Por Carmen Hermoza y Juan Mayorga
Como mencionamos en la parte 1, un requisito básico para poder presentar ante otra persona el conocimiento de las Siete Leyes Universales es apreciarlas en su real dimensión, con su belleza, flexibilidad, sensibilidad, racionalidad y tolerancia. Más aún, si quien habla sobre el Código Noájico es (él mismo) un gentil observante, entonces es indispensable un par de ingredientes adicionales que son esenciales:
- un orgullo sano por su propia observancia;
- un dominio apropiado sobre el tema.
Si usted no tiene estos dos ingredientes – quizá porque es muy reciente su apego a las Siete Leyes o porque está «enganchado» todavía con la idea de hacer la conversión al Judaísmo, no sufra por verse imposibilitado de presentar con efectividad el legado de Noaj a sus parientes, vecinos, amigos, etc. Nadie se va ir a algún (inventado) infierno, ni se va a perder. Estos son conceptos cristianos y no tienen nada que ver con el Monoteísmo. Ocúpese primero de lo que le corresponde a usted y luego, con el tiempo y si Dios lo permite, usted podrá ayudar a otros. Cuando las aeromosas dan las instrucciones de seguridad para el vuelo, indican que «en caso de despresurización de la cabina caerán de la parte superior unas mascarillas conectadas a surtidores de oxígeno; póngasela con cuidado, asegúrese que funciona y entonces podrá ayudar a otros pasajeros». Seguir leyendo Hablando de las Siete Leyes (parte 2)