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Resp. 98 – ¿Padre o semental?

Shalom more yehuda.
Le escribo porque tengo un gran dilema que se me ha presentado estos dias, yo soy un gentil de 26 años y hace algun tiempo (desde que lo me adentre en este mundo) sigo los 7 preceptos para los hijos de Noé, aqui viene la cuestion:
tengo una amiga, que tiene unos 30 años y ha sentido que la vida se le va llendo y todavia no ha tenido hijos, y como quiere la cosa me ha ofrecido a mi ser el padre, pero renunciando a mis derechos como tal ante la ley.
1- Es correcto que acepte?
2- o desaprovechar la posibilidad de crear un ser humano supera la falta de una futura union sentimental con su padre por parte de este niño?
Espero me aclare mi duda.

Nicolas Dumitrescu
Luque Paraguay

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Resp 97 – Tatuajes

SOY DE COSTA RICA.
CON TODO RESPETO, Y PERDONANDO MI IGNORANCIA……EXISTE ALGUN IMPEDIMENTO O ES UNA OFENSA PARA DIOS O PARA USTEDES LOS JUDIOS, TATUARSE EL SHEMA?

MI CONSULTA SE ENFOCA EN QUE ME GUSTARIA TATUARME EL SHEMA PUES MIS PADRES ME ENSEí­‘ARON EL SHEMA ISRAEL DESDE QUE NACI TENGO 22 Aí­‘OS DE RECITARLA TODAS LAS NOCHES, Y VERDADERAMENTE ES LA LEY DE MI VIDA DESEO TENERLA EN MI ESPALDA COMO SIMBOLO DE LA IMPORTANCIA QUE TIENE PARA MI, CADA PALABRA CADA FRASE LE DAN SENTIDO A MI VIDA….
CREEN ADECUADO QUE LO TATUE O SERIA ALGO MALO O OFENSIVO PARA ALGUIEN?
GRACIAS…….BENDICIONES
Cristina Marten Araya

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La Naturaleza de la Judeofobia (G. Perednik) – Unidad 3

"…a partir del cristianismo la judeofobia se convirtió en norma. Nacía una religión masiva basada en el judaísmo, en la que el odio antijudío echó raíces, se profundizó, y se ramificó monstruosamente, con derivaciones ideológicas y aun teológicas. La judeofobia precristiana fue vulgar, poco organizada, no sistemática. En contraste, señala Marcel Simon, la judeofobia cristiana "persigue un objetivo muy preciso: despertar el odio hacia los judíos". 


 

Unidad 03: El nacimiento del cristianismo y su influencia en la judeofobia

Por: Gustavo Perednik

 

Vimos en nuestra segunda lección amplia evidencia de la judeofobia pagana, y de cómo Alejandría podría considerarse cuna de la judeofobia en general. Ello bastaría para justificar una postura como la de Edward Flannery que atribuye a la judeofobia veintitrés siglos de antigüedad. Concluimos por preguntarnos si acaso es posible argumentar que la judeofobia nació después, con el cristianismo, salteando de este modo la etapa pagana.

La respuesta es básicamente que a partir del cristianismo la judeofobia se convirtió en norma. Nacía una religión masiva basada en el judaísmo, en la que el odio antijudío echó raíces, se profundizó, y se ramificó monstruosamente, con derivaciones ideológicas y aun teológicas. La judeofobia precristiana fue vulgar, poco organizada, no sistemática. En contraste, señala Marcel Simon, la judeofobia cristiana "persigue un objetivo muy preciso: despertar el odio hacia los judíos".

Quede claro desde el comienzo que señalar las raíces cristianas de la judeofobia no implica la grosera generalización de atribuir judeofobia a los cristianos en su conjunto. Sin embargo, algunos datos básicos deben ser mencionados para aclarar la idea, y a ellos dedicaremos esta tercera lección.

La esencia del problema es que la iglesia naciente se presentó como la consumación del judaísmo, su herencia mas prístina, su legítima continuación. El cristianismo emerge del judaísmo; sus líderes fueron judíos, como sus primeros seguidores y su culto. En principio ello podría haber sido motivo de confraternidad y, en efecto, los primeros cristianos eran considerados miembros de la grey judía, y no hubo antagonismo serio entre las dos religiones mientras el Estado judío existía.

El mensaje de los primeros tenía como destinatario la Casa de Israel. Sin embargo, rápidamente quedó claro que la vasta mayoría de los judíos no iba a convertirse, sino que permanecería fiel a la ley bíblica, a la visión intransigente de un Dios trascendente e incorpóreo, y a la fe en la llegada de un Mesías que curaría el mundo al final de los tiempos.

Una vez que las incompatibilidades doctrinarias fueron obvias, la armonía original entre las dos religiones quedó condenada. El hecho de que los judíos rechazaran la nueva noción mesiánica acerca del "hijo de Dios", desconcertó a los cristianos, que basaban su fe en las Escrituras judías y en sus creencias, y por lo tanto esperaban persuadir precisamente a los hijos de Israel. Si el cristianismo era el heredero de la tradición judía, su realización más plena y su continuidad, tarde o temprano se descubrirían defectos serios en quienes persistían independientemente con la religión "superada y heredada". La vitalidad del judaísmo, de por sí cuestionaría la legitimidad de la herencia.

La escisión entre las dos religiones fue proclamada por un judío, discípulo de Jesús, Pablo o Saúl de Tarso, el verdadero fundador del cristianismo. Pablo se pronunció en contra de la observancia de la Ley que estipulaba el judaísmo, y estableció que la verdadera salvación venía exclusivamente de la fe en Jesús como Mesías. Los judíos-cristianos, o sea la minoría que aceptó ese dogma, siguieron practicando el judaísmo y fueron vistos por la nueva fe que se expandía como un fenómeno temporario (se ve en el Nuevo Testamento la Epístola a los Gálatas 2:11-21). Ellos terminaron rompiendo con Pablo cuando eventualmente repararon en que él no hacía distingos entre judío y gentil, y en que llevaba el nuevo mensaje al mundo pagano sin el marco tradicional de la ley hebrea.

Lo que queda claro es que Pablo había heredado el amor de Jesús por su pueblo. El Nuevo Testamento testimonia que ninguno de los dos habría querido ver a los judíos degradados o destruidos. Pero gradualmente, mientras el Nuevo Testamento era compuesto, la actitud cristiana hacia los judíos empeoraba. Por ello, las secciones más tempranas (las de Pablo, alrededor del año 50) están exentas de la judeofobia que se nota en las partes más tardías (el Evangelio de Juan, alrededor del año 100). En el año 140 se compila el canon más antiguo del Nuevo Testamento, por Marción, quien llega a rechazar la Biblia Hebrea en su conjunto.

El debate acerca de cuán judeofóbico es el Nuevo Testamento, excede los límites de este curso. Entre los teólogos cristianos algunos (como Rosemary Ruether) arguyen que es decididamente judeofóbico y algunos (como Gregory Baum) que no lo es en absoluto.

Sin duda, varios versículos del Nuevo Testamento describen a los judíos de modo positivo, atribuyéndoles la salvacíon (Juan 4:22) o la gracia divina (Romanos 11:28) y muchos otros pueden ser usados en el arsenal judeofóbico (y lo fueron). En ese sentido, los dos versículos más acres son aquél en el que los judíos supuestamente insisten en que Jesús sea crucificado y declaran "Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos" (Mateo 27:25) y aquél en el que Jesús los llama "hijos del diablo" (Juan 8:44).

Estos versículos y toda la gama de acusaciones con que se acusó a los judíos mientras el cristianismo crecía y se individualizaba, eran repetidos y agravados por gente que tenía poco o ningún contacto con judíos. Jerónimo, Antanasio, Ambrosio, Amulo, todos reiteran como un eco los orígenes satánicos de los judíos, o que el diablo los tienta, o que son sus socios o instrumentos. De un modo trágico el cristiano afirmaba su propia identidad por medio de descalificar al judío.

El Relato de la Crucificción

La fuente más reiterada que halló la judeofobia posterior en el Nuevo Testamento fue el relato de la crucifixión, aun cuando incluye evidentes errores históricos (que no socavan, claro está, ni el carácter sagrado del texto para los creyentes en él, ni la base teológica del cristianismo; hablamos aquí meramente en términos históricos).

Según el Nuevo Testamento, durante la Pascua judía (Pésaj) el Sanhedrín (que era el cuerpo supremo religioso y judicial de Judea durante el período romano) sometió a Jesús a juicio y lo condenó a muerte. El gobernador romano Poncio Pilato intentó evitar la aplicación de la pena, pero se sometió al veredicto "lavándose las manos" literalmente y Jesús fue entonces crucificado por soldados romanos.

La vastísima bibliografía al respecto señala varias imprecisiones en el relato, a saber:

  1. El Sanhedrín nunca se reunía en las festividades hebreas, y muy raramente aplicaba penas de muerte (a un Sanhedrín que aplicara una pena de muerte cada siete años, el Talmud lo llama "Sanhedrín devastador", a lo que el rabí Eleazar Ben Azariá agregó: "…aun cuando lo haga una vez cada setenta años"). Y en el caso de Jesús el texto exhibe una inaudita ligereza en la aplicación de la pena.
  2. Más grave aun es que ni siquiera se explicita la transgresión que justificara pena de muerte. Había crímenes que la ley bíblica penaba con muerte, pero no era el caso de proclamarse "hijo de Dios", que no implicaba ningún tipo de transgresión. Además, los romanos solían grabar en la cruz del reo la índole de su delito. En la de Jesús, INRI (Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos) alude al crimen político de sedición: nadie podía ser rey, porque el único monarca era el César. Se trata de un crimen contra Roma, castigado con un modo de ejecución romano.
  3. El rol de Pilato es triplemente sospechoso. ¿Por qué el Sanhedrín -que tenía autoridad para ejecutar las penas que imponía- solicitaría ayuda del enemigo romano a fin de "castigar" a un judío? ¿Por qué el Procurador habría de salir en defensa de un judío, cuando él era responsable de imponer el orden imperial en Judea, y en esa función ya había hecho crucificar a miles? Y por último, el conocido "lavado de manos" de Pilato es un rito (netilat iadaim) que los judíos observan hasta hoy antes de comer, al visitar cementerios, o como signo de pureza. Extraño es, pues, que así exteriorice su pureza un militar romano a cargo de la represión.

Por todo ello, lo más probable es que quienes se "lavaran las manos" fueran los miembros del Sanhedrín, en pasivo temor ante la decisión del Procurador (en ese momento la mayoría de los judíos no deseaba rebelarse contra Roma; el partido rebelde prevaleció cuatro décadas después). Y probablemente quien anunció la pena de Jesús fue Pilato mismo.

El motivo por el que los protagonistas del relato fueron intercambiados, es quizá que los redactores del Nuevo Testamento tenían en la mira la expansión del cristianismo, y para cumplir con ese objeto en el Imperio, la incipiente religión debía eximir de toda culpa al poderoso romano. Al mismo tiempo, podía tranquilamente depositar la culpa en quien no podría defenderse, el judío ya vencido.

Además, al evangelizar el mundo pagano, los cristianos no podían argüir que Jesús había sido el Mesías, puesto que ello no significaba nada para quienes no creían en la Biblia. El único argumento válido debía ser que el cristianismo era la religión original, la verdad universal para la humanidad. Para ello, el cristianismo debía ser el exclusivo poseedor de la historia de Israel.

A fines del siglo I, la Epístola de Barnabás sostiene que los judíos en rigor habían entendido mal lo que los cristianos llaman Antiguo Testamento, que nunca habría sido una ley a ser cumplirda, sino una prefiguración de la Iglesia.

A comienzos del siglo II, Ignacio de Antioquía lo resume así: "No fue la cristiandad quien creyó en el judaísmo, sino los judíos quienes creyeron en el cristianismo". Así nacía el fértil tema de que la Iglesia era, y siempre había sido, el verdadero Israel. El problema era que el pueblo al que la Iglesia reclamaba haber reemplazado, continuaba coexistiendo y, más importante aun, se adjudicaba las mismas fuentes de fe, y afirmaba su anterioridad y su autoría del Antiguo Testamento.

Se desarrolló una literatura antijudía, según la cual la Iglesia precedía al Viejo Israel, remontándose hasta la fe de Abraham e incluso a Adán. La Iglesia era así "el eterno Israel" cuyos orígenes coincidían con los de la misma humanidad. La ley mosaica era ergo sólo para los judíos, quienes con ese peso habían sido castigados por su inmerecimiento y su culto al becerro de oro. La legislación mosaica se transformaba en un yugo impuesto al Viejo Israel por sus pecados. Los judíos no sólo eran privados de su rol providencial de pueblo elegido, sino que además pasaban a ser una nación apóstata.

En los primeros siglos, el tratado cristiano más completo en contra de los judíos fue el Diálogo con Trifón de Justino, que explica cómo las desgracias que sufren los judíos son castigo divino. Y en ese marco, el peor de los mitos es el del "deicidio", el asesinato de Dios, explicitado por primera vez por Melito, obispo de Sardis, alrededor del año 150: "Dios ha sido asesinado, el Rey de Israel fue muerto por una mano israelita". Como consecuencia, "Israel yace muerto", y el cristianismo conquista toda la Tierra. Esta acusación, que fue repetida por décadas y siglos, nunca fue la doctrina oficial de la Iglesia. Pero se arraigó de tal modo en los sermones cristianos que la Iglesia debió oficialmente rechazarla durante el Concilio Vaticano II de 1965.

La Demonización del Judío

Este género de literatura judeofóbica se desarrolló mientras la judería estaba humillada, débil y vencida, cuando no constituía ningún desafío para el cristianismo. En las derrotas de los judíos, en la disolución de Judea, y en las calamidades que subsecuentemente azotaron a los israelitas, los cristianos encontraron una confirmación práctica de aquella teología, una confirmación definitiva de su creencia en que Dios estaba disgustado con los judíos y no deseaba su continuidad. Les parecía obvio e indudable que el judaísmo sería irreversiblemente absorbido en la nueva religión.

Sin embargo, después de los desastres de los años 70 y 135 (derrotas demoledoras a manos de los romanos) los judíos fueron lentamente recuperando vitalidad e influencia, y la reacción cristiana fue un nuevo embate literario.

Entre esos dos años el cristianismo se transformó en un movimiento definitivamente gentil, que ya no se focalizaba en los judíos. De acuerdo con Orígenes (s.III, Alejandría), que fue el primer erudito cristiano que estudió hebreo, los cristianos habían cumplido con la Ley aun más que los judíos, puesto que éstos la habían interpretado de un modo fantasioso y creado prácticas vanas; su rechazo de Jesús había resultado en calamidad y exilio: "Podemos afirmar con confianza que nunca serán restaurados a su previa condición, porque cometieron el más impío de los crímenes al conspirar contra el Salvador de la raza humana".

Las muchas polémicas antijudías en latín que comienzan con la de Tertuliano en el 200 conforman el género del Adversus Judaeous. La imagen del judío se deteriora más, y llega a su nadir en el siglo IV. Mientras a fines del siglo III se lo veía como un infiel, y un competidor, al concluir el siglo IV se lo creía el deicida, una figura satánica a quien Dios maldecía y por ende el Estado debía discriminar. El mismo término judío ya era un insulto.

El motivo del empeoramiento fue la difusión de la teología que explicaba las miserias de los judíos como un castigo divino por la crucifixión de Jesús. Cuando el cristianismo se convirtió en la religión dominante en el imperio (323) la judeofobia ya tenía bases muy sólidas. Había sido el producto tanto de la mentada necesidad teológica, como de la autodefensa frente al peligro de una regresión al judaísmo. Era una propaganda inevitable que necesitaba asumir que el judaísmo había muerto, aun cuando éste se negara a morir.

La Iglesia no reconocía en el judaísmo una religión distinta, sino una distorsión de la única religión verdadera, una perfidia, una rebelión obcecada contra Dios. Así lo escribieron los Padres de la Iglesia.

En el año 338 una horda en Callinicus, Mesopotamia, fue incitada por el obispo local a incendiar la sinagoga. Cuando el emperador Teodosio ordenó reconstruirla y castigar a los incendiarios, la Iglesia se le opuso. Ambrosio, el arzobispo de Milán, le pregunta en una carta a quién le importaba el incendio, si la sinagoga "es una choza miserable, un antro de insania y descreimiento que Dios mismo ha condenado". Sólo por negligencia, agrega Ambrosio, no ha hecho él mismo destruir la sinagoga de Milán. El poder imperial debe ser puesto al servicio de la fe. Amenazado en la catedral con la privación de los sacramentos, Teodosio termina por ceder. Más sinagogas fueron destruidas en Italia, Noráfrica, España, e incluso la Tierra de Israel, en la que un grupo de monjes liderados por Barsauma masacraron a muchos judíos.

En el marco de la literatura Adversus Judaeos de esa época, quien expresa la judeofobia más virulenta es Juan Crisóstomo (m. 407), para el que no había diferencia entre el amor por Jesús y el odio por sus supuestos condenadores. Advirtió a los cristianos de Antioquía que confraternizaban con "los judíos, quienes sacrifican a sus hijos e hijas a los demonios, ultrajan la naturaleza, y trastornan las leyes de parentesco… son los más miserables de entre los hombres… lascivos, rapaces, codiciosos, pérfidos bandidos, asesinos empedernidos, destructores poseídos por el diablo. Sólo saben satisfacer sus fauces, emborracharse, matarse y mutilarse unos a otros… han superado la ferocidad de las bestias salvajes, ya que asesinan a su propia descendencia para rendir culto a los demonios vengativos que tratan de destruir a la cristiandad" (en el segundo sermón de los ocho, Crisóstomo se corrige: no es necesariamente cierto que los judíos devoraran a sus propios hijos, pero igualmente "mataron a Cristo, que es peor").

El problema fundamental, con todo, no son las meras referencias de Crisóstomo y otros voceros, sino el hecho de que tanto él como los otros judeófobos de la Patrística fueron por siglos (y aún son) venerados como santos.

Por la misma época, Agustín (354-430) contribuyó al arsenal judeofóbico con la tesis del pueblo-testigo. Este obispo de Hippo en Noráfrica nunca tuvo contactos con judíos, pero explicó que los judíos subsistían a fin de probar la verdad del cristianismo. Al igual que Caín, llevan los judíos una marca. Y aunque no sólo están equivocados, sino que encarnan la maldad, "no deben empero ser asesinados".

Esta visión de los judíos permanece inalterada por siglos. Tomás de Aquino la sintetiza en 1270 cuando sostiene que "los judíos, como consecuencia de su pecado, fueron destinados a esclavitud perpetua; por ende los Estados soberanos pueden tratar sus bienes como su propia propiedad, con la sola provisión de que no los priven de todo lo que es necesario para mantener la vida". Y Angelo di Chivasso a fines de la Edad Media: "ser judío es un crimen, no punible empero por un cristiano".

El abismo teológico había crecido y ahondado. Como lo señala el teólogo anglicano James Parkes "la Iglesia no clamaba para sí la Biblia Hebrea en su totalidad. Sólo se asignaron los héroes y los caracteres virtuosos de las Escrituras, las promesas y los elogios. Descargaron en los judíos los villanos e idólatras, las amenazas y las acusaciones. Y ésta era, supuestamente, la descripción del pueblo judío hecha por Dios. Así lo predicaron asiduamente en todas sus obras, y desde todos los púlpitos de la cristiandad, domingo tras domingo, siglo tras siglo, siempre que se trataba de los judíos".

De este modo, sostener que la judeofobia nació con el cristianismo no implica saltear la hostilidad de los helenistas egipcios. Significa poner las proporciones adecuadas. La judeofobia cristiana fue incomparablemente más fuerte que sus predecesoras; fue más sistemática, con una misión de odiar al judío que era entendida como la voluntad de divina.

Un noble húngaro, Joseph Eötvösz, por la década de 1921 solía decir que "antisemita es quien odia a los judíos… más de lo necesario". Esa definición socarrona no era cierta en el mundo pagano, que en general fue tolerante para con los judíos, aun cuando no faltaron en él los judeófobos. Pero una vez que el cristianismo prevaleció, la judeofobia fue la norma, una plataforma teológica con sus propias leyes, desprecios, calumnias, animosidad, segregación, bautismos forzados, apropiación de niños, juicios fraguados, pogroms, exilios, persecución sistemática, rapiña y degradación social.

Sobre la base de todo ello, Jules Isaac audazmente tituló a su libro de 1956 Las Raíces Cristianas del Antisemitismo. Estudiaremos esas raíces y sus ramificaciones, a partir de la próxima lección.

Para que sepas dónde estás

Hola amigo noájida.
¿Te has preguntado hoy si cumpliste con tu parte en la obra de perfeccionar el mundo?

Te compartiré un breve cuestionario que te servirá para que compruebes el grado de fidelidad que tienes en este momento hacia el Eterno y hacia tu pura esencia espiritual.
Debes ser sincero en tus respuestas, porque si engañas, solamente te engañas a ti.

¿Has adorado dioses que no son el Uno y Único? ¿Has considerado que alguna persona, animal, ente u objeto tienen «súper-poderes» espirituales y que tú debes adorarlos, alabarlos, servirlos, etc.? ¿Crees que Dios se hizo hombre o que es más que uno?

¿Has atribuido al Eterno conceptos o ideas que Le son ofensivas? ¿Has creí­­do que algo o alguien tiene que interceder por ti ante el Padre celestial? ¿Has orado o bendecido en el nombre de alguien que no sea el Padre celestial? ¿Has contribuido con dinero o trabajo para alguna iglesia, misión religiosa o secta?

¿Has robado, engañado, abusado de la confianza de alguien o mentido?

¿Has matado, golpeado a alguien, ofendido, humillado, acusado injustamente o te has burlado de alguien? ¿Continúas esclavo de alguna adicción?

¿Has mantenido relaciones sexuales con alguien que no sea tu esposo o esposa? ¿Intentaste que tus acciones, modales, palabras y pensamientos fueran recatados, es decir, que lo que debe permanecer en intimidad se quede en intimidad?

¿Has respetado la vida animal, sirviéndote de ellos solamente con misericordia y con fines que sean justificados? ¿Has participado en contaminar nuestro mundo un poquito más?

¿Has quebrantado alguna norma o ley de tu paí­­s o ciudad? ¿Has cruzado con el semáforo en rojo, has excedido el lí­­mite de velocidad, conducí­­as mientras hablabas por celular, hiciste algo que no sea correcto de acuerdo a la ley local?
¿Discriminaste negativamente a alguien? ¿Te juntaste con violentos? ¿Promoviste la anarquí­­a, el terrorismo o los movimientos seudo-pacifistas que se oponen a Dios y Su pueblo consagrado?

Si contesta a alguna de estas preguntas con un «sí­­», o dudas en alguna de ellas, es necesario que evalúes en qué estás fallando y qué puedes hacer para enmendar tu conducta.
Si respondiste a más de una con «sí­­», por favor, comienza de inmediato un proceso de mejoramiento de tus acciones y creencias, pues estás poniendo en riesgo tu esencia espiritual.

Si precisas ayuda, cuenta con nosotros.
Y si tienes alguna pregunta para añadir a este breve cuestionario, por favor, puedes incluirla como comentario aquí­­ debajo.

Resp. 96 – La esposa y su hermana

hola
Dios le bendiga
tengo una pregunta
¿un noajida puede casarse con una mujer y su hermana?
porque a los israelitas eso esta prohibido.

se lo pregunto porque esta prohibicion no aparece en los 66 mandamientos derivados de las 7 leyes de noaj

se despide
andres aguirre tapia
27 años
huasco, chile

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Resp. 94 – Personas conflictivas

Shalom
Apreciado
More Ribco
Aqui estamos muy bien gozando de lo permitido y avanzando en este camino de luz. Todos le enviamos saludes, esperando que Ud. se encuentre bien al igual que su familia.

En la comunidad hay un señora que esta dañando con su mal comportamiento a otros en la comunidad, trayendo mentiras, y manipulando a otros con sus mentiras, ella esta destruyendo su hogar al separarse de su esposo, y está saliendo con una persona que estaba asistiendo a la comunidad, que se recomienda hacer con dicha persona.

More su orientación es muy importante para todos nosotros, disculpe tanta molestia. seguimos construyendo Shalom

que tengan un feliz Pesaj.
Identidad en Reserva

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Resp. 93 – Juegos de video

señores .
De antemano les doy gracias por atender mis inquietudes.
Tengo una duda sobre los d roll como calabozos y dragones son bueno o malos .
lo que pasa es que me han habladocosas de estos .
gracias.
fabio andres serrano
colombia

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Resp. 92 – No colaborar con la expansión de lo ajeno

Saludo cordial, estimado profesor Ribco.
Acompañando de corazón a su pueblo en esta semana de Pésaj. Me asalta una duda:
Soy Benei Noaj, pero tarde o temprano quisiera cumplir los 613 mitzvot, sin afán. Sin embargo, tengo muchos deseos de hacer labor social con los indigentes en mi ciudad, pero lo único que encuentro son grupos católicos y cristianos, y como ud sabe, abundan en idolatrí­­a.
1- ¿Cree ud que podrí­­a coooperar con ellos o es preferible mantenerse alejado?
2- ¿De qué otra manera podrí­­a vestir al desnudo y dar de mi pan al hambriento sin tener que hacerlo con «ellos»?

Como ud sabe, no hay grupos noájicos en Bogotá, pero me gustarí­­a, por qué no, formar uno bajo su tutorí­­a.
Agradezco su respuesta.

Shalom,

Germán Correa
Bogotá, Colombia

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Resp. 91 – ¿Profecí­as futuras?

JUAN RAMIREZ,
28 años
Cordero, Venezuela,
con todo el respeto le pregunto si
Israel actualmente no reconoce profetas, y la palabra de Dios en Joel 2:28 habla
de que Dios en los postreros tiempos derramara de su espiritu sobre toda carne y
entonces los jovenes y los ancianos, profetizaran y tendran sueños; mi pregunta
es, ¿cuando dice sobre toda carne no dice que solo sobre israel o juda verdad,
entonces habra revelacion de Dios para todas las naciones, entonces en los
postreros tiempos habran profetas noajidas tambien, como se conoceran estas cosas?

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Resp. 90 – Flores de vida

Shalom Yehuda
Le ruego me aclare lo siguiente,cuando pueda.

Leí­­ en Ser Judí­­o un tema llamado ¿Florecitas o Piedritas?,donde se
fundamenta claramente las razónes de porqué no se debe llevar flores a las
tumbas de los fallecidos ni enviar coronas o ramos a los funerales.¿ es ésta
costumbre apropiada en un contexto judí­­o?

La respuesta:Este proceder deriva de una costumbre no judí­­a y que por varios
motivos no deberí­­a arraigar en el seno del pueblo y más adelante explica
cuatro fundamentos por los cuales el pueblo judí­­o no lo debe realizar.
Pregunta:Como gentiles justos ¿Cúal deberí­­a ser nuestro proceder? dado que
esta es una costumbre judí­­a.¿Que debemos o no debemos tomar de la misma?
Más abajo en el punto tres del fundamento de porque no llevar flores dice
entre otras cosas que las flores son vida y facilitan la vida.Por eso el
lugar de las flores no es un florero ni una corona fúnebre,sino, la planta
de la que fue arrancada,porque al cortarla,cortamos la posibilidad de
reproducción de un ser vivo.

En el hogar de mis padres existió la costumbre de que nunca debí­­a faltar un
florero con hermosas flores pues alegraba el entorno,costumbre que hasta el
dí­­a de hoy yo realizo en mi hogar.

Pregunta:
Cómo gentil ¿Cúal debe ser mi proceder? ya no más flores en
casa.Debo tomar el consejo de vuestros Sabios Maestros que es preferible
gastar el dinero enhacer obras de bien,en tzedaká y no en la adquisición de
flores como adorno.
Busque en el libro del Gentil Justo algo que me aclarara
este punto pero no lo hallé,por eso le agradezco como siempre su ayuda y
respuesta.
Le saluda.

Norma M.
Chile

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