Sin dudas es un tema complejo y extenso, por lo que adrede seré breve y me acotaré a un par de aspectos nadas más.
Te sugiero que leas el texto que se abre haciendo clic aquí, que trata sobre la temática de los «Bastones tóxicos», entre los que se encuentran todas las sectas de misioneros («mesiánicos-israelitas», etc.).
Hasta donde he podido comprobar, estos grupos fundamentan su éxito al manipular con notable eficacia dos aspectos que anidan en los recovecos del inconsciente humano:
la culpa y
la promesa de salvación milagrosa (fácil, o de aparente bajo costo).
Manipulan a sus seguidores con notable habilidad para inducirlos a sentir culpa constantemente. Los obligan (o ayudan) a creer que son malos, pecadores, imperfectos, no merecedores de amor y respeto.
Las sectas mesiánicas tienen a su favor al, así denominado, «Nuevo Testamento» (o con cualquier nombre espurio que lo presenten); que lamentablemente ubica al ser humano al nivel de un miserable demonio irredento, carente de posibilidades en sí mismo, débil, eternamente condenado a la perdición por un crimen que no cometió (el que llaman «Pecado Original»), y con su corazón anhelante por pecar. Se nos hace culpables (a todos los humanos) de tener perdida la relación con Dios y ser destructores del mundo, simplemente por el hecho de haber nacido. Todos estamos condenados a nacer «muertos espiritualmente», a causa de la contaminación del «Pecado Original».
Ésta es la doctrina que nació con el Pablo de Tarso (1), y que todos sus seguidores mantienen hasta el día de hoy. (Por supuesto, todos los seudo judíos «mesiánicos» son fieles seguidores de las pérfidas doctrinas del Pablo de Tarso, al que ellos con un descaro increíble denominan «rabí Shaul»).
Cuando el pastor (seudo «rabino mesiánico», realmente el descaro no tiene parangón) manipulador tiene en sus manos esta arma mortal, con gran facilidad convencerá a su crédulo auditorio de que son culpables de TODO, absolutamente TODO lo que él quiera culparlos.
Por ejemplo: que merecen el infierno por ir a un gimnasio a ejercitarse; que merecen el infierno por escudriñar el «Antiguo Testamento»; que merecen el infierno por contradecirlo; que merecen el infierno por festejar su cumpleaños; que merecen el infierno por comer torta redonda; que merecen el infierno por decir «academia»; que merecen el infierno por leer serjudio.com; etc. (Todos estos ejemplos son REALES, aunque parezcan soberanamente tontos; y es triste, pero hay personas que los aceptaron para sus vidas, y los creen, y viven sumidos en el dolor y la horrenda culpa).
Al mismo tiempo, y nuevamente con el idolátrico NT en sus manos, los pastores ofrecen «la salvación» y «milagros» a granel.
Realmente a la Luz de la Torá, no dan salvación, ni ocurren milagros, ni se están proveyendo a la persona de lo que es alimento para su alma y espíritu.
Pero, los funestos pastores juegan con esa necesidad primitiva de la persona, de obtener todo «de arriba», como cuando éramos bebes y por el mero hecho de desearlo, un pecho venía a consolarnos.
Así pues, la persona sometida a los más extravagantes vejámenes emocionales y espirituales a manos de estos pastores, se ve tironeada constantemente entre los dos extremos descritos: por una parte se lo hace sentir la peor basura del mundo, sin remedio ni esperanza; al instante siguiente se le someterá a la intensa promesa de salvación en tanto siga con fidelidad los dictados de su pastor. Es que, le hacen creer que lo que el pastor dice es la única manera de «ser salvos». Y es difícil, para alguien sometido a este adoctrinamiento reconocer que «le han lavado el cerebro» y que no está bien.
Si tú tienes familiares, amigos o conocidos en alguna de estas sectas podrás reconocer cuán cierto es lo que acabo de describir. Quizás no te habías percatado de esta realidad, pero ahora la tienes ante tus ojos.
Ayuda a tu prójimo que está esclavizado a este mortal «bastón tóxico», encuentra la manera de llevarlo a la senda noájida (si es gentil) o al camino judío (si lo es).
Y si eres tú quien está en una de estas sectas «mesiánicas», mírate al espejo y confiésate si no es éste el amargo retrato de tus días…
Iebarejejá H’ – Dios te bendiga, y que sepamos construir Shalom
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Notas:
1- «Epístola a los Romanos» cap. 5 verso 12: «Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.» Este es uno de los versos perversos en lo que se basa la crasa doctrina del «Pecado original», con su inmenso peso de culpa colectiva e imborrable.