El Sr. Jones pasea nerviosamente en la sala de espera de un hospital de maternidad, en cuyo interior, su esposa está dando a luz a su primer hijo. De repente, la puerta se abre y el médico aparece. «Sr. Jones, tengo buenas noticias y malas noticias. La buena noticia es que el nacimiento se ha desarrollado sin contratiempos. La mala noticia es que su hijo tiene una condición que va con el tiempo va a causarle la muerte».
El Sr. Jones está choqueado. «¡Esto es terrible! ¿Qué podemos hacer?».
«Me temo que no se puede hacer nada», responde el médico. «No se ha encontrado una cura. Y los científicos han abandonado la esperanza de encontrarla. Su hijo definitivamente va a morir».
«Oh no…», dice el Sr. Jones, «¿Cuál es el nombre de esta condición?».
«Vida», responde el médico. «La vida».
El Rebe Schneerson (de bendita memoria) decía: “El mundo dice, el tiempo es oro, yo digo el tiempo es vida”.
Si en este instante nos pusieran a analizar que es más importante, una libra de oro o un minuto de vida, creo que no lo pensaríamos mucho. El tiempo nos puede dar oro, pero el oro no nos puede dar ni un minuto. Y lo más triste de todo esto es que entendiendolo y aceptándolo continuamos perdiendo el tiempo (hablando tonterías, viendo malas noticias en tv, novelas, teleseries, partidos, etc.).
Pero hay una forma camuflada y peligrosa de perder el tiempo, una forma que muy pocos la percibimos; y es estando ocupados en lo que creemos es productivo; cuando sentimos que estamos ocupados tenemos una sensación de que estamos haciendo algo pero muchas veces estamos perdiendo mucho; estoy seguro que en la lápida de nuestra tumba (que vivamos hasta los 120 años con la ayuda de D-is) no va a decir “hizo muchos arreglos” ó “gano muchos clientes”, «apoyo mucho a su equipo», etc. ¿No creen acaso ustedes que hay algo más importante en la vida que estar ocupados?
Una persona de 30 años ha vivido aproximadamente 350 meses, 1500 semanas, 10900 días, 260 000 horas, etc. Ser robots con rutinas programadas y pasar soñando solamente nos acerca a la muerte de forma vacía, y esa no es la idea, la vida es para llenarla. Encuentra algo para crecer, ponte una meta, cambia un hábito, cambia lo que hablas, no existe límite si de verdad quieres aprender a aprovechar el tiempo.
Al describir la vida de Abraham, la Torá dice: «Estos son los DÍAS de los AÑOS de la vida de Abraham» (Génesis 25:7). Nos enseñan los sabios que en una persona común y corriente el crecimiento se mide con los años, pero en alguien especial, alguien que de verdad quiere hacer diferencia (como nosotros los noájidas) el crecimiento se debe ver a diario, aprovechando al máximo cada segundo.
Abraham nos deja una enseñanza, hacer que tus días cuenten, que el tiempo no pase, que tu pases por él, podemos hacerlo y sé que lo vamos a lograr, sigue adelante, el reloj está avanzando. Y recuerda que el que mata el tiempo no es un asesino es un suicida.
Shalom y felíz setimo día.