Januca, la fiesta de las luminarias, es de origen judío y por lo tanto una fiesta netamente judía. Pero con un mensaje que no solo parte para el pueblo de Israel sino también para los gentiles, los hijos de Noaj.
La historia de Januca.
Jánuca es una celebración que se lleva a cabo por un hecho que aconteció en épocas del segundo Templo Sagrado, cuando el reinado se encontraba en poder de los griegos. Ellos decretaron severos decretos sobre Israel, entre los cuales constaba la prohibición de ejercer el judaísmo. Sumado a ello, los griegos robaron el dinero y los bienes de los Hijos de Israel, y echaron mano a las hijas de ellos. También ingresaron al Templo Sagrado y lo profanaron, impurificando todo lo que estaba puro. Después de esto, los hijos de Jashmonai enfrentaron al enemigo, y lo derrotaron, volviendo de este modo el reinado a estar bajo el poder de Israel.
Cuando los Hijos de Israel derrotaron a los invasores, era el día 25 de Kislev. Luego de la rotunda victoria, ingresaron al Templo Sagrado, y no encontraron la cantidad de aceite puro necesario para encender el candelabro durante los días que se requerían hasta que sea elaborado nuevo aceite puro. Sólo hallaron un único frasco que estaba intacto, y sellado por el Sumo Sacerdote, lo cual constataba que ese aceite estaba puro. Este aceite hallado alcanzaba para encender la Menorá por espacio de un sólo día. Sin embargo, aconteció un milagro, y con el aceite de ese frasco encendieron la Menorá durante ocho días, hasta que prensaron nuevas aceitunas, y elaboraron aceite puro. Por este motivo decretaron los sabios de aquella época, que sean esos días que comienzan el 25 de Kislev, días de alegría y alabanza a Dios.
Januca y los gentiles.
La historia de Januca nos enseña como Dios ayuda a quienes depositan su confianza en El y en nadie más. Fueron pocos al principio los que despertaron voluntad en los demás para que sirvan a Dios con respeto, voluntad y luchen por Su causa por el solo hecho de que el Pacto así lo establece. Y así lucharon contra los idolatras y malintencionados rufianes e ignorantes de los griegos y vencieron. Cada uno de ellos fue una luz para la humanidad y mucho más para el Pueblo de Israel.
En la actualidad una minoría esta despertando y tratando de seguir la tradición pérdida y cumplir el Pacto Noajico, así influenciar y despertar la voluntad en los demás para que cada uno se esfuerce al máximo en servir a Dios.
Cada uno de nosotros, los gentiles o hijos de Noaj, funcionamos como un frasco de aceite puro que sirve para iluminar muchas personas y compartir de la luz que cada uno en sí contiene. Así como una vela puede encender muchas otras sin perder de su llama ni un poquito de luz, de igual manera cada uno de los hijos de Noaj tiene el potencial para iluminar y dar de su luz para crear muchas más luces y mantener la causa de Hashem.
El frasco de aceite puro refleja la sabiduría, la astucia e inteligencia, el ejemplo que uno debe tener para funcionar como el emisor que no solo logra mantener encendida algunas velas. Sino que sumando la confianza en Hashem, el regocijo y la alegría al aceptar y luchar por el Pacto Noajico, la identidad espiritual que Dios otorgo a las naciones, entonces uno logra mantener encendida la llama Noajida por largos días. Y así se van sumando nuevos aceites, nuevas personas que logran vivificar y hacer del Noajismo una luz que irradie por la eternidad.
¿A quien le compartirás de tu luz en este día?
Saludos!