Personas de mucha confianza, con gran conocimiento del tema, con absoluta falta de interés en obtener réditos personales con sus palabras, me han hecho llegar algunas advertencias, que quisiera compartir contigo ahora.
Hay personas que se hacen llamar «maestros de noajismo», se venden y promocionan con gran habilidad como tales.
Hacen su negocio personal (que les brinda dinero, poder, reconocimiento o vaya uno a saber qué más) promoviendo sus figuras y organizaciones.
Ejercen con gran astucia y pericia sus dotes de mercachifles de la fe, que fueron aprendidas con gran pasión en los antros cristianos-mesiánicos de entrenamiento intensivo de misioneros.
Recuerda, a los amos del engaño de la fe, a los misioneros profesionales, se los prepara y entrena concienzudamente para tener una amplia gama de recursos técnicos que les den superioridad a la hora de manipular y condicionar la psique de los demás.
Los misioneros profesionales sin dudas cuentan con herramientas muy superiores al resto de las personas, a la hora de sugestionar, movilizar emociones negativas, hacer sucumbir las ideas del otro, debatir para hacer prevalecer sus (huecos) argumentos, convertir a sus seguidores en autómatas dependientes de su voluntad, etc.
Son profesionales de la manipulación psicológica, recuérdalo; y el mundo está lleno de personas ingenuas, de buena voluntad, algunas que están un poco desequilibradas emocional o mentalmente, ignorantes, desprevenidos, etc.; es decir, miles, millones de posibles víctimas para estos mercenarios de la fe, altamente entrenados y profesionales. Verdaderos soldados en las fuerzas de elite de la corrupción moral y espiritual llamada religión.
(Entre los lectores tenemos también ex misioneros profesionales, quienes hacen un tremendo esfuerzo para no continuar actuando de la manera vil de antaño, que pueden corroborar esta afirmación.)
Son tan expertos y astutos que han llegado a engañar a algún rabino de buenas intenciones, porque los rabinos también son humanos y también pueden cometer errores. No los engañan en cuestiones de fe o creencias, pero sí en cuanto a quienes son ellos y qué es lo que quieren.
Es decir, se visten de redimidos conversos al judaísmo llenos de ánimos para ayudar a otros a redimirse, pero en el fondo solamente quieren, desean, ambicionan, se desviven por otros intereses. Muchas veces son económicos, otras de poder, otras de ser reconocidos, otras para satisfacer su desequilibrio interno provocado por el EGO descontrolado, otras para seguir instilado el veneno del mesianismo pero con disfraz de noajismo o de buenas intenciones.
De estos personajes oscuros se sabe perfectamente de su pasado mesiánico, de sus roles en organizaciones de difusión de ese mal; pero ellos hacen lo posible para ocultarlo -vaya uno a saber porque-.
Mienten descaradamente diciendo que en realidad eran falsos mesiánicos encubiertos para liberar gente de allí -absoluta mentira-.
Porque, reconozcamos que una persona de buena ética que haya sido misionero en su pasado y ahora esté por la senda del bien, no querrá revivir su pasado, ni hablar de él, pero tampoco inventará fábulas increibles para tapar la verdad. A no ser que persiga algún fin reñido con la moral y la ética, que lo lleve a mentir groseramente. O, a no ser que su alma esté aún perturbada y por ello prefiera la vida de mentiras en lugar de la sencilla y clara vida de la verdad.
De entre estos misioneros hay algunos que se hacen llamar «maestros de noajismo», son maestros auto-designados, por supuesto; o recibieron una designación conseguida a través de aparentar y engañar acerca de su identidad. Claramente en sus pasados abominables eran «mores», «hahames», «rabinos», «roes», y toda la sarta de titulaciones que se inventan estos destructores de shalom, y quieren mantener su estatus y lo logran -a veces-, pues son hábiles, adiestrados en técnicas de combate psicológico, astutos a la hora de disfrazar su identidad.
Conducen sus vidas y la de los pobres que quieren ser sus ovejas con las mismas viejas técnicas de manipulación, sometimiento, vejación y ocultamiento aprendidas y usadas en sus actividades misioneras.
Entonces pues, a riesgo de parecer intrusivo, juzgador, entrometido, «reaccionario», etc. no tengo más remedio que hacer este llamado y advertencia.
A tener mucho cuidado por favor todos, porque esos pastores -devenidos en «mores»- fomentan la radicalización, el odio, la frustración, la dependencia, los sentimientos de culpa, la anulación de la identidad noájica en pos de fantasías «mesiánicas». Mesianismo que no solamente refiere al respecto de jesus/yeshua, sino que incluyen supuestas lecciones de cabalismo, adhesiones a jasidismo, vivencias esotéricas, etc.
Ante lo expuesto, no es raro entonces que buena gente, pero con sus emociones o ideas no muy equilibradas, terminen viviendo vidas de espanto, actuando de manera terrible, siendo seguidores de pastores-lobos.
No daré nombres, aunque los tengo.
Solamente doy esta advertencia y pido encarecidamente a todos que anden con mucho cuidado, que revisen en donde están, de qué plato ingieren comida para su alma, el pasado real de sus instructores, la finalidad de los mismos, etc. Y reitero, no importa tanto si hay algún que otro rabino (verdadero) certificando al seudo maestro, sino que importa más usar el sentido de la crítica para analizar y reconocer si se está siendo sometido a técnicas de manipulación, si se está siendo poco claro con respecto a los Siete y su sagrada simpleza, si se persigue algún fin que no sea estrictamente legal y necesario, etc.
Espero que públicamente, al menos en FULVIDA, no se den nombres ni direcciones, porque nuestra sagrada casa no debe ser el patio del fondo para que abusen y perjudiquen personas con disturbios, fanáticos, extremistas o piratas de la fe.
Reitero y es de sumo valor.
Cuando el ex misionero se arrepiente del mal y hace lo posible por corregirlo y llega hasta querer participar activamente por la difusión del noajismo: ¡bienvenido sea!
Sea que trabaje en FULVIDA o en otras organizaciones o en actividades personales: ¡alabado sea por su tarea!
En FULVIDA tenemos a varios de estas nobles personas que han hecho el inmenso esfuerzo y sacrificio de dejar altos cargos, de soportar el escarnio, de perder «amistades» y dinero, para ser noájidas y promotores activos y eficientes del noajismo.
Son personas así loables, dignas, amigos de Dios y del hombre.
Esperemos que pronto tropiecen y caigan los mercaderes de la fe, especialmente los que se disfrazan de santidad para seguir comerciando con sus infamias.
Esperemos que pronto sean liberados los lazos y vendas de los que están bajo el mando siniestro de estos piratas.
Así lo quiera pronto el Eterno.