ESTE ARTICULO REFLEJA LA OPINIÓN PERSONAL DEL AUTOR Y NO REFLEJA EN FORMA ALGUNA LA OPINIÓN DE DE FULVIDA, SUS DIRECTIVOS, ADMINISTRADORES NI AFILIADOS.
Estoy seguro, que todos los lunes, la fuerza de gravedad es mas fuerte que de costumbre. Lo he vivido en carne propia, soy testigo directo. La cobija me atrapa sin que mi esqueleto pueda liberarse de su abrazo somnífero y mi cabeza se vuelve tan pesada que no lucho para superar el fenómeno (mi esposa sospecha que las piedras que adentro tiene son la causa, yo discrepo, cauteloso). Estaba el día de hoy en los brazos del sueño cuando un chirrido, si un chirrido, como el de vidrio rayado por un clavo, como el que haría Gatubela si arañase la pizarra de un salón, me sacudió de mi sueño. Aun turulato por el maltrato, realice que esa costumbre mía de hacerme levantar por el televisor, me había, finalmente, pasado la factura. Confundido, enfoque al aparatejo con ánimo desentrañante y realicé que aquel chirrido, no provenía de la exuberante felina, sino que se vertía de algo un poco mas terrenal, mas moderno y mas desafortunado. No era el sonido del deshielo de los polos, no!, ni el sonido de las bolsas de valores en su caída libre, no!, ni mucho menos el chirrido de los dientes de los directivos de la FED en su lucha por evadir la recesión en US. Era don Hugo. Si don Hugo, (Chávez, si, Presidente de la bendita y muy querida Venezuela) quien desbocaba en verborrea incontenible contra don Álvaro (Uribe), mientras sus compinches, el señor Correa y el señor Ortega, arremedaban cuanto podían en un afán de complacencia sin par. Creí que todavía soñaba cuando escuche con claridad que don Hugo llamó, “mafioso” a su homólogo colombiano, ante lo cual, ahí si solté la cobija.
Más despejadito ya, creí escuchar que auguraba “que Colombia se convertiría en la Israel de América”. Ya ahí, quien escribe retomó la cobija, pero para morderla, no de ira sino de temor. Temor de observar como la olla de sopa salpicaba tan lejos e indiscriminadamente y yo ahí ignorante. Procedí entonces a informarme y a conocer lo que todos conocemos ya. De ahí el tema de la legítima defensa.
Algunos creen que la legítima defensa es una causa de exculpación al estilo Billy The Kid. O sea, te sirve si te están apuntado con un revolver a la nuca y vos te defiendes con idéntica o similar fuerza de esta agresión o bien si estas en duelo abierto con el oponente. Pero yo, honestamente me cuestiono, que ya cuando tenés el revolver ahí, es tarde para mi, pues mis manos estarán ya ocupadas cavando el hoyo. Nace entonces la idea de que las personas tienen el derecho de legítima defensa ante la puesta en peligro de un bien jurídico de alto valor, aun a costa del sacrificio de otro de igual valor. Así las cosas se trae a colación al Estado de Israel como si sus actuaciones en la Franja de Gaza, fuesen injustificadas y exageradas, lo cual como se ha tratado en serjudio.com en múltiples ocasiones, resulta ser incorrecto. Pareciera que los detractores del Estado Judio, pretenden que la legítima defensa opere únicamente cuando el bombardero suicida esta ya en el autobús escolar con el reloj de su explosivo a menos de un minuto de hacer ignición. No es justo, no es correcto ni mucho menos lógico.
Los Estados están en la obligación de salvaguardar la vida de sus ciudadanos, mediante la utilización de los medios que sean estrictamente necesarios para lograr ese cometido. Desde luego la violación de espacios ajenos a de ser una práctica de excepción, pero la vida amigos, es mas valiosa que el egocentrismo fronterizo de algunos gobernantes. Creo que compartiremos la idea de que la inoperancia, despreocupación y/o tolerancia hacia los grupos terroristas, fuerza y en cierto grado legitima, acciones como las observadas en Suramérica estos días. Se que es delicadísimo hablar de esto, pero míralo en frio.
Cuando un gobernante manifiesta amiguismo con un grupo terrorista, en este caso las FARC, lo hace a favor de HAMAS y de IRAN, pues todos estos son aliados. Si se mandan condolencias (como las del señor Ortega), se guardan minutos de silencio, estos actos envían un mensaje incorrecto al mundo, tendiente a la permisibilidad y tolerancia de lo intolerable.
Mi deseo honesto es que D-os bendiga al mundo, a Venezuela, Ecuador y Colombia, y exista paz entre todos nosotros.