espejo.

¿Será de todo esto que nos enseña el párrafo que citamos del rey David?
¿Acaso es del miedo a lo que había aprendido a no temer David?

Ese miedo que nos consume y se manifiesta de diversas formas, pero siempre impotencia en su origen y en su fin.
David lo sabía, entonces comenzó su viaje para des-aprender y poder así aprender.
Quitarse las máscaras del Yo Vivido, para dejar solamente aquellas que estuvieran en sintonía con su Yo Esencial. Para lo cual, resulta indispensable irse conociendo. Conocer aquello que somos en verdad, nuestra eterna identidad espiritual, y no las etiquetas y nombres que nos fueron, y fuimos asignando.
La plenitud se alcanza cuando se nos revela lo que somos en realidad, nuestra identidad eterna, espiritual.
Una esencia que no teme, que no lleva al mal, que no miente, que no agrede, que no se burla, que no vive de fantasías. Una esencia que somos y nos unifica, pero que está amurallada detrás de aprendizajes, miedos, imposturas, máscaras, deberes superfluos.

El sabio hijo del rey David, nos lo dice con sus divinamente inspiradas palabras:

"Mejor es un muchacho pobre y sabio que un rey viejo e insensato que ya no sabe ser precavido; aunque aquél para reinar haya salido de la cárcel, o aunque en su reino haya nacido pobre."
(Kohelet / Predicador 4:13-14)

El muchacho pobre y sabio es nuestra esencia espiritual, nuestro Yo Esencial.
El viejo rey insensato es nuestro EGO, con las máscaras del Yo Vivido a su servicio.
El joven nace pobre, porque no tiene grandes despliegues, aunque en verdad es inmensamente rico. El joven estuvo encarcelado por mucho tiempo, detrás de las murallas que impone el EGO al Yo Esencial. Cuando podemos salir de nuestra celdita mental, cuando nos atrevemos a cruzar hacia la Luz, entonces descubrimos que nuestros miedos son aire, nubes, sombras de muerte. Allí perdimos nuestra energía, nos desgastamos, desperdiciamos oportunidades fantásticas de mejoramiento.
Cuando el rey debe gobernar, pero lo mantenemos exiliado dentro de esa celdita, rodeado de excusas, justificaciones, mentiras, adulaciones, quejas y un breve etcétera que ya vinimos mencionando.

El rey David nos dice que no tengamos miedo al miedo, que éste es el mal, y de él no hemos de temer.
Cuando fomentamos una relación directa y comprometida con el Uno y Único, sin intermediarios, sin “santos” de por medio, sin rituales inútiles, sin intercesores, sin nada entre el Padre y tú, cuando fortalecemos esa comunión con el Uno, nos volvemos parte del Uno. Es relación perfecta que siembra una paz interior que solo da el Shalom del Eterno. Nuevamente en palabras del rey David:

"Aunque acampe un ejército contra mí, mi corazón no temerá. Aunque contra mí se levante guerra, aun así estaré confiado.
Una cosa he pedido al Eterno; ésta buscaré: que more yo en la casa del Eterno todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Eterno, y para inquirir en su templo."
(Tehilim / Salmos 27:3-4)

No, no está diciendo de habitar el templo que se ubicaba en el monte Moriá en Jerusalén, pues aún no existía en aquella época.
Es otro el templo el que está haciendo referencia.
Es el templo de la confianza en Él, de estar en comunicación auténtica con Él, de no usar el rezo como ritual o “poción mágica”, sino como lazo sagrado que te une al Padre de forma íntima y perfecta.
¡Cuán lejano de la fantasía de las religiones o de los malabares de los gurúes religiosos que inventan rituales y amuletos!
El rezo para entrar en un estado de comunicación desde lo más verdadero de uno, con el Verdadero.
Sí, esto también aleja temores, quita el (falso) poder que el EGO tiene sobre ti.

En otro salmo encontramos:

"Por eso, nuestro corazón se alegra en Él, porque en Su santo nombre hemos confiado."
(Tehilim / Salmos 33:21)

El eminente sabio, el Rav Kook (Olat Reiyah vol. I, p. 218), explica que son dos estados diferentes de conexión con el Padre: el de alegría EN Dios, y el de confiar en Su santo nombre.
El primero es el más alto, aquel en el cual estamos unidos a Él, por lo cual estamos en un estado constante de gozo. No es necesaria la confianza, menos que menos la fe, ni las palabras, ni los ritos, sino un estado inexplicable de satisfacción y plenitud. De unidad interna y externa. Ser uno con el Padre.
Ocurre cuando descubrimos quien somos realmente, cuando nos despojamos de los disfraces del Yo Vivido y nos encontramos cara a cara con nuestro Yo Esencial, el lazo eterno con nuestro Padre.
Sin embargo, esta condición de autenticidad suprema, de unidad EN Dios, no puede ser constante, porque es imposible para el hombre en este mundo permanecer así sin pausa. Más bien sin momentos únicos, flashes de una intensidad sin igual, muy raramente alcanzados por la mayoría de las personas. Pero es un ideal posible, deseable, al alcance de la mano, siempre y cuando trabajemos de manera permanente en nuestra superación a través de actos de bondad y justicia y de aprender a quitar el miedo, la angustia, el reproche, la queja, la burla… en fin, al EGO del camino.

El segundo estado, el de confiar en Su nombre que no es ni siquiera parecido a estar alegre EN Él.
Es una relación más lejana, menos intensa, menos poblada de placer aunque con gran veneración y tranquilidad.
Esa confianza que erradica al miedo, que ocupa los espacios del corazón con la llama luminosa del Eterno la cual aleja las sombras del EGO.
Entonces, cuando las vicisitudes de la vida acontecen, no se los toma a la tremenda y no se reacciona en piloto automático. Sino que se procede a responder de acuerdo a esa confianza en el Eterno.

¿No te hace recordar a una frase que ya mencionamos?
”No temeré mal, porque Tú estás conmigo”.

A partir de esto, no esperar milagros, ni que Dios haga lo que tú tienes que hacer. Sino construir shalom, activamente, de dentro hacia fuera.
Shalom que debemos hacer nosotros en la tierra, con actos de bondad y justicia.
Al respecto, el Eterno en la Torá promete:

"Daré paz en la tierra; dormiréis, y no habrá quien os espante. "
(Vaikrá / Levítico 26:6)

Si leemos con mucha atención descubriremos que no dice que será por milagro, por desaparición mágica del mal, por evaporación del libre albedrío, por actos maravillosos de Dios.
Sino, consecuencia directa de las acciones de construcción de shalom de los hombres.
Es decir, el Shalom lo da Dios, pero no como acto propio de Él, sino a través de los actos que hacen los hombres que siguen Sus mandamientos.
Según comprobamos pocas líneas antes:

"Si andáis según Mis estatutos y guardáis Mis mandamientos, poniéndolos por obra…"
(Vaikrá / Levítico 26:3)

Sí, el shalom es posible, el que no haya “que espante”, también.
No con rezos, no con rituales, no poniendo la fe en algún santurrón que rece por uno, no usando cintas alrededor de la muñeca, no por repetir palabras raras, no por leer libros confusos, no por actos de fe, no por amor sentimental… no… nada de ellos es lo que el Eterno ha dictado.
Sino que el shalom proviene de una construcción, de poner por obra el plan específico que Él ha encomendado.
No por milagros, no por fe, no por rezos, no por esperar pasivamente la mano “mágica” del Señor, sino haciendo cada uno lo que tiene que hacer. El gentil a través del respeto y cumplimiento de cada uno de los siete mandamientos para las naciones, ni más, ni menos. El judío, tomando para sí aquellos de los 613 mandamientos que corresponden a la nación judía. Para andar con fidelidad según los mandamientos y lo estatutos del Eterno, poniendo por obra Sus órdenes, y no más seguir en la penuria de la servidumbre del EGO.
Recuerda, hay muchos que dicen “shalom, shalom” (Irmiá / Jeremías 6:14) y que vienen en nombre del Eterno, pero sus ropas, sus palabras, sus movimientos, sus doctrinas religiosas  NO provienen de Él ni sirven a la sagrada finalidad de construir Shalom.

Shalom, la paz, la armonía, la plenitud, el estad de unidad multidimensional y con el prójimo, el shalom que requiere acción, constante, continua, sin pausa, de construcción de Shalom.
Regresamos al rey David, quien nos dice:

"Al Eterno he puesto siempre delante de mí"
(Tehilim / Salmos 16:8)

Siempre delante, no para hacer de Él un esclavo que me hace favores, ni para sumergirme en el delirio de que rezando o aplaudiendo obtendré lo que es mi porción mágicamente.
Sino, tenerlo delante de mí para no desviarme, para no fracasar, para no temer al mal, es decir, al miedo.
Tener sus mandamientos como acción, esos mandamientos que me corresponden de acuerdo a mi identidad espiritual. Sin fantasías espirituales, porque todas ellas son producto del EGO. Lo realmente espiritual no se confunde con lo fantasioso, más bien llena de plenitud a lo mundano, dota de sentido cada cosa terrenal. ¡Todo lo contrario a la religión!

Si el mundo lo comprendiera, sería todo muy pero muy diferente.

Me despido y te encomiendo la lectura del salmo 73, teniendo presente lo que te he enseñado hoy.

Shhh… Estoy tratando de cazar un pensamiento.

Hablando con una ex novia y muy buena amiga un día de éstos me dio un consejo muy sabio y me dijo, lo que tienes que hacer es que cuando estés haciendo algo enfócate solo en eso a la vez, porque estás en tantas cosas que te distraes y empiezas a divagar.

Interesante comentario, sólo atiné a decirle, tienes toda la razón, porque es cierto. Me gusta ser una persona activa y ayudar, entonces siempre paso muy ocupado, si no es por el trabajo, es por la Universidad y sino es por la Universidad es por actividades extracurriculares y aunque soy muy puntual y siempre cumplo con los objetivos, ella tiene razón en el hecho que he estado haciendo un mal manejo del tiempo, sobre todo porque no me estaba concentrando en una actividad a la vez.

Por medio de esta pequeña introducción me gustaría presentarles el tema de este post que tiene que ver con la economía del tiempo por medio de la concentración. Algo que me dejó perplejo hace años fue cuando estando como en el segundo o tercer grado de la escuela mi mamá me decía que tenía que leer y mantener la mente activa porque usamos sólo un pequeño porcentaje de nuestra capacidad mental y ella me lo explicaba utilizando el ejemplo de los libros, diciendo que eran millones de millones de páginas que se podían almacenar en el cerebro y yo le preguntaba, ¿más que en la Biblioteca Nacional?, y ella me contestaba ¡más que en la Biblioteca de Alejandría! Entonces yo pensaba hacia mis adentros ¡eso si es bastante!

Ahora que el tiempo ha pasado y que millones de páginas de libros se pueden guardar en un dispositivo que nos permite extender la voz sin gritar de aquí a la China, o que nos permite trasladar nuestra imagen de aquí al otro lado del Atlántico en cuestión de segundos, quizás el ejemplo de la Biblioteca de Alejandría no surta el efecto abrumador que otrora surtiera sobre mi mente de niño de ocho años y en un mundo que no se encontraba ni a un diez por ciento de lo cibernetizado que se encuentra hoy, pues probablemente en unos años cuando sea mi turno el explicarle a mi hijo o hija la capacidad del cerebro, lo tenga que hacer multiplicando por millones de veces la capacidad de vaya a saber uno qué unidad de medida inventarán para describir semejante “behemoth”, o sea ese animal mítico de proporciones y dimensiones gigantescas, para que entienda la capacidad del cerebro humano.

Mi amiga es una persona sumamente inteligente y tiene una conexión con Dios mucho más avanzada que las de muchas otras personas y no es de extrañar que cuando me dijo lo que me dijo, inmediatamente le puse atención y apenas llegué a casa me dediqué a buscar más información al respecto. La economía del tiempo tiene que ver con el ahorro que se haga de él. Voy a ponerles otro ejemplo, mañana a nosotros los asalariados nos pagan por ser quincena. La mayoría de mis compañeros no tenían ni siquiera un dólar en el bolsillo porque todo lo habían gastado, yo, en cambio, tenía una reserva para una semana que aunque no es mucho, al menos no me hace sudar la gota gorda pero siempre queda espacio para ahorrar un poco más, claro que cuando se es universitario es un poco difícil, máxime cuando los libros que compras no bajan de los $100.

Entonces se confirma mi hipótesis, la mayoría del estrés que cargamos en la actualidad se debe a que le debemos dinero a alguien. Pese a que tengo un coche no lo uso mucho para ahorrar combustible, solo cuando salgo con una muchacha o para ir al supermercado es cuando lo uso, normalmente viajo en trasporte público y trato de caminar bastante, entonces en vez de pagar casi cinco dólares por galón de gasolina, que es lo que cuesta el fuel en Costa Rica, utilizo mucho menos dinero y puedo ahorrar un poco para una emergencia. Pero bueno, no seamos extremistas, no todos tienen que ahorrar de esa manera pero sería bueno no vivir de quincena a quincena o de cheque a cheque como dicen en Estados Unidos.

Y ese ahorro no sólo debe darse en ese instrumento fungible para el intercambio de bienes y servicios que llamamos dinero sino también para el tiempo que es muchísimo más valioso que el dinero pues como bien dicen los que saben, el dinero se recupera pero el tiempo no. Entonces en vez de hacerle tanta máquina al dinero, ¿por qué mejor no nos enfocamos en el tiempo? No hay nada peor que la pérdida del tiempo en cosas que no son productivas. Matar el tiempo, decimos, es una de las cosas más tontas que como seres humanos podamos hacer.

Siendo la vida tan hermosa no podemos dejar de lado que debemos de vivirla y disfrutarla al máximo de ella. Mi amiga me decía que cuando uno se distrae dura más haciendo las cosas. Eso es muy cierto. Pasa el tiempo y por estar chateando por el Facebook y poniendo atención a lo que mi cachorra está haciendo, llevo casi treinta minutos escribiendo estos párrafos y lo hice a propósito para demostrarme a mí mismo que lo que mi amiga me decía es cierto.

Utilizando las palabras del rabino Weinberg “todos hemos experimentado alguna vez lo que significa concentrarse. Pareciera que el tiempo se detiene, y a nosotros, no nos afecta el mundo a nuestro alrededor”.  Eso es cierto, uno se vuelve más eficiente, pone más atención a los detalles y se graba mejor las cosas. Volviendo al punto inicial, si nos concentramos podremos incrementar el uso de nuestra capacidad mental.

Otra amiga mía lo definía así, “finiquita, finiquita, finiquita”. No solo construyamos planes, concretémoslos también. Para poder concretar hay que poder concentrarse, o sea, tomar todo eso que está separado y reunirlo en un punto. Y es que tenemos una mente tan capaz y tan activa que es un inmenso caleidoscopio combinado con tornasol donde las ideas saltan como si en bosque con sobre población de liebres se tratara, entonces hay que hacer las de Elmer Gruñón e ir de caza de liebres. Claro, no dejemos que pase como con Bugs Bunny que más bien termina cazando al cazador.

Seamos cazadores de pensamientos rebeldes, tomemos esas liebres y pongámoslas en fila, utilizo esta metáfora porque son las cosas más graciosas o más impactantes de las que uno se acuerda y como la vida es movimiento y la risa es energía, pues asociemos el pensamiento de hoy con ello. Tenemos que concentrarnos. Recordemos la frase de Elmer Gruñón “shh, voy a cazar un conejo”.  Esos pensamientos son como ese Bugs Bunny, completamentye rebeldes y se comen una zanahoria mientras te dan un beso en la boca y salen corriendo.

Entonces lo que hay que hacer es concentrarnos, tenemos que escoger una idea y trabajarla, en otras palabras, finiquitemos, como dice esa amiga mía. Conozcamos nuestra propia mente, en palabras del Rabino Weinberg, demos un paseo por nuestra mente y saquemos lo que no sirve de lo que sí sirve, cuando surja una idea importante sobre la cual tengamos claridad, escribámosla y luego repitámosla para que no se nos olvide, “liebre atrapada, liebre encerrada”, no la dejemos escapar porque tardaremos mucho en volverla a alcanzar.

En lo personal siempre llevo conmigo una libreta de apuntes, una calculadora y dos bolígrafos para apuntar las ideas que se me vengan a la mente y así no olvidarlas. A como pensemos así actuaremos, entonces lo mejor es tener claridad mental y buenos pensamientos para así externar acciones que sean productivas para nosotros y para nuestros semejantes. La concentración va muy de la mano con el vivir en el aquí y en el ahora, porque el divagar es el andar soñando despierto.

“Las personas, conforme más aprendemos más queremos aprender y vemos que este mundo es tan maravilloso que de todo queremos hacer,” pero lo importante es enfocarse y la mejor forma de lograrlo es diciendo en voz alta qué es lo que piensas hacer. Concéntrate en una emoción a la vez, si estás feliz siente cómo esa felicidad entra por tu mente y toma todo tu cuerpo, cuando escuches una canción que te guste no la retengas en tus oídos y cerebro solamente sino que también siente cómo pasa por todo tu cuerpo, como las vibraciones de los instrumentos y de la voz del cantante tocan las cuerdas del corazón, cómo esas notas musicales suben y bajan en armonía con el resto de la canción. ¿Ves? Cuando escuches una canción así podrás disfrutar cinco minutos de éxtasis y se te renovará la energía, la negativa se irá y la positiva entrará, entonces ya tienes más energía para moverte, para mantenerte con vida.

Algo que ayuda mucho a concentrarse es el cantar, al menos en lo personal a mí me ha ayudado porque hay que poner especial énfasis en las notas musicales y en tu cuerpo, pues para alcanzar ciertas notas se debe de acomodar el abdomen de cierta forma, vamos inténtalo, canta y verás cómo te llenas de energía.  El punto es sentir las emociones, claro, tampoco dejes que ellas te gobiernen pero permítete darte un duchazo con esa emoción, sumérgete en esa emoción, vive el momento pero no te encasilles en él, porque recuerda que lo que no se mueve se pudre.  Cuando las emociones negativas te invadan, déjalas ir, no te obsesiones en dejarlas ir, sólo déjalas ir porque si te obsesionas en querer deshacerte de ellas, entonces las estás reteniendo.

Como dijo alguien por ahí deja que las cosas que vivas dejen una huella en ti pero no una cicatriz. Que pasen una excelente semana y sigamos construyendo un mundo de paz y de armonía.

Shhh. Estoy cazando un conejo
Shhh. Estoy cazando un conejo

 

Feliz de cuerpo y alma y algo más

Leamos con atención el siguiente pasaje de Tehilim:

«[Salmo de David, compuesto cuando estaba en el desierto de Yehudá [Judá]]
¡Oh Elokim, tú eres mi Elokim!
Con diligencia (desde la mañana) te he buscado;
mi alma tiene sed de ti.
Mi cuerpo te anhela en tierra árida y sedienta, carente de agua.»
(Tehilim / Salmos 63:1-2)

David, quien ya era ungido como rey pero aún no estaba legalmente en ejercicio de sus funciones, estaba escondido en el árido desierto de Yehudá.
Huía de Shaúl, quien seguía siendo (de hecho) el rey de Israel.
Su escapatoria no se debió a una disputa por el derecho al trono, ni por rencillas para esclarecer quién gobernaba, no había iniciado el hijo de Ishai una revuelta para hacerse con el poder ni reclamó nada para sí que provocara la indisposición del rey.
David huía a causa de la locura conspirativa-persecutoria de Shaúl.
El rey le había tomado rencor, lo sentía peligroso, desde lo profundo de su EGO surgía el clamor por asesinarlo.

En el desierto, sin estar preparado para la “excursión”, uno suele tener muchas necesidades.
Algunas básicas que son obvias: agua, alimento, refugio, protección del calor y los rayos terribles del sol, cobijo del duro frío al ponerse el astro rey, cuidado de las alimañas y bestias peligrosas.
El desierto no es un lugar fácil para visitar, mucho menos para vivir en él, y muchísimo menos sin recursos y a las escapadas.

El cuerpo de David habla, grita, clama, reclama por un poco de paz, de calma, de satisfacción, de unas gotas de agua. Algo tan común, tan poco valorado, tan corriente, pero que tiene su verdadero valor a ojos del que la necesita. Agua.
Su cuerpo está sediento, necesita lo indispensable o muere.
Lo sabe y hace lo que puede para conseguirla.

Esto le sirve para darse cuenta de que así es su relación con el Eterno.
Su cuerpo, repito, su cuerpo anhela a Dios como anhela el agua cuando está sediento.
Con la misma fuerza, con la misma necesidad, con el mismo deseo.
Eso lo comprende muy bien David, porque lo está viviendo en carne propia.
Y desde ese conocimiento que parte de la terrible experiencia es que se da cuenta de como es su vínculo con Dios.

Precisa  al Eterno tal como el sediento en medio del desierto demanda agua.
Y ese es un requerimiento de todos nosotros, no solo particular de David cuando huye de Shaúl y vaga por el desierto.

Cada uno de nosotros siente en su cuerpo necesidades, que provienen de sus múltiples dimensiones.
Ese Yo Esencial que somos está perpetuamente conectado al Eterno, nos sacia con bien, pero la sed se expresa en el cuerpo a causa de las murallas que interpone el EGO .
La solución para esta sequía la provee el salmo: con diligencia, con esmero e interés, aplicadamente, buscar al Eterno y encontrarlo en cada momento.
Satisfacer nuestra necesidad del Eterno desde nuestra multidimensionalidad.

Porque no somos cuerpo, tampoco somos alma, ni somos espíritu. En tanto estamos en este mundo somos todo ello y algunas cosas más, tales como nuestras relaciones que vamos estableciendo.
En cada una las situaciones de vida podemos vivir bajo la sombra del EGO, o por Luz del AMOR.
Podemos vivir pendientes del Eterno y por tanto actuar como constructores de shalom, por medio de acciones concretas de bondad y justicia.
O podemos apartarnos e ir a parar al desierto que genera el EGO, sedientos y sin poder llevarnos a los labios el refrescante sorbo de agua sagrada.

Ten siempre presente lo que te revelaré ahora, es agua sagrada de manantiales de Kabbalah antiguos y preciosos.
La felicidad resulta de actuar en todo momento conforme a las circunstancias de una forma positiva, tomando decisiones basados en la voluntad (sintonizada con la Divina Voluntad) y no desde el EGO.
El EGO limita tu libertad, al coartar tu poder, al llenarte de miedos, al negarte al amor, al ilusionarte en lugar de centrarte en la realidad.
Entonces, cuando te conduzcas como constructor de shalom, no lo hagas con el propósito de tener el EGO a raya, sino para construir shalom.
Porque si te centras en someter al EGO, entonces seguirás siendo esclavo de él.
Cuanto más te empeñas en ser “anti”, más pegado estás a eso.
Imposible ser así feliz, porque estarás enfrascado en guerras, en tratar de vencer y no de SER. Serás un miliciano, un guerrero, un combatiente, pero dudosamente alguien pleno (feliz).

Mejor sé pleno.
La plenitud, que es el goce de lo permitido, de hacer lo justo y bueno de acuerdo a lo que nos corresponde, de aceptar nuestras limitaciones y valorar nuestras potencialidades, consentir nuestras responsabilidades y controlar solo aquello que realmente podemos controlar.
Ten al Eterno ante ti todo el tiempo, que sea quien te sacia. Pero no por medio de magia o milagros, ni de rituales o fantasías, sino al reconocer que estás llevando una vida de constructor de Shalom, tal como Él quiere que sea.

No seas anti-nada, sé constructor de Shalom.

Como en FULVIDA y en SERJUDIO.com que no somos anti cristianos, ni anti musulmanes, ni anti ateos, ni anti sectas, ni anti eso o aquello. Tampoco anti EGO.
Pretendemos comprender cabalmente, discernir lo que es bueno para nosotros de lo que no lo es, y en consecuencia construir shalom.

Si te pidiera un resumen de este artículo, ¿qué pondrías (en no más de quince palabras)?
Gracias por compartir tu valioso tiempo conmigo.

 

Resp. 1117 – ¿Se puede acompañar una celebración idolátrica?

Ernesto Jean Pierre nos consulta:

Buen día Moré:
Pronto haré mi servicio médico rural a un pueblito donde hacen festividades a sus santos y cosas así y compañeros me han dicho que si no asisto me gano el odio de los lugareños, pero más amo a Dios y sus leyes, asi que: ¿acompañarlos en sus fiestas y tomar licor (no en exceso) con ellos es compartir su idolatría? Shalom.
Ernesto Jean Pierre U. 31 médico, Arequipa, Perú

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Libres ¿De qué?

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La abolición de la esclavitud en los EEUU allá por los años de 1863-1865 fue más que un reconocimiento a los derechos fundamentales de cada individuo (en particular los de aquellos, que en esos días padecían el yugo de la opresión en forma de esclavitud) fue más que un reconocimiento a los derechos, una apertura de la conciencia fundamental que reside en cada uno de nosotros, para poder reconocerse a sí mismos (y a los otros) como seres humanos.

Sin embargo aquella libertad lograda en esos momentos, siguió siendo potencial y no dada, pues ya no había más cadenas que ataban a los individuos, ni más sometimiento por parte de los otros, pero con todo y esto, seguía existiendo el encarcelamiento mental, el condicionamiento emocional, la limitación en lo social y como resultado…. el aprisionamiento en lo espiritual, a final de cuentas esa “libertad” no era más que una apariencia, una ilusión más del ego para mantener sometida a la persona, si eran libres de las cadenas físicas que los mantenían atados y en un estado de limitación, pero aun existían otros factores que les impedían alcanzar la plenitud, la verdadera realización, su auténtica libertad.

Una libertad superflua no le provee de sentido a la existencia, es más un placebo, que un estatus de realización de la persona, Víctor Frankl un prisionero más de los campos de concentración nazis, en una de las peores miserias que ha podido experimentar el ser humano, logro entender esto, que la libertad autentica le provee al individuo un sentido de trascendencia, un verdadero significado para vivir, el, a través de la vinculación autentica (consigo mismo) y con el prójimo, logro alcanzar ese estatus, ese respiro, esa bocanada de aire, como cuando después de estar mucho tiempo bajo el agua, anhelamos alcanzar la superficie, una libertad que muy pocos llegan a saborear, aunque todos son capaces de alcanzarla, Víctor Frankl perfecciono dentro de ese terrible contexto de encarcelamiento, humillación y vejaciones, su famosa técnica llamada logoterapia, fue autor de diversos libros, además de muchos otros logros más, es paradójico que haya logrado detonar sus potenciales después de haber atravesado por esa terrible experiencia, más bien podríamos imaginar que resultaría fuertemente traumatizado, que de ahí en adelante seria tímido, introvertido, alejado del contacto con el “exterior” pero no fue así….. logro lo que pocos “libres” serían capaces de hacer, impacto su verdadero ser, logro un verdadero reencuentro consigo mismo, y de ese modo, el talento, la inteligencia, todos su potenciales pudieron salir a flote, emergieron para dotarle a él y los que le rodeaban un poco de su divinidad, un reencuentro consigo mismo.

Dice el Psicólogo Yehuda Ribco (2012) en uno de sus trabajos acerca la redención personal y la esclavitud a manos de las religiones:

Cuando has pecado, te has apartado de la senda que debes andar, esa es la definición de pecado.
Como muchos quizás sientes y crees que estás perdido para siempre.
Así también te lo han inculcado en tu hogar, en tu iglesia, en tu “sinagoga”, en infinidad de sitios que pregonan doctrinas religiosas en las cuales el hombre ES pecador y sin remedio, alguien destinado a la muerte eterna, al sufrimiento, al “infierno”.
Cuando te quieren manipular, que es en el 99% de los casos, te ofrecen falsas esperanzas, salidas milagrosas, maravillosos remedios para enfermedades que no tienes. Te venden, a precio carísimo, salvadores, redentores, sangres derramadas para purificarte, y te hacen sentir y creer que esa es la única manera de escapar del destino espantoso que te espera por ser pecador. Si no acatas, si no te sometes, si no te esclavizas, entonces estás condenado, solamente “tu padre” Satanás está aguardando por ti, para freírte en aceite hirviente y azufre en el infierno. Te desean las peores maldiciones, te auguran un futuro de pesadilla eterna. O acatas sus dogmas y te dejas abusar por los amos y reniegas de todo derecho a ser libre, o lo peor está preparado para ti. No hay otra solución, solamente infierno o sus dogmas.
Atención, esto es evidente cuando se trata del mito de Jesús, Yeshua, o el nombre que le quieran poner, en donde es textual esto mismo que te dicen. Te hablan del pecado original, de tu imposibilidad de ser salvo sin la sangre del cordero, de cómo su dios te odia y por ello te impone mandatos imposibles, para que tropieces y te vayas directo con tu padre el demonio. Es textual, así te amenazan y manipulan para que acates, te sometas, cierres los ojos, canceles el pensamiento y creas por fe ciega, o te vas al infierno, o te vas al infierno… o te hacen vivir el infierno con sus amenazas, presiones, agresiones, hostigamiento, desprecio, abandono, etc.
Pero, no solamente los seguidores del falso dios colgado actúan así. De todas las tiendas religiosas se levantan los “iluminados” que te atemorizan con castigos y sufrimiento, aquí o en la eternidad, si es que no avienes a ser manipulado por ellos. Cambiarán los nombres de los dioses, serán otras las propuestas doctrinales, pero al final es lo mismo: EGO. Manipulación, falsas creencias, soluciones mentirosas, hacerte vivenciar la impotencia para romper tu autoestima, esclavizarte, echarte culpas, fomentarte miedos, obligaciones estrafalarias, repetición de lemas, conductas absurdas que se convierten en reglamentarias, no comunicar, ser dócil ante el clérigo, llevarte a un estado de pobreza multidimensional desde la cual no tengas más respuesta que el abandonarte a sus exigencias.
Repito, desde todas las tiendas religiosas y sectarias se procede así, más o menos encubierto, con mayor delicadeza o brutalidad, pero allí en el fondo y en la finalidad encontramos siempre lo mismo. Mucho EGO, manipulación, distorsión de la realidad, desbalance, falta de Shalom (verdadero) aunque se repita mucho la palabra “shalom”, agresión, quejas, hacer sentir culpable, amenazas, promesas imposibles de verificar, esperanzas huecas… EGO… mucho EGO… (TESHUVÁ: la salvación mesiánica)

Vemos entonces que hay sometimiento aunque el mundo se crea “salvo”, aunque se diga que un hombre limpio al mundo de sus faltas, aunque se diga que con creer o tener fe arreglas todo, aunque se diga todo eso, aun así, el mundo, la sociedad, estamos truncados, vivimos coartados de una auténtica libertad, de una genuina realización (en todos los aspectos y no solo de manera parcial) vivimos sin poder desarrollar con soltura nuestra creatividad, nuestras emociones, nuestros vínculos con los demás, vivimos sin aprovechar nuestra capacidad intelectual y si también vivimos sin ser espirituales, aunque nos llenemos de religiones.

Bajo ese sometimiento, no puedes amar ni ser amado, tu realización en lo social es pobre, tu desarrollo intelectual es bajo, tus sentimientos no son ejercidos de manera saludable, en muchas ocasiones también el cuerpo es descuidado, y te podrás preguntar ¿pero la gente religiosa que yo conozco, no son así, ellos parecen ser felices? De hecho es cierto parecen felices, de a momento parecen serlo, pero solo es eso apariencias, porque si observas con detenimiento, entonces veras el desbalance, la falta de plenitud, si es gente que trabaja, tiene hijos, obligaciones, cuentas que pagar, compromisos sociales, hasta ¡una profesión!, pero ahí detrás de todo ello encuentras lo mismo, encarcelamiento mental, condicionamiento emocional, limitación en lo social, ¿O crees que aquellas personas por ser casadas en realidad tengan encuentros auténticos con su cónyuge? ¿O solo serán mero arrebatos emocionales que manan desde lo profundo de un ego desconsolado (por aquello de te quiero “para mi”)? Mas parece que es lo último, porque desconocemos el verdadero significado de lo que es amar, de aquella vinculación que es positiva para ambos y no solo un dulce melindroso para el ego, si aquellas personas están esclavizadas, condicionadas, aunque parezcan exitosas, en realidad viven sometidos, saboteados por sí mismos.

Es que ser libre, significa ser persona, cuando entendemos que persona es un conjunto de características únicas y diversas contenidas en algo que llamamos cuerpo humano, así entonces cuando procuramos por nuestra salud, física, emocional, intelectual, social y espiritual, es que podemos decir que gozamos de auténtica libertad, y esto no se logra de otro modo que reencontrándose consigo mismo a través del encuentro autentico con el prójimo, siempre mediante acciones de bondad y de justicia.

Cuando existe desarrollo multidimensional es que estamos en un ejercicio de auténtica libertad, pero si algún aspecto de nuestra persona no está siendo atendido como es correcto, entonces no somos tan libres como pensamos.

Comprender esto es dar un primer paso para nuestro viaje hacia la libertad, saberlo nos afianzara en ese camino de liberación y conocerlo (experimentarlo) finalmente nos hara caminar hacia ese rumbo.

Quiero hacer remembranza de unas palabras de un viejo discurso de mi padre.

Dice así: “la característica fundamental que distingue la humanidad de nuestros días, es el cambio. Este cambio exige una necesidad vital de comunicación, una comunicación amplia y permanente. Todos participamos como individuos y como colectividad en el quehacer social, para entender y transformar el presente, y para construir un futuro promisorio, futuro que será, el pasado de un hombre nuevo, y cuando hablamos del hombre, nos referimos a los adultos y a los niños, a las mujeres y a los varones, unos y otros deben comprender que el porvenir de sus hijos es uno solo y que su mejoramiento exige la unión de sus afanes y la comunión de sus ideales”

Finaliza diciendo: ”El hombre se libera por la educación y se redime por el trabajo”

La libertad autentica y genuina, no solo mana desde lo físico, desde la “libertad corporal” sino que es un ejercicio cabal de todas nuestras características que nos distinguen como seres humanos.

Somos individuos multipotenciales y como tales, si hacemos uso correcto y adecuado de todas esas características, entonces, y solo entonces, podemos decir que verdaderamente, somos hombres libres.

Referencias bibliográficas

Ribco, Y. (2012) TESHUVÁ: la salvación mesiánica. Obtenido desde http://fulvida.com/ajenos/misioneros/teshuv-la-salvacin-mesinica

Comprendió, supo, conoció Elokim

Estamos a pocos días para que la nación judía festeje otra vez Pesaj, en el cual se rememora y revive la libertad de los judíos de la esclavitud de Egipto.
Uno de los primeros pasos para la liberación, sino el primero, consideramos que es este:

"Aconteció después de muchos años que el rey de Egipto murió.
Los Hijos de Israel gemían a causa de la esclavitud y clamaron a Elokim, y el clamor de ellos a causa de su esclavitud subió a Elokim.
Elokim oyó el gemido de ellos y se acordó de su pacto con Avraham [Abraham], con Itzjac [Isaac] y con Iaacov [Jacob].
Elokim miró a los Hijos de Israel y Elokim comprendió."
(Shemot / Éxodo 2:23-25)

Muchas enseñanzas podemos extraer del texto, pero me gustaría concentrarme en las dos últimas palabras.
Elokim comprendió, conoció, supo.

De acuerdo a Rashi “les prestó atención a los judíos y no se desentendió de ellos”.
¿Qué cuestiones “teológicas” deja abiertas este comentario?

Por su parte RambaN explica que debe ser entendido en su sentido literal, que hasta ese momento el Eterno había “ocultado su rostro” de ellos, pero que ahora dejó de hacerlo. Es decir, parecía como si Dios no existiera o no pudiera hacer algo, tenía el “rostro oculto”, pero ahora comenzó a operar manifiestamente.  Añade que, siguiendo la estricta justicia los hebreos no se merecían ser redimidos, pero a causa de que elevaron sinceramente sus clamores y gemidos es que el Eterno les procuró desde la misericordia.
¿Qué podemos aprender acerca del sufrimiento y del rezo?

A su vez Ibn Ezra dice que el Eterno miró lo que los egipcios hacían públicamente a los judíos, al tiempo que comprendió lo que les hacían en privado.
¿En qué se concentra este sabio a la hora de comentar el verso?

Seforno dice que Él conoció las lastimaduras de sus corazones y que sus rezos y gritos eran sinceros.
¿Cómo se puede generalizar este comentario a cualquier otra situación?

El Or haJaim comenta en esta ocasión haciendo uso de una palabra extranjera, textualmente menciona que: “se apiadó”.
¿Cómo vinculas el conocer o comprender íntimamente, profundamente, con la misericordia y la piedad?

En el Midrash se nos cuenta que el Eterno los redimió a causa de cinco factores:

  • su sufrimiento,
  • su arrepentimiento,
  • el mérito de sus antepasados,
  • la misericordia de Hashem,
  • el arribo del tiempo destinado.

¿Alguno de estos parece entrar en contradicción con los comentarios previamente citados?

Todos estas explicaciones que mencionamos, que por supuesto no son las únicas existentes o posibles, ¿tienen algo en común?
¿Se complementan de alguna forma?
¿Se contraponen?
¿Aportan a la comprensión del pasaje y de la historia ocurrida?
¿Tenemos más claro qué fue lo que el Eterno comprendió/conoció/supo en aquel momento?
¿Nos brinda alguna enseñanza práctica para mejorar nuestra vida e incentivarnos en la construcción del Shalom?

Ahora, si dejamos de querer descubrir los modos misteriosos en que opera Dios y nos enfocamos en el hombre, en tú, en el prójimo, en mí, ¿qué te parece que nos quiere enseñar la Torá con estas dos palabras?

Interesante es notar que estas dos palabras aparecen en otro sitio de la Torá, en boca de un amigo poco recomendable, el serpiente, cuando le dice a la mujer:

"Es que Elokim sabe que el día que comáis de él, vuestros ojos serán abiertos, y seréis como Elokim, conocedores del bien y mal."
(Bereshit / Génesis 3:5)

Con este nuevo dato, ¿puedes elaborar alguna nueva idea que te fortalezca en tu camino de bondad y justicia y lealtad?
Por si no advertiste, el verbo saber/conocer/comprender está usado dos veces en este párrafo en relación al Eterno. ¿Será casualidad? ¿Tenemos algo para descubrir allí?

Se viene Pesaj, tiempo de la libertad, y por eso te ayudo con unas modestas preguntas, con el propósito de liberarnos, de quebrar el yugo del Faraón (EGO) y salir de nuestro Egipto personal (celditas mentales).

Resp 1098 – comunicación con d-os?

omarsanson nos consulta:

hace tiempo he estado leyendo sus post y me parece muy interesante, pero recordando mi niñez recuerdo que cuando rezaba lo hacia como si hablara con mi papá, pero ahora ciento que ya no lo puedo hacer, crecí en una casa donde hay libertad de pensamiento pero católica, ahora me pregunto si en realidad tenia comunicación con d-os, ya que desde muy niño no creía en jesus, yo lo veía como un hombre como todos y nunca como hijo de d-os, era comunicación con d-os o me equivoco?
Omar, Sansón, 21 años, estudiante, distrito federal, México.

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Resp. 1097 – Jurar en el nombre de Dios en vano

Ernesto Jean Pierre nos consulta:

Shalom, Sé que no suena correcto, pero no lo veo explícito en las 7 leyes como si lo á
está en las leyes judías, ¿podría aclararmelo Moré Yehuda? bendito sea el Eterno y bendito sea Israel.
Ernesto Jean Pierre U. 30 médico Lima-Perú

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De la religión y la espiritualidad

"Una de las lecciones más tristes de la historia es ésta: si se está sometido a un engaño demasiado tiempo, se tiende a rechazar cualquier prueba de que es un engaño. Encontrar la verdad deja de interesarnos. El engaño nos ha engullido. Simplemente, es demasiado doloroso reconocer, incluso ante nosotros mismos, que hemos caído en el engaño. En cuanto se da poder a un charlatán sobre uno mismo, casi nunca se puede recuperar." – Fragmento de ‘El Mundo y Sus Demonios’ por Carl Sagan.

Es así como el EGO se perpetúa en su apariencia de poder.
Deja de interesarte la búsqueda de la verdad, para afiliarte fanáticamente a lo que tu crees.
Ya no existen más las preguntas, sino las afirmaciones, las repeticiones de lemas, las agresiones, las mentiras, las negaciones, el silencio de la opresión y del miedo.
Cuando se usan signos de interrogación, es para encubrir afirmaciones, para aseverar disimuladamente, para hacer de cuenta que se está buscando el conocimiento, para bloquear el camino a la iluminación, para agredir, para mantener vigente el encierro en la celdita mental del EGO.

El esclavo del EGO no pregunta, no critica, no cuestiona, no piensa.
Pero, repite, memoriza, declama, reclama, protesta contra sus “enemigos” en tanto aclama al EGO y sus representaciones.
Y sé que interroga inquisitivamente a quien supone un adversario, un hereje, un “libre pensador”, dispara supuestas preguntas, que son afiladas armas (aunque vistas desapasionadamente, no son más que cascotes toscos, brutales, insípidos como quien las origina y dispara). Se ponen en campaña despiadada para colgar a los que pueden traer un poco de luz a las vidas de los oprimidos, a los que con su forma de vivir y/o pensar pueden poner en peligro sus armaduras y murallas de falso poder. Allí sí que son activos, hábiles en lanzar sus dardos venenosos, en inventar cuando no tienen otro argumento, en gritar, en hacerse las víctimas, en cualquiera de los recursos que el EGO les capacita a ostentar.

Aparece el EGO y sus representaciones, que se exteriorizan en los símbolos del poder, en los charlatanes, en los mercaderes de la fe, en los líderes religiosos, en los patancitos bravucones que vociferan su “elección” y superioridad por sobre el resto.
Desde el primer creador de religión, que también fue –y no casualmente- el primer asesino de la historia, desde Caín, la cosa es idéntica. La religión ligada a la prepotencia, al orgullo, a la negación de la realidad, a las inquisiciones, a la severidad amarga, a la careta de alegría que esconde la angustia mortal, a la muerte en vida, al celo, a la envidia, a la masacre… siempre se repite, en cada generación.
Tal como el primer organizador de la religión formal, el rey cazador Nimrod, nacido en un pesebre de una supuesta virgen, muerto y renacido, crucificado para redimir a los que tuvieran fe en él, hijo del dios más poderoso, perseguidor de los que se le oponían, desde aquel antiguo momento hace mucho más de dos mil años atrás, la cosa vuelve una y otra vez por el mismo cauce. Cambian los nombres, varían las caras, las religiones toman más o menos rehenes, pero en la base es el mismo EGO, muy poco cambia de su esencia.
La religión como negación de la vida, como prisión, como escollo en el abrazo que Dios tiene a Sus hijos.

Con esto en mente podemos visualizar el gradiente que va desde lo espiritual a lo religioso.
Como ya hemos enseñado en varias ocasiones previas, espiritual es lo que conecta con el Eterno y con el prójimo, se consigue por medio de las acciones correctas (cumplimiento de los mandamientos pertinentes a cada uno).
En la otra punta, esta la religión, que es la externalización del EGO, en dioses, santos, pastores, líderes, ritos, lemas, miedos, sentimientos de culpa, esperanzas banales, amenazas, seducción, inmovilidad, adicción, búsqueda de un re-ligarse a esa deidad que se siente lejana, extraña, cambiante, mucha veces terrible y sádica.

Aquella persona que armoniza su Yo Vivido a su Yo Esencial, que logra reducir al máximo la influencia del EGO, que actúa con bondad, justicia y lealtad, está en el camino espiritual. Si logra concebir al Eterno, su relación será de amor reverencial, de entrega, de confianza, de gratitud, de servicio a Él, de amor al prójimo para cuidar y amar a aquellos que son Sus hijos, de fidelidad, de emociones positivas, desprovisto de manipulaciones o terrores ingratos. Reconoce el valor del arrepentimiento sincero, de la reparación, de asociarse con Dios para perfeccionar al mundo, es un constructor de shalom.

Aquel que ha logrado una relativa libertad, una rajadura en las cáscaras que rodean a su Yo Esencial, que de a ratos se encuentra sintonizado a su esencia espiritual, probablemente llevara una vida de ambivalencia con su dios. Sentirá apego al tiempo que rechazo. Amor al tiempo que terror y espanto. Sufrirá de sentimientos de culpa por errores o presuntos errores que no sabe (o no quiere saber) cómo reparar. Tendrá pesadillas vívidas con el infierno y a veces solaz con fantasías sobre paraísos. Así estará, en una relación de ambivalencia, como tironeado entre el abrazo sagrado con su Yo Esencial y el aferrarse enfermizo al EGO. Entre el amor y el odio a su dios.

Aquella persona que está sometida al EGO, es religiosa, fanática, enceguecida por la fe en lo absurdo, incapaz de preguntar, falto de respeto hacia la diversidad saludable, apelando a la violencia o el sometimiento, difundiendo mentiras y exigiendo cada vez mayor ritualismo, severidad, negación del placer. En su enfermedad es capaz de amar más la muerte que la vida, e incluso proclamar que en la matanza de “infieles” está el camino a su bizarro paraíso. También puede ser que ese paraíso del EGO que tanto anhela sea un sitio poblado de sus deseos más prohibidos, menos confesados. Porque el religioso, el esclavo del EGO, probablemente lleve apariencia de virtud ante el público, pero sea una aberración antagónica al shalom en su fuero íntimo o privado.
Son personas ansiosas, angustiadas, enfermas emocionalmente y con coletazos habitualmente en lo mental, que encuentran en la religión un marco estructurado para contener el desparrame emocional, o también encuentran en ella la maquinaria sanguinaria para someter, dominar, imponer, destruir, abusar, dejarse llevar por el EGO y afectar con ello al prójimo y al ecosistema.
Sobre esta gente el gran seudocientífico Boris Cyrulnik escribió: “Tenemos tanta necesidad de creer que quien nos haga vacilar se nos presentará como un agresor” (“De cuerpo y alma”).

Así es. La religión es la cuna de cruzadas, inquisiciones, talibanes, “guerras santas”, terroristas motivados por sus “libros santos”, matanzas, ateísmo militante, noajismo “guerrero”, y todas las otras manifestaciones del EGO arropado de “santidad”. Hay que acallar al Yo Esencial, hay que extirpar la autenticidad, hay que evitar que se desmorone el poder del EGO, a como dé lugar. Se inventan las peores torturas y estados dictatoriales, se difunden las más alocadas mentiras, se persigue a los que denuncian esta cuestión, porque se siente la imperiosa necesidad emocional de apretujarse en la cárcel del EGO.
Detrás de todo talibán, de todo guerrero santo, de todo misionero, de todo fanático, de todo salvaje instigador de su fe, se encuentra siempre un esclavo del EGO, un emisario del EGO.
Y por supuesto, no podemos dejar de mencionar a los otros religiosos, aquellos que se presentan con más simpatía, que hacen uso de su carisma, que se visten con elegancia, que son elocuentes, que son hábiles estafadores que venden cintitas contra malos de ojo, jabones sanadores, pócimas mágicas, libritos cabalisteros y otras baratijas supersticiosas vendidas a precio de oro, sanación de Jesús o cualquier otro falso dios/redentor, sectarismos, adulación fervorosa a “maestros” consagrados de cualquier denominación, falsas conversiones al judaísmo, supuesta espiritualidad que no es otra cosa que manipulación emocional y todas las otras mercaderías corruptas y deplorables, pero que sirven para engrosar los bolsillos de los líderes, o darles “poder”, que no deja de ser EGO… solo EGO y más EGO en envase de religión, más o menos fetichista, más o menos ritualista, más o menos marketinera, más o menos idolátrica, pero solo EGO.
Y sí, también recordemos que hay monoteístas e incluso creyentes en el Uno y Único, y hasta incluso bastante apegados a los mandamientos que les corresponden, pero que no dejan de ser “religiosos” (en el sentido que usamos nosotros la palabra), que comercian con Dios, que Lo quieren manipular con rezos o donativos, que exigen severidades desquiciadas, que niegan la posibilidad de la felicidad auténtica… bueno, de hecho niegan todo lo que sea auténtico, imponen su molde, y todo ello dentro del monoteísmo e incluso del cumplimiento de algunos de los mandamientos que les corresponden.
Y no, esta religiosidad corrupta (siempre lo es) de los que solo se aferran a su creencia en el Eterno no tiene nada que ver con ser “legalista”, según predican los pastores que son negadores del Eterno y sus mandamientos. El legalismo es parte de la espiritualidad, del camino correcto. La Ley, la Torá (la noájida y la judía), son patrones sanos y necesarios de enriquecimiento y virtud. El problema está en hacer de Dios un ídolo más y de pervertir Su Torá para transformarla del “manual de la buena vida” a un sumario de la manipulación y un cepo para individuos y colectivos.
Atiende: "Y el Eterno dijo a Moshé [Moisés]: ‘Así dirás a los Hijos de Israel: ‘Vosotros habéis visto que he hablado desde los cielos con vosotros. No os hagáis dioses de plata junto a Mí; tampoco os hagáis para vosotros dioses de oro." (Shemot / Éxodo 20:19-20). Según Rabi Akiva esto debe ser entendido en el sentido de no hacer de Dios un ídolo, de no comportarse con Él como se hace con los dioses falsos. Él es Otro, absolutamente otro. No asociarlo a poderes, no rebajarlo en Su poder. No representarlo, no hacer de Dios un ídolo más.
Conectarse a Él directamente, tal como ocurrió en la Revelación en Sinaí, sin dobleces, sin falsedades, sin fanatismos, sin religión.

En el otro extremo, el espíritu es la fuente de la comprensión, bondad, justicia, construcción de shalom, apego al Eterno (cuando se ha podido desbloquear el acceso a Él causado por los mandatos familiares o sociales).

En el medio, los que navegan en la ambivalencia.

Como puedes comprender, no todos los que tienen el conocimiento de estas cuestiones son libres y no vuelven a incurrir en errores y pecados.
Porque la inteligencia y el manejo de conceptos no es la llave para romper con el predominio del EGO, aunque es bastante útil.
Uno puede repetir con acierto frases e ideas liberadoras, pero ser esclavo.
Uno puede entender como funciona el imperio del EGO, y estar encerrado dentro de sus trampas.

Está en ti evaluar en dónde te encuentras, si en la religión o en la senda espiritual, o en un intermedio.
Si te hace feliz, realmente feliz, pleno, dichoso, en paz tu estado religioso, si eso no te impide conectarte contigo, con el prójimo, con Dios (el verdadero), bueno… no sé cómo le haces, pero sigue en esa existencia. Pero que sea auténtica, y no la santidad de apariencias, para llenar el ojo, para calmar a tus amos… que seas realmente una persona íntegra e integrada.

Si te encuentras en el vaivén, en esa ambivalencia con Dios, el Uno y Único, y no sales lesionado de esto, ni lesionas a nadie, ni fracturas tu conexión con el Padre Celestial, si gozas de shalom… no sé cómo le haces, pero sigue así. Pero que sea una existencia auténtica, no colmada de impotencia, de orgullo, de esperanzas huecas, de rencores silenciados.

Si estás frecuentemente andando por la senda espiritual, realmente estás en conexión, unificado, en armonía, avísame porque quisiera tu guía y consejo.

Como sea, espero que estés muy bien y puedas gozar de la plenitud de la bendición que espera por ti a cada instante.
Hasta luego y gracias por permitirme acompañarte en este texto.

¿Dios limpiando tu pasado?

«Cuando comienzas tu jornada espiritual, puedes hallar que tus problemas se incrementan – ¡No te preocupes! – es el Creador limpiándote de tu pasado…».
Con esta frase un “amigo” del FaceBook engalanó hace un rato su muro, añadiendo que está basado en una enseñanza de Rabí Najman de Breslev.

Humildemente me gustaría añadir algunas ideas, para no quedarnos petrificados con una única perspectiva, correcta o no, sino que podamos ampliarnos y entender la complejidad del universo.
Quizás, tal vez, por ahí nos demos cuenta de que nosotros podemos hacer nuestra parte, nuestra misión sagrada, como constructores de Shalom.
Porque, puede sonar muy bonito que el Eterno se está encargando como una madre sobreprotectora de limpiarnos de nuestro pasado por medio de aumento de complicaciones, pero, ¿es eso lo que debemos esperar del Rey de reyes, del Creador y Sostén de todo el universo?
Por otra parte, ¿es aumentando el pesar, los conflictos, las dudas, las trabas, los obstáculos, la esclavitud, la miseria, el dolor, es esa la forma de limpiarse del pasado?
¿No sería esperable que si fuera Dios el que está ayudándonos a corregir (más que limpiar) nuestro pasado, fuera minimizando el mal para que el bien rompa la cáscara que lo rodea y resplandezca?

Además, ¿dónde queda el libre albedrío del prójimo? ¿No será que algunos de los problemas se incrementan porque otros hacen daño a causa de las decisiones que toman?
¿O es que los que perjudican con sus acciones son meras herramientas, carentes de voluntad, títeres en manos de un dios que juega a divertirse con la vida de sus criaturas?

O tal vez, hemos preferido mirar a otro lado, no encarar nuestras dificultas, escogimos negar nuestros problemas, y por ello no los resolvemos, por lo cual crecen y se multiplican.
Porque, los problemas que no solucionamos, no desaparecen por milagro, ni se esfuman con magia, tampoco al negarnos a reconocerlos dejan de existir.
Más bien, cuando no nos hacemos cargo, cuando no realizamos los pasos necesarios para controlar aquello que está en nuestro control, terminamos hundidos en mayores dificultades, alejándonos de las soluciones, multiplicando nuestros dolores.
Los problemas no se van con rezos, ni tampoco con magia, ni cerrando los ojos, ni esperando sentados a que algún dios venga a nuestro socorro, cuando la solución depende de nuestras acciones.

No dejemos que el EGO nos haga sentir impotentes, pero tampoco todopoderosos, cuando los problemas nos rodeen. No permitamos que el EGO siga dominando, con fantasías de solucionar las cosas con buenos deseos y poco de acción positiva.

La “limpieza” de nuestro pasado, más bien dicho la corrección de nuestras acciones, no se debe fundar en la espera pasiva e irresponsable de soluciones milagrosas. No es eso lo que la sagrada y milenaria Tradición enseña. Más bien, se nos informa que está en nuestro deber y derecho el andar por el camino de la TESHUVÁ, el proceso del arrepentimiento total y sincero. Está en trabajar por quitarnos las piedras de nuestra mochila, en reparar lo que está a nuestro alcance arreglar, en pedir perdón, en hacer nuestra parte de la tarea.

Sí, seguramente que la confianza en el Eterno ayuda muchísimo, así como el rezar, también el estudiar del ejemplo que nos provee la Tradición, como el recibir de Su parte la ayuda en aquello que no podemos hacer ni controlar.
Pero, pretender que el incremento de los problemas es un favor de Dios, que Dios es el encargado de “limpiarnos” de nuestro pasado, en ser sujetos irresponsables y pasivos… no, no creo que sea el mensaje más provechoso y de bendición.

Hay problemas, entonces no achaquemos a Dios los mismos.
Veamos qué hay de nuestra parte en ellos, qué hacemos, hicimos o dejamos de hacer, para que los problemas estén o aumenten.
Reconozcamos lo que hacen o dejan de hacer las personas que nos rodean, no para echar culpas o quitarnos de encima la responsabilidad, sino para comprender la situación, para encarar las cosas con eficiencia y capacidad resolutoria.

Esperemos menos milagros mientras aprendemos más y hacemos mejor lo que es nuestra tarea.
Son mis humildes reflexiones.
Gracias por permitirme compartirlas contigo hoy.