Esta semana el pueblo judío lee públicamente de la Torá la porción denominada Mishpatim, que se encuentra en el libro de Shemot/Éxodo inmediatamente después del relato de la Revelación de la Torá de Dios a Israel en Sinaí.
En uno de sus pasajes leemos:
«Se levantaron Moshé [Moisés] y Iehoshua [Josué] su ayudante, y Moshé [Moisés] subió al monte de Elokim;«
(Shemot / Éxodo 24:13)
Al respecto traemos a colación el siguiente comentario publicado en la magna obra «La Voz de la Torá», volumen 1, del rabino E. Munk z»l:
«…Alshaij explica que la prerrogativa otorgada a Iehoshua en relación a los ancianos y aun a Aarón se basa en el hecho de que él frecuentaba a Moshé y se ponía personalmente a su servicio, de una manera ininterrumpida.
Rabí Shimon bar iojai declara, en efecto, que esta devoción permanente al servicio de los estudiosos de la Torá es más meritoria que el estudio de la Torá, propiamente dicho (Berajot 7b).
Sin duda, Iehoshua no era más sabios que los setenta ancianos, ni superior en piedad a Aarón y sus hijos, pero él era el servidor de Moshé.«
En numerosas ocasiones hemos encontrado noájidas que lloran, reclaman, se enojan, inquieren, siguen reclamando, adoptan, insisten, se rebelan, se enojan aún más, por querer estudiar Torá, por apropiarse de la misma, por pretender vivir una vida acorde a los 613 mandamientos pero sin convertirse a judíos.
Dicen sentirse vacíos sin Torá, sin dirección, sin espiritualidad, sin camino, y denuncian esa «discriminación» de parte de este autor por negarles su «derecho» a beber de la Torá.
Cuando, de hecho, es la propia Torá la que declara su unión perpetua y única con la nación judía y no con los gentiles; cuando es la propia ley espiritual la que determina claramente que no es de los noájidas la Torá ni lícito para ellos su estudio.
No es este humilde autor quien pone trabas, ¡todo lo contrario!
Pero, hay una ley espiritual eterna, marcada a fuego por el propio Dios que restringe el estudio de Torá a los judíos, dejando para los noájidas una tarea especial, trascendente, luminosa, de eternidad y santidad que es la construcción del Shalom por medio del cumplimiento de los Siete Mandamientos Universales y la aplicación a vivir a través de sus reglamentos derivados.
Esto no hace al judío más o menos que el noájida.
Esto no hace al noájida más o menos que el judío.
Los hace diferentes pero unidos por su finalidad común: servir a Dios por medio del acatamiento de Su Voluntad determinada para cada uno.
Del párrafo de Torá citado y del sabio comentario del ilustrado rabino podemos enteder algo de singular valor y edificación para el noájida, y quizás particularmente para el anhelante de incurrir en estudio de Torá.
Como noájida tienes tu misión sagrada, que no incluye el estudio de la Torá, ni el bucear en sus rincones, ni el indagar como investigador por sus letras y páginas. Como noájida tienes tu misión sagrada que pasa por los Siete Mandamientos Universales.
Esto no te deja fuera de la santidad, no te aparta de Dios, no te deja vacío de espiritualidad, sino todo lo contrario, te eleva hasta las alturas más sublimes, tal como el siervo Iehoshua, quien por mérito a su asociación con Moshé fue llamado por Dios para ascender y no por otra cuestión.
Otros eran más cultos que Iehoshua, otros eran más perfectos en el cumplimiento de los mandamientos que Iehoshua, otros llevaban una vida de mayor «espiritualidad» (según entiende el vulgo por tal), pero sin embargo, fue su humilde adhesión a su maestro lo que le confirió a Iehoshua su grandeza.
Repitamos las palabras del príncipe del conocimiento: «la devoción permanente al servicio de los estudiosos de la Torá es más meritoria que el estudio de la Torá, propiamente dicho«.
¿Te queda claro?
Tu mérito sagrado, como noájida, no se cuenta por tu afán de estudiar Torá, por lo que hayas estudiado de la misma, por lo que recuerdas de ella, por lo mucho que eres capaz de desafiar a judíos en memorización de pasajes de Torá, por tu colección de libros judaicos leídos… ¡nada de ello te dará el mérito de alzarte por sobre tu rutina y hacerte llegar a la cima espiritual que te corresponde!
Pero, ser socio en la construcciíon de Shalon, de manera permanente, sin excusas, sin buscarle peros, sin argumentos falaces, sin romperte la cabeza para encontrar que sí puedes leer de Cabalá, jasidismo, o similar…
Tu habrás de construir Shalom de manera constante, sirviendo como socio de tu compañero judío en la tarea de traer la Luz del Eterno al mundo, o de revelarla a ojos de las naciones.
Tal el mensaje de la Torá para ti esta semana.
Puedes estar de acuerdo o no, puedes quejarte y seguir reclamanado la porción que no te correponde ni te pertenece, o puedes hacer algo útil en tu vida y construir Shalom sin envidiar la porción del prójimo.
Depende de ti cuánto recibirás de la bendición que está lloviendo ahora del Cielo sobre ti.
El balde para recoger la lluvia de bendición se denomina NOAJISMO, Siete Mandamientos Universales, tan simple, tan completo, tan tuyo.