En la lectura del profeta que acompaña a la lectura prescrita de Torá que los judíos debemos hacer en Shabat, el profeta Isaías anuncia la Palabra eterna y refrescante del Padre Celestial:
«He borrado como niebla tus rebeliones, y como nube tus pecados.
Vuelve a Mí, porque Yo te he redimido.»
(Ieshaiá / Isaías 44:22)
Ningún pecador está desamparado, ya que siempre está el Padre celestial esperando para que el pecador «vuelva a Dios», es decir, se arrepienta sinceramente.
Cuando ese arrepentimiento total y sincero se produce, todas las perversiones, pecados y errores del pasado son borrados, son evaporados, tal como se disipa la nube de la tormenta cuando el poderoso viento actúa.
Aquellos actos negativos de los que uno se arrepiente de verdad, quedan en el olvido, en el pasado muerto.
La perfecta memoria celestial los quita, para que no interfieran más, para que no sigan dañando y perjudicando.
Tal es el poder maravilloso del arrepentimiento sincero.
Nosotros no podemos llegar a comprender como se produce este misericordioso proceso, ya que solamente el Altísimo tiene el conocimiento de ese secreto trascendental (Ieshaiá / Isaías 55:8). Pero, nosotros tenemos confianza en que esto ocurre, ya que el Eterno no es hombre que mienta, ni mortal para olvidar Sus promesas (Bemidbar / Números 23:19).
La palabra del Eterno es eterna, es certera, no defrauda, tal como dijo el profeta:
«la palabra de nuestro Elokim permanece para siempre.»
(Ieshaiá / Isaías 40:8)
Nosotros podemos aprender para nuestra vida dos enseñanzas muy grandes:
- Que el Padre celestial nos ama y nos tiene paciencia. No importa que tan lejano estemos, ni que tan equivocados hayamos andado en nuestras vidas, Él está ahí, siempre a nuestro lado aguardando a que Lo queramos abrazar.
Espera y se mantiene como vigía atento, sin dormirse, nos espera a que encontremos el camino correcto que nos conduce a Él. ¿Acaso lo despreciaremos?
- Tal como el Padre celestial hace, debemos hacer nosotros. Cuando alguien nos ha causado algún daño a causa de un acto incorrecto, pero se ha dado cuenta y nos ha pedido perdón y ha hecho algo para corregirse, entonces debemos hacer «borrón y cuenta nueva». Olvidar las cosas oscuras del pasado, para que de esa manera podamos tener una vida más luminosa ambos.
Y si el error lo hemos cometido nosotros, tener la humildad para reconocerlo y la valentía como para comprometerse a corregirlo.
Y si el daño nos lo hemos causado a nosotros mismos, entonces, debemos aprender a perdonarnos, a no castigarnos, a amarnos, para que de esa manera tengamos la capacidad de recibir el amor que desde Arriba nos están enviando.
Creo que las dos enseñanzas son muy provechosas, y espero que las sepas disfrutar en tu vida.
Te deseo que tengas un feliz séptimo, en compañía de aquellos a quienes amas.