Los noájidas, los gentiles fieles a Dios que son constructores de un mundo mejor, tienen varias razones y motivos para no actuar como misioneros.
En este texto te presento tres razones fundamentales, que espero te sirvan para reflexionar y elevar tu vida.
- El noájida confïa en su estilo de vida espiritualmente signado.
Como el noájida tiene plena confianza en Dios, y en Su Palabra, y por lo tanto sabe que lo que está haciendo es correcto, no precisa andar todo el tiempo insistiendo para demostrar que no está equivocado. Vive de acuerdo a los modos de conducta que el Padre ha ordenado a los gentiles, y con eso le basta.
No se inquieta, no se angustia, no se sulfura, no se miente, no se pone caretas.
Hace lo correcto, vive con justicia, actúa con bondad, predica la verdad en sus actos cotidianos.A diferencia de los misioneros, que en el fondo de su alma saben que están en la oscuridad, en la duda, en el terror, en la vida desperdiciada detrás de una mentira garrafal. Por eso el misionero está desesperado a la búsqueda de víctimas a las cuales atraer a su lado, hacia la oscuridad, como una manera enfermiza de no sentirse tan mal, tan errado. Piensa de esta manera: Si muchos somos los que estamos de este lado, tan mal no estaremos… ¿no?
Y esto es totalmente falso.
Es el manotazo del desesperado, del que se aferra a cualquier basura que flota para no hundirse en lo tétrico del océano del engaño de la idolatría, del engaño tormentoso que es la vida del misionero.Ya lo ves, el pobrecito misionero es un desgraciado, al que le debemos tener mucha lástima, apiadarnos de él. Pero que esta misericordia de verdadero noájida no sea un síntoma de debilidad, que no sea abrirle la puerta al engaño, a la perversión al pecado que el misionero querrá introducir en tu vida.
Mantén a raya al enemigo, y no caigas nunca en sus métodos.
- El noájida respeta al prójimo sinceramente.
El noájida comprende que estamos en este mundo para aprender, para crecer, para perfeccionarnos.
El noájida sabe que cada cual tiene un proceso que desarrollar, y que algunos tristemente se aferran a lo que hace retroceder.
Por esto, el noájida respeta los tiempos de los otros.
No se tratará de meter en tu casa a predicarte, cuando tú no estás en condiciones de atenderlo.
No te presionará para que hagas ciertas actividades o concurras a determinados eventos, si eso realmente es un quebrantamiento a lo saludable.
En definitiva, el noájida se estima correctamente y por eso estima y valora y respeta al prójimo con corrección.A diferencia del misionero, el cual desconoce lo que significa la palabra respeto.
El misionero sabe presionar, amenazar, insultar, segregar, disminuir, maldecir, odiar; porque no sabe valorarse a sí mismo, y mucho menos al prójimo.
El misionero ansïa pisotear el jardín del prójimo, pues él (el misionero) no sabe, o es perezoso, para cuidar su propio jardïn y darle belleza y vitalidad.
El misionero es envidioso, y por eso critica agriamente y sin fundamentos todo lo que no tiene, ni nunca tendrá por carecer de verdad y espiritualidad su ideologïa religiosa.
El misionero abusa del prójimo, porque en su interior sabe que él mismo está siendo abusado por aceptar toda la podredumbre de la idolatrïa que pregona. - El noájida está dedicado a construir a la Luz del Eterno.
El noájida tiene una misión que le ha dado Dios: construir el mundo, perfeccionarlo, traer el paraïso nuevamente a la Tierra.
Por tanto, cada instante el noájida debe dedicarlo a hacer actos de bien, a luchar por lo que es justo, a difundir la verdad.
Por todo esto, el noájida sabe que se suman más y más personas a su misión cuando reconocen los otros el valor trascendente, especial, de la vida del noájida.
Es decir, el noájida no tiene necesidad de ir por todos lados queriendo convencer a los demás de lo que está haciendo está bien, que es «de Dios»; sino que sus propios actos cotidianos, las pequeñas cosas de todos los dïas, se encargan de anunciar a los cuatro vientos que el camino del noájida es el camino de bendición que Dios ha dado a los gentiles.El misionero no construye nada.
Cuando da una mano, es para pedir un brazo a cambio.
Cuando hace una bondad, es para obtener alguna ganancia.
Cuando pretende «salvar» el alma de las personas, en verdad lo hace para que su dios miserable le sume puntos a su favor.
Cuando predica «la palabra» de su falso dios, lo hace para obtener poder y someter a otros a la esclavitud de esta ideologïa.
El misionero incluso cuando hace obras, está socavando los fundamentos del mundo.
Estas son algunas razones, te pido que las analices y que promuevas tu vida por el camino de la Vida.
Lic. Yehuda Ribco