Me han comentado algunos amigos noájidas que antiguos participantes (o hasta colaboradores) están navegando (¿o naufragando?) en foros de apariencia noájida o netamente judía. Que ya no se allegan a estas riberas de constructores de Shalom.
Una de las excusas es que declaran que tienen derecho a usar términos en hebreo, a estudiar Torá, a hablar como jasídicos de tal o cual Rebe, a ejercer su potestad para decidir qué estudiar acerca de la Torá… incluso a creerse dominadores de los senderos de la «Kabbalah».
Ya hemos escrito al respecto, hemos mostrado fuentes, presentado la clara ley espiritual, traído palabras de rabinos consagrados y expertos… pero parece que no hay forma de frenar la catarata de «envidia» (no sé, en este momento, que otra palabra usar) que lleva al tremendo error. Tristemente alentado por vaya uno a saber qué personas.
Ahora, para beneficio de aquellos amigos (sinceramente amigos en mi corazón) y de aquellos ignotos que pasean por estas mansas orillas, publico un pequeño fragmento del Talmud, que ha sido codificado como ley espiritual.
A diferencia de anteriores ocasiones, no lo traduzco, porque considero que si esos afansosos estudiosos de Torá son tales, no tendrán problema en entender y descifrar debidamente el párrafo.
Como única ayuda resalte con rojo la frase clave, aunque toda la breve cita es de enorme valor.
Quiera el Eterno que pronto los hijos retornen al hogar. Los noájidas al conocimiento del noajismo y su apliación, y los judíos al manantial de la Torá, tal como corresponde a cada uno.
Shalom y que sepamos ser proactivos en traer redención al mundo (interno y externo), al actuar como verdaderos constructores de Shalom.