Cuando los 12 exploradores están por partir rumbo a la tierra de promisión, reciben instrucciones de parte de Moshé Rabeinu.
Entre otras él les indica:
«cómo es la tierra, si es fértil o árida; si hay en ella árboles o no.»
(Bemidbar / Números 13:20)
De acuerdo a comentarios de nuestra Tradición (Rashi entre otros), Moshé se está refiriendo a si cuentan con la protección espiritual y moral que proviene de la influencia de un tzadik, de un justo.
Caso similar encontramos en Tehilim, cuando David haMelej cantó:
«El justo florecerá como la palmera; crecerá alto como el cedro en el Líbano.»
(Tehilim / Salmos 92:13)
Preguntan entonces los entendidos: ¿Por qué es comparado el justo a un árbol?
Una de las respuestas, muy bellas que he encontrado dice que el justo es como un árbol pues no se queda encerrado dentro de las cuatro paredes de un lugar de devoción o de estudios.
El justo no es un teórico.
El justo no se dedica a filosofar.
Por el contrario, el justo sale al mundo, se rodea, se codea con todo y todos.
No se hunde en el fango, pero se mancha con él.
Porque es así como el hombre se hace justo, en interacción activa con su prójimo, en la construcción de Shalom en el mundo.