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El consejo diario 142

Una de las primeras preguntas que el Juez le hará cuando llegue al «otro lado», en la vida eterna, será: «¿Cumpliste tu parte del pacto noájida?»

Si dice que sí (y no puede mentir), entonces sentirá un enorme placer, indescriptible, pues su vida tuvo sentido, ya que cumplió la misión que Dios le dio.

No le preguntarán si habla en hebreo, si leyó historia israelí, si siguió rituales judaicos, si anhelo ser judío, si andaba afanoso detrás de la identidad judía (que o le es propia).
No le premiarán por ser una sombra judaica, ni un adepto a (alguna especie de) judaísmo.

Le retribuirán por su fidelidad al pacto noájico.

¿Esta haciendo su parte del pacto noájida actualmente?

Sopa de pollo para el noájida

¿A quién no le gusta una buena sopa de pollo?

Se cuenta que una vez un monje en una lejana montaña encontró un pollo, lo cazó, lo arreglo y se hizo una sopa que le cambió la vida.

Bueno, en esta ocasión no se trata de historias trascendentales que tienen el poder de cambiar su vida y hacerle olvidar su pasado para que redefina lo que otros dicen que usted es.

Esta vez se trata de eso, de sopa. ¿Tomar o comer sopa de pollo? He ahi el dilema.

Por qué no se toma el tiempo de prepararse una buena sopa, invitar a su familia, sus amigos, o sus enemigos y servirles una buena taza de sopa bien caliente. Luego en el transcurso de la comida, deje que los temas afloren: sueños, planes, proyectos, quejas, dolencias, problemas, dudas, inconformidades, etc.

¿Y luego que?

Pues hable de sus temas. Hable de lo que ha leido aqui. Hable de lo que ha escrito aqui, lo que piensa luego que lee las publicaciones de este lugar.

Y si el tema se pone bueno, sirva más sopa de pollo. ¡Incluso si quiere hable de Fulvida!

Precio de una sopa de pollo: No sé. Sopa de pollo para el noajida: no tiene precio.

¿Donde esta D-is?

“Usted perdone”, le dijo un pez a otro, “es usted más viejo y con más experiencia que yo, y probablemente podrá usted ayudarme. Dígame: ¿dónde puedo encontrar eso que llaman océano? He estado buscando por todas partes, y no he podido encontrarlo”.
“El océano respondió el viejo pez, es donde estás ahora mismo”.
“¿Esto? Pero si esto no es más que agua…Lo que yo busco es el océano”, replicó el joven pez, totalmente decepcionado, mientras se marchaba nadando a buscar en otra parte.
Somos tan parecidos a ese pequeño pez, día a día nos encontramos buscando como acercarnos a D-is, como sentir más espiritualidad, como darle más sentido a nuestra vida. Y buscamos y buscamos sintiéndonos cada vez mas decepcionados, desilusionados, preocupados; bajando así nuestra auto estima y aumentando nuestro grado de ansiedad y stress.
Y todo esto solamente por una cosa, porque no entendemos que la mejor forma de acercarnos a D-is es por medio de lo que nos rodea. En nuestra familia, nuestro trabajo, al comer, al estudiar, al ver futbol, al hacer ejercicio; en fin, en todas y cada una de nuestras acciones simples y comunes de todos los días.
Por favor, no pienses que Hashem quiere 5 horas de rezo diario, o que desea que medites en la existencia del universo todo el día, ni que busca que des todo tu dinero para los pobres, o que pases en el hospital con los enfermos todos los fines de semana.
Curiosamente no fuimos creados para buscar a D-is, fuimos creados para dejar de buscarlo; no hay nada que buscar, solo tienes que saber contemplar lo que te rodea, abrir tus ojos y mirar. Y cuando menos te das cuenta no puedes dejar de Verlo. En tu pareja, tus hijos, en ese compañero que te molesta, en el trafico que no te deja avanzar, en el gol que le anotan a tu equipo favorito. En Tooodas y cada una de las situaciones de tooodos y cada uno de nuestros días esta El, poniendo su bondad y guiándonos hacia lo que es mejor para nosotros.
Abramos los ojos, el Amo del Universo esta frente a nosotros, solo necesitamos verlo.

Resp. 279 – De pecados, dogmas ajenos y redención

azul0305 nos consulta:

1- Sabemos que los mandamientos están para honrar a D-S, honrar la vida.
2- Me pregunto existen los pecados como tal?
3- En el catolisismo existen los pecados beniales y mortales.
4- Siete pecados capitales. Cómo es esto acá?
No me queda claro este tema.
azul0305

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La hija del rey detrás de sus máscaras

La hija del rey estaba acostumbrada a todos los placeres. No conocía privaciones, solamente placer y goce.
De tanto bien gratuito, ella ya no tenía noción de la bondad que su padre le proveía constantemente.
Todo lo bueno, lo excelente, le era por completo insípido.
Pero además, cuando se detenía a reflexionar en su situación, se sentía un tanto disgustada, o quizás humillada.
Ella veía a los demás hacer algún esfuerzo para alcanzar alguna compensación, alguna retribución por sus actos.
Pero ella, no hacía nada, solamente recibía y recibía gratuitamente, constantemente, sin gusto sin satisfacción real.
El rey, que además de poderoso y bondadoso, era sabio, decidió darle a su pequeña hija un remedio para su absoluta falta de sentido de vida.
Por lo que la llevó a una apartada tierra, en donde la dejó al cuidado de una familia muy humilde, gente que con penurias alcanzaba a producir su sustento.
Al comienzo la niña real no entendía nada de lo que estaba sucediendo.
Ni podía compartir sus sentimientos, pues el idioma le era por completo ajeno.
Atinaba solamente a llorar, a revolverse, a buscar un poco de cariño y nutrición de parte de su nueva familia.
De a poco ella fue aprendiendo a comunicarse, a expresarse, a vincularse, a actuar de una manera diferente.
En el fondo sabía que no pertenecía a ese lugar, que ella era un princesa, que su padre era un poderoso rey, que podía tener todos los bienes en un santiamén; pero la realidad actual era otra, y así vivía, añorando otra vida pero haciendo lo necesario para vivir ésta que tenía.
La niña fue creciendo, las experiencias, la liviandad de la memoria, vaya uno a saber qué, le fue desdibujando su recuerdo, ya no sabía tan claramente quien era en realidad. A veces le parecía un sueño, una fantasía infantil, el creer que era de otro lugar, que era una princesa.
Cuando llegó a adulta, ya ni siquiera le cruzaba por la mente esa pueril imaginación, y si alguien insinuaba que ella era una princesa, se reía sinceramente, pensando en lo tonto de esa suposición.
Se llenó de máscaras, de identidades que le cubrían su verdadera identidad, de nombres, de roles, de lugares, de deseos. Se cubrió con innumerables ropajes y disfraces, todos los cuales eran parte de su vida actual, pero que solamente servían para encubrir a su verdadera identidad, a esa más profunda, a esa que solamente podía ser escuchada en la más estática de las quietudes.
El tiempo siguió pasando.
Ella era sus máscaras, era aquella que luchaba por no ser.
Hasta que un buen día, no sabemos cómo, fue el encuentro con el padre, con el rey.
El le confirmó su verdadera identidad, le reveló su Yo Auténtico.
Le costó horrores a la hija del rey desprenderse de esos otros yoes, de esas caretas que tapaban su cara.
Es que ella ya no tenía ni remota idea de quien era en su esencia más perfecta.

El rey es el Eterno.
La hija del rey, es nuestro espíritu puro, intachable, eterno.
La familia que la adopta, es nuestra familia que nos concibe, engendra, cría, sostiene en Este Mundo.
Las máscaras son esas cosas que hacemos en la vida, que suponemos que son nuestra identidad, pero que solamente están tapando nuestra esencia más exacta, la espiritual.

Tenemos chance de reencontrar el camino a nuestro ser.
Podemos encontrar esa tenue voz que nos habla desde nuestro interior.
La chispa divina que nos conecta constantemente con el Eterno.

Es cuestión de irnos despojando de esas falsas identidades, que fuimos aprendiendo a llamar «yo».

La hija del rey aprende a cocinar

La hija del rey estaba acostumbrada a todos los placeres. No conocía privaciones, solamente placer y goce.
De tanto bien gratuito, ella ya no tenía noción de la bondad que su padre le proveía constantemente.
Todo lo bueno, lo excelente, le era por completo insípido.
Pero además, cuando se detenía a reflexionar en su situación, se sentía un tanto disgustada, o quizás humillada.
Ella veía a los demás hacer algún esfuerzo para alcanzar alguna compensación, alguna retribución por sus actos.
Pero ella, no hacía nada, solamente recibía y recibía gratuitamente, constantemente, sin gusto sin satisfacción real.
El rey, que además de poderoso y bondadoso, era sabio, decidió darle a su hija un remedio para su absoluta falta de placer, a causa de recibir de balde todo, a causa de tener todo.
Por lo que le buscó un hombre que la desposara, junto al cual la joven hija del rey aprendería el valor del bien, se instruiría en degustar lo bueno y quitaría el peso de la vergüenza de su ser.
Encontró un joven muy activo, atento, dispuesto a complacerla. Pero la cualidad especial que lo distinguió, a ojos del rey padre, era que el joven provenía de una familia extremadamente pobre.
El rey puso una cláusula en el contrato matrimonial, por la cual se estipulaba una mínima suma de dinero para la pareja, sin acceso a la ingente fortuna en su poder.
Fue la fiesta de esponsales, pasaron a convivir y el joven trató de darle dicha y felicidad.
Pero dependían del trabajo del joven, ya no de la inmensa fortuna del rey.
Él joven la proveía de todo lo que alcanzaba con su trabajo, no pasaba hambre ni angustias, pero lejos estaban las épocas de plenitud, de delicias constantes, de todo lo bueno al alcance de la mano.
Por supuesto que la hija extrañaba aquella vida ociosa y casi perfecta en el palacio, pero ahora encontraba que su pan era más sabroso, especialmente el pan que ella misma amasaba y horneaba para su marido.
Llegó el día en el cual la hija visitó al rey en su palacio.
Ahora los manjares eran degustados completamente, integralmente. Ya no pasaba vergüenza por recibir del padre, ya no estaba desganada ante los placeres.
Por el contrario, ahora sabía, comprendía, se compenetraba del valor de cada bondad, del dulce sabor de cada gozo.
Pero inigualable placer le dio cuando su padre elogió el postre que ella misma había preparado, sin la calidad del chef del palacio, pero con todo el esfuerzo y amor del que desea agradar a quien ama.

El rey, es el Eterno.
La hija del rey es nuestro espíritu.
El marido pobre es nuestro cuerpo terrenal.
Cuando el espíritu se funde con el cuerpo, durante el período de vida terrena, es cuando el espíritu aprende el valor del bien perpetuo que recibirá en el Paraíso, es cuando actúa de modo tal de obtener su gratificación sin humillación.

Venimos al mundo a trabajarlo, a construir Shalom, a ser siervos leales del Padre Celestial.
Venimos al mundo para aprender a gozar de lo permitido.
Venimos al mundo para adquirir placer sin humillación, merecido, justo, a través de nuestras acciones.

Quem Ajuda Quem

Queridos noájidas,

penso que  quando ajudamos alguém, ajudamos primeiramente a nós próprios. Se HaShem coloca alguém em nossa vida,  alguém para que ajudemos a essa pessoa, na verdade, penso eu, HaShem está nos dando uma chance de fazer algo muito bom. Portanto, isso aqui é uma via de mão dupla, onde quem ajuda é ajudado por aquele a quem ajuda. E quem é ajudado, por sua vez, deve ser ser grato a quem o ajudou, da mesma forma que Moisés foi grato ao Egito.
Portanto, de minha parte, quero agradecer a todos aqui…Quero manifestar o meu apreço e carinho a todos…A todos, sem nenhuma exceção…Não citarei nomes pois não há necessidade( tudo estámuito claro), mas, de uma vez por todas, meu carinho e amor a todos vocês, inclusive aos que porventura eu tenha discordado publicamente ou reservadamente.

Cada um terá de acordo com o que fez – e quem sou eu para discordar.

Shalom LeKulam

La hija del rey y su pobre marido

La hija del rey estaba acostumbrada a todos los placeres. No conocía privaciones, solamente placer y goce.
Llegó el momento de encontrar marido.
El rey le buscó un hombre que la complementara.
Encontró un joven muy activo, atento, dispuesto a complacerla. Si bien era extremadamente pobre, era buena persona.
Fue la fiesta de esponsales, pasaron a convivir y el joven trató de darle dicha y felicidad, pero no conseguía cómo.
Todo lo que intentaba no sacaba de su desgano a la hija del rey. Comidas exquisitas, bebidas estupendas, bailes, salidas, regalos, paseos, nada satisfacía a la hija del rey.
El joven esposo fue a consultar a los sabios, quienes le respondieron: Nada de lo que hagas dejará contenta a la princesa, pues ella proviene de un plano diferente al tuyo, nunca llegarás a comprenderla ni complacerla.
El pobre joven quedó mortificado, apagado, ya no quería nada… él tampoco estaba complacido ahora con la vida.

La hija del rey es nuestro espíritu.
El joven esposo es nuestro cuerpo.
Ninguno de los placeres del cuerpo llega a satisfacer a la princesa.
Por más cosas terrenales que intentemos, no conseguiremos dar placer a nuestro espíritu. Pues la hija del rey se complace solamente con las cosas del Palacio del Rey.
Si tratamos de alegrar nuestro espíritu con materialismo, terminaremos angustiados, hastiados, asqueados incluso físicamente.

Por eso, el consejo de los sabios es: goza de lo permitido y apártate de lo prohibido.
Dale gozo a tu cuerpo, dentro del marco de los mandamientos.
Pero dale al espíritu el placer que le corresponde: bondad, justicia y fidelidad al Eterno por medio del cumplimiento de los mandamientos que te corresponden.

La unión hace la fuerza

En una reciente lectura de Torá nos encontramos con el siguiente pasaje:

«Moab tuvo mucho temor del pueblo, porque era numeroso, y se aterrorizó Moab ante los Hijos de Israel.»
(Bemidbar / Números 22:3)

Lo interesante para resaltar en este momento del verso es que está mencionado el pueblo en singular. Debiera decir: «porque son numerosos», pero expresa «es numeroso».

¿Cuál es el motivo para que se exprese en singular?

La respuesta que dan los Sabios es que el pueblo estaba unido, formaba una sola entidad. Eran muchos individuos, varias tribus, pero se ligaron fuertemente hasta formar una unidad.

Esta unidad les daba fuerza, poder, altura espiritual. Al punto que sus enemigos le temían grandemente, pues no tenían como vencer a la unidad del pueblo.

FULVIDA debe encontrar unidad, debemos movernos como una entidad única, con diversas filiales, con centros locales, con miles de asociados, pero identificados con un solo ideal, bajo un solo Dios, portando todos la misma bandera e ideología sagrada.
No con un ánimo hegemónico, no por temer a la crítica, sino por amor a la unidad, por necesidad de encontrar canales de fortalecimiento mutuo que nos convierta en una organización pujante, activa, renovadora, plena de vida y llena de sentido.
FULVIDA como motor y corazón del renacer noájida en la América latina. FULVIDA como marco para que otras organizaciones noájicas encuentren su expresión.
Que FULVIDA constantemente construya Shalom depende de todos, de ti también.

Sin excusas, sin demoras, sin otros planes.
Unidad para construir bajo las órdenes del Eterno.

Aprender de las plantas

En numerosas ocasiones y a lo largo de nuestra vida estamos expuestos a situaciones que nos tienden a enfadar, nos produce enojo e ira, nos hace discutir, pelear y hasta (Di-s libre) hacer cosas peores.

Pero tales cosas pueden ser controladas por nosotros; por ejemplo, el serenarse, tomar con calma las situaciones más adversas, no responder con agresión a una agresión, etc.

Pero podemos aprenderlo de varias formas, yo encontré una pensando en las plantas en general:

Al realizarse el proceso de fotosíntesis, la hoja toma del entorno lo necesario para obtener el alimento para crecimiento y desarrollo. Toma la luz del sol, también el dióxido de carbono (nocivo para nosotros), y el agua y sales minerales que la raíz toma de la tierra al ser regada, y la conduce por el tallo a la hoja.

En la hoja se realiza el proceso transformando estos agentes externos en materia orgánica necesaria para crecimiento y desarrollo de toda la planta. Además de esto, la hoja libera oxígeno, que es lo que necesitamos para respirar, purificando así el ambiente que la rodea. Vemos de paso, la importancia de las plantas, y de la Creación toda.

Nosotros también podemos hacer algo parecido, cuando nos llegan los elementos »nocivos» como el dióxido de carbono (las discusiones, situaciones de enfado, agresiones, etc.), tomarlos como las plantas lo hacen, pero también tomando alimento de nuestras raíces espirituales de noajismo, y tomando la luz que nos provee el Eterno con su amor y sabiduría infinitos; para luego emanar »oxígeno» o »aire puro», responder al mal de la manera más sabia y serena, para evitar caer en el enojo o ensuciar nuestra alma respondiendo agresión con agresión, y vivir tranquilos.

Hagamos pues como las plantas. Shalom.

Sebastián.