Por favor respondame lo mas pronto posible.
Elusai Diego.
Mexico.
Elusai Diego.
Mexico.
Hay un mal terrible que aqueja a la humanidad desde sus inicios: la ingratitud.
Seguir leyendo Gratitud
Hace mucho, mucho tiempo, en la región donde se levantaría Ierushalaim, la ciudad sagrada, vivían dos hermanos. Eran labriegos, y cultivaban la tierra que habían heredado de su padre. El hermano mayor era soltero. El menor era casado y vivía con su esposa y cuatro hijos pequeños. Los hermanos se amaban tanto que no querían dividir el campo entre ellos. Araban, sembraban y cosechaban juntos. Y el producto del trabajo en común era repartido por partes iguales.
Cierta noche, en tiempo de cosecha, el hermano mayor se acostó a dormir. Más no pudo conciliar el sueño. “Heme aquí – se dijo – solo, sin mujer y sin hijos. No tengo que alimentar ni vestir a nadie. Mi hermano, en cambio, tiene la responsabilidad de una familia. ¿Es justo entonces que compartamos nuestras cosechas en la misma proporción? Sus necesidades son mayores que las mías”
A medianoche se levantó, tomó una pila de gavilla de trigo y las llevó al campo de su hermano. Luego volvió a su tienda y se durmió en paz.
Esa misma noche tampoco pudo dormir su hermano, pues pensaba en él. “He aquí que cuando sea viejo mis hijos me cuidaran, pero ¿qué le sucederá a mi hermano? ¿Quién cuidará de sus necesidades? No es justo que compartamos nuestras cosechas del mismo modo”. Así que se levantó, reunió un montón de gavillas de trigo y las condujo al campo de su hermano, dejándolas allí. Hecho esto, se acostó nuevamente, y se durmió en paz.
Cuando vino el alba ambos hermanos se extrañaron sobremanera de encontrar la misma cantidad de trigo cosechado que había dejado la noche anterior. Pero no se comunicaron el asombro que les había causado el suceso.
A la noche siguiente repitió cada hermano lo que había hecho antes. Y a la madrugada tuvieron motivo nuevamente para asombrarse. El número de gavillas en cada campo no había variado.
Pero en la tercera noche, cuando ambos hermanos repetían el traslado de gavillas, se encontraron en la cima de una colina. Inmediatamente comprendieron lo que había ocurrido. Embargados por la emoción, dejaron las gavillas y se abrazaron, llorando de gratitud y felicidad. Luego retornaron a sus tiendas.
El Señor contempló con suma complacencia esta demostración de amor fraterno, y bendijo el lugar donde se había llevado a cabo. Y cuando el Rey Salomón construyó el Templo, lo hizo precisamente en ese sitio, del cuál la paz y el amor confluyen hacia todo el mundo.
En la seguidilla de publicaciones de letras de Les Luthiers, y a petición del público, publicamos ahora, para distracción de nuestros lectores, la historia del adelantado Don Rodrigo Diaz de Carrera, un español que en vez de entrar por el caribe entra a nuestro continente por el Río de la Plata, y desde allí empieza a subir hasta llegar en su periplo hasta Puerto Rico.
La lección de este texto del famoso grupo humoristico-musical es aprender divertidamente de nuestra historia como continente y así adquirir identidad y sentido de pertenencia.
Mastropiero era un apasionado de la investigación histórica. Se pasaba largas horas en la biblioteca de la opulenta marquesa de Quintanilla cuyos volúmenes le apasionaban. Así supo Mastropiero, precisamente allí (en la biblioteca) de la existencia de un enigmático personaje del siglo XV, El Adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras, hijo de Juana Díaz y Domingo de Carreras. Al principio de su investigación Mastropiero supuso que Don Rodrigo pertenecía a la misma familia Díaz que las célebres cortesanas Angustias y Dolores Díaz, pero luego cotejando ciertas fechas comprobó que Angustias y Dolores no provenían de esos días. Está bien…
Mastropiero ya estaba por abandonar la investigación cuando encontró en la biblioteca de la marquesa el viejo manuscrito de un anónimo poema épico redactado sobre la base del diario de viaje del Adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras. Según este poema, Don Rodrigo había arribado a las costas del río de la plata en 1.491, o sea, un año antes del descubrimiento oficial de América. Este hecho por fin explicaba su título de adelantado. El poema describía además su heroico periplo hacia el norte del nuevo continente a lo largo de muchos años, culminando su gloriosa gesta en la isla de Puerto Rico. Impresionado por el hallazgo del poema, Mastropiero la usó como texto para una de sus obras más célebres con la que Les Luthiers finalizan su concierto de esta noche: “Cantata del adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras, de sus hazañas en tierras de indias, de los singulares acontecimientos en que se vio envuelto y de cómo se desenvolvió”. La obra se inicia con el arribo de Don Rodrigo a lo que luego se denominaría el Río de la plata.
Marcos Mundstock: Culmina Rodrigo dura travesía. Se acerca a la costa su fiel carabela después de seis meses de brava porfía. Desciende orgulloso y con galanura, ya clava su espada en la tierra soñada, la tierra del oro y de la aventura
Ernesto Acher: Llegamos a tierra firme, con nativos pronto dimos.
Resto: ¡Nos descubrieron!, ¡por fin nos descubrieron!
Ernesto Acher: Y en convite conocimos sus tolderías.
Resto: Pasen y vean que lindas tolderías.
Ernesto Acher: Al conocer sus tesoros despertó mi idea fija y al final cambiamos oro por baratijas…
Marcos Mundstock: Oro por baratijas. ¡Que abuso! ¡Qué trueque tan desigual! Después del canje Don Rodrigo guardó en un cofre todo lo que había obtenido. Montañas de baratijas.
Ernesto Acher: Tramposos, aprovechadores, devolved el oro…
Resto: ¡Minga!, ¡minga!
Ernesto Acher: Rescatemos nuestro oro, mis valientes. Con coraje, con la espada… con los dientes. ¡Mi honra está en juego y de aquí no me muevo!
Resto: Uhhhhhhhh!!!!
Marcos Mundstock: ¡Firme ante el enemigo! ¡Firme, con valor, firme Don Rodrigo! Y Don Rodrigo…firmó la rendición! Echa a andar Don Rodrigo tras mejor estrella leguas y más leguas hacia el rumbo norte. Le siguen sus huestes en la heroica huella a través de montes, de valles, de sierras… mas destino esquivo. Encuentra nativos que al cantar auguran sus hores de guerra.
Coro:
Somos come-chingones muy renombrados.
Joyas, collares, mantas vendemos en el mercado.
Y a los que no nos compran nos los comemos asados.
Ernesto Acher: No conseguiréis asustarme tras tan larga travesía. He venido a conquistarles (y a vender artesanía). ¡Mi honra está en juego y de aquí no me muevo!
Resto: Uhhhhhhhh!!!!
Ernesto Acher: Sí me muevo.
Marcos Mundstock: Y huye Don Rodrigo otra vez al norte. Triste, sin su tropa huye solitario. Descarga del hombro su pesado cofre y haciendo un alto anotó en su diario:
Ernesto Acher: Ayer dimos con un grupo de nativos y fuimos atacados… con todo éxito. He debido proseguir solo esta marcha pues los nativos prefirieron quedarse a comer con los soldados… digo a los soldados
Marcos Mundstock: Y en varias jornadas de marcha muy dura llega a una meseta de increíble altura.
Ernesto Acher: Llegué a tierras altiplanas arrastrando con porfía mi cofre de artesanías, magra fortuna. Allí encontré indios buenos que al ver mi traza ruinosa me cantaron una hermosa canción de puna…
Coro:
Duermase, Don Rodrigo duermase
Cierre sus ojitos, no los deje abiertos
Que si no se duerme se va a quedar despierto
¡Duérmase, duérmase! ¡Duerma Don Rodrigo!
¡Duérmase, duérmase! Vamos, duermase.
¡Duérmase, duérmase de una vez!
Marcos Mundstock: Diez horas duró este arrullo puneño. Rodrigo agotado por tal cortesía prosigue su viaje en busca del sueño… El sueño de gloria que alienta sus días: Descubrir poblados, conquistar reinados… y vender si puede las artesanías.
Ernesto Acher: Con mis fuerzas casi extintas a vasto imperio llegué. Puse pie en tierra de incas, o sea, hice hincapié.
Marcos Mundstock: Y llega Rodrigo en día de fiesta. Ve galas, pendones, banderas, y cintas. Y una muchedumbre que hasta pavor da que colma el camino real de los incas que los nativos llamaban Avenida …de los de acá.
Ernesto Acher: Y vi de pompa y boato como no vi en cortes nuestras. Sacerdotes, oficiantes, nobles, jefes, consejeros, y vi de tres mil guerreros que de poder daban muestras. Esclavos y servidores.. y unos diez mil extras.
Coro: Somos los incas
Carlos Núñez Cortés:
Somos los incas un pueblo inca-nsable
Nuestras riquezas son inca-lculables
Abominamos de inca-utos e incapaces
Pero nuestras canciones son todas inca-ntables
Marcos Mundstock: La gala imponente del fastuo aborigen recuerda a Rodrigo su sino glorioso, el noble designio que al viaje dio origen. Y encarando al inca anuncia gozoso:
Ernesto Acher: ¡Artesanías, vasijas de barro, ponchos, mates, boleadores, todo a mitad de precio debería usted comprar…!
Marcos Mundstock: Rodrigo es prendido por doce nativos mas lucha, se zafa y proclama altivo:
Ernesto Acher: ¡Deteneos, ignorantes, atrasados! Desde hoy quedáis todos conquistados. ¡Mi honra está en juego y de aquí no me muevo!
Marcos Mundstock: Quinientas leguas al norte Rodrigo un tanto agitado, triste nota que los incas del cofre se han inca-utado. El cofre que fue en la huída olvidado, descuidado, digamos que fue en verdad tontamente abandonado…
Ernesto Acher: ¡Hombre habrase visto tamaña insolencia, tamaña desvergüenza!
Marcos Mundstock: Rodrigo vehemente injuria a los incas pues le han privado de sus propiedades.
Ernesto Acher: No hablo de los incas, me refiero a algunos que gozan contando mis intimidades y encima me insultan.
Marcos Mundstock: Pues no, yo no he sido.
Ernesto Acher: Sí, sí, yo le he oído. Usted dijo tonto…
Marcos Mundstock: ¡Dije tontamente!
Ernesto Acher: Bueno, parecido
Marcos Mundstock: Parecido no es lo mismo, caballero.
Ernesto Acher: Es que usted está diciendo falsedades.
Marcos Mundstock: Usted exagera.
Ernesto Acher: ¡Reclamo mis fueros!
Marcos Mundstock: ¡Me atengo a la historia!
Ernesto Acher: ¡Mentiras!
Marcos Mundstock: ¡Verdades! Y yo no discuto con aventureros.
Ernesto Acher: Y yo no discuto con aficionades.
Marcos Mundstock: Dirá usted aficionados.
Ernesto Acher: La rima es lo que me inspira. Yo he dicho aficionades en lugar de aficionados porque usted dijo verdades.
Marcos Mundstock: ¡Con que yo dije verdades! ¡Luego usted dijo mentiras!
Ernesto Acher: ¡Terco y duro como una pared!
Marcos Mundstock: ¿Y eso con qué rima?
Ernesto Acher: ¡Con usted, hombre, con usted!
Daniel Rabinovich: ¡Haya paz! ¡Haya paz! Don Rodrigo, relator, que la calma no se pierda, que si seguís discutiendo os vais a ir a la… ¡Haya paz!
Marcos Mundstock: Quinientas leguas al norte, prosigo, en un bosque encuentra nativos Rodrigo que bailan y cantan con dulces sonidos.
Coro: Conozca nuestra cumbia que es el baile nacional
Visite usted Colombia y su ciudad capital: Bogotá.
Ernesto Acher: Colombia, Colombia, Colón… ¿Es que ya ha pasado por aquí Don Cristóbal? Pues nada, de aquí en adelante este país se llamará… ¡Rodrigombia! Decidme nativos, ¿do están los tesoros?, ¿do están las minas de plata y de oro?
Todos: ¡No tenemos!
Ernesto Acher: ¿Tenéis por aquí piedrecillas brillantes, zafiros, rubíes, topacios, diamantes?
Todos:¡No, no, no!
Ernesto Acher: ¿Estaño, antimonio, cobre o manganeso?
Todos: ¡Nada de eso!
Ernesto Acher: ¿Carbón, piedra pómez?
Todos: ¡Nones!
Ernesto Acher: ¿Botellas vacías?
Todos: ¡No!
Ernesto Acher: ¿Ropa usada?
Todos: ¡No!
Ernesto Acher: ¿Pero es que no tenéis nada?
Todos: ¡Tenemos un buen café, aromático y sabroso, café de Rodrigombia!
Marcos Mundstock: Al ver Don Rodrigo que nada consigue, con rumbo nordeste su viaje prosigue.
Ernesto Acher: Al llegar cerca del mar rogué que no se extinguieran mis fuerzas que entonces eran por demás flacas. Me inspiré tomando el nombre de los indios del lugar y en aquel hermoso lar fundé ¡Caracas! Fundé Caracas y acerté a fundarla en tan hermoso valle…
Marcos Mundstock: Fundó Caracas, dice.
Ernesto Acher: En tan hermoso valle…
Marcos Mundstock: Acerté a fundarla… Acertó a fundarla. Y tanto acertó que la fundó en pleno centro de Caracas que ya estaba fundada y él no la vio…
Ernesto Acher: Y bueno, hombre, con el apuro…
Marcos Mundstock: Los guardias, perplejos y algunos paseantes intentan prenderlo y en cárcel ponerlo. Rodrigo protesta fiero, desafiante…
Ernesto Acher: Ahhhhhhhh!!!!!!! Mi honra está en juego y de aquí no me muevo…
Marcos Mundstock: Por ante este tribunal se condena a Don Rodrigo Díaz de Carreras a la pena de destierro en la isla de Puerto Rico por los delitos de portación de armas y fundación ilícita. Archívese. No. Bien, a él.
Ernesto Acher: Estando el barco al llegar a donde cumplir mi pena de esclavos oigo un cantar que a negro destino suena:
Daniel Rabinovich:
Chabaia nenge nimón
Solangangaina engo
Sabania nengueneón
Sanga iobai oengo
Sabanga neingenon sabanga engo
Sabanga lenguenguelon
Sabanga lenguelón
Sabanga len, golen
Maga senguelá
Achicoria
Sabai enguelá
Sabai guana, guana
Guana catal
Aiamete, aie ie
Achicoria
Aia queteie ie
Obaiasá, iequete
Obaiase, ie ie
Obaiasá
Achicoria
Aiá yo
Acá tu
Aiá tu
Acá yo
Aiá yo y tu, acá
Achicoria.
¡Sapa, talaca
salapalacatá!
¡Sapa, talaca
salapalacató!
¡Achicoria!
¡Ay, ay ay ay ay!
¡Uay, ay ay ay ay!
Acatócoyo
Acatócoyo
Acatócoyo
Acatocábayo.
Ernesto Acher: Más ni bien no llegué a tierra firme fui de pronto conmovido por los ojos renegridos de una morena. Y revivieron mis sueños de viejo conquistador, sed de guerra… del amor que el alma llena… Ya vendrán otra gente a conquistar las Indias, yo me quedo aquí a conquistar… ¡Mi negra
Coro:
No hay en la vida nada como mi negra
Nada, nadita, nada… como mi negra
No hay en la vida nada como mi negra
Nada, nadita, nada… como mi negra
¡A ver ese piano!
¡Sabor chico, sabor!
¡Sabor chico, sabor chico!
¡Lleva, lleva caballero!
¡Lleva, lleva caballo… Caballero!
¡Yo siempre voy!
¡A cantar, a cantar!
¡Sí moreno!
¡A bailar, a bailar!
¡Si papacito!
¡A gozar, a gozar!
¡Azuquita!
¡Achicoria!
Hoy la brisa está tan suave
Como mi negra
Pero pocos se bambolean
Como mi negra
Y la música es tan bonita
Como mi negra
Es tocada por todo el mundo
Como mi ne..
¡No hay en la vida nada como mi negra!
Nada, nadita, nada como mi negra
Ernesto Acher: Y aquí se acaba la historia de Don Rodrigo ¡y el show, chico!
Coro:
Se acaba, se acaba, se acaba, se acaba,
Se acaba, se acaba, se acaba, se acaba,
Se acaba, se acaba, se acaba, se acaba,
Se acaba, ¡Se acabó!
Cuate, Pana, Compinche, camarada, brother, amie, iedid; todos son lo mismo, tan importantes, son los amigos.
La amistad es el primer lazo afectivo que un ser humano establece con una persona que no es parte de su familia consanguínea; esta relación no se fundamenta en un compromiso sanguíneo (como en el caso de nuestros familiares, aunque deberíamos también ser amigos de éstos), tampoco se fundamenta en un compromiso social (como en el caso de la pareja, si bien la pareja además de ser instituida socialmente debe ser enriquecida con la amistad); esta es la primera y quizás la única relación que nosotros los seres humanos establecemos con otras personas por el simple hecho de compartir, es decir, la amistad es el hecho más relevante en la vida de cualquier persona (por eso la pareja y nuestros familiares consanguíneos deben ser nuestros amigos), porque a través de esta relación aprendemos a eliminar nuestro Ego, dejamos atrás la palabra soportar (que a veces cabe con los familiares) ó la palabra tolerar (que algunos usan para con sus parejas) y empezamos a querer, a aceptar, del amigo no te quejas de su apariencia física, no te quejas de su comportamiento social, no te quejas de su actitud ante la vida, no lo criticas ni lo ofendes, al amigo le ofreces ayuda en el momento en que lo necesites, al amigo le cuentas tus más íntimos secretos, podríamos decir que la primera pareja (Adam y Java) antes de ser pareja sexual fueron amigos, porque la única manera de conseguir tal compenetración con el prójimo es a través de la amistad. La palabra amigo en el idioma hebreo (iedid) traducido literalmente quiere decir “amado”, imagínense ¡que palabrota!, cuanto encierra esta palabra, cuando amamos llegamos al punto de la compasión (la compasión va más allá que la misericordia, pues cuando nos compadecemos de alguien ni siquiera hemos hecho un juicio, mientras que cuando sentimos misericordia, hemos fallado a favor del enjuiciado), los amigos son, entonces, en la lengua santa, amados.
La tradición hebrea apunta siempre al estado seglar del ser humano, promueve la amistad, la relación del hombre con su semejante, la relación de amor, hermandad, unidad, en el Pirkei Avot está escrito:
“…Iehoshúa Ben Perajia dijo: Hazte de un maestro; gánate un amigo; y juzga a cada hombre con benevolencia.”
Este pasaje redunda en lo que hemos explicado antes, al decirnos gánate un amigo; y juzga a cada hombre con benevolencia, es decir: nos ganamos un amigo cuando aprendemos a juzgar a cada hombre con benevolencia, tanto hemos alcanzado en misericordia que adquirimos el valor de la compasión, pero si no practicamos la misericordia no alcanzaremos la compasión.
¡Hagamos la bondad, hagamos la misericordia, hagamos la paz y actuemos con compasión, para lograr que todos los seres humanos seamos amigos!
Apreciado hermano noájida, que tengas SHALOM.
Sabemos que hay muchos de ustedes que están interesados en formar comunidades de noájidas, de gentiles fieles del Eterno.
Nosotros en FULVIDA tenemos las herramientas para ayudarlos para que consigan esta importante meta.
Seguir leyendo Filiales de FULVIDA
Presta atención a esta imagen.
Mírala unos instantes y dime con sinceridad: ¿ves columnas perfectamente paralelas formadas por cuadritos blancos y negros?
¿O ves una imagen con «movimiento», compuesta por filas no paralelas, sino más bien diagonales o curvadas?
¿Qué ves exactamente?
Muchos hermanos noájidas han escapado de las feas garras de la idolatría que se disfraza de piedad. Han sido liberados de la opresión de las comunidades de falsos judíos mesiánicos, de los soldados del IMperio del Mal, y están en el bello camino del reencuentro amoroso con el Padre de todo ser.
Seguir leyendo La verdadera maldición
Estaba allí desde el primer momento,
En la adrenalina
que circulaba por las venas de tus padres
cuando hacían el amor para concebirte,
y después en el fluido
que tu madre bombeaba a tu pequeño corazón
cuando todavía eras sólo un parásito.
Seguir leyendo El Auto-rechazo
Estimado profesor:
Quisiera saber su opinion sobre si es correcto invertir en acciones y bonos con el fin de obtener ganancia.
saludos
Ulises Zamora