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El poder de uno…

Como saben, el pasado 15 de septiembre hubo en México un atentado terrorista en Morelia, Michoacán; uno de los estados de la República más afectados por las guerrillas y el narcotráfico.

En un hecho sin precedentes, murieron 8 personas y más de 100 resultaron heridas por la explosión de dos granadas de fragmentación, precisamente mientras se celebraba el aniversario 198 de la Independencia de México, justo cuando se daba «el grito» frente al Palacio Municipal en una plaza inundada de gente que iba a festejar.

Hasta el momento, ningún grupo guerrillero se ha adjudicado el ataque, por lo cual se apunta a los cárteles como presuntos responsables.

En medio de todo esto aparecen las declaraciones de familias, víctimas, conciudadanos… de la población mexicana en general, indignada, atemorizada. Fue precisamente uno de estos comentarios el que me llamó la atención: «Yo consumo drogas pero no tengo nada que ver con este tipo de cosas que son detestables». ¿Realmente es así?

Uno de los mandamientos universales nos ordena: NO MATAR. Para cumplir con este mandato, es necesario vivir y reconocer que la obediencia a las leyes objetivas otorgan y preservan la vida misma por el amor que nos tiene el Eterno. Y como ejemplo de lo que sucede cuando ignoramos este hecho, tenemos al joven adicto que no se siente responsable de los actos terroristas.

Este muchacho dice no tener responsabilidad alguna, después de todo él no le quitó la vida directamente a otra persona, ni planeó el ataque, ni lanzó las granadas; pero sí hizo (y sigue haciendo) algo que va en contra de vivir y recrear la vida: matarse a sí mismo. Su adicción lo consume, lo esclaviza, le quita su libertad; y dentro de todo no se da cuenta de que  hay miles de mexicanos que comparten esa situación. Cientos de personas adictas por quienes los cárteles se disputan cliéntelas y territorios, narcotraficantes que ahora son atacados por el Estado y quienes mandan «mensajes» a través de asesinatos, secuestros, genocidios. Todo por la suma de individuos que ignoran un mandato divino: «NO MATAR».

 

Así que hoy quiero transmitir este mensaje:

 

«Cuando un individuo transgrede las Leyes del Eterno, no sólo se daña él, sino también a su nación».

Estuve ahí – De los extremos – Parte V

No temo al afirmar que en este capítulo se expondrán los hechos más graves que sucedieron en la seudo yeshiva. Son muy pocas las personas a las que he contado lo que ustedes leerán a continuación, puesto que cuando lo he hecho, la gran mayoría siente pena, dolor, impotencia, ganas de llorar, frustración, y otros sentimientos escondidos muy dentro de cada ser.

Llamo extremo a todo aquello que fue hecho en el nombre de Ieshu-a, y que pisoteaba la integridad humana, y escupía la fragilidad del ser que Dios creó de manera perfecta.

A medida que relate cada hecho que considero como extremo, enunciaré lo que yo leía en las enseñanzas de los grandes sabios de Israel, esto con el propósito de mostrar que las incongruentes acciones de los falsos líderes son veneno para el alma, pero las enseñanzas a las que tuve acceso luego de renunciar a la idolatría son un descanso para aquellos que, al igual que yo, fueron violados y ultrajados espiritualmente.

Los siguientes hechos no siguen un orden cronológico, puesto que no es relevante al propósito de este capítulo.

1. Ser indiferente ante el sufrimiento humano. Esto sucedió mientras regresábamos de uno de los pocos paseos que tuvimos. Íbamos en carretera cuando nos cercioramos que más adelante había ocurrido un accidente de tránsito. Una camioneta tipo pick up perdió el control y se salió de la carretera. Nos detuvimos para ver con mayor detalle qué sucedió. Eran dos personas, uno salió ileso, el otro yacía a un lado de la carretera, apenas consciente de lo que le había pasado. Estaba mal herido, golpeado, lo peor era una herida tan grande en la cabeza que la sangre le brotaba de manera descontrolada. Junto con otra persona me dispuse a auxiliar al herido. Para mi sorpresa los demás compañeros se alejaron. Ellos se regresaron al auto en donde se encontraba la maestra de hebreo “la morá”, una judía que se había desviado hacia la idolatría. Criticaba duramente al Judaísmo en el que fue criada, pero constantemente decía a los mesiánicos cómo era que tenían que practicarlo si pretendían ser judíos. Claramente escuché cuando ella dijo “está prohibido tocar sangre”, “es impuro”. Y esto hizo que ninguno de los compañeros se apiadara por aquella víctima del accidente que no encontraba alivio para sus dolores.

Durante el camino de regreso sentía una gran molestia al ver la actitud tan irracional que tomaron los demás. No entendía cómo era posible que aquellos que estaban siendo preparados para rabinos, dieran la espalda a un ser humano que necesitaba ayuda, solamente porque “la morá” les dijo que tocar sangre humana era algo impuro. Y que un verdadero judío no tocaba sangre.

Yo había leído en los libros judíos que la vida humana estaba por encima de cualquier cosa, que era prioridad ayudar al necesitado.

Al regresar a la seudo yeshiva conté al “shaliaj” lo sucedido. Él nos reunió y preguntó si era verdad que “la morá” dijo que no se debía tocar sangre humana. Todos sin excepción lo negaron. Dijeron que no habían oído nada… Juzgue el lector.

2. Menosprecio de la salud. Fue a causa de los colchones de mala calidad que nos dieron. Por más vueltas que se les diera era  imposible encontrar acomodo. Así que un día hablamos con “el shaliaj” y le pedimos que resolviera la situación. Su respuesta fue que la yeshiva no tenía dinero para eso. Me indigné y le respondí que un colchón era mucho más barato que un tratamiento médico para la espalda. Finalmente, la situación no se resolvió. Nuestra salud nunca fue prioridad, a pesar de ofrecer seguro médico cuando promocionaron la seudo yeshiva.

En los libros de Judaísmo que había leído, me llamaba la atención que la salud era algo que se debía preservar, y no alcanzaba a entender cómo ese falso líder restaba importancia a nuestras quejas.

3. Las computadoras que fueron robadas. Seis computadoras habían sido donadas para la yeshiva. “El shaliaj” dispuso de ellas para beneficio de su familia que ya contaba con una pc de mesa y una laptop.

Al final de la yeshiva contacté al seudo jajam para que me autorizara a llevarme una para mi país. Él accedió. Así que le escribí a “el shaliaj” diciéndole que me llevaría una con permiso del “jajam”. Nunca obtuve una respuesta de parte del “shaliaj”. Él se quedó con las computadoras que no le pertenecían.

Me sorprendió su actitud, puesto que en sus enseñanzas se llenaba la boca diciendo que robar era incorrecto. Pero ahí aprendí que los principios permanecen mientras hay beneficios. Es decir, mientras podía amenazar y asustar a otros llamándolos ladrones, le era fácil decir “robar es malo”, pero cuando se vio frente a una buena oportunidad para adueñarse de lo ajeno, no lo pensó dos veces para desechar lo que enseñaba.

4. Actuar como si a Dios le estorbara un médico. Muy posiblemente, a diferencia de usted amigo lector, yo no tengo estómago. En repetidas ocasiones pedí con lágrimas en los ojos al “shaliaj” que me llevara al médico, puesto que presentaba constantes malestares estomacales. Su respuesta era “la yeshiva no tiene dinero para eso, pídele a alguien más”. Y cada vez que no me podía levantar de la cama por los dolores tan intensos, “el shaliaj” venia y decía “sé sano en el nombre de Ieshu-a”, pero nada cambiaba. Venía a mi mente si era indigno de ser sanado por causa de algún pecado que Dios no me había perdonado.

Si tan sólo ese remedo de judío hubiese tenido un ápice de compasión, hoy en día no tendría que vivir con la molestia de carecer de estómago: atorarme con agua, cólicos que duran más de 12 horas, perdida de 15 kilos de peso de los cuales en tres años he recuperado aproximadamente 8, no volver a sentir hambre, llenarme de ansiedad cada vez que necesito comer y no hay nada a la mano. Sin mencionar la terrible experiencia de haber pasado por el quirófano y permanecer 15 días sin beber ni siquiera una gota de agua so pena de morir si llegaba a hacerlo.

¿Cómo era posible que aquél que hacia llamados a la gente para orar por ellos y declararles “sanos en el nombre de Ieshu-a”, me negara los medios para ir al médico, teniendo como hacerlo?

Luego de la operación tuvo la desfachatez de contactarme para preguntar cómo seguía. Le dije que por culpa de él y de sus tonterías de ser sano “en el nombre de Ieshu-a”, yo había perdido mi estomago. Y que si solamente se hubiese compadecido, eso no hubiera sucedido. Su respuesta fue que yo nunca le había pedido que lo hiciera. A lo que respondí que eso era una gran mentira, que incluso se lo llegué a pedir con lágrimas.

¿Acaso se necesita ser un erudito para entender que cuando alguien se siente mal de salud debe ser llevado al médico? No se precisa de ninguna revelación divina para saber qué hacer. Bueno, “el shaliaj” si precisaba de que “Dios le hablara” para hacer las cosas de manera “espiritual”.

La salud debe estar por encima de todo. Esa es una lección que tuve que aprender de manera no agradable. Hoy día celebro dos cumpleaños, es decir, el día de mi nacimiento, y el día de mi re-nacimiento luego de haber sobrevivido a una operación para extraer un estomago con cáncer. Por fin pude experimentar la bondad Divina y reconocer que fue exclusivamente gracias a Él que pude salir victorioso de la operación, y no gracias a ese ser imaginario de nombre Ieshu, personaje ficticio que tuvo gran responsabilidad en lo que sucedió.

5. Las ilógicas y enfermizas disciplinas. “Tienes prohibido salir el día libre por causa de haber olvidado darle de comer a los perros”, o “el jajam dijo que la disciplina por haber abusado del teléfono es comer en el suelo durante una semana y nada de días libres”.

Ilógico, irracional, demente, y un largo etcétera, es privar de la libertad de salir una tarde a alguien que ha estado encerrado durante una semana únicamente por olvidar darle de comer a un perro.

Loco es poner a alguien a comer en el suelo, con la excusa de que para hacer teshubá/arrepentimiento, esa era una condición sine qua non.

¿Quién en su sano juicio hace que otro coma en el suelo pensado que es en el nombre de Dios?.

Bueno, ¿cómo no detestar el nombre de Ieshu y a estos malhechores cuando se ha sido víctima de tales abusos?

Y no se vale alegar que Ieshu-a no tiene nada que ver en esto, que los únicos culpables son los líderes que mal interpretan sus palabras. Claro que Ieshu-a es plausible de ser odiado, puesto que desde sentar a alguien a comer en el suelo hasta matar a 600.000 judíos se ha hecho en su nombre y por causa de sus enseñanzas.

6. Desprecio a todo lo que no fuera de carácter hebreo. En cierto paseo tuvimos la oportunidad de disponer del estéreo del auto. Comenzamos a cambiar las emisoras y a cantar las canciones que conocíamos. A raíz de eso surgió un gran escándalo puesto que “los talmidim” no eran tan santos como estaba supuesto que debían ser.

El fanatismo hacia la música hebrea era una característica que debimos adoptar. Tirar a la basura los CD de música no judía, aprender a aborrecerla y a quienes la componían. Aún así cantábamos a escondidas. Canciones de ‘Soda Stereo’ eran las favoritas. Lo álgido era enseñar a otros que la música “mundana” debía ser rechazada. Eso se llama hipocresía.

No existe música santa y música no santa. Existe música tocada por personas que creen en Dios y personas que piensan que creen en Dios.

Lo que muchos no saben es que “el shaliaj” cuando joven perteneció a una banda de rock, de esas cuyas melenas van y vienen al ritmo de la música. Y que su rechazo a la música de los gentiles se debía a la vergüenza que sentía al saber que un día fue parte de ella. Querido lector, le doy la libertad para que usted le dé nombre a esa actitud.

Y por último, pero no menos importante…

7. Proponer que cuatro años de universidad fueran tirados a la basura. Estábamos reunidos en lo que sería la última reunión con los falsos judíos que liderizaban la seudo yeshiva. Antes de eso, había hablado en privado con el “shaliaj” para comentarle que yo había decidido terminar el último año de universidad que hacía falta para graduarme de Licenciado en Educación Mención Inglés. Ante toda la incertidumbre que vivimos con aquello de si íbamos a ser rabinos o no, supe que el título universitario era de mayor valor que cualquier pedazo de papel que la seudo yeshiva me podía ofrecer, y por tanto no podía perderlo por andar jugando a ser judío.

Al “shaliaj” le pareció excelente idea, dijo que me daba todo su apoyo. No obstante cuando me llegó el turno de hablar con los seudo líderes (porque para hablar con ellos había que esperar turno, ya que se creían la última gota de agua del desierto y disfrutaban de los primeros asientos, y de que la gente los llamara “rabí, rabí”) para exponerle mis intenciones de regresar a Venezuela y terminar con la universidad a la par del servicio que prestaría a la comunidad a la que fuera asignado, por aquello que había leído en los libros de “el estudio de la Torá debe ir acompañado de un oficio”, mi sorpresa fue que “el jajam” de manera absolutista dijo “No te lo permito Yonatán, o terminas la universidad y renuncias a la yeshiva o  sigues en la yeshiva y renuncias a la universidad, pero las dos cosas no puedes hacerlas”. Lo sorprendente del caso no fue que me dijeran eso, sino que al responder que me parecía extraño el planteamiento y que yo había mencionado mis intenciones al “shaliaj” y que él estuvo de acuerdo, “el shaliaj” se quedó callado, no dijo nada, no me apoyó, su silencio sepulcral demostraba que aceptaba como voluntad de Dios todo lo que saliera de la boca del seudo jajam.

En ese instante me pregunté si ese falso sabio les aconsejaría lo mismo a sus hijos. ¿Qué se podía esperar de alguien que había dedicado toda su vida a depender del dinero ajeno?

Allí me di cuenta que todos ellos: el seudo jajam, el shaliaj y el seudo jajam de Colombia, o el Beit Din como se hacían llamar, eran secuaces y cómplices de todas las atrocidades que hacían avalados por Ieshu-a. Y que tan solo buscaban su propio beneficio.

Ante todas estas situaciones tan extremas, tan aplastadoras, tan graves, tan atroces, no entiendo como pude pretender ser uno de ellos.

No me gusta culpar a Dios por mi situación actual de falta de estómago, pero si fue gracias a que Él optó por quitarme un órgano a cambio de una nueva vida, entonces, le estaré agradecido siempre y me esmeraré por servirLo conforme las Siete Leyes de Noaj.

Yo perdí mi estómago por andar jugando con lo ajeno. Probé del sabor amargo de la idolatría. Hoy en día he aprendido a vivir con esa realidad. Mi pregunta es: ¿Qué estás esperando perder tú para dejar de vivir en la falsedad del judaísmo mesiánico o netzarita o cristiano?, y ¿qué estás esperando tú que has sido víctima de estos delincuentes y renunciaste por la misericordia de Dios? ¿Acaso a que otros pierdan no solo el estómago, sino el alma?

Decídete de una vez, haz tu parte. Si tu parte es renunciar a la mentira, renuncia; si tu parte es denunciar la mentira, denuncia. Haz algo ya. Ayer fui yo, hoy podría ser un familiar tuyo quien, Dios prohíba, se cruce con uno de estos malévolos líderes y pierda mucho más.

Estuve ahi – Un dia común en la seudo yeshiva – Parte IV

El día comenzaba al estilo militar, pero en lugar del sonido de la diana, se hacía con el sonido del shofar. Uno de nosotros era asignado para hacerlo a las 5 am en punto. 

Si alguno de ustedes tiene la oportunidad de conseguir un shofar (de los grandes) y pedirle que alguien entre a su habitación y los despierte a esa hora  haciéndolo sonar repetidas veces, verán lo incomodo que se siente. Ese fue otro de los grandes inventos del que se hacía llamar “el shaliaj”. Fue así durante dos años. No sé si usar el shofar como despertador sea lo más correcto.

Luego comenzaba un periodo de rezos hasta las 6:30 am, el cual estaba lleno de pereza, sueño, cansancio, rutina, aburrimiento. El único que se emocionaba con esos rezos era el que le correspondía dirigir la oración. Recuerdo que se usaban cantos evangélicos para amenizar la oración, claro que en aquellas partes del canto donde decía “Jesús” se cambiaba por Ieshu-a, donde decía “dios” se decía Eloah, en lugar de “espíritu santo” se usaba ruaj hakodesh. Y así se creaba un hibrido entre judaísmo y evangelismo. 

Además se alteraba el contenido del Sidur en un 90%, puesto que los seudo líderes afirmaban que esas oraciones fueron creadas por judíos “ciegos” que no tenían el espíritu de Ieshu-a. En este preciso momento sé que nada de lo que allí se hizo fue rezo judío, sino un burdo y acéfalo remedo. Y que la comunión con Dios fue nula, al igual que lo es ahora para aquellos que se hacen llamar judíos pero no lo son.

Luego de terminar los rezos debíamos ejercitarnos. Estaba supuesto que corriéramos alrededor de 8 kilómetros por una vía cuya primera parte era de tierra y la otra parte de cemento. En la primera parte, la de tierra, cada vez que pasaba un auto se levantaba una cortina de polvo que, sí o sí, tocaba tragarse.

Como era de esperar todos nos aburrimos de salir a correr, y optábamos por salir a caminar, sin afanes, pero con miedo a ser descubiertos caminando. Y cuando llegábamos a la seudo yeshiva se nos preguntaba si habíamos corrido, y sin mucha vergüenza respondíamos “sí”. Sabíamos que estábamos mintiendo, pero de haber dicho “no”, hubiésemos sido tildados de desobedientes, rebeldes y engañadores. También muchas veces no salíamos a correr, con tal de dormir por lo menos media hora más. En lo personal, durante la segunda mitad del segundo año dejé de correr, prefería quedarme durmiendo y levantarme cuando fuese la hora del desayuno.

El desayuno…

Como estábamos divididos en parejas, cuando correspondía el día asignado, debíamos cocinar el desayuno para 10 personas, además de “el shaliaj” y cuatro familiares suyos, es decir, 15 en total. Y por supuesto, los platos no se lavaban solos, teníamos que apurarnos para llegar a tiempo a la primera clase so pena de ser regañados y etiquetados de contumaces y perezosos.

Al principio los desayunos, almuerzos y cenas eran buenos, luego se volvieron paupérrimos. Fue a raíz de depender de la mensualidad de un compañero, el colombiano, quien  indirectamente era el responsable del mercado. Digo indirectamente porque si la mensualidad de él no se pagaba a tiempo, entonces, el mercado no se hacía  a tiempo.

Paupérrimo llamo a desayunos, almuerzos y cenas que incluían comidas recalentadas hasta 5 veces. Así como cuando en las casas queda alguna comida sin tocar y las mamás las recalientan para la cena o el almuerzo, bueno, la diferencia es que si no tocábamos esa comida, debíamos recalentarla cuantas veces fuera necesario. Un día fuimos regañados porque según “el shaliaj” estábamos despreciando lo que Dios nos había dado. Claro amigo lector, ¿se comería usted un pollo que estuvo enfermo y que además fue recalentado 5 veces? Seguramente no. Muchas veces optamos por darles esas comidas a los perros. Ahora mismo me rio, porque en una ocasión le dimos el pollo enfermo y recalentado a los perros, y ni siquiera ellos se lo comieron.

Bien, después de desayunar debíamos entrar a la casa de estudio para la primera clase, la de “Torá”. Se hacía con los libros de Rashi, más el Nuevo Testamento. La técnica era leer el texto del pentateuco según la versión del anteriormente mencionado, luego la explicación que ofrecía, luego confrontar dicha explicación con los textos e interpretaciones del Nuevo Testamento, eso sí, según el parecer de “el shaliaj”. Frases como “no estoy de acuerdo con Rashi”, “Rashi se equivoca”, “eso de Rashi no es correcto”, “si tan solo Rashi hubiese aceptado a Ieshu-a”, se volvieron comunes todas las mañanas. Más adelante contaré con detalle las ridículas enseñanzas que se nos dieron.

Tan aburridas se volvieron dichas clases que en lugar de escribir lo que se nos dictaba, optamos por jugar futbol o carros en la computadora mientras “el shaliaj” daba sus charlas. En una ocasión un compañero fue traicionado por el subconsciente y grito “gooool” en plena clase, los demás nos reímos mucho porque sabíamos que no le estaba prestando atención a lo que estaban enseñándonos.

La clase era hasta mediodía, debido a que era necesario almorzar. A veces se hacia 30 o 40 minutos más allá de la hora estipulada porque “el shaliaj” se inspiraba en sus falsas enseñanzas y como no sentía hambre, pensaba que nosotros tampoco. Muchos decidíamos no ir a almorzar porque sabíamos que la comida seria la misma que se había recalentado en el desayuno, y que seguramente, veríamos en la cena.

A propósito de las enseñanzas, un día se nos dijo que nuestro nivel espiritual había bajado y que ya no se sentía “la ruaj” a la hora de las clases. Más ridícula no puede ser tal idea.

También recibimos otras clases que eran acomodadas en el horario, a saber, hebreo, danza hebrea, y una que otra clase del seudo jajam, quien nos visitaba de manera ocasional, pero que se perdió del mapa, en especial el segundo año.

Llegadas las 5 de la tarde debíamos ir a trabajar. Es decir, dar de comer a los animales, limpiar los jardines, limpiar el jardín de la casa del “shaliaj”, limpiar la huerta que tan solo producía vegetales tan podridos como las enseñanzas que estábamos recibiendo, y hacer lo que al seudo líder se le ocurriera, incluso lavarle el carro.

A las 6 pm podíamos tomar un baño y prepararnos para la cena. Ya sabíamos que íbamos a comer así que no nos afanábamos. Muchas veces salimos, de manera escondida, a la tienda del pueblo para comprar esas sopas que se preparan añadiéndoles agua tibia. Eso era mil veces mejor que la comida recalentada que nos estaba esperando.

Luego de la cena y de lavar platos, podíamos quedarnos en las habitaciones o en la casa de estudio haciendo cualquier cosa. Se suponía que después de la cena hasta las 9 y 30 pm debíamos estudiar. Cosa que hicimos muy pocas veces porque preferíamos hablar cualquier asunto, ver televisión o ir a jugar en las computadoras.

Aclaro que algunas de las libertades que nos tomamos fueron gracias a que “el shaliaj” se mudó de la seudo yeshiva, y así no tuvimos el ojo vigilante del seudo líder de manera permanente. Pero mientras estuvo con nosotros, la yeshiva fue un infierno.

Finalmente, creo que fui uno de los pocos que estuvo cubierto hasta la coronilla del excremento mesiánico ofrecido por AMI, uno que supo cómo es estar ahí, y uno de los pocos que sabe con detalle cómo es en realidad ese ambiente donde se preparan los seudo lideres mesiánicos. Así que para ti que te disfrazas de judío, y que eres tan solo eso, un disfraz, te digo que lo que estás viviendo no es nada emocionante, que están manipulándote. En palabras de mi Moré, te están vendiendo “espejitos”, falsedad, engaño. Y lo peor de todo es que lo sabes. Yo lo supe, pero el miedo a la desaprobación fue mayor, el miedo a aceptar que no era judío era más grande. Era más cómodo seguir viviendo una mentira. Y por eso es que al leer esto piensas cosas como: “a mí no me va a pasar”, “voy a tener cuidado”, “yo sí tengo alma judía”, etc.

Desiste de tanto engaño. Detén la mentira. Vive siendo quien en realidad eres. No robes, no usurpes, no engañes en el nombre de Ieshu. Aquí hay Luz, Paz, Libertad, Verdad. Te invito a renunciar a la idolatría de Ieshu que profesas y volverte amigo de Dios.

Estuve ahi – De los malestares internos – Parte III

Como era de esperar surgieron malestares que tenían origen en distintas causas, pero que demostraban una sola cosa y era: la poca o ninguna planificación que se tuvo para realizar dicho proyecto que en realidad se hizo por fe. Claro, en el mundo evangélico todo es por fe. Cree por fe, actúa por fe. Fe ciega, fe en el colgado, fe en las palabras del colgado, fe en la sangre del colgado, fe en que Dios envió al colgado.

Uno de los principales malestares que viene a mi mente era la comida. Tal vez porque perdí mi estomago, entre otras cosas, como consecuencia de una pésima alimentación estando allí. Al principio no existían mayores limitaciones que evitar el cerdo y la combinación de carnes y lácteos, eso en realidad no era problema puesto que si pretendíamos ser judíos era un deber abstenerse de tales cosas.

Con el paso del tiempo comenzó a agravarse la situación puesto que se llegó a criar pollos con el propósito de consumir aves de corral “kosher”. Por supuesto que no hay nada de malo en criar pollos. Lo malo está cuando los pollos se enfermaban con alguna peste y “en el nombre de Ieshu-a” los matábamos y los comíamos, puesto que si comiéramos cosas mortíferas no nos harían daño, nos decían. 

Dicho pollo era visto con desagrado, y es que, ¿a quién le gusta saber que el pollo que se está comiendo un día, estando vivo, lució cual Silvester Stalone en Rocky IV luego de la pelea final? Así que preferíamos no tocar el pollo y optábamos por comer cualquier otra cosa o sencillamente no comer. Esto suscitó la molestia del “shaliaj” quien nos dio un gran regaño porque según él “estábamos siendo unos desagradecidos con lo que  Dios nos estaba proveyendo” y que “comer pollo que había estado enfermo no era perjudicial para la salud”. Algunos comimos el pollo otros prefirieron seguir comiendo cualquier cosa.

Y respecto a la carne de res, la comíamos muy rara vez porque como no era carne kosher pues había que abstenerse de consumirla. Y no era que el pollo visitaba nuestros platos de manera concurrida, el pollo se consumía, al principio dos o tres veces por semana, y al final, una vez por semana, específicamente en shabat.

Otro malestar era el tiempo libre para hacer nuestras diligencias personales. Teníamos el viernes en la tarde para ir al pueblo, caminar, ver gente, chatear por internet, revisar correo, comer en el “Pollo Campero”, visitar o llamar a las novias, hacer las llamadas a los respectivos países, etc. Luego teníamos que estar de vuelta a eso de las 5:00 de la tarde para alistarnos para celebrar shabat. Su servidor, al igual que los otros, se volvió un experto en llegar tarde y también un experto fabricante de mentiras y excusas para justificarse.

Si queríamos estar el shabat fuera de la seudo yeshiva teníamos que comprometernos a dar una enseñanza en alguna kehila, con la condición de regresar el domingo antes de las 9 de la mañana para iniciar clases. Sí, así es, el día domingo en el que usted acostumbra a salir a pasear, comerse un helado, ver el futbol o una película, nosotros lo vivimos como si fuera un día común y corriente. Qué envidia les tenía a los ‘gentiles’ en ese día. También me volví un experto en programar enseñanzas con los roé para poder estar un día completo fuera de la seudo yeshiva y hacer mis cosas.

Otro malestar que era común fue el tiempo de descanso. Quedarse dormido para la oración de la mañana, el shajarit, era una gran falta. Teníamos el deber de levantarnos a las 5 de la mañana para orar hasta las 6 y 30 am. Nos daban 15 minutos para arreglarnos y salir de las habitaciones. Constantemente preferíamos quedarnos acostados esos 15 minutos y salir con la ropa de dormir y con el talit encima a orar. Muchas veces nos cubríamos con el talit para aparentar mayor entrega, pero en realidad estábamos “echando otro sueñito” delante de la presencia de “Dios”.

Un gran malestar que en cierta ocasión saltó a la escena fue la prohibición de usar el teléfono, bien fuera para hacer o recibir llamadas. Claramente recuerdo que mi madre al no saber de mi, se preocupó y llamó. La respuesta del “shaliaj” fue que “Yonatan tiene prohibido recibir llamadas en día de clases y solo puede recibirlas en día libre”. Mi madre me cuenta que ella argumentaba: “…pero yo soy la mamá”. Y “el shaliaj” como si nunca hubiese tenido mamá, menospreció esa realidad y no me comunicó la llamada. También me volví un experto en abusar del teléfono a tal punto que tenían que asignar de manera escondida a algún compañero para que me vigilara cuando yo tomara el teléfono y seguidamente acusarme de haberlo hecho. Confieso que no lo usé para llamar a mi mamá, sino a una “mejor amiga” que tenía en ese momento. Claro que luego de cada regaño pedía perdón “en el nombre de Ieshu-a” y mis faltas me eran perdonadas, decían. Otros siguieron mi mal ejemplo.

Finalmente, quiero retomar el malestar acerca del título de rabinos que nunca recibiríamos. Luego de enterarnos que no seriamos nombrados como tal, comenzamos a comportarnos de manera indiferente. Ejemplo: dejamos de orar con fervor, dejamos de estudiar Torá con devoción, comenzamos a ver más televisión de lo normal, comenzamos a comprar cerveza para amenizar los partidos de futbol (sepa el lector que la cerveza es vista como bebida pecaminosa en el mundo evangélico), en otras palabras, estar en la yeshiva nos valía un comino, ya no tenía sentido. Comenzamos a hablar de lo que haríamos luego de irnos y concluíamos que lo mejor era completar una carrera universitaria cuyo título tendría más valor que el titulo de rabinos que nunca nos entregarían.

Dichos malestares son tan solo un ejemplo de la gran lista de inconformidades que miles de personas en Latinoamérica y en el mundo tienen por causa de los proyectos de la organización AMI, pero que muy pocos se atreven a hacer públicos, basados en eso de “ellos (los seudo líderes) verán que cuentas le entregan a Dios”.

Para aquellos que todavía caminan en el torcido sendero de la idolatría de Ieshu, haciéndose pasar por judíos, usurpando una identidad ajena, y que han experimentado malestares similares a los anteriormente expuestos, si quieren y pueden recapaciten, corrijan sus caminos y sepan que la voluntad del Dios de la Torá no es hacerlos pasar por un sinfín de sinsabores y amarguras. Los primeros culpables son sus falsos líderes que los mantienen engañados para beneficiarse a sí mismos, los segundos culpables son ustedes mismos por dejarse abusar. Para que alguien engañe a otro, se necesita que ese otro se deje engañar. Los espero en el lado de la Luz, aquí se ve con mucha claridad, en el lado de la oscuridad solamente hay tropiezos, lo sé porque estuve ahí.

Estuve ahi – De las falsas promesas – Parte II

Antes de leer la segunda parte recomiendo leer la primera haciendo click AQUI.

Parte II

 

De las falsas promesas

 Como dije anteriormente, llegamos cargados de sueños que luego se convertirían en pesadillas. Cada uno de nosotros abrigaba ver cristalizadas las promesas del seudo rabino Hernández, principalmente:

         Seriamos los primeros rabinos de origen sefardita con el espíritu del mashiaj. Qué gran falacia.

         La semijá o graduación seria en Jerusalén con el aval de, según Hernández, algunos de sus rabinos de los cuales afirmaba él recibía enseñanzas. Puro embuste.

         Viajaríamos por todo el mundo a impartir las enseñanzas de la Torá según la explicación de Ieshu-a. Más falsedades.

 

La verdad es que nunca llegamos a ser rabinos, primero porque no había forma legal de serlo, y la única manera seria dándonos un titulo falso que fuera valido solamente en las congregaciones afiliadas a AMI, y segundo porque a mediados del segundo año Hernández escribió un correo electrónico donde pedía que no se le llamara Rabino. Él explico que dicha prohibición se basaba en la enseñanza de Ieshu de “a nadie llamen rabino…”. ¿Qué mente retorcida y extraviada planea encerrar a diez jóvenes prometiéndoles mil maravillas y luego de año y medio les confiesa que nada de eso será posible? Tan solo una mente saturada de las mentiras de Ieshu.

Así que nos quedamos desconcertados al ver que si el líder mismo pedía que no se le llamara rabino, entonces, qué cuernos hacíamos nosotros ahí encerrados.

A raíz de ese hecho, recibimos la visita de otro seudo rabino de AMI quien se hacía llamar Yojanan bar Moré, proveniente de Colombia. En su visita él cuestionó que a Hernández no se le llamara rabino. El argumento que esgrimió fue: “¿y quien nombró rabino a Moisés?”, la respuesta dada por él era: “el pueblo”. Por tal razón, Hernández tenía todo el derecho a ser llamado rabino puesto que existía un grupo de personas (no judías por supuesto) que lo aceptábamos como tal. 

Eso causó en nosotros una calma momentánea al ver que también seriamos nombrados rabinos. Digo momentánea puesto que a los días “el rabino Yojanán” ahora se hacía llamar “el jajam Yojanán”. 

Así que esta fue una de las miles de inconsistencias que causaban malestar en el grupo, y que al momento de ser expuestas ante los líderes era tildada de REBELDIA, DESOBEDIENCIA, ACTUAR FUERA DEL ESPIRITU DEL MASHIAJ, ATAQUE DEL ENEMIGO, o peor, SER USADO POR SATANÁS PARA CREAR MALESTAR.

Por otro lado, el viaje a Jerusalén nunca sucedió. Fue una de las tantas promesas que Hernández nunca cumplió pero que siempre prometió durante el transcurso de la seudo yeshiva y luego de ella.  Aun conservo los correos enviados por “el shaliaj” acerca de cómo iba a ser “la subida a Erets Israel”. Y la verdad era que si no íbamos a ser nombrados rabinos, entonces no había necesidad de viajar.

Los viajes por todo el mundo no fueron por todo el mundo. En realidad si viajamos a varios países para dirigir una seudo fiesta de pesaj, claro según un seder u orden redactado por Hernández, el cual incluía el nombre de Ieshu por todos lados. A esto habría que sumarle el hecho que los viajes se planificaban para que coincidieran con las fechas en que nuestras visas se vencían y por ley debíamos abandonar Guatemala por lo menos 3 días. Esto sucedía cada tres meses puesto que como “la escuela rabínica” no era legal, no existía forma de conseguir visas estudiantiles para evitar viajar.

Otra falsa promesa que recuerdo era que estando en Jerusalén recibiríamos clases de parte de los rabinos que Hernández afirmaba tener y que en caso de estar casados antes de terminar el tiempo de estudio, podríamos llevar a nuestra esposa a vivir con nosotros. También prometió que donaría para la yeshiva todos los tomos del Talmud que tenía en su casa. 

Cada cierto tiempo teníamos reuniones en las que aprovechábamos a drenar las inconformidades. Esto se hacía para aliviar tensiones pero nunca para dar soluciones. Y claro, este servidor tenía fama de rebelde porque acostumbraba a reclamar con tono grosero y altanero el por qué de tantas falsas promesas e inconsistencias.

Recuerdo que en una de estas reuniones pregunté qué había sucedido con los tomos del Talmud que el seudo jajam había prometido. A lo que “el shaliaj” respondió que no recordaba dicha promesa. Lo cual se vio confrontado con la respuesta de los demás que sí recordábamos las palabras de Hernández. La única razón para justificar las constantes mentiras y la falsa piedad del seudo rabino era: “es un ataque del enemigo”. A lo cual pregunté: “Shaliaj, ¿por qué cada vez que el jajam actúa irresponsablemente se dice que es un ataque del enemigo, pero cada vez que nosotros cometemos un error somos etiquetados de irresponsables e inmaduros y dónde se marca la línea que separa los ataques del enemigo de la irresponsabilidad humana?” Luego de un largo silencio, de esos que se hacen cuando no se sabe qué responder, la respuesta del “shaliaj”, quien siempre justificaba a Hernández, fue que a veces no entendía por qué el jajam era tan ‘flexible’, y que la razón era que el latinoamericano tiende a comportarse de tal manera y que había que entenderlo y aceptarlo porque a fin de cuentas “era el jajam”. 

Sin ánimos de inventar la rueda, la conclusión a la que llego hoy en día es que la mentira se disfraza de piedad. Y que aquél serpiente del Edén que un día incitó a Eva a desobedecer la Ley, ahora se disfraza de santidad, habla medias verdades y promete lo imposible. 

Qué increíble que el seudo jajam, quien era la persona que supuestamente más emulaba a Ieshu-a, era la persona con más falsas promesas e irresponsabilidades cometidas. Quizás si imitaba el mismo comportamiento de Ieshu, quien prometió una plétora de cosas a sus seguidores pero nunca les cumplió. ¿Qué se podía esperar?

Finalmente, lo correcto es desenmascarar al serpiente que sigue ilusionando a los incautos con promesas de conversión al judaísmo, residencia en la tierra de Israel, títulos rabínicos más falsos que un billete con la cara de Hernández, supuestas traducciones fieles de los manuscritos hebreos originales del Nuevo Testamento, entre otros.

A ti que sabes que no eres judío pero que te están haciendo creer lo contrario, y que al igual que yo te han prometido y no te han cumplido, y te sientes triste, decepcionado, engañado, te invito primero a que llames las cosas por su nombre, no excuses más a esos falsos lideres que te están haciendo vivir una identidad que no es tuya, decide de una vez vivir tu vida, no esperes a que el engaño sea mayor. Te espero en la lado donde sí hay Luz. Aquí es posible ver todo con claridad.

 

Siguiente capìtulo: «De los malestares internos»

Estuve ahí – Introducción – Parte I

A más de tres años de haber renunciado a la supuesta judeidad que durante tanto tiempo profesé sin tener forma alguna de demostrar, salvo por argumentos emocionales que no son evidencia verdadera, he decidido hacer memoria de los dos años vividos en la seudo Yeshiva en Antigua Guatemala, Guatemala. Encabezada por Daniel Hernández, alias Dan ben Abraham, rabí Dan y/o jajam. Esto con el propósito de enseñar de qué se es capaz cuando se vive una mentira creyendo que es una verdad. Creo tener la suficiente experiencia para hacerlo, puesto que forme parte de élite seudo judía, y llegué a ser, citando a Daniel Hernández “el mejor alumno de yeshiva”.

 

Dirigido a ti, que te haces llamar mesiánico, judío mesiánico, netzarita, israelita injertado, o israelita por los méritos de Ieshu – Yeshúa, entre otros. Dirigido a todas aquellas personas que hoy en día se creen judíos pero en realidad no lo son. Aquellos que sabiéndose pertenecientes a las naciones, aun así insisten en la idea de auto proclamarse judíos. Aquellos que no tienen conexión genética alguna con el pueblo hebreo pero alguien les hizo creer todo lo contrario. También dirigido a ti que, el cielo te libre, posiblemente algún día serás tentado a transitar por esa engañosa vía comúnmente llamada Mesianismo.

Primera Parte

De cómo llegué

Hice parte del grupo de inicialmente doce jóvenes provenientes de distintos países del continente americano, a saber: USA (Ariel), México (Mijael), Guatemala (David), Honduras (Yosef e Imanuel), Colombia (Dudu), Argentina (Yejezkel) y Venezuela (Caleb, Yojanán, Caleb y Yonatán). Al principio éramos doce, pero no había pasado un mes cuando dos de ellos se devolvieron a su país de origen. No sé si envidiarlos. Quizás de haber seguido su ejemplo me habría ahorrado esta triste experiencia.

Jóvenes que como verán más adelante, llegamos llenos de sueños, metas, anhelos y principalmente el deseo de ser rabinos, pero solamente descubrieron que todo era un engaño. Algunos luego de saberlo, corrigieron sus vidas, otros por razones que serán expuestas más adelante, prefirieron permanecer en la mentira.

Llegamos a Guatemala a raíz de una publicidad dirigida por Dan ben Abraham en la cual anunciaba la creación de una yeshiva o escuela de estudios rabínicos dirigida a jóvenes solteros que tuvieran la vocación de ser rabinos, y con la disposición de someterse a un entrenamiento de dos años de estudio y un año de prácticas en algún lugar del mundo. Capaces de dejar sus hogares, sus estudios, sus vidas en sus países para dedicarse “a la obra de dios”, e internarse para aprender “la palabra de dios interpretada a la luz del Nuevo Testamento”.

En mi caso, estuve expuesto a la respuesta negativa de quien dirigía la congregación a la cual pertenecía en aquel entonces. Esto sucedió por orden de Daniel Hernández, quien aconsejó que no se prestara atención a quienes se mostraran interesados. Según él, el propósito era buscar gente con mucha convicción acerca de ser rabino. Tanta convicción demostré, que fui tomado en cuenta para viajar a Guatemala y ser parte de los aspirantes a “sabios de la Torá revestidos con el espíritu del Mashiaj”. 

Duramente o como decimos en mi país: “a trancas y mochas” se consiguieron los recursos para viajar. Pasajes, inscripción en la escuela, mensualidad, eran algunos asuntos que debían ser cubiertos por las manos generosas de los creyentes. Cabe destacar que el dinero de la inscripción y la primera mensualidad fue una de las primeras exigencias al llegar a entrevistarse con “el shaliaj”, quien sería el director de la seudo yeshiva.

Al llegar al aeropuerto de Guatemala fui bienvenido por un roé o pastor cuyo nombre hebreo usado era Binyamin. Llevaba en su cabeza una kipá y me saludó con una de las pocas palabras que hacen parte del vocabulario hebreo de los mesiánicos “shalom”, pronunciada “chalón”. Cabe resaltar que al igual que “el roé”, el 99% de los mesiánicos no se interesan en aprender el idioma del cual presumen fue escrito el Nuevo Testamento, es decir, el hebreo. Esto basado en la profecía que, según ellos, dice que en los tiempos mesiánicos todos hablaremos hebreo.

Fui llevado a una “sinagoga” de nombre “Esh Kadosh”. Parecía más un estacionamiento o garaje de una casa cualquiera. Casi todos los que conocí tenían sus “sinagogas” en el estacionamiento de su casa.  Cosa que luego vi que era común entre los mesiánicos de dicho país, puesto que la premisa era que “donde dos o tres estén congregados en mi nombre (ieshu), ahí estaré”. Y así cualquier hueco más o menos ambientado con elementos que pretendían judaísmo era usado para reunirse.

Ahí estaba yo, emocionado, contento, feliz, expectante de lo que vendría. Me recibió “el shaliaj”, con la misma indumentaria y el mismo saludo que el roé, salvo por la pronunciación de la palabra shalom, la cual fue más correcta que el primero. Tal vez por eso era “el shaliaj”, porque conocía algunas maneras más finas de aparentar ser judío.

“El shaliaj” o “chalia” como le decíamos, esa noche dio una enseñanza acerca del rosh jodesh o inicio de mes, claro está “a la luz del espíritu” de ieshu. Aunque antes nos pidió (digo ‘nos’ porque llegué con un compañero que luego inteligentemente se devolvería a Venezuela) que diéramos una reflexión cualquiera, para darnos a conocer a la audiencia, a los hermanos. Como me gustaba hablar al respecto (recuerden que estaba plenamente convencido de lo que creía) y me gustaba demostrar que sabia del tema, accedí a hacerlo. No recuerdo qué dije, pero hoy sé y estoy seguro que fue una mentira de tantas que se dicen cuando se cree en Ieshu y en sus enseñanzas.

Luego de terminar en la kehila, otro nombre que era más usado para referirse a lo que antiguamente era una iglesia evangélica, nos fuimos a comer porque cuando se viaja da hambre (y como en el avión no comí nada porque no me dieron comida kosher, a pesar que me puse la kipá y me saqué los peyot, guedejas o patillas alargadas, para mostrarle a la aeromoza que era judío).

Nos dirigimos a “Pollo Campero”, una cadena de restaurantes comúnmente visitada por los mesiánicos de Centro América porque allí “el pollo es kosher” decían ellos, y que luego visitaríamos nosotros los “talmidim” cada vez que salíamos de permiso a la ciudad. Antes de entrar nos quitamos la kipá, por si acaso alguien de la comunidad judía de verdad nos veía, no pensara mal. Luego de haber recitado la bendición sobre el pedazo de pan que era tan kosher como el pollo, comimos y nos fuimos a donde viviría las experiencias más tristes y deprimentes de toda mi vida seudo judía, la yeshiva. Claro al salir del “restaurant kosher” nos volvimos a colocar las kipá. Ya saben, para lucir judíos porque era la moda.

El camino fue largo, alrededor de una hora y media. Llegamos al pueblo de Antigua Guatemala y el sitio donde fungiría el internado era una casa que aparentaba paz y bienestar, pero que aguardaba mentira, engaños, tristezas, decepción, oscuridad, extravío y más. 

Luego de bajar las maletas entré a la habitación para elegir la cama que me serviría de descansadero durante dos años. Resalto que un día reclamamos que nos cambiaran los colchones porque ya no servían para nada. La respuesta fue que la yeshiva no tenía plata para eso, a lo que argumenté que un colchón era más barato que un tratamiento médico, y a lo que contra argumentaron que no sería necesario medicinas “por el poder de Ieshua”.

Si le interesa saber qué cama elegí, pues le diré que la de la ventana porque me gustaba quedarme dormido viendo al cielo a ver si recibía alguna “revelación celestial”. 

Fue así como llegué. 

Advierta el lector todas las atrocidades cometidas en tan solo un día bajo el aval de Ieshu. Y si eso fue un día, qué no se hizo en dos años.

Continuará…

Esta semana, 9 de Av

Este sábado a la noche y hasta el domingo (10/8/8) a la noche, durante 25 hrs. la nación judía estará ayunando por la recordación de la destrucción de los Templos en Jerusalén y por el continuo exilio de la Presencia Divina.

Tú, hermano noájida, como fiel al Eterno también puedes sumarte a rememorar esta terrible fecha.

Lee, por favor, lo que tenemos publicado aquí para ti:
http://serjudio.com/rap3101a3150/rap3104.htm

Si tienes dudas específicas al respecto de la fecha, de cómo pasarla, etc., con gusto te responderé.

El pastor y el brujo – Similitudes

Reforzando un poco el consejo diario 146

En apariencia:

  1. Ambos afirman tener conexión con el mundo espiritual, haber recibido una visitación de un ser superior, tener una misión especial por cumplir en la tierra.
  2. Ambos dicen ser capaces de predecir el futuro de la gente, hacen creer que si no se obedecen sus instrucciones, se comete pecado.
  3. Ambos aseguran hacer todo en el nombre del dios de ellos (jesús), se señalan como instrumentos de su dios para sanar a sus seguidores.
  4. Ambos se quedan con el dinero de los incautos para financiar las fechorias del dia a dia.
  5. Ambos aseveran ser muy espirituales, de alta moralidad e integridad, se proyectan como algo «más que humano», intocables, incuestionables.

En realidad:

  1. Ambos nunca alcanzaron una profesión legal y honesta, por lo cual se dedicaron a esos burdos oficios.
  2. Ambos son viles estafadores que juegan con la mente de sus seguidores, haciendoles creer que solamente ellos tienen la razón en todo.
  3. Ambos esconden graves y comprometodoras inmoralidades, que de salir a la luz publica, causaria que su «reputación» sea arruinada.
  4. Ambos han usado el dinero de sus seguidores para beneficio propio (compra de autos, casas, viajes), por lo cual, nunca se atreverán a rendir cuentas claras al respecto.
  5.  Ambos se adueñan de los bienes de sus seguidores por medio de engañosos negocios, revelaciones, sueños, visiones, entre otros.
  6. Ambos tienen miedo a ser cuestionados, y de suceder, etiquetarán de traidores y enemigos de su dios a todo aquel que se atreva a hacerlo.

¿ Alguna otra similitud?


Bueno es agradecer

Cantó y enseñó el inspirado salmista:

«Bueno es agradecer al Eterno,
cantar a Tu nombre, oh Altísimo.

Anunciar por la mañana Tu misericordia
y Tu confianza en las noches»
(Tehilim / Salmos 92:2-3)

Bueno es agradecer al Eterno.
Bueno es agradecer, a todos.
Especialmente al prójimo, porque Hashem no precisa de nuestro sincero y humilde «gracias», pero tal vez el compañero sí. El prójimo es persona, padece, necesita, y en ocasiones lo que precisa es el reconocimiento/agradecimiento.

Malo, muy malo es faltar al agradecimiento.
Pésimo es traicionar al que nos ha entregado bondad.

Pero bueno, muy bueno es cantar las gracias por TODO lo que recibimos de parte del Eterno.
Anunciamos por la mañana, cuando estamos bien, cuando nos rodea la armonía, cuando andamos alumbrados, anunciamos entonces la misericordia celestial. Pues estamos complacidos, gratificados, satisfechos.

Sin embargo, en las noches, durante el exilio, en momentos de dolor, cuando la amargura y el desconcierto nos rodean, no podemos dejar de reconocer que Hashem confía en nosotros. Sí, así como lo oyes, Él confía en ti, aunque estés rodeado de oscuridad, aunque tus actos sean de sombras, aunque te comportes como rebelde (y cuánto más como leal), él confía en ti.
Por eso sobrevives a la noche, superas la angustia, no te corroe hasta la extinción el abismo.
Porque el deposita Su confianza en ti.
¿Lo defraudarás, además de todo?

Estás en la noche, pero no estás en soledad, porque Hashem está contigo
No solamente como un circunstancial vecino, sino apoyándote, confiando en ti, para que te levantes luego del tropiezo y continúes tu marcha.

Bueno es agradecer al Eterno.
Bueno es agradecer por todo, por lo que valoramos como bien, por lo que nos parece malo.

Bueno es agradecer.