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Resp. 397 – ¿Como guiar un grupo de mujeres ?

francisca rondon sanchez nos consulta:

Que me recomienda o me suguiere para formar un grupo de mujeres hacia el noajismo, y cual serian los procedimientos a seguir, y si ud me guiaria para la enseñansa. Espero su respuesta! SHALOM
Francisca rondon sanchez, 45 años, comerciante, s/c, venezuela

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El consejo diario 211

Construir shalom no es un lema inventado por un maestro uruguayo,
no es una frase bonita para colgar en un poster,
no es una excusa para seguir sin hacer tu parte.
Construir shalom es lo que Dios manda
y solamente se consigue en el trato diario, en lo cotidiano, con la gente, con tu cónyuge, con tus hijos, en tu trabajo, en todos lados a los que vayas.

El consejo diario 208

El tiempo del arca de Noé pasó,
ahora es el tiempo del mundo.
Puede que sean pocos los que sean salvados al final,
pero mientras tanto no podemos repetir el error de Noé
que se conformó con estar a salvo él y los suyos,
mientras el mundo reventaba.
La indiferencia al cumplimiento de la propia tarea asignada por lo Alto
es severamente juzgada por el Juez.

EL NOÁJIDA ADVERTIDO Parte I

¡Qué mundo en el que nos ha tocado vivir a los Noájidas de hoy! ¡Qué desafíos morales y espirituales tenemos delante de nosotros! No es una exageración advertir que nuestra generación, caracterizada por la innovación y los avances tecnológicos, se está acostumbrando a “vivir” en la oscuridad de sus mentes y a relacionarse entre sí con “códigos de manipulación, deslealtad y mentira”, siendo estos vicios los más grandes peligros para la sociedad civilizada.

Esta situación ha sido causada, entre otras cosas, por los impulsos de la mala inclinación que no han sido sometidos al temor del Eterno, como por ejemplo: avaricia, orgullo, ansias de poder, egoísmo, suscitando:
a) en el ámbito religioso: una piedad inerte e hipócrita;
b) en el ámbito legislativo: un sistema de justicia viciado y corrompido, como por ejemplo, aceptación en el juicio de testimonios falsos y/o testimonios dudosos, jueces parciales, jueces que aceptan soborno, manipulación de las leyes, entre otras formas de perversión del Derecho;
c) en el ámbito político: anarquía (por un lado) y liviandad (por el otro);
d) en la esfera familiar: pleitos, amarguras y degradación del ser hombre y de sus sueños.

De allí la relevancia que tiene el estudio y la internalización de los principios filosóficos que el Noajismo propugna y defiende a escala mundial: el orden individual y colectivo, la bondad, el esfuerzo, la libertad del pensamiento y la refinación del carácter, siendo esta última la finalidad esencial del ser Noájida, lo que en realidad significa: buscar con estricta justicia aquello que es justo y así actuar, de acuerdo a las más elevadas normas de equidad contenidas en las 7 Leyes Universales y siguiendo fielmente los Códigos de Ética que le son intrínsecos.

Para conseguirlo, el Noájida deberá enmarcarse dentro de las siguientes pautas de la moral y la ética:

1. Debe ser distinguido como un ciudadano virtuoso y conocedor de las leyes de su país, siendo cuidadoso en reconocer, señalar y combatir todo aquello que entra en la esfera de lo pernicioso y lo innoble.
2. Para ello, debe estar cercano a las necesidades de sus conciudadanos y al pueblo al cual pertenece, para instruirles en la senda de la justicia y para reprocharles y orientarles en lo que resulta ser repugnante para la comunidad. Afirma el Talmud, respecto a nuestros deberes como ciudadanos ejemplares: “Cualquiera que sea capaz de advertir reprochando a los miembros de su casa por incumplimiento y no lo hace, es castigado y considerado culpable de los pecados que estos cometan; por no advertir a la gente de su ciudad, es castigado por los pecados de la gente de su ciudad, por no advertir al mundo entero, es castigado por los pecados de todo el mundo”. (Shabat 54b).
3. Debe ser estrictamente recto y ecuánime en sus apreciaciones. Ordena el Eterno en su Palabra: “La justicia, sólo la justicia seguirás, para que vivas y tengas en posesión la tierra que el Eterno tu Dios te da.» (Deuteronomio 16: 20).
4. Si está desarrollando actividades de gerencia, debe rechazar totalmente la corrupción, por más leve que esta pudiera ser, en especial, el soborno.
5. Si es Juez, debe juzgar basado en evidencias y testimonios, objetivamente, esto es, a través del intelecto y no por emociones o presiones de otra índole, como por ejemplo, una amenaza en su contra, predisposición contra uno de los imputados, xenofobia, soborno, entre otras formas de acobardamiento. Dice el Texto Sagrado: «Cuando haya pleito entre algunos y acudan al tribunal para que los juzguen, absolverán al justo y condenarán al culpable.» (Deuteronomio 25:1). También señala: «No tuerzas el derecho; no hagas distinción de personas ni aceptes soborno, porque el soborno ciega los ojos de los sabios y pervierte las palabras de los justos.» (Deuteronomio 16:19); y «El que justifica al impío y el que condena al justo, ambos son abominables al Eterno.» (Proverbios 17:15).
6. En fin, debe contribuir con el cumplimiento de las normas que han sido establecidas por aquellos hombres y mujeres que tienen la responsabilidad de hacerlo, reconociendo que uno de los primeros deberes del Noájida es “observar fielmente las leyes del Estado donde el Eterno lo haya destinado a vivir”, siempre y cuando no atenten contra su fidelidad al Eterno ni traiga desmejora a los Derechos Fundamentales del hombre.

Todos estos principios y normas (entre otros más) son los fundamentos sobre los cuales debemos edificar nuestra propia existencia y ayudar a nuestra familia a lograrlo, sin recurrir a bochornosas amenazas de tinte religioso, sin atropellos verbales o sicológicos, sin manipulaciones ni desmanes; sólo con la influencia positiva de nuestra palabra y conducta, que finalmente traerá, sin lugar a dudas, plenitud de libertad, seguridad jurídica y familiar en nuestra sociedad, logrando instaurar en ella, definitivamente, el Dominio del Eterno entre los hombres, cuya esencia es la justicia, la equidad y el orden, despertando en cada ciudadano su desarrollo integral, verdadera estabilidad social y la tan anhelada paz. Sólo entonces se podrá alcanzar el Estado Real, el Estado virtuoso que fuera vislumbrado y anunciado por los Profetas verdaderos de Israel.

Que nuestras relaciones con los demás definan nuestros deberes!

Basada en el «Manual de Vida» de Epicteto, me atrevo a escribir las siguientes lineas para ustedes, espero que sean de su agrado y tambien sean constructivas:

Como bien sabemos no somos entidades aisladas, mas bien somos una parte unica e insustituible de la sociedad. No podemos olvidar que somos una pieza esencial del rompecabezas de la humanidad. Cada uno es parte de una compleja, intrincada y perfectamente ordenada comunidad Humana. Pero, ¿donde encajamos dentro de esa red? ¿con quien estamos en deuda?… Tal vez debamos investigar y solo asi comprenderemos nuestras relaciones con los demas.

Cuando reconozcamos nuestras relaciones naturales y al hacerlo podamos identificar nuestros valores, nos ubicaremos adecuadamente dentro del esquema de nuestra socidedad. Nuestros deberes surgen naturalmente de relaciones tan fundamentales como la familia, el vecindario, el lugar de trabajo o nuestra nación. Desarrollemos el hábito de considerar nuestros papeles (como padres, hijos vecinos, ciudadanos y dirigentes) y las obligaciones naturales que de ahi se desprenden, una vez sepamos quienes somos y con quienes estamos vinculados, sabremos que hacer.

Si un hombre es nuestro padre, por ejemplo, de alli se desprenden ciertas obligaciones espirituales y prácticas. El que sea nuestro padre implica un vínculo fundamental y perdurable entre nosotros. Estamos naturalmente obligados a cuidar de el, a escuchar sus consejos, a ejercitar la paciencia cuando escuchamos sus opiniones. Pero entonces supongamos que no es un buen padre, quizas sea fatuo, poco educado, poco refinado o tenga ideas muy diferentes a las nuestras ¿acaso la naturaleza le da un padre ideal a cada uno?. Cuando se trata de deberes fundamentales como hijos, cualquiera sea el caracter de nuestro padre, calesquiera que sean sus hábitos o su personalidad, esos aspectos son secundarios. El orden Divino no diseña a la gente o a las circunstancias de acuerdo con nuestros gustos, lo hallemos agradable o no, este hombre es en ultima instancia nuestro padre, y estamos obligados a cumplir, de la mejor manera posible, con todas nuestras obligaciones filiales.

Es casi que imposible permanecer rectos en estas obligaciones, pero cuando flaqueamos nos desviamos y comenzamos a imaginar que las cosas que no estan en nuestro poder son malas, cuando esto sucede el hábito de culpar a los demas por nuestra suerte en la vida se arraiga inevitablemente y nos perdemos en una espiral negativa de envidia, lucha, desencanto, ira y reproche… algo que es natural, puesto que las criaturas siempre por instinto se apartan de aquello que consideran dañino y buscan y admiran aquello que consideran bueno y conveniente. Pero nuestra meta debe ser buscar la armonia con la naturaleza y con Di-s, porque ese es el verdadero camino hacia la libertad. Dejemos que los demas se comporten como deseen de cualquier manera esto no esta bajo nuestro control y por consiguiente no debe hacer parte de nuestras preocupaciones (como lo enseñó alguien de fulvida en el post llamado «El viejo Moré»). Comprendamos que el ETERNO programó la naturaleza de una forma ordenada según la razón, pero que no toda ella es razonable.

La mayor parte de la gente tiende a engañarse al pensar que la libertad consiste en hacer lo que le agrada o lo que propicia su comodidad y bienestar. La verdad es que aquellos que subordinan la razón a los sentimientos del momento son realmente esclavos de sus deseos y aversiones y estan mal preparados para actuar de manera noble y eficaz cuando se presentan retos imprevistos… como siempre ocurre. La autentica libertad exige mucho de nosotros, al descubrir y comprender nuestras relaciones fundamentales con los demas y cumplir con celo nuestros deberes, la verdadera libertad anhelada por todos entonces es posible.

Y por ultimo, no olvidemos que la voluntad Divina existe y dirige el universo con justicia y bondad, aun cuando no siempre sea evidente, cuando contemplamos unicamente la superficie de las cosas. Centremos nuestra determinación en esperar justicia, bondad y orden y estas virtudes seguramente se harán mas presentes en todos los asuntos de la vida.

Cuando nos esforcemos honestamente por actuar como personas sabias y decentes, que buscan adecuar sus intenciones y actos a la voluntad Divina, no nos sentiremos heridos por las palabras o las acciones de los demas. Hay que confiar en que hay una inteligencia superior que es Nuestro Padre y cuyas intenciones dirigen nuestra existencia, entonces que nuestra meta primordial sea dirigir nuestra vida en consonancia con la voluntad de El.

Un impostor llamado egoísmo.

En nuestras mentes existe un mundo construido a partir de los recuerdos, temores, sentimientos, sueños, etc. que hemos vivido, sentido, soñado, planificado y experimentado. Gracias a él tenemos una identidad que puede ser conocida o velada para las otras personas, como cuando vamos hacia un lugar, cubierto por una densa neblina, que podemos ver directamente, al acercarnos o de modo indirecto por la luz que emite un foco o un farol. La neblina serían las barreras que ponemos entre nuestro espacio y el de los demás, que pueden ser nuestros temores, desconfianzas, el deseo de individualidad, el egoísmo, nuestro carácter, etc. El lugar hacia el cual nos dirigimos es el interior de otros que puede conocerse sin caretas que lo oculten; de manera espontánea, o por la confianza que hemos inspirado al ser auténticos y leales después de relacionarnos con ellos en el tiempo.

Al entrar al “territorio” externo, comenzamos a intercambiar ideas, a recordar y vivir experiencias, expresar sentimientos, etc. que pueden pulir o hacer ásperos los distintos aspectos de nuestro ser. Y se requiere de una intención previa tanto para abrir las puertas de nuestro “hogar” como para aceptar la invitación a recorrer el de otros. De modo que corremos el riesgo de tropezar y golpearnos o de ser aceptados y enriquecernos por medio de este intercambio que se ha iniciado. El problema es que a veces nos encerramos en la esfera del ego y sólo nos importa atender nuestras necesidades y buscar nada más que el bien propio, sin tomar en cuenta lo que pasa con quienes nos rodean. Nos volvemos egocéntricos y vemos la realidad desde una perspectiva estrecha y limitada en la cual ni siquiera somos capaces de observar lo que está frente a nuestros ojos.

Eso no significa que el autoestima y autocuidado sean malos, pues a través suyo buscamos lo mejor para nosotros mismos, sin que tengamos que ignorar o desolar el mundo de los demás. Pero la línea que separa a éstos del egoísmo es delgada y a veces cuesta establecer un límite claro entre ellos. El egoísmo implicaría, como dice el diccionario, sentir un “amor e interés desmesurado por uno mismo y las cosas propias, postergando o despreciando las de los demás”. O sea que sería un amor extremo por el yo, sin que nos importe si pasamos a llevar o no al que está al lado. Aquella es la idea que se nos ha transmitido desde que somos niños. Uno es egoísta, por ejemplo, cuando pudiendo ayudar a un (a) hermano (a), preferimos ver un programa de televisión antes que asistirle en lo que le sea necesario.

Pero el egoísmo no es sólo postergar las necesidades del resto. Implica despreciar o menospreciar la felicidad propia al negarse a ver las cosas que son verdaderamente importantes en la vida: la familia, la amistad, la paz, el respeto, el bienestar propio y de nuestros seres queridos y, porque no decirlo, nuestra realización como personas mediante el cumplimiento de nuestros sueños o esperanzas. Todo lo anterior puede abarcarlo un gran todo que es el amor.

El egoísmo es una venda que nubla los ojos del alma. Es un disfraz de sobreestimación que oculta una falta de verdadero amor propio y un miedo a no recibir lo que esperamos del mundo, que usurpa el lugar del Yo verdadero. Es como si nos encerrásemos en nuestro ser interno y sólo saliéramos cuando pudiésemos sacar provecho del otro, cubriéndonos bajo la pseudo-amistad o la pseudo-autoestima. De manera que al ser egoístas con los demás, también lo somos con nosotros mismos, porque al herir o relevar a un segundo plano a quienes nos aman y amamos, nos negamos la posibilidad de disfrutar y ser felices con cosas tan simples como una sonrisa, un abrazo, un paseo o un “te quiero” sincero y espontáneo. Tal vez nuestra relación con los demás nos ayudaría a un crecimiento mutuo. Tal vez lo que necesitamos para sentirnos totalmente felices sea descubrir que los demás también sienten y que al pasarlos a llevar, estamos destruyendo una parte de nosotros mismos. Tal vez así evitaríamos tener que cargar con el peso de nuestra conciencia al habernos rehusado a ser mejores personas.

Sólo vemos al otro en su “real dimensión” cuando decidimos quitar la venda que hemos puesto en nuestros corazones y contemplamos la llama que le alumbra como a uno de nuestros semejantes, que antes pasaba inadvertida cuando buscábamos sólo el bien propio. A veces, sin embargo, necesitamos que otros desaten el nudo para darnos cuenta de que lo que ignorábamos por actuar como ciegos era necesario para así sentirnos completos. Y para romper esas ataduras se requiere de la poderosa e infinita fuerza que es el amor.

Cuando comenzamos a amar nos damos cuenta de que existen otras esferas y poco a poco empezamos a abandonar la nuestra. En ese momento nuestra perspectiva se amplía y comprendemos que nuestras necesidades no son las únicas. Dejamos de sentirnos como el centro del Universo y nos abrimos paso a desarrollar el Yo en la dirección correcta.

Dios nos da la oportunidad de enmendar nuestros errores y comenzar a vivir una vida mejor; en armonía con nuestro prójimo. De nosotros depende si la aceptamos o la dejamos pasar. Que Dios los bendiga. Shalom.

Re-encuentro Familiar I

Existen muchas razones de por qué se producen distanciamientos familiares, entre ellas: viajes, mudanzas, cambio de trabajo, entre otros. Dichos distanciamientos son justificables y aceptables. Por otro lado, existen casos en que las familias* se distancian no sólo en el plano físico, sino en el plano emocional, la mayoria de las veces producto de disputas, discusiones, riñas, altercados, orgullo, intromisiones, y más.

¿Hasta qué punto se justifican tales separaciones?

Enfoquémonos en el primer caso. El de aquellos que por razones de fuerza mayor se vieron en la obligación de alejarse de sus primeros seres queridos, entiéndase, papá, mamá, hermanos y hermanas.

En muchos casos los distanciamientos causan que la comunicación se pierda. Bien sea por falta de costumbre, de tiempo, o cualquier otra causa.

Hablemos de situaciones y posibles soluciones:

1. Situación: Los familiares que dejaste atrás ya no te llaman.

– Solución: No esperes a que te llamen, llámalos.

2. Situación: Tu familia tiene la posibilidad de visitarte pero no lo han hecho.

– Solución: No esperes a que te visiten, haz el esfuerzo y visítalos.

3. Situación: Tienes dinero para cubrir los gastos del viaje, pero temes llegar con las manos vacias.

– Solución: A tu verdadera familia poco le importan los regalos, en realidad el mejor regalo en ese momento es saber que estás vivo y saludable.

4. Situación: Temes que al llegar te reclamen por qué tenias tanto tiempo sin visitar.

– Solución: Toma conciencia que el 99% de las cosas a las que tememos nunca sucederán.

5. Situación: Tienes compromisos de trabajo que te impiden realizar un viaje que implicaria ausentarte del laburo.

– Solución: En lugar de pensar «no puedo dejar de ir al trabajo», es mejor pensar: «¿Cómo puedo hacer para ausentarme del trabajo sin que me afecte?» Enfócate en la solución, no en el problema.

Existen cientos de situaciones más, y miles de posibles soluciones.

El punto a resaltar es que, lamentablemente, los distanciamientos se producen porque ninguna de las dos partes toman la iniciativa de acercarse, o sencillamente ambas partes esperan a que sea el otro quien dé el primer paso.

Ambos tienes justificaciones. Y justificarse es válido, es natural y hasta normal. Pero pensemos por un momento cómo reaccionamos cuando oimos que otra persona se justifica por algo que dejó de hacer. Llegamos a pensar que ESA justificación es absurda, infundada, y hasta ridícula. Que solamente se necesitaba esforzarse un poquito más para hacer lo que correspondia.

Y qué sucede cuando somos nosotros quienes nos justificamos ante otros. Sucede que creemos que nuestra justificación sí es válida, incluso que todos deberian entenderla y aceptarla ciegamente.

¿Curioso verdad?

¿Tienes tiempo sin visitar a alguien de la familia?

¿Qué piensas hacer?, ¿Justificarte? o…

Esperar a enterarte que se ha muerto (¿sabias que la gente se muere?), y comenzar a darte golpes de pecho?

Planifica un reencuentro familiar, hazlo. Reencontrarse con la familia tambien es ser constructor de shalom.

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*Definición. No hay un concepto delimitado de ella. La ley no da una definición. Para definirla se buscaron diversos elementos: sujeción (de los integrantes de la familia a uno de sus miembros), la convivencia (los miembros de la familia viven bajo el mismo techo, bajo la dirección y con los recursos del jefe de la casa), el parentesco (conjunto de personas unidas por vínculo jurídico de consanguinidad o de afinidad), la filiación (conjunto de personas que están unidas por el matrimonio o la filiación, aunque excepcionalmente por la adopción).