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Feliz séptimo – Nitzavim

"Todos vosotros estáis hoy delante del Eterno vuestro Elokim: los jefes de vuestras tribus, vuestros ancianos, vuestros oficiales, todos los hombres de Israel, vuestros niños, vuestras mujeres y los forasteros que están en medio de vuestro campamento, desde el que corta tu leña hasta el que saca tus aguas.
Estás por entrar en el pacto del Eterno tu Elokim, y en el compromiso solemne que el Eterno tu Elokim hace hoy contigo, a fin de confirmarte hoy como pueblo Suyo, y para que Él sea tu Elokim, como te ha prometido y como lo juró a tus padres Avraham [Abraham], Itzjac [Isaac] y Iaacov [Jacob].
No sólo con vosotros hago yo este pacto y este compromiso solemne; ciertamente es con el que está aquí con nosotros hoy, delante del Eterno nuestro Elokim, y también con aquel que no está aquí con nosotros hoy
."
(Devarim / Deuteronomio 29:9-14)


Moshé menciona diez expresiones que corresponden a diez categorías de personas, desde los que están a la cabeza de una comunidad hasta aquellos que desempeñan roles serviles.
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Valores Familiares

En esta oportunidad les presentaré una serie de temas dedicados a los valores necesarios para la efectiva relación familiar entre padre e hijos, colaborando de esta manera con la formación de nuestros descendientes.

Estos temas son extraidos de un diario dedicado a la familia, llamado "El Baúl de Jacinto"; esta sección ha provocado en la ciudad de Barquisimeto gran acogida por parte de padres y maestros, por lo que me motivó a publicarla en este blog como parte de colaboración.

Los textos son de su Editora, María Lovera Hernandez, quien me ha facultado, siendo del mismo equipo, a publicarlos.

Esperando que estos temas sean de sumo interés para ustedes les invito a leer el primer tema, dedicado al orden.  

Valores Familiares (El Orden)

El orden no sólo está en el exterior, es decir en tu habitación, en la caja de juguetes, en tu aula de clases, también está dentro de ti, en la forma en que organizas tu vida, en la forma en que ordenas las cosas que debes hacer y que quieres hacer por su importancia y valor.

El orden es importante para lograr mayor eficiencia y resultados felices en los estudios, el trabajo, en la vida cotidiana y en tu espíritu.

 

Para tener más orden en tu vida:

– Dedica tiempo a tu familia, conversa con tus padres, con los abuelos y tus hermanos.

– Lleva una vida espiritual de acuerdo a los preceptos que D»s ha ordenado, tanto a gentiles como a judíos, éstas son normas de conducta que facilitan y hacen nuestra vida mejor.

– Planifica en qué vas a usar el dinero que te dan tus padres, ahorra un poco.

– Distribuye tu tiempo, así serás puntual, cumplirás según lo previsto y obtendrás el respeto de tus maestros y compañeros.

– Cuida tu persona por dentro y por fuera: Conserva un buen aspecto personal aún los fines de semana y en temporada de vacaciones; planifica un horario fijo para el descanso y las comidas.

-Da un correcto uso a las cosas y serán más durables; igualmente mantén la limpieza y cuidado de todo, aún más si usas algo prestado.

A todos nos agrada encontrar las cosas en su lugar, pero lo más importante es el orden interior y es el que más impacta a la vida.

Es muy fácil dejar cautivarse por la primera impresión. Eso todos lo sabemos. Pero el orden es un valor en el cual fácilmente podemos percibir la parte más superficial del mismo. Por supuesto que a todos nos agrada encontrar las cosas en su lugar, ver un sitio limpio y donde cada cosa tiene su propio espacio. Sin embargo el orden es algo mucho más profundo que eso.

El orden externo de la persona, de su espacio de trabajo, de su casa o incluso de su automóvil, son muy importantes, es cierto, pero lo más importante es el orden interior y es el que más impacta a la vida.

Sin duda todos conocemos a gente desordenada que olvida pagar sus cuentas, o que no sabe colocar sus prioridades adecuadamente en la vida y que termina generando un desastre en su propia vida y en la de los demás.

Adquirir el valor del orden va mucho más que acomodar cosas y objetos, es poner todas las cosas de nuestra vida en su lugar. Por ejemplo nadie sale del trabajo a media mañana para ir a jugar un partido de base ball con los amigos, tampoco a nadie se le ocurre amar perdidamente a su mascota y desatender a sus hijos. Sin embargo el desorden puede estar disfrazado muy sutilmente y es fácil darle tres o cuatro horas más al trabajo y no estar con la familia, y uno puede sentirse muy tranquilo porque "está poniendo en orden sus prioridades". Si, el trabajo es importante, pero tiene su espacio y sus límites. Igualmente ocurre con aquella persona que decide no tomar una oportunidad única de trabajo porque le implica sacrificar un poco de su familia. El valor del orden debe ayudarnos a darle a cada cosa su peso, a cada actividad su prioridad. A cada afecto el espacio que le corresponde.

 El orden interior se refleja en todas nuestras cosas. Si recreamos nuestra imaginación en fraguar proyectos un tanto inalcanzables, nos entretenemos en pensar que haremos el próximo fin de semana, o en los nuevos accesorios para nuestro automóvil, difícilmente nos concentraremos en las cosas importantes que debemos hacer y perdemos un tiempo valioso. En este ambiente ficticio esta la pereza, no nos extrañe que nos cueste "mucho trabajo" recoger las cosas o terminar a tiempo cualquier actividad.

No muy lejos están nuestras palabras y conducta. Hay personas que constantemente (por no decir siempre) hacen bromas, juegan con las palabras para provocar la risa general, tienen mil y una ocurrencias divertidas, y en ocasiones es muy difícil hablar de algo serio con ellas. Esto que parece alegría y buen humor, podría ser la viva representación de una mente ocupada en cosas superfluas y con poca -o nula- reflexión; algunas veces esta personalidad se asocia con tener prisa por terminar, hacer las cosas a la ligera y presentar muchos errores en sus trabajos finales.

Como un agregado surge la apatía hacia el trabajo disfrazada de actitudes aparentemente normales: levantarse a preparar una taza de café y conversar varios minutos con algún encontradizo; revisar una y otra vez nuestros pendientes, cuando en realidad estamos buscando cual es el más fácil y cómodo para comenzar a trabajar; pasar de un escritorio a otro para preguntar cualquier asunto del trabajo, y de paso platicar de algunas trivialidades. La falta de orden se presenta muchas veces con el activismo: dar la apariencia de hacer… sin hacer.

En medio de nuestras ocupaciones habituales, e incluso con alto rendimiento y eficacia personal y profesional, podemos estar rodeados de papeles, objetos, libros, cajones de uso múltiple y adornos de todo tipo. Este descuido generalmente va acompañado de un propósito de arreglo, pocas veces concretado debido a la prisa por hacer lo "verdaderamente importante", pero el orden exige plasmar en la agenda un momento y tiempo determinado para cuidar este pequeño pero significativo detalle, cada cual sabe dónde deben estar las cosas.

 La alegría, la convivencia, los planes personales y una gran capacidad de trabajo caracterizan positivamente a la persona, sin embargo, todo aquello que se omite o se hace fuera de tiempo y oportunidad, provoca desorden e ineficiencia.

 ¿Qué virtud es esa del orden?

Podríamos decir que un alumno tiene el valor del orden cuando se comporta de acuerdo con unas normas lógicas, necesarias para el logro de algún objetivo deseado y previsto, en la organización de las cosas, en la distribución del tiempo y en la realización de las actividades, por iniciativa propia, sin que sea necesario recordárselo.

 El desarrollo del valor del orden, como todos los valores morales, tiene dos facetas: la intensidad con que se vive y la rectitud de los motivos al vivirla. Ocurre, en ocasiones, que el orden llega a ser un fin y convendría aclarar, desde el principio, que este valor debería ser gobernado por la prudencia.

 Aunque en la descripción inicial nos hemos referido al dónde, cuándo y cómo de cualquier actuación, hay un aspecto del orden que habría que aclarar previamente. Me refiero al orden en la jerarquía de los mismos objetivos de mejora planteados. Si se entiende el orden en el trabajo académico como algo necesario para conseguir unos resultados adecuados es muy diferente que considerarlo como una necesidad derivada de una manía de los profesores. No se trata de estructurar el trabajo en todos sus aspectos sino de establecer lo mínimo para poder perseverar unos objetivos de mucho valor. Y eso es ser prudente.

 Otro aspecto esencial dentro de este valor es el de la distribución del tiempo. Y, a su vez, uno de los problemas más importantes que encontramos en relación con la distribución del tiempo es saber lo que es importante y lo que es urgente y, a continuación, no sacrificar continuamente lo importante a lo urgente. Los profesores pueden saber perfectamente que es enormemente importante hablar con sus alumnos para conocerles, para mostrar su interés en lo que están haciendo, etc. Sin embargo, surgen un sinfín de pequeñas necesidades, urgencias, que impiden, en principio, esta atención. Si es difícil para los profesores, seguro que será difícil para los alumnos. Sin embargo, habrá que enseñar a los alumnos a ordenar sus actividades en el tiempo, de acuerdo con lo que es prioritario en cada momento.

 Principalmente, se trata de coordinar el desarrollo de unas actividades rutinarias con las actividades que tienen un desarrollo continuo en un tiempo determinado.

El sentido común nos llevará a ver que es necesario establecer unas normas lógicas para coordinar las dos posturas. Estas normas serán resultado de haber considerado la naturaleza de la actividad que hay que realizar. Quizá nos ayudará a pensar en cinco tipos de actividades:

 1. Actividades que hay que realizar en un momento específico y regularmente.

2. Actividades que necesitan un tiempo seguido específico para realizarlas.

3. Actividades que necesitan bastante tiempo para realizarse, pero que no requieren que sea seguido.

4. Actividades de duración variable que pueden colocarse en cualquier momento.

5. Actividades periódicas, pero no frecuentes o actividades ocasionales a realizar en una fecha dada.

 En la convivencia escolar se debería informar a los alumnos sobre las actividades académicas que hay que realizar en un momento determinado, en primer lugar. Este momento no se refiere necesariamente a la hora del reloj. Por ejemplo, sacar los cuadernos de la materia nada más que entre el profesor de la misma.

 En el segundo tipo de actividad se trata de prever el mejor momento y respetarlo. Además, es lógico que habrá más posibilidades de cumplir si se coloca en primer lugar. Siempre surgen imprevistos y las actividades que necesitan un tiempo continuado no son compatibles con estas cosas urgentes.

 El tercer tipo de actividad requiere que los alumnos sepan recordar y que sepan guardar el objeto de atención de tal modo que sea factible volver a empezar. Leer un libro supone que el alumno recuerde que está leyendo un libro y que sepa dónde lo ha dejado. El orden en este sentido está muy relacionado con la perseverancia, porque hay algunas actividades que pueden durar mucho tiempo.

 Las actividades de duración variable que pueden colocarse en cualquier momento nos ofrecen muchas dificultades. Hacer un ejercicio, aunque sólo cueste quince minutos, puede llegar a ser un motivo de preocupación durante demasiado tiempo.

 Por último, las actividades periódicas, pero no frecuentes, o actividades ocasionales a realizar en una fecha dada, ofrecen la dificultad de recordarlas a tiempo. Me refiero a entregar un trabajo en un día concreto.

 

Con orden y tiempo se encuentra el secreto de hacerlo todo, y de hacerlo bien.

Pitágoras

El orgullo por tu nombre

A lo largo de mis largos años de experiencia he encontrado a muchos buenos noájidas confundidos con un aspecto que es bastante importante, aunque a menudo tomado con ligereza: el nombre propio.
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El Auto-rechazo

Estaba allí desde el primer momento,
En la adrenalina
que circulaba por las venas de tus padres
cuando hacían el amor para concebirte,
y después en el fluido
que tu madre bombeaba a tu pequeño corazón
cuando todavía eras sólo un parásito.
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Echar agua en tierra

"Ciertamente este mandamiento que te mando hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos.

No está en el cielo, para que digas: ‘¿Quién subirá por nosotros al cielo y lo tomará para nosotros, y nos lo hará oír, a fin de que lo cumplamos?’

Tampoco está al otro lado del mar, para que digas: ‘¿Quién cruzará el mar por nosotros y lo tomará para nosotros, y nos lo hará oír, a fin de que lo cumplamos?’

Ciertamente muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas"

(Devarim / Deuteronomio 30:11-14)

 

La Tradición es clara al afirmar que el cumplimiento de los preceptos, tanto para judíos, como para noajidas, no son parte de una religión, sino que son la herramienta fundamental de nuestro crecimiento como individuos y la única senda para cultivar nuestras almas.

No está en el cielo, ni al otro lado del mar, está en nuestras bocas y en nuestros corazones, lo que debemos hacer es buscar en el fondo de nuestra esencia, descascararnos cual cebolla, hasta encontrar nuestro ser real, y empezar a vivir auténticamente.

 

Cierta vez un hombre sintió la necesidad de casarse, pero éste no quería cualquier mujer, sino una que en verdad fuera pura de espíritu, justa entre las mujeres. Emprendió un largo viaje en busca de la mujer que pensaba, mientras viajaba de nación en nación imaginaba su vida de casado, hacía planes a futuro, arreglaba en bocetos los trajes que usarían los novios. Al fin, una mañana, llegaron, después de atravesar largos bosques y escarpadas montañas, a un valle apartado de cualquier civilización, la gente allí se sustentaba con el trabajo de su tierra, las casas primeras eran bastante opulentas, pero al final, de la calle principal, en la cima de pequeña colina, se hallaba una casita pobre, devastada por los años; el hombre no se dejó impresionar por la humildad aparente de la casita y visitó casa por casa, entrevistándose casa por casa, conoció a algunas muchachas muy humildes, virtuosas, pero el hombre tenía que llegar a la última casa.

Visitadas todas las casas de la apartada comarca, encontró la última, la más pobre de las casas, en el pórtico se hallaban dos ancianos, sus vestidos roídos por los años, sus manos hablaban de centurias, y sus espaldas decían el mucho trabajo que había pesado sobre ellos durante años, dentro de la casa, una joven doncella, vestida de pieles de oveja, cosía afanosamente un traje para alguna de las jóvenes del pueblo.

Al verla, el hombre quedó prendado de tal belleza, y quedó muy contento de ver que su familia había inculcado altos valores en tal hermosa mujer, decidió casarse con la doncella en cuestión, habló con los señores, mandó a un grupo de sus compañeros de viaje a buscar algunas dotes para los padres y él fue a buscar hospedaje para que allí mismo en la aldea se celebrara el casamiento de él con la humilde chica.

En la calle principal de la aldea había una posada, cuya encargada se caracterizaba por ser no muy amable con su lengua, cuando oyó la noticia de aquel acontecimiento, nuevo en el pueblo, inmediatamente sus celos dominaron el corazón de esta mujer y habló al hombre diciendo: -¡Esa no es ninguna doncella, fue abandonada por sus verdaderos padres en este pueblo por tener mala reputación en su lugar de origen!-, el hombre al escuchar esas atrocidades de su imaginada esposa, fue a constatar que las palabras de la malvada mujer fueran ciertas, cuando les preguntó a los padres de la mujer, ellos le dijeron: crea usted lo que su razón y corazón le dicte, nuestra conciencia se halla limpia de mentira alguna.

El individuo, cegado por la ira de ver tanta injusticia en la mujer que le ofreció hospedaje, se fue del pueblo, no se casó con ninguna, dejó a la pobre mujer esperando y devolvió las dotes que traían sus sirvientes, la doncella no lo persiguió, se quedó trabajando en su casa, sus padres siguieron sentados frente al pórtico de la casa. Esa noche ocurrió un deslave en el pueblo y perecieron los que se hallaban en la llanura del valle, la casa pobre que estaba ubicada en la cima de la colina sobrevivió a la tragedia, cuando el adinerado caballero escuchó la noticia aún no había partido del puerto, estaba a tiempo de devolverse y así lo hizo, al llegar consiguió ríos por donde había habido antes bellas calles con árboles sembrados, y en el lugar del hostal halló un inmensa roca, caminando hacia la montaña iban los dos ancianos con su joven hija, los alcanzó y los llevó a su casa en su país, los sostuvo y tuvieron una vida abundante.

Tal vez hallen difícil encontrarle moraleja a este cuento, pero es muy sencilla, quien derrama un vaso de agua en la tierra irremediablemente tiene que esperar que ésta absorba el líquido, y luego de absorbido el líquido no hay nada más que hacer.

Nuestras palabras hieren irremediablemente el corazón de nuestros semejantes, pensemos bien que vamos a decir antes de cometer una torpeza y derramar un vaso de agua en tierra.

No olvidemos que en nuestra boca y corazón esta la palabra, para que dominemos nuestro ímpetu.

No sabí­a

El trabajo, el transito, el periodico, la tele, tengo que ir a la radio, no va a salir el programa, no me queda tiempo para comer bien, no voy a volver a casa hoy, me quedo para terminar algunas cosas, tengo que visitar a este cliente, es muy importante, se me acaba el dinero de la semana, me toca la pastillita para el estomago, hacer cita con el medico, acompañar a mi mama al mercado, estar pendiente de lo que ocurre, oïr la cadena, no hay remedio, subirme al colectivo lleno de gente, ansiar un medio de transporte mas eficaz, cederle el puesto a la anciana que entro en el bus, levantarme con la luz del alba, mirar el crepusculo, que no dura mucho en el Ecuador, llamar por telefono a mi familia, celebrarle el primer añito a mi primo-sobrino, recibir a la familia en casa, porque vienen de lejos, visitar a mi familia de oriente, conectarme a hablar con mis amigos, saber que pasa en el mundo, hacer mi plegaria diaria, leer un buen libro, prestar un buen libro, asistir a tal o cual conferencia, asistir a tal o cual exposicion de arte, irme de paseo al interior del estado y conocer gente nueva, ir al recital de tal o cual cantante, escuchar un cd con buena musica, ver una peli, hablar con mi abuela, hablar con papa, salir al parque, buscar entre las jovenes a una probable novia, hablar con la muchacha que se sento a mi lado en el autobus, saludar a toda la gente en la oficina, hablar sobre el sentido de la vida con los amigos, celebrar una fiesta con los amigos, salir de noche de un sitio y pagar un taxi hasta la casa, acompañar a un amigo a declararsele a una muchacha, darle animos, jugar futbol con los chamitos de la cuadra, excursionar un parque nacional, meterse entre los sembradïos de caña aledaños a la ciudad, viajar a otro estado, conocer gente nueva, contar un chiste, escuchar un chiste, escribir un cuento, cantar con karaoke, pasarla bien en un mall, ¡que dificil!, jugar un juego en PC, hacerle un juego a tus primitos para que se queden tranquilos, hablar con tus tïos, ir a comprar algo en la bodega, pagar la luz de la casa, con la plata de tus padres, barrer tu cuarto, lavar los baños, barrer las hojas del patio, recortar las rosas, oler a la entrada de tu puerta el aroma de los jazmines, bañarte, lavarte las manos cada dos horas, mirar como cae un aguacero, aguantar el calor del tropico, mirar el arcoiris y pensar, y bendecir, y pensar, ¿en que pensar?, de donde venimos y hacia donde vamos, para que vamos, cual es la guïa, recurrir a la Torah, aprender de un maestro, recomendar a ese maestro, agredecer a ese maestro…

No sabïa que el ser humano puede hacer tantas cosas, puede ser tan versatil, puede dar y recibir tanto, puede generar tanto a su alrededor y percibir menos de lo que ha generado, ¿cuanta capacidad hay en un PC?, ¿cuanta capacidad tiene el ordenador mas potente del mundo?, no mas que nosotros, no mas que el ser humano, Bendito sea el Creador que nos ha hecho con Su inmensa sabidurïa, Bendito El que nos hizo perfectos en nuestra imperfeccion.