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¿Tesoro encontrado?

Londres. (EFE).- Un arqueólogo británico dice haber descubierto bajo el monasterio de San Teodosio, próximo a Belén, uno de los más grandes tesoros bíblicos, que fue robado por los romanos y que se pensaba que estaba en el Vaticano, informa hoy "The Times".

El tesoro consistía en una serie de objetos sagrados como una tabla de la Divina Presencia, ricamente adornada, unos candelabros de oro y unas trompetas de plata que podrían haber anunciado la llegada del Mesías, y que en su día fueron robados en un saqueo del antiguo Templo de Jerusalén en el año 70 después de C.
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Antes del descubrimiento

En la seguidilla de publicaciones de letras de Les Luthiers, y a petición del público, publicamos ahora, para distracción de nuestros lectores, la historia del adelantado Don Rodrigo Diaz de Carrera, un español que en vez de entrar por el caribe entra a nuestro continente por el Río de la Plata, y desde allí empieza a subir hasta llegar en su periplo hasta Puerto Rico. 

La lección de este texto del famoso grupo humoristico-musical es aprender divertidamente de nuestra historia como continente y así adquirir identidad y sentido de pertenencia. 

Mastropiero era un apasionado de la investigación histórica. Se pasaba largas horas en la biblioteca de la opulenta marquesa de Quintanilla cuyos volúmenes le apasionaban. Así supo Mastropiero, precisamente allí (en la biblioteca) de la existencia de un enigmático personaje del siglo XV, El Adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras, hijo de Juana Díaz y Domingo de Carreras. Al principio de su investigación Mastropiero supuso que Don Rodrigo pertenecía a la misma familia Díaz que las célebres cortesanas Angustias y Dolores Díaz, pero luego cotejando ciertas fechas comprobó que Angustias y Dolores no provenían de esos días. Está bien…

Mastropiero ya estaba por abandonar la investigación cuando encontró en la biblioteca de la marquesa el viejo manuscrito de un anónimo poema épico redactado sobre la base del diario de viaje del Adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras. Según este poema, Don Rodrigo había arribado a las costas del río de la plata en 1.491, o sea, un año antes del descubrimiento oficial de América. Este hecho por fin explicaba su título de adelantado. El poema describía además su heroico periplo hacia el norte del nuevo continente a lo largo de muchos años, culminando su gloriosa gesta en la isla de Puerto Rico. Impresionado por el hallazgo del poema, Mastropiero la usó como texto para una de sus obras más célebres con la que Les Luthiers finalizan su concierto de esta noche: “Cantata del adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras, de sus hazañas en tierras de indias, de los singulares acontecimientos en que se vio envuelto y de cómo se desenvolvió”. La obra se inicia con el arribo de Don Rodrigo a lo que luego se denominaría el Río de la plata.

Marcos Mundstock: Culmina Rodrigo dura travesía. Se acerca a la costa su fiel carabela después de seis meses de brava porfía. Desciende orgulloso y con galanura, ya clava su espada en la tierra soñada, la tierra del oro y de la aventura

Ernesto Acher: Llegamos a tierra firme, con nativos pronto dimos.

Resto: ¡Nos descubrieron!, ¡por fin nos descubrieron!

Ernesto Acher: Y en convite conocimos sus tolderías.

Resto: Pasen y vean que lindas tolderías.

Ernesto Acher: Al conocer sus tesoros despertó mi idea fija y al final cambiamos oro por baratijas…

Marcos Mundstock: Oro por baratijas. ¡Que abuso! ¡Qué trueque tan desigual! Después del canje Don Rodrigo guardó en un cofre todo lo que había obtenido. Montañas de baratijas.

Ernesto Acher: Tramposos, aprovechadores, devolved el oro…

Resto: ¡Minga!, ¡minga!

Ernesto Acher: Rescatemos nuestro oro, mis valientes. Con coraje, con la espada… con los dientes. ¡Mi honra está en juego y de aquí no me muevo!

Resto: Uhhhhhhhh!!!!

Marcos Mundstock: ¡Firme ante el enemigo! ¡Firme, con valor, firme Don Rodrigo! Y Don Rodrigo…firmó la rendición! Echa a andar Don Rodrigo tras mejor estrella leguas y más leguas hacia el rumbo norte. Le siguen sus huestes en la heroica huella a través de montes, de valles, de sierras… mas destino esquivo. Encuentra nativos que al cantar auguran sus hores de guerra.

Coro:

Somos come-chingones muy renombrados.

Joyas, collares, mantas vendemos en el mercado.

Y a los que no nos compran nos los comemos asados.

Ernesto Acher: No conseguiréis asustarme tras tan larga travesía. He venido a conquistarles (y a vender artesanía). ¡Mi honra está en juego y de aquí no me muevo!

Resto: Uhhhhhhhh!!!!

Ernesto Acher: Sí me muevo.

Marcos Mundstock: Y huye Don Rodrigo otra vez al norte. Triste, sin su tropa huye solitario. Descarga del hombro su pesado cofre y haciendo un alto anotó en su diario:

Ernesto Acher: Ayer dimos con un grupo de nativos y fuimos atacados… con todo éxito. He debido proseguir solo esta marcha pues los nativos prefirieron quedarse a comer con los soldados… digo a los soldados

Marcos Mundstock: Y en varias jornadas de marcha muy dura llega a una meseta de increíble altura.

Ernesto Acher: Llegué a tierras altiplanas arrastrando con porfía mi cofre de artesanías, magra fortuna. Allí encontré indios buenos que al ver mi traza ruinosa me cantaron una hermosa canción de puna…

Coro:

Duermase, Don Rodrigo duermase

Cierre sus ojitos, no los deje abiertos

Que si no se duerme se va a quedar despierto

¡Duérmase, duérmase! ¡Duerma Don Rodrigo!

¡Duérmase, duérmase! Vamos, duermase.

¡Duérmase, duérmase de una vez!

Marcos Mundstock: Diez horas duró este arrullo puneño. Rodrigo agotado por tal cortesía prosigue su viaje en busca del sueño… El sueño de gloria que alienta sus días: Descubrir poblados, conquistar reinados… y vender si puede las artesanías.

Ernesto Acher: Con mis fuerzas casi extintas a vasto imperio llegué. Puse pie en tierra de incas, o sea, hice hincapié.

Marcos Mundstock: Y llega Rodrigo en día de fiesta. Ve galas, pendones, banderas, y cintas. Y una muchedumbre que hasta pavor da que colma el camino real de los incas que los nativos llamaban Avenida …de los de acá.

Ernesto Acher: Y vi de pompa y boato como no vi en cortes nuestras. Sacerdotes, oficiantes, nobles, jefes, consejeros, y vi de tres mil guerreros que de poder daban muestras. Esclavos y servidores.. y unos diez mil extras.

Coro: Somos los incas

Carlos Núñez Cortés:

Somos los incas un pueblo inca-nsable

Nuestras riquezas son inca-lculables

Abominamos de inca-utos e incapaces

Pero nuestras canciones son todas inca-ntables

Marcos Mundstock: La gala imponente del fastuo aborigen recuerda a Rodrigo su sino glorioso, el noble designio que al viaje dio origen. Y encarando al inca anuncia gozoso:

Ernesto Acher: ¡Artesanías, vasijas de barro, ponchos, mates, boleadores, todo a mitad de precio debería usted comprar…!

Marcos Mundstock: Rodrigo es prendido por doce nativos mas lucha, se zafa y proclama altivo:

Ernesto Acher: ¡Deteneos, ignorantes, atrasados! Desde hoy quedáis todos conquistados. ¡Mi honra está en juego y de aquí no me muevo!

Marcos Mundstock: Quinientas leguas al norte Rodrigo un tanto agitado, triste nota que los incas del cofre se han inca-utado. El cofre que fue en la huída olvidado, descuidado, digamos que fue en verdad tontamente abandonado…

Ernesto Acher: ¡Hombre habrase visto tamaña insolencia, tamaña desvergüenza!

Marcos Mundstock: Rodrigo vehemente injuria a los incas pues le han privado de sus propiedades.

Ernesto Acher: No hablo de los incas, me refiero a algunos que gozan contando mis intimidades y encima me insultan.

Marcos Mundstock: Pues no, yo no he sido.

Ernesto Acher: Sí, sí, yo le he oído. Usted dijo tonto…

Marcos Mundstock: ¡Dije tontamente!

Ernesto Acher: Bueno, parecido

Marcos Mundstock: Parecido no es lo mismo, caballero.

Ernesto Acher: Es que usted está diciendo falsedades.

Marcos Mundstock: Usted exagera.

Ernesto Acher: ¡Reclamo mis fueros!

Marcos Mundstock: ¡Me atengo a la historia!

Ernesto Acher: ¡Mentiras!

Marcos Mundstock: ¡Verdades! Y yo no discuto con aventureros.

Ernesto Acher: Y yo no discuto con aficionades.

Marcos Mundstock: Dirá usted aficionados.

Ernesto Acher: La rima es lo que me inspira. Yo he dicho aficionades en lugar de aficionados porque usted dijo verdades.

Marcos Mundstock: ¡Con que yo dije verdades! ¡Luego usted dijo mentiras!

Ernesto Acher: ¡Terco y duro como una pared!

Marcos Mundstock: ¿Y eso con qué rima?

Ernesto Acher: ¡Con usted, hombre, con usted!

Daniel Rabinovich: ¡Haya paz! ¡Haya paz! Don Rodrigo, relator, que la calma no se pierda, que si seguís discutiendo os vais a ir a la… ¡Haya paz!

Marcos Mundstock: Quinientas leguas al norte, prosigo, en un bosque encuentra nativos Rodrigo que bailan y cantan con dulces sonidos.

 

 

Coro: Conozca nuestra cumbia que es el baile nacional

Visite usted Colombia y su ciudad capital: Bogotá.

 

 

Ernesto Acher: Colombia, Colombia, Colón… ¿Es que ya ha pasado por aquí Don Cristóbal? Pues nada, de aquí en adelante este país se llamará… ¡Rodrigombia! Decidme nativos, ¿do están los tesoros?, ¿do están las minas de plata y de oro?

Todos: ¡No tenemos!

Ernesto Acher: ¿Tenéis por aquí piedrecillas brillantes, zafiros, rubíes, topacios, diamantes?

Todos:¡No, no, no!

Ernesto Acher: ¿Estaño, antimonio, cobre o manganeso?

Todos: ¡Nada de eso!

Ernesto Acher: ¿Carbón, piedra pómez?

Todos: ¡Nones!

Ernesto Acher: ¿Botellas vacías?

Todos: ¡No!

Ernesto Acher: ¿Ropa usada?

Todos: ¡No!

Ernesto Acher: ¿Pero es que no tenéis nada?

Todos: ¡Tenemos un buen café, aromático y sabroso, café de Rodrigombia!

Marcos Mundstock: Al ver Don Rodrigo que nada consigue, con rumbo nordeste su viaje prosigue.

Ernesto Acher: Al llegar cerca del mar rogué que no se extinguieran mis fuerzas que entonces eran por demás flacas. Me inspiré tomando el nombre de los indios del lugar y en aquel hermoso lar fundé ¡Caracas! Fundé Caracas y acerté a fundarla en tan hermoso valle…

Marcos Mundstock: Fundó Caracas, dice.

Ernesto Acher: En tan hermoso valle…

Marcos Mundstock: Acerté a fundarla… Acertó a fundarla. Y tanto acertó que la fundó en pleno centro de Caracas que ya estaba fundada y él no la vio…

Ernesto Acher: Y bueno, hombre, con el apuro…

Marcos Mundstock: Los guardias, perplejos y algunos paseantes intentan prenderlo y en cárcel ponerlo. Rodrigo protesta fiero, desafiante…

Ernesto Acher: Ahhhhhhhh!!!!!!! Mi honra está en juego y de aquí no me muevo…

Marcos Mundstock: Por ante este tribunal se condena a Don Rodrigo Díaz de Carreras a la pena de destierro en la isla de Puerto Rico por los delitos de portación de armas y fundación ilícita. Archívese. No. Bien, a él.

Ernesto Acher: Estando el barco al llegar a donde cumplir mi pena de esclavos oigo un cantar que a negro destino suena:

Daniel Rabinovich:

Chabaia nenge nimón

Solangangaina engo

Sabania nengueneón

Sanga iobai oengo

Sabanga neingenon sabanga engo

Sabanga lenguenguelon

Sabanga lenguelón

Sabanga len, golen

Maga senguelá

Achicoria

Sabai enguelá

Sabai guana, guana

Guana catal

Aiamete, aie ie

Achicoria

Aia queteie ie

Obaiasá, iequete

Obaiase, ie ie

Obaiasá

Achicoria

Aiá yo

Acá tu

Aiá tu

Acá yo

Aiá yo y tu, acá

Achicoria.

¡Sapa, talaca

salapalacatá!

¡Sapa, talaca

salapalacató!

¡Achicoria!

¡Ay, ay ay ay ay!

¡Uay, ay ay ay ay!

Acatócoyo

Acatócoyo

Acatócoyo

Acatocábayo.

Ernesto Acher: Más ni bien no llegué a tierra firme fui de pronto conmovido por los ojos renegridos de una morena. Y revivieron mis sueños de viejo conquistador, sed de guerra… del amor que el alma llena… Ya vendrán otra gente a conquistar las Indias, yo me quedo aquí a conquistar… ¡Mi negra

Coro:

No hay en la vida nada como mi negra

Nada, nadita, nada… como mi negra

No hay en la vida nada como mi negra

Nada, nadita, nada… como mi negra

¡A ver ese piano!

¡Sabor chico, sabor!

¡Sabor chico, sabor chico!

¡Lleva, lleva caballero!

¡Lleva, lleva caballo… Caballero!

¡Yo siempre voy!

¡A cantar, a cantar!

¡Sí moreno!

¡A bailar, a bailar!

¡Si papacito!

¡A gozar, a gozar!

¡Azuquita!

¡Achicoria!

Hoy la brisa está tan suave

Como mi negra

Pero pocos se bambolean

Como mi negra

Y la música es tan bonita

Como mi negra

Es tocada por todo el mundo

Como mi ne..

¡No hay en la vida nada como mi negra!

Nada, nadita, nada como mi negra

Ernesto Acher: Y aquí se acaba la historia de Don Rodrigo ¡y el show, chico!

Coro:

Se acaba, se acaba, se acaba, se acaba,

Se acaba, se acaba, se acaba, se acaba,

Se acaba, se acaba, se acaba, se acaba,

Se acaba, ¡Se acabó!

Evolución y Machismo

Soy matemático. Mi esposa dice que tengo la cabeza "cuadrada"… pues hasta en las cosas más triviales no puedo dejar de ser matemático.  Ni quiero ni puedo contradecirla.

En una reunión familiar  ella me pide que vaya con mi sobrina a la tienda de la esquina y que compre una bebida gaseosa de 2 litros y me advierte que no compre Coca Cola.
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LA CRUELDAD HACIA LOS ANIMALES

Uno de los Preceptos fundacionales de las leyes noájicas, las Siete Leyes Universales, nos advierte de la crueldad hacia los animales, esto es, comer alguna parte del animal mientras este permanece con vida. Si rompemos la cáscara de la nuez, buscando el grano en su entraña, es decir, si vamos más allá de lo literal, buscando la esencia, podremos entonces comprender que el Eterno nos está previniendo de no hacer sufrir a los animales en cualquiera de sus formas. Esta crueldad hacia un animal puede manifestarse a través de las siguientes acciones humanas: indolencia hacia su cuidado, tirarlo al abandono, desaseos y desabrigos, diversiones con animales por medio de funciones crueles (juegos taurinos, coleos, pelea de gallos, entre otros), comerciar sus carnes, pieles y demás miembros sobre la base de su sufrimiento, o acciones de crueldad directas y adrede. Seguir leyendo LA CRUELDAD HACIA LOS ANIMALES

Resp. 12 – ¿Invertir en la Bolsa?

Estimado profesor:
Quisiera saber su opinion sobre si es correcto invertir en acciones y bonos con el fin de obtener ganancia.
saludos

Ulises Zamora

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Ocurre en el Oriente

*Julio Mar�a Sanguinetti
Ex Presidente de la Rep�blica O. del Uruguay*

 La simplificaci�n vulgar presume que la guerra que hoy afecta a Israel
y El L�bano es algo nuevo. En el propio mundo �rabe se est� hablando hoy de la
6�. Guerra.

La verdad hist�rica nos dice que ella empez� el mismo d�a del
nacimiento del Estado israel�, en 1948, y no ha cesado a�n, con la
alternancia de per�odos de fuego y sangre con otros de diplomacia armada.
No ha habido un d�a de sosiego, desde aquel lejano tiempo en que, bajo el
influjo emocional del Holocausto perpetrado por los nazis contra el pueblo jud�o,
la organizaci�n internacional se decidi� a reconocerle un hogar que
le diera asiento, en el que pudiera reencontrarse con sus tradiciones ancestrales
y construir su nuevo tiempo.

Esa idea que gan� espacio en el mundo civilizado, necesit�, desde
el primer d�a, de la voluntad de lucha del pueblo israel�. Fueron entonces los
gobiernos �rabes los que no aceptaron ni siquiera la creaci�n del otro Estado,
el palestino, y desataron una guerra dirigida a impedir que aquel
balbuceante Estado jud�o se consolidara. Esa guerra, esa misma guerra, es la que
hoy contin�a, con un conjunto de Estados u organizaciones isl�micas
que propugnan su desaparici�n, bajo la misma horrenda consigna repetida por tantos
labios y que en los �ltimos meses ha reflotado el Presidente del
Ir�n en su versi�n original: "Borraremos a Israel de la faz de la tierra".

Nadie de buena fe puede ignorar que este es el hecho central del conflicto,
aunque los escenarios hayan ido cambiando. Todo lo que transcurre
alrededor es accesorio a esta circunstancia nuclear: en el mundo �rabe
siguen existiendo grupos isl�micos, que son gobierno en algunos Estados como Ir�n
y Siria, cuya pol�tica es la destrucci�n de Israel y el exterminio del pueblo jud�o.

A partir de esa definici�n, que parece ignorarse, no hay duda de que
el escenario ha ido modific�ndose y presenta hoy caracteres propios.
Israel ya no es el mismo d�bil Estado de 1948. Pero tampoco es la vigorosa naci�n
militarizada de "La guerra de los 6 d�as" de 1967 o de la de Yom
Kippur en 1973. Su �xito ha sido darle bienestar y cultura a su gente. Como consecuencia,
cada vida duele m�s y la movilizaci�n de sus j�venes es un
sacrificio que crece d�a a d�a. Frente a unos enemigos que siguen pobres pese a la riqueza
petrolera de sus Estados y sus �lites, y que – en esa pobreza y la ignorancia que ella
provoca- son f�cil presa para un extremismo violento e ilimitado.

Los Estados �rabes tampoco ya son lo mismo. Egipto, Jordania,
la Arabia Saudita, han crecido, se han desarrollado y han pactado -expresa o t�citamente-
la paz con Israel hace muchos a�os. Y cuesta imaginar que retornen a la guerra. Pero est�n
amenazados desde adentro por esas corrientes fundamentalistas que resquebrajan su unidad
nacional y aspiran a conquistar el poder, por las buenas o m�s bien por las malas, en una
regi�n donde no hay sistemas democr�ticos. Frente a ellos los Estados fundamentalistas, Ir�n,
Siria, inmensamente ricos por su petr�leo, arman una nueva guerrilla, el Hezbollah, que no
representa una reivindicaci�n territorial, o un pueblo en busca de destino. El enfrentamiento
de hoy es con esa organizaci�n, cuyo �nico objetivo es, lisa y llanamente,
la destrucci�n de Israel.

Los palestinos, a su vez, tambi�n han cambiado. Tienen ya su propio Estado,
reconocido por Israel, e intentan una d�bil experiencia democr�tica, con
un gobierno de quienes integraron una organizaci�n terrorista y hoy tratan de reconvertirse.
Israel unilateralmente les ha devuelto la franja de Gaza, pero ellos no han podido controlar
a lo que, desde all�, al d�a siguiente de recibir graciosamente
ese territorio, han vuelto a disparar cohetes contra la poblaci�n jud�a de la zona. Todo ese
pueblo palestino, que quiere la paz, porque incluso vive del trabajo que Israel le ofrece,
es pe�n de estrategias que le son ajenas: le usan de bandera quienes quieren la guerra, le
tironean hacia un lado y hacia el otro las facciones religiosas que dividen el mundo isl�mico
y son idealizados por los occidentales que por una raz�n u otra asumen un pacifismo c�mplice
con el terrorismo, mientras sus presuntos protectores -enriquecidos- no les brindan el amparo
que f�cilmente podr�an regalarles. Esos palestinos saben que tendr�n que entenderse con los
jud�os y los israel�es y saben tambi�n que tendr�n que convivir con ellos, por los siglos
de los siglos.

Europa, rica, bien comida y bien vivida, da volteretas en nombre de intereses
variados. Le teme a sus minor�as isl�micas y en consecuencia, no est� dispuesta a decir
una palabra a favor de Israel. Tampoco arriesgar�a un soldado propio porque su impotencia militar
ya es definitiva luego de que en Kosovo, en su propio suelo, hubo de acudir a los norteamericanos
para que salvaran – paradoja- a una minor�a isl�mica amenazada de extinci�n.
Simplemente juega un rol pol�tico que maneja publicitariamente, pensando ego�stamente en sus electores
internos, sus intereses econ�micos en la regi�n y la tranquilidad de sus barrios de inmigrantes.
Hace pie en los errores norteamericanos, algunos monumentales como esa guerra sin fin ni
destino del Irak, e intenta salvar su rostro ante unos y otros sin arriesgar nada.

El otro gran actor, este s� que fundamental, es el extremismo. El islamismo radical
jihadista viene creciendo hace a�os, el mundo chiita va imponiendo su visi�n primitiva del mundo
y ha logrado golpear no solo a Israel sino al coraz�n de Occidente. Los atentados contra Nueva York y
Madrid le han dado conciencia de su poder. Ahora tiene de reh�n al pobre L�bano, una vez m�s v�ctima de
conflictos que le son ajenos. Los oportunistas temerosos de Occidente prefieren refugiarse en la teor�a
de que esas bombas se las debemos a Bush y a Aznar, desconociendo que ellas estallar�n contra todo aquel
que no se resigne a que triunfe su visi�n teol�gica intolerante, racista, esclavista de la mujer y enemiga
de las libertades individuales.

La guerra es siempre un exceso y los muertos nos duelen a todos. Podemos discutir la an�cdota puntual,
quien tir� primero o quien tir� despu�s, quien da�� m�s o menos civiles (que siempre caen en la
atrocidad b�lica). Pero no nos equivoquemos: m�s all� de las v�ctimas, en ese escenario del Cercano Oriente,
vuelven a enfrentarse los valores autoritarios de la religiosidad fan�tica contra los principios de quienes
creemos en la libertad pol�tica, en el Estado de Derecho, en la vida democr�tica, en la plenitud de
los esp�ritus que solo la sociedad abierta ofrece.