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Personalidades noájicas

A Noaj/Noé el Padre Celestial le confirmó las seis leyes fundamentales que le había ordenado a Adam y sus descendientes:

  1. No adorar, servir, reverenciar, depositar la fe en otra cosas que no sean el Padre Celestial.
  2. No maldecir al Eterno.
  3. No asesinar.
  4. No robar.
  5. No cometer actos de inmoralidad sexual.
  6. Constituir institutos de Derecho y Justicia, para preservar las leyes dadas por el Creador, y desarrollarlas debidamente, de modo de establecer un mundo de plenitud, bondad y justicia.

Noaj y sus descendientes recibieron una ley fundamental extra:

  1. No comer partes de animal con vida.

Esta ley no tenía sentido en el mundo pre-noájico, puesto que la alimentación se hacía exclusivamente de vegetales y minerales.

Noaj fue fiel a las Siete Leyes Universales.
Por esto fue designado por el Eterno como un hombre «justo e íntegro», alguien que seguía con devoción firme al Eterno.

En el camino de la fidelidad, caminando por la Buena Senda, le continuó su hijo Shem/Sem, quien fuera más tarde conocido por el seudónimo de Malki-Tzedek (que quiere decir el Rey de la Justicia).

El resto de la gente más pronto o más tarde fueron olvidando la Buena Senda, creando sus propias creencias, siguiendo sus ideas y pretensiones.
Pero, Ever de la descendencia de Shem se afirmó con rectitud al camino de los noájidas, se mantuvo firme y fuerte en la Buena Senda marcada por el Padre Celestial para las gentes.

Un nieto de Ever se transformó en el modelo estupendo de persona espiritual, de ejemplo de vida, en piedra angular de la vida noájica.
Este descendiente de Noaj-Shem-Ever fue Avraham, el primer patriarca del pueblo judío.

Sin embargo, Avraham no era judío, ni siquiera israelita; Avraham era noájico; tal como tú, hermano noájico querido debes serlo.
Era amigo del Eterno, no por fe, ni por tontas ideologías, sino porque caminaba por la Buena Senda, la del cumplimiento de los Siete Mandamientos Universales.

Por su conducta excelente, por sus cualidades, Avraham fue elegido por el Eterno para ser la raíz de la nación de Israel, aquella que debería ser el faro para las otras naciones.
Pero, Avraham continuó siendo noájico, aunque a él y su familia tras él se le exigió el cumplimiento de otros mandamientos, que eran privativos de la familia judía y no del resto de las naciones (como por ejemplo la circuncisión).

Tú, apreciado hermano noájida, eres descendiente de Noaj, pero no de Avraham.
Tienes tu propio precioso legado, que debes conocer, valorar y cumplir.
¿Lo sabías?

¿Qué conoces de Noaj?
¿Qué mandamientos noájicos estás cumpliendo?
¿Qué tan desviado estás de la Buena Senda, de los Siete Mandamientos Fundamentales?

Ven, acércate a FULVIDA para seguir creciendo en la identidad espiritual que el Padre Celestial te ha dado.
Tienes un mundo completo que desarrollar, mucho Shalom para construir.
Esa es tu misión, es tu herencia, es tu perfección.

Te espero, para que sigamos compartiendo juntos el andar por la Buena Senda.

La palabra que revela

El habla de una persona suele revelar lo que ésta guarda en su corazón.

Cuando la persona difama, murmura, va con habladurías, está mostrando (a quien sabe ver) que su corazón está corroído por la envidia, la mala pasión, el ánimo perverso.

Cuando de su boca constantemente salen insultos, maldiciones, palabras provocativas, está manifestando que se quiere muy poco a sí misma, y por tanto no alcanza a amar o siquiera respetar al prójimo.

Si su voz menciona a Satanás, infierno, castigo y otras cosas por el estilo, ciertamente que está demostrando lo que está en el centro de su vida. Aquello a lo que presta atención. Lo que motiva su conducta y sus palabras.

Si su aliento se llena de «no puedo», «soy un fracasado», «me siento mal», y en esa onda derrotista-pesimista, ¿acaso está señalando que se siente con las fuerzas como para ser un verdadero triunfador, un bendecido por el éxito?

En ocasiones la persona tiene una necesidad profunda e inconsciente de escuchar el eco de lo que su corazón guarda, pero que no se atreve a pronunciar.
Entonces se congrega en lugares en donde los «pastores» de cada 100 palabras que vomita 98 son en sintonía con: pecado, maldición, infierno, hoguera, castigo, hijo de Satanás, hereje, etc.
Se reúne con burladores y maledicentes.
Es espectador y cómplice de programas de chismes en la tele.
Le encanta insultar, pero se escuda en la palabra soez escupida por otro.

Medita, querido hermano noájida, ¿cómo hablas?
¿Qué dices?
¿Qué voces llenan tu boca y sacuden tu entorno?
¿Qué haces oír a los demás y oyes tú mismo?
¿Qué revelan de tu intimidad las palabras que emites?

¿Llenas tus días con voces luminosas?
¿Cuántas veces por día dices: gracias, por favor, permiso, bendito, alegría, puedo, alabado sea el Eterno, si Dios quiere, bondad, justicia, verdad, solidaridad, ánimo, construir, perdonar, disculparse, comprometerse, responsabilidad, amor, respeto, edificar, crecer, confiar?
¿Cuántas de las palabras anteriores las dices por compromiso, o como una muletilla inconsciente?

¿Qué revelan de ti las palabras que te rodean cual océano?

Haz un simple y educativo ejercicio.
Cada hora lleva la cuenta de las palabras que dices y que oyes.
Para esto toma una hoja de papel y un lápiz, o ten una libretita contigo, escribe las palabras significativas que has dicho en la última hora, o aquellas que has escuchado.
Al final de la jornada evalúa el contenido de tu corazón, la sinceridad de tu vida, la luminosidad de tu alma.

Te doy ánimo para que lo intentes, si quieres me comentas luego cómo te ha ido.

Quiera el Eterno darte orientación para que puedas ser un verdadero constructor de Shalom.

Resp. 139 – Palabra rota

Shalom!
Hola, de ante mano quisiera felicitarlo por la pagina que tiene, la verdad me ha sacado de muchas dudas importantes que han cambiado radicalmente mi manera de pensar y actuar en la vida.

Hace como un año hice un juramento a Di-s, fue un juramento que hice sin pensar en ese momento y pues ahora me he dado cuenta que se me dificulta un poco y la verdad ya lo he violado varias veces; quisiera saber, como liberarme de el?.
Por su tiempo, gracias.

Que Di-s lo bendiga con larga vida llena de alegria!
Yessica Miguel Chavez

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Res. 138 – Material de espiritualidad

shalom
saludos reciban de mi parte les envio este mail con el fin de que me saquen de la sigute duda un noajico puede leer la biblia a falta de el talmud o la tora con el fundamento de poder tener mas guia espiritual

me refiero a utilizar el viejo testamento como guia espiritual (de cierto modo )¿sera posible?

de antemano agradezco su atencion

atte
luis zarate
cartagena colombia

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Resp. 137 – El poder del arrepentimiento

Estimado Sr

¿Qué debemos hacer los noájidas tras una transgresión de uno de los preceptos? Es decir, para volver a estar en paz con Dios, dado que no tenemos un sacramento tipo confesión católica.

Atentamente,

J.barcenas,
profesión: auxiliar administrativo
España

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La puerta de papá

Papá siempre quiso tener una puerta para él solo y se compró una con marco, base y picaporte y la plantó en medio del patio.
Y aunque trató de que fuera exclusiva, no pudo. Él nada más la usaba los domingos y un domingo dejó de usarla. En apenas mes y medio, gracias a la lluvia y a las gallinas que la empleaban como dormitorio cuando hacía calor, la puerta se puso mustia, se encorvó un poco y dejó de calzar en el marco. La pintura fue desapareciendo y dejando huequitos sin ella, hasta que se marchó por completo.
Entonces la adoptamos los niños.
Cuando papá vio que nos servía para ir del más acá al más allá, para viajar al pasado y al futuro, para entrar por un lugar del mundo y salir por otro y para asomarnos a las cosas que no sabíamos, agarró sus herramientas y la reparó. Después la pintó, le mandó a poner un techo y la disfrutó con nosotros para ir al fondo de los mares, para saltar de planeta en planeta en el sistema solar, para desplazarnos de un órgano a otro en el interior del cuerpo humano y para viajar entre los sueños.

(Cuento de Armando José Sequera)

La tatarabuela Felicia

La tatarabuela Felicia fue la mujer de mayor temple de la familia.
Era muy inteligente y bella según los cuentos del tío Ramón Enrique y un retrato que cuelga en la sala.
Un día, en medio de una de las tantas guerras y revoluciones que hubo en el país en los últimos años del siglo XIX, unos soldados pasaron por la casa de la familia y como los hombres no quisieron incorporarse a su ejército decidieron matarlos.
Antes de hacerlo, los soldados les dijeron a las mujeres de la casa que podían irse con lo que llevaran encima, que con ellas no se meterían.
Por idea de la tatarabuela Felicia cada mujer salió cargando a su marido, a su hermano, a su padre o a su hijo y entonces los soldados, se quitaron las gorras, se rascaron las cabezas y se fueron para siempre con las caras rojas y los corazones chiquiticos.

(Cuento de Armando José Sequera)

Cuando la tía Estrella dejó de nuestra esclava

Un día en que no había clases me desperté muy temprano con la idea de hacer una tarea sobre la esclavitud y como la única persona despierta en la casa era la tía Estrella, le pregunté: -Tía, ¿Cuánto trabajo tenían los esclavos para hacer?
La tía no dijo nada, pero sí me indicó que la siguiera, doblando y moviendo hacia ella su índice derecho.
Desde entonces hasta varias horas más tarde, la tía preparó el desayuno y adelantó algunas cosas del almuerzo; hizo el pan del día; barrió y limpió la casa; regó las matas; le dio de comer a los animales; sirvió el desayuno; recogió y fregó los platos; arregló las camas de sus hijos y sobrinos; lavó la ropa que habíamos ensuciado el día anterior; preparó el almuerzo; planchó la ropa que descolgó de las cuerdas para dar cabida a la que había lavado un rato antes; pasó un plumero sobre los muebles; hizo una torta de chocolate para la merienda de esa tarde; sirvió el almuerzo; recogió nuevamente y fregó los platos otra vez.
Cuando se disponía a coser la ropa del tío Ramón Enrique y estaba eligiendo los ingredientes para la cena, me eché a llorar y le dije que no quería que siguiera siendo nuestra esclava.
En ese momento llegó el tío Ramón Enrique y, cuando supo la causa de mi llanto, se puso rojo como las cayenas del patio.
Esa misma tarde nos repartimos las labores de la casa y aunque el tío Ramón Enrique, mi hermano Gustavo, mis primos y yo rompíamos platos, cocinábamos mal y hacíamos muchos desastres involuntarios, la tía Estrella nos dejaba hacer y decía:
-Nadie nace sabiendo y nadie aprende sin equivocarse.

(Cuento de Armando José Sequera)