Una vez que una persona se da cuenta de que su vida esta en sus propias manos, pierde en definitiva el derecho que creía tener para culpar a otros, por el modo y las circunstancias en que su vida transcurre; esta persona ya no puede ni debe sentirse atada a designios caprichosos del destino o la suerte, ni hojita a merced de algún temporal; ya no puede ni debe sentir lastima por si mismo ni buscarla en los demás, ni sentir absurdas culpas o nocivos rencores; ya no puede ni debe quejarse ni mucho menos permanecer en la inmovilidad.
Quien se ha dado cuenta de ser propietario de si mismo y en pleno uso de su libre albedrío, y no abandona su antigua actitud de victima o de indiferencia, se coloca en posición de rebeldía frente al inmenso regalo que H’ (Dios) le ha otorgado, al preferir aparecer como una persona llena de miedos y rencores, conformista e irresponsable
Quizás lo peor de todo sin embargo sea que al decidir ignorar su gran fortuna, renuncia a la posibilidad de crecer y superarse a si mismo. Al no luchar ha elegido sumirse en la mediocridad y la depresión, en la ceguera y la amargura.
Por lo tanto es vital descubrir y asumir que nuestra actitud y calidad de vida son una elección a la que tenemos derecho, un derecho que implica una enorme responsabilidad: al ser propietarios de nuestras vidas solo uno mismo puede y debe rendir cuentas de los propios actos y ser consciente de que es posible cambiar como individuo e igualmente colaborar en los cambios que nuestras sociedades requieren.
Sin decisiones no hay movimiento y solo los muertos no se mueven ya.
Sin responsabilidad no hay autorrealización ni respeto.
Responsabilidad primero con el poder de ejercer el libre albedrío que el Eterno nos ha otorgado, luego con uno mismo, con nuestras decisiones y actos, y de ahí para con el mundo entero.
Y por supuesto con la guía e inspiración de las 7 mitzvot universales, para mantenernos en el camino del Eterno, H’ Elokim.
Cambiar es posible.
De la calidad de nuestras decisiones y de la responsabilidad con que las vivamos, dependerá la calidad de nuestra existencia.
Shalom.