Si buscas en la Torá los Siete Mandamientos Fundamentales enunciados en
una lista detallada, como el del Decálogo por ejemplo, no lo
encontrarás.
¿Por qué no?
Al menos por dos motivos.
El primero, es que los Siete Mandamientos Universales fueron ordenados
por el Eterno muchos siglos antes de que Él dictara la Torá y la
entregara a Israel.
Era un código de vida conocido y practicado muchísimo tiempo antes de que hubiera un texto de la Torá.
El segundo motivo es que la Torá, como sabes, fue dada por el Padre Celestial a Israel, es propiedad y herencia de la nación judía.
Por tanto, sus textos son para los judíos, sus relatos tratan esencialmente de la nación judía, los mandamientos enumerados en ella son para judíos, su propósito es servir de guía de vida a los hijos de Israel.
Tal como claramente quedó escrito:
«Moshé [Moisés] nos prescribió la Torá, es heredad de la congregación de Iaacov [Jacob].»
(Devarim / Deuteronomio 33:4)
De los hijos de Iaacov, de los judíos, de nadie más.
Tal es la decisión del Eterno, que todos Sus hijos (las personas) debemos respetar.
Por tanto, tú querido hermano noájida, NO debes considerar que la Torá es de tu propiedad, como NO consideras que la casa del vecino es tu casa.
A cada cual le toca su justa y correcta porción, según Voluntad de Dios, y debemos alegrarnos y gozar por ello.
Según aprendemos de lo que está escrito:
«Cuando el Altísimo repartió heredades a las naciones, cuando separó a los personas, estableció las fronteras de los pueblos según el número de los Hijos de Israel.
Porque la porción del Eterno es Su pueblo; Iaacov [Jacob] es la parcela de Su heredad.»
(Devarim / Deuteronomio 32:8-9)
Así pues, no hay lista de los mandamientos noájicos en la Torá, porque la Torá no es para los noájidas, sino para los judíos.
Tal como no hay leyes uruguayas en la Constitución brasileña.
¿Estamos de acuerdo?
Sin embargo, en otras ocasiones mostramos el origen de los Siete Mandamientos Fundamentales en la Torá.
Especialmente se manifiestan en los relatos concernientes a los primeros tiempos de la humanidad, en la época en la cual no existía Torá revelada, porque tampoco existía pueblo judío.
Ahora, quisiera demostrarte cómo podemos verlos en un breve e intenso párrafo de la Torá, que narra con exactitud el momento en que el Padre Celestial sella la alianza noájica, con Noaj/Noé y sus descendientes.
«Entonces Elokim bendijo a Noaj [Noé] y a sus hijos, y les dijo: ‘Sed fecundos, multiplicaos y llenad la tierra.
El temor y el miedo de vosotros estará en todos los animales de la tierra, en todas las aves del cielo, en todo lo que se desplaza en la tierra y en todos los peces del mar. En vuestras manos son entregados.
Todo lo que se desplaza y vive os servirá de alimento. Del mismo modo que las plantas, os lo doy todo.
Pero no comeréis carne con su vida, es decir, su sangre
Porque ciertamente por vuestra propia sangre pediré cuentas. Pediré cuentas a todo animal y al hombre. Yo pediré cuentas a cada uno por la vida del hombre.
El que derrame sangre de hombre, su sangre será derramada por hombre; porque a imagen de Elokim Él hizo al hombre.
Sed vosotros fecundos y multiplicaos. Reproducíos en la tierra y multiplicaos en ella.’
Entonces Elokim habló a Noaj [Noé] y a sus hijos con él, diciendo: ‘He aquí que Yo establezco Mi pacto con vosotros, con vuestros descendientes después de vosotros»
(Bereshit / Génesis 9:1-9)
Ahora, veamos los Siete Mandamientos en este párrafo.
1- No comer partes de animal con vida, porque está dicho que no se coma carne con vida.
2- No asesinar, porque dice que el Eterno pedirá cuentas del que derrame la sangre de una persona.
3- No servir a dioses que no son el Eterno, porque éste es un pacto que Él sella con la humanidad. No dioses ajenos, no otros personajes, sino directamente Él quien manifestó Su Voluntad a Noaj y sus descendientes, por lo cual, le deben fidelidad únicamente a Él.
4- No maldecir al Eterno, porque, ¿cómo se puede atrever la persona a hablar en contra de Aquel que le da vida, dominio y poder?
5- No mantener relaciones sexuales ilícitas (básicamente: adulterio, homosexualismo, bestialismo), porque el Eterno bendice para que las personas sean fecundas y se multipliquen, pero además que los descendientes tengan conciencia de quienes son sus progenitores, ya que está dicho «con vuestros descendientes después de ustedes».
6- No robar, pues solamente nos pertenece aquello que «en nuestras manos es entregado», no lo que pertenece a otros.
7- Establecer organismos legislativos y de justicia, porque para hacer aplicar los otros mandamientos y regularlos es indispensable que existan institutos sociales al respecto. Cuerpos legislativos, cortes de justicia, alguaciles de la Ley, etc.
Así puedes ver con simpleza, sin complicadas elaboraciones ni forzados intentos de demostración, la belleza intrínseca de los Siete Mandamientos Universales.
Como último detalle, quizás alguien pudiera argumentar que estos mandamientos estaban bien en otras épocas, en un «antiguo pacto o testamento», pero que hubo alguna radical modificación que los convirtió en caducos.
Alguien quizás pudiera decir que los noájidas no tienen porque seguir estos mandamientos en la actualidad.
Pero, la respuesta la ha dado el Eterno, quien estableció:
«Ésta será la señal del pacto que establezco entre Yo y vosotros, y todo ser viviente que está con vosotros, por generaciones, para siempre»
(Bereshit / Génesis 9:12)
Para siempre, ha dicho el Eterno.
Mientras exista la humanidad existe el deber de conocer y vivir de acuerdo a estos Siete Mandamientos Fundamentales.
Nada, ni nadie, lo puede modificar o cancelar.