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Resp. 206 – Tras la atención los pensamientos

Estimado Sr,
Me llamo Jose Antonio Lopez, tengo 35 años y trabajo como técnico de telecomunicaciones en Madrid, España.
Mis disculpas por extenderme un poquito. Creo que le gustará el sentido general de mi pregunta.
Hace unas semanas tenía grandes dudas sobre a cuál de las Islas Canarias irme de vacaciones. Uno de esos días entré en una lavandería y ví un periódico abandonado en mi sitio habitual: en la portada estaban muy resaltadas dos noticias: una entrevista al futbolista del Real Madrid llamado Pepe (así es cómo me llaman a mí mis familiares y amigos) y un reportaje de la Isla Canaria de el Hierro.
La semana siguiente me encontré con un gran amigo y le dije: “sin pensar, dime un buen sitio para ir de vacaciones en Canarias”. Me respondió: “vete a el Hierro, nadie habla de ella, pero es estupenda”. Ese mismo día compré ese mismo periódico y en la portada estaba la fotografía de Fernando Hierro, otro ex-futbolista del Real Madrid.
Le doy mi palabra de que todas estas coincidencias sucedieron así. Mi primer pensamiento fue que el Unico quizá tenía la sugerencia de que fuera a la isla de El Hierro.
Pero me acordé de lo prohibido que tenemos la adivinación los noájidos, y desprecié pues esa primera interpretación. Mi único pensamiento era, como siempre, el de no ofender al Señor.
Así pues me fui a otra Isla de vacaciones que me pareció más bonita.
Lo pasé mal: me aburrí, me quemé por el sol, pisé un erizo de mar y me hice una herida profunda en un pié con una piedra.
Mi pregunta para Ud es: ¿acerté en mi forma de proceder o debí elegir mi primer pensamiento? Si mi intención no es la adivinación sino estar atento a la volutad del Eterno, ¿podría haber interpretado esos signos como una pista o señál?
Muchas gracias por su sabio consejo, enhorabuena por sus iniciativas, y reciba un cordial saludo,
José Antonio López

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Noaj, nosotros sus hijos.

         Noaj construyó el famoso «bote salvavidas» que lo salvó a él y a siete otros humanos (su esposa, sus tres hijos con sus esposas) del Gran Diluvio. Así que usted puede agradecerle a Noaj haber salvado a la humanidad, o puede criticarlo (como lo hace el Zohar) por no salvar al resto de su generación.

La Torá nos dice que Noaj no entró en el arca hasta el último minuto, cuando ya estaba lloviendo. Usted puede loar su optimismo, o puede señalar (como lo hace Rashi) que él era «poco creyente» en las palabras de Di-s.

La Torá también cuenta que incluso después de que las aguas del Diluvio hubieran retrocedido y la tierra se hubiera secado, Noaj no saldría del arca hasta que Di-s expresamente se lo ordenara. Usted puede llamarlo tímido, o puede admirar (como lo hacen nuestros sabios) su obediencia: Di-s le ordenó que entrara en el arca, por lo que permaneció en ella hasta que Di-s le ordenó que saliera.

Lo primero que hizo Noaj para desarrollar la tierra árida que encontró al salir del arca, fue plantar un viñedo, fabricar vino y emborracharse. Usted puede desaprobar su inconstancia, o aplaudir su determinación por infundir un poco de alegría y júbilo en un mundo desolado.

Noaj vivió 950 años–bastante tiempo para hacer todo mal y todo bien.

Todos nosotros somos los descendientes de Noaj. Noaj es descendente de Adam, por lo cual todos nosotros somos, también, hijos de Adam. Pero el término que usa el Talmud y la Halajá (la ley de la Torá) para la humanidad en conjunto es Bnei Noaj («los hijos de Noaj»). Las siete leyes universales de moralidad en cada ser humano (prohibición de idolatría, blasfemia, asesinato, robo, adulterio e incesto, crueldad a los animales, y establecimiento de cortes de justicia) se llaman «Las Siete Leyes de Noaj»–aunque se ordenaron seis de ellos realmente a Adam.

Adam fue el primer hombre. Noaj fue el primer ser humano.

 Fuente: Jabad Lubavitch Argentina