Quizás ya se ha escrito mucho sobre este tema, quizás muchos no creen necesaria la repetición de estos conceptos, sin embargo, yo creo que siempre es y será necesario recordar esto.
En reciente oportunidad, pasaba de canales y veía un programa católico donde un clérigo daba definiciones de la santidad y de los santos, notando lo que ese señor decía me puse a pensar: ¿Qué es la Santidad?, que según tenía entendido era la separación de algo/alguien para D’’s, para un fin ulterior. Y me puse a buscar y encontré lo siguiente:
La Palabra santo deriva de sanctus en latín, hagios en griego y kadosh en hebreo, y literalmente traduce: “Elegido por D’’s”.
No hay otro significado más puntual que éste, aunque en los diccionarios y enciclopedias puedan aparecer traducciones según la óptica cristiana, la condición de santo, para: tiempo, pueblo, persona, lugares/objetos, es derivada del literal significado: consagrado (especial, reservado, diferente, apartado del resto).
Siendo esto así, los únicos, como unidad nacional, “santos” son los hijos de Israel, especiales, reservados, diferentes y apartados para servir como Nación de Sacerdotes al Creador; sin embargo puedo suponer que, entre los demás pueblos puedan existir tiempos, personas y lugares santos, ya no con el fin para que fue escogido el pueblo de Israel, sino en otra medida.
Por ejemplo: Noé, en cierto momento fue santo, pues fue apartado por D’’s debido a su comportamiento diferente de los demás, aunque no fuera santo para “servir” ritualmente a D’’s, si lo fue para “servir” en la preservación de la vida, asimismo el año nuevo universal y los días séptimos (muy diferentes para los judíos y para los noajidas) serían días “santos”, pues, aunque no es obligación para nosotros “cesar” en estos días, si es conveniente darles importancia y aprovecharlos para abstraernos en la familia, las acciones solidarias, el arrepentimiento, la introspección, el perdón y la alegría. Igualmente podríamos creer que existen lugares santos, que nos son comunes con los lugares santos de Israel, como lo es Jerusalén, ya que ha sido apartada por D’’s de entre todos los montes para Su Adoración y Servicio Eternos, la única diferencia es que nosotros tenemos la oportunidad de peregrinar, más no de participar del servicio, que es exclusivo de los judíos.
Así pues podemos concluir esta parte en que la Santidad es para todos; en lo que diferimos es en el “para qué somos santos”, los judíos son santos para D’’s, diferentes de nosotros, en el servicio al Eterno, en Su camino y tránsito a la trascendencia, nosotros lo somos en otra medida, en la medida de traer justicia y paz a nuestras vidas, a nuestra familia, como individuos y no como colectividad, con fines objetivos y precisos y no rituales.
Ahora, ¿Qué hace “santos” a Jesús, Maria y todos los demás de la iglesia cristiana?, ¿Cómo se pueden considerar “santos” los feligreses de estas “sectas religiosas”?, ¿Cumplen acaso con los requerimientos que exige la “santidad”?, ¿Con qué derecho, dado por quién, se creen los herederos de lo que ya fue entregado a perpetuidad al pueblo judío?, a todas estas preguntas ellos no tienen una respuesta sólida y bien sustentada, todas sus respuestas son fundamentadas en mentiras y mitos que ni ellos están seguros, todas sus respuestas redundan en la figura absurda de “su” pseudo-mesías, todos sus argumentos se basan en el código canónico romano, una especie de ley inventada por ellos, sobre la base del derecho romano (código de leyes de ese pueblo) para “justificar jurídicamente” su status, sin contar con las cientos de encíclicas, y sínodos que realizaron papas y demás clérigos de dicha iglesia para “sustentar” con bases en miles de creencias ajenas a la verdad “su” doctrina, un doctrina que cada día se vuelve más obsoleta y sin sentido para quienes ya comienzan a sentir un llamado a la luz.
No fueron ni son actualmente “santos” todos aquellos proclamados por ellos como tales, ni lo pueden ser en el estricto paradigma noajida de santidad quienes acuden y siguen la doctrina de ellos, no poseen derecho válido de ser “sustitutos” o co-participes de la herencia milenaria hebrea.
Acérquese usted a la luz y verá como cambia (usted) su vida, traiga justicia y paz a su vida y a las vidas de otros (con sus acciones) y tal vez merezca ser tratado como nuestro patriarca Noé.