La vida es un eterno aprendizaje, todos somos eternos aprendices de la vida. Aprendemos a repetir lo ajeno y aprendemos a creer que la originalidad existe.
Criticamos y nos critican. Encontramos cierto sabor dulce en señalar lo ajeno, pero también descubrimos lo amargo cuando nos señalan. De la misma manera en que persistimos en criticar, para bien o para mal, entonces aceptemos que todo lo que hagamos será duramente criticado por otros.
No dejemos de aportar nuestras ideas, quizás alguien las aplauda y quiera más. No dejemos que las críticas de quienes confunden intelectualidad con inteligencia derrumben nuestro trabajo.
No temamos hacer el ridículo cuando escribamos, a fin de cuentas, muchos antes de nosotros ya lo hicieron, y luego de nosotros muchos lo seguirán haciendo, y ese que te señala también ha hecho el ridículo y seguramente lo seguirá haciendo.
Como insistentemente enseña el maestro: construyamos. Y si viene otro y le da una patada al bloque que con tanta emoción acabas de poner, no importa, sigue construyendo. Ten presente que quien tumbó el bloque olvidó que él vive en el mismo techo contigo. Y con cada bloque que te tiren pues sigue el consejo: construye.
A todos aquellos que han participado con sus escritos, y que han sido aplaudidos, pero también ridiculizados, les animo a seguir haciéndolo. A no dejar de construir porque X o Y un día los criticó y uso su teclado para ofenderlos.
Los escritores son la razón de ser de fulvida.com, si no fuera por ustedes, los comentaristas no existirían.
Amigos, escriban sus ideas, expónganlas, no sacrifiquen sus valores por ganarse la aprobación ajena, ni por exponerse a la desaprobación de otros.
Hagan lo que les gusta, disfruten haciéndolo, mejórenlo, defiéndalo. Mientras no contradiga la Voluntad expresa del Creador, entonces, ¿por qué dejar que un ser humano sea el freno de tu accionar en este mundo?