Según una antigua tradición, Sara no soportó la emoción que le produjo el drama del sacrificio de Isaac. A pesar de que su hijo no fue ofrendado por una contraorden divina de último momento, la intensa y dramática alteración que le produjo el episodio, le arrebató la vida.
Su esposo, el patriarca Abrahám, tuvo que encontrar un lugar digno para su sepultura. Hizo contacto con los Hititas que vivían en la región y ofreció negociar para adquirir una propiedad. El pago consistió en cuatrocientas monedas de plata. Aunque este hecho se remonta a más de tres milenios, de cierta manera, el actual Estado de Israel, en su afán por la paz, tuvo que ceder estos terrenos y, según algunos, conmocionó la historia del pueblo judío. Los terrenos adquiridos por Abrahám están situados en Hebrón, ciudad que fue traspasada a los palestinos, siguiendo lo pautado en el acuerdo de Oslo.
La Biblia relata que durante la transacción con los Hititas, Abrahám afirma: guer ve-toshav, "soy un extraño y un residente entre ustedes", frase que merece un análisis. A primera vista, Abrahán manifiesta su deseo de asentarse en el lugar, al adquirir una propiedad que demuestra su afecto por la tierra. Su esposa reposará en este lugar, al igual que él después de su muerte. "Soy un extraño", dice Abrahám, pero su deseo es convertirse en un toshav, incorporarse a la sociedad, integrarse. Inmigró para residenciarse.
Es posible que Abrahám estaba proponiendo una alternativa diferente. Desea introducirse a la sociedad, quiere ser un toshav, pero no está dispuesto a renunciar a su condición de guer. Desea absorber las virtudes de la gente del sitio, admira su tenacidad y productividad, pero al mismo tiempo, tiene recuerdos de su lugar de origen, la para aquel entonces era la moderna ciudad de Ur, cuna de una de las más notables civilizaciones de la Antigüedad. Tiene un banco de memoria de su juventud que no está dispuesto a borrar.
Ese es el dilema de los inmigrantes de todos los tiempos. El país anfitrión ofrece promesa y futuro, trabajo y desarrollo, oportunidad de crecimiento.
Pero, al mismo tiempo, la persona está afectada por la nostalgia por la patria ancestral, por sus tradiciones y folclore, bailes y cantos, costumbres y comidas. En algunas ocasiones, su lealtad es cuestionada, especialmente cuando la sociedad anfitriona enfrenta dificultades e incertidumbre y no encuentra salida para el dilema y busca un chivo expiatorio, algo o alguien a quien satanizar, para culparlo de los males que la azotan. Hitler lo hizo con los judíos y los gitanos. Stalin identificó a un grupo de médicos y a la burguesía en general. El constante enfrentamiento entre las partes beligerantes en Yugoslavia constituye un ejemplo actual y palpable del mismo síndrome.
Se exige a la persona, o al grupo, que escoja entre dos amores que no tienen por qué ser conflictivos, y, en algunos casos, no se admite alternativa alguna, el guer es el culpable. Aunque jure amor por la patria y lo demuestre con un comportamiento cívico ejemplar y hechos concretos que se encarrilan en el desarrollo de la sociedad, la presencia del extraño se vuelve inaceptable, indeseable.
¿Cuándo se convierte un guer en un toshav? Existe alguna medida de tiempo, ¿cuántas generaciones tienen que vivir en el entorno para que el extraño sea incorporado a las filas de quienes "pertenecen" ? Los judíos estuvieron residenciados en Polonia durante un milenio consecutivo, sin embargo, muchos continuaban considerándolos bajo el rubro de guer.
Tal vez la razón de la actitud que niega "ciudadanía" al extraño se debe a que éste, en muchos casos, no se integra cabalmente a la sociedad circundante. El inmigrante tiene que hacer un mayor esfuerzo para igualar los logros de otros. Compite con mayor intensidad. En muchos casos, el guer insiste en hablar en su hogar el idioma de su lugar de origen. Celebra de otra manera, su religión es generalmente diferente al de la mayoría y toda diferencia produce la sospecha.
Esta actitud tiene antecedentes históricos que se remontan a la Antigüedad. El Faraón alegó que los hebreos constituían una amenaza en caso de guerra. ¿Cuál sería su actitud, cuestionó? ¿Acaso los hebreos se convertirían en los aliados del enemigo, constituyendo una quinta columna dentro de Egipto?
El mundo ha evolucionado de manera vertiginosa en las últimas décadas. Las amenazas y los peligros anteriores, de carácter local, están cediendo. En nuestro hemisferio, por ejemplo, Perú y Ecuador llegaron a un acuerdo después de muchos años de conflicto de carácter limítrofe. No obstante la persistencia de incógnitas puntuales, los grandes problemas y dilemas son de un orden global. La polución y el calentamiento del globo terrestre afectan a toda la humanidad. El fenómeno del Niño produjo grandes estragos que no tomaron en cuenta la geografía política creada por el hombre.
En lugar de insistir en la homogeneidad, se debe destacar que la variedad de conceptos e ideas, la diversidad de opinión, es la que enriquece al hombre. Las soluciones para los problemas globales requieren el aporte de diferentes puntos de vista, con propuestas de soluciones novedosas e ideas originales.
La democracia que es auténtica permite que cada individuo se exprese a su manera, se vista y coma, estudie y divierta a su gusto. Propicia y estimula que cada grupo atesore y valore sus propias tradiciones y costumbres. La riqueza humana también está en la variedad. La libertad no es un gobierno agobiante y oprimente, incluso el de la mayoría, el concepto de libertad exige velar por los derechos "naturales" de cada persona para que pueda expresar su concepción, diferente y única, de la sociedad y del universo.
En última instancia, Abrahám nos está sugiriendo que toda persona, en su fuero más íntimo, es un guer y un toshav, simultáneamente. Después de cincuenta años de matrimonio, el cónyuge sigue siendo "otra" persona, con angustias y aspiraciones que le son propias, individuales.
Formamos parte de una sociedad que nos agrupa y, sin embargo, en muchas oportunidades nos sentimos ajenos al conjunto. Muchos observan el deterioro espiritual que produce la insistencia actual sobre el materialismo, no comparten el obsesivo interés por la adquisición constante de bienes, no se sienten cómodos, perciben que son una especie de guer en esta sociedad de consumo. La música suena con compases extraños.
La sociedad puede desarrollarse y crecer espiritualmente cuando sus integrantes pueden compartir y distanciarse, al mismo tiempo. Cuando se celebra y colabora con otros, sin perder el ojo crítico y objetivo que evalúa y emite un juicio.