Hola a todos.
Aunque llevo mucho aprendiendo de este sitio hasta hoy no me decidí a escribir.
El hacerlo ahora es quizás una muestra de implicación con la difusión del Noajismo y con vosotros.
Me gustaría relataros como fue mi acercamiento a las Siete Leyes y como su cumplimiento ha enriquecido mi vida y la de la gente más cercana aunque a veces ni ellos mismos lo perciban.
Espero que este texto ayude a las personas que son nuevas en estos conceptos o las que buscan o simplemente leen por curiosidad aunque no compartan todo lo que se dice.
Como muchos de vosotros supongo, me crié en idolatría y cuando pienso como acabé llegando hasta Fulvida no puedo evitar ruborizarme un poco.
Todo empezó con búsquedas puntuales de temas que no entendía, que me eran incongruentes tal y como los había aprendido o que sencillamente me intrigaban.
Buscaba sobre profecías, Apocalipsis, etc.
Buscaba argumentos que me aclarasen aspectos contradictorios de la religión que me enseñaron; celibato sacerdotal, confesión, etc.
Ante la gran cantidad de versiones y de dudas decidí como alguno de vosotros, buscar partiendo de la fuente original, el Judaísmo.
Como quiera que sea, el caso es que cuando buscaba acerca de cualquier duda casi indefectiblemente terminaba llegando a la misma página; que no era otra que “Serjudio.com” y allí me encontraba a un tal Yehuda Ribco (desde el afecto) aclarando de una forma concisa y coherente aquello que necesitaba saber e invitándome a continuar creciendo correctamente en Fulvida.
A veces me dolía lo que leía; entiéndase que entonces pensaba como idólatra, pero no podía evitar rendirme ante las respuestas tan lógicas y asépticas como a la vez directas y cálidas.
Confieso que me dolía en mi orgullo eso de que la Torah no debe ser estudiada por gentiles así como el Talmud. Pero cuando leía la explicación no podía por menos que reconocer la validez de los argumentos.
Os reconozco que al ir asumiendo como propios muchos de los dictados noájidas sentía que una parte de mi mismo moría a la vez que nacía algo nuevo y luminoso.
Sentía temor ante la incertidumbre de dejar de lado lo que me enseñaron desde la niñez y a la vez confianza ante la sensación de estar en el camino correcto y ante la solidez de lo que aprendía.
Al principio fue duro, difícil. Constantemente me asaltaban dudas y un cierto sentimiento de traición. Recuerdo que durante algunos días estaba bastante perdido y angustiado y que incluso me costaba dormir.
Recuerdo una noche en concreto que estaba dándole vueltas a todo lo que acababa de aprender y cuestionándomelo todo.
En mi fuero interno le pedía al Eterno que me ayudase a mitigar esa angustia y me aclarara el camino. Era un sentimiento sincero pues no le pedía ninguna prueba pero necesitaba algo de luz.
Al día siguiente, mientras me encontraba trabajando y pensando aun en todo aquello, salí a una pasarela exterior que está al descubierto y grande fue mi sorpresa cuando alcé mi vista al cielo y me encontré con un gran Arco Iris luciendo majestuoso sobre mí.
Hacía años que no lo veía. Quizás fue lo que ha dado en llamarse casualidad (aunque yo no creo en la casualidad) pero en cualquier caso para mi constituyó un alivio, un impulso.
Desde entonces ha llovido mucho y de llevar una vida anodina sin compromiso con los demás, de dejar pasar el tiempo y menospreciar a los que rodeaban he cambiado a ser alguien que valora la humanidad que lo rodea.
Dejé de perder mi tiempo y empecé a estudiar, a mejorar en la medida de lo que podía mi ambiente de trabajo, el de las personas que me rodean. Cambié mi percepción sobre los mendigos, sobre los drogadictos y sobre tantas criaturas que por una causa o por otra se ven necesitados de la caridad de los demás.
Se que sigo siendo una persona con grandes errores a sus espaldas; algunos herencia del pasado y otros por mi debilidad en el presente, pero ahora sé que soy una persona que intenta hacer lo que debe y que como mínimo hace más bien que antes.
Ahora me siento como el que despierta de un sueño hipnótico y se encuentra con una desbordante realidad llena de santidad en sí misma, en cada acto hacia los demás, hacia nosotros y en general hacia todo y todos los que nos rodean.
Ya no necesito buscar la magia en objetos pues en cada objeto, cada color, cada ser que nos rodea, cada suceso y cada sentimiento están llenos de algo tan complejo e ininteligible, tan maravilloso y extraordinario como es en sí misma la obra del Creador.
Gracias estimado Yehuda Ribco por su paciencia y constancia, por sus lecciones y gracias a todos vosotros, amigos noájidas por participar en el mundo y mejorarlo.
No siempre estoy de acuerdo con lo que aquí se escribe pero creo que si no verdad absoluta lo que aquí se aprende es verdad auténtica.
Os pido disculpas por la extensión de este primer post y os prometo más brevedad en lo posible para los próximos.
Un abrazo a todos amigos constructores de Shalom.