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A ver si te queda claro, EMUNÁ NO ES FE

El concepto hebreo EMUNÁ NO debe ser traducido jamás nunca como FE, al menos cuando de asuntos espirituales, de conexión con el Creador, se refiere.Pero, lamentablemente muchos cometen ese imperdonable error.¡Imperdonable!Pues, entre otras cuestiones, lleva a multitud de personas a confundirse y adquirir conceptos supersticiosos e idolátricos como si tuvieran relevancia dentro de marco de […]

Para recién llegados

Aparte de la Torá, hay un camino universal para toda la humanidad. Este camino contiene siete categorías básicas de mandamientos. Estas siete categorías de mandamientos proveen un fundamento ético y moral para la sociedad humana. Además, hay fuentes hebraicas que afirman que todos los seres humanos deberían cumplir con estos mandamientos puesto que son sugeridos por la razón humana y el entendimiento del corazón. (Introducción al Talmud por Rabbi Nissim Gaon).

Hay un número creciente de no judíos quienes estamos comprometidos con el cumplimiento de los preceptos de este camino universal. Somos conocidos como Benei Noaj – los hijos de Noé – puesto que los mandamientos fundamentales fueron reafirmados en la generación de Noaj, después del gran Diluvio.

Un antiguo sabio llamado Maimónides afirma que este camino universal fue luego reafirmado cuando la Torá fue dada en el monte Sinai. (Leyes de los Reyes 8:11). Los noajidas aceptamos que la Torá y sus interpretaciones fueron dados al pueblo judío en el Monte Sinai, por eso entendemos que el desarrollo integral de nuestra identidad depende en gran medida de las enseñanzas de los Maestros judíos autorizados y capacitados.

Quizás al igual que tu, la gran mayoría arrastramos con nosotros una pesada mochila llena de enseñanzas Cristianas. La gran diferencia es que en estos momentos esa mochila pesa cada vez menos, puesto que hemos elegido aceptar las enseñanzas de la Torá concernientes a la Unicidad de Dios, lo relativo al Mesías, el propósito del ser humano en este mundo, y otros asuntos relacionados. Nos consideran y nos consideramos verdaderos amigos del pueblo judío a nivel mundial, respetamos su identidad espiritual. A diferencia de muchos cristianos que buscan “convertir” al pueblo judío, nosotros los noájidas procuramos apoyarlos en su caminar espiritual.

Como amigos del pueblo judío, rechazamos cualquier forma de antijudaismo, y apoyamos todas aquellas ideas que procuren bienestar para la nación judía en su tierra Israel.

Muchos de los noajidas re-nacidos divinizaron a un hombre que vivió hace aproximadamente 2.000 años atrás, y muchos proclamaron que la única manera de acercarse a Dios era a través de ese hombre. Es un deber rechazar dicha creencia, y elegir seguir la verdad, la enseñanza original de Abraham y Sarah, quienes enseñaron a los seres humanos a rezar directamente a Dios. De hecho, todas las grandes figuras incluyendo Moshé (Moisés), Aarón, Miriam, Débora, David, Isaías, y Jeremías, rezaron directamente a Dios. Basta con leer alguno de los Salmos del Rey David para entenderlo.

Tristemente existen grupos que enseñan las raíces hebreas de la fe Cristiana. Ellos proclaman que esas raíces hebreas son necesarias para la humanidad. Sin embargo, desde la perspectiva de la Torá, quienes rezan directamente a Dios, tal y como lo hicieron los patriarcas, son los únicos que en realidad fueron a la “raíz” de su identidad espiritual, puesto que emulan a Abraham, Sara y a todas las grandes figuras bíblicas.

Es necesario recordar que “Hashem está cercano a todos lo que Lo llaman, a todos lo que lo llaman con sinceridad” (Salmo 145:18). Maestros de la Luz y la Verdad explican que Dios esta cerca de TODOS, sin miramientos de nacionalidad. En otras palabras, tú no necesitas ser judío para experimentar el amor de Dios.

A muchos nos dijeron que nuestra alma estaría eternamente condenada y que no entraría al cielo si no aceptábamos al personaje central del cristianismo como “Señor y Salvador”. Bueno, aquí has encontrado buena compañía, puesto que, desde el punto de vista de esos maestros cristianos, el pueblo de Israel no irá al cielo, y nosotros no rezamos ni consideramos a ese personaje como “Señor y Salvador” sino que recordamos la máxima: “Yo, solamente Yo, soy Hashem, y no hay Salvador fuera de Mi” (Isaias 43:11).

Debes aprender una antigua enseñanza:

“Los piadosos de entre las naciones tienen una porción en el Mundo Venidero”
(Tosefta –Sanhedrin 13:1)

“Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será firmemente establecido el monte de la casa de Hashem como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones.  Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Hashem, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Hashem. (Isaias 2:2-3).

Quiera el Eterno guiarte, bendecirte y protegerte en el desarrollo de tu identidad noájida.

Si quieres Torá…

Algunos por ignorancia, otros por rebeldía, otros por dificultad para modificar paradigmas mentales, otros por complacencia, insisten en tener parte de la Torá que Dios ha dado al pueblo judío.
A pesar de las claras evidencias, de los testimonios milenarios, de los versículos, de las enseñanzas de los Sabios, siguen insistiendo.
Perfecto, veamos entonces…
¿Qué es lo que quieren de la Torá?

¿Acaso cumplir con los mandamientos que aparecen en ella?
Resultaría muy extraño que los asumiera para sí un gentil (noájida), pues ante cada uno de ellos (no individualmente, pero si como colectivo) el Eterno afirmó sin menoscabo: «di a los hijos de Israel».
Es decir, si pretenden obtener para sí la Torá, y encontraran algún recurso legal para hacerlo, igualmente estarían ante un hecho consumado: los mandamientos son dados por Dios directamente para los hijos de Israel, no para los hijos de las naciones.

Ahora, si dijeran que a pesar de esta realidad, igualmente deciden hacerse cargo de esos mandamientos, haciendo de cuenta de que los han recibido (vaya uno a saber cómo) de parte de Dios, la cuestión sería: ¿Cuáles de los 613 mandamientos (que Dios ha dado a los judíos y no a los gentiles) se responsabilizarían y comprometerían seriamente a cumplir?
Porque, si con siete mandamientos se siente apabullados (y en su mayoría no los cumplen), ¿qué pasará cuando tengan sobre sí el deber de cumplir cientos de mandamientos?
¿Acaso comenzarán a escoger según deseo y gana del momento aquel mandamiento que asumen para sí?
Será muy patético ver a personas que (con toda buena intención) hacen de los mandamientos una feria, un circo, un mercado, en donde pasarán a escoger entre «la mercadería» para decidir (basados quién sabe en qué) aquello que creen que les conviene o les gustará hacer…
(Por supuesto que desoyendo la Voluntad de Dios, quien ya ha expresado que no hagan tal cosa…)

Ahora, como cualquier estudioso serio de las cosas de Dios sabe, la Torá escrita es solamente la punta del iceberg que es la Torá completa.
La Torá escrita vino acompañada intrínsecamente de la Torá oral, que desarrolla cada uno de los centenares de reglamentos que hacen al correcto cumplimiento de los mandamientos.
Allí en donde la Torá escrita menciona un mandamiento en dos o tres palabras, la Torá oral (dada también por Dios a Moshé para entregar como patrimonio y heredad a los judíos) detalla y prescriba centenas de pautas, reglas, condiciones, etc.
Que deben ser tomados en cuenta, a rajatabla, para llevar a buen término el cumplimiento del mandamiento.
Así pues, el gentil osado que se quiere hacer de la Torá (que ya sabemos que no es algo legal, pero estamos imaginando) deberá asumir también la carga de los miles de reglamentos que hacen del cumplimiento de la Torá un acto de lealtad al Eterno y no una mera actuación ridícula.

Por supuesto, habrá iluminados entre los gentiles que argumentarán que no desean los mandamientos, que eso se lo dejan a los judíos (obviamente, ¿quién en su sano juicio quiere asumir miles de responsabilidades dificultosas de cumplir?). Pero que toman para sí la guía moral y espiritual de la Torá.
Se quedan con el espíritu pero no con la letra.
Optan por tomar la parte deliciosa, pero no la trabajosa.
Ante esta muestra de desprecio hacia los dueños de la Torá y su Autor, ¿qué queda por decir?
Veamos, si recorremos las páginas de la Torá nos encontramos que hay unos 10 capítulos al comienzo de la misma que tratan de los comienzos del mundo y de la humanidad, y luego, todo el resto inmenso se trata acerca de los orígenes de la gran Familia judía, de historias familiares para los judíos pero ajenas para los gentiles. Se relata acerca del nacimiento de la nación de Israel, de sus peripecias, de sus aciertos, de sus errores, de su grandeza y bajeza. Se continúa en el resto del Tanaj, con precisas narraciones acerca del pueblo, de la tierra, de las costumbres, de los monarcas, de los pecados, de los extravíos, de los retornos, de las promesas, del pasado y del futuro… del pueblo judío.
Por tanto, el gentil atrevido que reclama la Torá, sin conocerla realmente, estará leyendo y releyendo una historia que le es en un 99% ajena, lejana, que no le incumbió ni le incumbe.

Eso si llega a captar algo, pues para entender el Tanaj es imprescindible estar munido de la Torá oral, con sus comentarios, elucidaciones, descripciones.
Aquel que lee Torá escrita sin la clave de la Torá oral, no puede descifrar nada (o casi nada) del verdadero sentido de los textos sagrados.

Así pues, más allá de reglas que hemos expuesto en este sitio, más allá de versículos que demuestran con meridiana verdad la potestad exclusiva del pueblo judío sobre la Torá, más allá de las palabras de los sabios, también tenemos el sentido común, que estipula que la Torá no es de los gentiles, ni lo será.

Como bien expresa la ley, recogida por Maimónides y citada por nosotros en otra oportunidad: el gentil que quiere tomar para sí el compromiso de los mandamientos de la Torá, que quiere estudiar Torá, hacer las festividades y el Shabat, etc., pues que sea honesto y digno, y que no profane lo sagrado que le es ajeno; sino que se convierta legal y formalmente al judaísmo. Que asuma para sí el compromiso de cumplir con los 613 mandamientos. Que se atreva a ser perseguido, masacrado, discriminado, exterminado solamente por ser judío.
Que se una a la familia judía por medio de la conversión REAL al judaísmo, y de ese modo podrá hacer eso que tanto dice querer.
Pero con honestidad, con sinceridad, con integridad, sin menoscabos, sin volteretas, sin egoismo.

El gentil que tanto quiere tener parte en la Torá, que se convierta al judaísmo, con TODO lo que eso implica. Todas las privaciones que tendrá, dificultades, humillaciones, desventajas variadas.
Que tome para sí todo, como corresponde.
O que deje de pretender lo que por derecho no le corresponde.

Pues, lo que le corresponde al noájida son los siete mandamientos universales.
Esos que sus antepasados desperdiciaron.
Esos que borraron de la memoria colectiva.
Pero que sobrevivieron gracias a la lealtad y fidelidad de Israel.
Esos mandamientos que resurgen hoy, para bendición y belleza de los noájidas, merced a los nobles judíos que comparten este recuerdo con sus hermanos noájidas.
El hecho de que el pueblo judío haya guardado el recuerdo del legado de los noájidas, en nada implica que los gentiles tengan parte en la Torá. Solamente tienen autorización para leer (estudiar con guía idónea) aquellas secciones que los retrotraen a una época en la cual todavía se conservaba fresco el recuerdo del pacto que Dios hiciera con Noaj y sus descendientes por toda la eternidad.
Solo ese pequeño fragmento de Torá es compatible con los noájidas, pues es lo único que les incumbe y atañe.

El resto… NO.

Pronto habrá comentarios iracundos, angustiados, temerosos, repetitivos, aburridos, fatigosos, revoltosos, amenazantes, huyentes… no es novedad. A la gente no le gusta cuando son puestos en su lugar… siempre buscan los pastos más verdes del vecino.
No suele la persona estar contenta con su porción, aunque ésta sea la que Dios ha designado con belleza, amor y sabiduría para los noájidas.

Además de la natural inclinación a desear lo ajeno, está la pesada mochila doctrinaria del cristianismo, que muchos siguen cargando. Por la cual siguen creyendo que tienen parte en Israel, o que son Israel, o que ya no existe diferencia entre judíos y gentiles, o que todos debemos hacer lo mismo, o que pueden y deben leer y predicar «la palabra», etc…. todas mentiras y falsedades que embotan el alma y el ánimo, llevan perdición y dolor.

En cuanto a mí, estoy tranquilo con mi porción y sabiendo que oriento en verdad y luz a mis amigos noájidas.
Quien quiera seguir el consejo, que lo haga.

Shalom y bendición.

Resp. 270 – Más del orden de los mandamientos

Gracias por su anterior respuesta, el siguiente (lea el link para que entienda mi primera pregunta) texto también me ayudo en mi esclarecimiento.
Me surgen dos nuevas dudas:
I. Me queda claro la orientación teocéntrica del orden maimodiano y la antropocéntrica/cronológica de Tosefta y el Talmud. Sin embargo, no alcanzo a comprender la razón del orden sefirótico/cabalístico respecto a los anteriormente mencionados (orden maimodiano y talmúdico).
*¿Este orden debe entenderse como un equilibrio entre la perspectiva teocéntrica y antropocéntrica?
II. En el Talmud aparece la siguiente «lista alternativa» de los siete preceptos universales (Tanna DEBE Menasseh):
1. No incurrir en idolatría.
2. No adulterio.
3. No asesinato.
4. No robo.
5. No comer parte de animal con vida.
6. No castrar a los animales.
7. No injertar especies vegetales distintas.
¿Por qué no se enuncia estos mandamientos como suplementarios (como pasa en otros pasajes) y en lugar de ello se los pone en el mismo estatus que no blasfemia y el mandamiento positivo de establecer cortes de justicia?
De antemano, le agradezco su respuesta.
Cesar Oncoy Bustamente, Perú

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Un código moral, para toda la humanidad

Somos partícipes y a la vez testigos de un nuevo clima emergente. En los últimos años apenas, los cambios radicales han barrido al mundo, mientras regímenes represivos cedían paso a una atmósfera de creciente conciencia moral en la esfera social y pólitica internacional.
Estas transformaciones son las que convierten a nuestro tiempo en uno oportuno para reflexionar acerca de las dinámicas de estos cambios y derivar así el estímulo e instrucción de cómo lograr mayores y más plenos efectos en estas áreas.
Al explicar el cometido de la Creación, nuestros sabios manifiestan que Di-s, la Esencia de todo bien, creó el mundo como resultado de Su deseo de hacer bien.Tal como lo expresa el Salmo 145: “Di-s es bueno hacia todo, Sus misericordias están sobre todas Sus obras”, la Creación del universo fue una manifestación Divina de Bondad.
El universo y todo ser vivo es receptor y objeto de la bondad de Di-s, como expresamos en la plegaria de gracias luego de las comidas: “Bendito eres Tú, Di-s… que en su bondad provee sustento a todo el mundo, con gracia con bondad y con misericordia”.

Todo lo que sucede en el mundo, inclusive aquellas cosas que en apariencia son perjudiciales- como por ejemplo los desastres naturales-, deben tener, en última instancia, un carácter de bien.
Análogamente, la tendencia al mal dentro del ser humano, cuya alma en realidad desea hacer el bien, no es más que un “mecanismo” de diseño Divino para permitir el Libre Albedrío. Pues si Di-s hubiera creado un mundo que fuera total y exclusivamente bueno – sin necesidad de esfuerzo por parte de la humanidad para conseguirlo- el logro del bien tendría poco o ningún valor.

A la luz de lo mencionado, es importante percatarse de que en la lucha del individuo con el mal – tanto en el “gran mundo” como en el mundo interior de cada hombre – el método de “ataque” no debe ser de confrontación, sino uno que recalca el bien intríseco en cada ser humano y en el mundo, y al hacer aflorar lo positivo a la superficie, el mal es superado por el bien hasta que eventualmente desaparece por completo.

Aunque Di-s creó al mundo concediendo a sus habitantes la libertad de elección entre el bien y el mal, El nos ha dado las herramientas y las instrucciones necesarias para estimularnos a elegir el bien: un Divino código moral, que data de épocas anteriores a cualquier código humano, el único que tieneuna aplicación atemporal y universal para el logro de una sociedad buena y moral.

Este código Divino, que es conocido como “Las siete leyes de Noaj”, o Código Noájico, establece una definición objetiva de “bien”, una que se aplica a todos los pueblos.Pues como la historia reciente lo ha evidenciado, un sistema moral que se sostiene sobre las bases de ideas humanas de bien, es relativo, subjetivo y esencialmente poco persuasivo. Tanto educadores como agentes legales han podido comprobar que ni la intimidación ni la amenaza de un castigo puden desarrollar en el hombre un sentimiento profundo de responsabilidad moral. Este solo puede generarse a traves del conocimiento, la educación de que hay “un ojo que todo lo vé y un Oído que escucha”, frente a los cuales todos los hombres deben rendir cuenta de sus actos.
Este código fue entregado a Noaj (Noé) y sus hijos luego del Diluvio, para garantizar que la humanidad no habría de degenerarse nuevamente como la civilización prediluviana que provocó su propia destrucción.
El Código Noájico fue más tarde incorporado a la ley mosáica, la Torá, dada a Moises en el monte Sinai. Y una de las tareas que se encomendó al pueblo de Israel en Sinaí era la de educar y estimular la observancia de estas leyes entre los pueblos.
Durante gran parte de la historia, las persecuciones que sufrieron los judíos y sus observancias religiosas, hicieron díficil esta tarea.
La tolerancia religiosa contemporanea, y las aspiraciones de libertad mayores por parte de las naciones, nos conceden una oportunidad única para perfeccionar la difusión másiva de estas leyes.
Pues es por medio de la adherencia a estas leyes, que son por sí mismas expresión de la bondad de Divina, que toda la humanidad puede unirse y mancomunarse en una responsabilidad común con su Creador. Esta unidad promueve la paz y la armonía entre todos los pueblos, logrando de esa manera el objetivo supremo del bien. Como dijera el salmista: “Cuán bueno y placentero cuando los hermanos moran juntos en unidad!”.

Fuente: Jabad Lubavitch Argentina

Buscándole sentido a la vida

Recibimos un interesante comentario al artículo «Hablando sobre las Siete Leyes».

Comentario. Buscar la razón y el sentido de nuestra existencia, nos puede llevar a descubrir al ser que por naturaleza es noble y está dentro de nosotros mismos para con los demas. Pienso que el avance de la civilización depende del nivel de conciencia del ser humano para con el ser humano, y toda religión que parta desde este punto de vista, estoy seguro que se podrá llegar a la misma fuente de la energía vital. Anónimo

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Bajarse de la montaña para aprender a vivir bajo el agua

He sido sincero y lo más honesto posible en los artìculos que he escrito en Fulvida.com y en mi blog personal. Lo he dicho ya pero lo repito: de manera similar a como muchos de los amigos lectores de Fulvida.com, mi sobrevuelo y posterior aterrizaje en la pista de las Siete Leyes no fue un camino de rosas pero tampoco un camino pantanoso – todo gracias a Dios. Es que a más de darse cuenta uno que ha estado escalando una montaña enorme pero equivocada, resulta que, como andinista, uno carga su mochila personal. Una mochila llena.

Ahora bien, cuando el montañista está bien enrumbado – tiene un buen mapa y una buena brújula – apunta a la dirección y camino que lo lleven a la montaña apropiada. Además pone en su mochila aquellas cosas que le son de utilidad: una brújula, una linterna, una mini cocinilla, gas para la cocinilla, un pequeño jarrón para derretir nieve y así poder rehidratarse, etc.etc.etc.

El montañista, mientras más experimentado –  "más ducho" como decimos en Ecuador, escoge de mejor manera y cada vez mucho más eficientemente, sus herramientas para escalar en la vida. Con el tiempo se va dando cuenta que no sólo es importante llevar las buenas herramientas, sino que "lo barato sale caro" y opta entonces por comprar cuerdas de primera calidad, botas de primera calidad, carpa de primera, etc. Al fin y al cabo de estas cosas puede depender su vida cuando llege el temporal… Ah y muy importante: el andinista experimentado sabe que "los peores enemigos son el miedo y  la imprudencia".

Algunos, en nuestra vida de andinistas-buscadores-de-la-verdad, nos subimos a varias montañas equivocadas y, lo que es peor aún, llenamos de piedras (totalmente inútiles  y de hecho perjudiciales) nuestras mochilas. De hecho muchos ni siquiera utilizamos (a su tiempo) el sentido común (que a veces parece ser poco común) para sacar las piedras de las expediciones anteriores. ¿Cuál es el resultado? Que, progresivamente, el mochilero  se va haciendo cada vez más daño a causa del peso e inutilidad del incrementado peso. Pero peor aún: en su búsqueda se acostumbra a cosas complicadas y parece cada vez más autoconvencido de que "seguro llegar a la verdad debe doler".

En buena hora de mi vida, me encontré lejos de mi patria, de mi familia y de un entorno donde todos los agentes eran más andinistas sombies que elogiaban al que se calzaba la mochila más grande.

Y ahí estaba yo: por fin tomando la decisión de cuestionar si es realmente peligroso sacarme al menos una piedrita de mi mochila…   ¿Fácil? Nunca he dicho que lo sea. Pero mucho más pronto que tarde mi organismo empezó a sentir alivio por aquellos gramos que arrojé. ¿Otra piedrita? ¿Por qué no? ¿Otra más? ¿Qué tal una cuarta?… Pronto empecé a volverme más diestro en el arte de arrojar piedras contaminadas y uno que otro bulto podrido de mi mochila y, más importante aún, ya no envidiaba a aquellos que, cual gallitos de pelea, competían para ver quien rompía el récord de cargar la mochila más pesada. Piedra a piedra, cada vez más eficiente, cada vez más rápido, cada vez más saludable y vuelto a la vida…

Con el tiempo por fin entendí (algo que había leido hace muchos años) de por qué era que mientras unos estudiantes cristianos y musulmanes (de una universidad) contestaban a la pregunta planteada por su profesor,  "¿qué harían si reciben una condena de ser sumergidos al fondo del mar?", diciendo (los primeros) "me arrepentiría de todos mi pecados para irme con Jesús" y (los segundos) "lo aceptaría con resignación pues estaba escrito en el libro de Alá", (por otro lado) el único estudiante judío de la clase contestaba "¡aprendería a vivir bajo el agua!". ¡Claro! Este descendiente de Abraham sabía que es en este mundo donde uno está en capacidad de trascender las limitaciones de nuestro ser finito para conectarnos con el Infinito. 

Entonces, ¿a qué le llamamos sensibilizar con nuestro prójimo? ¿Sentarse a llorar con quienes no quieren sacarse sus mochilas? No. Más bien le invito a que nos terminemos de secar las lágrimas, a que nos levantemos y nos animemos a caminar rumbo a la montaña correcta – a la vez que nos vamos quitando piedras de la mochila –  y a mostrar a otros mochileros con el ejemplo que aun cuando uno haya tenido la mochila más grande del mundo, ES posible cambiar. Avance, estimado lector, para que usted mismo les diga a sus pares "¡vamos para adelante! Si puedo darte una mano, con mis defectos y virtudes, te la doy. Pero no te puedo dar caminando lo que a ti te corresponde".

Y si se pone a pensar cómo sería el mundo si todos camináramos más aliviados y libres, con herramientas de primera calidad en nuestra mochila en vez de piedras putrefactas, se daría cuenta que

comer no es malo, pero meter algo en decomposición al estómago hace daño;
beber no es malo, pero el alcohol industrial sirve para otras funciones;
usar la libre expresión no es malo, pero difamar y mentir es parecido a asesinar;
la política no es mala, pero el mal uso de ella puede arruinar pueblos enteros;
la izquierda no es mala y tampoco lo es la derecha, pero si camina solo a un extremo no podrá ir derecho, de frente a su montaña.

¿La política es un tema vetado para los noájidas? ¡Todo lo contrario! Necesitamos más políticos honestos y mucho mejor si tienen claro que el camino de Dios es el camino de la moderación.

Al igual que con otros tópicos – como familia, amigos, salud mental, salud física, economía y amor al prójimo – hacer pólítica con un sustento de Ética y Moral brotando de las Siete Leyes, no sólo que no "desgasta al ser humano" sino que de hecho lo lleva a conectarse con las necesidades de su pueblo: ¿cómo mejoramos nuestra sociedad? ¿esta ley estorba o ayuda?

¿Decir que un tirano llegó como presidente y se transformó en dictador es odiarlo? "Callar para no perder más" fue la estrategia cómplice usada por Europa: millones pagaron con sus vidas la desidia y quemimportismo. Entonces mi estimado lector si usted quiere saber si seguir los acontecimientos políticos puede

beneficiar su vida como noájida;
enseñarle a ser mejor noájida;
motivarle a encontrar pautas para marcar la diferencia ante el malestar que le rodea;
añadir significado a su vida,

entonces mi respuesta es ¿por qué no? ¿Acaso no le bendijo el Creador a usted (mucho más que a mi) con inteligencia, lógica, sensibilidad y sentido común?

Pero si usted amable lector prefiere leer aquel horóscopo que le dice "hoy es un perfecto día para ti signo noájida: cargarás una vez más tu mochila empedrada", bueno, es su decisión. Usted bien puede escoger que artículo le conviene y cuál no.

Finalmente, con toda la sinceridad de la que soy capaz, quiero hacerle un llamado estimado lector para que active todo su potencial en beneficio de la divulgación apropiada y crecimiento de las Siete Leyes en el mundo hispanoparlante. ¡Usted puede marcar la diferencia! Por mi parte trataré de seguir aportando todo lo que me es posible desde el lugar en el que esté – no hace falta ser coordinador / representante de Fulvida para ello.

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Foto: El monte Sinaí visto desde arriba (Wikipedia – la enciclopedia libre).

Tu espiritualidad

Hay una cuestión interesante e importante que debes recordar.
Los noájidas tienen su propio camino para la espiritualidad.
Una hermosa senda que el Padre celestial ha diseñado para ustedes.
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