En nuestra vida solemos atravesar situaciones que sentimos o percibimos como problemáticas.
En ocasiones no es solamente un sentimiento o percepción, sino realmente un hecho inconveniente, un obstáculo.
¿Qué podemos hacer para tratar de salir airosos y triunfales?
A lo largo de mi experiencia personal y profesional he ido hallando algunos recursos que son eficaces. Permiten solucionar inconvenientes, liberarse de cargas, evitar males mayores.
Tanto en asuntos netamente prácticos materiales, como en aquellos que hacen al individuo y a la relación con otros.
Te presento ahora alguno de ellos, con el ánimo de compartir y aprender.
Con gusto escucho tus comentarios constructivos, y espero que quieras compartir tus propios consejos.
- Admitir el problema.
Cuando prefieres negar el problema, miras para otro lado, te hacer el distraído, te resistes a considerarlo etc., en realidad estás generando un problema mayor.
Aunque no lo creas, mientras menos admites la realidad del problema, más energía emocional pierdes en él.
Es como si tuvieras una mancha de humedad en la pared. Tú puedes mirar otra pared, poner un tapiz sobre la mancha, o suponer que es algo pasajero que se irá por sí solo. Pero el mal está actuando allí, corroyendo, ampliando el problema. Cuando tengas por fin que resolverlo, deberás romper la pared, cambiar mitad de tu casa, no sé… por supuesto que mucho más grave y complejo que si lo hubieras resuelto en sus inicios, ni bien te percataste de la primer señal de dificultad.
Así pues, lo mejor no es negar el problema, sino admitirlo.
Aunque duela reconocer que estás en ESE problema.
Mejor que duela un poco ahora, y no que sea una tortura mayor luego. - Delimitar exactamente el problema.
Ok, ya has aceptado tu problema, pero ahora el nuevo paso es que no lo exageres ni minimices.
Sino que delimites correctamente el problema.
Si tienes una mancha de humedad, no llames al constructor para que tire abajo la pared. Mejor define la magnitud de la dificultad para que tus energías a emplear sean las convenientes para resolver la situación. - Describe el problema.
Una cosa es el ejercicio mental, la otra es ponerlo en palabras.
Aunque no lo parezca, cuando te expresas oralmente, de manera audible, y hablas de tu problema, sus ramificaciones, las posibles soluciones, puedes encontrar creativas opciones que quizás no hubieras notado de otra manera. O desechas cosas por impracticables o francamente inútiles.
Por supuesto que no debes atosigar a nadie con esto, sino hacerlo con moderación y caución. - Asume tu responsabilidad.
Responsabilidad es la capacidad de dar respuesta auténtica.
Si en el problema tu tienes alguna parte, sé responsable. - El tiempo no cura nada.
Un error frecuente es suponer que el tiempo es un gran sanador y corrector. Que si dejamos las cosas a merced del tiempo, éste las rectificará, o al menos cerrará y borrará las heridas.
Realmente el tiempo en sí mismo no arregla ni empeora.
Pero cuando tú dejas de hacer lo que te corresponde, esperando a que sea el tiempo el que soluciona, estás directamente yendo al fracaso.
En tu pared seguirá expandiéndose la mancha de humedad, pudriéndose los basamentos de tu casa, etc., mientras no te pongas a hacer lo que se debe hacer.
El tiempo puede que seque la mancha, pero no arreglará la fuga en las tuberías que probablemente la provoca. - Pospón la búsqueda de culpables.
Que busques culpables, que eches culpas, que desees vengarte, no solucionará el problema.
Ocúpate de solucionar el problema, luego verás quién debe hacerse cargo de la responsabilidades.
Si la tubería en tu pared se rompió porque el instalador sanitario te estafó y puso tubos de mala calidad, saber eso no evitará que tu casa se esté inundando.
Primero resuelve la fuga de agua.
Luego demanda al sanitario que se haga cargo de sus responsabilidades.
Por supuesto que si el problema es causado por una actitud o acción de otro, debes identificar esa conducta a resolver. - ¿De qué te quejas?
Muchos de los pesares en tu vida se deben a cosas que has hecho o que debieras haber hecho y no hiciste.
Quejarte no soluciona nada.
Tienes derecho a sufrir, derecho a expresar tu dolor, pero que tu energía no se desperdicie en esto.
Dale un corto lapso al sufrimiento y luego encara con resolución, responsabilidad y compromiso tus asuntos. - Excusas.
No uses el problema como una excusa para no hacerte responsable de lo que te compete.
Algunos prefieren eternizarse en alguna dificultad con tal de no asumir comprometida su responsabilidad para cambiar y desarrollarse.
Le es más cómodo tolerar el problema que vivir constructivamente. - ¿Qué es lo peor que te puede pasar?
Muchos se hunden en especulaciones, temores, dudas infértiles que los lleva a oscuridades y prisiones.
Pero, si con la mayor tranquilidad y racionalidad posibles te respondes a esta pregunta, quizás comprendas que la situación no es tan tremenda y puedas escapar de la parálisis o la acción improductiva.
¿Qué es lo peor que puede pasar con la mancha en la pared?
Pues, que tengas que mandar a picar un trozo de pared, refaccionar o cambiar unos tubos, tapar el hueco y pintar nuevamente. Parece mucho, pero es mejor que reconstruir toda la casa… ¿no? - Infórmate.
El miedo a lo desconocido es uno de los 5 básicos de las personas.
Todo aquello que está en la noche de la ignorancia produce pavor.
Por tanto, cuando tengas idea de que estás en algún problema, infórmate de todo lo que puedas referente a la situación.
El problema probablemente no desaparecerá con informarse solamente, pero te permitirá quitar trabas innecesarias, identificar soluciones y redefinir la situación.
Si tú no sabe lo que se precisa para arreglar el asunto de la mancha, seguramente que inventarás mil y una excusas para aterrorizarte con los inconvenientes y gastos que supones que tendrás. Pero cuando te enteras que el inconveniente se puede resolver de tal o cual manera, la ansiedad disminuye, así como la pérdida inútil de energía. - Descubre el plano.
Descubre cuál de los cinco planos de existencia es el que está comprometido en el problema.
Un intento de resolución en el plano equivocado, no resuelve generalmente nada, sino que aumenta la dificultad. - Encuentra la raíz.
Algunos obstáculos se superan sin conocer sus orígenes, pero la mayoría están siendo alimentados por ese origen.
Encuentra el motivo original, descúbrelo, valora si está aún activando la persistencia del problema, o si puede provocar otros en el futuro. - Reconoce la oportunidad.
Muchos problemas encierran oportunidades para cambiar, para mejorar, para crecer.
No siempre es así, pero cuando se puede encontrar en el problema un trampolín para subir, en vez de un pozo en el cual caer, entonces es más fácil dejar de lado malos sentimientos para aplicarse a mejorar.
Quizás esa mancha en la pared es la ocasión que esperabas para pintar la habitación, o cambiar las viejas cañerías, o mudarte… no lo sé… - Busca soluciones.
Abre tu mente para encontrar puertas que cerrar y otras que abrir.
No te quedes solamente con el primer pensamiento que se te cruce, sino que genera ideas alternativas.
Usa un pensamiento no lineal, para ver posibilidades que a primera vista no parecieran útiles. - Pide ayuda.
Cuando la solución del problema supere tus capacidades de resolución, o precisas contención emocional, pide ayuda.
No es débil quien pide ayuda, sino el que se niega a recibirla cuando la precisa. - Ve por partes.
No se puede resolver todo ahora.
Divide el problema en pequeñas partes que puedas ir solucionando, con paciencia y constancia.
Querer arreglar todo de una vez, es otra excusa para fracasar. - Aprende.
Sea que hayas resuelto o no el problema, aprende de mismo para que no lo padezcas nuevamente o te sea menos dificultoso en el futuro. - La Luz en la oscuridad.
Toda dificultad, por más difícil que se presente, contiene un núcleo positivo. Debes hallarlo, para que incluso el las peores situaciones se alcance alguna ventaja, se libere una chispa positiva.
Saber que siempre hay un núcleo de Luz, te permite adoptar una actitud francamente positiva, resolutiva, trascendente. - Humildad.
Cuando el problema no se puede resolver, o los efectos son graves, cuando la pérdida es grande; recuerda que hay un Juez Misericordioso, que actúa siempre con Bien.
No está en tus manos corregir el mundo, sino solamente hacer tu parte para ser constructor de Shalom.
Esto también lo haces cuando aceptas con altura aquello que no puedes resolver. - Reza.
Abre tu corazón y derrama su contenido en una comunicación auténtica con el Padre celestial. Pide Su ayuda, Su orientación, Su salvación.
Cuando te diriges a Él, en buena medida el problema se diluye.
Pero recuerda, Él no es tu siervo, y quizás Su respuesta sea: "No te daré lo que pides". - Usa la Comunicación Auténtica.
Muchos problemas surgen, se multiplican o crecen por dificultades en comunicarse.
Recuerda las cuatro patas que sostienen la verdadera Comunicación, la Auténtica:
- Sé claro y sincero.
- Sin agresión.
- Con respeto.
- Sin presuponer.