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¿Solos?

En el camino nos encontramos obstáculos, o mejor, el camino está hecho de obstáculos, nos sentimos solos, "locos en la noche" , como bien dice un amigo noájida, vemos como el noajismo tiene un impacto muy pequeño, muchas veces nulo a nuestro alrededor y nos preguntamos: "¿Qué hacer para que la personas con las que tengo contacto "entiendan" y "vean" eso que yo ya vi?" Seguir leyendo ¿Solos?

La Naturaleza de la Judeofobia (G. Perednik) – Unidad 8

  Así resumen Prager y Telushkin la judeofobia nazi: "Casi toda ideología y nacionalidad europea había estado saturada con odio contra el judío cuando los nazis consumaron la "solución final". En las décadas y siglos que la precedieron, elementos esenciales del pensar cristiano, socialista, nacionalista, iluminista y post-iluminista habían considerado intolerable la existencia de los judíos. En un análisis final, todos se habrían opuesto a lo que Hitler hizo pero, sin ellos, Hitler no podría haberlo hecho".

 


Unidad 08: La judeofobia alemana; el fenómeno del autoodio judío

Por: Gustavo Perednik   

El primero de los tres paradigmas de la judeofobia moderna fue el francés, estudiado en la última clase. Ahora pasaremos al racista, que aunque también fue inaugurado en un libro francés, alcanzó su nadir en Alemania. En su Ensayo acerca de la desigualdad de las razas humanas (1853) Joseph De Gobineau sostenía que las diferencias físicas entre las razas humanas conllevan jerarquías intelectuales y morales. Aunque éste era el primer libro en desarrollar la teoría, el racismo como prejuicio, empero, es tan antiguo como la civilización, y aun Platón y Aristóteles arguyeron que los griegos habían nacido para ser libres y los bárbaros eran esclavos naturales.

La tradición antirracista, por su parte, fue una contribución judía que el cristianismo difundió. Su primer ejemplo es provisto en el Talmud, cuando explica el motivo por el que Adán es el único ancestro humano: para que nadie pueda jamás atribuir superioridad a sus antepasados.

Y aunque el prejuicio racial fue omnipresente en la historia europea, en el siglo XVIII se formalizó a partir de los estudios antropológicos. Linné emparejaba el color de piel con tendencias mentales y morales, y para Buffon el hombre blanco era la norma, "el rey de la creación", mientras los negros constituían una raza degenerada. Para Voltaire los negros eran una especie intermedia entre el blanco y el mono. En este contexto dieciochesco, los judíos encajaban como una nación sui generis, pero incluida en la raza blanca.

El siglo XIX complicó las cosas debido a que las luchas nacionales empujaron a los estudiosos a acrecentar el número de supuestas razas y subrazas. El énfasis mayor en Alemania se debe a dos razones: 1) Hasta 1870 sus muchas divisiones políticas internas habían incrementado el fervor nacionalista; y 2) la mayoría de los monarcas europeos eran de ascendencia germánica (recuérdese además que la monarquía dividía a la sociedad medieval en tres estratos: plebe, clero y nobleza, y ésta era considerada la superior, de "sangre azul").

El filósofo Johann Fichte enseñaba que el alemán era la lengua original de Europa (Ursprache) y los alemanes la nación original (Urvolk). Incluso fuera de Alemania hubo algunos partidarios del "Germanismo" o "Teutonismo". Con todo, la visión de Fichte no se quedaba en la superioridad alemana y reflexionaba especialmente acerca de los judíos: "¿Darles derechos civiles? No hay otro modo de hacerlo sino cortarles una noche todas sus cabezas y reemplazarlas por otras cabezas que no contengan un solo pensamiento judío. ¿Cómo podemos defendernos de ellos? No veo alternativa sino conquistar su tierra prometida y despacharlos a todos allí. Si se les otorgan derechos civiles van a pisotear a los otros ciudadanos".

Junto a la antropología y la filososfia, otra disciplina académica estimulaba a los racistas: la lingüística. Ya desde los descubrimientos de William Jones en 1786 y la Ley de Grimm de 1822, se deducía de la afinidad entre el sánscrito, griego y latín, que había un origen común de idiomas indoeuropeos (incluídos celta y gótico, supuestamente el más antiguo de los germánicos). Se tuvo por cierto que las lenguas europeas derivaban del sánscrito, y las naciones que las hablaban pertenecían a la raza aria (que en sánscrito significa "noble").

El contraste de la llamada raza aria fue la "semita", de la que supuestamente derivaban las naciones que habían hablado lenguas semitas en el pasado. Lassen argüía que "los semitas no poseen el equilibrio armonioso entre todos los poderes del intelecto, tan característico de los indogermánicos" y su colega francés Ernest Renan condenaba "la espantosa simplicidad de la mentalidad semita". Todas las creaciones del espíritu humano (con la posible excepción de la religión) fueron atribuídas a los "arios" y por ello los alemanes, los más "puros", debían eludir mezclarse con razas inferiores. Debido a esa pretendida "pureza teutónica", los estudiosos alemanes optaron por la denominación indogermánica.

Durante la primera mitad del siglo pasado se hicieron muchos esfuerzos para racionalizar el odio. Bruno Bauer en Die Judenfrage (1843) denuesta el "espíritu nacional judío" y el compositor Richard Wagner escribe en La judería en la música (1850): "Debemos explicarnos por qué nos repele la naturaleza y personalidad de los judíos… Para compreder nuestra repugnancia instintiva por la esencia primaria del judío, consideremos primero cómo fue posible que el judío deviniera en músico…"

Las justificaciones científicas no provenían sólo desde lo sociológico. Un pionero que había pasado inadvertido fue Karl Grattenauer, quien en 1803 había ofrecido una explicación de vanguardia de por qué los judíos tienen mal olor: hay un fedor judaico producido por cierto amonium pyro-oleosum.

La creencia de que los judíos constituían una raza separada, oriental, se difundió ampliamente durante la segunda mitad del siglo pasado, y en Alemania se tradujo también al mundo de la política. Bajo gobierno de Bismarck, se entendió cínicamente que la judeofobia podía servir de instrumento para completar la unificación de Alemania. Como ironizara en retrospectiva Israel Zangwill (1920): "Si no hubiera judíos, habría que inventarlos para uso de los políticos… son indispensables como antítesis de una panacea; causa garantizada de todos los males". En efecto, a fines de siglo surgen en Alemania partidos políticos abiertamente judeófobos, con tres fundamentos ideológicos, a veces combinados: el económico, el religioso, y el voelkish (nacional-racial). Aunque al principio no tuvieron muchos afiliados, su propaganda seducía a grandes sectores de la población.

Podemos notar una diferencia con el modelo francés. Mientras en Alemania, Austria y Hungría, el uso político de la judeofobia fue una reacción inmediata al otorgamiento de Emancipación a los judíos, Francia, por el contrario, ya había vivido ochenta años de Emancipación cuando fue plagada por formas organizadas de judeofobia.

El primero en organizar el uso de la judeofobia como levadura para un movimiento de masas fue Adolf Stoecker en Berlín. Su Partido de Trabajadores Cristiano-Socialistas (1878) no atrajo votos con una plataforma de ética social cristiana, así que la cambió por una judeofóbica, que inspiró a todo un movimiento estudiantil antijudío a partir del Verein Deutscher Studenten de 1881. Con apoyo conservador, Stoecker fue electo al Reichstag. Para esa época se creaba la mentada Liga de los Antisemitas de Wilhelm Marr, dedicada ésta a temas étnicos más que a soioeconómicos. Y un famoso académico, Heinrich von Treitschke, les otorgó respetabilidad al denominar a todo exceso antijudío "una reacción brutal y natural del sentimiento nacional alemán contra un elemento extranjero". Treitschke acuñó la máxima Die Juden sind unser Unglück! ("-los judíos son nuestra desgracia!") que medio siglo después se transformó en lema de los nazis.

En 1882 se reunió en Dresden el Primer Congreso Antijudío, azuzado por un libelo de sangre en Tisza-Eszlar. Con delegados de Alemania, Austria y Hungría, creó la Alianza Antijudía Universal. Hubo más congresos en Chemnitz 1883, Kassel 1886 y Bochum 1889. Los racistas más pendencieros terminaron por escindirse del partido de Stoecker y en 1886 Otto Boeckel fue elegido al Reichstag como el primer judeófobo per se. A los pocos a¤os fundó el Partido Popular Antisemita, y dieciséis candidatos judeófobos fueron electos al Reichstag en 1893. En 1895, por primera vez en la historia, un partido llegaba al poder con una plataforma judeófoba. Fue el Partido Social Cristiano de Viena, cuyo líder, Karl Lueger, mientras era burgomaestre de la ciudad, recibió la visita de un joven admirador llamado Adolf Hitler.

También a principios de esa década se propuso la doctrina de la judeofobia racial. Para su iniciador, Eugen Dühring "habrá un problema judío aún si cada judío le da la espalda a su religión y se une a una de nuestras principales iglesias… Son precisamente los judíos bautizados los que penetran más profundamente… los judíos deben ser definidos solamente en base de la raza".

En 1899 Houston Chamberlain (yerno de Wagner) elaboró cabalmente la antítesis ario-semita en Los fundamentos del siglo XIX, voluminoso manual de los académicos judeófobos, que explicaba cómo desde la antigüedad "…los arios cometieron el fatal error de proteger a los judíos (bajo el rey persa Ciro) y así permitieron que el germen de la intolerancia semítica esparciera su veneno por la Tierra durante milenios, una maldición contra todo lo que es noble y una vergüenza para el cristianismo". No todos los racistas coincidieron en esto. Por ejemplo, los neopaganos como Alfred Rosenberg y Walter Darré, consideraron el cristianismo como una ense¤anza "típicamente semítica" que socavaba el espíritu "germánico" por medio de una mentalidad de esclavos. Esas diferencias acerca de qué es ario y qué es semita, fue precisamente el problema que nunca resolvieron los racistas.

Su solución fue simple: todo lo bueno era apropiado para "los arios" y lo malo era "semita". Para Chamberlain, por ejemplo, el ideal era el nórdico rubio y dolicocéfalo, entre los que no dudó en incluir nada menos que a Dante Alighieri, e incluso al Rey David y a Jesús. Pero como los gustos de los racistas variaban, algunos resultados de su método fueron tragicómicos. Goethe por ejemplo, era para Chamberlain un "ario perfecto y puro"; para Fritz Lentz, un "híbrido teutónico-asiático"; para Otto Hauser, "un mestizo, puesto que en el Fausto hay centenares de versos lastimosamente malos".

Sin duda aquí radica la paradoja de este racismo: en la vastísima literatura acerca del "veneno judío", y a pesar de la enorme infraestructura montada para combatirlo, no se dio jamás una definición racial del judío. Nunca llegaron más allá de definirlo como alguien cuyos abuelos profesaron la religión judía. Así y todo, algunos fanáticos construyeron sistemas escatológicos muy elaborados en los que la lucha entre la raza aria y la semita era la contrapartida de la lucha final entre Dios y fuerzas diabólicas.

El hecho es que para 1900 la existencia de una raza aria era tenida por la mayoría como una verdad científica, y ya había todo un enorme aparato teórico que denunciaba la "influencia judía" en el arte, las leyes, la medicina, filosofía, literatura, etc. Un ejemplo particularmente escandaloso (aunque menor) fue la obra del campeón mundial de ajedrez Alexander Alekhine, Ajedrez ario contra ajedrez judío en la que se sostiene que los judíos juegan al ajedrez de un modo distinto, hiperdefensivo y oportunista.

La judeofobia racial no dejó salida a los judíos, y algunos encontraron una única reacción posible.

El Auto-Odio Judío

Miles de judíos habían dejado de lado su tradición décadas antes de los escritos racistas. Muchos, nacidos en familias religiosas y educados en ieshivot talmúdicas, abandonaron el judaísmo apenas se pusieron en contacto con la cultura alemana. El hijo de uno de aquellos judíos fue el máximo poeta Heinrich Heine, para quien "el judaísmo no es una religión sino una desgracia" y quien se bautizó ("pero no me convertí", aclaraba). El escritor Moritz Saphir fue aun más lejos: "el judaísmo es una deformidad de nacimiento, corregible por cirurgía bautismal".

Pero cuando la Emancipación se revirtió en Alemania, y los judíos fueron nuevamente confrontados con un odio sistemático que no les permitía en modo alguno liberarse de la carga de su judeidad, apareció un fenómeno muy singular: el auto-odio judío. Ese precisamente fue el título del libro de Theodor Lessing, que en 1930, examinó las biografías de seis judíos que odiaron su ascendencia. Algunos se suicidaron en consecuencia, incluido el conocido psiquiatra y filósofo autríaco Otto Weininger.

Casos de autoodio judío había habido en la antigüedad, como el del sobrino de Filón, Tiberio, que hizo masacrar a los judíos. Y también en la Edad Media hubo casos como Petrus Alfonsi, Nicholas Donin, Pablo Christiani, Avner de Burgos, Guglielmo Moncada y Alessandro Franceschi. Pero todos ellos habían tenido la opción de la apostasía, y aun pudieron unirse al sector más judeofóbico de la Iglesia a fin de perseguir a los judíos.

La novedad de la nueva etapa judeofóbica en Austria y Alemania de este siglo, fue que no dejaba escapatoria alguna, y llevó al auto-odio judío a los mismos abismos que la judeofobia gentil. La Organización de Judíos Nacional-Alemanes fue creada para apoyar "el renacimiento nacional alemán" (nazismo) en el cual esperaban cumplir un rol como judíos (eventualmente recibieron ese rol en Auschwitz).

Uno de los casos que estudió Lessing fue el del periodista vienés Arthur Trebitsch, quien se convirtió al cristianismo, escribió un libro judeófobo, y ofreció sus servicios a los nazis de Austria. Cuando sintió que todo era insuficiente, escribió: "Me fuerzo a no pensarlo, pero no lo logro. Se piensa dentro de mí… está allí todo el tiempo, doloroso, feo, mortal: el conocimiento de mi ascendencia. Tanto como un leproso lleva su repulsiva enfermedad escondida bajo su ropa y sin embargo sabe de ella en cada momento, así cargo yo la vergüenza y la desgracia, la culpa metafísica de ser judío. ¿Qué son todos los sufrimientos e inhibiciones que vienen de afuera en comparación con el infierno que llevo dentro? La judeidad radica en la misma existencia. Es imposible sacudírsela de encima. Del mismo modo en que un perro o un cerdo no pueden evitar ser lo que son, no puedo yo arrancarme de los lazos eternos de la existencia que me mantienen en el eslabón intermedio entre el hombre y el animal: los judíos. Siento como si yo tengo que cargar sobre mis hombros toda la culpa acumulada de esa maldita casta de hombres cuya sangre venenosa me contamina. Siento como si yo, yo solo, tengo que hacer penitencia por cada crimen que esta gente está cometiendo contra la germanidad. Y a los alemanes me gustaría gritarles: Permaneced firmes! No tengáis piedad! Ni siquiera conmigo! Alemanes, vuestros muros deben permanecer herméticos contra la penetración. Para que nunca se infiltre la traición por ningún orificio… Cerrad vuestros corazones y oidos a quienes aun claman desde afuera por ser admitidos. Todo está en juego! Permanezca fuerte y leal, Alemania, la última peque¤a fortaleza del arianismo! Abajo con estos pobres pestilentes! Quemad este nido de avispas! Incluso si junto con los injustos, cien justos son destruidos. ¿Qué importan ellos? ¿Qué importamos nosotros? ¿Qué importo yo? No! No tengan piedad! Se los ruego."

Si consideramos que los postulados judeofóbicos raciales habían penetrado por doquier en Alemania, se entiende el meteorítico crecimiento del nazismo, sobre todo si agregamos la simplicidad de su postura maniquea, que seduce a las masas. De veinte mil afiliados en 1923, el Partido Nazi recibió en 1930 dos millones y medio de votos, elevando a sus representantes en el Reichstag de 12 a 107. Dos a¤os después, ya eran 230. Cuando ascendieron al poder en 1933, el dogma judeófobo era una mitología filtrada en todos los órdenes de la vida, que sirvió para justificar el Holocausto.

El insulto a los judíos servía para enseñar a la juventud alemana el rechazo del pacifismo sentimental. Los maestros lo hacían en clase reprimiendo "debilidades" de otros niños. Siglos de odio acumulado se descargaron contra una población indefensa atrapada en Europa. El judío ya no era el chivo emisario, ni siquiera un miembro de una raza inferior. Era el culpable de todo mal: la derrota alemana en la Gran Guerra (tal acusación era llamada "la teoría de la pu¤alada en la espalda"), la inflación, el crimen, todo. El judío era el destructor inherente, el envenenador de la pureza. Y era incorregible. Sólo restaba una "Solución Final", que el slogan nazi explicitó claramente: Juda Verrecke! (judería, pereced!).

Al comienzo se fingió legalidad, se simuló autodefensa nacional. Luego el programa se aceleró: aislamiento, pauperización, expulsión, exterminio. Pero incluso antes de que el gobierno actuase, las tropas de asalto nazis, la policía y los afiliados del partido tomaron la acción en sus propias manos. Las golpizas, los boycots económicos, y los asesinatos de judíos fueron experiencias cotidianas. Se condenó al ostracismo a los judíos que ejercían como abogados, médicos, maestros, periodistas, académicos y artistas. Los ni¤os judíos eran insultados en las escuelas, por compa¤eros y por maestros, y regresaban a sus casas golpeados, pálidos y temblorosos. Una estrella amarilla debia exhibirse en la ropa, los libros de judíos eran incendiados en público.

Antes de que concluyera 1933, los judíos alemanes eran hombres desesperados, mujeres sollozantes y ni¤os aterrorizados. En septiembre de 1935 las Leyes de Nürenberg cancelaron la ciudadanía de todos los judíos, quienes pasaron a ser "huéspedes". La única salida era la emigración o el suicidio. Se limitó la salida de bienes del país, y para 1938 no podía sacarse ni siquiera un marco. Esta medida enriquecía al gobierno con cada partida, y también hacía del judío un inmigrante aun más indeseable en los países a los que presentaba su solicitud.

La Noche de los Cristales (10/11/1938) fue el horror: ultrajes, asesinatos, saqueos y violaciones. Los judíos corrían presas del pánico mientras hordas de nazis los perseguían. Más de cien judíos fueron asesinados, treinta y cinco mil arrestados (y eventualmente enviados a los campos de muerte), siete mil quinientos negocios saqueados y seiscientas sinagogas incendiadas, mientras los altoparlantes anunciaban: "se requiere de todo judío que decida colgarse, que tenga la amabilidad de colocar en su boca un papel con su nombre, para que sea identificado". El Holocausto había comenzado.

La historia del Holocausto excedería el marco de este curso. En síntesis, una nación entera se trasformó en el brazo ejecutor de la judeofobia más brutal. Y era la nación más civilizada del planeta. Se aplicó la "ideología" nazi, o sea la remoción de los judíos de la sociedad humana, por medio de etiquetarlos como parásitos, como un virus infeccioso que amenazaba al mundo. La mitología judeofóbica llevó así a la pérdida de seis millones de vidas de judíos (un tercio del total) y Adolf Hitler despojaba la judeofobia de todos sus disfraces y desnudaba su esencia. Instintos sádicos descontrolados fueron protegidos por la ley, por el estado, por el silencio del mundo. Tanto la conferencia internacional de Evian (1938) como la de Bermuda (1943) no pudieron proveer a los judíos de un solo sitio en el que refugiarse. Y las puertas de la Tierra de Israel permanecieron selladas por los británicos que devolvían a Europa los barcos cargados de refugiados judíos, o los hundían y así condenaban a miles de judíos fugitivos a ahogarse en el mar.

Millones de judíos que habían rechazado o postergado las propuestas sionistas de emigración, y confiaban que la seguridad del pueblo judío sería defendida por los ideales liberales de Europa, por una legislación justa, y por democrátas por doquier, descubrieron con estupor que incluso sus vecinos y amigos no-judíos no se levantaron a protegerlos, ni incluso a esconderlos. Hubo, sí, miles de "justos entre los gentiles" que expresaron solidaridad con los judíos, algunos incluso arriesgando así sus propias vidas. Pero a pesar de ellos, el panorama global fue de tétrica desilusión para los que creyeron que la judeofobia estaba por superarse.

La opresión de los judíos caía en niveles cada vez peores. Desde legislación discriminatoria hasta exclusión de empleos de los que subsistir, desde actos de violencia contra individuos en las calles hasta campa¤as contra negocios de judíos, desde deportaciones y degradación, hasta el exterminio, y la mayoría de los gentiles cubrieron sus ojos, cerraron sus puertas a los que buscaban refugio y, con demasiada frecuencia, fueron partícipes del asesinato de judíos, arrebatándoles sus pertenencias y delatando sus escondrijos. Aun más que durante las matanzas medievales, los alemanes tuvieron éxito en el genocidio debido a la abrumadora coooperación que recibieron de los ciudadanos de los países ocupados.

Todos los pedidos de los judíos fueron virtualmente desoídos, incluída la solicitud de que se bombardearan los hornos crematorios de Auschwitz, donde un millón y medio de judíos fueron asesinados después de inenarrables sufrimientos. Los ejércitos aliados se negaron a bombardear el campo de muerte, por temor de que sus propios ciudadanos sintieran que habían sido arrastados a una "guerra judía".

Llamar racismo a la "ideología" nazi es otro empe¤o por desjudaizar el Holocausto. Sólo en lo que concernía a los judíos fueron los nazis consistentemente "racistas". Sus principales aliados fueron pueblos latinos y asiáticos, Italia y Japón, y flirtearon con otro pueblo supuestamente "semita", los árabes. Es sabido que cuando el líder de los árabes-palestinos, Hajj Amin Al-Husseini, visitó a Alfred Rosenberg en mayo de 1943, se le prometió que se daría instrucciones a la prensa para que limitara el uso de la voz "anti-semitismo" porque sonaba al oído como si incluyera el mundo árabe, que era mayormente germanófilo. Husseini participó del golpe pronazi en Irak en 1941, y residió en Alemania por el resto de la guerra. Recrutó a los voluntarios musulmanes para el ejército alemán y exhortaba al Reich a extender la "solución final" a Palestina.

El hecho es que el odio nazi se focalizó en los judíos con la virtual exclusión de toda otra "raza" (incluídos los gitanos que, aunque fueron muertos en masa, a diferencia de los judíos, en la visión de los nazis no pasaron de ser marginales).

No fue debido al racismo que los nazis odiaban a los judíos, sino al revés: para ejercer su honda judeofobia utilizaron argumentos racistas. No fue para adquirir poder que los nazis atacaron al "chivo expiatorio" judío, sino al revés, o como Hitler escribiera, ya derrotado, en su diario, en abril de 1945: "Por encima de todo encargo al gobierno y al pueblo a resistir sin misericordia al envenenador de todas las naciones, el judío internacional".

Así resumen Prager y Telushkin la judeofobia nazi: "Casi toda ideología y nacionalidad europea había estado saturada con odio contra el judío cuando los nazis consumaron la "solución final". En las décadas y siglos que la precedieron, elementos esenciales del pensar cristiano, socialista, nacionalista, iluminista y post-iluminista habían considerado intolerable la existencia de los judíos. En un análisis final, todos se habrían opuesto a lo que Hitler hizo pero, sin ellos, Hitler no podría haberlo hecho".

En cuanto al rol específico de la Iglesia, fue objeto este mes de un simposio vaticano bajo el título de "Raíces de antijudaísmo en círculos cristianos". Allí tanto el teologo Georges Cottier como la autoridad vaticana, el padre Remi Hoeckman, convocaron a un "histórico examen de conciencia por parte de los cristianos, a fin de que el fin del milenio coincida con el fin del antisemitismo, del desprecio que los cristianos han tenido por el judaísmo y los judíos".

 

Las cosas sencillas de la vida

Hola amigo noájida.

Muchos de los visitantes de este sitio, así­­  como de los miembros de FULVIDA han sido esclavos de esa prisión espiritual y vital que se denomina: «Jesús» (en cualquiera de los nombres que sus propagandistas le quieran dar: Yahoshua, Yeshuah, Jamelej Jamashiach, etc.).

Cuando se encontraron con el noají­­smo, pudieron descubrir que Dios demanda de ellos una vida sencilla y simple, abierta, plural, madura, racional, regocijante, sin amenazas, libre y liberadora.
Y para muchos esto les pareció «poca cosa», «demasiado fácil», «muy simple», «poco espiritual».
Es que, todaví­­a cargan en sus mochilas espirituales y existenciales con pesadas piedras «religiosas» que les inyectaron en su pasado dentro de la prisión de la religión.
Creen, porque así­­ los adiestraron, que el servicio a Dios debe ser algo rematadamente irracional, puramente emotivo, lleno de rituales complejos, de profecí­­as disparatadas, de sumisión a los deseos del lí­­der endiosado, de encasillarse en un dogma de fe oscura, de encerrarse en el recinto de su iglesia, de odio a lo que no es de su iglesia, de falsa mansedumbre y nulo amor al prójimo…
Tú que has estado encadenado en esa cárcel de ceguera y ahora tienes abierto (al menos) un ojo (espiritual) asientes a mis palabras, reconoces que es correcta esta descripción, porque sabes que es así­­… tú lo has sufrido.

Si tomamos el texto de la Torá, que es la Palabra revelada por Dios mismo, que es el libro perfecto e inmodificable que Dios ha dado, si leemos en la Torá, sin rebuscadas interpretaciones pastoriles… ¿qué encontramos?
¿Una vida de pesadas cargas religiosas, de oscuridad de la fe, de dogmas vací­­os, complicadas fórmulas que pretenden demostrar que un perdido pecador es un dios y un salvador?
¿O encontramos una vida de compromiso y responsabilidad, llena de trabajo por hacer para beneficio de la sociedad, que deja muy poco espacio para cosas irracionales, palabras rebuscadas, o complejas doctrinas que pretenden demostrar lo indemostrable?

Si eres sincero, si tienes al menos un ojo (espiritual) abierto, si te informas sin adoctrinamientos, solamente puedes llegar a una conclusión: es tu deber despojarte de esas mochilas que te pusieron en tu religión para buscar la vida verdadera, de simple y bello servicio real al Eterno.
Es tu deber adoptar la hermosa vida al estilo noájico, libre de complejidades de religión, despojada de confesiones y dogmas irrisorios ante la luz de la razón.
Es tu deber también limpiar tu alma de la sed por cosas complicadas, misticismo, rituales, objetos, etc.

Ante ti tienes todo el mundo para rectificar, y debes empezar por la calle en que vives: ¡tú mismo!

Acércate a la Luz y permite ser alumbrado para andar con humildad y sencillez junto al Eterno, para actuar con bondad y justicia contigo y con todos.

Deja de lado tu afán por rituales, por doctrinas religiosas, por cabalisterias, por cualquier cosa que te aparta del buen camino que Dios ha dispuesto para ti.

Creeme que lo que parece como tan simple, tan chato, realmente tiene una profundidad e intensidad espiritual inmensas. Estas a los pies del Trono Celestial cumpliendo con los Siete Mandamientos Universales, sin necesidad de afear tu relación con Dios con rituales que son completamente vanos y ajenos.

Así ­­ pues, amigo noájida, cuando sientas que el camino que Dios ha trazado para ti es insuficiente, recuerda Quién fue el que trazo ese camino para ti… y entonces te dedicarás con amor y reverencia a perfeccionar tu vida y el mundo.

Quedo de ti,
el Eterno te bendiga.

Para que sepas dónde estás

Hola amigo noájida.
¿Te has preguntado hoy si cumpliste con tu parte en la obra de perfeccionar el mundo?

Te compartiré un breve cuestionario que te servirá para que compruebes el grado de fidelidad que tienes en este momento hacia el Eterno y hacia tu pura esencia espiritual.
Debes ser sincero en tus respuestas, porque si engañas, solamente te engañas a ti.

¿Has adorado dioses que no son el Uno y Único? ¿Has considerado que alguna persona, animal, ente u objeto tienen «súper-poderes» espirituales y que tú debes adorarlos, alabarlos, servirlos, etc.? ¿Crees que Dios se hizo hombre o que es más que uno?

¿Has atribuido al Eterno conceptos o ideas que Le son ofensivas? ¿Has creí­­do que algo o alguien tiene que interceder por ti ante el Padre celestial? ¿Has orado o bendecido en el nombre de alguien que no sea el Padre celestial? ¿Has contribuido con dinero o trabajo para alguna iglesia, misión religiosa o secta?

¿Has robado, engañado, abusado de la confianza de alguien o mentido?

¿Has matado, golpeado a alguien, ofendido, humillado, acusado injustamente o te has burlado de alguien? ¿Continúas esclavo de alguna adicción?

¿Has mantenido relaciones sexuales con alguien que no sea tu esposo o esposa? ¿Intentaste que tus acciones, modales, palabras y pensamientos fueran recatados, es decir, que lo que debe permanecer en intimidad se quede en intimidad?

¿Has respetado la vida animal, sirviéndote de ellos solamente con misericordia y con fines que sean justificados? ¿Has participado en contaminar nuestro mundo un poquito más?

¿Has quebrantado alguna norma o ley de tu paí­­s o ciudad? ¿Has cruzado con el semáforo en rojo, has excedido el lí­­mite de velocidad, conducí­­as mientras hablabas por celular, hiciste algo que no sea correcto de acuerdo a la ley local?
¿Discriminaste negativamente a alguien? ¿Te juntaste con violentos? ¿Promoviste la anarquí­­a, el terrorismo o los movimientos seudo-pacifistas que se oponen a Dios y Su pueblo consagrado?

Si contesta a alguna de estas preguntas con un «sí­­», o dudas en alguna de ellas, es necesario que evalúes en qué estás fallando y qué puedes hacer para enmendar tu conducta.
Si respondiste a más de una con «sí­­», por favor, comienza de inmediato un proceso de mejoramiento de tus acciones y creencias, pues estás poniendo en riesgo tu esencia espiritual.

Si precisas ayuda, cuenta con nosotros.
Y si tienes alguna pregunta para añadir a este breve cuestionario, por favor, puedes incluirla como comentario aquí­­ debajo.

La Naturaleza de la Judeofobia (G. Perednik) – Unidad 2

"En esta segunda lección retomamos la tesis sostenida entre otros por el sacerdote norteamericano Edward Flannery, cuyo libro Veintitrés siglos de antisemitismo da la respuesta en el título mismo. Flannery rastreó las primeras citas históricamente documentadas, que evidencian un encono específico contra los judíos. Para entender dicha hostilidad, es necesario que nos introduzcamos en la Alejandría del siglo III a.e.c. "


 

Unidad 02: El judío en el mundo pagano; el fenómeno alejandrino

Por: Gustavo Perednik

 

 

Hemos comenzado el curso explicando los motivos que justifican el nombre de judeofobia para el odio antijudío, y enumeramos las características que hacen del mismo un fenómeno único y singular.

Luego planteamos diversas opiniones acerca de cuándo nació la judeofobia, y nos quedamos con dos alternativas plausibles: que tuvo su germen, o bien en el helenismo, o bien en el cristianismo.

En esta segunda lección retomaremos la primera de esas dos tesis, que fue sostenida entre otros por el sacerdote norteamericano Edward Flannery, cuyo libro Veintitrés siglos de antisemitismo da la respuesta en el título mismo. Flannery rastreó las primeras citas históricamente documentadas, que evidencian un encono específico contra los judíos. Para entender dicha hostilidad, es necesario que nos introduzcamos en la Alejandría del siglo III a.e.c.

Una Posible Cuna de la Judeofobia

Alejandría fue fundada por quizá el máximo conquistador de todos los tiempos, Alejandro Magno, quien, según historia Josefo Flavio, tuvo una actitud favorable hacia los judíos. Les permitió construir sus propios barrios en la ciudad, en la que desarrollaron el comercio y prosperaron. Alejandría se transformó en una segunda Atenas, capital comercial e intelectual del mundo antiguo.

En Eretz Israel, después de la muerte de Alejandro hubo un período de inestabilidad que provocó deportaciones y emigraciones de judíos, especialmente a Alejandría, cuya poblacíon judía creció notablemente.

A comienzos de la era común había allí cien mil judíos, que ocupaban casi la mitad de la ciudad. (La población judía mundial era de cuatro millones, un millón de los cuales residía en Eretz Israel).

En consecuencia, Egipto se transformó tanto en el corazón de la Diáspora judía, como en lo más avanzado de la helenización fuera de Grecia. Y no se sustrajo a la norma del mundo pagano, que en general fue muy tolerante en materia de diversidad religiosa. Después de todo, si cada familia veneraba a sus muchos dioses, qué mal podía haber en dioses adicionales que cada uno eligiera.

Esa atmósfera tolerante, típicamente pagana, permitió a los judíos practicar libremente su monoteísmo. Tres ejemplos de destacadas personalidades que valoraban altamente a los judíos fueron Clearco, Teofrastro y Megástenes, a comienzos del siglo III a.e.c.

Los dos primeros habían sido, como el mismo Alejandro, discípulos de Aristóteles. Clearco de Soli se refiere en su diálogo Del Sueño al encuentro entre su maestro y un judío, y Teofrastro de Eresos llama a los judíos "raza de filósofos", una descripción nada infrecuente en aquella época.

Sin embargo, aquel trío fue en cierto modo una excepción, puesto que la mayor parte de los historiadores alejandrinos fueron notorios por su judeofobia. Una razón para ello puede ser que aunque los egipcios nativos gozaban de prosperidad económica y cultural, no faltaba entre ellos el descontento por la dominación foránea, primero griega y luego romana. Ese resentimiento se tradujo en una xenofobia que terminó por descargarse contra el pueblo hebreo.

Probablemente a los egipcios los irritaba la tolerancia que el imperio había otorgado a los judíos. Esto, más la envidia social frente al florecimiento de esa colectividad, fue caldo de cultivo para las primeras agresiones escritas. Siguen algunos ejemplos.

Hecateo de Abdera fue el primer pagano que se explayó acerca de la historia israelita, y en el siglo IV a.e.c. no excluyó lo legendario de su narración: "debido a una plaga, los egipcios los expulsaron… La mayoría huyó a la Judea inhabitada, y su líder Moisés estableció un culto diferente de todos los demás. Los judíos adoptaron una vida misantrópica e inhospitalaria".

Debe aclararse que el relato de Hecateo no ataca especialmente a los judíos, a tal punto que cuatro siglos después Filón de Biblos se preguntó si aquel historiador no se habría convertido al judaísmo. Pero Hecateo sí es responsable de inventar el primer mito sobre la historia judía, el primero de una extensa y mortífera mitología. Los judíos "habían sido expulsados" y la vida que Moisés "les impuso en recuerdo de su exilio, era hostil a todos los humanos".

Los escritores alejandrinos posteriores (con algunas excepciones como Timágenes y Apián) repetían siempre que los judíos tenían ese origen humillante. El primer egipcio en narrar la historia de su país en griego fue el sacerdote Maneto, quien escribió en el siglo III que "el rey Amenofis había decidido purgar el país de leprosos… que fueron guiados por Osarsiph", a quien Maneto identifica con Moisés. No menciona explícitamente a los judíos, pero habla de "una nación de conquistadores foráneos que prendieron fuego a ciudades egipcias y destruyeron los templos de sus dioses… después de su expulsión de Egipto, cruzaron el desierto en su camino a Siria, y en el país de Judea construyeron una ciudad que llamaron Jerusalem".

El motivo del reiterado rechazo por lo judío que se daba entre aquellos egipcios, es que posiblemente la narración del Exodo ofendía su patriotismo. La religión israelita había hecho del Exodo de Egipto su creencia central, sinónimo de la aspiración judaica por la libertad.

Por ello, no es de extrañar cierto despecho de parte de los egipcios, quienes comenzaron por transformar el Exodo en una gesta nacional de expulsión de indeseables. Para ello, hacía falta denigrar a los supuestos "expulsados", rebuscar las causas posibles de aquella "expulsión". Así, los temas del linaje leproso y la falta de sociabilidad aparecen en las obras de Queremon, Lisímaco, Poseidonio, Apolonio Molon y, especialmente, Apión. Eran egipcios que escribían en griego.

Según Lisímaco "los judíos, enfermos de lepra y de escorbuto, se refugiaron en los templos, hasta que el rey Bojeris ahogó a los leprosos y mandó los otros cien mil a perecer en el desierto. Un tal Moisés los guió y los instruyó para que no mostraran buena voluntad hacia ninguna persona y destruyeran todos los templos que encontraran. Llegaron a Judea y construyeron Hierosyla (ciudad de los saqueadores de templos)".

Mnaseas de Patros (s. II a.e.c.) aporta la novedad de que los judíos "adoran una cabeza de asno" y su contemporáneo Filostrato resume: "los judíos han estado en rebelión en contra de la humanidad; han establecido su propia vida aparte e irreconciliable; no pueden compartir con el resto de la raza humana los placeres de la mesa, ni unírseles en sus libaciones o plegarias o sacrificios; están separados de nosotros por un golfo más grande del que nos separa de las Indias".

Por su parte, Agatárquides de Cnido destacaba las "prácticas ridículas de los judíos, el carácter absurdo de su ley y, en particular, la observancia del Shabat" que los mostraba como un pueblo de holgazanes. La mitificación va creciendo como una bola de nieve, y en el siglo I a.e.c. Apolonio Molon lanza contra los judíos una nueva escalada: "son los peores de entre los bárbaros, carecen de todo talento creativo, no hicieron nada por el bien de la humanidad, no creen en ninguna divinidad… Moisés fue un impostor".

Pero el mito más funesto de los inventados en la antigüedad (por sus derivaciones ulteriores, según veremos en próximas lecciones) fue el de Damócrito (s. I a.e.c.): "Cada siete años toman un no-judío y lo asesinan en el templo…" Dos historiadores de marras fueron Queremón, quien relacionó el Exodo con las migraciones de los Hyksos, y Apión, el máximo judeófobo antiguo.

Apión, a quien Plinio el Antiguo y Tiberio llamaron "gran charlatán", fue iniciador de las agitaciones antijudías bajo el gobernador Flaccus (año 38) que provocaron que decenas de miles de judíos fueran asesinados. El recopiló las ideas de sus predecesores y agregó de su propia creatividad: "Los principios del judaísmo obligan a odiar al resto de la humanidad. Una vez por año toman un no-judío, lo asesinan y prueban de sus entrañas, jurándose durante la comida que odiarán a la nación de la que provenía la víctima. En el Sancta Sanctorum del Templo Sagrado de Jerusalem hay una cabeza de asno dorado que los judíos idolatran. El Shabat se originó porque una dolencia pélvica que los judíos contrajeron al huir de Egipto los obligaba a descansar el septimo día".

Dos grandes sabios de esa época enfrentaron a este judeófobo. Flavio Josefo tituló una de sus obras Contra Apión, y el filósofo Filón de Alejandría lideró la delegación de judíos que se entrevistaron con el emperador Calígula a fin de poner fin a la violencia en la ciudad.

La Judeofobia Romana

Cuando la provincia Roma prevaleció sobre lo que había sido el imperio helenista, los escritores romanos heredaron de los griegos también la judeofobia. En Horacio (siglo I a.e.c.) hay condena contra los judíos, pero muy moderada (sus obras son despues de todo, sátiras).

El satirista más famoso de Roma, Juvenal (50-127), culpa a los extranjeros (si bien incluye griegos y sirios destaca a los judíos) de haber provocado la decadencia de la forma tradicional de vida romana. Desprecia especialmente a los judíos porque adoran nubes, haraganean en sábado, practican la circuncisión y son pobres.

Tácito (55-120) repite que los judíos debilitan la moralidad romana, y que los egipcios los expulsaron al desierto, en el que Moisés les enseñó rituales para separarlos de las otras naciones. Según Tácito, cuando los israelitas llegaron a Judea comenzaron con el culto asnal porque los asnos los habían guiado en su marcha por el desierto. "Los judíos revelan un terco vínculo los unos con los otros… que contrasta con su odio implacable por el resto de la humanidad… siniestros y vergonzosos, han sobrevivido sólo gracias a su perversidad… Creen profano todo lo que para nosotros es sagrado, y permiten lo que nos es aborrecible… consideran criminal matar a un bebé recién nacido".

Una característica que cabe analizar aquí es la sobrepercepción del judío, aspecto que ya comienza a verse en autores de esa época. A comienzos de la era común, el historiador y geógrafo Estrabón argüía que "los judíos han llegado a todas las ciudades, y es difícil hallar un lugar en la tierra habitable que no haya admitido a esta tribu, y que no haya sido poseído por ella".

La sobrepercepción del judío es la norma, pero no siempre viene acompañada de judeofobia. Un buen ejemplo es una carta que Mark Twain (el famoso escritor norteamericano, que de ningún modo fue judeófobo) envió al editor de la Encyclopedia Britannica: "leí que la población judía de los EE.UU. es de 250.000. Yo tengo más amigos judíos que esa cifra, por lo que supongo que se trata de un error tipográfico por 25.000.000".

Corresponde aclarar que en todos los países en donde viven, los judíos llegan a ser, como máximo, el 1% de la población (las únicas dos excepciones son EE.UU., donde superan el 2%, e Israel, donde constituyen casi el 90%). Pero casi en todo país son percibidos como si fueran cinco o diez veces más.

Esa sobrepercepción resulta de por lo menos tres razones para esa sobrepercepción: 1) los judíos son eminentemente urbanos (el 90% de ellos está concentrado en las dos ciudades principales de cada país en el que residen); 2) son muy activos en actividades centrales (economía, artes, ciencia); y 3) su historia se transformó en la historia sagrada de una buena parte de la humanidad, por lo que la mayoría de la gente aprende acerca de los judíos en algún momento de su educación, de modo que los judíos están mentalmente presentes en la gente antes de ser personalmente conocidos.

En el siglo I a.e.c. Cicerón describe la "superstición bárbara" de los judíos, y alerta acerca de "cuán numerosos son, aislacionistas e influyentes en las asambleas". La comunidad judía de Roma seguía a la de Alejandría en cuanto a tamaño e importancia, y también allí, los privilegios que algunos emperadores les acordaron para que pudieran observar libremente su estilo de vida, despertaron la envidia de sus vecinos. Esos privilegios incluían la exención de adorar imágenes, práctica que estaba muy entretejida en la vida cotidiana de los romanos.

La política romana nunca fue sistemáticamente judeofóbica (sólo algunos emperadores lo fueron), y su ambivalencia no se modificó ni siquiera durante la guerra contra Judea. Pero los hombres de letras romanos sí tendieron a hacerse eco de los prejuicios alejandrinos. Tíbulo, Ovidio, Quintiliano y Marcial se sumaron a los ataques contra "la perniciosa nación". Séneca los llamó "la nación más malvada,cuyo despilfarro de un séptimo de la vida va contra la utilidad de la misma".

Como vimos, este capítulo de la judeofobia fue principalmente literario, y justificaría la postura de aquellos que ven en Alejandría la cuna del fenómeno.

La pregunta es cómo podría ser de otro modo, de qué manera alguien podría argumentar que la judeofobia nació con el cristianismo (según la quinta de las hipótesis planteadas) si hay tanta evidencia de odio antijudío entre los griegos y romanos. A responder esa pregunta dedicaremos la próxima lección.

Creerse o ser…

Pregunta.

realmente ,me llama la atencion el sitio,de la misma forma en que se ejerce ,la observancia de las siete leyes de los hijos de Noe,soy judio ,no observante ,y realmente me ha impresionado ,es mas ,desconocia ,ese grupo ,o esa condicion ,e inclusive para mi es nuevo el nombre de Noajida. pero ,como siempre estamos aprendiendo,para mi ,es parte de ese aprendizaje,que es bien recibido. Quizas sea mucho pedir ,hacer alguna que otra pregunta,que pueda interpretarse como torpe ,pero querria esclarecerme ,para saber ,aun mas ……….. Los rabinos a travez de este pacto ,aceptan a uno como judio? Ustedes se sienten judios? o solo son como entiendo seguidores de las siete leyes de Noe’? quizas ,quisiera hacerle mas preguntas ,pero ,como estoy abrumado,y como este es un hecho ,totalmente nuevo en mi vida ,me ha impactado. Los saludo ,con el respeto mas sincero , Rolando G.

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Entrevista a un Izquierdista No-Chavista

Pablo Corral El fotoperiodista Pablo Corral (El Comercio – Ecuador) entrevista a Teodoro Petkoff. Para escuchar la entrevista entera: http://www.elcomercio.com/radioQuito/deportes/rq_deporte01.html

EXTRACTO (principio de la entrevista)

Pablo Corral: Muchísimas gracias Dr. Petkoff por hablar con nosotros, bienvenido a Foro Democrático. Usted es una persona de izquierda. ¿Se puede ser de izquierda y estar en contra de Chávez? Teodoro Petkoff: ¡La única manera de ser de izquierda en Venezuela es estando en contra de Chávez! PC: ¿Nos puede explicar un poco más esto? TP: El hecho es que hay gente derecha que está en contra de él. Pero obviamente soy fiel a mismo y a mis convicciones justamente porque estoy en contra de Chávez porque entiendo (lo) que (es) la izquierda de la que yo formo parte – fui miembro del Partido Comunista y del cual me fui precisamente rompiendo con la Unión Soviética, con el Comunismo (con el movimiento Comunista), con el Stalinismo – no puedo entender que si me divorcié de Stalin sea para casarme con Chávez. Tengo una concepción democrática del cambio social, no una concepción autoritaria, autocrática y militarista – que son los rasgos principales del régimen de Chávez. PC: Pero Chávez acusa a todos sus opositores de ser oligarcas, de ser amigos del imperio. TP: Bueno esa misma acusación, la desmesura de esa acusación, revela su absoluta falsedad: usted comprenderá que un país donde el 40% de la gente votó en contra de Chávez en las elecciones presidenciales, es bien difícil que (de) ese 40% sean todos oligarcas y agentes del imperialismo. Esa acusación es una estupidez, forma parte de la retórica tradicional de lo que en una época en uno de mis libros llamé "la falsa conducta revolucionaria".

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El texto entero està disponible en el blog de Pablo Corral

EL PODER DE REALIZAR EL POTENCIAL tercera parte

            Considera muy en serio la posibilidad de triunfar:

             “Dijo, pues, Jonatán a su paje de armas: Ven, pasemos a la guarnición de esos incircuncisos; quizá obrará el Señor juntamente con nosotros, porque con el Señor no hay estorbo en salvar con muchos o con pocos”. (1 Samuel 14: 6).

           Escuchen la voz de uno que ha aprendido a no rendirse ante las adversidades y desafíos: “Quizá obrará el Eterno juntamente con nosotros”; es decir, ‘vamos a hacer nosotros algo, quizá el Eterno haga algo junto con nosotros. El mensaje aquí es claro: ‘Si no actuamos nosotros primero, el Eterno no va a actuar a favor de nosotros ni junto a nosotros’. El Eterno comenzará a obrar cuando tú comiences a obrar. Si tú no actúas, el Eterno no actuará. Él se manifestó y obró cuando Jonatán y su paje de armas decidieron caminar en la dimensión de la certeza absoluta: “Y hubo temblor en el campamento, en el campo y entre toda la gente; y la guarnición y los merodeadores también temblaron; la tierra también se sacudió, de modo que vino a ser un temblor muy grande”. “Así el Eterno salvó en aquel día a Israel, y la batalla pasó a Bethawen”. (Versículos 15 y 23).

           Existía la posibilidad de caerse, despeñarse o caer heridos en las manos de los filisteos y ser muertos por sus espadas; pero también había posibilidades de vencer y derrotar a sus enemigos, y de esta posibilidad se agarraron firmemente, y actuaron.

 
              El camino hacia ‘una vida de éxito’ está asfaltado de pequeños triunfos:

             “Y fue aquella primera matanza la que hicieron Jonatán y su paje de armas, cosa de veinte hombres, en el espacio como de una media yugada de tierra”. (1 Samuel 14: 14). No desprecies el día de los modestos comienzos. Las pequeñas victorias deben ser reconocidas y aceptadas como señales verdaderas que evidencian que el Eterno está apunto de desatar todo Su poder a nuestro favor. El Señor te prepara el camino; tú lo asfaltas con pequeñas victorias, hasta que llegue el día en que sea reconocido y alabado como un hombre y una mujer de éxito y visión. La vida de éxito del Rey David comenzó cuando era sólo un pastorcillo de ovejas. Se estrenó como un valiente guerrero matando osos, leones y lobos. Después asfaltó su camino cuando derrotó al gigante Goliat. Más adelante lo vemos destruyendo ejércitos enemigos, conquistando ciudades y construyendo el un reino de justicia, seguridad y prosperidad. El más grande de todos los reyes de la tierra tuvo que asfaltar su camino con pequeñas victorias.

           Esto se asemeja a la construcción de un muro. Cada ladrillo que tú colocas es una pequeña victoria, y de victoria en victoria vas construyendo y edificando tu vida de éxito. No debes buscar el éxito en la vida, esto es simplemente humanismo y materialismo vacio. Antes bien, ‘debes edificar una vida de éxito’. El éxito en la vida te puede dejar riquezas, fama y poder; una vida cultivada en un verdadero concepto éxito te dejará, además de riquezas y buen nombre, lo más precioso de todos los tesoros: carácter.

        Cada ladrillo que tú logres levantar es una victoria que fortalecerá tu carácter y te capacitará para seguir adelante construyendo en Dios tu vida interior.

          Veamos todo el potencial que desató una pequeña victoria:

a.       Una pequeña victoria (la primera matanza) desató toda una movilización de soldados amigos, los cuales destruyeron a un ejército militarmente superior (Versículo 20).

b.      Los hebreos que había alquilado sus servicios a los filisteos retornaron y se unieron a su verdadero pueblo y pelearon para la causa de Dios (Versículo 21).

c.       Los cobardes se animaron y salieron de sus escondites a pelear por el Eterno, por el rey Shaúl y por su pueblo (Versículo 22).

d.      El Eterno libró a su pueblo Israel, otorgándoles una gran victoria aquel día (Versículo 23), pues Él honra a los que le honran.

          
             Decisión es la clave:

             Después de haber oído esta impresionante historia de valor y confianza en el Eterno, ¿qué piensas hacer? ¿Seguir sumido en el polvo de la mediocridad? o ¿levantarte con poder de los escombros, con la mirada puesta en Aquél que te puede coronar con una nueva vida? Adelante, usa tu potencial en Dios, esas reservas de energía que te son intrínsecas, hasta que logres conseguir la plena e integral liberación de tu existencia.

           Recuerda este principio toda tu vida: la certeza absoluta honra a Dios; y Dios, al verse honrado, honra la certeza absoluta. Salta ahora mismo del grupo de los pesimistas, cobardes y fatalistas y entra al ejército de aquellos que han comenzado a escalar y trepar los peñascos de la vida, dominados por una sola visión: Ser hombres de convicción y de Dios. Tú sólo necesitas una cosa: ¡Decidirte!

 

 

La órbita del agua

gota.gifVamos a embarcar, amigos,
para el viaje de la gota de agua.
Es una gota, apenas, como el ojo de un pájaro.

(poema de: Andrés Eloy Blanco.)

Para nosotros no es sino un punto,
una semilla de luz,
una semilla da agua,
la mitad de lágrima de una sonrisa,
pero le cabe el cielo
y sería el naufragio de una hormiga.

Vamos a seguir, amigos,
la órbita de la gota de agua:
De la cresta de un ola
salta, con el vapor de la mañana;
sube a la costa de una nube
insular en el cielo, blanca, como una playa;
viaja hacia el Occidente,
llueve en el pico de una montaña,
abrillanta las hojas,
esmalta los retoños,
rueda en una quebrada,
se sazona en el jugo de las frutas caídas,
brinca en las cataratas,
desemboca en el Río, va corriendo hacia el Este,
corta en dos la sabana,
hace piruetas en los remolinos
y en los anchos remansos se dilata
como la pupila de un gato,
sigue hacia el Este en la marea baja,
llega al mar, a la cresta de su ola
y hemos llegado, amigos… Volveremos mañana

Resp. 95 – Comenzando por las bases

Hola: Les escribo de Guatemala, es una ciudad muy bella, pero tiene unas tradiciones que me molestan desde que era un niño, pero la verdad es que necesito que me informen o me proporcionen los correos de algunos de sus Coordinadores , a mi me parece muy interesante este sitio, con mucho respeto les escribo estas lineas, ya que algunos correos a veces no son leidos y yo escribo para tener contacto con Ustedes muy respetuosamente
sin mentiras, sin mascarasy sin engaños necesito informacion de como sus Coordinadores obtienen la informacion dí­­a a dí­­a de sus ciudades , asi como yo les dire como se comportan los vecinos de mi ciudad , esto lo hago no por hacer misiones ni nada de eso, ya se que los misioneros son muy astutos y mentirosos.
La mayoria de misioneros que conozco me tratan de convertir y mi eso me molesta mucho ya se que parecen Judios pero se muy claramente que no lo son, y como no conozco algún Rabino por mi ciudad, no se con quien consultar sobre esta situación , mis familiares en su mayoria son catolicos y algunos son evangelicos y me dan mucha pena que se comporten asi, no he encontrado alguna forma de hablarles, y a veces hago algún intento y lo que resulta es que me escuchan un tiempo , luego como que les entro por un oido y salió por el otro el comentario que les dije, y eso me tiene con algún resentimiento que necesito desahogar sin lastimar a alguien.
Por eso necesito alguna forma o método Noají­­da para hacerlos entrar en razón , se que si tubiera en mis manos una Torá con la ayuda de un Rabino, encontraria alguna solución pero como NO , me cuesta mucho asi,
Gracias por leer este comentario y no quiero ser abusivo con estas palabras pero realmente necesito salir de esta situación caótica que vive mi pais , se que los comentarios que ustedes tienen en su WEB son autenticos y no quiero que se cierre este sitio, ya que ha sido de mucha ayuda a mi alma con la terapia sana que leo en este sitio WEB FULVIDA .
Por eso les pido las direcciones de sus Coordinadores, al menos si cierran el sitio me queda alguna direccion donde escribir cuando cierren este sitio WEB tan maravilloso que encontre.
Les repito Gracias y
tengamos Shalom.
M. Gomez

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