¿Qué haces para agradar al Padre Celestial?
¿Oras, das diezmos como corresponde, conversas con Él, te encierras en comunidades de «creyentes»?
Pero, al mismo tiempo te sientes sucio, pecador, perverso, sin «salvación»… ¿no es así?
En el fondo, sabes que es así… ¿no?
Pues, te cuento algo que es de fundamental importancia.
Dios te acepta tal como eres,
con lo bueno y lo malo
que cargas en tu mochila.
Pues, tú eres Su hijo,
sin más trámites.
Eres hijo del Padre Celestial, por el mero hecho de haber nacido.
Por tanto, Él te ama, Él te comprende, Él te conoce incluso mejor que lo que tú te conoces.
Pero, como Padre y Rey, tiene consejos que darte, reglas que debes cumplir, pues Él las establece para tu propio beneficio, para que tengas una vida de plenitud, tanto aquí como en la posteridad.
Solamente hay un inconveniente.
Cuando HACES lo que Él ha declarado como malo
(además de que quizás perjudicas a otros)
te estás quitando claridad espiritual.
Es como que cada ACTO erróneo crea un trapo oscuro
que tapa la pura luz de tu espíritu.
Cuanto menos luz dejan pasar esos trapos,
más alejado te sientes de Él.
¿Qué hacer entonces?
Para Él lo fundamental no se encuentra en cosas que se llaman generalmente como «espirituales».
A Él agrada MUCHÍSIMO
cuando tú estás en paz con tu esposa,
cuando tienes un hijo,
cuando lo educas para que ande por la Buena Senda,
cuando honras a tus padres,
cuando eres amable con el vecino,
cuando pagas tus impuestos,
cuando te esfuerzas por dominar tu ira,
cuando eres solidario con el necesitado,
cuando apoyas causas de construcción de Shalom,
cuando trabajas honradamente…
ESAS son las acciones que Él valora grandemente.
Vale miles de veces más todo esto,
todas las acciones probadamente justas y buenas,
que cualquier postura de santo.
Mientras tú no lo entiendas,
y no te penetre esta idea hasta lo más hondo de tu ser,
seguirás sintiéndose pecador…
aunque Él no te juzgue como tal