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Más allá del deber

Haz escuchado en alguna ocasión, la frase "mas alla del deber"? generalmente está relacionada con hechos de gran valor, heroísmo y sacrificio, en beneficio de otros. Los protagonistas de estas acciones, son personas que decidieron hacer un esfuerzo extra, personas que no se detuvieron a pensar en su propia seguridad, en su bienestar ó incluso en su comodidad.

Por ejemplo el bombero, que despues de combatir el fuego de un edificio por varias horas, se da cuenta que no fueron evacuadas todas las personas, al escuchar los gritos de auxilio de una mujer que desesperada y con un pequeño en sus brazos, se alcanza apenas a distinguir en lo alto de una ventana, tras una cortina de humo, el bombero sin pensarlo, ignorando los gritos de advertencia de sus compañeros y su cansancio, corre resueltamente hacia el interior del edificio, en busca de la mujer y su pequeño hijo, tras algunos minutos que parecieron eternos, aparece el bombero, con el niño  cargado en un brazo y jalando ala mujer con el otro, exhausto y a punto de sufrir un desmayo, pero con una sonrisa en sus labios.

A los pocos dias,  podrias ver en el noticiero local, el dia de hoy se llevo a cabo la ceremonia, en la que fue honrado el valiente bombero, quien en una heroica acción, y yendo mas alla de su deber, rescato de las llamas a una mujer y  a su pequeño hijo.

O podrias leer en la portada de un periodico, valeroso soldado recibe la medalla de honor del ejercito, por ir mas allá del cumplimiento de su deber, el cuál despues de haber sido herido en el campo de batalla, rescato a dos de sus compañeros que tambien fueron heridos, poniendolos a salvo, lejos del fuego enemigo.

Como te podras dar cuenta, esté tipo de acciones se hacen sin buscar una retribucion, no se busca fama, reconocimiento o incluso agradecimiento, púes si se obtiene es consecuencia de la buena accion.

Pero te preguntaras, qué tiene que ver esto conmigo? en qué me afecta ó me beneficia?, si yo trabajo en una oficina, en una fabrica, soy catedratico en una prestigiosa universidad, soy ejecutiva en una corporación muy importante, en mi negocio, soy estudiante,  o cualquiera que sea tu actividad, antes de contestarte déjame compartir contigo una historia que nos conto mi abuelo, a mis hermanos y a mí cuando eramos pequeños, no se cual sea su origen o de donde provenga, pero era mas o manos así.

Era una pequeña familia, conformada por el padre, la madre y un solo hijo, este muchacho tendria aproximadamente catorce años de edad, era buen hijo, obediente y aplicado en la escuela, un dia murio el abuelo del muchacho y la abuelita se fue a vivir con ellos, pues no podia valerse por sí misma, y estaba siempre en una silla de ruedas, asi qué el muchacho, cuando llegaba de la escuela tenia que atenderla, la anciana, en cuanto llegaba el muchacho le decia, hijo, me sacas al sol?  y el muchacho la sacaba, pasado algun tiempo le decia, hijo, me traes en vaso de agua? y el muchacho dejando su tarea por el momento, le llevaba el vaso de agua, pasado algun tiempo, hijo me pones en la sombra? y el muchacho, de muy buena gana la ponia en un donde le daba la sombra, y asi pasaban todos los dias, la anciana pidiendo algo y el muchacho, siempre contestando con una sonrisa y de buena gana, sí abuelita.

Cuando termino su relato, mi abuelo nos pregunto, verdad que era muy bueno ése muchacho? nosotros sin dudar un segundo, contestamos afirmativamente, entonces mi abuelo, con un pequeña sonrisa y acercandose a nosotros, nos preguntó, no cree que lo podia haber hecho mejor? alo que nosotros, casi en coro contestamos, pero, sí hacia todo lo que  se le pedia y nunca se quejaba!!, entonces mi abuelo, ya sin la sonrisa pero con un leve brillo en la mirada, nos dijo, yo creo que el podia haberle dicho, abuelita, te saco al sol? te llevo un vaso agua? te pongo en la sombra? y luego agrego, ahora diganme, creen que siempre hay una posibilidad de ser mejor?

Ahora te pregunto a ti, creés que tienes una oportunidad de ser mejor?, crees que tienes la posibilidad de ir mas alla de tu deber?, ya sea en tu trabajo, en la escuela, en tu casa, en tu vecindario o en tu diario vivir?, recuerda que ir mas alla de tu deber, requiere de algun sacrificio de tu parte, y que siempre alguien saldra beneficiado ya sea directa ó indirectamente, ejemlo?, sabes somo se creo esta pagina?, sabes que sacrificios se han hecho y se siguen haciendo para que pueda llegar hasta tí y hasta mí?, sabes cuantas veces se ha sacrificado la comodidad personal?, esto sin olvidar que no se recibe pago alguno, pues el fundador de la pagina decidio ir mas alla de su deber.

Asi que no necesitas ser un heroe de guerra, o un bombero que lucha contra las llamas para salvar una vida, basta con hacer mejor, aquello que esta a tu alcance, con no esperar a que se te pida ayuda, siempre que hagas algo que no esta entre tus obligaciones estas yendo mas aya de tu deber, y siempre alguien saldra poco o mucho beneficiado, tambien recuerda que somos un reflejo para los demas, y que al ser una mejor persona, tendras una mejor familia, y al tener una mejor familia, tendras una mejor comunidad para vivir y al tener una mejor comunidad donde vivir, estaremos creando.

    SHALOM

La Falacia del Levantado

El ser humano no puede ser feliz cuando en su cabeza se llevan a cabo, a cada segundo, miles o millones de procesos mentales en que nuestro procesador arroja como respuesta la palabra contradicción. Podemos vivir e incluso administrar un conjunto pequeño de contradicciones; de hecho son necesarias unas cuantas pues son evidencia de que nuestro cerebro sigue vivo. Pero someter esclavistamente nuestro ser racional a nuestro ser emocional – o sea asumir que está bien vivir en el Mar de la Contradicción – provoca inevitablemente un sentimiento muy fuerte de frustración en la persona. Carl Jung, el terapista de fama mundial, trató a miles de personas a lo largo de su carrera y estableció que todas ellas sufrían de una u otra manera por carencias que no pueden satisfacer las religiones mayoritarias a sus feligreses.[1] De hecho, y eso busca mostrar este artículo, falacias y retórica equivocadas – vestigios de religiones idolátricas – son piedras pesadas y bultos de podredumbre que todavía están incorporados en la mochila de una persona que transita el camino hacia su libertad plena, hacia el cumplimiento de su deber como ser humano: ser feliz.

El ser humano alcanza su felicidad cuando alimenta todo su ser a través de lo que le sienta provecho evitando lo dañino – cuando no deja en el olvido su ser racional. Como lo dice Yehuda Ribco[2]:

El humano está formado por cinco planos: físico, emocional, social, intelectual y espiritual. Todos ellos son necesarios e imprescindibles. Todos ellos deben ser nutridos adecuadamente y hemos de mantenerlos en equilibrio dinámico. Cuando fallamos en nutrir alguno de los planos, el desequilibrio afecta a toda la persona, que a su vez puede influenciar con desequilibrio a su colectivo social. Es por esto vital que conozcamos la existencia de los cinco planos y que tengamos extremo cuidado en nutrir cada uno de ellos, y hacer lo correcto para reajustarlos cuando nos encontremos en desbalance.

Para ejemplificar lo poderosamente dañinas que pueden ser las falacias y retóricas falsas, quiero llamar la atención del lector sobre lo que he denominado la Falacia del Levantado. Esta se presenta con fuerza entre personas que fervorosamente militan (o han militado hasta hace poco) en las huestes del movimiento evangélico en sus diferentes denominaciones: bautistas, pentecostales, pseudo-judíos mesíanicos, etc. Si bien la he llamado en singular, falacia, en realidad es un paquete de falacias pequeñas que, (cual virus informáticos) conforme va pasando el tiempo sin que su usuario las elimine, se van haciendo carne; y se puede llegar al punto en que el usuario prácticamente pierde la capacidad de reconocer que estos virus/falacias no son parte natural del sistema ni que, de hecho, lo están destruyendo y bloqueando su eficiencia.[3] Tratemos de extraer las características más importantes de la Falacia del Levantado.

  1. "No cualquiera puede ser líder de una congregación de hijos de Dios" – uno tiene que aprender muy bien a jugar el papel de "oveja".
  2. Para ser "líder" o "pastor" o "copastor" (o cualquier otro "cargo" cristiano) uno tiene que ser "elegido por Dios", es decir "ser levantado a un cargo de autoridad" (por eso le llamo Falacia del Levantado) por el mismísimo Dios – de nada sirven preparaciones académicas ni virtudes humanas ni nada si "Dios no lo ha llamado" o "Dios no lo ha levantado".
  3. Más aún, las "congregaciones" están formadas siguiendo el ejemplo de la "iglesia primera" (el modelo a seguir), donde Jesús es el "pastor" y ¿quiénes reunen el perfil para optar al cargo de representantes de su iglesia o "apóstol"? ¡Pescadores ignorantes que eran muy poco instruidos! La iglesia primera representa un modelo centralista donde el líder se cree Dios y ante el cual todos deben declarse ignorantes (que no son nada sin el dios-hombre) y someterse – ¿a escuchado decir a un evangélico que está orgulloso de ser un "esclavo de Cristo"?
  4. De hecho tener títulos académicos es totalmente contraproducente en esta onda evangélica (cuyos resabios afectan a los nuevos noájidas – personas que hace poco abandonaron el Cristianismo en pro de las Siete Leyes) pues (otro virus) "Cristo eligió lo más vil y perverso para avergonzar a los sacerdotes" (o sea los eruditos judíos). Por tanto, no es extraño (ya viendo este contexto) que un noájida nuevo y que sinceramente quiere colaborar en un puesto de liderazgo busque tener un perfil lo más "simple" posible y firme sus artículos con un seudónimo tipo "un noájida manso y humilde"- es la Falacia del Levantado la que todavía está activa en su ser.
  5. Apenas tangencialmente, se "salvan" de los puntos anteriores aquellas personas que por sus muchisisisísimos años de militancia cristiana pueden recibir el título de "ancianos". Por tanto si un individuo joven – "de pocos años y muchos menos en el camino de Dios" – quiere dirigir cualquier cosa bajo el marco de la congregación, tendrá que lidiar muy pronto con la Falacia del Levantado, activa entre sus pares: "¿Y a este quién le levantó?".
  6. "Aquel que quiere ser líder, sin que Dios le haya llamado pronto caerá en desobediencia, descarrío hacia lo mundano, etc. y (como el mal menor), eventualmente, se robará las ovejas" o sea "formará una nueva congregación". Usted puede observar los muchos "anticuerpos" que genera la política o cómics o prosa literaria (algo "mundano") o cualquier otro tema que no sea "espiritual"; dicho de otra manera "¿esta cosa es lo suficientemente "santa" como para ayudarme a ser mejor persona?". Es que en la onda evangélica – especialmente pentecostal – "un síntoma de que te estás apartando de Cristo es que te estás volviendo al mundo". Entonces un lector que tiene activa en su "disco duro" la Falacia del Levantado, tiende a preguntarse si "este material que me presentan es lo suficientemente espiritual como para que esté en esta página web…". Es porque en el mundo evangélico "todo trabajo fuera de la iglesia es un mal necesario" y sólo se justifica en tanto que uno "gane más soldados/esclavos para Cristo".
  7. Como en las iglesias la "autoridad de Dios para reconocer quien está siendo levantado" (suponen) yace en una autoridad central (y centralista) – el pastor – un síntoma de que un individuo está siendo "levantado" es que se someta totalmente al pastor, es decir, que no sea "afrentoso" ni "contencioso" peor "confrontacionista". ¿Me va captando amigo lector? Por eso, fíjese que muchos de los noájidas nuevos (y los amigos de Fulvida no son la excepción) están llenando el vacío dejado por la figura del pastor por la figura del Rabino o del Moré o del Noájida con más experiencia, etc. (sin que estos últimos lo hayan provocado por supuesto).
  8. Ante un "jalón de orejas" del pastor, las "ovejas" no piensan más allá de culparse a sí mismos (por ejemplo para buscar alternativas o propuestas válidas) – juegan su bien aprendido papel de "ovejas viles que no son nada sin su pastor", se dan golpes en el pecho: "por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa"[5].
  9. Puesto que "ser levantado" depende de la pseudo-autoridad centralista de una sola persona – el pastor – los pocos que logran lamer bien las medias del jefe como para alcanzar una posición más alta (respecto de la tropa de ovejas) cuidan sus pobrezas: "yo soy un ‘levantado’. Y a ti ¿quièn te levantó?"

Ahora que he presentado las características de la Falacia del Levantado, ¿qué hacer si uno con sinceridad y humildad las compara con la vida propia y se da cuenta que está infectado? La respuesta no es absoluta. Creo que debe buscársela dependiendo de si el afectado es una organización o a una persona.

A diferencia de las religiones idolátricas, donde uno tiene que “apartarse de lo mundano” para estar supuestamente más cerca de Dios, en el Monoteìsmo (Judaísmo y Noajismo) las cosas funcionan de otra manera: "uno puede encontrarse con Dios en cada actividad cotidiana" – depende de uno el conseguirlo.[4] Dicho en otras palabras las actividades cotidianas como trabajar, comer, vestirse e incluso dormir pueden ser herramienta para conectarse con el Creador. Por ejemplo, si busco el bienestar de mi prójimo, quizàs dándole una mano para que pueda educarse mejor, entonces ¿no me estoy conectando con el Creador? Puesto que la mejor forma de motivar y enseñar es a través del ejemplo, si yo como profesor soy impuntual ¿qué les estoy enseñando a mis pupilos? ¿me conecto o desconecto del Creador?[4]

Por tanto mi amigo buscador de la verdad, puedes explotar perfectamente los talentos que te ha concedido el Creador sin que ello conlleve que te apartes de él.

Como lo dice Rabí Bindman[1]

Las Siete Leyes son simples en forma, claras y sensibles a cada persona. No es necesario un entrenamiento en filosofía o teología para entenderlas o para cumplir a cabalidad con la moralidad que ellas contienen. Interpretaciones detalladas están a disposicion en los escritos rabnicos… Cuando exploramos los mandamientos uno a uno, vemos una sociedad humana bajo una luz que ha estado escondida por un largo tiempo: se puede percibir sobre como pudieron haber sido las cosas, y como pueden todavía ser, cuando son vistas desde la perspectiva de la verdad eterna. Ni los judíos ni los gentiles fueron puestos en un mundo de naturaleza exclusivamente material, sin una pauta sobre de dónde vienen, a dónde están yendo, y por que estan aquí.

Por todo lo expuesto es que estoy convencido que cualquier tipo de organización que promueva la observancia de las Siete Leyes o que reuna a noájidas observantes, debe buscar una estructura lo más horizontal posible haciendo todos los esfuerzos porque no sea centralizada ni centralista. Donde quienes tengan responsabilidades especiales, "cargos" o "encargos", no le rindan cuentas per se a una figura central (dígase un Rabino, Moré o Coordinador General, etc.) sino a la comunidad en sí misma. Lo contrario, crear o matener una estructura organizativa muy vertical está ya mostrando ser alimento para el virus de la Falacia del Levantado. O sea que la estructura misma promueva el cumplimiento de tareas y la rendición de cuentas de los colaboradores los que deberían acceder a grados de responsabilidad por méritos.

Liberarse de las falacias puede ser doloroso – de la manera en que duele dejar un culto tóxico o una adicción – pero se puede acceder a la libertad plena. Cuanto tiempo se demore una persona en alcanzar la libertad depende de cuán dispuesto esté a despertar su ser racional (adormecido por la idolatría) y a ejercer un juicio crítico pero sin menospreciarse – esforzándose por dar la medida justa a las cosas y buscando la paz verdadera – aquella que se basa en la justicia.


Sobre el autor:
El Dr. J. Mayorga es Matemático de profesión, Suma Quan Laude y mejor graduado de su promoción en Escuela Politécnica Nacional – Ecuador. Obtuvo su Doctorado en Ciencias de la Ingeniería (Mención en Modelamiento Matemático) en Universidad de Chile – Chile. Su trabajo de investigación tiene que ver con métodos matemáticos de la Mecánica Cuántica. Ha sido Representante en Chile y Coordinador Internacional de Fundación Luz de Vida, creada con el propósito de promover entre los hispanoparlantes la observancia de las Siete Leyes Universales, herencia de las naciones de acuerdo con la tradición judía. Ha traducido del inglés al español "Los Siete Colores del Arco Iris" (Y. Bindman), "El Camino del Gentil Justo" (Ch. Clorfene & Y. Rogalsky) y "¿El Verdadero Mesías?" (A. Kaplan).


Referencias


[1] Los Siete Colores del Arco Iris, Rabí Yirmeyahu Bindman.
[2] Todo nuestro ser, Moré Yehuda Ribco.
[3] Un muy interesante estudio sobre como estos bloqueos pueden manifestarse incluso en el inconciente colectivo fue escrito por Ramón Quezada, "Participación, oportunidad para dirigir el Cambio".
[4] Véanse los comentarios en "Un texto gratuito de Cálculo Diferencial", Juan Mayorga.
[5] Véanse por ejemplo los comentarios de Humor: estos mesiánicos 2

¿Hacia donde llevamos el mundo?

Detengámonos un momento, cerremos nuestros ojos y soñemos; imaginemos el mundo que podrí­­amos llegar a tener si nuestras eternas leyes noajidas llegaran a predominar en nuestro planeta, si la Torá fuera la fuerza que guí­­a cada hogar, si las escuelas colegios y universidades guiaran sus enseñanzas bajo la luz moral de nuestras leyes y si los gobiernos infundieran los valores noajidas en todos y cada uno de sus proyectos dirigidos hacia la sociedad y hacia las relaciones con otros paí­­ses.

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Madres

El padre de Carlitos, "un obrero de trabajos pesados, era excepcionalmente obstinado y no creía en la educación formal, e hizo cuanto pudo por evitar que Carl fuese a la escuela. Por fortuna para" Carlitos "(y para la ciencia), su madre, a pesar de ser analfabeta, animó a su hijo en sus estudios, mostrándose considerablemente orgullosa de sus logros hasta el día de su muerte, acaecida a los 97 años de edad". (S.I. Grossman)

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Mis primeros dos años en Escuela Politécnica Nacional (Quito – Ecuador) fueron una época muy especial para mi. Muchos cambios, mucha competitividad, mucha presión y una búsqueda insaciable por más y más conocimiento.

Después de pasados años desde que salí de la poli, me he puesto a recordar a quienes fueron mis profesores y/o amigos y/o compañeros. Quizás porque de aquí a poco visitaré Ecuador después de 5 años desde que me vine a Chile.

Sea como sea, me acordé de mis compañeros pastusos, de quienes venían de Tulcán, San Gabriel o de otra parte de la provincia norteña de Carchi. Lo que me encontré es sorprendente: ¡todos se graduaron! Cuando me acordaba de quienes eran de mi provincia, apenas recuerdo a dos o tres de quienes puedo afirmar que terminaron.

Tratando de encontrarle sentido a esto, me puse a rebuscar en mi mente las cosas que convercé con mis ex-compañeros pastusos. Hasta que recordé a Jorge – ya no me acuerdo el apellido pero estoy casi seguro que seguía Geología, quien repitió algunos semestres en diferentes materias. En algún momento yo le sugerí que pensara en la posibilidad de revalidar créditos para terminar la carrera en otra universidad. Pero el me dijo más o menos algo así: "mira Juanito, mi madre está orgullosa de que yo esté en la poli. Ella es la mejor madre del mundo y la única forma de honrarla como se debe es salir adelante…"

¿Qué más se puede decir ante algo así? ¿Será que mis todos mis ex-compañeros pastusos compartían este sentimiento? No lo sé. Pero quizás actuaba en ellos el mismo tipo de empuje que recibía Carl Gauss – el Carlitos del primer parágrafe. Y claro, muy probablemente ni Jorge ni mis otros ex-compañeros pastusos (peor su guaytambo servidor) recibirán una medalla como la que el Rey de Hannover, George V, concedió post-mortem a Carlitos: "…. al Príncipe de los Matemáticos". Pero seguro que para la madre de Jorge lo es.

De acuerdo con la tradición judía, el mandamiento de "Honrar a los progenitores" no es una obligación para el no-judío (o gentil). Pero la misma tradición menciona – no una vez – que los gentiles han tomado tradicionalmente para ellos está tarea adicional llegando a superar en su observancia al propio Israel.
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Fuente de la foto de Carl Gauss: Wikipedia.

Ideas y efectos

Escribe Rabí Elijah Benamozegh en su libro "Israel y la Humanidad": "No todos perciben inmediatamente la implicaciones necesarias de un principio dado. La sociedad tiene tal inercia que siempre requiere cierto tiempo para que las transformaciones inherentes a las ideas que acepta (como válidas) se vuelvan evidentes (al final al ver la perspectiva global); pero, en el largo tramo, la lógica siempre trae las consecuencias a partir de las premisas".


Cuando hablamos de una sociedad moderna, se nos vienen a la mente valores como respeto, libertad, justicia, libertad de expresión, etc. Estos son conceptos morales que un ciudadano verdaderamente libre aprecia y por tanto no los negocia. Pero ¿qué pasa si en una sociedad se relativizan totalmente estos conceptos superditándolos a "mi gusto y gana"?

Converzando con un colega matemático de origen vasco, mientras caminábamos a unas conferencias en la Universidad de Orleans (Francia), el expresaba su convencimiento pleno de que la democracia no era un mecanismo perfecto para hacer caminar a una sociedad pero que era lo mejor que teníamos a mano. En esto coincidimos totalmente. Después de unos días de charlas y cafés, en que hablábamos de miles de cosas menos de Matemática, llegamos a acuerdos en muchas cosas. En algo en que no coincidimos es en la existencia o no de valores morales universales. El decía que no existe tal cosa y yo decididamente creo que siempre han estado allí.

 Nunca llegamos a un acuerdo. Mantuvimos correspondencia por algunos meses sin encontrar un punto medio de convergencia sobre este tema. Después de bastante tiempo me di cuenta que la razón detrás de esta imposibilidad de mediar se debía a un concepto básico de nuestras cosmovisiones: él atribuía al pueblo ser la causante de la soberanía de un Estado mientras que para mi tal soberanía viene de la mano de la Existencia Primera.

El me decía, "ahora está prohibido casarse entre hermanos, pero ¿quién sabe? si en España nos ponemos de acuerdo, reunimos los votos y decidimos cambiar esto. Yo no le vería ningún problema". "Pues bien", le decía yo, "¿qué tal si por el 100% de los votos deciden ustedes que el maltrato infantil es legítimo? ¿Seguirías pensado igual?".

Como bien expresa el texto de Rabí Benamozegh, citado al principio del artículo, cuando se ven las cosas en una buena perspectiva de tiempo, las ideas aceptadas como válidas por una sociedad terminan mostrando sus pros y contras en el mediano plazo. Si en una sociedad, subordinamos el respeto a los derechos de una persona a su pertenencia o no a un determinado grupo humano o a una determinada opinión, entonces no será raro terminar escuchando como se califica de "intolerable" cuando le agreden a un colega conocido nuestro y, por otro lado, se condona una agresión a unas personas a quienes no queremos bajo el argumento de "bien hecho: se lo tenían merecido".

Ahora que hemos planteado el tema, lo animo estimado lector a que como miembro de su sociedad se cuestione "¿qué entiende por democracia y respeto al Estado de Derecho el ciudadano promedio de mi país?".

Bajarse de la montaña para aprender a vivir bajo el agua

He sido sincero y lo más honesto posible en los artìculos que he escrito en Fulvida.com y en mi blog personal. Lo he dicho ya pero lo repito: de manera similar a como muchos de los amigos lectores de Fulvida.com, mi sobrevuelo y posterior aterrizaje en la pista de las Siete Leyes no fue un camino de rosas pero tampoco un camino pantanoso – todo gracias a Dios. Es que a más de darse cuenta uno que ha estado escalando una montaña enorme pero equivocada, resulta que, como andinista, uno carga su mochila personal. Una mochila llena.

Ahora bien, cuando el montañista está bien enrumbado – tiene un buen mapa y una buena brújula – apunta a la dirección y camino que lo lleven a la montaña apropiada. Además pone en su mochila aquellas cosas que le son de utilidad: una brújula, una linterna, una mini cocinilla, gas para la cocinilla, un pequeño jarrón para derretir nieve y así poder rehidratarse, etc.etc.etc.

El montañista, mientras más experimentado –  "más ducho" como decimos en Ecuador, escoge de mejor manera y cada vez mucho más eficientemente, sus herramientas para escalar en la vida. Con el tiempo se va dando cuenta que no sólo es importante llevar las buenas herramientas, sino que "lo barato sale caro" y opta entonces por comprar cuerdas de primera calidad, botas de primera calidad, carpa de primera, etc. Al fin y al cabo de estas cosas puede depender su vida cuando llege el temporal… Ah y muy importante: el andinista experimentado sabe que "los peores enemigos son el miedo y  la imprudencia".

Algunos, en nuestra vida de andinistas-buscadores-de-la-verdad, nos subimos a varias montañas equivocadas y, lo que es peor aún, llenamos de piedras (totalmente inútiles  y de hecho perjudiciales) nuestras mochilas. De hecho muchos ni siquiera utilizamos (a su tiempo) el sentido común (que a veces parece ser poco común) para sacar las piedras de las expediciones anteriores. ¿Cuál es el resultado? Que, progresivamente, el mochilero  se va haciendo cada vez más daño a causa del peso e inutilidad del incrementado peso. Pero peor aún: en su búsqueda se acostumbra a cosas complicadas y parece cada vez más autoconvencido de que "seguro llegar a la verdad debe doler".

En buena hora de mi vida, me encontré lejos de mi patria, de mi familia y de un entorno donde todos los agentes eran más andinistas sombies que elogiaban al que se calzaba la mochila más grande.

Y ahí estaba yo: por fin tomando la decisión de cuestionar si es realmente peligroso sacarme al menos una piedrita de mi mochila…   ¿Fácil? Nunca he dicho que lo sea. Pero mucho más pronto que tarde mi organismo empezó a sentir alivio por aquellos gramos que arrojé. ¿Otra piedrita? ¿Por qué no? ¿Otra más? ¿Qué tal una cuarta?… Pronto empecé a volverme más diestro en el arte de arrojar piedras contaminadas y uno que otro bulto podrido de mi mochila y, más importante aún, ya no envidiaba a aquellos que, cual gallitos de pelea, competían para ver quien rompía el récord de cargar la mochila más pesada. Piedra a piedra, cada vez más eficiente, cada vez más rápido, cada vez más saludable y vuelto a la vida…

Con el tiempo por fin entendí (algo que había leido hace muchos años) de por qué era que mientras unos estudiantes cristianos y musulmanes (de una universidad) contestaban a la pregunta planteada por su profesor,  "¿qué harían si reciben una condena de ser sumergidos al fondo del mar?", diciendo (los primeros) "me arrepentiría de todos mi pecados para irme con Jesús" y (los segundos) "lo aceptaría con resignación pues estaba escrito en el libro de Alá", (por otro lado) el único estudiante judío de la clase contestaba "¡aprendería a vivir bajo el agua!". ¡Claro! Este descendiente de Abraham sabía que es en este mundo donde uno está en capacidad de trascender las limitaciones de nuestro ser finito para conectarnos con el Infinito. 

Entonces, ¿a qué le llamamos sensibilizar con nuestro prójimo? ¿Sentarse a llorar con quienes no quieren sacarse sus mochilas? No. Más bien le invito a que nos terminemos de secar las lágrimas, a que nos levantemos y nos animemos a caminar rumbo a la montaña correcta – a la vez que nos vamos quitando piedras de la mochila –  y a mostrar a otros mochileros con el ejemplo que aun cuando uno haya tenido la mochila más grande del mundo, ES posible cambiar. Avance, estimado lector, para que usted mismo les diga a sus pares "¡vamos para adelante! Si puedo darte una mano, con mis defectos y virtudes, te la doy. Pero no te puedo dar caminando lo que a ti te corresponde".

Y si se pone a pensar cómo sería el mundo si todos camináramos más aliviados y libres, con herramientas de primera calidad en nuestra mochila en vez de piedras putrefactas, se daría cuenta que

comer no es malo, pero meter algo en decomposición al estómago hace daño;
beber no es malo, pero el alcohol industrial sirve para otras funciones;
usar la libre expresión no es malo, pero difamar y mentir es parecido a asesinar;
la política no es mala, pero el mal uso de ella puede arruinar pueblos enteros;
la izquierda no es mala y tampoco lo es la derecha, pero si camina solo a un extremo no podrá ir derecho, de frente a su montaña.

¿La política es un tema vetado para los noájidas? ¡Todo lo contrario! Necesitamos más políticos honestos y mucho mejor si tienen claro que el camino de Dios es el camino de la moderación.

Al igual que con otros tópicos – como familia, amigos, salud mental, salud física, economía y amor al prójimo – hacer pólítica con un sustento de Ética y Moral brotando de las Siete Leyes, no sólo que no "desgasta al ser humano" sino que de hecho lo lleva a conectarse con las necesidades de su pueblo: ¿cómo mejoramos nuestra sociedad? ¿esta ley estorba o ayuda?

¿Decir que un tirano llegó como presidente y se transformó en dictador es odiarlo? "Callar para no perder más" fue la estrategia cómplice usada por Europa: millones pagaron con sus vidas la desidia y quemimportismo. Entonces mi estimado lector si usted quiere saber si seguir los acontecimientos políticos puede

beneficiar su vida como noájida;
enseñarle a ser mejor noájida;
motivarle a encontrar pautas para marcar la diferencia ante el malestar que le rodea;
añadir significado a su vida,

entonces mi respuesta es ¿por qué no? ¿Acaso no le bendijo el Creador a usted (mucho más que a mi) con inteligencia, lógica, sensibilidad y sentido común?

Pero si usted amable lector prefiere leer aquel horóscopo que le dice "hoy es un perfecto día para ti signo noájida: cargarás una vez más tu mochila empedrada", bueno, es su decisión. Usted bien puede escoger que artículo le conviene y cuál no.

Finalmente, con toda la sinceridad de la que soy capaz, quiero hacerle un llamado estimado lector para que active todo su potencial en beneficio de la divulgación apropiada y crecimiento de las Siete Leyes en el mundo hispanoparlante. ¡Usted puede marcar la diferencia! Por mi parte trataré de seguir aportando todo lo que me es posible desde el lugar en el que esté – no hace falta ser coordinador / representante de Fulvida para ello.

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Foto: El monte Sinaí visto desde arriba (Wikipedia – la enciclopedia libre).

El Alzheimer del pueblo palestino

NMI Digital-Caracas. Un chiste macabro dice que la enfermedad de Alzheimer brinda un gran beneficio: sólo permite conocer gente nueva… Pero causa el enorme daño de borrar la propia historia. Y esto no es un chiste. La tragedia palestina, al marginar la historia, obtura sus vías de solución. Se ha dicho que los palestinos “no pierden la oportunidad de perder la oportunidad”. Y esto es así porque no recuerdan sus propios errores y, en consecuencia, no advierten que pueden hallar su independencia y prosperidad a la vuelta de la esquina.

¿Qué cosas tan importantes han olvidado? Por razones de espacio, sólo puedo brindar una síntesis.

Al terminar la Segunda Guerra Mundial, Palestina estaba bajo el mandato colonial de Gran Bretaña. La comunidad judía profundizó su lucha emancipadora porque, desde finales del siglo XIX, venía construyendo su Estado y no aceptaba algo que no fuera la independencia. Había fundado centenares de kibutz, escuelas, hospitales, caminos, granjas, teatros, forestó yermos, canalizó el agua y hasta edificó Tel Aviv sobre dunas de arena.

Creó la primera universidad, la primera orquesta sinfónica y el primer instituto científico del Medio Oriente. Tenía aparato administrativo y fuerzas de defensa. Gran Bretaña, que contaba con el apoyo de la comunidad árabe de Palestina y de la Liga Árabe que ella misma había ayudado a fundar, elevó el problema a las Naciones Unidas con la esperanza de que condenasen las pretensiones judías y pudiese continuar su mandato.

Se formó un comité integrado por países neutrales que recomendó el fin del tiempo colonial británico y la partición de Palestina en dos Estados: uno árabe y otro judío. Las fronteras del Estado judío fueron dibujadas según las poblaciones predominantemente judías y el resto fue adjudicado al Estado árabe. Ambos se mantendrían unidos por cruces territoriales y la complementación económica.

¿Qué pasó? Los judíos aceptaron el veredicto. Aunque no se les hacía un regalo, porque Israel ya existía gracias al sudor de sus habitantes, se legitimaba su anhelo de soberanía. Los árabes, en cambio, rechazaron la oferta y proclamaron su intención de arrojar a todos los judíos al mar. En efecto, apenas Israel proclamó su independencia, siete ejércitos árabes violaron la decisión de las Naciones Unidas y se arrojaron sobre el exiguo territorio. Los judíos carecían de armas: nadie se las vendía porque consideraban imposible que pudiesen sobrevivir. El único país que accedió a proporcionárselas fue Checoslovaquia, porque suponía que el socialismo del flamante Estado lo llevaría a la órbita soviética.

En conclusión, si la agresión árabe hubiese triunfado, no existiría Israel. Pero la historia fue distinta. La guerra la quisieron y forzaron los árabes, no Israel. Y perdieron. Ahí comenzó la tragedia palestina. Por culpa de sus dirigentes. De haber actuado con sensatez, en 1947 ya hubieran tenido su Estado propio.

Luego de la derrota, los países vencidos se apoderaron de lo que quedaba de Palestina. Gaza pasó a ser administrada por Egipto y Cisjordania fue anexada al reino de Transjordania, que cambió su nombre por Jordania. En consecuencia, los territorios que hubieran correspondido al Estado árabe palestino fueron devorados por esos dos países, no por Israel. Pero durante dieciocho años ni una sola voz egipcia, jordana o palestina reclamó convertirlos en un Estado independiente, con Jerusalén Este de capital. Jerusalén Este había quedado en manos jordanas, pero no fue convertida en su capital ni fue a visitarla ningún jefe de Estado árabe; era un villorrio marginal donde, eso sí, se destruyeron las centenarias sinagogas, se arrancaron lápidas del Monte de los Olivos para construir letrinas y se prohibió el acceso de los judíos al Muro de las Lamentaciones.

Los palestinos perdieron otra vez la oportunidad de proclamar su Estado en Gaza y Cisjordania. Llegó el año de 1967. Los Estados árabes, impulsados por el entonces presidente de Egipto, Gamal Abdel Naser, decidieron terminar con Israel. Bloquearon el Golfo de Akaba y exigieron el retiro de las tropas de Naciones Unidas que evitaban el encontronazo de los enemigos. Pese a los desesperados ruegos de Israel, las Naciones Unidas se marcharon y dejaron libre la ruta de la matanza. Pero Israel, que no tenía ocasión suicida, no esperó a que fuera demasiado tarde, a que la mano del verdugo lo agarrase del cuello. Estalló la Guerra de los Seis Días.

La victoria israelí fue impresionante. Pero no cambió la realidad: Israel seguía siendo un pequeño Estado en medio del océano árabe. En consecuencia, tendió la mano a sus enemigos y ofreció negociaciones de paz que incluían la devolución de territorios. Los líderes árabes se reunieron en Jartum para dar su respuesta. Y la respuesta fueron los arrogantes y famosos “tres noes”: no al reconocimiento, no a las negociaciones y no a la paz con el Estado de Israel.

Los palestinos volvieron a perder esa oportunidad. Ahora olvidan que un halcón como Menahem Begín, para obtener la paz con Egipto, le reintegró generosamente hasta el último grano de arena del Sinaí. Y que además le obsequió pozos petrolíferos, rutas, aeropuertos, los complejos turísticos de Taba y Sharm El Sheik, desmantelando incluso la ciudad judía de Yamit, construida entre Gaza y el Sinaí. Vale la pena recordar que quien estuvo a cargo de la penosa tarea de sacar a los colonos israelíes de la península fue el entonces general Ariel Sharón.

Debo obviar otros hechos para referirme a la última, magnífica y ya olvidada oportunidad desperdiciada. Sucedió en Camp David II. El Primer Ministro israelí, Ehud Barak, más pacifísta que Rabin, le ofreció a la Autoridad Nacional Palestina todo lo que pretendía (menos la autodestrucción, por supuesto). Arafat replicaba con un monocorde no. Clinton le reprochó, irritado: “Basta de decir no: haga sus propias propuestas”. No las hubo. No las hubo porque habrían conducido a la paz.

El líder israelí volvió triste: había ofrecido sin resultado mucho más de lo que su pueblo aceptaría. Arafat volvió alegre porque continuaría la guerra que lo mantiene en la primera página de los diarios de todo el mundo. Su vida de combatiente le otorga más laureles que la aburrida administración de un país. Era obvio que pocos días después iba a lanzar la segunda, innecesaria y criminal Intifada.

Digámoslo sin cobardía: entre la creación de un Estado palestino pacífico y la promocionada Intifada, ¡Arafat eligió la Intifada! Si ahora no existe un Estado palestino independiente es por voluntad de la dirigencia palestina, no de Israel. Hay que denunciar esta verdad simple y dura. De lo contrario, se ahondará en la estéril tragedia que enluta al Medio Oriente y que demora una solución que está al alcance de la mano.

La enfermedad de Alzheimer impide recordar que esta Intifada fue decidida antes de Camp David, como confesó el ministro palestino de Comunicaciones.

No estalló contra Sharon, que ni siquiera era ministro, sino contra el pacifista Barak, quien durante los cinco meses que le quedaban en el gobierno recurrió a todas las declaraciones y negociaciones posibles, directas e indirectas, para que cesara la violencia y continuara el proceso de paz. No hubo caso, no hubo un solo día sin ataques palestinos y el efecto inevitable fue el triunfo electoral del Primer Ministro Ariel Sharón.

Desde hace décadas, en Israel actúa el Movimiento Paz Ahora, que dinamiza a un millón de adherentes. ¿Qué movimiento por la paz existe entre los palestinos? No pido que reúnan cien mil, ni diez mil. ¡Me conformaría con sólo mil! Pero eso no es posible porque su dirigencia ha estimulado la pérdida de memoria y un desmesurado crecimiento del odio. Los palestinos, después de cada nueva frustración, se dedican a matar judíos. “Habrá paz”, dijo Golda Meir, “cuando amen a sus hijos más de lo que nos odian a nosotros”.

Esta también es una simple y dolorosa verdad.

Marcos Aguinis

La Naturaleza de la Judeofobia (G. Perednik) – Unidad 11

  Junto al antisionismo, la otra manifestación de la judeofobia contemporánea es la Negación del Holocausto (NH). Ambos son un intento por reescribir la historia reciente, y por ello se presentan juntos. Porque, si no se justifica el Estado judío (como arguye el antisionismo) debe de ser porque el sufrimiento judío es una maliciosa fantasía (como plantea la NH)…   La judeofobia fue muy activa durante la dictadura militar en la Argentina 1976-1983. De entre los miles de "desaparecidos", los judíos eran la víctima favorita en los centros de tortura… Entre los periodistas que defendían el régimen, Enrique Llamas de Madariaga difundió por la televisión estatal un programa insidioso (30/10/1980) bajo la consigna de que "Si los persiguieron durante cuatro mil aos, por algo será".

 


 

Unidad 11: La Negación del Holocausto – La judeofobia actual

Por: Gustavo Perednik   

Junto al antisionismo, la otra manifestación de la judeofobia contemporánea es la Negación del Holocausto (NH). Ambos son un intento por reescribir la historia reciente, y por ello se presentan juntos. Porque, si no se justifica el Estado judío (como arguye el antisionismo) debe de ser porque el sufrimiento judío es una maliciosa fantasía (como plantea la NH).

En Mi patria, Palestina; el sionismo, enemigo del pueblo (publicado en Alemania en 1975) Ahmed Hussein sostiene que el promotor de la judeofobia es el sionismo, interesado en que los judíos huyan hacia Israel. Así se reitera el ardid de poner a la víctima como victimario. "La mejor propaganda para el Estado de Israel es el judío muerto", explica sin rodeos Hussein y agrega: "después de estudiar profundamente el tema, y basado en eruditos, he llegado a la conclusión de que durante la Segunda Guerra Mundial ni un solo judío fue muerto por ser judío… Sólo la mentira de los seis millones posibilitó la presión sionista para establecer el Estado de Israel y su financiamiento con capital alemán".

Una variante aun más cruel del mismo argumento, es que los sionistas se asociaron con los nazis para exterminar judíos. La expuso Lenni Brenner, muy difundido en la URSS, y llegó al escándalo en Londres en 1987 cuando el Royal Court Theatre decidió no presentar la obra Perdition de Jim Allen, que sostenía esa calumnia. Era en palabras del autor "el ataque más letal contra el sionismo escrito jamás".

Un rastreo de los comienzos de la NH nos lleva al Holocausto mismo, durante el cual por lo menos dos cabecillas nazis, Martin Bormann y Heinrich Himmler, prohibieron toda mención pública de la "Solución Final". Pero por entonces el objetivo de la NH se limitaba a preservar la inconsciencia judía acerca de la dimensión del ataque, a fin de asesinarlos sin resistencia.

Después de la guerra, fueron trotskistas y anarquistas franceses quienes curiosamente iniciaron la NH al descalificar la evidencia del genocidio como "propaganda stalinista". Su primer libro fue Desenmascarando el mito del Holocausto de Paul Rassinier (1964).

En 1979 la NH se organizó en un prolífico Instituto para la Revisin Histórica (IHR) en Torrance, California, que mantiene convenciones anuales y publica el trimestral Journal of Historic Review, enviado sin cargo a doce mil historiadores norteamericanos. Su mentor, Willis Carto, de vieja militancia nazi, fundó el Liberty Lobby (la propaganda judeofóbica más grande de los EE.UU.). El IHR es pseudoacadémico; aunque convoca a profesores, todos ellos carecen de títulos en historia (Rassinier estudió geografía, Butz ingeniería electrónica, Faurisson literatura, etc.).

Desde 1991 uno de ellos, Bradley Smith, coloca avisos en los diarios de las universidades americanas en nombre del CODOH (Comité para el Debate Abierto sobre el Holocausto). Lograron reclutar a un tal David Cole de padres judíos, y a un comentador militar británico, el neonazi David Irving, cuyo best-seller La Guerra de Hitler (1977) esgrimía que Hitler nunca supo que los judíos eran asesinados en Europa.

La NH nos plantea un serio dilema: perdemos al refutar sus argumentos (ya que de este modo los legitimamos como "opinión para abrir el debate acerca del Holocausto"), pero también perdemos si no les contestamos ("los judíos carecen de argumentos"). Los métodos para confrontar el fenómeno merecerían una clase especial que, nuevamente, escapa al marco de nuestro curso. Pero debo mencionar los cuatro niveles de la NH, en orden de la sofisticación de sus argumentos: 1) el Holocausto nunca ocurrió; 2) las cifras fueron abultadas; 3) no hubo ningún plan sistemático de exterminio; 4) en cada guerra hay Holocaustos, y los judíos cacarean sólo el suyo como si fueran los monopolizadores del dolor.

La NH es un fraude peligroso, porque al blanquear los crímenes del nazismo hace posible su reedición, y disemina el odio bajo la excusa de "libertad de expresión" mientras transgrede doblemente la ley: por apología del delito y por incitación a la violencia.

La NH ha expandido la mitología judeofóbica. A leprosos, adoradores de asnos, deicidas, pueblo testigo, asesinos de nios, bárbaros, virus racial, explotadores, confabuladores internacionales y racistas, se agrega ahora el de "inventores de Holocaustos".

La Judeofobia en América

Desde la misma creación de los Estados americanos, los judíos fueron activos en ellos. Por ello no hizo falta su Emancipación legal como en Europa, en donde, según vimos, la judeofobia moderna fue una reacción (inmediata o tardía) contra la Emancipación. Por ello en las Américas la judeofobia puede entenderse parcialmente como un vicio importado.

Aunque en 1654 hubo en New York (por entonces New Amsterdam) un intento de expulsar a los judíos por parte del gobernador holandés Peter Stuyvesant, en general, antes de la independencia de las colonias de Norteamérica, los judíos no sufrieron agresiones físicas, y otras minorías fueron más atacadas.

Durante la Guerra de Secesión norteamericana desde ambos bandos se acusó a "los judíos" de ayudar al enemigo, y el 17/12/1862, Ulysses Grant (el victorioso general de la Unión y 18vo. presidente americano) ordenó la expulsión de todos los judíos de Tennessee. Esta Orden General Número 11 fue revertida por el presidente Lincoln, después de que ya se había aplicado en varias ciudades.

En la última década del siglo pasado apareció una judeofobia más nítida, no como respuesta a Emancipación sino a una brecha cultural frente a los inmigrantes. Según vimos, en 1881 comenzó en Rusia la era de los pogroms y el éxodo más grande de la historia. En 1890 habían ingresado a los EE.UU. más de un millón y medio de judíos, y para 1920 ya eran tres millones.

Parte de la población veterana receló de los recién llegados. Henry Adams (bisnieto del segundo presidente americano) escribía: "La atmósfera judía me hace sentirme aislado. Los judíos van a controlar completamente las finanzas y el gobierno de este país, o estarán muertos". En su novela Las columnas del César (1890), Ignatius Donnelly cuenta que los judíos toman el poder para vengar sus padecimientos en los cristianos. El corolario de esta animosidad fue el "restrictionismo" o movimiento antiinmigratorio. Uno de sus mentores, Madison Grant, en El paso de la gran raza (1916) endilgó a los judíos el mestizaje de la nación. El movimiento logró en 1924 la limitativa Acta de Inmigracin.

Pero la norma fue otra. Los presidentes y líderes norteamericanos expresaron con frecuencia su gran estima por el pueblo judío. Los padres fundadores de los EE.UU. compartían las raíces de los puritanos ingleses quienes, a partir de su amor por la Biblia, revaloraron de ella su idioma, su tierra y su nación. Cuando la Rusia zarista se negó a emitir visas de visita a judíos americanos y dio maltrato a los pocos que las obtuvieron, el gobierno norteamericano canceló en 1911 un viejo Tratado Ruso-Americano.

Si hubo similitudes entre la judeofobia americana y la europea, la escala siempre fue mucho más pequea. Por ejemplo, "el Affaire Dreyfus" americano tuvo lugar en 1913 en Atlanta, cuando el ingeniero Leo Frank fue acusado de asesinato por la sola evidencia del testimonio del principal sospechoso. La Jeffersonian Magazine exigía la ejecución del "abominable, perverso judío de Nueva York" y su editor creaba la Orden de los Caballeros de Mary Phagan (tal era el nombre de la asesinada) para boicotear todos los negocios judíos de Georgia. Dos aos después de comenzado el juicio, Frank fue arrancado de su celda y linchado. Se trató del primer caso de asesinato judeofóbico en los EE.UU., y el último hasta los recientes episodios de Crown Heights. En estos, norteamericanos de color arremetieron contra judíos al azar (mataron a uno) en "venganza" porque dos nios negros murieron atropellados cuando un conductor jasídico perdió el control de su auto.

El parecido con el escenario europeo es más claro en algunos países de Latinoamérica, en donde la judeofobia es más p. Los fundadores de los Estados latinoamericanos no se educaron en el amor puritano por la Biblia y su pueblo; el ambiente de muchos de ellos fue la Iglesia inquisitorial espaola. El caso argentino fue especialmente oscuro, y a él nos referiremos en particular, teniendo en cuenta que se trata de la comunidad más grande y la que más judeofobia sufrió. En el resto de los países el odio antijudío fue casi siempre marginal, y la historia de cada uno escapa a los marcos de nuestro curso.

En los EE.UU. la estela del caso de Leo Frank se disipó en la unidad nacional que acompaó la Primera Guerra Mundial. La posguerra volvió a destapar la judeofobia, debido al temor de que los valores y estilo de vida tradicionales fueran amenazados por la inmigración masiva, por la creciente población urbana y por el liberalismo religioso. El Ku Klux Klan (grupo racista, reaccionario y judeofóbico) llegó en 1924 a cuatro millones de miembros. Como hemos visto, los Protocolos eran difundidos por Henry Ford. Su campaa se detuvo en 1927 con un pedido público de disculpas.

En 1922 la discriminación en la educación se transformó en un tema de debate nacional cuando la Universidad de Harvard anunció que estaba considerando un sistema de cuotas para estudiantes judíos. Aunque el plan fue eventualmente abandonado, las cuotas se aplicaron por medios velados en muchas instituciones terciarias, a fin de limitar el muy alto número de judíos que asistían a ellas (aun para 1945 Dartmouth Colege admitía abiertamente un sistema de cuotas para estudiantes judíos).

El acceso de judíos también estaba limitado para puestos en bancos, compaías de seguro, empresas públicas, hospitales, grandes estudios jurídicos y planteles académicos universitarios. Esta restricción dio en llamarse la judeofobia "cortés" en los EE.UU., que tuvo en los aos treinta un impulso ideológico, con la noción de que "los judíos dominaban el gobierno de Franklin Roosevelt, causaban la gran depresión económica, y querían arrastrar a los EE.UU. a la Segunda Guerra contra una admirable Alemania que surgía".

El principal vocero fue el sacerdote Charles Coughlin, cuyo programa semanal de radio atraía a millones de personas. Cuando en 1942 se supo del Holocausto, la Iglesia ordenó a Coughlin cesar toda actividad no-religiosa. (Es notable cómo ecos de esa voces se escucharon en los EE.UU. a principios de esta década, como la del líder republicano Pat Buchanan cuando acusaba a "los judíos" de arrastrar al país a una guerra contra Irak). En la década del cuarenta la vanguardia aislacionista fue el Comité por América Primero, que incluyó al héroe de aviación Charles Lindbergh. Aun en 1944 una encuesta pública mostró que un cuarto de los norteamericanos veían en los judíos "una amenaza". Pero a partir de la Segunda Guerra, la judeofobia americana descendió notablemente, excepto entre los negros.

En efecto, a pesar de la activa participación de israelitas en el movimiento civil por los derechos de los negros en los aos cincuenta, el movimiento de Poder Negro generó fricciones en las relaciones con los judíos. Nació una forma americanizada del Islam que atrajo a millares de negros en busca de identidad, precisamente en el período de guerra entre el mundo islámico y el Estado judío.

Uno de sus líderes más extremos, Kwame Ture (ex-Stokely Carmichael) declaró en el setenta "nunca haber admirado a un hombre blanco, pero Hitler fue el más grande de entre todos ellos". Expresiones similares de odio se escuchan hoy por parte de Louis Farrakhan y otros jefes del grupo Nación del Islam. Allí se concentran hoy los peligros de la judeofobia en los EE.UU.

En cuanto a Sudamérica, la evidencia de judíos participando en la lucha independentista es más tenue que en el Norte, y se dio en casos como el de Alejandro Aguado en la Argentina. A este país, los judíos fueron explícitamente invitados por el gobierno. En decreto presidencial del 6/8/1881, se enviaba a un agente que atrajera a la Argentina a quienes huían de los pogroms. Hubo alguna reacción hostil contra esa invitación, incluida la de uno de los máximos próceres argentinos, Domingo F. Sarmiento, en El Diario de 1888.

Pero el verdadero comienzo de la judeofobia es literario, relacionado a la novela La Bolsa (publicada en 1891 en el prestigioso diario La Nación). En una época en que virtualmente no había judíos en la Argentina, el autor Julián Martel los culpa de la crisis financiera y de la clausura de la Bolsa de comercio, en un libro que constituye un mediocre remedo del francés Drumond. En rigor, la judeofobia de La Bolsa tuvo que ver, más que con la novela en sí, con la glorificación que le dedicaron grandes intelectuales argentinos, al punto de que el texto fue por décadas lectura obligatoria en las escuelas.

Las tensiones con el judío real, con el inmigrante, se dieron sobre todo cuando los sectores más conservadores tendían a identificar bajo el común epíteto de "ruso" tanto a los judíos como a los revolucionarios de Rusia. El detonante para esa reacción fue el asesinato del jefe policial de Buenos Aires, Ramón Falcón, quien había reprimido en forma sangrienta la manifestación del Primero de Mayo de 1909. Ese ao Falcón fue muerto por Simón Radowitzky, de diecisiete aos de edad, un judío recién inmigrado y, para el caso, doblemente "ruso".

A pesar de que la comunidad judía (de la que Radowitzky estaba totalmente desvinculado) hizo todo lo posible por distanciarse del hecho, un ataque físico se lanzó contra los judíos indiscriminadamente el 15/5/1910, en plenos preparativos para celebrar el centenario de su revolución independentista argentina.

La judeofobia creciente estalló unos aos después, en 1919, en el marco de la llamada Semana Trágica, que comenzó como represión a una huelga. Ese ao la Liga Patriótica fue fundada por Manuel Carlés, abuelo de quien fuera en las dos últimas décadas cabecilla del Partido Nacionalista Social argentino.

El periodista ídish Pedro Wald fue detenido acusado de tramar un "gobierno maximalista judío en la Argentina". Al salir de la cárcel torturado escribió la novela Koshmar (pesadilla). Así relató los episodios del 9/1/1919: "…salvajes eran las manifestaciones de los nios bien que marchaban al grito de ‘¡Mueran los judíos!;¡Muerte a los extranjeros y maximalistas!’ Refinados, sádicos, torturaban y programaban orgías… Detienen a un judío y luego de los primeros golpes comienza a brotar un chorro de sangre de su boca; acto seguido le ordenan cantar el himno nacional. No lo sabe; lo liquidan en el acto… No se selecciona. Pegan y matan a quien encuentran…"

El 10 de enero fueron asaltados los locales de las organizaciones Avangard y Poalei Tzion y la Asociación Teatral Judía (IFT). Todo fue arrojado a la calle y quemado, mientras la guardia civil azotaba y robaba. La policía montada observaba cómo ardían en la noche muebles, biblioteca y archivos. Entre otros testimonios reveladores, dos son elocuentes, de un judío y un cristiano.

Escribió el primero, José Mendelson: "Jinetes de la policía arrastraban a los viejos judíos desnudos por las calles de Buenos Aires, les tiraban de sus encanecidas barbas, y cuando ya no podían correr al ritmo de sus caballos, su piel se desgarraba raspando contra los adoquines, mientras los sables y látigos de los hombres de a caballo golpeaban sus cuerpos… En el Departamento Central de Policía pegaban espaciosamente. Cincuenta hombres, ante el cansancio de azotar, se alternaban para cada judío… En la comisaría 7ma. los soldados, vigilantes y jueces, encerraron a los judíos en los baos, donde los torturadores tiraban en forma salvaje de sus bocas, mientras la policía argentina y los soldados les orinaban en la boca…"

El segundo testigo presencial fue Juan Carulla: "Oí que estaban incendiando el barrio judío y hacia allí me dirigí. Al llegar a la Facultad de Medicina, me tocó presenciar el primer pogrom en la Argentina. En medio de la calle ardían piras formadas con libros… se luchaba dentro y fuera de los edificios… se acusaba a un comerciante judío de hacer propaganda comunista pero el cruel castigo se hacía extensivo a otros hebrbajo los gritos de ‘¡Mueran los judíos!’ Pasaban a mi vera viejos barbudos y mujeres desgreadas. Nunca olvidaré el rostro pálido y la mirada suplicante de uno de ellos al que arrastraban un par de mozalbetes, así como la de un nio sollozante que se aferraba a la vieja levita negra, ya despedazada, de otro de aquellos pobres diablos". El saldo en vidas de aquella Semana Trágica fue de ochocientos muertos y cuatro mil heridos.

Con el auge del nazismo en Europa, recrudeció la judeofobia de publicaciones y grupos "germanófilos" nacionalistas. Uno de los más difundidos escritores argentinos, Hugo Wast (seudónimo del director de la Biblioteca Nacional, Martínez Zuviría) publicó en 1935 un par de novelas que difunden el mito de la conspiración judía, El Kahal y Oro. Ese ao se creó la DAIA, nacida para defender los derechos judíos. Zuviría llegó a ser ministro de educación del país en 1943.

Las bandas y las publicaciones nacionalistas no cejaron después de la guerra, y para la década del sesenta la más activa banda judeofóbica argentina fue Tacuara, que tenía por mentores a los sacerdotes Alberto Ezcurra y Julio Meinville. En connivencia con el representante de la Liga Arabe Hussei Triki, Tacuara secuestró, torturó y asesinó. A los padres del estudiante asesinado Raúl Alterman enviaron una explicación: "Nadie mata porque sí nomás; a su hijo lo han matado porque era un perro judío comunista… Si no están conformes, que se retiren todos los perros y explotadores judíos a su Judea natal". Este caso, como los otros crímenes de la judeofobia argentina, quedaron impunes, y esta regla incluye a las voladuras en los últimos aos de la Embajada de Israel y del edificio comunitario AMIA.

Con todo, hay que tener en cuenta que la peligrosidad de grupos como Tacuara no deriva de sus acciones violentas ni de su propaganda nazi, sino de la medida en que están cerca del poder. En este caso, amplios sectores del partido mayoritario, el peronista, apoyaban a la agrupación judeofóbica. En rigor, el parámetro para medir el peligro de la judeofobia en un país determinado, no debe ser el tamao de sus organizaciones, sino su cercanía al poder.

Una versión local de los Protocolos aparece en la Argentina cuando en 1971 un profesor de economía de la Universidad de Buenos Aires, Walter Beveraggi Allende, difundió la patraa del Plan Andinia, supuesto complot para desmembrar la Patagonia de la Argentina y crear allí otro Estado judío. Su denuncia fue llevada a la Confederación del Trabajo y a diversos medios periodísticos. Cuatro aos después Beveraggi publicó La inflación argentina, en cuya tapa la Argentina aparecía crucificada con estrellas de David por el estereotipo de un judío. El periodista Jacobo Timerman narró que cuando era interrogado por la dictadura militar de los aos ochenta, se le exigían detalles del Plan Andinia.

Aunque la judeofobia tiende a ser más visible durante gobiernos democráticos (sobre todo en la transición) en esos momentos se halla más alejada de las cúpulas. Durante las dictaduras, por el contrario, se encuentra encaramada en el poder y precisamente por ello a los gobiernos les es más fácil dominarla. Por ejemplo, la judeofobia fue muy activa durante la dictadura militar en la Argentina 1976-1983. De entre los miles de "desaparecidos", los judíos eran la víctima favorita en los centros de tortura. Pero salvo excepciones (como la del general Ramón Camps) no abundaban las expresiones de judeofobia oficial. Entre los periodistas que defendían el régimen, Enrique Llamas de Madariaga difundió por la televisión estatal un programa insidioso (30/10/1980) bajo la consigna de que "Si los persiguieron durante cuatro mil aos, por algo será".

El estudio de cada uno de los otros países excedería las posibilidades de nuestro curso, pero con gusto contestaré las preguntas de estudiantes interesados en la judeofobia de alguna nación específica (recordar: <gustavop@jazo.org.il>).

En la próxima, nuestra última clase, analizaremos el fenómeno de la judeofobia de modo global y ofreceremos para el mismo algunas explicaciones.

 

La Naturaleza de la Judeofobia (G. Perednik) – Unidad 4

…el principal filósofo medieval cristiano, Tomás de Aquino, en 1270 escribía: "Como consecuencia de su pecado, los judíos están destinados a servidumbre perpetua. Los soberanos de los Estados pueden tratar las posesiones de los judíos como si fueran propias, con la única provisión de no privarlos de lo necesario para mantenerse vivos". Esta recomendación fue gradualmente aceptada por los gobiernos seculares.

 


 

Unidad 04: El medioevo temprano y el martirio judío

Por: Gustavo Perednik

 

 Concluimos nuestra última lección con el libro de Jules Isaac, quien supervisaba la enseñanza de historia en el Ministerio de Educación de Francia. Cuando en 1943 deportaron y asesinaron a toda su familia, Isaac decidió dedicar el resto de su vida al estudio de la judeofobia. En particular, se propuso refutar tres enseñanzas de la historiografía patrística, a saber:

  1. que los judíos son deicidas,
  2. que su dispersión fue un castigo divino por el rechazo de Jesús como el Mesías,
    que su religión estaba corrupta en esa época.

La actitud católica medieval de desprecio a los judíos no excluyó tampoco al principal filósofo medieval cristiano, Tomás de Aquino, citado en nuestra última lección, y quien en 1270 escribía: "Como consecuencia de su pecado, los judíos están destinados a servidumbre perpetua. Los soberanos de los Estados pueden tratar las posesiones de los judíos como si fueran propias, con la única provisión de no privarlos de lo necesario para mantenerse vivos". Esta recomendación fue gradualmente aceptada por los gobiernos seculares. Bajo influencia de la visión de la Iglesia y sus disposiciones, los judíos fueron sometidos a restricciones, impuestos especiales, y la obligación de usar distintivos en las ropas, entre otras limitaciones.

Si la enseñanza del deprecio se hubiera limitado a la teología, habría causado a los judíos humillación y pesares, pero no habría llegado a ser, como lo fue, motivo de atroces sufrimientos. En la conciencia del cristiano fue penetrando la convicción de que cuando se quería descargar un golpe al diablo, podía hacerse por medio de golpear al judío.

Antes de estudiar cómo la teología de los Padres de la Iglesia se tradujo en acción, veamos cómo se expresó en la ley. El Código de Teodosio II del año 438 fue la primera colección oficial de estatutos imperiales que sancionaban la inferioridad civil del judío, definido como "enemigo de las leyes romanas y de la suprema majestad" y fue la base sobre la que se regularon los asuntos judíos de ahí en adelante. Así, de las bulas medievales (una bula es un edicto del Papa; bullum es sello en latín) muchas fueron abiertamente judeofóbicas. Vayan algunos ejemplos:

Etsi non displiceat (1205, Inocencio III) requiere del rey terminar con las "maldades" de los judíos; In generali concilio (1218, Honorio III) exige que los judíos usen ropa especial; Si vera sunt (1239) resultó en la frecuente quema de libros sagrados judíos; Vineam Soreth (1278, Nicolás III) establecía la selección de hombres capacitados para predicar el cristianismo a los judíos; Sancta mater ecclesia (1584, Gregorio XIII) exigía a los judíos de Roma enviar cada sábado cien hombres y cincuenta mujeres para escuchar sermones conversionistas en la iglesia; Cum nimis absurdum (1555, Pablo IV) limitaba las actividades de los judíos y prohibía su contacto con los cristianos; Hebraeorum gens (1569, Pío) acusaba a los judíos de magia y otros males, y ordenaba su expulsión de casi todos los territorios papales; Vices eius nos (1577, Gregorio XIII) demandaba que los judíos de Roma y otros estados papales que enviaran enviar delegaciones a la iglesia.

No siempre esta legislación orientó a reyes y gobernantes. En el año 830, el obispo Agobardo de Lyons, llamado "el hombre más culto de su tiempo", se alarmó por las relaciones amistosas que privaban entre su grey y los judíos de la ciudad, que propseraban y lograban que su religión fuera respetada. Agobardo levantó cargos contra los judíos ante el rey Luis el Piadoso, requiriendo un retorno al Código Teodosiano. Su iniciativa no fue bien recibida: el rey, fiel a la línea que había establecido su padre Carlomagno, permaneció bien predispuesto hacia los judíos. Años después, tampoco el rey Carlos el Calvo aceptó ratificar las normas judeofóbicas del Concilio Eclesiástico de Meaux (845) como le demandaba el obispo Amulo, sucesor y discípulo de Agobardo.

Aquellos reyes fueron los últimos representantes de la era carolingia, durante la que los judíos gozaron de igualdad de derechos. En contraste, por el año 950 el emperador bizantino Constantino VII promulgó un juramento especial, el Juramentum Judaeorum, que los judíos estaban obligados a tomar en los pleitos con no-judíos. Así fue hasta por lo menos el siglo XVIII. Tanto el texto y el ritual del juramento, expresaban una automaldición impuesta, como podemos ver por ejemplo en el Schwabenspiegel alemán de 1275: "Sobre los bienes por los que este hombre te lleva a juicio… ayudame Dios que has creado cielos y tierra… para que si comes seas impuro… y la tierra te trague… sea verdad lo que has jurado… y que siempre permanezcan sobre ti la sangre y la maldición que tu prosapia ha traído sobre sí misma cuando al torturar a Jesucristo dijeron ‘Sea su sangre sobre nosotros y nuestros hijos’: es verdad… Te ayuden Dios y tu juramento. Amén".

Juramentos, distintivos y restricciones fueron una pequeña parte del repertorio judeofóbico medieval. Una síntesis completa del martirio judío sería muy compleja, porque abarca diferentes geografías y cronologías. Pero plantearemos a continuación siete prácticas que eran comunes en Europa, a saber: el bautismo forzado, los sermones impuestos, las disputas públicas, la quema de libros judíos, los ghettos, las expulsiones y los genocidios.

Imposición de Bautismos y Sermones

Cuando el cristianismo se transformó en la religión dominante en el Imperio Romano (s.IV), multitudes de judíos fueron obligados a bautizarse. El primer relato detallado se remonta al año 418 en la isla de Minorca. Una ola de conversiones forzadas se expandió por Europa desde que en 614 el Emperador Heraclio prohibió la práctica del judaísmo en el Imperio Bizantino. Muchos lo siguieron, como Basilio I que lanzó una campaña en el 873. Durante las Cruzadas miles de judíos fueron bautizados por la fuerza, especialmente en la región del Rhineland. En todos los casos las masas tomaba la ley en sus manos y se imponían a creyentes que se habían preparado para el martirio.

Con todo, la posición oficial de la Iglesia tendió a seguir al Papa Gregorio I (540-604, Padre de la Iglesia medieval) en el sentido de el bautismo no podía ser suministrado por la fuerza. El problema era la definición de forzoso. ¿Acaso incluía el bautismo bajo amenaza de muerte? ¿Y cuán forzoso era el bautismo bajo el temor de castigos a largo plazo? ¿Y el de niños?

Por ejemplo, el obispo de Clermont-Ferrand, después de que una horda destruyó la sinagoga de la ciudad, recomendó a los judíos el 14 de mayo del 576: "Si estáis dispuestos a creer como yo, convertiros en uno de nuestra feligresía y seré vuestro pastor; pero si no estáis dispuestos, partid de este lugar". Alrededor de quinientos judíos de Clermont se convirtieron, y hubo celebraciones en la cristiandad. Los otros judíos partieron a Marsella. ¿Podía definirse aquella conversión como forzada? O si no, en el 938 el papa le indicó al arzobispo de Mainz que expulsara a los judíos de su diócesis si se negaban a convertirse voluntariamente (insistió en que no se aplicara "la fuerza").

Dijimos que el otro dilema fueron los casos de niños. ¿A qué edad podía el bautismo considerarse "voluntario" y no un gesto comprado por bagatelas? El mentado Agobardo en el 820 reunió a todos los niños judíos y bautizó a los que no habían sido alejados a tiempo por sus padres, si le parecían dispuestos a aceptar el cristianismo.

Una de las cláusulas de la Constitutio pro Judaeis, promulgada por papas sucesivos entre los siglos XII y XV, declaraba categóricamente que ningún cristiano debía usar la violencia para forzar judíos al bautismo. Lo que no decía era qué debía hacerse en los casos en que la conversión ya había sido impuesta: si era válida de todos modos o si el judío podía retornar a su fe.

La respuesta es que la condena eclesiástica al bautismo forzado no se modificó, pero su actitud respecto de problemas post-facto se endureció con el transcurrir de los siglos. En una carta de 1201, el Papa Inocencio III estableció que un judío que se sometía al bautismo bajo amenazas, de todos modos había expresado una voluntad de aceptar el sacramento, y por ello no le era permitido renunciar a él posteriormente.

Para el cristianismo medieval, el retorno a la vieja fe era una herejía punible con la muerte. Incluso en el año 1747 el Papa XIV decidió que una vez bautizado un niño, aun ilegalmente, debía ser considerado cristiano y educado en consecuencia.

Así ocurrió con las olas de bautismos forzados más tardías, en el reino de Nápoles durante las últimas décadas del siglo XIII, y en España en 1391, que comenzó con los desmanes que liderara el archidiácono Ferrant Martinez. Cientos de judíos fueron masacrados y comunidades enteras convertidas por la fuerza, y su trágica secuela fue el fenómeno de los marranos (una voz peyorativa para denominar a los Nuevos Cristianos y sus descendientes). Esta gente continuó practicando el judaísmo parcial y clandestinamente, hasta después del siglo XVIII.

En Portugal, miles de judíos se asentaron después de su expulsión de la vecina España en 1492. El rey Manuel decidió que para purgar su reino de la herejía, no era necesario expulsar a sus súbditos judíos, quienes constituían un valuable patrimonio económico. En vez de ello, se embarcó en una campaña sistemática de conversiones forzadas inicialmente dirigidas contra los niños, quienes eran arrancados de los brazos de sus padres en la esperanza de que los adultos los siguieran en la cristianización.

La furia de las conversiones en Portugal explica tanto el hecho de que para 1497 no había un sólo judío abiertamente practicante en el país, y también por qué el fenómeno del marranismo fue más tenaz allí hasta el día de hoy.

Un nuevo capítulo en la historia del bautismo forzado comenzó en 1543 con el establecimiento de la Casa de los Catecúmenes (candidatos a la conversión) primero en Roma y luego en muchas otras ciudades. Una década después el papa impuso un impuesto a las sinagogas a fin de costear a los Catecúmenes (ese pago se abolió sólo en 1810).

El converso potencial era adoctrinado por cuarenta días, al cabo de los cuales decidía si convertirse o regresar al ghetto. Toda persona que por cualquier excusa era considerada con inclinaciones al cristianismo, podía ser internada en la Casa de los Catecúmenes para explorar sus intenciones.

Para agravar las cosas, corría una superstición popular según la cual quien lograba la conversión de un infiel se aseguraba así el paraíso. Un tropel de ese tipo de procedimientos se esparció a lo largo y ancho del mundo católico. A mediados del siglo XVIII los jesuitas desempeñaron un rol protagónico en la práctica.

Varios casos fueron notorios. En 1762 una horda se avalanzó sobre el hijo del rabino de Carpentras, y lo bautizó en una zanja, por lo que el joven debió abandonar a su familia. En 1783 fueron secuestrados los niños Terracina para ser bautizados, y se generó una revuelta en el ghetto de Roma. En 1858, la policía papal secuestró de su hogar en el ghetto de Bolonia a Edgardo Mortara, de seis años, quien había sido secretamente bautizado por una doméstica que lo creyó mortalmente enfermo.

Los Mortara trataron en vano de recuperar a su hijo. Napoleón III, Cavour y Francisco José estuvieron entre los que protestaron el secuestro, y Moisés Montefiore viajó al Vaticano en un esfuerzo estéril por convencer al papa de que ordenara la liberación del niño. La fundación de la Alliance Israélite Universelle en 1860 "para defender los derechos civiles de los judíos" fue en parte una reacción a este caso.

El papa rechazó los pedidos de clemencia y, sólo en 1870, cuando cesó el poder de la policía papal, el niño salió en libertad. Ya no era Edgardo: el joven había decidido adoptar el nombre papal Pío, era un novicio de la orden de los agustinos y un ardiente conversionista en seis idiomas. Su trágico fin fue que falleció en Bélgica en 1940, un par de semanas antes de la invasión alemana que le habría impuesto un retorno a su identidad judia.

Durante el segundo cuarto del siglo pasado, el imperio ruso instituyó el sistema de los cantonistas, sobre los que hablaremos en otra lección, y que involucraba el virtual secuestro de niños judíos a fin de hacerlos servir militarmente durante varias décadas, con la explícita intención de que abandonaran el judaísmo.

En cuanto a la imposición de sermones a los judíos, también fue pionero el mentado Agobardo. En su Epistola de baptizandis Hebraeis (año 820) señala que bajo sus órdenes la clerecía de Lyons iba todos los sábados a predicar en las sinagogas, con asistencia obligatoria de los judíos. El sistema se regularizó con la fundación de la Orden Dominica (1216). Una ley de Jaime I de Aragón (1242) que recibió aprobación papal, se refiere a la obligatoriedad de la asistencia. El mismo rey dio la arenga en la sinagoga. En 1279 el rey Eduardo I impuso la práctica en Inglaterra. El siglo XV encontró, entre los predicadores más destacados, a Vicente Ferrer en España y Fra Matteo di Girgenti en Sicilia. La práctica se exacerbó a partir de la Contrarreforma, que vino acompañada por una reacción judeófoba.

En Roma, cien judíos y cincuenta judías debían asistir a una iglesia designada para recibir sermones, generalmente de apóstatas que debían ser pagados por la misma comunidad judía. La supervisión de bedeles con varas, aseguraba que nadie se distrajera. Michel de Montaigne registra que en Roma en el 1581 escuchó un sermón de Andrea del Monte, cuyo lenguaje fue tan brutal que los judíos pidieron protección a la curia papal. En 1630 los jesuitas iniciaron los sermones en Praga, y el emperador Ferdinando II los instituyó en en el auditorio de la universidad de Viena, adonde debían asistir doscientos judíos, una parte fija de los cuales debían ser adolescentes.

La imposición de sermones se prolongó por un milenio. Los derogaron la Revolución Francesa, y las tropas napoleónicas que fueron difundiendo las ideas revolucionarias por Europa. Después de la caída de Napoleón, se restablecieron en Italia al regresar el gobierno papal, pero Pío IX finalmente los abolió en 1846. Para esa época el poeta Robert Browning trató de reflejar el sentir judío durante los sermones:

"…cuando entró con alaridos el verdugo en nuestra cerca,
nos aguijoneó como perros hacia el redil de esta iglesia.
Su mano, que había destripado mi talega
ahora desborda para ahogar mis creencias.
Pecan en mí hombres raros que a su Dios me llevan".

Disputas y Quemas de Libros

La proscripción de la literatura judía comenzó en el siglo XIII, como un derivado de la decisión de 1199, por la que el Papa Inocencio III advirtió a los legos que las Escrituras debían quedar bajo interpretación exclusiva del clero.

En el 1236, el apóstata Nicolás Donin envió desde París un memorandum al Papa Gregorio IX, en el que formulaba treinta y cinco cargos contra el Talmud (que era blasfemo, antieclesiástico, etc). El papa terminó por enviar un resumen de las acusaciones a los eclesiásticos franceses, ordenando que se aprovechara la ausencia de los judíos de sus casas mientras rezaban en las sinagogas, y se confiscara sus libros (3/3/1240). Además se instruía a las Ordenes Dominica y Franciscana en París que "hicieran quemar en la hoguera los libros en los que se encuentraran errores" de corte doctrinario. Indicaciones similares se enviaron a los reyes de Francia, Inglaterra, España y Portugal.

Recordemos que el Talmud no empezó a traducirse hasta el siglo pasado, y que su idioma original, el arameo, era conocido sólo por los judíos o los estudiosos del tema. Por ello cuando el hebraísta cristiano Andrea Masio repudió las censuras y quemas de libros judíos, adujo que una condena cardenalicia sobre esos libros era tan válida como la opinión de un ciego sobre diversos colores.

Como consecuencia de la circular de Gregorio IX, también se llevó a cabo la primera disputa religiosa pública entre judíos y cristianos, en París, entre el 25 y el 27 junio del 1240. El Rabí Iejiel que debió defender públicamente al Talmud, no logró evitar que un comité inquisitorial lo condenara. En junio de 1242, miles de volúmenes fueron quemados públicamente.

La práctica fue convirtiéndose en norma, y muchos papas posteriores promovieron la quema del Talmud. Otra disputa famosa se efectuó en Barcelona en el 1263, después de la cual Jaime I de Aragón ordenó a los judíos borrar del Talmud referencias supuestamente anticristianas, so pena de quemar sus libros. También la disputa de Tortosa (1413) concluyó restringidendo los estudios de los judíos de Aragón.

Un nuevo ímpetu se dio a las prohibiciones de libros judíos en 1431 cuando en el Concilio de Basilea, la bula del papa Eugenio IV directamente prohibió a los judíos el estudio del Talmud.

Los ataques contra el Talmud se extremaron durante el período de la Contrarreforma en Italia, a mediados del siglo XVI. En agosto de 1553 el papa designó al Talmud "blasfemia" y lo condenó a la hoguera junto con otras fuentes de sabiduría rabínica. El día de Rosh Hashaná de ese año (5 de septiembre) se construyó una una pira gigantesca en Campo de Fiori en Roma, los libros judíos se secuestraron de las casas mientras los judíos rezaban en las sinagogas, y se quemaron públicamente miles de ejemplares.

Por orden inquisitorial, el procedimiento se repitió en los Estados papales, en Bolonia, Ravena, Ferrara, Mantua, Urbino, Florencia, Venecia y Cremona.

Unos años después Pío IV levantó la prohibición del Talmud (1564) pero la frecuente confiscación de libros judíos continuó hasta el siglo XVIII. El Talmud fue probablemente el libro más vilipendiado de la historia humana. A fin de escribir su tratado de dos mil páginas Endecktes Judemthum (El judaísmo desenmascarado) de 1699, Johannes Eisenmenger pasó veinte años estudiando en una ieshivá (academia de estudios talmúdicos), tan profundo era su odio por un libro que mantenía al judaísmo viviente.

Durante los dos últimos siglos, "expertos" de diversa índole fabricaron una vasta literatura que "revelaba las blasfemias" del Talmud (una literatura inútil hoy en día, cuando el Talmud está al alcance de todos por medio de las muchas traducciones a los principales idiomas).

El último auto-de-fe contra el Talmud fue en 1757 en Kamenets (Polonia) donde el obispo Nicolás Dembowski ordenó la quema de mil copias del Talmud.

Otra práctica judeofóbica medieval fue el establecimiento de barrios para judíos, rodeados de muros que permanecían sellados de noche y podían traspasarse sólo con permisos oficiales. El término ghetto con que se los designaba, pudo surgir del barrio en Venecia, que estaba cerca de una fundición (getto en italiano) y que en 1516 se transformó en residencia obligada de los judíos. O podría derivar del arameo guet, término relativo a separación.

Aunque en muchos casos nacía voluntariamente (por necesidades de cementerio, premisas para mikve o baño ritual, etc.) fueron mayormente resultado de la tendencia eclesiástica que desde el siglo IV aislaba y humillaba a los judíos. La disposición oficial, con todo, se promulgó sólo en el Tercer Concilio Laterano (1179) que prohibió a cristianos y judíos residir juntos. Ghettos famosos hasta la Reforma fueron el de Londres (1276), Bolonia (1417) y Turín (1425).

Como en el caso de las otras prácticas ya mencionadas, los ghettos se difundieron más cuando la Iglesia reaccionó contra la Reforma, una reacción que en general agravó la situación de los judíos en las regiones que permanecieron católicas. Desde la segunda mitad del siglo XVI ghettos fueron introducidos, primero en Italia y luego en el imperio austríaco. En Venecia se creó como una institución estable (1516) y en Roma, los judíos fueron obligados a trasladarse y se les amuralló (fue el 26/7/1555 que coincidió con la trágica conmemoración del 9 del mes de Av).

En los países musulmanes, comenzó enteramente voluntario, y así permaneció bajo el imperio otomano. Allí, cuando en los siglos XIX-XX se levantó la obligación de residir en el ghetto, la mayoría optó por permanecer en ellos.

En 1796 las tropas republicanas francesas demolieron todas las murallas de los ghettos en Italia. Con la caída de Napoleón (1815) hubo un fallido intento de restablecerlos. Los portones del de Roma fueron finalmente destruidos en 1848, y no volvió a construirse ghettos hasta el ascenso del nazismo en Europa.

El ghetto fue central en el devenir de la judeofobia, puesto que fortalecía el estereotipo del judío demoníaco. Una figura que, aun si accedía a contactos con los cristianos durante el día, regresaba a la noche a su antro amurallado y a sus prácticas despreciadas.

Y además, como a los ghettos no se les permitía expandirse, eran en general insalubres y superpoblados. Se suponía que la degradación y humillación del judío llevaría ulteriormente a su cristianización. Por ello, el publicista católico G.B.Roberti exclamó ante un ghetto del siglo XVIII que "era una mejor prueba de la religión de Jesucristo, que una escuela entera de teólogos".

Las dos últimas prácticas que anunciamos fueron las más brutales: expulsiones y genocidios, que serán analizadas en la próxima lección.

 

La actitud católica medieval de desprecio a los judíos no excluyó tampoco al principal filósofo medieval cristiano, Tomás de Aquino, citado en nuestra última lección, y quien en 1270 escribía: "Como consecuencia de su pecado, los judíos están destinados a servidumbre perpetua. Los soberanos de los Estados pueden tratar las posesiones de los judíos como si fueran propias, con la única provisión de no privarlos de lo necesario para mantenerse vivos". Esta recomendación fue gradualmente aceptada por los gobiernos seculares. Bajo influencia de la visión de la Iglesia y sus disposiciones, los judíos fueron sometidos a restricciones, impuestos especiales, y la obligación de usar distintivos en las ropas, entre otras limitaciones.

La Naturaleza de la Judeofobia (G. Perednik)

"La Naturaleza de la Judeofobia" explora las raíces del odio antijudío y su desarrollo hasta la era actual, analizando la imagen del judío en diferentes períodos, a través de mitos, ensayos y obras literarias. Las clases enfocan las principales expresiones de la judeofobia, y el modo en que se justificó en diversas épocas. Finalmente, se exponen hipótesis varias acerca de las causas del fenómeno. (Gustavo Perednik) 


 

Por gentileza y con autorización explìcita del Profesor Gustavo Perednik, aparecerá en Fulvida.com el estudio "La Naturaleza de la Judeofobia". Estoy  convencido de la importancia de este excelente trabajo, especialmente en este tiempo en que la Judeofobia / Antisemitismo ha tomado fuerza en nuestro continente. Nuestro más sentido agradecimiento al Profesor Perednik por su generosidad.

Reseña del Autor

Gustavo D. Perednik es autor de diez libros (seis ensayos y cuatro novelas) traducidos a varios idiomas y con premios internacionales, y prologados por Pilar Rahola, Gudiño Kieffer y Michael Rosenak entre otros.

Graduado de las Universidades de Buenos Aires y de Jerusalem (cum laude),
completó en Nueva York sus estudios de doctorado en filosofía. Cursó
humanidades en las universidades de La Sorbonne (Francia), San Marcos (Perú)
y Uppsala (Suecia).

Publicó más de mil artículos en varios idiomas, acerca del judaísmo y la modernidad.

Ha fundado varias iniciativas educativas que aún lidera: el Centro Hebreo Ioná de la Argentina (www.centrohebreoiona.com.ar), el Programa Ai Tian de Esclarecimiento Judaico en China (www.aitian.org), el Programa de Educación y Esclarecimiento
Judaico
(www.perednik.org) y la Fundación Hadar (www.hadar.org.ar).

En Israel, donde reside con su esposa y sus cinco hijos, fue distinguido como profesor sobresaliente de la Universidad Hebrea de Jerusalem, en la que dirigió los programas Cuatrienal y Preparatorio, y creó el programa Sheli de estudios en castellano. Dirigió el Instituto para Líderes del Exterior y el Centro Educativo Sefaradí.
Invitado a dictar conferencias a más de cien ciudades de cincuenta países, fue profesor invitado en universidades de EEUU, Europa, Latinoamérica y China.

Miles de estudiantes siguieron su curso La Naturaleza de la Judeofobia, que se transmite por Internet en castellano e inglés.

Ha sido entrevistado por más de un centenar de medios televisivos, escritos y radiofónicos.