El Eterno te ha dado los mandamientos para que tú los cumplas cabalmente y te beneficies.
El motivo de los mandamientos es perfeccionar a la persona, hacer que la sociedad esté ordenada y en armonía, servir como herramientas para la construcción del Shalom.
No cumplimos mandamientos para Dios, ni para halagarLo, ni para complacerLo, ni para hacerLe un favor.
Cumplimos los mandamientos porque es nuestra tarea dada por el Eterno.
Secundariamente los cumplimos porque resultamos completamente beneficiados por esto.
Por lo mismo nos apartamos de los errores, de hacer lo negativo, de romper con los mandamientos. Porque romper con ellos, contadecirlos, vivir sin ellos, es faltar a nuestra tarea divina y espiritual; pero además es negarnos a recibir beneficios, o peor, perjudicarnos.
Cada vez que haces algo en contra de un mandamiento, cuando quebrantas alguno de ellos, entonces estás dando un paso por fuera de la Buena Senda que Él ha trazado para ti.
Con cada error, con cada pecado, con cada excusa para no hacer lo que te corresponde, das un paso más que te aleja de la Buena Senda, y por tanto te alejas de la meta de gozo y plenitud que están preparados para ti.
Entonces, cada pecado por el cual no te has arrepentido correctamente, ni has hecho algo para tratar de recomponer lo que has roto, NO es algo del pasado, sino completamente actual, es algo que te está perjudicando ahora.
Ya que tú estás ahora más lejos de la Buena Senda a causa de ese desvío que has cometido en un momento pasado, pero mantienes ahora.
¿Lo entiendes?
Es importante que te quede claro todo esto.
1- El concepto de pecado o error como un desvío de la Buena Senda.
2- La noción de que el pecado, aunque fuera un hecho pasado, actualmente sigue vigente y perturbando, aunque quizás no te des cuenta de ellos; siempre y cuando no te hayas arrepentido total y sinceramente por esa incorrecta acción.
3- El pecador no es «malo» por el mero hecho de cometer errores, sino que es una persona descarriada, extraviada, que va por un mal rumbo, hacia un mal puerto.
Es fundamental que lo entiendas correctamente.
Ahora bien, cuando nos desviamos de la Buena Senda, nos perjudicamos personalmente en Este Mundo (lo percibamos o no), perjudicamos al prójimo, y necesariamente nos perjudicamos en el mundo luego de la vida, en el Más Allá.
Porque lo que recibimos en el Más Allá es aquello que hemos cosechado en vida.
Se nos retribuye con una perfecta Justicia Misericordiosa.
Así que si estás apartado de la Buena Senda, no encontrarás un infierno, un lago de azufre, un demonio que te atormente, sino que encontrarás que no has construido un hogar para tu vida eterna. En lugar de una mansión llena de placeres, tendrás unas ruinas sucias, miseria, dolor espiritual. No por maldad de Dios o por obra de un demonio, sino porque eso es lo que tienes en tu cuenta bancaria espiritual.
Cuanto más lejos de la Buena Senda, menos placer, menos Shalom.
Por tanto, para tu beneficio en Este Mundo y para tu gozo espiritual eterno en la Posteridad, debes empezar o intensificar ya mismo el camino del retorno a la Buena Senda.
Alejarte de las acciones negativas, contrarias a los mandamientos. Debes pedir perdón y perdonar. Debes pagar aquello que es reembolsable. Debes tratar de arreglar de algún modo aquello que es irreparable.
No esperes a nada, ni nadie, sino que ahora mismo, porque cada minuto que estás alejado de la Buena Senda, son dos minutos que te costará volver a la misma.
No esperes, porque quizás hoy es tu último día sobre la Tierra.
No esperes, porque tu alma no puede esperar más.
Está en ti el continuar extraviado de la Buena Senda y por tanto sembrando miseria y dolor, o ponerte en campaña para reencontrar el camino de la vida, de la paz, de la armonía.
Ven al camino de los constructores de Shalom.