El profeta expresa la queja del Eterno:
«Pero ella no reconoció que era Yo el que le daba el trigo, el vino nuevo y el aceite.
Yo le di abundancia de plata y de oro, que ellos usaron para Baal.»
(Hoshea / Oseas 2:10)
Baal era el nombre genérico de deidades paganas, el Baal era un dios falso, muy extendida su religión en la antigüedad.
Gente de bien cayó en garras de esa fe perniciosa, promovida también entonces por piratas de la fe.
Estos maliciosos rebeldes desde el comienzo de la humanidad promovieron su rencor, su rebelión, su error. Igual que los estafadores actuales, clérigos de religiones, falsos sabios de la fe.
El insulto al Eterno es inmenso entre aquellos que adoran falsas deidades, llámese ésta Jesús o Baal.
Pues Dios provee de bienestar a las gentes, Él da lluvia, plenitud, prosperidad, vida, abundancia.
De pronto emergen los hongos venenosos de las religiones, e invocan a sus vacías deidades, claman a ellas, rezan en sus apestosos nombres, les agradecen por el bienestar del cual gozan.
¿Cómo se «sentirá» el Eterno ante tamaña ingratitud, semejante inmoralidad, repugante proceder?
Los que aborrecen al Eterno, sabiéndolo o no, disfrutan de su porción en Este Mundo, en tanto atribuyen su bienestar a la mentira que llaman dios y salvador.
Y no saben que cada gramo de gozo en Este Mundo, usurpado al tesoro del Eterno, les resta toneladas de placer sublime en el Mundo Espiritual.
Cada vez que elevan su plegaria en el nombre de Jesús, le llaman dios, le piden milagros, esperan en su nombre, están comprometiendo espantosamente su vida eterna y la de aquellos que están en su entorno.
Pues esa es una de las aberrantes caras de la idolatría, que no solamente rechaza la Verdad, a Dios, sino que además son infieles al punto de agredecer a un extraño por los bienes que Dios les da.
Es hora de continuar despertando, de no dejarse estar, de ir al lado de nuestro familiar o amigo y hacerle ver su gravísimo estado espiritual.
No porque eres misionero, no porque quieres sumar almas a tu «secta», sino porque te conmueves del suicidio espiritual en el cual están encaminados los que amas. Temes que este suicidio y genocidio se perpetúe y avance.
Y deseas actuar con fidelidad al Eterno, para que nadie más llame «Señor» a un atrevido pecador que fuera colgado por su miserable y nefasta conducta odiosa.
Atrévete a ser valiente, al menos esta vez en tu vida.
Atrévete a llamar Señor al verdadero Señor, e impulsa a otros a hacerlo junto a ti.
El tiempo final está llegando, el mundo está en crisis, pronto surgirá una nueva sociedad, la que anunciará la Era Mesiánica.
No tenemos más tiempo para excusas o mentiras al solitario.
O haces tu parte, o te pierdes en el olvido de los cómplices del mal.
Hasta luego, que sepamos construir Shalom.