Por el rav . Azrael Tauber
CAPÍTULO 4
AUTOESTIMA
EN MEDIO  DE LA 
DIFICULTAD
El pequeño conglomerado alrededor del  rabino finalmente se disgregó, y el lobby se vació; un hombre sentado en una  silla del salón prendió un cigarrillo. Un judío observante según las apariencias  externas. Estaba absorto contemplando las ondas de humo que el cigarrillo  prendido hacía revolotear sobre su cabeza. Dejando su cigarrillo para que se  extinguiera en un cenicero, se levantó de la silla y empezó a caminar hacia el  lobby vacío.
Sus ojos se posaron repentinamente  sobre un sombrero negro tirado en el piso, obviamente dejado ahí por accidente.  Lo recogió, le quitó el polvo y estaba por dejarlo en una mesa cuando se  sobresaltó por una voz. —Oh, debe ser mío. Una pequeña pausa y luego, —Sí, es  mío, —dijo el rabino extendiendo sus manos. Había bajado al lobby  específicamente para buscar su sombrero.
—Aquí tiene, —dijo el hombre regresando el  sombrero.
—Gracias. Buenas noches.
—Igualmente.
Cuando el rabino se había volteado  para dirigirse a su cuarto, el hombre repentinamente alzó la voz y preguntó,  —¿Dispone de un minuto?
—Sí. ¿Cómo te llamas?
—Preferiría no decir. Llámeme  Reuvén.
—Está bien, Reuvén.
—Escuché la discusión que tuvo con esas personas  después de la conferencia. Usted sabe, con ese israelí.
—Sí.
—Lo manejó muy bien, rabino.
—Gracias.
—De hecho, no creo haber escuchado nunca a nadie  explicar las cosas así. Hubiera deseado que alguien como usted me hubiera  enseñado cuando yo era más joven. Al hacer Reuvén una pausa, se veía que era  obvio que tenía mucho en su mente. —¿Podemos sentarnos? —preguntó  Reuvén.
—Seguro.
—Cuando se sentaron en unas sillas del lobby,  Reuvén dijo, —Rabino…— pero se detuvo. Obviamente con una lucha dentro de sí;  empezó nuevamente y dijo, —Rabino, necesito hablar con  alguien.
—Adelante, estoy escuchando.
—Yo…
—¿Sí?
—Yo… yo no me siento cómodo hablando de mí. —Reuvén  se detuvo—. Estoy en una situación que no comprendo. Siempre he ayudado a la  gente. Pero desde que mi negocio se vino abajo, y me quedé con una enorme  hipoteca, una familia grande y muchas deudas, he sido como veneno para aquéllos  que están cerca de mí. Para hacer la historia corta, no sé si todavía tengo un  matrimonio. No soy capaz de tratar decentemente a mi esposa y mi familia. Sé que  está mal, pero no puedo hacer nada. No quiero estar así. Pero las cosas que me  han pasado están más allá de mi capacidad de resistencia. No entiendo por qué  Hashem me ha hecho esto a mí. Siempre ayudé a la gente.
—¿A toda la gente?
—Sí.
—¿Incluyéndote a ti?
—¿A mí?
—Sí, tú también eres un judío. ¿Te ayudas a ti  mismo?
Reuvén hizo una pausa. —Yo creo que  usted ya dio con el problema. Yo me descuido.
—Si tú te descuidas, no puedes comprender realmente  las necesidades de otros. Veahabta lereaja kamoja, ‘Ama a tus semejantes  como a ti mismo’ enseña que si tú no te amas a ti mismo, no puedes amar  realmente a tus semejantes. Si tú maltratas a tus amados, es porque te maltratas  a ti mismo. Eres amigo de todos excepto de ti mismo.
Reuvén metió la cabeza entre las  manos y dijo: —¿Pero no es todo el propósito de la Torá ayudar a  otros?
—Finalmente. Pero primero te tienes que ayudar a  ti. Conoces el famoso caso de dos personas que están perdidas en el desierto con  agua suficiente para que sólo una de ellas sobreviva. Rabí Akiva nos enseña que  una persona tiene la obligación de primero salvarse a sí misma, jayeja  kodmin, ‘Tu vida, primero’. Tiene que tomar de su cantimplora, aun si eso  significa que el otro va a morir de sed.23 Éste es el mismo Rabí  Akiva que dice que ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’ es el gran principio de la  Torá.24 No hay contradicción. La persona primero tiene obligación  hacia sí misma, y sólo después puede dar ayuda apropiada a los  demás.
El Rebe de Tzans dijo que cuando era  joven, se había propuesto salvar el mundo entero. No obstante, cuando se hizo un  poco más grande, concluyó que el mundo estaba más allá de su capacidad para  arreglar, así que redujo sus objetivos y se propuso arreglar su ciudad. Años más  tarde, se dio cuenta que eso también estaba más allá de sus medios, mientras  tanto, su familia estaba carente, así que trató de arreglarla. Ya como anciano,  dijo: ‘¿Por qué estoy tratando de arreglar a mi familia? Debo arreglarme a mí  mismo’. ¿Si una persona no puede arreglar el mundo que está dentro de él, qué  esperanza tiene de arreglar el mundo que está fuera de él?
—Sé mejor que nadie que estoy lejos de la  perfección, —dijo Reuvén—, pero todavía tengo mucha Torá y mitzvot en mi  poder.
—Aun las personas con Torá, no están inmunes de  descuidarse a sí mismas. Es posible hacer de la Torá algo cosmético e ignorar  totalmente tu personalidad. Es por esto que la Torá enseña: derej eretz  precede a la Torá. Derej eretz, respeto por otros que emana del  autorespeto, de la dignidad. Primero debes respetarte a ti mismo para poder  respetar a otros. Derej eretz, entonces, un sentido de valor propio, debe  preceder a la Torá, de otra manera, hasta la Torá se puede volver una vestidura  externa dependiente del valor propio y no una herramienta para desarrollar el  verdadero yo.
—¿Está usted diciendo entonces, que yo he sido  castigado por haber descuidado mi persona?
—No estoy diciendo nada acerca de castigos. Todo lo  que estoy diciendo es que hay una causa de tu problema. Si arreglas eso, otras  cosas caerán en su lugar.
—No me malinterprete —agregó Reuvén—. Aprecio el  hecho de que usted está hablando conmigo pero, ¿de qué me sirve entender mi  problema si todavía tengo deudas enormes, un matrimonio desintegrado, no tengo  ingresos y todos mis otros problemas?
—Te regreso la pregunta —dijo el rabino—. ¿De qué  te sirve acabar con tus deudas y superficialmente corregir todos tus problemas  si no llegas a la raíz de tu problema?
—Ganaría un poco de alivio.
—Eso tiene un valor, —dijo el rabino—, pero tarde o  temprano tienes que localizar la causa si quieres curar la enfermedad. Los  problemas son síntomas. Un síntoma es un regalo si lo interpretas correctamente  y lo usas para curar la enfermedad—. El rabino se detuvo por un momento y luego  dijo,  Déjame preguntarte algo Reuvén, ¿para qué construye una persona una  casa?
—Para protegerse.
—Sí, pero más aún, tiene una necesidad de sentirse  arraigado, necesita un hogar. La casa es solamente un medio para producir un  hogar. Si uno descuida la idea del hogar mientras se ocupa de construir una  casa, daña su objetivo original. Esto es porque la casa es sólo el medio para  construir un hogar. No obstante, ¿cuántas personas conocemos y cuántas historias  hemos oído de personas que se esclavizan a sus carreras a fin de poder tener una  hermosa casa, pero descuidan su matrimonio, sus hijos y a sí mismas? Tienen  mansiones vacías. Y probablemente sientan el vacío pero están imposibilitadas  para detener el impulso de largos años persiguiendo el medio mientras olvidaban  el objetivo.
Ahora, ¿qué es lo mejor que Hashem  puede hacer por tales personas, una persona que básicamente es buena, pero  que ha olvidado la idea de construir un hogar en su búsqueda de construir una  casa? Primero, Él le dará signos de que ha perdido de vista el objetivo, y si él  no lee los signos, Hashem en Su misericordia, le quitará la casa porque  se volvió un obstáculo para su objetivo real. Perdiendo la casa, él puede ganar  un hogar.
Por otro lado, si Hashem sabe  que una persona es tan materialista que no va a pensar siquiera dos veces en  perder su casa, Él podría permitirle conservar la casa o el matrimonio  superficial, o la relación débil con sus hijos. Éste es un castigo peor. Es algo  permanente; algo con ramificaciones permanentes. Sin embargo, cuando  Hashem castiga a la gente que ama, no es de ninguna manera permanente. Y  por lo tanto, no es realmente un castigo. Él quita a fin de que la persona gane  al final.
—Entonces, ¿usted está diciendo que en la  persecución de los medios del objetivo yo olvidé el objetivo en  sí?
—Eso es lo que estoy sugiriendo. El objetivo de la  Torá puede ser ayudar a otros, pero al primero que debes ayudar es a ti mismo.  Hashem no quiere que estés satisfecho con un entendimiento superficial o  incompleto de ti mismo, sino quiere que llegues realmente a la raíz de quién  eres tú, limitando o eliminando ciertas cosas externas que te dan un sentimiento  falso de valor propio. Sufres porque eres merecedor del amor de  Hashem.
—Entiendo lo que me está diciendo —replicó Reuvén—.  Y me gustaría creer que soy digno del amor de Hashem. Pero tal vez no soy  merecedor de Su amor. Quizá Él me está castigando realmente.
—¿Tú eres un judío ¿correcto?
—Sí.
—Kol Israel yesh lahem jelek leolam habá,  ‘Todos los judíos tienen una porción en el mundo venidero’.25 El solo  hecho de que seas un judío, quiere decir que Hashem muestra favor  especial hacia ti. Además de eso, tienes Torá y mitzvot en tu mérito.  Mientras sigas siendo una persona sincera que quiere mejorarse a sí misma y a  otros, Hashem te puede estar dando golpecitos, pero no es un castigo. Él  sabe que finalmente obtendrás provecho de la dificultad. Por lo tanto, no te  dejes vencer. Tu dificultad es suficiente sufrimiento. No lo compliques negando  tu valor interno.
—¿Pero cómo puedo convencerme de que tengo algún  valor si soy un fracasado para todos los que me rodean?
—Mientras más notable es la persona, más se espera  de ella. Cuando Hashem piensa que una persona es fuerte y meritoria, Él  generalmente le quita las cosas que más quiere. Tú te volviste un fracaso, un  fracaso para tus hijos, para tu familia, para tus amigos, para tu sociedad. Te  das cuenta ahora cuán solo estás. Sin embargo, cuando todos tus recursos  externos que te dan valor se colapsan, descubres algo: que de cualquier modo,  todo siempre dependía de ti. El status y las posesiones no eran intrínsecas. Una  mañana te miras en el espejo y dices, ‘¿soy un fracaso para mí? Hashem  puso Su tzelem Elokim, Su Imagen Divina en mí. Él me creó. ¿Acaso puedo  ser un fracaso? En este punto te descubres a ti mismo. A partir de ahí, puedes  reconstruir tu propia imagen.
—Pero ¿tiene que ser a través de la pérdida de todo  lo demás?
—A veces. La Mishná enseña:26  ‘¿Quién es rico? Aquél que está contento con su parte’. Si él está contento con  su parte en tanto que está viviendo en la pobreza, entonces si se volviera rico  no se echaría a perder por el dinero. Sin embargo, uno que no puede encontrar  satisfacción con las cosas simples cuando sea rico, será destruido por el  dinero. Por supuesto, somos parte de este mundo material, y está aquí para que  nosotros lo aprovechemos. Sin embargo, no vale nada si aprovechándolo perdemos  nuestro yo. Solamente aprovechando primero nuestro yo, el aprovechar los  elementos del mundo tiene permanencia y significado. Si descubres tu valor  interno mientras estás privado de ciertas cosas esenciales, entonces después,  cuando la normalidad vuelva a tu vida, la tomas con el conocimiento de que nunca  más vas a cambiar los valores reales por valores externos.
Debes tener el favor de  Hashem, —añadió el rabino—, de otra manera Él te dejaría tener las cosas  fácilmente. Debes ser capaz de sobreponerte a tu desesperación. Hashem  solamente desafía a una persona que Él sabe puede perseverar y sobreponerse.  Debes creer en ti mismo tanto como Él cree en ti.
Reuvén dejó salir un profundo suspiro  y dijo: —Lo que usted está diciendo está bien, rabino. Pero conmigo es una  desgracia tras otra. ¿Cómo me puedo sentir bien de mí mismo si todo alrededor de  mi vida se está deshaciendo?
—Dijiste que me escuchaste hablar antes acerca de  la autoestima —dijo el rabino—. ¿Tú crees que lo que dije se aplica solamente  cuando las cosas van bien? Muy por el contrario, se aplica igualmente, si no es  que más, cuando las cosas no van bien.
—Yo creo que entiendo eso, —dijo Reuvén—, pero no  obstante, no sé cómo creerlo. Usualmente yo soy el que dice a las personas que  tengan fe, sin embargo, ya que he estado sufriendo enormemente no puedo  convencerme a mí mismo de eso. 
—Tampoco te afecta si no puedes entenderlo o porque  no puedes entenderlo con suficiente profundidad todavía. De cualquier modo,  déjame tratar de ayudarte. Vamos a asegurarnos que entendemos qué quiere decir  ser creado betzelem Elokim, a la imagen de D os.
Llenando la  Brecha
—Tzelem Elokim,—el rabino empezó a  explicar—, es algo en todos nosotros. Si Hashem es el Creador, entonces  una de las cosas creadas a Su imagen, implica que nosotros también podemos  volvernos creadores, no solamente creadores de algo a partir de algo, sino  creadores como Hashem de algo a partir de nada. Desafortunadamente,  tendemos a utilizar el hermoso poder de la creatividad para crear nada de la  nada. Tomamos el mundo material, que es una gran nada por sí mismo, y usamos  nuestro tzelem Elokim para crear más nada, más de este mundo, olam  hazé. En realidad, se nos dio la nada de este mundo material a fin de  reconstruir la materia en algo, es decir, en espiritualidad, olam  habá.
Y cuando digo el mundo material, no  me refiero sólo a los objetos físicos de este mundo, sino también toda  circunstancia de la vida en la que nos encontremos. Todas las formas de  sufrimientos, son la materia prima de la nada de la que podemos construir algo.  Y la regla es que mientras más problemática es nuestra ‘materia prima’, mayor es  el potencial de crear algo valioso de ella.
Imagina que existe un proceso que  puede convertir varios tipos de materia en diamantes, y tienes frente a ti  varias máquinas diferentes que pueden realizar este proceso. Una máquina puede  convertir oro en diamantes. Otra puede convertir plata en diamantes. Otra cobre  en diamantes. Y finalmente, una que pueda convertir basura en diamantes, ¿qué  máquina usarías tú? Obviamente la última. Aun si fuera más costosa que las otras  máquinas, hay tanta basura en el mundo, basura gratis, que nunca te faltaría  materia prima para producir diamantes.
Esto es lo que Hashem hace por  nosotros. Cada uno de nosotros es un creador con Él. Estamos aquí para crear  algo de la nada. Hashem es el que realmente nos da la habilidad para  crear algo. Nuestra contribución a la mezcla es la nada. Nuestras malas  circunstancias de vida, nuestros rasgos de carácter indeseables, nuestro yo  físico, etc., son la materia prima con la que contribuimos. Si dependiera de  nosotros, descartaríamos toda nuestra ‘materia prima’, pero Hashem se  asegura que no lo hagamos. Él entrega ‘materia prima’ indeseable a nuestras  puertas cada día.
Una persona se queja: ‘Hashem,  me diste una tarea de vida muy difícil. Me diste mucha basura: una esposa  problemática, hijos problemáticos, un ingreso problemático, rasgos personales de  carácter, etc.’ Sin embargo, si Hashem nos lo dio a nosotros debemos  decir: ‘Éste es mi potencial’.
—Pero aun así no me siento más que engañado por  Hashem —dijo Reuvén—. Estoy en una situación tan tremendamente difícil.  No veo manera de salir de ella.
—Por supuesto, no es cómodo trabajar con basura  —replicó el rabino—. Y, regresando a nuestra analogía, vamos a decir que la  máquina toma de siete a ocho años en transformar la basura en diamantes. Una  persona muy bien podría decir: ‘No quiero estar trabajando con basura por seis o  siete años’. Sin embargo, está miope. Cuando todo lo que ves es la basura, por  supuesto que vas a decir que no la quieres. No obstante, si vislumbras el  resultado final, puedes tener paciencia mientras el proceso de transformación  prosigue.
—Cierto, tal vez sólo tome siete u ocho años antes  que la basura se transforme en diamantes —remarcó Reuvén—. Pero tal vez tome 70  u 80 años.
—Aun así, en relación con diamantes espirituales,  ¿qué son 70 u 80 años comparados con la eternidad? El punto es que si solamente  apreciáramos lo que estamos haciendo acá en este mundo, ya poseeríamos el cúmulo  de fuerza necesario para sobreponernos a cualquier situación. Si Él nos tuvo  confianza con todas nuestras dificultades, pruebas y debilidades, no existe  obstáculo que no podamos vencer. Y después de todo, Él nos dio las  circunstancias de vida porque ninguno de nosotros se ofreció nacer y que le  fueran dadas esas circunstancias. 
Decir que Hashem te engañó al  darte tantos déficit personales, pero no te dio al mismo tiempo las habilidades  para transformarlos en ventajas, es acusar a Hashem de no saber lo que Él  está haciendo. Si Hashem nos creó con deficiencias, Él también nos creó  con las habilidades para transformarlas en ventajas. Cuánta gente me ha dicho,  ‘tuve una terrible educación, o tuve terribles amigos, o un terrible matrimonio,  una terrible situación de trabajo, midot terribles, etc., pero no  entienden que eso los hace gente más rica. Toda su basura se puede transformar  en diamantes. Decir que no se puede, es decir que Hashem no sabe lo que  está haciendo.
¡Hashem sabe lo que está  haciendo! —enfatizó el rabino—. Deficiencias, fallas humanas, crueldad, maldad,  todas son parte del plan de la creación. Es Hashem el que las creó, y el  que permite que sigan funcionando. No obstante, la gente algunas veces se  cuestiona: Si Hashem es todopoderoso, perfecto, benévolo, ¿por qué  permite que la maldad y la deficiencia existan en el mundo que Él creó? La  respuesta es que si Él hubiera creado un mundo completo, no hubiéramos tenido la  oportunidad de completarlo.
Déjame darte un ejemplo de la  industria de la joyería. El primer paso en el proceso para hacer joyas, es crear  un modelo. El modelo es sumergido en un molde suave de yeso, que eventualmente  se endurece en una impresión negativa de la joya. Un individuo perceptivo puede  observar la impresión y saber cómo quedará la joya. Mientras más profundamente  se hunda la impresión en el molde, la pieza de joyería que se produzca será más  costosa.
La gente es creada con ciertas  naturalezas. ‘Naturaleza’ en hebreo, tevá, se relacionan con  t’viá, hundir. A través de entender las deficiencias, la t’viá, la  parte hundida, el hueco del molde, llegas a conocerte a ti mismo. Esto es lo que  Abraham hizo, y así es como llegó a conocer toda la Torá antes de haber sido  entregada en el Monte Sinaí. Abraham era un observador muy perceptivo de la  naturaleza humana. Él observaba cómo por naturaleza la gente era proclive a  robar, mentir, hacer trampa, asesinar. Él entendía que todas las deficiencias  debían tener una contraparte que había sido diseñada para completarla.  Así es como Abraham conoció y cuidó toda la Torá siglos antes que fuera  entregada en el Monte Sinaí. A través de las faltas de la naturaleza humana, él  percibió la perfección de la Torá. La maldad es un duplicado exacto de la Torá  en inverso. La maldad, la deficiencia, (el hueco), es la impresión de la Torá,  (el relleno). 
El ser humano es puesto en este mundo  para llenar deficiencias. ¿Cuánto puede lograr una persona? Depende de cuántas  deficiencias le han otorgado, de qué tan ‘hundida’ está su naturaleza. Una  persona tiene baja autoestima porque cree que no es nada. Se ve a sí misma y ve  un hueco. Sin embargo, cada característica negativa que tenemos revela grandeza.  Mientras más grande es el hueco, mayor es la cantidad de materia con la que se  puede rellenar. En el momento que lo llenas, tu relleno es más valioso que el de  aquél que aparentemente no tiene problemas. Por supuesto, el proceso de rellenar  el vacío es largo, lento y doloroso. Decir que es imposible, no obstante, es  falso. El precio que tienes que pagar puede ser mayor, pero el precio que pagas  es una inversión que se te reembolsará con creces al final.
La Torá nos dice que aquél que  regresa a Hashem por amor, no sólo se le perdonan sus pecados, sino que  se le convierten en méritos.27 Los pecados son el hueco. El propósito  final por el que Hashem le dio al ser humano el potencial de pecar fue  para que pudiera llenar el hueco causado por el pecado. Cuando puedes ver tu  propio hueco y de repente percibir la santidad que fue destinada a llenar el  hueco, entonces debes percibirlo como un recipiente potencial de bien. Agradece  a Hashem por tus deficiencias y empieza a transformarlas en ventajas que  alojan el oro precioso de santidad que estaban destinadas a  contener.
Debemos recordar siempre que cuando  Hashem creó el mundo con deficiencias, Él sabía lo que estaba haciendo.  Analizó nuestras almas y vio lo que cada uno de nosotros podía lograr. Luego nos  colocó en un mundo donde tenemos las deficiencias exactas y necesarias para  hacer salir nuestro potencial. Decir que Hashem no nos dio las  habilidades para sobreponernos a nuestras deficiencias, es decir que Él no sabía  lo que estaba haciendo cuando creó el mundo. Pero Él sí sabía. Debemos mostrar  tanta fe en nosotros como Él la mostró en nosotros.
Reuvén,—dijo el rabino levantándose  de la silla—, realmente se está haciendo muy tarde y todavía tengo que dar  muchas clases este fin de semana. Debemos platicar más. Quizá todavía hay más  personas u organizaciones de Jesed que no has contactado. De cualquier  forma, espero haberte ayudado con el primer paso. ¿Por qué no llamas a tu esposa  mañana y le pides que venga por el fin de semana? Todavía tienes mañana por la  tarde, todo el Shabat y el domingo.
—Hmmm. Puede que no sea una mala  idea.
—Estaré muy complacido en hablar con ustedes dos,  pero por favor discúlpame ahora.
—Muchas gracias rabino. Creo que llamaré a mi  esposa.
—Bien.
Antes de que el rabino se dirigiera a  su cuarto, añadió: —Déjame dejarte con este pensamiento. Tú sabes por supuesto,  que el pueblo judío, como un todo y como individuos, está sufriendo ahora tanto,  si no más que siempre. La tuya no es la única historia de ese tipo,  desafortunadamente. Yo digo esto, no para hacerte sentir mejor a través del  sufrimiento de otros, sino para iluminarte sobre cuán especial es el tiempo en  el que estamos viviendo.
No vas a encontrar una familia judía  en algún lugar en la actualidad, que no esté de algún modo, sufriendo. Problemas  financieros, problemas familiares, uno que no tiene hijos, uno que tiene muchos  hijos, uno que tiene hijos enfermos, y así sucesivamente; cada judío hoy en día  es víctima. Somos víctimas del Holocausto, no sólo del Holocausto nazi, sino  también del Holocausto Espiritual Occidental. Hitler se llevó seis millones,  pero todavía más judíos se han perdido en Norteamérica y el occidente. Un judío  ahora tiene el derecho a preguntar: ¿Qué es lo que Hashem está haciendo?  La respuesta básica es: éste es el hueco. Está acá para que nosotros lo  llenemos. Estamos viviendo quizá en el rincón más profundamente oscuro de la  historia. Pero no te deprimas acerca de lo que está pasando en estos tiempos.  Úsalo para descubrir tu potencial y hazlo salir.