Archivo de la categoría: madre

Madres

El padre de Carlitos, "un obrero de trabajos pesados, era excepcionalmente obstinado y no creía en la educación formal, e hizo cuanto pudo por evitar que Carl fuese a la escuela. Por fortuna para" Carlitos "(y para la ciencia), su madre, a pesar de ser analfabeta, animó a su hijo en sus estudios, mostrándose considerablemente orgullosa de sus logros hasta el día de su muerte, acaecida a los 97 años de edad". (S.I. Grossman)

___________________________

Mis primeros dos años en Escuela Politécnica Nacional (Quito – Ecuador) fueron una época muy especial para mi. Muchos cambios, mucha competitividad, mucha presión y una búsqueda insaciable por más y más conocimiento.

Después de pasados años desde que salí de la poli, me he puesto a recordar a quienes fueron mis profesores y/o amigos y/o compañeros. Quizás porque de aquí a poco visitaré Ecuador después de 5 años desde que me vine a Chile.

Sea como sea, me acordé de mis compañeros pastusos, de quienes venían de Tulcán, San Gabriel o de otra parte de la provincia norteña de Carchi. Lo que me encontré es sorprendente: ¡todos se graduaron! Cuando me acordaba de quienes eran de mi provincia, apenas recuerdo a dos o tres de quienes puedo afirmar que terminaron.

Tratando de encontrarle sentido a esto, me puse a rebuscar en mi mente las cosas que convercé con mis ex-compañeros pastusos. Hasta que recordé a Jorge – ya no me acuerdo el apellido pero estoy casi seguro que seguía Geología, quien repitió algunos semestres en diferentes materias. En algún momento yo le sugerí que pensara en la posibilidad de revalidar créditos para terminar la carrera en otra universidad. Pero el me dijo más o menos algo así: "mira Juanito, mi madre está orgullosa de que yo esté en la poli. Ella es la mejor madre del mundo y la única forma de honrarla como se debe es salir adelante…"

¿Qué más se puede decir ante algo así? ¿Será que mis todos mis ex-compañeros pastusos compartían este sentimiento? No lo sé. Pero quizás actuaba en ellos el mismo tipo de empuje que recibía Carl Gauss – el Carlitos del primer parágrafe. Y claro, muy probablemente ni Jorge ni mis otros ex-compañeros pastusos (peor su guaytambo servidor) recibirán una medalla como la que el Rey de Hannover, George V, concedió post-mortem a Carlitos: "…. al Príncipe de los Matemáticos". Pero seguro que para la madre de Jorge lo es.

De acuerdo con la tradición judía, el mandamiento de "Honrar a los progenitores" no es una obligación para el no-judío (o gentil). Pero la misma tradición menciona – no una vez – que los gentiles han tomado tradicionalmente para ellos está tarea adicional llegando a superar en su observancia al propio Israel.
____________

Fuente de la foto de Carl Gauss: Wikipedia.

Colón, ¿el último de la cola?

Primero que nada, quisiera aclarar que esta historia no puede comprobarse en un cien por ciento, ya que carecemos de evidencias contundentes que nos den la luz suficiente para afirmar si estos mitos en realidad ocurrieron. Pero podemos fundarnos en las coincidencias extraordinarias que hacen posible que lleguemos a pensar en altas probabilidades de que los hechos sean ciertos.

 

Varias leyendas existen alrededor de la mencionada Ofir (I Reyes 9:28 y 10: 11); muchos sostienen que su ubicación estaba en África, otros dicen que en la India, otros la sitúan en el sur de la península arábiga, en fin, la leyenda que nos ocupa la ubica en el Perú (Notamos que Pe y Fe son la misma letra en hebreo; Ofir podría ser Perú sin más problemas)

  

Algunos petroglifos encontrados, escritos en lenguas semitas en nuestro continente parecen dar como cierto lo que muchos suponen como incursiones egipcias y fenicias en el continente americano. Esto podría explicar la deificación de un Quetzacoalt (Viracocha) que no habría sido sino uno de los viajeros (probablemente un importante fenicio) que vinieron antes de las incursiones vikingas por el norte de América y la posterior colonización europea.

Es bien sabido que las flotas fenicias eran de una importante envergadura, y también es sabido que fue un constructor de este pueblo (Hirám de Tiro) el encargado de la construcción del Templo de Jerusalén.

 

Estas coincidencias, difícilmente pueden llamarse pruebas, pero no son las únicas.  

Uno de los primeros colonizadores, Montezinos, refirió haber hallado una tribu indígena que recitaba el Shemá Israel, pero de esto, no hay pruebas más que el testimonio de una sola persona.

 

En el libro de Samuel Akinin, “Las Minas del Rey Salomón en América”, se cuenta esta historia:

En un viaje virtual al pasado, llegamos a la época del Rey Salomón. Nos encontramos que está casado con 700 esposas y además cuenta con 300 concubinas. Temiendo que alguna de ellas le pudiese ser fiel, o simplemente al descubrir que ya no sentía algún tipo de amor hacia ellas, decide el Rey mandarlas al exilio, para ello emplea a su recién conquistada flota de barcos de los fenicios y comanda el viaje un sobrino quien tiene claras instrucciones de no regresar. Este barco con más de trescientas personas conformadas por esposas y esclavas, parte a alta mar, con rumbo desconocido. Luego de tres meses de travesía, el barco y su gente llega a tierra firme. El sitio fue nombrado como Guayana cuya traducción nos explica el placer que sintieron al llegar a él. HU (Él) Aya (estuvo) Na (Acá) D-s estuvo acá. Nuestros antepasados fueron nombrando cada cosa nueva que veían como por ejemplo el río Orinoco que significa la luz lo limpió. Los Tepúes (Sus entrañas, refiriéndose por supuesto a la Tierra). Luego le dieron el nombre a un pájaro que llamó su atención Colibrí Col (Voz) Hibrí (Hebrea) La voz hebrea. Vemos también que nombraron hasta a los propios caciques indígenas, Sorocaima (soroc Caima) tan bravo como su madre, quien había sido una cacique famosa. Atahualpa (atá hu alpa) murió por su culpa. Chacao (se sumerge, sacaba ostras) Margarita (perlas) Caribe (Cercanía) Zulia (la aliá), más tarde nos encontramos que ellos empleaban una pequeña barcaza para atravesar los ríos, la llamaban Canoa (Como Noé) y si vemos el libro encontraremos que hay más de quince mil vocablos que nos demuestran cómo llegaron, dónde estuvieron, qué hicieron y dónde estaba el oro, el petróleo, (mismo que menciona la Biblia empleaban para calafatear hasta la misma Arca de Noe. Pasaron casi tres años y el deseo de retornar para poder compartir las riquezas encontradas: Oro, diamantes, esmeraldas, plata, maderas preciosas, mismas que al ser recibidas por Salomón, nos cuenta la Biblia que él las empleó en la construcción del Santo Sanctorum. Para retornar, ellos se vieron en la necesidad de inventar a una reina, y es que un día sábado al ver a una indígena con los atributos de nuestra protagonista, ellos no tuvieron dudas. El cuerpo, el esplendor, la belleza y las formas tan especiales de esta mujer, era lo único que a un hombre tan rico pudiera hacer cambiar su punto de vista y condonar a esos soldados que no cumplieron a cabalidad con sus órdenes. Así que por un buen tiempo ellos, ayudados por las mujeres del Rey quienes creyeron que formarían parte de la comitiva que retornaría a Jerusalem, se ocuparon de educar y enseñar todo lo que sabían como necesario para atraer y convencer al Rey de la nobleza de ella. A esta mujer le dieron un título de nobleza, y un reinado que quedaba allende los mares. La Reina de Saba (la reina del sábado). Y funcionó. Los enviados al exilio volvieron triunfales, con riquezas, y sobre todo con una mujer diferente a todas las demás, por su color, su entorno, y por tantas cosas nuevas que traía como presentes. Cabe destacar las aves, las maderas, las joyas y algunos frutos tropicales. Salomón cayó bajo los embrujos de Saba, la desposó y tuvo un hijo que fue Rey en Etiopía. Ella quedó en Jerusalem hasta que su hijo cumplió los siete años, luego por celos y añorando a su país, costumbres y familia regresó a su tierra. La historia cuenta que ella volvió luego del Barmitzva de su hijo, esto le causó mucha tristeza al Rey, y dentro de su  disgusto y dolor, él ya no la aceptó del mismo modo, ya nada fue igual, por ello al cabo de unos años nuestra reina de Saba dio un último viaje sin retorno.

Resp. 102 – De primogénitos

Hola Yehuda. Lo saludo de manera muy especial y espero que siga cumpliendo la
magnifica labor que viene desarrollando como mentor espiritual ( si le ofende
este termino, muy respetuosamente me disculpo de antemano) de judios y noajicos.

Yo tengo una pregunta: 1- Para nosotros los noajicos, que ensenanza particular
debemos darle a nuestro hijo mayor, el cual tiene la cobndicion de primogenito?
2- Y que significado tendria para un padre noajico tener un hijo mayor varon?

Como siempre, mis mas sinceros agradecimientos,

David Fernandez

EEUU

Seguir leyendo Resp. 102 – De primogénitos

Dí­a de la Madre

En muchas partes del mundo se celebra el día de hoy, el segundo domingo de Mayo, el "Día de la Madre".
Como suele ocurrir, esta jornada está sumamente teñida de un sentido materialista, comercial.
En la TV nos bombardean con ideas para regalar a mamá: electrodomésticos, DVDs, libros, perfumes, cremas, masas, postres, viajes, ropa, zapatos, celulares, etc.
Por donde vayamos la gente anda de compras, al menos un ramillete de flores para la madre, esa que hay una sola (y para la suegra, esa que… bueno… la suegra…).
Están incluso los que visitan el cementerio, para hacerle un rato de compañía a la difunta madre.
Es un día especial, no hay dudas.

Algunas personas me habían preguntado si un noájida puede participar de este día, pues en su vida anterior, cuando eran esclavos de la más perversa de las idolatrías (la de Jesús), les habían inculcado que es "pecado, satanás, infernal, etc." este día.

La respuesta es simple.
¡Por supuesto que podemos alegrar a nuestras madres este día!
Podemos incrementar nuestro amor, respeto y veneración por ellas.
Hacer este día el inicio de una mejor relación con nuestros padres e hijos.
Agradecer, aunque sea simplemente con un "gracias" a nuestra madre por tanto que nos ha dado.
Perdonar, que es tan difícil, a nuestra madre por aquellas torpezas con las que nos dañó.
Aprender de sus consejos, ejemplos, errores y aciertos.
En fin, es un día para aprovechar por completo y que tengamos dicha y crecimiento.

Si esta fecha hubiera sido el 15 de Agosto, o en cualquier otra fecha idolátrica.
Si "la Madre", fuera "la madre de algún dios", o "la Madre Tierra", o "la Madre celestial", por supuesto que estaría terminantemente prohibido participar de cualquier celebración, ni siquiera podríamos -como fieles a Dios- expresar algún gesto particular hacia nuestras madres este día.
Pero, el origen de esta celebración es laica, ajena -hasta donde estoy informado- de raíces idolátricas o de otras perversiones.

Así pues, celebremos este día, compremos algún regalito si tenemos el deseo y el dinero para hacerlo; pero recordemos que las mamás suelen querer algo más que un objeto envuelto en papel de regalo… las mamás suelen querer a sus hijos.

Un muy feliz día para mamá, para mi señora, para mi suegra y para todas esas mamás que hacen que este mundo sea un buen lugar para vivir.

Los zapatitos me aprietan…

“Los zapatitos me aprietan,

Las medias me dan calor,

El beso que me dio mi madre,

Lo llevo en el corazón.”

¿Quién, en Venezuela, no ha recitado este sencillo e infantil poema, clásico del día de las madres en las escuelas de nuestro país?

Si usted ha celebrado cada año de su vida, cada segundo domingo del mes de mayo el convencional día de las madres, entonces lo ha hecho.

En Venezuela todos los segundos domingos del mes de mayo las madres, potente fuerza de empuje y pilar imprescindible en cada hogar, celebran con dicha y regalos un día de honor.

Sabemos que el día de las madres es cada uno de esos días en los que la mujer venezolana se levanta, prepara los desayunos, despierta a sus niños, los mete a bañar, mientras ella se arregla para ir a trabajar, les deja su ropa ordenada para que se vistan cuando salgan de su baño matinal, los sube al carro, verifica que todo esté en orden, los deja en la escuela y luego emprende la lucha de un empleado más dentro de la nómina de trabajadores de algún servicio, empresa, oficina pública, en fin… Un día como ese, en el cual en la hora de almuerzo lo que hace esta madre es llamar a su esposo y verificar que sus niños estén en buenas condiciones, habla con ellos y da instrucciones a quien esté a su cuidado; un día que finaliza con ella llegando, preparando la cena, colocando algunas prendas de los niños en la lavadora ó quién sabe que otro quehacer por hacer; ese es un día de las madres, un día pesado si, seguramente que si; por eso es que este domingo ella no tendrá que apresurarse ni mortificarse por nada, sino simplemente esperar el desayuno en la cama, comer con sus hijos y esposo viendo la tele, salir a pasear, ir al cine, recibir algún regalo, cuántas cosas podemos hacer por nuestra madre.

¿Usted ya está pensando en alguna sorpresa que vivifique el amor que naturalmente destilan las madres?

 

La Naturaleza de la Judeofobia (G. Perednik) – Unidad 9

… las peores víctimas de la judeofobia zarista fueron los niños. La causa principal fue un sistema de reclutamiento de judíos, promulgado en 1827, conocido como Cantonismo. La ley establecía que la edad de conscripción obligatoria serían los doce (12) años, bajo el pretexto de excluir a quienes sostenían a sus familias. El objetivo lo aclaraba la propia ley, al fijar que "los menores judíos serán colocados en establecimientos de entrenamiento preparatorio para servir en el ejército del zar por veinticinco años durante los cuales serán guiados a fin de aceptar el cristianismo". Los niños así reclutados se llamaban cantonistas ("cantones" eran las barracas de entrenamiento) y se los disciplinaba bajo amenaza de hambre y castigos corporales.

 


 

Unidad 09: Rusia: entre Zares y Soviets

Por: Gustavo Perednik   

Dedicamos las últimas dos lecciones a dos modelos de la judeofobia moderna, Francia y Alemania. Ahora pasaremos al tercer paradigma, el conspiracional. Hemos dicho que en la época moderna, el país con más libelos de sangre fue Rusia, donde el agravante adicional fue que, en contraste con los papas y monarcas de Occidente, los zares estimularon la calumnia.

El primer caso ruso ocurrió en Senno en 1799, cuando antes de la Pascua cuatro judíos fueron arrestados debido al hallazgo de un cadáver. Ese año se solicitó al poeta Gabriel Derzhavin que investigara. Su Opinión elevada al zar acerca de la organización del status de los judíos de Rusia denunció el "parasitismo económico" y que "en estas comunidades se hallan personas que perpetran el crimen, o que por lo menos protegen a quienes lo perpetran, de derramar sangre cristiana, de lo que los judíos fueron sospechosos en varias épocas en distintos países. Si bien considero que tales crímenes en la antigüedad fueron cometidos por fanáticos ignorantes, creo apropiado no pasarlos por alto".

Con este sello semioficial, el zar Alejandro I dio instrucciones para que el libelo fuera revivido en Velizh, en donde el juicio duró diez años. Y aunque los judíos probaron finalmente su inocencia, el mero debate público bastó para que el siguiente zar Nicolás I se negara a firmar una circular de 1817 que requería no incriminar a judíos sin evidencias. La judeofobia se exacerbaba mientras duraban esos procesos, cualesquiera fueran los veredictos.

Libelos en Kovno, Zaslav, Volhynia, Saratov, etc., llevaron a que en 1855 se designara otro comité investigador. Una vez más sus conclusiones fueron categóricas: no había ninguna evidencia para acusar a los judíos. Y sin embargo, la noticia del asesinato ritual se difundía sin pausa y "expertos" en el tema publicaban libros que "describían los modos" en que la sangre cristiana se utilizaba (ejemplos de libelistas en Rusia fueron Lutostansky y Pranatis, fuera de ella Desportes y Cholewa).

Después de la partición de Polonia a fines del siglo XVIII, el mayor bloque de israelitas quedó bajo dominio ruso; durante el siglo XIX la mitad de los judíos del mundo vivían en Rusia (aproximadamente cinco de los diez millones). La judeofobia se intensificaba agravada por los sucesivos juicios de asesinato ritual.

Los judíos tenían prohibido residir fuera de la Zona de Residencia (Catalina II había formulado una invitación a los extranjeros para que se radicaran en el país, pero explicitó: "todos, excepto los judíos". También la emperatriz Elizabeth, cuando le solicitaron la admisión de judíos con propósitos comerciales había replicado: "No acepto beneficios de los enemigos de Cristo").

Con todo, las peores víctimas de la judeofobia zarista fueron los niños. La causa principal fue un sistema de reclutamiento de judíos, promulgado en 1827, conocido como Cantonismo. La ley establecía que la edad de conscripción obligatoria serían los doce (12) años, bajo el pretexto de excluir a quienes sostenían a sus familias. El objetivo lo aclaraba la propia ley, al fijar que "los menores judíos serán colocados en establecimientos de entrenamiento preparatorio para servir en el ejército del zar por veinticinco años durante los cuales serán guiados a fin de aceptar el cristianismo". Los niños así reclutados se llamaban cantonistas ("cantones" eran las barracas de entrenamiento) y se los disciplinaba bajo amenaza de hambre y castigos corporales.

Sobre los hombros de los líderes comunitarios judíos se depositaba la responsabilidad de alcanzar altos cupos de adolescentes. Estos provenían de los hogares más pobres, de los que eran arrancados para siempre. Cada comunidad se veía en la obligación de recurrir a bravucones llamados jpers ("secuestradores" en idioma ídish) que arrebataban a los niños ante los gritos de padres y vecinos. Desde los ocho (8) años de edad, los niños eran aprisionados en el edificio de la comunidad y de allí los retiraba el ejército. El sistema se hizo más riguroso durante la Guerra de Crimea (1854) cuando la cuota se fijó en treinta conscriptos por cada mil judíos, y las bandas de jápers acechaban para cazar a sus víctimas.

De la Zona de Residencia, los niños eran transferidos hasta Siberia, en viaje de varias semanas. El pensador ruso Alexander Herzen registró su encuentro con un convoy de cantonistas en 1835, y la explicación que recibió del oficial a cargo: "un muchachito judío es una criatura debilucha y frágil… no está habituado a marchar en ciénagas por diez horas diarias, ni a comer galleta entre gente extraña, sin madre ni padre que lo mimen; por ende tosen y tosen hasta que se tosen ellos mismos a la tumba… Ni la mitad llegará a destino; mueren así nomás como moscas… Ya dejamos un tercio en el camino" dijo, señalando la tierra.

Durante las tres décadas en que hubo cantonismo, cuarenta mil niños judíos fueron reclutados. El nombre bíblico Be-emek Ha-Bajá, En el Valle de Lágrimas, que mencionamos hace tres clases, también fue el título de una novela del escritor ídish Mendele Mojer Sforim (m. 1917), en la que se narra ese horror (Peretz Smolenskin y otros escritores también incluyeron páginas escalofriantes sobre el tema).

Una vez en las barracas, los niños que sobrevivían eran entregados a sargentos que habían sido entrenados para "influir" en la religión de los mancebos. Los "educadores" usaban hambre, privación de sueño, azotes y varios otros tormentos hasta que se alcanzaba el bautismo, o la muerte. Después de la ceremonia, los jovencitos debían cambiar sus nombres, eran registrados como hijos de padrinos designados, y comenzaban el entrenamiento propiamente dicho. Sus nuevos camaradas frecuentemente les hacían recordar su origen judío por medio del maltrato y la humillación. El zar Nicolás I definía el cantonismo como "el método para corregir a los judíos del reino".

Un efecto colateral del sistema fue que muchos padres optaban (aunque reticentemente) por enviar a sus hijos a escuelas públicas o a colonias agrícolas, ya que así se los eximía de la conscripción. Por ello éstas pasaron a ser financiadas por el impuesto de vela, un gravamen sobre las velas para rituales judíos, tales como recordatorios y casamientos.

El Baile Y Su Fin

La deplorable situación de los judíos de Rusia hizo que creyeran que un zar con nuevas ideas personificaría un promisorio amanecer. Alejandro II es todavía llamado el Zar Libertador en la historiografía rusa, debido a su política liberal, la Era de las Grandes Reformas. En lo que se refiere a los judíos, el cantonismo fue abolido y la Zona de Residencia mitigada. Como escribe Jaim Potock en su historia de los judíos, los iluministas judíos en Rusia supusieron que comenzaba la Emancipación según el modelo occidental "y el baile comenzó". Pero no calcularon que el proceso liberador desataría un violento contragolpe.

Ya avanzados en el curso de judeofobia, podemos prever lo que ocurrió: como en Francia y Alemania, los judíos ingresaron en las artes y el periodismo, fueron abogados y dramaturgos, críticos y compositores, pintores y poetas. De súbito se los percibió notorios y ubicuos en la vida política y cultural del país. Y no a todos los gentiles los entusiasmó esta repentina participación judía en la vida de la patria. Estereotipos judíos repulsivos comenzaron a aparecer en las obras de Lermontov, Gogol y Pushkin. Dostoievsky fue más lejos y en La Cuestión Judía (1873) justificó la repulsa, acusando a los judíos de "explotadores, chupasangres de la población que los rodea, en especial de los pobres e ignorantes campesinos… Los rusos, ciudadanos del único país donde el cristianismo es aún fuerza dominante, son considerados por los judíos como bestias de carga". Para él, los judíos, sentados sobre sus bolsas de oro, tramaban contra Rusia desde el Oeste.

Pero el baile continuaba. La prensa y la literatura judía florecieron, especialmente en hebreo y en ídish; también en ruso. Zvi Dainow publicó en hebreo un sermón en honor del zar, y Lev Levanda llamaba a los judíos a "despertar bajo el cetro de Alejandro II". Y de golpe se apagaron las luces.

El 31 de marzo de 1881 fue una de las fecmás fatídicas de la historia judía. Marcó el mayor éxodo de judíos de la historia, cuando dos millones de ellos establecieron las comunidades judías de los EE.UU., de Latinoamérica, y de la Tierra de Israel.

El asesinato de Alejandro II, fue el trampolín para una furibunda reacción judeofóbica, so pretexto de que en la célula revolucionaria que asesinó al zar había una joven judía. El nuevo y precario régimen convocó a las masas culpando a "los judíos" del regicidio. Las viejas formas de la judeofobia rusa (Zona de Residencia, cantonismo, etc.) fueron reemplazadas a partir de Alejandro III por otras más temibles aún, como los pogroms ("embestida" en ruso) que eran ataques del populacho contra la población indefensa, con saqueos, incendios, violaciones y asesinatos.

El bao de sangre inspirado por el gobierno ocurrió en tres olas de furor creciente, y dejó decenas de miles de muertos, e incontables mutilados y heridos. El primero de los pogroms tuvo lugar en abril de 1881 en Yelizavetgrad. El nuevo ministro de interior, conde Nicolás Ignatiev, los denominó "actos de justicia espontánea del pueblo ruso explotado".

Por un lado, los grupos revolucionarios redoblaron su accionar; por el otro, surgieron organizaciones ultraconservadoras para combatirlos, y para que se revirtiera la liberalización de Alejandro II. Entre ellas la Liga Sagrada, la Unión del Pueblo Ruso, las Centurias Negras, la Nobleza Unificada. Su lema era "Golpea al judío y salva a Rusia". En cuanto a los bolcheviques y anarquistas, muchos aceptaron los pogroms, en los que veían un medio para despertar al pueblo, que eventualmente se volcaría contra el régimen. Su lema revolucionario era "Golpea a la burguesía y al judío!"

Ignatiev informó al zar acerca de la violencia desatada: "durante los últimos veinte años -escribe- los judíos gradualmente ganaron el comercio y la industria… hicieron todos los esfuerzos para explotar a la población general… Así han fomentado una ola de protesta, que cobró la infortunada forma de violencia… La justicia exige normas severas que alteren las relaciones entre los habitantes generales y los judíos, y protejan a los primeros de la dañina actividad de los últimos".

Estas "normas severas" fueron conocidas como las Leyes de Mayo, decretos "temporarios" que se aplicaron a los judíos hasta la revolución de 1917, y que les prohibían residir fuera de ciertas ciudades y aldeas (cien en total) y cancelaban todo contrato de compraventa con judíos en las áreas prohibidas. De este modo los comerciantes rurales se libraron de la competencia de sus colegas judíos, y los policías fueron dotados de un instrumento permanente de extorsión y maltrato a los judíos que aún vivían en regiones vedadas.

Gracias a presión internacional, un decreto proyectado fue abortado: la expulsión de todos los judíos a las planicies de Asia Central. Pero una restricción que sí se agregó en la nueva Rusia fue el Numerus Clausus ("números cerrados") para estudiantes judíos (esta práctica restrictiva prevaleció en muchos países, incluso en los EE.UU.). En julio de 1887 el Ministerio de Educación estipuló para los establecimientos secundarios y terciarios, un tope de 10% de judíos en las ciudades de la Zona de Residencia, 5% afuera de ella, y 3% en Moscú y Petersburgo. A veces estos topes incluían aun a judíos que se habían convertido al cristianismo.

Uno de los propulsores de estas restricciones fue el conde Constantino Pobedonostev, cuyo cargo era similar al de un ministro de religión. Como opinaba que los judíos tenían más talento que los rusos, temía que los dominaran. Por ello bregaba por la total rusificación y vaticinó el destino de los judíos de Rusia: "Un tercio morirá, un tercio emigrará y un tercio se asimilará".

Además de lo antedicho, la faceta de la judeofobia rusa que tuvo mayor influencia a largo plazo fue su modo de justificarse. La Ojrana, policía secreta del zar, procuraba explicar ideológicamente sus acciones por medio de un libro actualizara la vieja tradición demonológica. Había buenos precedentes.

El primero de ellos, según vimos, era la obra en cinco tomos del abate Barruel (el mismo que frustró el Sanhedrín de Napoleón) en la que mostraba la detestada Revolución Francesa como la culminación de una milenaria conspiración secreta. Tres libros que emparentaban la conspiración con los judíos aparecieron en 1869: uno alemán (El discurso del rabino de Hermann Goedsche), uno francés (El judío, el judaísmo y la judaización de los pueblos cristianos de Gougenot de Mousseaux, quien recibió "por su coraje" la bendición papal de Pío IX), y uno ruso (El libro del Kahal de Jacob Branfman).

También se citaba una fuente inglesa, que no surgía de textos judeofóbicos sino de una travesura literaria. Me refiero a Coningsby, la novela de Benjamín Disraeli publicada en 1844. En un párrafo el rico y aristocrático judío Sidonia refiere cómo durante sus travesías por Europa en busca de un préstamo, comprobaba que en cada país el ministro al que entrevistaba, era indefectiblemente judío. Y concluye con el siguiente comentario: "Ya ves, entonces, mi querido Coningsby, que el mundo está gobernado por personajes muy diferentes de los que imaginan quienes no están detrás del escenario" (capítulo XV del libro tercero). ¡Y esto había salido de la pluma de un judío que llegó a ser Primer Ministro! (Innecesario aclarar que quienes lo citaban para "demostrar el poder de los judíos" salteaban el hecho de que los varios ministros mencionados en la novela en rigor no eran judíos).

El mito reaparece hacia 1850 en muchos diarios alemanes que buscaban misteriosas raíces para la revolución de 1848. En la novela Biarritz de Goedsche, el capítulo En el cementerio judío de Praga refiere una reunión secreta nocturna durante la Fiesta de los Tabernáculos, en la que los delegados de las doce tribus de Israel planeaban una vez por siglo la toma del planeta.

Otra publicación en alemán, que para 1875 ya iba por la séptima edición, fue La conquista del mundo por los judíos, de un tal Millinger (alias Osman-Bey). Allí se señalaba como fuente del mal a la Alliance Israélite Universelle (aunque fundada en 1860, se la presentaba tan antigua como los judíos) y se auguraba que "En un mundo sin judíos las guerras serán menos frecuentes porque nadie lanzará a una nación contra la otra; cesarán el odio entre las clases y las revoluciones, porque los únicos capitales serán nacionales que jamás explotan a nadie… Tendremos ante nosotros la Edad de Oro, el ideal del progreso en sí. ¡Arrojad a los judíos al Africa! ¡Viva el principio de las nacionalidades y de las razas! ¡La Alliance Israélite Universelle sólo puede ser destruida mediante el exterminio total de la raza judía!".

Como varios señalaban a la Alliance de París como centro de la confabulación, allí fue donde la Ojrana (policía política del zar) instaló al agente Orgeyevsky con el objeto de "documentar" las siniestras actividades judías. El ministro Peter Stolypin descartó varias propuestas por "propaganda inadmisible para el gobierno", pero terminaron por aceptar un panfleto del místico Sergei Nilus, escrito por 1902.

El libro supuestamente contenía los "verdaderos" protocolos del congreso efectuado en Basilea (Suiza) un lustro antes (el Primer Congreso Sionista Mundial) que, aunque supuestamente había fingido el objetivo de establecer un hogar nacional para los judíos, en realidad se había convocado para un plan de dominación mundial. En dichos Protocolos de los Sabios de Sin, rabinos y líderes expresan sin vueltas su sed de sangre, maquinaciones y ansias de poder. La historia completa de cómo se fraguó el libro fue explicada por Norman Cohn en El mito de los Sabios de Sión (1967).

Durante los primeros tres lustros los Protocolos tuvieron poca influencia. Luego los rusos, motivados por un artículo publicado en el Morning Post de Londres (7/8/1917) que sugería la existencia de un gobierno judío secreto e internacional, decidieron enviar copias de los Protocolos a numerosos diarios europeos para "corroborar" la hipótesis.

El éxito de la patraña no tuvo precedentes. Millones de ejemplares se vendieron en más veinte idiomas. En los EE.UU. su gran mentor fue el magnate del automóvil, Henry Ford, quien durante los años veinte difundió la mentira en su diario The Dearborn Independent. También The Spectator londinense requirió en 1920 que se designara una Comisión Real para revisar si existía una confabulación judía internacional para destruir el cristianismo. De ser probada su existencia, "se justificará nuestra cautela para admitir judíos a la ciudadanía… Debemos arrastrar a los conspiradores a la luz, y mostrarle al mundo cuán malvada es esta plaga social".

¿Suena al Sínodo de Conversos del año 1235? ¿Beben los judíos sangre cristiana? ¿Nos dominan secretamente? La Comisión Real nunca fue erigida, gracias a que un corresponsal del diario The Times, Philip Graves, descubrió casualmente la novela en base de la cual se habían fraguado los Protocolos. Era una sátira contra Napoleón III escrita medio siglo antes (en 1865), Diálogos en el infierno de Maurice Joly, en la que los franceses (no los judíos) acumulaban poder. De 2.560 renglones, 1.040 habían sido copiados literalmente por Nilus, palabra por palabra. El editorial del Times del 18 de agosto de 1921 fue una resonante admisión del macabro error. Los Protocolos eran falsos y la conspiración judía mundial un nuevo mito judeofóbico.

Pero tal como había sucedido con el libelo de sangre, el hecho de que la patraña fuera racionalmente desenmascarada no disminuyó el odio. Los Protocolos siguieron difundiéndose y creyéndose como ninguna obra anterior. Aun en 1992 salió en primera página del diario Sovetskaia Rossiia una serie de artículos de Yoann (Metropolitano Ortodoxo Ruso de Petersburgo) que denunciaba con los Protocolos un complot judío del que Rusia era el primer blanco.

Nueva Esperanza, Nueva Frustración

Otra vez el déja vu. Nos hace recordar las esperanzas que despertó el iluminismo después de siglos de judeofobia cristiana. ¿Qué vemos ahora en el horizonte? Parece nuevamente la salvación de los judíos de los mitos acumulados, de la discriminación y el desprecio, las mentiras y leyendas. Es la Rusia del siglo XX en cuyo aire flotan racionalismo y socialismo, en la que los revolucionarios que luchan por la igualdad se mofan de las supersticiones del pasado y planifican la religión de la razón en un mundo de confraternidad. La revolución bolchevique pondría fin a la discriminación y la violencia de los zares… Pero oh sorpresa, muchos de sus portaestandartes mostraron ser ellos mismos judeófobos.

Entre ellos, los teóricos del anarquismo, quienes propugnaban la destrucción de todo el viejo régimen, salvo una parte. Así escribía en 1847 el francés Pierre Proudhon acerca de los judíos: "Esta raza lo envenena todo al entrometerse por doquier. Exigid su expulsión de Francia, a excepción de los hombres casados con mujeres francesas. Prohibid las sinagogas, no los admitáis en ningún empleo, procurad la abolición final de esta secta… El judío es el enemigo de la raza humana. Uno debe devolver esta raza al Asia o exterminarla… Por fuego o expulsión el judío debe desaparecer… Lo que los pueblos de la Edad Media detestaban por instinto, yo detesto por reflexión, y de modo irrevocable".

El principal teórico de la revolución, Carlos Marx, nació judío y fue bautizado a los seis años por su padre, Hirschel, hijo, yerno y hermano de rabinos, y descendiente de sabios talmúdicos. Hirschel cambió su nombre por Heinrich y se hizo protestante cuando un edicto prusiano de 1817 prohibió a los judíos ejercer la abogacía (fue uno de los miles a los que nos referimos, que se convirtieron al cristianismo con la reversión post-napoleónica de la Emancipación).

El primer ensayo de Carlos Marx, La Cuestión Judía (1844) fue en respuesta a Bruno Bauer, quien había condicionado la Emancipación de los judíos a que éstos abjuraran de su religión. Para Marx ni la apostasía era suficiente: "La nacionalidad quimérica del judío es la del comerciante… La base secular del judaísmo es la necesidad práctica, el interés propio. ¿Cuál es el culto mundano del judío? El chalaneo. ¿Cuál es su dios mundano? El dinero. La sociedad burguesa crea continuamente judíos… La emancipación del chalaneo y del dinero, y consecuentemente del judaísmo real, será la autoemancipación de nuestra era". La emancipación humana es, en el libro de Marx, un sinónimo de la abolición del judaísmo.

Hemos trazado dos contrastes. Uno, el del enciclopedismo con el contexto medieval del que provenía; otro, el del socialismo con su telón de fondo zarista. La pregunta es por qué estos dos movimientos basados en el racionalismo y la confraternidad estuvieron infestados de la judeofobia que caracterizaba el viejo orden. Aparentemente, las sociedades europeas estaban tan saturadas por siglos de odio antijudío, que fueron incapaces de producir un iluminismo o un socialismo libres del mal.

En un abarcador estudio, el historiador Zosa Szajkowski no pudo encontrar una sola palabra en defensa de los judíos en la literatura socialista francesa entre 1820 y 1920, aun cuando la mitad de ese lapso estuvo repleta de seiscientos pogroms. Como ejemplos de la judeofobia izquierdista, mencionamos a Toussenel, Fourier y Proudhon. Saint-Simon es la notable excepción. En cuanto a Marx, a partir de sus escritos y biografía, podemos reflexionar acerca de cuatro aspectos de la judeofobia, a saber:

A) Los judeófobos inflan la importancia de los judíos de los que disgustan, y enfatizan su judeidad aun cuando sea virtualmente inexistente. Así, para los nazis el comunismo era una ideología judía. Y dentro de la izquierda, el anarquista Mikhail Bakunin (quien consideraba a los judíos "una nación de explotadores") llamaba a Marx "un Moisés moderno". Por el contrario, cuando hay judíos importantes para su causa, los judeófobos se esmeran en empañar la judeidad. Así, el origen judío de Marx fue soslayado por los regímenes comunistas. En la edición de 1952 de la Enciclopedia Soviética se omitió toda mención al respecto.

B) Como los judíos eran acusados desde los dos flancos del espectro político con argumentos contradictorios, no tenían ninguna posibilidad de salir airosos de la acusación (como cuando se les censura a un tiempo el ser avaros y ostentosos, o entrometidos y muy cerrados). A pesar de su sufrimiento bajo los estados cristianos, los judíos fueron ulteriormente vistos por muchos librepensadores como el germen del cristianismo. Del mismo modo, la judeofobia de Marx y los marxistas no disuadió a los judeófobos anticomunistas de acusar a "los judíos" de haber creado el marxismo. Por esta razón, durante la guerra civil que siguió a la revolución bolchevique, las bandas de combatientes anticomunistas en Ucrania asesinaron a cincuenta mil judíos inocentes que residían en Ucrania.

C) Otro rasgo típicamente judeofóbico de Marx fue pasar por alto tanto el sufrimiento de los judíos como la existencia del odio antijudío en su época. Su antagonismo hacia los judíos se expresó en sus ensayos como en su correspondencia privada. Nunca tuvo una palabra de solidaridad para las víctimas de los pogroms, cuya inmigración a Londres comenzó mientras Marx vivía allí. Este "humanismo selectivo" es una característica de los judeófobos de izquierda, judíos y no-judíos por igual. En 1891 la reunión de la Segunda Internacional Socialista en Bruselas (que incluyó a muchos delegados judíos) rechazó una moción de condena a la creciente judeofobia. Cuando queramos desenmascarar tendencias judeofóbicas, debemos preguntar al sospechoso si la judeofobia realmente existe en el presente. Una respuesta negativa sería muy elocuente.

D) Marx también ejemplifica un fenómeno que exacerba la judeofobia: el que dio en llamarse judío ajudaico (como en el título del libro de Isaac Deutscher publicado de 1968, un año después de su muerte. El judío ajudaico es un revolucionario radical quien, aunque no tiene conexión alguna con el judaísmo, es percibido como "el judío" por la sociedad que aspira a destruir. El judío ajudaico simpatiza con todo perseguido, siempre y cuando no sea judío. Así lo definía Rosa Luxemburgo en una carta de 1916: "¿Para qué vienes a mí con tus penas judías? Me sicerca de las desdichadas víctimas de las de las plantaciones de caucho en Putumayo, o de los negros del Africa con cuyos cuerpos los europeos juegan a la pelota… No tengo un rincón para el ghetto reservado en mi corazón: me siento en mi hogar en todo el mundo, doquiera que haya nube, y pájaros y lágrimas humanas". En retrospectiva, esos judíos del ghetto en 1916 habrían gustosamente cambiado su destino con los trabajadores brasileños o africanos. Pero como lo dijera Irving Howe "aún en el más cálido de los corazones hay un lugar frío para los judíos".

En cuanto a los seguidores de Marx en la Rusia comunista, estudiaremos su judeofobia en nuestra próxima clase.

La Naturaleza de la Judeofobia (G. Perednik) – Unidad 7

 … Mahoma no logró que los judíos lo aceptaran como un nuevo Moisés, y entonces se volvió en contra de ellos. Su frustración fue registrada en el Corán, y así proveyó a millones de musulmanes durante siglos, de una antipatía hacia los judíos que se suponía divinamente inspirada (suras 2:61, 2:97, 5:64 y 5:78). … El último libro de Martìn Lutero, Sobre los judíos y sus mentiras (1543), llama a los judíos el Anticristo: "es más difícil convertirlos a ellos que al mismo satán". 

 


 

Unidad 07: El Islam, el Protestantismo y la Judeofobia Moderna

Por: Gustavo Perednik

  

Después de transitar por la judeofobia medieval a través de sus siete prácticas y tres mitos principales, nos quedó pendiente la pregunta de si el "valle de lágrimas" se dio paralelamente en las dos grandes ramas del tronco cristiano, la católica y la protestante.

Nuestra respuesta pondrá énfasis en el símil del protestantismo y el Islam: ambos comenzaron por procurar su validación en los judíos y, frustrados por el rechazo de éstos, devinieron en judeofóbicos.

Sin embargo, a diferencia del cristianismo, el Islam no emergió del seno del judaísmo. No fue judío su fundador y no arguyó consumar las profecías de Israel. Por ello, su careo con la judería careció de tensiones teológicas.

Cuando el Islam se expandió, los judíos que se encontraron bajo su égida, si bien no fueron exentos de degradación e inseguridad, su vida pocas veces incluyó las torturas, expulsiones y hogueras que les propinó el dominio cristiano.

El Islam nació en el siglo VII en Medina, de cuya comunidad judía Mahoma adoptó varias observancias para la nueva religión: la plegraria en dirección a Jerusalem (que eventualmente se cambió por La Meca), las leyes dietéticas (por ejemplo la prohibición de ingerir cerdo), o el ayuno del Día del Perdón (que fue reemplazado por el del mes de Ramadán). A pesar de este acercamiento, Mahoma no logró que los judíos lo aceptaran como un nuevo Moisés, y entonces se volvió en contra de ellos. Su frustración fue registrada en el Corán, y así proveyó a millones de musulmanes durante siglos, de una antipatía hacia los judíos que se suponía divinamente inspirada (suras 2:61, 2:97, 5:64 y 5:78).

El Pacto de Omar del año 720 fue el código legal musulmán que prescribía el tratamiento que se debía a los Dhimmis (o monoteístas no islámicos). De varios modos los Dhimmis debían aceptar status de inferioridad frente al musulmán: cederle su asiento o vestir atuendos diferentes, y abstenerse de cabalgar o de hacer pública su religión. A veces ello no bastaba: durante el siglo XI el califa Hakim ordenó que los judíos llevaran colgadas del cuello pelotas de más de dos kilos que les recordarían el becerro de oro que sus ancestros habían idolatrado.

De todos los países árabes los judios fueron obligados a irse. El único de ellos que tuvo comunidad judía y nunca fue gobernado por una potencia europea, fue el Yemen. En 1679 casi todos los judíos yemenitas fueron expulsados de las ciudades y aldeas, y la sinagoga de la capital, Sana, fue convertida en mezquita (aún existe y es llamada "mezquita de la expulsión"). Cuando Turquía ocupó el Yemen en 1872 y requirió que se detuviera la costumbre de niños musulmanes de arrojar piedras sobre los judíos, obtuvo como respuesta que no podía prohibirse lo que era una antigua costumbre religiosa a la que llamaban Ada. Hasta que los remanentes judíos partieron del Yemen en 1948, estaban obligados a vestir como mendigos y a los niños se les imponía el Islam cuando los padres morían.

El mito del libelo de sangre fue introducido en el mundo árabe en Damasco en 1840. Sólo después de una condena internacional se liberó a los judíos que sobrevivieron las torturas con que los castigaron, y el libelo se popularizó, y los judíos eran frecuentemente atacados (especialmente en Egipto y en Siria) so pretexto de que bebían sangre musulmana. El actual ministro de defensa de Siria, Mustafá Tlas, es autor de La Matzá de Sión, libro en el que defiende el libelo (¡en 1983!) y que el delegado sirio recomendó a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.

El Protestantismo

Volvamos a la cristiandad. La rama protestante, fundada por Martín Lutero en 1517, sostenía entre sus principios devolver el cristianismo a sus fuentes hebreas, en lugar de la interpretación helenística. En efecto, al comienzo hubo muchos protestantes que se acercaron al judaísmo, algunos en en la expectativa de que los judíos finalmente aceptarían la fe en Jesús si ésta se les presentaba con amor y con el énfasis en su origen hebraico. Pero también aquí, cuando esas expectativas probaron ser infundadas, la reacción fue judeofóbica.

El último libro de Lutero, Sobre los judíos y sus mentiras (1543), llama a los judíos el Anticristo: "es más difícil convertirlos a ellos que al mismo satán". Lutero exhortó a la violenta expulsión de los judíos de toda Alemania y aconsejó a los nobles de Europa: "Primeramente, sus sinagogas deben ser incendiadas, y lo que no sea consumido por el fuego que sea cubierto de inmundicia… Así sea hecho en honor de Dios y del cristianismo; que Dios vea que los cristianos no toleramos ni aprobamos tal mentira pública, maldición y blasfemia contra Su hijo y Sus cristianos. Segundamente, sus hogares deben ser igualmente derribados y destruidos. Porque perpetúan lo mismo que hacen en sus sinagogas. Colóqueselos en establos. En tercer lugar, príveselos de sus libros de oraciones y del Talmud, en los que se enseña idolatría, mentiras, maldiciones y blasfemias. En cuarto lugar, debería prohibirse a sus rabinos enseñar, bajo amenaza de muerte… La furia de Dios contra ellos es tan grande que están cada vez peor… Para resumirlo, estimados príncipes y nobles que tenéis judíos entre vuestras posesiones, si mi consejo no os es suficiente, buscad otro mejor para que vosotros, y todos nosotros, seamos libres de esta insoportable carga diabólica, los judíos".

Quien esto escribió era y es un reconocido teólogo, fundador de una nueva corriente religiosa mundial, y considerado por muchos como el padre del moderno alemán. Uno de los jerarcas nazis más brutales, Julius Streicher, arguyó en su defensa durante los juicios de Nürenberg que no había hecho sino cumplir con los consejos de Lutero.

La Judeofobia en la Modernidad

Hasta aquí hemos visto el desarrollo de la mitología judeofóbica en tres etapas: la antigüedad (los judíos son leprosos, adoradores de asnos, misántropos y haraganes), la Edad Media temprana (el pueblo judío es deicida y, por medio de su sufrimiento, un testimonio de la verdad del cristianismo), y la Edad Media tardía (los judíos beben sangre cristiana, envenenan los pozos de agua, y son socios del diablo). La principal diferencia entre los mitos paganos y los cristianos es que aquéllos eran básicamente culturales y éstos fueron teológicos: la premisa pasó a ser "Dios los odia".

¿Habría salvación? Pareciera que sí, puesto que en el horizonte se vislumbraba el fin de mitos y la discriminación, de desprecio, calumnias y crueles leyendas. El Siglo de las Luces (el XVIII) traía una atmósfera de racionalismo y enciclopedismo, en la que los librepensadores desechan las supersticiones y postulan una religión de la razón para un mundo de confraternidad. Pero oh sorpresa, ellos mismos no superaron los prejuicios judeofóbicos sino que los reafirmaron.

Cuando Emile Zola escribió que "los judíos como están hoy son la obra de nuestros mil ochocientos años de persecución idiota", entendía que la judeofobia era un problema de los gentiles, y que el modo de superar ésa y otras taras sociales era la educación. Y sin embargo, los responsables de educar e iluminar al pueblo, los que enarbolaban el estandarte de la revolución ideológica, eran judeófobos.

El principal de los autores de la famosa Enciclopédie (1765), Denis Diderot, señaló como virtud de los judíos que son el pueblo más antiguo y que nunca fueron politeístas, pero al mismo tiempo los consideró "ignorantes y supersticiosos". Paul D’Hollbach fue más lejos. En L’Esprit du Judaisme (1770) sostiene que el judaísmo es malo por naturaleza, y constituye corrupto origen del cristianismo. Moisés fue a sus ojos el más perjudicial de cuanto legislador hubo, transmisor de misantropía y parasitismo. El Dios de los judíos era sanguinario y los llevaba al genocidio; los patriarcas, eran lascivos y mentirosos; los profetas, fanáticos; la idea mesiánica, insana; los judíos, el pueblo más vil. (Es paradojal cómo después de dos milenios de sufrir bajo el yugo cristiano, D’Hollbach y otros venían ahora a culpar a los judíos por haber creado el cristianismo).

Digamos que, en términos generales, Montesquieu favoreció el otorgamiento de igualdad de derechos a los judíos y se solidarizó con su sufrimiento ("el judaísmo es una madre que dio a luz a dos hijas que le dieron mil golpes… si no quieres comportarte cristianamente, hazlo por lo menos como un ser humano"), pero también advirtió que "dondequiera haya dinero, hay judíos". Jean-Jacques Rousseau fue una notable excepción y tomó consistentemente una postura favorable a los judíos.

Pero el peor de los judeófobos iluministas fue quien encarnó las ideas de "libertad, igualdad y fraternidad", Voltaire, enemigo de la Iglesia y de la superstición. Su Diccionario Filosófico, en más de un cuarto de sus entradas arremete contra los judíos, "el pueblo más imbécil de la faz de la Tierra, enemigos de la humanidad, el más obtuso, cruel, absurdo…" Los judíos, que constituían el 1% de la población, son motivo de la entrada más larga del libro: "la nación más singular que el mundo ha visto; aunque en una visión política es la más despreciable de todas, sin embargo a los ojos de un filósofo vale la pena considerarla. …De un breve resumen de su historia resulta que los hebreos siempre fueron errantes o ladrones, esclavos o sediciosos. Son todavía vagabundos sobre la Tierra, aborrecidos por todos los hombres… Si preguntas cuál es la filosofía de los judíos, la respuesta será breve: no tienen ninguna… Los judíos nunca fueron filósofos ni geómetras ni astrónomos".

No es posible que Voltaire ignorara quiénes habían sido Maimónides o Spinoza, pero la judeofobia tiene la facultad de torcer el razonamiento del más razonable de los hombres. Y Voltaire toca el nervio mismo de la judeidad, porque si hubo un área en la que los judíos podían exhibir grandes logros, es la educación. Sin embargo, escribe Voltaire: "Estuvieron tan lejos de tener escuelas públicas para la instrucción de la juventud, que ni siquiera tienen un término en su idioma que exprese esa institución… Su estadía en Babilonia y Alejandría, durante la que podrían haber adquirido sabiduría y conocimientos, sólo los entrenó en la usura…"

Este gran racionalista llegó hasta a reafirmar el peor libelo: "vuestros sacerdotes siempre han sacrificado vidas humanas con sus sacras manos". Algunos historiadores sostienen que Voltaire en realidad deseaba atacar a la Iglesia, y lo hacía por medio de arremeter contra los judíos. Disentimos, porque Voltaire no tuvo reparos en embestir directa y abiertamente contra la Iglesia. Nunca necesitó hacerlo por interpósita persona. Firmaba sus cartas con el lema Écrasez l’infâme ("destruyan al infame", en referencia a la Iglesia) salvo aquellas cartas que enviaba a judíos, donde firmaba caballero cristiano de la cámara del rey muy cristiano.

"En suma -concluye el Diccionario- encontramos en ellos solamente un pueblo ignorante y bárbaro, que ha largamente unido la más sórdida avaricia con la más detestable superstición y el más insuperable odio por cada pueblo por el que son tolerados y del que se enriquecen. Empero, no debemos quemarlos".

La judeofobia de Voltaire, muy común entre los librepensadores dieciochescos, tuvo su excepción entre los ingleses, como John Locke y John Toland. Con todo, en Inglaterra la Emancipación completa no se logró hasta 1858, cuando el barón Lionel de Rothschild tomó lugar en el Parlamento, bajo un juramento especial para la ocasión.

Ese otorgamiento de igualdad de derechos es nuestro tema, puesto que la judeofobia moderna fue en efecto una reacción contra la Emancipación, que se dio en tres corrientes, ejemplificadas en sendos países: la socioeconómica (Francia), la racial (Alemania) y la conspiracional (Rusia).

Francia

La Asamblea Nacional revolucionaria debatió por dos años si la libertad, igualdad, fraternidad, debían aplicarse también a los judíos. Al final, en septiembre de 1791, se les otorgó libertades cívicas, y unos lustros después Napoleón asumió el deber de hacer de los judíos buenos franceses.

Presionado por quejas que llegaban desde Alsacia acerca de la práctica usuraria de los judíos, Napoleón convocó a una Asamblea de Notables Judíos que sesionó entre julio de 1806 y abril de 1807, integrada por ciento once rabinos y líderes comunitarios. Debían responder a doce preguntas acerca de los hábitos judíos, a saber: poligamia, divorcio, exogamia, patriotismo francés, la relación con los no-judíos, obediencia a la ley, designacíon de rabinos y marco de su autoridad, profesiones prohibidas, y la usura. Durante los últimos meses de las sesiones, se requirió de setenta y un asambleístas, mayoritariamente rabinos, que crearan en base de las respuestas dadas, leyes religiosas que fueran aceptadas por los judíos. Este grupo fue denominado el Sanhedrín napoleónico.

Napoleón no previó que la judeofobia francesa descargaría su oposición a la Emancipación de los judíos precisamente contra ese Sanhedrín (que representaba la integración israelita a Francia). El jesuita Agustín Barruel alertó al gobierno en 1807, de un complot judío internacional "que transformará iglesias en sinagogas", y que le había sido revelado por un personaje llamado Simonini, del que hasta hoy se ignora si realmente existió.

El término equivocado de Sanhedrín colaboró con la patraña, puesto que Barruel sostenía el absurdo de que "finalmente salía a la luz el Sanhedrín que había actuado clandestinamente durante quince siglos". Durante ese lapso los judíos habrían gobernado el mundo subrepticiamente (nadie parecía notar que por lo visto les había ido bastante mal en ese gobierno, puesto que les cupo mayormente el rol de víctimas). Napoleón disolvió abruptamente su Sanhedrín, y así nacía el primer mito judeofóbico de la modernidad: la conspiración judía mundial, del que hablaremos en la novena lección.

Los aires pre-emancipatoriales regresaban con su peor cara. Y si bien dijimos que el término Sanhedrín fue erróneo (puesto que insinuaba poderes legislativos y judiciales) también es claro que se trató de un mero detonante arbitrario, y de la causa de la judeofobia moderna (la judeofobia en cada época encuentra sus excusas).

El Papa Pío VII le creyó a Barruel, y tanto en los estados papales como en Alemania se revirtió la Emancipación apenas Napoleón fue derrocado (1815). Esos pocos años habían suscitado una gran ola de asimilación entre los judíos que golpeaban las puertas de la sociedad gentil mucho antes de que se abrieran. La vanguardia asimilacionista estuvo en Berlín. Hugo Valentin exageró en su libro Anti-Semitismo que "más judíos alemanes se bautizaron entre 1800 y 1818, que en los previos 1800 años juntos".

Los judíos aprendían con dolor que la judeofobia no se neutralizaba por medio de decretos gubernamentales, ni por doctrinas iluministas, ni por asimilación. La agitación judeofóbica crecía en muchas ciudades alemanas, y en 1819 llegó a un nuevo pico de violencia bajo el grito de Hep, hep, muerte a los judíos!. Las autoridades arguyeron que debían desposeer a los judíos de su Emancipación debido al malestar que ella creaba en las masas.

En Francia, varios filósofos convirtieron la reacción judeofóbica en una ideología. François Fourier (m. 1837) cuya escuela de reforma social se popularizó, consideraba que "el comercio es la fuente de todos los males y los judíos son la encarnación del comercio." Había sido un gran error emancipar a los esclavos y a los judíos, "la nación más despreciable". Su discípulo Alphonse Toussenel escribió en 1845 una obra en dos volúmenes llamada Los judíos, reyes de la época, que inspiró a una judeofobia rural conservadora que eventualmente devino en movimiento político. Toussenel, empero, advertía al lector que en su libro el término judío era utilizado en el sentido de banquero, usurero, pero aprobó abiertamente la persecución que los judíos habían sufrido hasta ese momento como pueblo.

Esta manipulación semántica le permitía incluir bajo el epíteto judío incluso a los países protestantes. Se trata de un juego de palabras. Es cierto que Toussenel era también antiprotestante, pero el hecho de que que acusa a los judíos de todo aquello que le disgusta ilustra la esencia de la judeofobia.

Porque Toussenel censuraba la influencia protestante, pero no proponía destruir a los protestantes como grupo. En el mismo sentido, es incorrecto aseverar que D’Hollbach eran tanto judeofóbico como era anticristiano, o que Stalin era tan judeofóbico como antirreligioso, o que Hitler era tanto anti-judío como anti-comunista. Una cosa es expresar reservas sobre ideas (¡incluso si esa idea viene del judaísmo!) y otra muy diferente es atacar a un grupo que encarna todo "mal" que el agresor detesta.

La paranoia judeofóbica en Francia llegó a su clímax con el libro Francia judía (1886) de Edouard Drumont, en donde se "demostraba" cómo Francia estaba subyugada por "los" judíos, y que en poco tiempo alcanzó centenares de ediciones. En 1889 Drumont fundó la Liga Antisemita (homónima de la Wilhelm Marr en nuestra primera lección) y a los pocos años fue elegido diputado.

El estereotipo de judíos presentados como dominadores de una nación fue repetido muchas veces por nacionalistas de muchos países. Un tal Horacio Calderón publicó hace unas décadas su versión Argentina Judía. El método usual es mencionar los nombres de judíos que son banqueros, editores de diarios, industriales, etc., y después amontonar este poder en la deducción de que pertenece en su conjunto a un grupo solapadamente coordinado: "los" judíos. (El absurdo es parecido al de quien atribuyera poder financiero a "los gordos" por descubrir a muchos banqueros pasados de peso, clamara contra una prensa poseída por "los" miopes porque muchos periodistas usan lentes. Y sin embargo, así es la maniobra: se hacen resaltar los judíos que están es posiciones elevadas y se despierta la sospecha de que actúan bajo coordinación secreta: "los" judíos).

Que muchos franceses aún están infectados por este prejuicio, se puso en evidencia en marzo de este año cuando Jean-Marie Le Pen, líder opositor que recibió apoyo del 15% de la población, acusó al presidente de Francia de estar controlado por "los judíos". La cúspide de la línea judeofóbica francesa fue el affaire Dreyfus.

Alfred Dreyfus, capitán del ejército francés, fue arrestado en 1894 y juzgado por una corte marcial bajo el cargo de traición. Un documento militar secreto (el "bordereau") enviado al agregado militar de la embajada alemana en París, llegó a las manos del servicio de inteligencia francés. El veredicto contra Dreyfus, su degradación, y encarcelamiento en la Isla del Diablo, y su ulterior reahabilitación en 1906, fueron traumáticos para Francia y para el mundo judío en su conjunto. Durante esa década, líderes franceses de alto rango fueron probados cómplices de un escándalo judeofóbico de mayores proporciones.

Los franceses se dividieron en Dreyfusistas (en general liberales y socialistas) y anti-Dreyfusistas (monarquistas, reaccionarios y la Iglesia). El diario La Civiltá Cattolica (que aún hasta hace un siglo difundía el libelo de sangre y mantuvo su judeofobia incluso después de la Segunda Guerra Mundial) se sumó apasionadamente a los anti-Dreyfusistas.

El aspecto más abrumador no fue la probadísima inocencia de Dreyfus, y ni siquiera que se lo perseguía por ser judío, sino la violenta reacción las masas bajo el grito de "muerte a los judíos", provocado por la inculpación de un judío bajo un cargo relativamente menor. Que esto ocurriera en el país de la igualdad de derechos, generó estupor entre los judíos por doquier, y probó que la asimilación no inmunizaba a los contra la judeofobia.

Esa fue la conclusión de un periodista vienés que llegó a París a fin de cubrir el affaire Dreyfus, y parcialmente debido a él se decidió a crear la Organización Sionista Mundial, Teodoro Herzl.

Ecos del affaire Dreyfus reverberaron en Francia por una generación. Durante la Segunda Guerra su eco se reconocía en la división entre el gobierno de Vichy y las fuerza de Francia Libre. Lo curioso es que el máximo líder de esta última, Charles de Gaulle en 1967, llamó a los judíos "pueblo elitista y dominador". Y dicha expresión pública del presidente de Francia se escuchaba sólo veinte años después de que él mismo combatiera al régimen que había asesinado a un tercio de los "dominadores".

En Francia la judeofobia fue mayormente ecnónomica y política. No se centraba en lo cultural (como la del mundo pagano) ni en lo teológico (como la medieval). Produjo el mito moderno de que los judíos gobiernan todo, en cuyo origen volveremos a detenernos. Y tampoco se basó en principios raciales como la que se desarrolló en Alemania, y será motivo de nuestra próxima clase.

La Naturaleza de la Judeofobia (G. Perednik) – Unidad 5

En el medievo la realeza protegía a "sus judíos" mientras le resultaban útiles, y hasta tanto no estallara el clamor de los deudores empobrecidos. Cuando el resentimiento de las masas hervía debido a los altos impuestos, el rey transformaba a los judíos en chivos expiatorios, se unía a la furia popular, y echaba mano a la mitología judeofóbica… Así ocurrió casi en cada país europeo.
 


Unidad 05: La Judeofobia medieval

Por: Gustavo Perednik

Vimos cómo a partir del cristianismo fue gestándose una judeofobia novedosa, más grave, que alcanzó su acérrimo punto durante el siglo IV, llamado por Flannery "el más funesto". La teología de odio hacia los judíos se expresó en bulas papales, y en la persecución a los judíos por medio de sermones y bautismos por la fuerza, quemas y prohibiciones de libros, disputas y ghettos.

En esta lección añadiremos dos prácticas: las expulsiones sistemáticas de judíos, que también fueron la política a partir del mentado siglo IV, y las matanzas en gran escala, que comenzaron en el siglo XI.

Hubo precedentes de expulsiones en Roma (tres veces: en el 139 a.e.c., en el 19 e.c. por Tiberio y en el 50 e.c. por Claudio); y en Jerusalem, a la que los judíos tuvieron prohibida la entrada entre el 135 y el 638. Pero las expulsiones posteriores incluyeron la remoción de judíos de países enteros y por períodos extensos (por ejemplo, para fines del siglo XIII, ya habían sido expulsados de Inglaterra, Francia y Alemania).

Debido a las persecuciones, y a las restricciones a sus ocupaciones, cuando un judío llegaba a enriquecerse, optaba por invertir sus bienes en contante y sonante, y no en bienes inmuebles. Por ello, frecuentemente era utilizado por los reyes como prestamista oficial del cual obtener recursos al contado, con la ventaja adicional de que dichas operaciones no estarían sometidas a las limitaciones eclesiásticas en materia de préstamo a interés.

Asimismo, el rey unificaba las actividades financieras por medio de colocar al judío como colector de los impuestos que cobraba a los campesinos. Así, a los ojos de éstos el judío agravaba su imagen por medio de la odiosa tarea, que era su modo de garantizar su incierta existencia.

La realeza protegía a "sus judíos" mientras le resultaban útiles, y hasta tanto no estallara el clamor de los deudores empobrecidos. Cuando el resentimiento de las masas hervía debido a los altos impuestos, el rey transformaba a los judíos en chivos expiatorios, se unía a la furia popular, y echaba mano a la mitología judeofóbica. Se atribuía visos de "buen cristiano" aun cuando sus móviles hubieran sido meramente económicos. Y al rey se asociaban comerciantes y artesanos cristianos que repentinamente se veían libres de la competencia de los judíos. Así ocurrió casi en cada país europeo.

En Inglaterra, durante la guerra civil de 1262, los judíos fueron atacados en muchas localidades; sólo en Londres mil quinientos fueron asesinados. En el 1279 todos los judíos de la ciudad fueron arrestados bajo cargo de que adulteraban la moneda del reino. Después de un juicio en Londres, doscientos ochenta fueron ejecutados y el rey Eduardo I ordenó la expulsión de todos los demás, apropiándose de todas sus posesiones. El plazo para abandonar el reino fue el Día de Todos los Santos del año 1290.

En octubre, dieciséis mil judíos partieron a Francia y Bélgica; muchos de ellos perecieron apenas cruzado el río Thames en el que un capitán los hacía ahogarse. La readmisión de los judíos a Inglaterra se produjo sólo en 1650.

Francia los expulsó de la mayor parte de su territorio en 1306 (y los que eventualmente regresaron, volvieron a ser expulsados en 1394) y no fueron oficialmente readmitidos hasta 1789. De las diversas regiones de Alemania fueron expulsados mayormente durante la Peste Negra, a la que nos referiremos en la próxima lección. En Rusia la residencia de los judíos fue prohibida entre el siglo V y 1772 (cuando masas judías fueron incorporadas desde los anexados Polonia-Lituania). En 1495 fueron expulsados de Lituania, y readmitidos ocho años después. Expulsiones de ciudades específicas hubo muchas, como Praga en 1744 o Moscú en 1891.

La expulsión más destacada es la de España, en 1492, que removió por virtualmente medio milenio a casi trescientos mil judíos, la mayor comunidad hebrea de la época, que había producido filósofos, astrónomos, poetas, médicos y notables contribuciones al Siglo de Oro español.

Después de la boda entre Fernando e Isabel, que unificó los tronos de Castilla y Aragón en 1479, la homogeneidad nacional española se transformó en un objetivo real, y los judíos (y más tarde los conversos) fueron percibidos como una amenaza a dicho objetivo.

Al principio, los Reyes Católicos continuaron usando funcionarios judíos y conversos, pero ulteriormente requirieron del papa que extendiera a su reino las actividades de la Inquisición. En el 1480 dos dominicos fueron designados inquisidores y en los seis años siguientes más de setecientos conversos fueron quemados en la hoguera. Tomás de Torquemada, confesor de la reina, fue nombrado Inquisidor General en el 1483, y la institución impuso el terror a los judíos de aldea en aldea. En una década la Inquisición condenó a trece mil conversos, hombres y mujeres.

La marcha hacia la completa unidad religiosa fue vigorizada cuando cayó el último bastión del poder musulmán en España, con la entrada triunfal de los Reyes Católicos en Granada, el 2 de enero del 1492. La presencia de miles de conversos que se mantenían secretamente fieles al judaísmo, fue considerada un escándalo que probaba que no bastaban la segregación de los judíos y restricciones a sus derechos: los Nuevos Cristianos aún debían ser alejados de la influencia de judía.

El edicto de expulsión total fue firmado en Granada y en mayo comenzó el gran éxodo. A partir de entonces, la vieja preocupación acerca de los Nuevos Cristianos se transformó en una obsesión contra aquellos que habían permanecido. Se prohibió a los Marranos y sus descendientes ejercer cargos públicos, así como la pertenencia a corporaciones, colegios, órdenes, e incluso la residencia en ciertas ciudades.

Los roles públicos fueron reservados en exclusividad a los cristianos de "ascendencia impecable", es decir quienes no eran sospechosos de antepasados judíos cualesquiera. Si no quedaban judíos, pues el odio judeofóbico necesitó de otro continente para descargarse: los Nuevos Cristianos. Con el transcurso del tiempo, fueron redoblándose los esfuerzos para desenterrar todo resabio de antepasados "impuros" que hubiera sido pasado por alto.

En Portugal, la discriminación legal entre Viejos y Nuevos Cristianos fue abolida oficialmente sólo en 1773. España fue más lejos: hasta 1860 se exigía pureza de sangre para ingresar a la academia militar, y la más prestigiosa de sus escuelas, la San Bartolomé de Salamanca, se ufanaba de que rechazaba todo candidato sobre el que se corriera el más mínimo rumor de contar con antepasados judíos. Pero nadie podía estar absolutamente seguro de tener "pureza de sangre desde tiempo inmemorial", por lo que la mancha era negociable por medio de testigos sobornados, genealogías barajadas y documentos falsificados.

Con todo, el más atroz de los sufrimientos judíos aún no ha sido abordado. Lo descripto hasta ahora fue muchas veces considerado un mal menor, ya que la acechanza de genocidios siempre se cernía sobre los judios. Así se infiere por ejemplo de los escritos de un conocido filósofo y rabino, el Maharal de Praga. Este anota que la era del exilio que a él le había tocado en suerte era tolerable porque el principal sufrimiento se limitaba a las expulsiones. Así reza un poema de Eljanan Helin de Frankfurt de 1692: "partimos en júbilo y en tristeza; aflicción, debido a la destrucción y la desgracia. Mas nos alegramos de haber escapado con tantos sobrevivientes". También en Tevie el Lechero, la famosa obra de Scholem Aleijem (1894), toma las expulsiones con ligereza: la razón por la que usamos sombreros, deduce, es que debemos estar siempre preparados para partir en cualquier momento.

Sin embargo, las expulsiones no sólo significaban ingentes pérdidas de propiedad, sino un debilitamiento de cuerpo y de espíritu. Dejaron una marca indeleble en el pueblo judío y su devenir, con sentimientos de extranjería. Los judíos eran como empujados a los márgenes de la historia. Considérese que después de 1492 no había judíos abiertamente identificados a lo largo y ancho de toda la costa europea del Atlántico Norte, durante un período en el que allí estaba el centro del mundo.

Matanzas Totales: Ocho Ejemplos

Pero la peor parte del martirio judío fueron sin duda las matanzas, que desde la antigüedad habían tenido lugar esporádicamente, y desde las Cruzadas fueron sistemáticas. La judeofobia fue superando su crueldad a lo largo de los siglos, y cada superlativo iba empequeñeciéndose por eventos posteriores.

Matanzas bajo dominio cristiano, datan ya de los primeros siglos. En Antioquía (ciudad que asumió en el Este la importancia de Alejandría) facciones enfrentadas (los azules y los verdes) terminaron por masacrar judíos e incendiar la sinagoga de Daphne junto con los huesos de las víctimas (circa 480). El emperador Zenón se limitó a comentar entonces que hubiera sido preferible quemar a los judíos vivos.

Pero esas masacres ocasionales devinieron en norma durante la primera mitad de este milenio, el período en el que la Iglesia alcanzó el cenit de su poder. A modo de resumen, digamos que los principales genocidios de judíos en la primera mitad del milenio tuvieron lugar en el transcurso de cada una de las tres primeras Cruzadas, y de cuatro campañas judeofóbicas que las sucedieron. Añadiré a su enumeración, el año y el nombre de los cabecillas, a saber: la Primera Cruzada (Godofredo de Bouillon, 1096); la Segunda Cruzada (el monje Radulph, 1144); la Tercera Cruzada (Ricardo Corazón de León, 1190); los Judenschachters (Rindfleisch, 1298); los Pastoureaux (el fray Pedro Olligen, 1320); los Armleder (John Zimberlin, 1337); y la Muerte Negra (Federico de Meissen, 1348).

Como escribiera Flannery, para encontrar en la historia de los judíos un año más fatídico que 1096, habría que remontarse a mil años antes hasta la caida de Jerusalem, o a casi nueve siglos después hasta el Holocausto. Todo comenzó el 27 de noviembre del 1095 en la ya mencionada ciudad de Clermont-Ferrand, cuando durante la clausura de un concilio, el Papa Urbano II convocó una campaña "para liberar Tierra Santa del infiel musulmán". Hordas de caballeros, monjes, nobles y campesinos, se lanzaron sin organización a la aventura, pero eventualmente optaron por comenzar la purga de los "infieles locales", y acometieron ferozmente contra los judíos de Lorena y Alsacia, exterminando a todos los que se negaban a bautizarse. Corrió el rumor de que el líder Godofredo había jurado no poner en marcha la cruzada hasta tanto no se vengara la crucifixión con sangre judía, y que no toleraría más la existencia de judíos.

En efecto, un común denominador de las matanzas enumeradas fue el intento de barrer a la población judía íntegra, niños incluidos. Los judíos franceses advirtieron del peligro a sus correligionarios alemanes, pero infructuosamente. A lo largo del valle del Rhin, las tropas, incentivadas por predicadores como Pedro el Hermitaño, ofrecieron a cada una de las comunidades judías la opción de la muerte o el bautismo. En Speyer, mientras los crusados rodeaban la sinagoga, en donde se había refugiado la comunidad presa del pánico, una mujer reinició la tradición de Kidush Hashem, la aceptación voluntaria del martirio para gloria de Dios. Cientos de judíos se suicidaron y algunos aun sacrificaban primero a sus propios hijos. En Ratisbon, los cruzados sumergieron a la comunidad judía entera en el río Danubio a modo de bautismo colectivo. Las matanzas se sucedían en Treves y Neuss, en las aldeas a lo largo del Rhin y el Danubio, Worms, Mainz, Bohemia y Praga.

El fin del viaje era Jerusalem, en donde los crusados hallaron a los judíos agolpados en sus sinagogas y procedieron a incendiarlas (1099). Los pocos sobrevivientes fueron vendidos como esclavos, algunos de los cuales fueron eventualmente redimidos por comunidades judías de Italia. Pero la comunidad judía de Jerusalem quedó destruida por un siglo. En los primeros seis meses de la Primera Cruzada aproximadamente diez mil judíos fueron asesinados, que constituían en esa época un tercio de las poblaciones judías de Alemania y el norte de Francia.

En el año 1144, los cruzados perdieron Edessa, y se temió por la suerte del Reino Latino de Jerusalem. El Papa Eugenio III convocó la Segunda Cruzada, y sus sucesores "judaizaron" la marcha. Se estipuló que no debía pagarse interés sobre el dinero que se tomara de de judíos para financiar la cruzada (nótese que desde el siglo XIII el término cruzada se aplicó a toda campaña de la que la Iglesia se veía políticamente beneficiada).

En el 1146 el monje Radulph exhortó a los cruzados a vengarse en "los que crucificaron a Jesús". Centenares de judíos del Rhineland cayeron ante las hordas incitadas que los aplastaban al grito de Hep, Hep! (esta consigna, que probablemente era la abreviatura del latín Jerusalem se ha perdido, fue un lema judeofóbico muy popular en Alemania, y así se denominaron los tumultos contra judíos alemanes en 1819).

Brutalidades se perpetraron en Colonia y Wuezburg en Alemania, y en Carenton y Sully en Francia. El famoso maestro Rabenu Jacob Tam fue acuchillado cinco veces en recuerdo de las heridas sufridas por Jesús. Pedro de Cluny (llamado el Venerable) solicitó que el rey de Francia castigara a los judíos por "macular el cristianismo. No debería matárselos, sino hacerlos sufrir tormentos espantosos y prepararlos para una existencia peor que la muerte". Puede verse que el pretendido celo religioso de estos judeófobos no era sino una máscara para poder descargar sus instintos más sádicos, ideológicamente justificados.

La tregua que se dio a los judíos europeos después de de las dos primeras cruzadas, fue balanceada por las persecuciones a las que los sometieron los almohades en España y Noráfrica. Pero cuando Saladino puso fin al reino crusado en Jerusalem, una Tercera Cruzada fue lanzada, a la que se sumaron con entusiasmo el emperador de Alemania y el rey Felipe Augusto de Francia, quien ya había hecho quemar a cien judíos en Bray, como castigo por el ahorcamiento de uno de sus oficiales que había asesinado a un judío.

La novedad de la Tercera Cruzada fue que repercutió más en Inglaterra, que en las dos primeras había tenido un rol menor. Las comunidades judías de Lynn, Norwich y Stamford, fueron íntegramente destruidas. En York, los judíos se refugiaron en el castillo, al que se le puso sitio, y en el que se autoinmolaron a comienzo de la Pascua hebrea.

Para los judíos, las Cruzadas pasaron a simbolizar la inveterada hostilidad del cristianismo. Trescientos rabinos emigraron en el 1211 a Eretz Israel, en la certeza de que si permanecían en Europa Occidental pocas serían sus posibilidades de sobrevivir. Y como lo rubrica Flannery "los que decidieron quedarse terminaron lamentando su decisión". Al mismo tiempo, el recuerdo de los mártires fue para los judíos una fuente de inspiración para las generaciones posteriores: Dios los había puesto a prueba y demostraron ser héroes. Su martirio fue percibido como una victoria, símbolo del pueblo entero. La mayoría de los que se convirtieron por la fuerza pudieron ulteriormente regresar al judaísmo… y terminaron siendo víctimas de las matanzas que estallaron después. En la percepción del cristiano, el judío se había transformado en el implacable enemigo de su fe.

Las Cruzadas revelaron en toda su dimensión el peligro físico en el que se hallaban los judíos, lo que resultó en dos efectos. En principio, los judíos se mudaron mudarse a ciudades fortificadas en las que serían menos vulnerables (esto puede ser una explicación parcial del carácter urbano de los judíos que fue mencionado en la segunda lección). Segundamente, se instituyó el status de "siervos de la cámara real". Los judíos compraron la protección de emperadores y reyes a un elevado precio. Se consideraba que tendrían un privilegio si se los protegía del fanatismo de las masas y de la rapacidad de los barones. Pero en poco tiempo la supuesta protección se transformó en un artificio para enriquecer la Corona.

La teología ayudaba. El Papa Inocencio III proclamó la "servidumbre perpetua de los judíos" y el jurista Enrique de Bracton (m.1268) definió que "el judío no puede tener nada de su propiedad. Todo lo que adquiere lo adquiere para el rey". Para el siglo XIII era un buen negocio poseer algunos judíos, antes de que fueran eventualmente masacrados. Y las matanzas que sucedieron a las Cruzadas probaron ser las más sombrías.

En Rottingen en 1298 un noble llamado Rindfleisch incitó a las masas, que quemaron en la hoguera a la comunidad íntegra. Luego sus Judenschachters (asesinos de judíos) atravesaron Austria y Alemania saqueando, incendiando y asesinando judíos a su paso. Ciento cuarenta comunidades fueron diezmadas; cien mil judíos asesinados.

En el 1306 el rey de Francia hizo arrestar a todos los judíos en un mismo día y les ordenó abandonar el país en el plazo de un mes. Cien mil lo hicieron y se asentaron en comarcas vecinas; nueve años después fueron readmitidos… para ser nuevamente masacrados.

Un monje benedictino lideró a los Pastoureaux (pastorcitos) en una especie de cruzada que destruyó ciento viente comunidades. En reacción a la matanza de los Pastoureaux en Castelsarrasin y otras localidades entre el 10 y el 12 de junio del 1320, el vizconde de Tolosa comandó una tropa para detener a los revoltosos, y cargó veinticuatro carros de Pastoureaux, a fin de encarcelarlos en el castillo de la ciudad. Sin embargo, el populacho vino en socorro de los saqueadores y los liberó. En efecto, otra característica común de los genocidios es el grado pasmoso de apoyo campesino con el que contaban. Y como es habitual en la judeofobia, lo peor estaba por venir.

En el 1336 John Zimberlin, un iluminado que había "recibido un llamado para vengar la muerte de Cristo matando judíos" lideró a cinco mil enardecidos armados, que usaban bandas de cuero en los brazos (los Armleder) y se lanzaron al asesinato de los judíos alsacianos. En Ribeauville fueron masacrados mil quinientos. Finalmente, el 28 de agosto del 1339 se concluyó un acuerdo entre el obispo de Estrasburgo y Zimberlin, que puso fin a los desmanes.

El séptimo genocidio mencionado en la lista fue el de la Muerte Negra. Una plaga mató a alrededor de un tercio de la población de Europa entre 1348 y 1350 (casi cien millones de personas). Las comunidades judías de Europa fueron exterminadas por el populacho enloquecido por tanta muerte. ¿Quién podía ser culpable de la plaga sino el archiconspirador y envenenador, el judío?

El emperador Carlos IV ofreció inmunidad a los que atacaran judíos, otorgándoles sus propiedades a los favoritos de la corte… ¡incluso antes de que una matanza tuviera lugar! Por ejemplo, le ofreció al arzobispo de Trier los bienes de los judíos "que ya han sido muertos o lo sean en el futuro" y a un margrave de Nurenberg la elección de las casas de judíos "cuando la próxima matanza se lleve a cabo".

Debido a Hitler que superó a todos, se tiene poco en cuenta los genocidios previos. El ucraniano Bogdan Chmielnicky fue eventualmente olvidado al perder su rol de peor genocida judeofóbico. Combatió la dominación polaca de su país asesinando a más de cien mil judíos en 1648-1649, y hasta hoy es reverenciado como héroe nacional de Ucrania. Así lo describió el cronista de la época, Natan Hanover en su libro Ieven Metzula ("El fango profundo") págs. 31-32: "A algunos de los judíos les arrancaban la piel y arrojaban su cuero a los perros. A otros les cortaban las manos y los pies y arrojaban a los judíos al camino en donde eran finalmente pisoteados por caballos… Muchos eran enterrados vivos. A los infantes se los mataba en el pecho de la madre; a muchos niños se los despedazaba como pescado. Desgarraban los vientres de las mujeres preñadas, extraían a los bebés no nacidos y se los tiraban a las madres en las caras. A algunas les abrían el vientre y reemplazaban el feto con gatos vivos y las dejaban así, asegurándose primero de cortarles las manos para que las mujeres no pudieran sacarse el gato de su cuerpo… No hubo nunca en el mundo una muerte no-natural que no les infligieran".

La pregunta acerca de cuán profundo debe de ser un odio que lleve a semejantes atrocidades, tendrá respuesta parcial en la próxima clase, cuando nos refiramos a la mitología judeofóbica que las sostuvo. Pero adelantemos que tanta muerte atroz debe ser motivo de reflexión. Máximo Kahn, un intelectual judío que escapó de Alemania y se radicó en la Argentina, escribió en 1944: "La muerte de los judíos es, quizá, la más enigmática de todas las muertes; ciertamente es la más acusadora. Durante dos mil quinientos años se ha venido matando a los judíos en vez de permitir que mueran… Se empezó a matar judíos con tanto éxtasis que la muerte natural ya no les causó terror… los judíos se agarraron a la muerte natural como si fuera vida, como si fuera luz del sol, canto de pájaros, fragancia de flores o amor. Nada les pareció tan apetecible como poder morir sin huellas de homicidio en el cuerpo. Su vida se convirtió en esperar la muerte. Es de extrañar que la palabra judío no se haya vuelto sinónimo de moribundo… el judaísmo es una salud incurable".

El odio ilimitado que se descargó contra los judíos estaba sostenido por un cuerpo mitológico que vamos a revisar en la próxima lección.

 

 

 

Chistesitos de presidentes…

fernandovii.jpgDecía el Rey Fernando VII: “Una cosa es respetar la ley de la independencia de los movimientos y otra muy distinta el respetar los movimientos de independencia”

En cuba le preguntan a los alumnos en la escuela: “¿Quién es su madre?, todos a coro responden: ¡La Patria! luego: ¿Quién es su padre?, todos a coro responden: ¡Fidel! y al final: ¿Y qué quieren ser ustedes?, y todos a coro responden: ¡Huerfanos!fideltrocas.jpg

En un avión a punto de estrellarse solo hay 4 paracaídas para 5 pasajeros. El primer pasajero dice: Soy Steven Spielberg, tengo que terminar mi mejor película, y no puedo morir!” Coge un paracaídas y salta. El segundo pasajero dice: “Soy Hillary Clinton, ex-primera dama, senadora por Nueva York y posible presidenta de los EEUU, soy demasiado importante para morir”. Coge el segundo paracaídas y salta. El tercer pasajero dice: “Soy zapatero.jpgZapatero, el presidente mas inteligente y competente que ha tenido España, mis conciudadanos me aman, no puedo morir.” Y salta. Solo quedan en el avión Joseph Ratzinguer y un niño de 10 años. El Papa dice: “Soy viejo y no me queda mucho tiempo, como soy católico te doy el ultimo paracaídas, salta tú”. Y el niño le responde: “Tranquilo su Santidad, coja su paracaídas que el presidente Zapatero acaba de saltar con mi mochila del colegio”.

Saddam preguntó a Dios: ¿Cómo será IRAK de aquí a 4 años?chavez3.jpg
Dios respondió: Estará destruido por innumerables bombardeos norteamericanos.
Saddam se sentó y lloró.
Bush preguntó a Dios: ¿Cómo será los EUA de aquí a 4 años?
Dios respondió: Estará todo contaminado por innumerables ataques de bombas químicas de Osama Bin Laden.
Bush se sentó y lloró.
Chávez preguntó a Dios: ¿Cómo será Venezuela de aquí a 4 años, después de mi gobierno?
Dios se sentó y lloró…

Cuando chavez se muere no saben para donde enviarlo si para el cielo o para el infierno. Entonces el diablo y dios llegan a un acuerdo que va a estar 1 meses en el cielo y un mes en el infierno.
Pasa el mes en el cielo y es hora de que vaya al infierno; pasa un mes en el infierno, y casi 2 meses entonces Dios decide llamar al infierno por que creia q el diablo lo iba a tener 2 meses alla para despues darselo 2 meses a Dios, y cuando llama le pide a la secretaria que lo comunique con el diablo y ella le responde con cual de los 2 el de los cachos o el de la boina roja.

La resbaladera de Bernoulli

Mis dos caramelitos tienen personalidades muy distintas, pero me encanta ver que, aunque peleen a veces, son buenos hermanos. Se quieren y se cuidan entre sí. A mis dos hijos les encanta salir al parque y jugar con el columpio, al sube-y-baja y por supuesto a la resbaladera – su juego favorito.  ¿Qué hace atractiva a la resbaladera? Por supuesto la velocidad que toman los niños al soltarse de la parte superior para entregarse en manos de la ley de atracción gravitatoria – la misma del manzanaso en la cabeza de Sir Newton.

¿Se ha fijado en la forma de una resbaladera? No describe una línea recta entre el punto más alto – donde el niño se suelta – y el punto más bajo – donde el padre feliz recibe al bólido mientras la madre desde cerca advierte una y otra vez que tengan cuidado…

Es la forma de la resbaladera lo que inadvertidamente genera fascinación en los niños. Dicha forma no es una casualidad. Es, de hecho, la solución a un famoso problema de la Matemática, que a su vez dió inicio al Cálculo Variacional – indispensable hoy en muchísimos desarrollos tecnológicos.

Galileo había conjeturado en 1638 que la solución debería ser un arco de círculo. Pera esta curva no soluciona el problema de la Braquistócrona (el término proviene del Griego  (brakhistos) "el menor" y  (khronos) "tiempo"). Este fue planteado oficialmente por Johann Bernoulli en Acta Eruditorum en Junio de 1696 como un "reto a los matemáticos más brillantes del mundo".  El problema consiste en:

"Dados dos puntos A y B en un plano vertical, ¿cúal es la curva que descrita por una partícula afecta solo a la gravedad, recorre desde A hasta B en el menor tiempo?"

¿Cuál sería la peor estrategia a seguir? No sin sorpresa, es una estrategia extremista: partir verticalmente hacia abajo desde A hasta alcanzar la altura de B para entonces regresar a ver a B y darse cuenta que es inalcanzable – recordemos que sólo la gravedad provoca el movimiento y esta actúa sólo en sentido vertical.

¿Otra estrategia? ¿Qué tal si aplicamos el hecho de que "el camino más cercano entre dos puntos es la línea recta" y hacemos una resbaladera en línea recta desde A hasta B. Si se anima a hacer un experimento se dará cuenta que si bien ahora sí se alcanza el punto B, no hay tanta emoción como en la resbaladera del parque. Esta estrategia es el otro extremo posible y sin embargo, tampoco es la solución que disfrutan los chiquillos.

La solución, que matemáticamente no se obtiene de una manera tan simple como cuando se busca las soluciones de la ecuación a x2 + b x + c = 0, es un segmento de cicloide. En mayo de 1697 fueron publicadas en Acta Eruditorum 4 maneras para alcanzar la solución: la resolución de Leibniz aparece en la página 205, la resolución del retador Johann Bernoulli aparece en las páginas 206-211, la de Jacob Bernoulli (hermano mayor del retador) está entre las páginas 211-214, y la de Newton en la 223. La resolución de de L’Hopital tuvo que esperar hasta 1988 para aparecer como un apéndice de un trabajo de Jeanne Peiffer. 

La mentada solución, coresponde a equilibrar apropiadamente las dos estrategias extremas que mencionamos previamente. Es como si Dios dejara un mensaje no sólo a los "matemáticos más brillantes del mundo" sino a todos los padres: sus hijos los amarán y apreciarán si los llevan por el parque de la vida haciéndolos jugar y practicar los caminos del equilibrio y la moderación, a cada hijo conforme a su propia personalidad

Como ya mencioné, el problema de la braquistócrona dió a luz a una rama excitante de la matemática, el Cálculo de Variaciones. Pero hasta aquí llega la analogía con la resbaladera, porque este parto tuvo que ver con disputas fuertes entre los dos hermanos Bernoulli que, según R. Thiele, tuvieron su génesis mucho tiempo atrás, en buena medida debido a su padre, que no era muy practicante del arte racional llamado moderación. Uno podría conjeturar que debido a estas disputas no se les concedió a los Bernoulli el privilegio de alcanzar la formalización del Cálculo Variacional – método para resolver no sólo el problema de la braquistócrona sino otros de la misma especie. Aquella herramienta se conoce hoy en día como la ecuación de EulerLagrange, en honor a dos matemáticos que lealmente compitieron pero no pelearon sin sentido.

 

Fuentes:

Weisstein, Eric W. "Brachistochrone Problem." From MathWorld–A Wolfram Web Resource. http://mathworld.wolfram.com/BrachistochroneProblem.html

Fotos:

Resbaladera: http://stonek.com/_FOTOGRAFOS/nanan/thumbs/nanan_SV506521.jpg

Otros: http://www-groups.dcs.st-and.ac.uk/~history