Pense que quizas a muchos le serviria una buena aclaracion de quien es el Satan, pero antes de ponerme a escribir y buscar informacion, les dejo un articulo ya listo y muy claro… para aclarar ideas, y para recordarlas…
Qué papel tiene Satanás, el diablo, los demonios para la religión judia?
Tienen existencia como personas?
Gracias por su atención.
Gracias por comunicarse.
El libro de Iyov / Job (caps. 1 y 2) nos presenta a un personaje del mundo espiritual, a uno de los numerosos enviados del Eterno (denominados en el lugar como «hijos de Elokim«), cuya específica y particular misión es fisgonear las acciones de las personas en la Tierra, y ser luego el acusador ante el divino Trono. Se lo señala como «satán», que es una forma de denominarlo en relación a su función, pues lehastín en hebreo es «acusar». Como verá, no es un nombre propio, sino el de una profesión.
La misma voz se utiliza para denominar al que está en contra, o es un adversario.
En este libro del Tanaj, es evidente que el satán -el acusador- no es una potencia contraria al Eterno, ni un ente maléfico, ni una persona que tienta e induce al mal, ni nada de lo que comúnmente nos venden los paganos como Satán (en mayúsculas), sino, un obrero de Dios. Un obrero de rango inferior, pues su sitio no está en el mundo espiritual, sino «recorriendo y andando por la Tierra» (Iyov / Job 2:2)
En el Tanaj en otras tres oportunidades se hace uso de este verbo de un modo que puede interesarnos al respecto de su consulta:
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«y el enviado de Hashem le dijo: –¿Por qué has azotado a tu asna estas tres veces? He aquí, yo he salido como adversario (lesatán), porque tu camino es perverso delante de mí.»
(Bemidbar / Números 22:32) -
«Después me mostró a Iehoshua [Josué], el sumo sacerdote, el cual estaba delante del enviado de Hashem; y satán [el acusador] estaba a su mano derecha para acusarle.
Hashem dijo a Satán [el acusador]: –Hashem te reprenda, oh satán [el acusador]. Hashem, quien ha escogido a Ierushalaim [Jerusalén], te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del fuego?»
(Zejariá / Zacarías 3:1-2) -
«Satán [el acusador] se levantó contra Israel e incitó a David a que hiciese un censo de Israel.»
(1 Divrei Haiamim / I Crónicas 21:1)
Expliquemos las tres citas brevemente.
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El enviado de Dios actúa como satán -adversario acusador-, ante aquel que por propia decisión decide andar por el camino del error. Y se interpone en ese camino, para refrenar el avance hacia el mal, o para desviarlo hacia un puerto mejor. Así que, en lugar de actuar en contra de los mejores intereses de la persona, está oponiéndosele para encaminarlo hacia el Bien.
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En este caso el acusador aparece en una visión profética en sueños del profeta Zejariá, y simboliza el error del Sumo Sacerdote Iehoshua (mencionado en el versículo) que teniendo a sus propios hijos desposados con mujeres idólatras no hizo nada para que enmendaran tal situación (Ezrá / Esdrás 10:18). Es decir, satán en esta cita, no es una persona ni un personaje, ni una entidad separada del nombrado Iehoshua, sino el símbolo del error o pecado que con su presencia estaba acusando al Sumo Sacerdote. El estigma del pecado, que porta la conciencia del pecador.
Para el que encuentra en el Tanaj un pozo de profunda sabiduría, comprenderá así que satán, es algo bastante diferente al cornudo de los cuentos infantiles. El satán está en nosotros, lo creamos nosotros… ¡para hacernos conscientes de nuestros yerros y que podamos enmendarnos! Sin satán, no hay conciencia del pecado… ¿se entiende la profundidad de esta aseveración? ¿Se entiende qué tan alejado estamos los fieles al Eterno de los idólatras que entronizan a personas, a cosas, o a demonios? -
Aquí tenemos en la voz satán a otra personificación de una de las fuerzas que mueven a los humanos. Nos recorren dos pulsiones básicas, una que tiende hacia el Bien (Ietzer hatov), en tanto que la otra pulsión nos incita hacia el error (Ietzer hará).
Es común corporizar -simbolizar- a esta última pulsión como el Satán. Si releemos la explicación «2», podremos quizás comprender la razón.
El Hombre, puede optar por andar por el sendero del bien o del mal. Al deseo por este último lo podemos representar como el satán, pues si erramos y nos extraviamos, nuestro error atestiguara en nuestra contra, nos señalara como lo hace un buen acusador, acusador que es el error que nosotros hemos generado, el acusador que proviene de nosotros. Error que si es remarcado, nos da la oportunidad de ser enmendado y de reparar lo reparable…
Ninguna de estas 3 citas contradice la primera del libro de Iyov, que presenta al satán como un ángel -enviado de Dios- pues si lee este artículo comprenderá que los ángeles son instrumentos, en ocasiones energías, en ocasiones acciones de las personas, personas como usted o yo.
Ahora bien, ¿existen personas que sean satán?
Si relee lo que hemos recién dicho, comprobará que sí, pero repito, el satán en realidad no está buscando nuestra perdición, sino al contrario, que nos elevemos sobre nuestras bajezas, que eludamos el corto sendero del mal, que retornemos hacia la esencia de todo lo que es correcto.
¿Esto hace del satán un buen muchacho, del cual es loable ser amigo?
No.
Ni buen amigo, ni deseable su compañía. ¿Para qué esperar caer en el error y de ahí recuperarnos, si podemos actuar con corrección desde antes?
Ya el más sabio de los hombres expresó:
«No entres en el sendero de los impíos, ni pongas tu pie en el camino de los malos.
Evítalo; no pases por él. Apártate (sté – de misma raíz que satán) de él; pasa de largo.»
(Mishlei / Proverbios 4:14-15)
Por último, demonios, al parecer existen. Son otro tipo de criaturas, al igual que el resto de lo existente son seres creados por Dios, y que cumplen algún papel en Su Obra. Por lo que parece, son en esencia habitantes de dimensiones o mundos paralelos al nuestro. Que no comprendamos su naturaleza o su modo de existencia (que nos podría resultar estremecedor o aberrante, si fueran como las películas nos los muestran según las fantasías de los autores), no los convierten en seres malvados, sino en entidades difíciles de definir, y de compatibilizar con nuestros estándares. (Dicho de manera más simple, un león que aterroriza a una aldea no es malo -ni bueno-, es meramente un león a-moral, que hace lo que está determinado genéticamente a hacer)
Quedo a las órdenes.
Tomado de Serjudio.com – Autor Yehuda Ribco
Se preguntaran que ando haciendo por ahi? (siendo gentil en pagina judia)… solo usmeando…