CAPÍTULO 5
LA ENVIDIA  Y EL YO
Los Blum esperaron hasta  Shabat para pedirle al rabino tiempo para hablar a solas con él. Y en el  atardecer color miel de un Shabat con viento pero agradable, todos se  juntaron en un área arbolada de los terrenos del hotel.
David Blum estaba muy preocupado  acerca de su esposa Rajel. Desde que llegaron, ella estaba tan retraída como  siempre. Se dio cuenta que si algo se iba a lograr, se lograría en una  conversación privada. Y, de hecho, desde el momento que salieron para dar un  paseo de Shabat y se encontraron al rabino esperando en un área tan  agradable y aislada, sintió a su esposa más relajada.
Cuando le dijeron sus problemas,  Rajel efectivamente empezó abrirse más y más. Finalmente, se sintió lo  suficientemente cómoda para admitir, —Rabino, el no tener hijos me daña tanto  que no puedo compartir alegrías de otros. Trato de que nadie se dé cuenta, pero  secretamente temo noticias de una simjá, una invitación a una  jatuná, un brit o cualquier cosa similar. Tengo un remolino de  emociones conflictivas. ¿Cómo puedo bailar? ¿Cómo puedo decir mazal tov?  ¿Cómo puedo incluso sonreír cuando vivo constantemente con la atormentadora  conciencia de que una de las necesidades humanas más básica me ha sido negada?  No tengo hijos.
—Dime honestamente. —replicó el rabino—, si el 95  por ciento de la población no tuviera hijos, ¿sería tan doloroso?  
Rajel pensaba mientras el rabino  repetía: —Quiero que seas sincera.
Finalmente ella contestó,  —Probablemente no. Pero el 95 por ciento de la población sí tiene  hijos.
—Éste no es el punto. El punto es que si ellos no  los tuvieran, tú no sentirías tanto dolor.
—Eso probablemente es verdad.
—Por lo tanto, te das cuenta que el dolor no es  exclusivamente porque no tienes hijos. Hay otra fuente para el dolor. Es esa  incesante voz interna diciendo: ¿por qué todos los demás tienen, y yo no? ¿Por  qué soy diferente a todos?
—Entonces es un aspecto de envidia, —David  remarcó.
—Sí, —dijo el rabino—. La envidia cumple un papel  muy poderoso en todos los seres humanos. La Torá enseña que es una de las tres  cosas que sacan a la persona de este mundo.28
Hace un par de años, —Rajel  intervino—, hubiera estado en desacuerdo con usted. Pensé que estaba por encima  de sentir envidia. Pero a medida que el tiempo avanza y yo permanezco sin hijos,  he sido lanzada a un vértigo emocional. Nunca antes había sido enfrentada  realmente con la adversidad. Pero ahora estoy muy atribulada. Se ha llevado lo  mejor de mí y siento una envidia terrible. No sé cómo arrancarla de  mí.
—No sé si lo puedas arrancar, —dijo el rabino—. De  hecho, si una persona nunca siente envidia, se está negando a sí misma. Es la  naturaleza humana.
—Entonces ¿es imposible superar la envidia?  —preguntó Rajel.
—No. ‘No codicies’ es un mandamiento en la Torá, y  es muy importante. Si fuera imposible sobreponerse a la envidia, no hubiéramos  sido ordenados a comportarnos así.
—Pero usted acaba de decir que no cree que la  envidia puedan ser extirpada nunca.
—La envidia puede nunca ser extirpada completamente  de nosotros, pero podemos dominarla y aprender cómo usarla para bien. ‘La  envidia de la gente sabia incrementa la sabiduría’. Cuando sientes envidia de  una persona que espiritualmente es más avanzada que tú, es una envidia positiva  porque te motiva a superarte espiritualmente. Por otro lado, la envidia por  cosas materiales no tiene valor. Este tipo de envidia puede ser completamente  extirpada y es a lo que la Torá se refiere cuando dice: ‘No codicies’. Es  posible y, por lo tanto, es nuestra responsabilidad, el sobreponernos totalmente  a la envidia por cosas materiales.
—¿Cómo hace uno esto?
—El autor de Mesilat Yesharim nos enseña un  principio muy importante; él escribe: ‘La envidia resulta de una falta de  conocimiento y de necedad’.29 En otras palabras, es una simple falta  de conocimiento. Mientras más conocimiento obtienes, más puedes superar la  envidia por objetos materiales.
—¿Conocimiento? ¿Eso es todo? ¿De qué tipo de  conocimiento está hablando? —preguntó David.
—El conocimiento de quién eres y cuál es tu lugar  en el esquema de la creación. En una palabra: autoestima; verdadera autoestima,  como la Torá la enseña. Todo mundo está obligado a decir, ‘El mundo fue creado  para mí’.30 Y es verdad. El mundo fue creado para cada uno de  nosotros.
Cuando la nación judía estaba parada  al pie del Monte Sinaí, la revelación fue dirigida a cada individuo, ‘Yo soy  Hashem Tú D os’, Tú no deberás tener otros dioses…’. Estos  mandamientos están expresados en segunda persona singular, es decir, a cada  individuo. La lección es que Hashem no sólo dio una Torá general, sino  una Torá diferente para cada individuo. Él no creó un mundo con millones y  millones de personas. Cada persona es un mundo en sí misma. Y es tu obligación  creer esto. Hashem tuvo un propósito especial al crearte a ti. Hay algo  para lo que fuiste puesta acá, para lograr algo que nadie más puede  hacer.
¿Qué es lo que realmente hace sufrir  a la gente? —preguntó el rabino retóricamente—. La queja más común es la que  acabas de expresar: ¿por qué yo me distingo? ¿Por qué soy diferente? Quiero ser  como todos los demás. Quiero mezclarme con la multitud. Si todos los demás  tienen dinero, yo debo tener dinero. Si todos los demás tienen un matrimonio  fácil, yo quiero un matrimonio fácil. Pero la raíz del conocimiento es saber que  tú eres un individuo único sobre este planeta con un propósito único al cual se  le han dado circunstancias únicas para desempeñar su misión. Si sufres de una  manera en que otros no lo hacen, es porque a ti te ha sido dada una misión única  que otros no tienen. Y el primer paso para enfrentar tu reto es reconocerlo. Si  perseveras, este sufrimiento se volverá tu triunfo. Si no lo haces, será tu  derrota.
—Eso es seguro.
—El punto es que Hashem quiere que nos  convirtamos en nosotros mismos y nos da todas las herramientas que necesitamos  para lograrlo. Cualquier cosa que Él le da a los demás es algo extraño. No se  adapta a tu mundo. No te va a ayudar a alcanzar el objetivo para el cual fuiste  puesto aquí. Si ellos no sufren el dolor de no tener hijos, es porque no es su  reto. Pero no te preocupes por ellos. Cada quien tiene su propio equipaje, sus  propia carga y retos por superar. Todos.
—Pero algunas personas parecen que viven más  fácil.
—A cada persona le es dada la misma oportunidad  para bien o mal en este mundo. Si naciste bueno, tienes una fuerza opuesta que  te obstruye. Si naciste sin nada, se te da un impulso extra de fuerzas externas.  Por ejemplo, Esav nació con las peores características, pero él tuvo un padre,  Itzhak, que lo amó entrañablemente y desarrolló una relación especial con él,  para que pudiera sobreponerse a su naturaleza. Yaakov, por otro lado, nació  bueno, un ish tam, pero tuvo un hermano malvado que lo odiaba y  eventualmente lo expulsó de su casa bajo amenaza de muerte. Y luego Yaacov tuvo  que vivir con el igualmente diabólico Laván.
Hashem continuamente equilibra  nuestra vida. ‘Aquél que se vuelve más grande que sus amigos, su inclinación al  mal crece’.31 Nuestros retos crecen a medida que crecemos. Si otros  realmente viven fácil, se debe probablemente a que carecen de algo en su  interior. Si a ti te resulta más difícil, puede ser porque tú tienes algo que  ellos no tienen. Hashem te está desafiando para que te vuelvas algo más  que ellos. El fundamento principal es: Hashem le da a cada quien  circunstancias de vida hechas a la medida.
—Pero rabino, cuando veo a otras personas con  hijos, pienso cómo sería si yo los tuviera. ¿Cómo no puedo visualizarme feliz y  realizada con hijos?
—No hay razón para sentir envidia porque otros  tienen hijos, porque tener hijos no es algo que te va a ayudar hasta que  Hashem te los dé a ti. Sólo sientes envidia porque crees que tener hijos  te va a ayudar. Sin embargo, si no fue designado para ti, no te va a ayudar. Si  está designado para ti, lo vas a obtener. La envidia se desencadena cuando  asumimos que lo que otra persona tiene, es lo que necesitamos. Pero sólo porque  externamente parece ser que lo necesitamos, no significa que lo  necesitamos.
Imagínate una persona sola en un auto  a medianoche, que se le revienta un neumático y no tiene gato para cambiarlo. Al  mismo tiempo, hay un hombre desesperado que no ha comido durante tres días.  Ambas personas están desesperadas, una por un gato y la otra por comida. ¿Acaso  el hombre que está desesperado por un gato sentirá envidia si el hombre  hambriento de repente encuentra comida? Obviamente no. No necesita comida en ese  momento; necesita un gato. Y viceversa, el hombre muriéndose de hambre ¿se  sentirá celoso del hombre varado si encuentra un gato para reparar su llanta?  No, él no necesita un gato para automóvil; necesita comida.
Sin embargo, si hubiera dos hombres  muriéndose de hambre, y uno encuentra comida mientras que el otro no, el que no  tiene comida sentirá envidia. O si dos personas tienen llantas reventadas y uno  la repara mientras que el otro no, el que se quedó rezagado sentirá envidia. Las  personas sienten envidia porque creen que tienen las mismas necesidades que los  otros.
No obstante, cuando apreciamos la  profundidad del concepto que la Torá le fue dada a cada individuo, y a cada  individuo le fue dado su propio universo por separado, y no hay dos universos  iguales, entonces estamos provistos con el conocimiento para sobreponernos a la  envidia. Esto es lo que significa que la envidia es en primer lugar un  problema de falta de conocimiento.
Piensa acerca de la Halajá que  indica que un hombre debe usar un anillo que le pertenece para desposar a su  mujer. Si el anillo no es suyo, puede organizar la boda más preciosa, convidar a  los más distinguidos invitados, tener la mejor luna de miel y vivir con la mujer  durante muchos años, pero él no está casado con ella. Solamente su  anillo es válido. Otro anillo no produce la unión.
Si el novio está de pie bajo el dosel  y sabe que debe tener su anillo para desposar a su mujer, y sabe que el  anillo de alguien más nunca le servirá para desposarla, nunca codiciará el  anillo de otra persona, sin importar cuán costoso y hermoso sea. De alguna  manera, cada uno de nosotros somos como ese novio con su propio anillo. Por  ejemplo, necesitamos dinero para vivir. Y ese dinero es exactamente lo que  necesitamos para cumplir nuestro propósito en este mundo si es Hashem Quien  nos da el dinero. Si Él no lo hace, y usamos el dinero de alguien más, es  como desposar a una mujer con el anillo de otro, es como encontrar un gato para  automóvil cuando necesitamos comida. Hashem nos da los ingredientes de  vida necesarios para cumplir nuestras responsabilidades con Él; todos los  ingredientes. Si Hashem no nos da el material, entonces tenemos que  concluir que no lo necesitamos; el material de alguien más no nos va ayudar en  lo absoluto.
—Pero rabino, —dijo David—, digamos que una persona  tiene una casa hipotecada que está por perder, a menos de que pague $10,000, y  tiene la oportunidad de robar $10,000. No estoy diciendo que es correcto que  robe, pero ¿por qué no debería sentir envidia cuando ve los $10,000 que necesita  para salvar su casa sobre la mesa de otra persona? ¿Cómo puede no codiciar estos  $10,000?
—¿Cómo? Dándose cuenta que los $10,000 de otra  persona podrían ser veneno para él. ¿Quién dice que lo mejor es salvar la  casa?
—¿Qué ventajas tiene tener la casa bajo juicio  hipotecario?
—Nunca se sabe. Acabas de ser desalojado de una  casa con una hipoteca de $200,000 y en un año puede ser que consigas una casa  similar por $100,000. Si no hubieras entrado a juicio hipotecario un año antes,  habrías estado pagando intereses sobre $100,000 extra. Y si, por el otro lado,  Hashem quiere que conserves la casa, vas a obtener los $10,000 de una  fuente limpia y halájicamente legal.
Cuando una persona quiere las  posesiones de otra persona, tiene el problema de que no aprecia lo que ya tiene.  Si tuviera el conocimiento de qué es lo que posee, automáticamente se sentiría  bien. Estaría feliz de ser quien es, se sentiría tranquilo con el hecho de que  él tiene su propio mundo, con sus propios retos, sus propias oportunidades para  grandeza inigualable. Una persona con tal conocimiento nunca sentirá  envidia.
Es por esto que la causa de la  envidia es la falta de conocimiento. Es ignorancia de un principio de Torá  básico: el principio de nuestro lugar único en el universo. Es por esto que ‘no  codiciarás’ es el décimo de los diez mandamientos. En terminología de la Torá,  el décimo de un grupo es usualmente el más sagrado, el más exclusivo, porque  engloba todo lo previo del grupo. Yo te pregunto, si te fuera dada la  alternativa de escoger los diez mandamientos más fundamentales de todos los 613,  ¿escogerías ‘No codiciarás’? Creer en D os, cuidar Shabat, honrar a tu  madre y a tu padre, no asesinar, robar o cometer adulterio, etc. son  fundamentales. Pero, honestamente, ¿quién pensaría en poner ‘No codiciarás’  dentro del grupo? Y si lo haces, ¿lo pondrías en el décimo, englobando a todos  los anteriores ?
Sin embargo, no te será difícil  entender por lo que he estado diciendo. ¿Cuándo se sabe que alguien es un  recipiente verdadero de las enseñanzas más profundas de la Torá? La respuesta  es: cuando él no codicia; cuando él verdaderamente ve y siente que le ha sido  dado un mundo entero conteniendo todo lo que él necesita. Ése es el conocimiento  fundamental. Le da forma a todo lo demás. ¿Cuánto crees en Hashem? ¿Qué  tan bien cuidas Shabat? ¿Qué tan determinante es tu restricción al  asesinato, el robo y el adulterio? Todo se mide de acuerdo al grado en que  codicias las posesiones de otros. El grado en que cumples ‘No codiciarás’  refleja cuán profundamente la Torá se ha impregnado en tus huesos, porque para  no codiciar, uno debe poseer el conocimiento fundamental: el conocimiento de su  lugar único en el universo. Esto hace a ‘No codiciarás’ la vara de medida de  todos los otros mandamientos.
Mientras recuerdes que no puedes  lograr tu misión en la vida con el dinero, la casa, la comida, o los hijos de  otro, no sentirás envidia. No importa qué carezcas, tú sólo puedes lograrlo con  aquello que Hashem te dé. El objeto de alguien más no puede llenar tus  necesidades. Puede parecer exactamente igual, pero en realidad, uno es un ‘gato’  y otro es ‘comida’. Si entiendes lo que te estoy diciendo, entonces las  posesiones de otra persona no van a provocarte envidia.
—Pero tener hijos es algo tan básico. No es como  estar celosa por un automóvil más bonito, o por la joya de alguien más. ¿Cómo  puede ser que el no tener hijos sea un regalo de  Hashem?
—Todo sufrimiento y privación es finalmente un  regalo, un regalo desafiante lo admito, pero, no obstante, un regalo. Con cada  regalo aparentemente negativo, Hashem nos da el conocimiento de cómo  utilizarlo para bien y el valor para llevarlo a cabo. Y recuerda, cada persona  se especializa en un área particular. Una pareja produce una familia, mientras  que otra no. Y es sólo Hashem Quien le da a una pareja hijos y a otra no.  En forma similar, la vida de algunos matrimonios se desliza suavemente, mientras  que la de otros no. Finalmente, sólo Hashem hace que el matrimonio fácil,  sea fácil, y que el matrimonio difícil, sea difícil. Algunos son ricos, algunos  son pobres; algunos están sanos, algunos están enfermos. Todas estas cosas, la  abundancia y la privación, son dadas a cada persona por Hashem. Una  persona se debe decir a sí misma: ‘Éste es mi mundo y esto es lo que está en mis  manos lograr. Puedo volverme grande con mi salud, puedo volverme grande con mi  enfermedad; puedo volverme grande con mi reto de la riqueza; puedo volverme  grande con mi reto de la pobreza. El mundo de nadie más, aunque parezca el mismo  desde el exterior, puede ayudarme a desempeñar lo que yo debo hacer en este  mundo’.
—La verdad es, —dijo Rajel—, que intelectualmente  estoy de acuerdo con usted: una persona debe reconocer qué tan única es y qué  tan únicas son sus circunstancias. Pero hablando en forma práctica, no estoy  segura de que todo el problema sea falta de conocimiento. Una cosa es saber que  tu vida es única y otra es creerlo y sentirlo.
—Tienes razón, —respondió el rabino—. Yo no quería  dar entender otra cosa. La falta de conocimiento es sólo la primera razón de la  envidia de la gente. No es la única razón. Y aquí también, el autor de  Mesilat Yesharim nos enseña: ‘Los celos resultan de la simple falta de  conocimiento y de necedad.32 En otras palabras, además de la falta de  conocimiento, la necedad causa envidia.
—¿En qué difieren la necedad de la falta de  conocimiento?
—Una persona que carece de conocimiento no puede  ser necia. No se está engañando a sí misma si le falta la información de que  debería estarse comportando de otra manera. Es sólo ignorante. Un bebé nunca  puede ser un necio. Un necio, por otro lado, es una persona que sabe, pero actúa  a pesar de su conocimiento. De este modo, mientras más sabe una persona, es un  necio en potencia más grande. Los necios profesionales son aquéllos que saben  mucho.
Si no puedes vivir de acuerdo a lo  que sabes, eres un necio. Por lo tanto, además de aprender qué es bueno y qué es  malo, uno se debe orientar de manera que el conocimiento afecte su  comportamiento. Y es por eso que la enseñanza de la Torá: veyadatá hayom  vaashebotá el lebabejá, ‘Conoce … y ponlo en tu corazón’ es tan central para  volverse una persona totalmente orientada a la Torá. La primera etapa es tener  conocimiento, ‘saber’. A fin de tener conocimiento, es importante leer libros,  asistir a clases, buscar el consejo de gente que sabe, compartir tus ideas con  otros, etc. Obtener conocimiento, significa percibir la realidad, tener una  absoluta y clara percepción de la realidad.
Sin embargo, después de obtener  conocimiento, debes ‘ponerlo en tu corazón’. Debes tomar la información que  sabes que es verdadera y traerla a tu corazón de tal manera, que la sientas, la  huelas y la degustes.
—Ésa es la parte difícil.
—Sí. Hay una larga distancia de tu cabeza a tu  corazón. Actuar con tu conocimiento es más difícil porque implica un crecimiento  constante día a día. Tienes que ejercitar tu conocimiento consciente y  regularmente, tal como un régimen de ejercicio diario para obtener condición  física. El problema es que la mayoría de las veces no intentamos actuar en base  a nuestro conocimiento sino hasta que estamos desesperados.
Si una persona ejercita cuando se  siente bien, le va a beneficiar cuando esté bajo tensión. Pero si tu espalda se  lastima después de varias semanas de inercia, no puedes de repente empezar a  hacer ejercicio. Primero debes descansar en la cama y cuando empieces a sentir  tu espalda un poco más fuerte, entonces es momento de  ejercitar.
En un sentido espiritual, también es  verdad. El problema es que esperamos hasta que estamos en dificultades antes de  empezar a sobreponernos a algo como la envidia. Una persona debe ejercitar  cuando está sana. Si quieres sobreponerte a la envidia cuando tus amigos  adquirieron algo que tú siempre deseaste, entonces repítete a ti mismo todos los  días, antes que se te despierte el deseo, las palabras de los Sabios: ‘Cualquier  cosa que Hashem apartó para una persona nunca puede ser ni siquiera  tocado por otra persona’.33 Tu dólar no puede ayudarme. Mi dólar no  puede ayudarte. Necesito mi esposa. Necesito mi esposo. Necesito mis fuerzas.  Necesito mi debilidad. Necesito mis ventajas. Necesito mis problemas. Estos  pensamientos deben circular consciente y religiosamente en nuestra mente cada  día, incluso cuando no sentimos envidia. Sólo porque las cosas parecen ir bien  en el momento, no es excusa para relajarse. Sin el ejercicio regular, tu  conocimiento permanece teórico y se te puede escapar en el momento que más lo  necesites.
—Eso pasa conmigo, —dijo Rajel—, me puedo sentir  bien un día y muy mal al siguiente.
—La vida tiene sus altibajos. Usualmente cuando las  cosas se ponen mal, nos desanimamos. Y cuando nos desanimamos, las excusas  vienen fácil: ‘no puedo continuar, me quiero rendir’. Cada período negativo es  también una oportunidad para progresar como lo es un período positivo. Si  conviertes todos tus períodos negativo en logros, entonces eres realmente una  persona realizada. Cada aspecto de tu vida te está llenando.
—Estoy de acuerdo con todo lo que está usted  diciendo, rabino. Sin embargo, una persona no es una máquina. No podemos estar  siempre en control y tener éxito en lo que nos propongamos lograr.  
—Tienes razón. Por supuesto, todos estamos sujetos  a sufrir contratiempos. De hecho, tendemos a confundirnos, pensando que una vez  que seamos adultos habremos madurado. La verdad es, no obstante, que poseemos el  mismo infantilismo cuando crecemos; es sólo que el precio de los juguetes se ha  incrementado. Es por eso que, de repente, sentimos envidia por algo por lo que  sabemos no tenemos el derecho a sentirla.
Sin embargo, no importa cuántos  fracasos hayamos experimentado transfiriendo nuestro conocimiento al corazón, no  debemos perder la esperanza. Nos debemos esforzar en mantener e incrementar la  claridad original de conocimiento respecto a lo que es verdad y lo que no lo es.  Cuando el dolor de la envidia te desgarra de tal manera que tu percepción de la  verdad se deforma, refresca tu conocimiento con casetes, libros, conferencias,  etc. Sin embargo, esos casetes, libros y conferencias sólo te pueden dar  información. Tu trabajo es implementar la información en tu vida diaria, aun  cuando las cosas vayan bien. Te tienes que repetir a ti misma que Hashem  está en control y que Él sabe qué es lo que Él está haciendo cuando te da  las circunstancias de vida que te fueron dadas.
Cuando sientas las punzadas de la  envidia sobre algo, en lugar de llorar sobre tu almohada, lamentarte con alguien  o sentirte deprimida, repítete a ti misma algo como esto: ‘Hashem, yo sé  que Tú me estás presentando esta situación. Obviamente es algo en lo que debo  trabajar. Todo lo que Tú haces es para bien. Si no lo tengo, entonces no lo  necesito. De hecho, si Tú me has dado esta difícil situación, Tú debiste haberme  dado un rol importante para satisfacer Tu propósito en la creación. Sé  Hashem, que no me hubieras puesto en esta situación si no la pudiera  pasar. No hay dificultades en este mundo que no puedan ser transformadas en  grandes logros. No existe una situación tal donde Tú le des a una persona una  tarea que esté más allá de sus posibilidades de realizar’.
Escucha las ideas una y otra vez y  luego repítelas conscientemente a ti y a otros. Si deseas, encapsula tu  conocimiento en una frase pegajosa como una de la Mishná: ‘¿Por qué Adam  fue creado solo? Porque una persona está obligada a decir bishbilí nivra  haolam, porque para mí fue creado el mundo entero’. Tu frase puede ser de la  Torá o una propia. Pero tienes algo.
Por supuesto, además de obtener  claridad de conocimiento y de trabajar continuamente sobre ti para convertir el  conocimiento en realidad, rézale a Hashem para recibir ayuda. Debemos  recurrir siempre a D os en rezos, en rezos sinceros, en cualquier idioma que nos  podamos comunicar.
Deseo y Rezo
—Rabino, —dijo Rajel—, yo rezo todos los días para  que Hashem me dé hijos. Y sé que mi esposo reza por mí también. Ésta es  otra de mis preguntas. ¿Por qué no son contestados nuestros  rezos?
—Pueden serlo un día. Conozco muchas parejas que no  han tenido hijos por más tiempo que tú y que eventualmente, tienen hijos. Por  otra parte, estás en buena compañía: Abraham, Yitzhak, Yaakob, como también  Sará, Rivká, Rajel y Leá son los individuos cuyas lágrimas y rezos formaron el  concreto que fue vertido en los cimientos de la nación judía. Y todos ellos  sufrieron de falta de hijos por periodos largos. Además de no tener hijos,  sufrían enormemente en forma constante.
Abraham vivía a la sombra de Nimrod,  un déspota maniático. No tuvo hijos por décadas. Su primer hijo se volvió tan  malo que tuvo que echarlo de su casa. Después fue ordenado por Hashem de  tomar a su amado hijo Yitzhak y sacrificarlo en un altar. Después, cuando fue  salvado milagrosamente en el último momento, Abraham regresa a su casa para  encontrar que su esposa había fallecido.
Yitzhak creció en una casa donde  Yishmael, su hermano mayor, era tan malvado que su padre, que amaba a Yishmael,  tuvo que expulsarlo de la casa. Rivká creció en el hogar de un padre y hermano  abusivos y asesinos. Después que Yitzhak y Rivká se casaron, no tuvieron hijos  por 20 años. Cuando ella finalmente quedó embarazada, la actividad en su vientre  era tan perturbadora que dijo, ‘Si es así, ¿para qué estoy viva?’ Más tarde dijo  acerca de su hijo Esav, ‘Estoy fastidiada de mi vida debido a las mujeres  hititas (con las que se casó Esav). Si Yaakov se casa con una mujer hitita como  ésas … ¿de que me servirá la vida?
Yaakov creció con un hermano que lo  odiaba tanto que tuvo que huir para salvar su vida. ¿Y a dónde huyó? A la casa  de Labán, un truhán que continuamente hacía trampas con sus salarios y que  veladamente intercambió la hija que Yaakov quería desposar por una que no  quería. Yaakov se quedó con Labán por 20 años. Finalmente de regreso a su casa,  ya un hombre rico con una familia numerosa, su amada Rajel dio a luz su segundo  hijo, después de haber sido estéril por muchos años, y muere. Si esto no fue  suficiente sufrimiento, más adelante, por 22 años, Yaakov pensó que su amado  hijo Yosef había sido desgarrado por un animal salvaje. Y así  sucesivamente.
Los fundadores de la nación judía  sufrieron como nadie más. Y la esterilidad fue común a todos ellos. Obtén fuerza  de ellos. Descubre qué les hizo tener éxito.
—¿Qué les hizo tener éxito?
—Una de sus principales armas fue el rezo. Con  respecto a su situación de esterilidad, Rashí señala una lección vital.  Hashem los forzó a sufrir el dolor de la esterilidad para que le rezaran  con todo corazón.34 En otras palabras, el sufrimiento humano no  precisa la invención del rezo. El rezo es un fin en sí mismo. Su necesidad en el  esquema de las cosas, ocasionó que Hashem introdujera la idea del  sufrimiento. Por lo tanto, confía en que Hashem conoce tu sufrimiento. Él  probablemente sólo está esperando las plegarias que fluyan de tu  corazón.
—Entonces, ¿qué estoy haciendo mal? ¿Qué se  necesita para que mis rezos obtengan respuesta?
—Primero, entender que nosotros no rezamos a fin de  obtener. Cuando una persona tiene una necesidad, quiere decir que él o ella  tienen la mitzvá de rezar para tener satisfecha esa necesidad. Una  necesidad indica que Hashem quiere que reces para poderla satisfacer. Sin  embargo, nosotros no rezamos para que Hashem nos dé lo que necesitamos.  Tenemos una necesidad, a fin de rezar, para hacer conexión con Hashem,  para expresar los deseos de nuestra alma y desarrollarlos. El rezo es un fin en  sí mismo. No significa poner ultimátums.
—¿Pero acaso mi esposo y yo no tenemos la  mitzvá de tener hijos?
—No exactamente. Ustedes tienen la mitzvá de  osek, de ‘involucrarse’ en el proceso de tener hijos. En realidad, tener  hijos es un acto de Hashem. Y si la mitzvá es ser osek,  entonces tú tienes mucho más que aquéllos que tienen hijos pero no los  desean.
—¿A qué se refiere?
—Por ejemplo, imagina un hombre que tiene 15 hijos  y 300 nietos. Cuando llega ante el Creador, le dicen que tiene ‘crédito’ por 3  hijos y 30 nietos.
‘¿Qué hay acerca de mis otros 12 hijos?’,  pregunta.
‘Tú nunca rezaste por ellos. De hecho, rezaste para  no tenerlos. Por supuesto, no puedes ir en contra de Mis deseos. Yo tengo que  meter de contrabando esas almas al mundo. Te puedo dar crédito por cuidar bebés,  por el costo de los pañales, etc., sin embargo, no te puedo dar crédito por esos  hijos porque tú nunca rezaste por ellos. Nunca los quisiste’.
Inmediatamente, una pareja sin hijos  llega al mundo venidero. Toda su vida, le rezaron a Hashem día y noche  para que les mandara hijos. No obstante, Hashem nunca les dio hijos. A  pesar de eso, les informan que ‘tienen crédito por 3,000 niños y 10,000  nietos.
‘¿Cómo puede ser eso?’, preguntan. ‘Nosotros no  tuvimos ni siquiera un hijo’.
‘Cierto, sin embargo, habían 12 hijos de la pareja  previa que no eran deseados. Sus rezos los obtuvieron para ustedes. Además de  esos 12 hijos, sus rezos obtuvieron 5 de esa pareja, 3 de aquélla, 7 de ésa  otra, etc.’
Los rezos siempre son respondidos,  pero a veces solamente en alguna otra parte. En el mundo venidero, el Mundo de  la Verdad, sabremos cómo y dónde fue respondido cada rezo. Así,  independientemente de qué tan desesperada se ve la situación, uno nunca debe  rendirse y dejar de rezar. Cada rezo regresa pagado totalmente, de una manera u  otra, tarde o temprano.
Y existe otra cosa que puede  conseguirse con los rezos, —añadió el rabino—. Te obtienes a ti misma. Todo bien  que Hashem nos da debe ser precedido por rezos. Tomemos por ejemplo el  rezo de Abraham y Sará para tener un hijo. Si el destino de la nación judía era  dependiente de que Abraham y Sará tuvieran un hijo, es inconcebible que  Hashem les hubiera privado ese hijo. Estaban destinados a traer a Yitzhak  al mundo. ¿Qué ganaron entonces con más de 80 años de rezos para que terminara  la esterilidad de Sará?
La respuesta es que obtuvieron su  parte en el acto de traer a Yitzhak al mundo. Hashem les habría dado a  Yitzhak aunque no hubieran rezado como lo hicieron. Todo dependía de eso. Sin  embargo, porque rezaron, Yitzhak no les fue dado gratuitamente. Se lo ganaron.  Les fue dado específicamente a ellos porque rezaron.
Hashem da lo que Él iba a dar  de todas maneras. Pero tú obtienes realmente solamente por lo que le rezaste a  Él que te dé. Así, el rezo es la forma de ganar tu yo. Tú eres lo que rezas.  David dijo: V’ani tefilá ‘Yo soy el rezo’.35 El objetivo del  rezo es ayudar al individuo a establecer su personalidad espiritual, no sólo  adquirir los objetos que desea.
Por supuesto, muchas veces las  personas obtienen por lo que rezan. Sin embargo, ése no es necesariamente el  objetivo del rezo. El rezo es la forma de ganar tu yo. Los rezos crean un ‘tú’  que hace una conexión con Hashem. Y mientras más profundamente reces,  mayor es tu conexión. Con frecuencia, hay un nivel de acercamiento y de conexión  que Hashem quiere que alcances antes de darte lo que Él planea darte. Es  por esto que Él te ayuda a condimentar tus rezos a través del sufrimiento y la  privación. El rezo no es el medio para un fin; es el fin en sí  mismo.
La Impresión
—Pero, ¿qué si mis rezos nunca son respondidos?  ¿Cómo puedo esperar tener consuelo con esta carencia en mi  corazón?
—Ningún rezo se pierde. Éste es un principio  fundamental. No todos los rezos y esfuerzos conllevan un fruto rápidamente  identificable en este mundo, pero todos tienen algún efecto, aun grandes  efectos.
Visualiza dos capturistas de datos  trabajando en dos terminales idénticas en un día de oficina. Sus trabajos  respectivos incluyen ingresar datos y responder al indicador de la computadora.  Ver la impresión final, el producto final de su trabajo de meter datos, puede no  ser, sin embargo, inmediatamente necesario. Vamos a imaginar que, después de un  tiempo, la computadora le indica a un trabajador ir al cuarto de impresión y  revisar el trabajo impreso, mientras que al otro trabajador, le indica continuar  mecanografiando en el teclado; y esto sucede día tras día, semana tras semana,  mes tras mes y aun año tras año. Uno de los capturistas de datos siempre puede  revisar la impresión, mientras que el otro solamente recibe mensajes que dicen:  ‘Buen trabajo’, ‘Sigue así’, etc. Este segundo trabajador debe encontrar  consuelo en el hecho de que la computadora le responda que su trabajo estuvo  bien hecho, a pesar de que aún no se le permite ver el producto  final.
Así es con nosotros también. Los  rezos que visiblemente no han sido contestados, no significa automáticamente que  la persona no tiene valor. Con mucha frecuencia es totalmente lo contrario.  Probablemente indica que el Arquitecto del universo, el Programador Superior,  tiene grandes planes para los rezos de esa persona y que la impresión de esa  persona no tiene solamente una función local, algo que pueda ser impreso  inmediatamente, sino que tiene ramificaciones globales. El significado del rezo  de esa persona es tan grande que sería prematuro esperar ver resultados  inmediatos. El punto es que vendrá el día en que vamos a encontrar cada palabra  de rezo que pronunciamos. Cada rezo deja su huella.
—Usted dice que cada rezo tiene su huella, pero si  mi huella no es mi propio bebé, yo no sé si puedo continuar. ¿Con qué otra cosa  puedo consolarme?
—Con el conocimiento de que tus esfuerzos son  vitales para servir un objetivo mayor.
—¿A qué se refiere?
—Cada individuo tiene dos objetivos: uno es  completar su yo central; nuestro yo, nuestro cónyuge, nuestros hijos, nuestra  familia inmediata. Pero éste no es el objetivo final. Una vez que hemos  completado nuestra misión personal y construido una familia, tenemos que  entregarnos a la perfección de un conjunto mayor, al shlemut de klal  Israel. Algunos individuos han sido enviados a este mundo como unidades  completas. Cualquier deficiencia no es principalmente en faltas personales, sino  en faltas en el conjunto.
Piensa en un motor. Si la ignición  está apagada, no importa si el carburador o la transmisión funciona  perfectamente, el motor no va a funcionar. Con el pueblo judío tomado en su  conjunto, no es diferente. Una persona puede ser como un carburador que funciona  perfectamente, pero él no puede hacer su parte hasta que el resto del motor se  arregle. Su misión, en este caso, podría ser tratar de ayudar a otros, estar  seguro que están completos y funcionando en orden. Es por esto, que los rezos de  una persona justa que pide para sí misma, no son siempre respondidos visible e  inmediatamente.
El sufrimiento es una señal segura de  que Hashem desea tus rezos. Si Él quiere que completes tu deficiencia  personal, o que completes tu deficiencia en el conjunto mayor, es algo que nadie  sabe con exactitud.
—¿Existe alguna forma de  descubrirlo?
—Quizá. De acuerdo a lo que hemos dicho, si el  propósito de los rezos de una persona es completar una necesidad local, es  probable que los rezos sean respondidos inmediatamente. Por otro lado, si los  mejores esfuerzos de una persona no fructifican, entonces ése es un buen  indicador de que sus rezos sirven para una necesidad global y, como un  trabajador que está asignado a un proyecto más grande. Ver resultados no va a  ser tan rápido.
Leá y Rajel: Parte y  Todo
—Rabino, ¿dónde aprendemos que Klal Israel  está dividido en dos grupos de gente, algunos cuyos rezos sirven a lo que usted  llama necesidades locales y algunos que sirven a un todo?
—Uno de los lugares obvios es en la vida de  nuestras imaot, las Matriarcas, Rajel y Leá. Leá representa el rezo para  necesidades individuales y locales. Como los sabios nos dicen: sus ojos no eran  tan hermosos como los de Rajel, porque estaba clamando constantemente a  Hashem que anulara el decreto de que ella, la primera hija de Labán, se  casara con Esav, el primer hijo de Yitzhak. Es innecesario decir que tuvo éxito.  Ésta era su necesidad personal. Y tuvo éxito al verla realizada relativamente  rápido.
Otra necesidad ‘local’ de Leá  involucraba obtener el favor de Yaakov. Así, ella rezaba vehementemente para  darle hijos y, ahí también, tuvo respuesta inmediatamente. Aunque todas sus  peticiones eran componentes esenciales de la unidad completa que llamamos  klal Israel, no obstante, se extendieron de los rezos de Leá para reparar  y completar su propia situación.
Rajel, por otro lado, era responsable  por el conjunto. Ella es la madre espiritual asociada con todo Israel. Así, ella  fue enterrada en el camino principal, con objeto de que cuando la nación entera  fuera exiliada sería Rajel la que se estuviera lamentando por sus  hijos,36 por todos los hijos judíos.
Son los rezos de Rajel los que  todavía nos están afectando hoy en día. Escuché la siguiente historia de primera  fuente. A principios de 1940, Rav Hilel Slesinger estaba en Palestina junto a  Kever Rajel, la tumba de Rajel. Un grupo de kibutzianos laicos se acercó.  Una de las mujeres, aparentemente una refugiada de la Alemania nazi, empezó a  rezar. Rezó lo suficientemente fuerte en su alemán nativo de forma que Rav  Hillel oyó por casualidad. Esta mujer completamente asimilada, que ni siquiera  sabía hebreo, rezaba: ‘Madre Rajel, tú conoces el dolor de no tener hijos… y tú  puedes sentir mi dolor de todos estos años que no he podido tener hijos. Sólo tú  puedes ayudarme. Reza por mí’.
El rezo era tan genuino, pensó Rav  Hilel, que estaba convencido que eventualmente iba a ser respondido. Se las  arregló para investigar. Un año más tarde, llamó al kibutz y se enteró que  efectivamente la mujer había tenido un hijo. Solamente porque Rajel había  sufrido lo que ella también había sufrido fue posible que sus rezos tuvieran  efecto 3,000 años más tarde en una mujer no religiosa.
Leá representa la quintaesencia en el  rezo para el perfeccionamiento del individuo. (El que es necesario para el  todo); Rajel representa el rezo que afecta los cambios globales. Ella no dudaba  en rezar por sus propias necesidades también. No hacer esto sería rehuir su  responsabilidad de hacer de ella una parte íntegra en ella misma. Pero ella  aceptó su estado de esterilidad, enviando continuamente rezos que llegarían a  lejanos descendientes miles de años en el futuro.
—¿Está usted diciendo que ella estaba consciente de  su función global?
—Definitivamente sí. Ella estaba tan consciente de  su función global, que estaba empezando a no sentir el punzante dolor de no  tener hijos. A este respecto, sin embargo, su vida estaba por tomar un giro  dramático.
Rajel y el Intercambio de  Yaakov
En Bereshit37, este  momento decisivo está registrado:
‘Y Rajel vio que ella no le había dado hijos a  Yaakov y tuvo envidia de su hermana. Ella le dijo a Yaakov: dame hijos, si no me  los das, estoy muerta.
Yaakov se enojó con Rajel y le dijo:  ¿Acaso estoy en el lugar de Hashem, que retiene el fruto de tu  vientre?
Ella dijo: Acá está mi criada Bilhá.  Ven a ella, y ella dará a luz en mis rodillas; y yo también me construiré de  ella’.
Este pasaje necesita mucho análisis.  Primero, parece contradecir lo que yo dije acerca de que Rajel aceptó su  condición de esterilidad. Estos versículos parecen indicar totalmente lo  contrario: que ella estaba desesperada por tener hijos. Y luego parece, con una  lectura superficial, que quería los hijos para su propio bien.
No obstante, esto no es verdad. Para  empezar, el versículo enfatiza que ‘…ella (Rajel) no le había dado hijos a  Yaakov’. Si quería hijos para su propio bien, el versículo debería decir que  ella no había tenido hijos ‘para ella’. Más bien, es como yo te estaba diciendo.  Ella aceptaba su carencia. Sin embargo, algo pasó que le hizo darse cuenta como  nunca antes cuánto sufría su esposo Yaakov por no tener hijos de ella.  Por su propio bien, ella podría haber sido una mártir y vivir con el dolor de no  tener hijos; pero el darse cuenta del dolor que Yaakov sentía por no poder  concebir hijos a través de ella despertó anhelos largamente dormidos dentro de  sí.
Por lo tanto, Rajel le dijo a Yaakov:  ‘Dame hijos’. Ibn Ezra explica esto diciendo, que ella imploró a Yaakov para que  le rezara a Hashem con el objeto de que tuviera hijos, tal como Yitzjak  rezó por Rivká para que tuviera hijos. La referencia de Ibn Ezra es  Bereshit 25:21, donde los rezos de Yitzjak para tener descendencia no  fueron contestados hasta que rezó ‘opuesto a su mujer’, es decir, para su  esposa, porque él vio que ‘ella era estéril’. Para sí mismo, Yitzjak tal vez  podía haber racionalizado una vida sin hijos. Pero cuando él pensó en su mujer y  cuánto estaba sufriendo, él se postró ante Hashem como nunca antes para  satisfacer las necesidades de ella y fue entonces, cuando ‘Hashem  contestó sus rezos’ y no los de ella.38 Entonces ‘Rivká su esposa, se  embarazó’. Así, Rajel imploró a Yaakov para que rezara como su padre Yitzjak,  cuyos rezos fueron contestados cuando él rezó por el bien de su  esposa.
Las siguientes palabras de Rajel  expresan qué tan desesperadamente ansiaba que Yaakov fuera capaz de tener hijos  a través de ella. ‘Si tú no (rezas por mí de la misma manera que tu padre rezó  por Rivká), estoy muerta’. Es decir, no puedo darte un hijo a ti. Ella entendía  que servía a una función global. Y como tal, sus rezos por hijos no  serían respondidos inmediatamente. Yaakov, por otro lado, ya tenía hijos a  través de Leá: esto demostraba que sus rezos cumplían una función más individual  y local y por lo tanto podían ser contestados inmediatamente. Le pidió  desesperadamente que rezara, de otro modo, ella estaría muerta, porque sus rezos  no podrían traer un hijo para él.
La respuesta de Yaakov, ‘¿Acaso estoy  en el lugar de Hashem que retiene el fruto de tu vientre?’, parece  expresar una frustración impropia de una persona justa como él. No obstante,  estaba frustrado porque experimentaba la misma falta de control que Rajel. Rajel  había entendido mal cuando pensó que Yaakov era una persona con funciones  locales. Yaakov sí servía una función local. Sin embargo, Yaakov tenía un  segundo nombre, que representaba un segundo destino, Israel. Israel representaba  su papel en el sentido global. En consecuencia, ver resultados inmediatos de sus  rezos tampoco estaba dentro de sus posibilidades. Él estaba tan exasperado como  Rajel porque el asunto estaba igualmente fuera de su control.
Cuando Rajel entendió que los rezos  de Yaakov también cumplían a una función global y, por lo tanto, sus rezos no  serían contestados de manera relativamente fácil, ella respondió ofreciendo  Bilhá a Yaakov. Su respuesta parece extraña, casi masoquista porque los hijos  que Bilhá tuviera, acentuarían la esterilidad de Rajel todavía más y de esta  forma, avivaría más la envidia de su parte.
Esta dificultad fue analizada por el  Sforno. Él explica que Rajel ahora se daba cuenta que si Hashem todavía  no había respondido a sus oraciones, debía ser porque ella todavía no se había  conmovido con la suficiente intensidad. En algún lugar oscuro de su corazón,  ella quizá había aceptado su condición estéril. Había aletargado su dolor y ese  aletargamiento estaba impidiéndole entregar su rezo más profundo. Así, explica  el Sforno, Rajel razonó que la envidia que sentiría al ver a su criada dando a  luz un hijo en sus propias rodillas, despertaría su naturaleza más profunda, ser  la madre de sus propios hijos, forzándola a penetrar las barreras finales de su  corazón.
Esto explica las dos expresiones  inusuales que Rajel usó. Primero, ‘ella dará a luz en mis rodillas’. ¿Qué  importaba si el niño nacía sobre sus rodillas? ¡Era del vientre de Bilhá! Sin  embargo, la palabra hebrea birkai, ‘mis rodillas’, es como baruj,  ‘bendecir’, y puede interpretarse como una expresión de rezo, de súplica. Así,  Rajel estaba realmente diciendo: ella dará a luz ‘por mis rezos’. Esto ahora es  algo más entendible: a través del mérito del rezo de Rajel, Bilhá dará a luz.  Pero, cómo podía continuar diciendo: ‘me construiré a través de ella (Bilhá)’.  ¿Podía ella realmente sentir que se construía a sí misma a través del nacimiento  del hijo de su criada?
Más aún, a lo que Rajel se refería  era que a través de la envidia de ver a otra mujer dando a luz un hijo, Yaakov  le ayudaría a alcanzar los más altos niveles de rezo. Rajel dijo: ‘Me  construiré’ porque yo voy a utilizar el dolor de la envidia para verter hasta la  última gota de plegaria de mi corazón y a través de esto, ella rompería la  barrera que impide que Hashem dé respuesta a sus rezos. Y, como sabemos,  los rezos de Rajel fueron exitosos. Ella tuvo hijos.
—Entonces, —David intervino—, ella usó la envidia  para bien.
—Sí. Sus objetivos eran espirituales. Sentía  envidia de la habilidad de su hermana para suplir la necesidad de Yaakov de  tener hijos que formarían las tribus fundamentales de klal Israel. Ésta  es una necesidad espiritual para la cual la envidia puede ser un motivador  positivo muy poderoso. Rajel quería usar la envidia para subir el tono de sus  rezos.
—Pero rabino, —Rajel preguntó—, yo pensé que no  debíamos traer sufrimiento sobre nosotros.
—Normalmente, tienes razón. Nunca podemos estar  seguros de que vamos a ser capaces de enfrentar una prueba, y por lo tanto, no  debemos pedirle a Hashem sufrimientos. Sin embargo, Rajel estaba en un  nivel muy alto y ya estaba sufriendo enormemente. Ella necesitaba un empuje  final para darle vida al rezo que Hashem estaba esperando. Aquéllos de  nosotros que no estamos en un nivel tan alto no debemos pedir sufrimientos. Sin  embargo, al mismo tiempo, no necesariamente debemos tranquilizar las punzadas de  sufrimiento que Hashem ya nos ha dado.
Ingredientes para un Rezo  Exitoso
Los rezos nunca se pierden, —continuó  el rabino—. Pero no existe garantía de que todos los rezos darán frutos  visibles. Sin embargo, ciertos ingredientes incrementan la probabilidad de éxito  y solamente hemos mencionado dos de ellos. Uno es rezar por otros; ver el rol de  uno en el rezo como en cumplimiento de una función global. Cuando rezas por  otro, tus rezos pueden hacer más por ellos que lo que los de ellos pueden hacer  para sí mismos.
El otro ingrediente vital se  relaciona con tener todas tus necesidades satisfechas y esto es: la intensidad  de la necesidad que siente la persona, el grado del dolor. Mientras mayor sea la  necesidad, es más probable que el resultado sea un rezo, un clamor, del fondo  del corazón. Como al estirar un arco lo más posible, la intensidad de la cual  emana un rezo del interior del corazón, es la altura que va a alcanzar en el  cielo.
Cada persona que sufre es  especialmente querida por Hashem. Si no, Él no querría la compañía de esa  persona tan intensamente. El dolor, la carencia, crean la profundidad del deseo  que potencialmente hace de cada momento, un momento de mediación y enlace con  Hashem. En la parada del autobús, en el metro, en la casa, a todas partes  a donde uno va, es un lugar para clamar a Hashem y satisfacer la  carencia. Hashem es el Único que puede contestar los rezos, el que  realmente puede satisfacer la carencia y convertirla en la mayor bendición.  Rajel no huyó de su dolor. Ella no tranquilizó sus sentimientos. Por el  contrario, fue capaz de alcanzar el delicado equilibrio para poder usarlo como  una fuerza poderosa en su vida.
Se estaba haciendo tarde y mientras  dejaban el terreno boscoso y se acercaban al hotel, el rabino añadió: —Es parte  de la naturaleza humana tratar de huir de los recordatorios de cosas dolorosas.  Pero no asistir a semajot, permanecer seguro y recluido en la casa, no es  lo que Hashem quiere para personas que no pueden tener hijos, o para  cualquiera que sufre. Él quiere que vayas a las semajot de otros y que  interactúes normalmente. Hashem quiere que todos, incluyendo aquéllos con  dolor en su corazón, vayan a la simjá con una sonrisa para bailar con  alegría. ¿Acaso el dolor se volverá más agudo por esto? Tal vez. Quizá. Muy  probablemente. Pero si así es, entonces el rezo que la persona lastimada vierte  en su casa, después de la jatuná, a solas, será del lugar más profundo de  su alma. Y esto es más preciado que cualquier cosa.
 
Por el Rav. Azrael Tauber.