Para construir se necesita mucho más que teoría, materiales, equipos o un plano con los más grandes estándares de calidad ó protocolos, se requiere un equipo de trabajo con un mismo objetivo a fin de plasmar y hacer realidad ese plano ó ese gran diseño o proyecto. En ese equipo cada quien conoce su lugar y su aptitud al momento de realizar una labor específica.
Así es también nuestra labor en esta vida. Dios es el Gran arquitecto, quien hizo el diseño y quien conoce a la perfección los planos de su gran proyecto, Él sabe cuál es esa base real sobre la cual se hace realidad su obra y Él más que nadie sabe quién es el inspector de obra, el plomero, el albañil, el maestro, el alumno,…. quien es el que engaña, quien es el que sabe, quien es el que usurpa, quien el que realmente acata y sigue su orden.
Puede el albañil (sin conocimiento en otra área de construcción) realizar el trabajo del electricista, ¡Claro que puede! Pero… Que garantía tendríamos de la red eléctrica, ¿el arquitecto le soltaría el trabajo eléctrico al plomero en un proyecto de gran envergadura?.
Hay un gran proyecto del cual nosotros somos participes, y el Gran Arquitecto nos ha dado una oportunidad para trabajar de su lado, Él sabe que además del conocimiento se necesita amor, mucho amor, pero no del que se vende detrás de una secta, ideología, pastor, un pulpito o ahora de la internet, sino de ese amor genuino hacia Él, y hacia nosotros; ese amor que nos permite amar a otros y ponernos en nuestro lugar a la hora de construir su gran proyecto de Shalom.
¡Entonces manos a la obra! Seamos parte de este GRAN PROYECTO.