Este 15 de Shvat se celebra el año nuevo de los árboles, si, los arboles tienen su propio año nuevo pero que tiene que ver eso con nosotros, que lo celebren ellos y ya; pues en realidad tiene que ver mucho hasta la misma Torá nos dice: “el hombre es un árbol del campo” ( Deut. 20:19). Por lo tanto algo significativo para nuestra vida podemos aprender de los árboles, trataremos de aprender un pequeño mensaje que los árboles nos pueden dar para mejorar nuestra vida y para reavivar nuestro compromiso con El Eterno.
Curiosamente los arboles para poder sobrevivir necesitan de los cuatro elementos básicos del universo; tierra, agua, aire y fuego (en este caso luz solar). Pero nosotros tal vez sin saberlo requerimos de esos mismos cuatro elementos para poder vivir de una forma plena y llena de sentido.
Tierra: En el caso del árbol, la tierra se encarga de absorber la nutrición que este va a recibir, va a darle el agarre o fuerza para poder resistir los vientos y le dará lugar para que sus raíces se expandan. En el caso del nosotros la tierra son nuestras bases morales, la belleza de las siete leyes las cuales permiten que cada día nos nutramos más de energía, bondad y autorrealización. Al mismo tiempo cuando los vientos tormentosos de la vida nos golpeen, saber que nuestro Padre está haciéndolo por nuestro bien nos da la fuerza para no dejarnos doblar, sino resistir y ver como todo pasa, y por último las raíces que son el filtro que permite nutrir cada parte del árbol, es esa filtración que hacemos ante cada situación de la vida preguntándonos que dice nuestro código de conducta acerca de esto que voy a hacer, para saber que cada acción de nuestras vidas tiene un propósito más elevado.
Agua: Las raíces toman el agua y la transportan a cada hoja, rama y fruto del árbol, sin agua el árbol terminaría secándose y muriendo. Las enseñanza de nuestros maestros se comparan con el agua, cada palabra de un maestro es una gota de agua que llena nutre nuestras vidas, que hace que nuestros frutos sean mejores, etc. El maestro de maestros Moisés dijo: “Goteará como la lluvia mi enseñanza. Fluirá como el rocío mi dicho.”(Deut 32:2). Sin esas palabras de nuestros guías nos desorientaríamos y estaríamos cerca de la muerte espiritual, hasta el punto de ni siquiera reconocer quien es nuestro Padre en el cielo, como le pasa a muchos.
Aire: El árbol necesita oxigeno para respirar y dióxido de carbono para su proceso de fotosíntesis. La Torá nos dice que D-is insufló en el hombre aliento (aire) de vida(Gen 2:7); nuestras fuerzas espirituales vienen de ese aliento de vida , de ese pedacito Divino que El Todopoderoso nos regalo; cuando nosotros logramos entender que somos más que un cuerpo, que hay un alma, que hay un parte Eterna en nosotros siempre, entonces nuestra perspectiva cambia, nuestras acciones son en aras de algo más, por lo tanto ese aire de D-is es el que nos da vida cada instante.
Fuego: El árbol necesita absorber la luz solar para activar reacciones químicas que permiten el siclo de fotosíntesis y le dan salud y vida. Nosotros también necesitamos fuego, que en este caso es el calor, la calidez y la hermandad que nos podemos dar entre nosotros los noájidas. Una calidez única que nos va a permitir ser cada día más grandes, mas fuertes; esa calidez que te permite equivocarte y no te juzga, no te condena; esa calidez que te respeta aunque tengas diferentes opiniones en un mismo tema.
Todos somos arboles; algunos con mas frutos que otros, otros sin frutos, otros apenas sembrados, otros ya viejos. Pero lo importante de este día es que nos preguntemos si estamos utilizando esos 4 elementos para alimentar nuestras vidas y si no es así empezar a trabajar para lograrlo.
Que sigamos trabajando para convertir este mundo en el jardín del edén que todos queremos; lleno de muchos árboles con grandes y bellos frutos, junto al Mashiaj, por siempre, amén.