Tú tienes presente que el Padre Celestial ha sellado un pacto eterno contigo, así como con el resto de la humanidad.
Un pacto que los noájidas (los gentiles, personas no judías) deben cumplir rigurosamente, por amor y fidelidad al Eterno.
Es un pacto muy simple, completamente cercano al corazón de la persona, pero al mismo tiempo de profunda riqueza y contenido.
De tu parte, lo cumples a través de la adhesión a los Siete Mandamientos Fundamentales, con sus derivados legales:
1- No servir ni venerar dioses que no son el Eterno.
2- No blasfemar, no maldecir al Eterno.
3- No asesinar.
4- No robar.
5- No mantener relaciones sexuales que han sido prohibidas (infidelidad conyugal, bestialismo, homosexualidad e incesto).
6- No comer parte de animal con vida.
7- Procurar que hayan institutos de Legislación y Justicia en la sociedad.
Como puedes observar, son preceptos accesibles a cualquier persona.
De hecho, en la mayor parte del mundo se siguen casi todos estos Siete Preceptos.
Se establecen modos y formas de legislación y justicia.
Es delito robar y asesinar.
En gran medida existen leyes y normas en contra de la infidelidad matrimonial, existen leyes en contra del incesto y del bestialismo (actualmente, y a causa de un lobby que presiona de mil maneras distintas, se está mitigando la censura social a la práctica de la homosexualidad; pero este libertinaje no coincide con el desarrollo de la humanidad, sino con su alejamiento de la corrección).
Es costumbre en gran cantidad de sociedades que no se coman partes de animal con vida, si bien siguen manteniéndose algunas costumbres adversas.
Las personas suelen abstenerse de maldecir a las deidades, aunque sin saberlo muchísimas personas incurren en pecado en este punto, pues ofenden al Eterno, al Padre Celestial. Pero, son muy pocos los que lo hacen con ánimo de rebeldía, por oposición voluntaria en contra de Él. Por lo cual, el pecado (que existe y es grave), es menos severo.
Así pues, hasta aquí podemos considerar que en buena medida la humanidad se adhiere inconscientemente a su legado espiritual, esto es, los Siete Mandamientos Fundamentales. (Por no reconocer el origen en el pacto con Noaj, y su confirmación en Sinaí, el valor del cumplimiento es menor; pero allí está).
Nosotros, que vivimos en sociedades de mayoría cristiana, o con un pasado reciente de tal mayoría, podemos advertir que el cristianismo se afilia con bastante claridad a estos mandamientos.
PERO, fallan groseramente en el cumplimiento de al menos uno de estos mandamientos: el de no adorar o servir dioses falsos.
Pues, toda su doctrina religiosa reposa en cimientos de corrupción, de idolatría, de desprecio al Dios que es Uno y Único.
Por supuesto que el pecado de la idolatría es gravísimo, pues cuando uno deja de lado al Eterno, con facilidad desecha el resto de los mandamientos.
Es el fundamento de los fundamentos, el centro de la existencia, el reconocer al Eterno, y solamente a Él.
Claro, la mayoría de los cristianos son ignorantes de las verdaderas cosas de Dios, de los asuntos realmente espirituales.
Son como niños que han sido criados en el error y no tienen comprensión.
Así pues, a la hora de considerar a tus vecinos y allegados cristianos, debieras verlos con amor y respeto, con consideración y ternura.
Ellos, en su mayoría, son personas de bien, que actúan con bondad, que buscan lo mismo que los fieles al Eterno: construir un mundo de Shalom.
Solamente que están errados, profundamente errados, en sus doctrinas religiosas, pues adoran a un falso dios y un mentiroso redentor. Son ovejitas extraviadas detrás de un falso mesías, un farsante pastor.
Pero, ellos no lo hacen con espíritu de rebelión o maldad, al menos no la mayoría de ellos.
Sino que están confundidos, perdidos en la oscuridad y creen que las palabras altisonantes de sus líderes y libros «sagrados» tienen la «verdad».
Sin embargo, hay algunos grupetes de taimados, estafadores de la fe, maliciosos y rebeldes, que se enmascaran como si fueran santos y portadores de luz, cuando son proxenetas de la maldad, promotores de la maldición. Estos agentes del mal no son personas inocentes, sino rebeldes en contra del Eterno. Gente que no debemos admitir en nuestro seno, pues corrompen sin piedad. Aman la corrupción y se apasionan por destruir lo bello y bueno. Pero, son los menos, un puñado venenoso, el cual debes distinguir de la enorme masa de gente buena y sencilla, que está atrapada en la fe como si fuera una telaraña.
Tú, como noájida activo, debes reconocer la bondad que hay en la gran mayoría de los que se hacen llamar cristianos, a la vez que distingues ese punto oscuro y sumamente tóxico, que es la infidelidad al Eterno, y en ciertos casos la blasfemia.
Por esto, en vez de oponerte y censurarlos amargamente, puedes aproximarte con autenticidad y sinceridad, para expresar tu aprobación al 99% de sus conductas y actitudes.
Puedes compartir los mismos ideales de paz, bienestar, armonía, etc.
Sin embargo, hay un aspecto el cual tú no puedes admitir, que es la idolatría, que es la fe enfermiza en Jesús, con el consiguiente desprecio por el Uno y Único.
Ahora que sabes esto, ¿cómo puedes administrar tus energías para acercar más gente a la Buena Senda?
¿Qué puedes hacer para que más personas sean constructores completos de Shalom?