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Seis millones de libros quemados

“Vivimos, en general, indolentes frente a la muerte ajena, a la que en alguna forma u otra no se relaciona con nosotros, a la que ocurre fuera del alrededor de nuestro afecto o de nuestro conocimiento, sin volvernos dolientes en algún grado, sin imponernos cierta cuota de obligado luto… Todo esto lo comencé a considerar muy seriamente cuando al finalizar la segunda guerra mundial, y hacerse la liquidación de la tenebrosa, despiadada, espeluznante, empresa del nazismo hitleriano, arrojó el impresionante saldo de seis millones de judíos muertos. ¡Seis millones!… Eso era más menos, por entonces, toda la población de mi patria. Era como si hubiese sido asesinada toda, absolutamente toda la población de mi patria (Chile)… Todo un país de muertos. Seis millones de judíos monstruosamente asesinados. No eran sombras, no siempre fueron muertos. Eran vivos, tenían un nombre, un rostro. Reconozcámoslos.” Julio Barrenechea, “Israel: un árbol por cada muerto”

 

 

Los libros siempre han sido uno de mis deleites preferidos. El buen cine también me motiva pero nunca negociaría el placer de un buen libro a cambio de la correspondiente película. Por ello, cuando vivía en Santiago de Chile, uno de mis paseos más entretenidos era caminar por el Paseo Ahumada los días domingos, pasando revista al material disponible en cada uno de los puestitos de libros usados que adornan la vía peatonal

 

Hace algún tiempo encontré en uno de estos paseos familiares el libro Israel: un árbol por cada muerto” del poeta chileno, Premio Nacional de Literatura, Julio Barrenechea. Por menos de tres dólares me llevé el ejemplar a casa, como niño al que le han comprado juguete nuevo. Al leer y repasar las aventuras allí contadas sintonizo con el pensamiento del autor, “una fuerza misteriosa, tal vez el destino, me ha vinculado en las distintas etapas de mi vida con las personas y los hechos del pueblo judío”; pero, diferencia no menor, donde Julio Barrenechea hallaba carne y hueso, cuando muchacho yo veía seres enigmáticos que surgían como héroes de los libros de ciencia y de revistas de ajedrez.

 

El antisemitismo – mejor llamado Judeofobia (véase el estudio del Prof. Gustavo Perednik sobre este tema) – es una enfermedad social que no discrimina entre razas ni colores ni ideologías. A mi modo de ver, un denominador común entre los antisemitas es un alejamiento del concepto de moderación. Los extremistas tienden a apartarse de todos quienes no comulgan con su enfermedad pues los ven como “demonios a los que hay que combatir”. Por otro lado, independiente de si se es liberal o socialista (como lo fue el poeta chileno), de izquierda o derecha, cuando la palabra moderación está en el horizonte de ruta de la persona, ésta termina reconociendo, como lo enuncia el autor, que “los judíos no es que posean ciertas condiciones negativas como propiedad privada. Ellas son comunes al ser humano. Lo que ocurre es que el judío está enfocado, para el juzgamiento minucioso de sus actos sociales”.

 

El nazismo hitleriano que menciona el autor en el extracto presentado al principio de este artículo tenía su base de operaciones en una ideología de extrema derecha. El nazismo actual, tan común en la extrema izquierda, es mojigato. Se escuda en una retórica que busca confundir al ciudadano común, quiere transformar a la víctima en victimario, al terrorista en héroe, al ciudadano común en blanco legítimo en aras de una causa, a aquel que amenaza con otro holocausto y con borrar a un Estado de la faz de la tierra con una especie de abanderado de algún tipo de resistencia. Como lo dice Barrenechea, “El pueblo judío ha vivido a la defensiva, preservando su propia personalidad, con mayor fuerza que otros, debido que hasta hace poco, no contaba con el fundamento de un Estado. Y también ha necesitado cuidarse de sus enemigos, o sea, del antisemitismo internacional, que está constituido, fundamentalmente, por todas las personas del mundo que buscan las causas de su incapacidad en la existencia de la capacidad ajena”.

 

Mi afición a la lectura fue inculcado por mi madre. Ella solía decirme que “todo ser humano es como un libro abierto donde se van escribiendo sus acciones”. Libros vivientes somos. No somos dueños de nuestras vidas pero, en su infinita sabiduría, Dios nos dio el privilegio de administrar nuestras vidas para que escribamos en ellas ya sea nuestra trascendencia a lo eterno y valioso o bien hacia la podredumbre. Depende de nosotros. Sí. Depende de nosotros no cerrar los ojos a la historia para no cometer las equivocaciones de nuestros ancestros. Nunca más callar ante el dolor ajeno. Nunca más un Holocausto, no más atrocidades en Darfur. Nunca más callar condescendientemente ante gobernantes totalitarios. Nunca más permitamos que seis millones de libros vivientes sean quemados.

 

Resp. 125 – El único motivo para cumplir con los mandamientos

Uno de los 613 mandamientos es no comer un alimento por donde camino una rata, otro lavarse las manos antes de comer, otro defecar alejado del
campamento y enterrarlo, otro no recolectar los productos de la tierra en año sabático.
Todos estos mandamientos los judíos antiguos los cumplian porque DIOS se lo ordenaba pero no sabían porque lo hacían. Hoy sabemos gracias al adelanto de las ciencias porque fueron instituidos estos mandamientos por DIOS aunque no conocemos aun el motivo de otros como no mesclar carne con leche. Evidentemente fueron instituidos gracias a la gran sabiduría de DIOS y no por mero antojo o capricho para ver si el pueblo judío
cumplía o no con sus mandamientos, fueron establecidos para el bien del pueblo, de esta manera se evitaban enfermedades(Epidemias) y también se evitaba el agotamiento de la tierra productiva.
Ahora lo que me tiene preocupado es lo siguiente. Si un nojida no tiene obligacion de cumplir con los 613 mandamientos pero si es deseable que cumpla con ellos menos con 9 que solo son para los judíos pero entonces si el nojida fuera ignorante en las ciencias humanas comería de alimento por donde camino una rata y no cumplir con este y otros mandamientos le traerían funestas consecuencias por eso pienso que todos los mandamientos que no son exclusivos para los judíos deberían ser tan obligatorios para los judíos como para los noajidas y no solo deseables o recomendables para los noajidas. Si esta errada mi manera de pensar por favor hagame saber. Gracias
Samuel Brunstein
Paraguay

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Planos de «religiosidad»

Antes de comenzar, una advertencia.
Ya he enseñado en numerosas ocasiones que no existe algo así como «religión» judía (ni noájica), pero empleamos este término por una comodidad del lenguaje y no como una afirmación de que realmente haya «religión» judía (ni noájica).

En verdad el judaísmo es LA manera de vivir adecuada exclusivamente para las personas con identidad espiritual judía (sea por nacimiento de madre judía, o por haberse convertido al judaísmo formal y legalmente).

Así pues, el judaísmo es LA manera de vivir que corresponde a la esencia espiritual judía, y NO es una religión, ni una raza, ni una cultura, ni una moda, ni un club abierto.

De manera idéntica, el noajísmo es LA manera de vivir adecuada para los gentiles, pues tal es lo que el Eterno ha provisto como excelente para los descendientes de Noaj.

Dicho lo cual, pasemos al tema que nos compete en este momento, que es responder a esta pregunta:

¿cuál es la fuerza que adhiere a una persona a determinada religión?

Te aseguro que muchas de las cosas que te expondré a continuación, tú las sabes, o las presientes. Incluso, si eres sincero contigo mismo, te verás reflejado en alguna de las descripciones.

Como sabemos el ser humano está formado por cinco planos: físico, emocional, social, intelectual y espiritual.
Veremos cómo de acuerdo a cada uno de estos planos, existen motivos de afiliación a la religión.

Físico.
La persona ha nacido en determinada familia, en determinada confesión religiosa, que le es impuesta.
No se le da a optar, no se le inculca en elegir su religión, sino que se le somete a los dictados de la misma.
A la religión que pertenezcan los padres, se atará el hijo.
O la religión del padre «fuerte», será la religión del hijo.
Es una determinación férrea, sin espacios para dudas o cuestionamientos.
Te dicen: «somos cristianos», por ejemplo, y ya está. No se aceptan preguntas, ni críticas, ni pensamiento propio.

Otro motivo, dentro del plano físico, lo encontramos en aquellas personas que buscan su religión a partir de hechos concretos, que sean evidentes desde el plano material.
Así pues, están los que se han convertido a tal o cual religión por haber sido curados (supuestamente) de alguna enfermedad o dolencia, por ejemplo.
O los que abandonan la fe de sus antepasados por no encontrar evidencias físicas que avalen las doctrinas de la fe.
Pretenden validar o invalidar la religión con pruebas.

Emocional.
Se mantienen aferrados a la religión por temor a la reacción de familiares y conocidos, o peor, la que tendrá el pastor o clérigo a cargo de su comunidad.
O, son adeptos de su religión a causa de las amenazas de infiernos y tormentos que recibirán de convertirse en traidores por abandonar la religión, así como se les promete toda clase de beneficios por ser fieles a la misma.
Por supuesto que en este plano juega muchísimo la manipulación emocional, a la que gran número de personas se ven sometidos desde diversos ángulos.
Se repiten lemas y eslóganes, se cantan repetitivas cantinelas de reforzamiento, se emplean palabras claves para inyectar con más fuerza la influencia de la religión en la vida personal.
¿No es gracioso que cuando decimos «alelusha hermano», de inmediato pensamos en evangélicos?

El motivo emocional es, por tanto, el deseo de recibir gozo y rechazar el dolor, cosas que promete la religión a la cual se afilia.
He conocido varias personas que saltan de una religión a otra, un día son católicos, al siguiente testigos de jehová, al siguiente evangélicos, luego mesiánicos, y así hasta que encuentran o la paz que brinda el noajísmo, o alguna religión con fuertes hilos de manipulación, a la cual se abroquelan.

Social.
A causa de la presión social, no tienen más remedio que formar parte del rebaño de alguna religión.
Recientemente una persona noájida de Nicaragua me contó de las terribles dificultades que están sufriendo las personas que no se confiesan cristianas.
Algo similar me refirieron personas de otras zonas de América Latina, como de Colombia, Venezuela o Paraguay (entre otros).

A veces esta prisión/presión social está velada, no se manifiesta públicamente, pero se conoce, se siente y se vive de acuerdo a ella.

Intelectual.
La persona medita, analiza, estudia, indaga, critica, cuestiona, consulta, razona hasta que encuentra que la religión es saludable y provechosa para sí.
Conozco a varios noájidas, ex esclavos de las religiones, que han alcanzado su libertad a partir del uso de su intelecto, del ejercicio de sus facultades mentales. Muy a pesar de sus antiguos pastores y camaradas, estos noájidas se atrevieron a dudar, a investigar, a exponer sus dudas… y por eso fueron silenciados, humillados, degradados, excomulgados, etc.

Pero, tristemente la mayoría de las veces las personas usan su potencia mental al servicio de sus emociones, o de los mandatos sociales.
Entonces, inventan mil y una excusas, elaboran complejos dogmas incomprensibles, pintan fantásticos cuadros que hacen pasar por realidades, todo para mantenerse dentro de los marcos de su religión.

Por supuesto que usando el intelecto positivamente, podemos encontrar mil y un razones y demostraciones que indican a claras luces la pureza y verdad de la Torá, la exactitud de la Revelación en Sinaí, etc.

Espiritual.
La persona conoce lo que tiene para conocer de su religión, sabe datos, conecta con capacidad evidencias, razona que todo lo que ha recibido es bueno y justo.
Pero, da un paso más… confía cuando ya no tiene herramientas para conocer.

La confianza es el paso que supera al conocimiento, pero se sustenta en éste.
Así pues, desde este plano espiritual, la persona escoge ser parte de su religión.
No sigue cual oveja al pastor,
ni se deja apretar por el rebaño,
no busca huir de sus temores o hacer realidad sus deseos,
analiza, critica, estudia y conoce;
y especialmente,
confía.
Sin obsesionarse por encontrar respuestas allá en donde su mente no puede ingresar.

Es una persona con convicción, ha ejercitado sus facultades para no ser víctima de la fe ciega (que es algo emocional), ni sometida a los designios de otras personas (social o emocional), ni un corcho a merced de la tormenta de la incredulidad.

Hasta aquí esta breve descripción.
Te aconsejo que trates de encontrarte en alguno de estos planos, sé sincero contigo mismo.
Sería bonísimo si notas que te ligas a tu religión a través del plano espiritual (sin que esto entre en contradicción con el intelectual).
Por otra parte, si estás atado por los planos físico, emocional o social a tu religión, es hora de que te dediques a indagar en profundidad en los contenidos de este sitio para ir creciendo espiritualmente.

Quedo a tus órdenes.

Resp. 117 – Ejercicio físico

Hola

Muchas gracias por sus respuestas y sus palabras de ánimo. Leo en fulvida.com una recomendación para realizar ejercicio físico. ¿ Qué principio noájida nos aníma a practicar deporte ?
Usted aconseja el ejercicio físico pero siempre me ha parecido que su petición es una reclamación menor aunque la realize con mucho enfasis. Es como si, lo importante fueran los principios morales y el deporte fuera una actividad facilmente desechable, una ocupación secundaria y lateral a lo principal ( la ética )
Un saludo
Pipe

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AUTOESTIMA (Capitulo 5)

CAPÍTULO 5

LA ENVIDIA Y EL YO

Los Blum esperaron hasta Shabat para pedirle al rabino tiempo para hablar a solas con él. Y en el atardecer color miel de un Shabat con viento pero agradable, todos se juntaron en un área arbolada de los terrenos del hotel.

David Blum estaba muy preocupado acerca de su esposa Rajel. Desde que llegaron, ella estaba tan retraída como siempre. Se dio cuenta que si algo se iba a lograr, se lograría en una conversación privada. Y, de hecho, desde el momento que salieron para dar un paseo de Shabat y se encontraron al rabino esperando en un área tan agradable y aislada, sintió a su esposa más relajada.

Cuando le dijeron sus problemas, Rajel efectivamente empezó abrirse más y más. Finalmente, se sintió lo suficientemente cómoda para admitir, —Rabino, el no tener hijos me daña tanto que no puedo compartir alegrías de otros. Trato de que nadie se dé cuenta, pero secretamente temo noticias de una simjá, una invitación a una jatuná, un brit o cualquier cosa similar. Tengo un remolino de emociones conflictivas. ¿Cómo puedo bailar? ¿Cómo puedo decir mazal tov? ¿Cómo puedo incluso sonreír cuando vivo constantemente con la atormentadora conciencia de que una de las necesidades humanas más básica me ha sido negada? No tengo hijos.

Dime honestamente. —replicó el rabino—, si el 95 por ciento de la población no tuviera hijos, ¿sería tan doloroso?

Rajel pensaba mientras el rabino repetía: —Quiero que seas sincera.

Finalmente ella contestó, —Probablemente no. Pero el 95 por ciento de la población sí tiene hijos.

Éste no es el punto. El punto es que si ellos no los tuvieran, tú no sentirías tanto dolor.

Eso probablemente es verdad.

Por lo tanto, te das cuenta que el dolor no es exclusivamente porque no tienes hijos. Hay otra fuente para el dolor. Es esa incesante voz interna diciendo: ¿por qué todos los demás tienen, y yo no? ¿Por qué soy diferente a todos?

Entonces es un aspecto de envidia, —David remarcó.

Sí, —dijo el rabino—. La envidia cumple un papel muy poderoso en todos los seres humanos. La Torá enseña que es una de las tres cosas que sacan a la persona de este mundo.28

Hace un par de años, —Rajel intervino—, hubiera estado en desacuerdo con usted. Pensé que estaba por encima de sentir envidia. Pero a medida que el tiempo avanza y yo permanezco sin hijos, he sido lanzada a un vértigo emocional. Nunca antes había sido enfrentada realmente con la adversidad. Pero ahora estoy muy atribulada. Se ha llevado lo mejor de mí y siento una envidia terrible. No sé cómo arrancarla de mí.

No sé si lo puedas arrancar, —dijo el rabino—. De hecho, si una persona nunca siente envidia, se está negando a sí misma. Es la naturaleza humana.

Entonces ¿es imposible superar la envidia? —preguntó Rajel.

No. ‘No codicies’ es un mandamiento en la Torá, y es muy importante. Si fuera imposible sobreponerse a la envidia, no hubiéramos sido ordenados a comportarnos así.

Pero usted acaba de decir que no cree que la envidia puedan ser extirpada nunca.

La envidia puede nunca ser extirpada completamente de nosotros, pero podemos dominarla y aprender cómo usarla para bien. ‘La envidia de la gente sabia incrementa la sabiduría’. Cuando sientes envidia de una persona que espiritualmente es más avanzada que tú, es una envidia positiva porque te motiva a superarte espiritualmente. Por otro lado, la envidia por cosas materiales no tiene valor. Este tipo de envidia puede ser completamente extirpada y es a lo que la Torá se refiere cuando dice: ‘No codicies’. Es posible y, por lo tanto, es nuestra responsabilidad, el sobreponernos totalmente a la envidia por cosas materiales.

¿Cómo hace uno esto?

El autor de Mesilat Yesharim nos enseña un principio muy importante; él escribe: ‘La envidia resulta de una falta de conocimiento y de necedad’.29 En otras palabras, es una simple falta de conocimiento. Mientras más conocimiento obtienes, más puedes superar la envidia por objetos materiales.

¿Conocimiento? ¿Eso es todo? ¿De qué tipo de conocimiento está hablando? —preguntó David.

El conocimiento de quién eres y cuál es tu lugar en el esquema de la creación. En una palabra: autoestima; verdadera autoestima, como la Torá la enseña. Todo mundo está obligado a decir, ‘El mundo fue creado para mí’.30 Y es verdad. El mundo fue creado para cada uno de nosotros.

Cuando la nación judía estaba parada al pie del Monte Sinaí, la revelación fue dirigida a cada individuo, ‘Yo soy Hashem Tú D os’, no deberás tener otros dioses…’. Estos mandamientos están expresados en segunda persona singular, es decir, a cada individuo. La lección es que Hashem no sólo dio una Torá general, sino una Torá diferente para cada individuo. Él no creó un mundo con millones y millones de personas. Cada persona es un mundo en sí misma. Y es tu obligación creer esto. Hashem tuvo un propósito especial al crearte a ti. Hay algo para lo que fuiste puesta acá, para lograr algo que nadie más puede hacer.

¿Qué es lo que realmente hace sufrir a la gente? —preguntó el rabino retóricamente—. La queja más común es la que acabas de expresar: ¿por qué yo me distingo? ¿Por qué soy diferente? Quiero ser como todos los demás. Quiero mezclarme con la multitud. Si todos los demás tienen dinero, yo debo tener dinero. Si todos los demás tienen un matrimonio fácil, yo quiero un matrimonio fácil. Pero la raíz del conocimiento es saber que tú eres un individuo único sobre este planeta con un propósito único al cual se le han dado circunstancias únicas para desempeñar su misión. Si sufres de una manera en que otros no lo hacen, es porque a ti te ha sido dada una misión única que otros no tienen. Y el primer paso para enfrentar tu reto es reconocerlo. Si perseveras, este sufrimiento se volverá tu triunfo. Si no lo haces, será tu derrota.

Eso es seguro.

El punto es que Hashem quiere que nos convirtamos en nosotros mismos y nos da todas las herramientas que necesitamos para lograrlo. Cualquier cosa que Él le da a los demás es algo extraño. No se adapta a tu mundo. No te va a ayudar a alcanzar el objetivo para el cual fuiste puesto aquí. Si ellos no sufren el dolor de no tener hijos, es porque no es su reto. Pero no te preocupes por ellos. Cada quien tiene su propio equipaje, sus propia carga y retos por superar. Todos.

Pero algunas personas parecen que viven más fácil.

A cada persona le es dada la misma oportunidad para bien o mal en este mundo. Si naciste bueno, tienes una fuerza opuesta que te obstruye. Si naciste sin nada, se te da un impulso extra de fuerzas externas. Por ejemplo, Esav nació con las peores características, pero él tuvo un padre, Itzhak, que lo amó entrañablemente y desarrolló una relación especial con él, para que pudiera sobreponerse a su naturaleza. Yaakov, por otro lado, nació bueno, un ish tam, pero tuvo un hermano malvado que lo odiaba y eventualmente lo expulsó de su casa bajo amenaza de muerte. Y luego Yaacov tuvo que vivir con el igualmente diabólico Laván.

Hashem continuamente equilibra nuestra vida. ‘Aquél que se vuelve más grande que sus amigos, su inclinación al mal crece’.31 Nuestros retos crecen a medida que crecemos. Si otros realmente viven fácil, se debe probablemente a que carecen de algo en su interior. Si a ti te resulta más difícil, puede ser porque tú tienes algo que ellos no tienen. Hashem te está desafiando para que te vuelvas algo más que ellos. El fundamento principal es: Hashem le da a cada quien circunstancias de vida hechas a la medida.

Pero rabino, cuando veo a otras personas con hijos, pienso cómo sería si yo los tuviera. ¿Cómo no puedo visualizarme feliz y realizada con hijos?

No hay razón para sentir envidia porque otros tienen hijos, porque tener hijos no es algo que te va a ayudar hasta que Hashem te los dé a ti. Sólo sientes envidia porque crees que tener hijos te va a ayudar. Sin embargo, si no fue designado para ti, no te va a ayudar. Si está designado para ti, lo vas a obtener. La envidia se desencadena cuando asumimos que lo que otra persona tiene, es lo que necesitamos. Pero sólo porque externamente parece ser que lo necesitamos, no significa que lo necesitamos.

Imagínate una persona sola en un auto a medianoche, que se le revienta un neumático y no tiene gato para cambiarlo. Al mismo tiempo, hay un hombre desesperado que no ha comido durante tres días. Ambas personas están desesperadas, una por un gato y la otra por comida. ¿Acaso el hombre que está desesperado por un gato sentirá envidia si el hombre hambriento de repente encuentra comida? Obviamente no. No necesita comida en ese momento; necesita un gato. Y viceversa, el hombre muriéndose de hambre ¿se sentirá celoso del hombre varado si encuentra un gato para reparar su llanta? No, él no necesita un gato para automóvil; necesita comida.

Sin embargo, si hubiera dos hombres muriéndose de hambre, y uno encuentra comida mientras que el otro no, el que no tiene comida sentirá envidia. O si dos personas tienen llantas reventadas y uno la repara mientras que el otro no, el que se quedó rezagado sentirá envidia. Las personas sienten envidia porque creen que tienen las mismas necesidades que los otros.

No obstante, cuando apreciamos la profundidad del concepto que la Torá le fue dada a cada individuo, y a cada individuo le fue dado su propio universo por separado, y no hay dos universos iguales, entonces estamos provistos con el conocimiento para sobreponernos a la envidia. Esto es lo que significa que la envidia es en primer lugar un problema de falta de conocimiento.

Piensa acerca de la Halajá que indica que un hombre debe usar un anillo que le pertenece para desposar a su mujer. Si el anillo no es suyo, puede organizar la boda más preciosa, convidar a los más distinguidos invitados, tener la mejor luna de miel y vivir con la mujer durante muchos años, pero él no está casado con ella. Solamente su anillo es válido. Otro anillo no produce la unión.

Si el novio está de pie bajo el dosel y sabe que debe tener su anillo para desposar a su mujer, y sabe que el anillo de alguien más nunca le servirá para desposarla, nunca codiciará el anillo de otra persona, sin importar cuán costoso y hermoso sea. De alguna manera, cada uno de nosotros somos como ese novio con su propio anillo. Por ejemplo, necesitamos dinero para vivir. Y ese dinero es exactamente lo que necesitamos para cumplir nuestro propósito en este mundo si es Hashem Quien nos da el dinero. Si Él no lo hace, y usamos el dinero de alguien más, es como desposar a una mujer con el anillo de otro, es como encontrar un gato para automóvil cuando necesitamos comida. Hashem nos da los ingredientes de vida necesarios para cumplir nuestras responsabilidades con Él; todos los ingredientes. Si Hashem no nos da el material, entonces tenemos que concluir que no lo necesitamos; el material de alguien más no nos va ayudar en lo absoluto.

Pero rabino, —dijo David—, digamos que una persona tiene una casa hipotecada que está por perder, a menos de que pague $10,000, y tiene la oportunidad de robar $10,000. No estoy diciendo que es correcto que robe, pero ¿por qué no debería sentir envidia cuando ve los $10,000 que necesita para salvar su casa sobre la mesa de otra persona? ¿Cómo puede no codiciar estos $10,000?

¿Cómo? Dándose cuenta que los $10,000 de otra persona podrían ser veneno para él. ¿Quién dice que lo mejor es salvar la casa?

¿Qué ventajas tiene tener la casa bajo juicio hipotecario?

Nunca se sabe. Acabas de ser desalojado de una casa con una hipoteca de $200,000 y en un año puede ser que consigas una casa similar por $100,000. Si no hubieras entrado a juicio hipotecario un año antes, habrías estado pagando intereses sobre $100,000 extra. Y si, por el otro lado, Hashem quiere que conserves la casa, vas a obtener los $10,000 de una fuente limpia y halájicamente legal.

Cuando una persona quiere las posesiones de otra persona, tiene el problema de que no aprecia lo que ya tiene. Si tuviera el conocimiento de qué es lo que posee, automáticamente se sentiría bien. Estaría feliz de ser quien es, se sentiría tranquilo con el hecho de que él tiene su propio mundo, con sus propios retos, sus propias oportunidades para grandeza inigualable. Una persona con tal conocimiento nunca sentirá envidia.

Es por esto que la causa de la envidia es la falta de conocimiento. Es ignorancia de un principio de Torá básico: el principio de nuestro lugar único en el universo. Es por esto que ‘no codiciarás’ es el décimo de los diez mandamientos. En terminología de la Torá, el décimo de un grupo es usualmente el más sagrado, el más exclusivo, porque engloba todo lo previo del grupo. Yo te pregunto, si te fuera dada la alternativa de escoger los diez mandamientos más fundamentales de todos los 613, ¿escogerías ‘No codiciarás’? Creer en D os, cuidar Shabat, honrar a tu madre y a tu padre, no asesinar, robar o cometer adulterio, etc. son fundamentales. Pero, honestamente, ¿quién pensaría en poner ‘No codiciarás’ dentro del grupo? Y si lo haces, ¿lo pondrías en el décimo, englobando a todos los anteriores ?

Sin embargo, no te será difícil entender por lo que he estado diciendo. ¿Cuándo se sabe que alguien es un recipiente verdadero de las enseñanzas más profundas de la Torá? La respuesta es: cuando él no codicia; cuando él verdaderamente ve y siente que le ha sido dado un mundo entero conteniendo todo lo que él necesita. Ése es el conocimiento fundamental. Le da forma a todo lo demás. ¿Cuánto crees en Hashem? ¿Qué tan bien cuidas Shabat? ¿Qué tan determinante es tu restricción al asesinato, el robo y el adulterio? Todo se mide de acuerdo al grado en que codicias las posesiones de otros. El grado en que cumples ‘No codiciarás’ refleja cuán profundamente la Torá se ha impregnado en tus huesos, porque para no codiciar, uno debe poseer el conocimiento fundamental: el conocimiento de su lugar único en el universo. Esto hace a ‘No codiciarás’ la vara de medida de todos los otros mandamientos.

Mientras recuerdes que no puedes lograr tu misión en la vida con el dinero, la casa, la comida, o los hijos de otro, no sentirás envidia. No importa qué carezcas, tú sólo puedes lograrlo con aquello que Hashem te dé. El objeto de alguien más no puede llenar tus necesidades. Puede parecer exactamente igual, pero en realidad, uno es un ‘gato’ y otro es ‘comida’. Si entiendes lo que te estoy diciendo, entonces las posesiones de otra persona no van a provocarte envidia.

Pero tener hijos es algo tan básico. No es como estar celosa por un automóvil más bonito, o por la joya de alguien más. ¿Cómo puede ser que el no tener hijos sea un regalo de Hashem?

Todo sufrimiento y privación es finalmente un regalo, un regalo desafiante lo admito, pero, no obstante, un regalo. Con cada regalo aparentemente negativo, Hashem nos da el conocimiento de cómo utilizarlo para bien y el valor para llevarlo a cabo. Y recuerda, cada persona se especializa en un área particular. Una pareja produce una familia, mientras que otra no. Y es sólo Hashem Quien le da a una pareja hijos y a otra no. En forma similar, la vida de algunos matrimonios se desliza suavemente, mientras que la de otros no. Finalmente, sólo Hashem hace que el matrimonio fácil, sea fácil, y que el matrimonio difícil, sea difícil. Algunos son ricos, algunos son pobres; algunos están sanos, algunos están enfermos. Todas estas cosas, la abundancia y la privación, son dadas a cada persona por Hashem. Una persona se debe decir a sí misma: ‘Éste es mi mundo y esto es lo que está en mis manos lograr. Puedo volverme grande con mi salud, puedo volverme grande con mi enfermedad; puedo volverme grande con mi reto de la riqueza; puedo volverme grande con mi reto de la pobreza. El mundo de nadie más, aunque parezca el mismo desde el exterior, puede ayudarme a desempeñar lo que yo debo hacer en este mundo’.

La verdad es, —dijo Rajel—, que intelectualmente estoy de acuerdo con usted: una persona debe reconocer qué tan única es y qué tan únicas son sus circunstancias. Pero hablando en forma práctica, no estoy segura de que todo el problema sea falta de conocimiento. Una cosa es saber que tu vida es única y otra es creerlo y sentirlo.

Tienes razón, —respondió el rabino—. Yo no quería dar entender otra cosa. La falta de conocimiento es sólo la primera razón de la envidia de la gente. No es la única razón. Y aquí también, el autor de Mesilat Yesharim nos enseña: ‘Los celos resultan de la simple falta de conocimiento y de necedad.32 En otras palabras, además de la falta de conocimiento, la necedad causa envidia.

¿En qué difieren la necedad de la falta de conocimiento?

Una persona que carece de conocimiento no puede ser necia. No se está engañando a sí misma si le falta la información de que debería estarse comportando de otra manera. Es sólo ignorante. Un bebé nunca puede ser un necio. Un necio, por otro lado, es una persona que sabe, pero actúa a pesar de su conocimiento. De este modo, mientras más sabe una persona, es un necio en potencia más grande. Los necios profesionales son aquéllos que saben mucho.

Si no puedes vivir de acuerdo a lo que sabes, eres un necio. Por lo tanto, además de aprender qué es bueno y qué es malo, uno se debe orientar de manera que el conocimiento afecte su comportamiento. Y es por eso que la enseñanza de la Torá: veyadatá hayom vaashebotá el lebabejá, ‘Conoce … y ponlo en tu corazón’ es tan central para volverse una persona totalmente orientada a la Torá. La primera etapa es tener conocimiento, ‘saber’. A fin de tener conocimiento, es importante leer libros, asistir a clases, buscar el consejo de gente que sabe, compartir tus ideas con otros, etc. Obtener conocimiento, significa percibir la realidad, tener una absoluta y clara percepción de la realidad.

Sin embargo, después de obtener conocimiento, debes ‘ponerlo en tu corazón’. Debes tomar la información que sabes que es verdadera y traerla a tu corazón de tal manera, que la sientas, la huelas y la degustes.

Ésa es la parte difícil.

Sí. Hay una larga distancia de tu cabeza a tu corazón. Actuar con tu conocimiento es más difícil porque implica un crecimiento constante día a día. Tienes que ejercitar tu conocimiento consciente y regularmente, tal como un régimen de ejercicio diario para obtener condición física. El problema es que la mayoría de las veces no intentamos actuar en base a nuestro conocimiento sino hasta que estamos desesperados.

Si una persona ejercita cuando se siente bien, le va a beneficiar cuando esté bajo tensión. Pero si tu espalda se lastima después de varias semanas de inercia, no puedes de repente empezar a hacer ejercicio. Primero debes descansar en la cama y cuando empieces a sentir tu espalda un poco más fuerte, entonces es momento de ejercitar.

En un sentido espiritual, también es verdad. El problema es que esperamos hasta que estamos en dificultades antes de empezar a sobreponernos a algo como la envidia. Una persona debe ejercitar cuando está sana. Si quieres sobreponerte a la envidia cuando tus amigos adquirieron algo que tú siempre deseaste, entonces repítete a ti mismo todos los días, antes que se te despierte el deseo, las palabras de los Sabios: ‘Cualquier cosa que Hashem apartó para una persona nunca puede ser ni siquiera tocado por otra persona’.33 Tu dólar no puede ayudarme. Mi dólar no puede ayudarte. Necesito mi esposa. Necesito mi esposo. Necesito mis fuerzas. Necesito mi debilidad. Necesito mis ventajas. Necesito mis problemas. Estos pensamientos deben circular consciente y religiosamente en nuestra mente cada día, incluso cuando no sentimos envidia. Sólo porque las cosas parecen ir bien en el momento, no es excusa para relajarse. Sin el ejercicio regular, tu conocimiento permanece teórico y se te puede escapar en el momento que más lo necesites.

Eso pasa conmigo, —dijo Rajel—, me puedo sentir bien un día y muy mal al siguiente.

La vida tiene sus altibajos. Usualmente cuando las cosas se ponen mal, nos desanimamos. Y cuando nos desanimamos, las excusas vienen fácil: ‘no puedo continuar, me quiero rendir’. Cada período negativo es también una oportunidad para progresar como lo es un período positivo. Si conviertes todos tus períodos negativo en logros, entonces eres realmente una persona realizada. Cada aspecto de tu vida te está llenando.

Estoy de acuerdo con todo lo que está usted diciendo, rabino. Sin embargo, una persona no es una máquina. No podemos estar siempre en control y tener éxito en lo que nos propongamos lograr.

Tienes razón. Por supuesto, todos estamos sujetos a sufrir contratiempos. De hecho, tendemos a confundirnos, pensando que una vez que seamos adultos habremos madurado. La verdad es, no obstante, que poseemos el mismo infantilismo cuando crecemos; es sólo que el precio de los juguetes se ha incrementado. Es por eso que, de repente, sentimos envidia por algo por lo que sabemos no tenemos el derecho a sentirla.

Sin embargo, no importa cuántos fracasos hayamos experimentado transfiriendo nuestro conocimiento al corazón, no debemos perder la esperanza. Nos debemos esforzar en mantener e incrementar la claridad original de conocimiento respecto a lo que es verdad y lo que no lo es. Cuando el dolor de la envidia te desgarra de tal manera que tu percepción de la verdad se deforma, refresca tu conocimiento con casetes, libros, conferencias, etc. Sin embargo, esos casetes, libros y conferencias sólo te pueden dar información. Tu trabajo es implementar la información en tu vida diaria, aun cuando las cosas vayan bien. Te tienes que repetir a ti misma que Hashem está en control y que Él sabe qué es lo que Él está haciendo cuando te da las circunstancias de vida que te fueron dadas.

Cuando sientas las punzadas de la envidia sobre algo, en lugar de llorar sobre tu almohada, lamentarte con alguien o sentirte deprimida, repítete a ti misma algo como esto: ‘Hashem, yo sé que Tú me estás presentando esta situación. Obviamente es algo en lo que debo trabajar. Todo lo que Tú haces es para bien. Si no lo tengo, entonces no lo necesito. De hecho, si Tú me has dado esta difícil situación, Tú debiste haberme dado un rol importante para satisfacer Tu propósito en la creación. Sé Hashem, que no me hubieras puesto en esta situación si no la pudiera pasar. No hay dificultades en este mundo que no puedan ser transformadas en grandes logros. No existe una situación tal donde Tú le des a una persona una tarea que esté más allá de sus posibilidades de realizar’.

Escucha las ideas una y otra vez y luego repítelas conscientemente a ti y a otros. Si deseas, encapsula tu conocimiento en una frase pegajosa como una de la Mishná: ‘¿Por qué Adam fue creado solo? Porque una persona está obligada a decir bishbilí nivra haolam, porque para mí fue creado el mundo entero’. Tu frase puede ser de la Torá o una propia. Pero tienes algo.

Por supuesto, además de obtener claridad de conocimiento y de trabajar continuamente sobre ti para convertir el conocimiento en realidad, rézale a Hashem para recibir ayuda. Debemos recurrir siempre a D os en rezos, en rezos sinceros, en cualquier idioma que nos podamos comunicar.

Deseo y Rezo

Rabino, —dijo Rajel—, yo rezo todos los días para que Hashem me dé hijos. Y sé que mi esposo reza por mí también. Ésta es otra de mis preguntas. ¿Por qué no son contestados nuestros rezos?

Pueden serlo un día. Conozco muchas parejas que no han tenido hijos por más tiempo que tú y que eventualmente, tienen hijos. Por otra parte, estás en buena compañía: Abraham, Yitzhak, Yaakob, como también Sará, Rivká, Rajel y Leá son los individuos cuyas lágrimas y rezos formaron el concreto que fue vertido en los cimientos de la nación judía. Y todos ellos sufrieron de falta de hijos por periodos largos. Además de no tener hijos, sufrían enormemente en forma constante.

Abraham vivía a la sombra de Nimrod, un déspota maniático. No tuvo hijos por décadas. Su primer hijo se volvió tan malo que tuvo que echarlo de su casa. Después fue ordenado por Hashem de tomar a su amado hijo Yitzhak y sacrificarlo en un altar. Después, cuando fue salvado milagrosamente en el último momento, Abraham regresa a su casa para encontrar que su esposa había fallecido.

Yitzhak creció en una casa donde Yishmael, su hermano mayor, era tan malvado que su padre, que amaba a Yishmael, tuvo que expulsarlo de la casa. Rivká creció en el hogar de un padre y hermano abusivos y asesinos. Después que Yitzhak y Rivká se casaron, no tuvieron hijos por 20 años. Cuando ella finalmente quedó embarazada, la actividad en su vientre era tan perturbadora que dijo, ‘Si es así, ¿para qué estoy viva?’ Más tarde dijo acerca de su hijo Esav, ‘Estoy fastidiada de mi vida debido a las mujeres hititas (con las que se casó Esav). Si Yaakov se casa con una mujer hitita como ésas … ¿de que me servirá la vida?

Yaakov creció con un hermano que lo odiaba tanto que tuvo que huir para salvar su vida. ¿Y a dónde huyó? A la casa de Labán, un truhán que continuamente hacía trampas con sus salarios y que veladamente intercambió la hija que Yaakov quería desposar por una que no quería. Yaakov se quedó con Labán por 20 años. Finalmente de regreso a su casa, ya un hombre rico con una familia numerosa, su amada Rajel dio a luz su segundo hijo, después de haber sido estéril por muchos años, y muere. Si esto no fue suficiente sufrimiento, más adelante, por 22 años, Yaakov pensó que su amado hijo Yosef había sido desgarrado por un animal salvaje. Y así sucesivamente.

Los fundadores de la nación judía sufrieron como nadie más. Y la esterilidad fue común a todos ellos. Obtén fuerza de ellos. Descubre qué les hizo tener éxito.

¿Qué les hizo tener éxito?

Una de sus principales armas fue el rezo. Con respecto a su situación de esterilidad, Rashí señala una lección vital. Hashem los forzó a sufrir el dolor de la esterilidad para que le rezaran con todo corazón.34 En otras palabras, el sufrimiento humano no precisa la invención del rezo. El rezo es un fin en sí mismo. Su necesidad en el esquema de las cosas, ocasionó que Hashem introdujera la idea del sufrimiento. Por lo tanto, confía en que Hashem conoce tu sufrimiento. Él probablemente sólo está esperando las plegarias que fluyan de tu corazón.

Entonces, ¿qué estoy haciendo mal? ¿Qué se necesita para que mis rezos obtengan respuesta?

Primero, entender que nosotros no rezamos a fin de obtener. Cuando una persona tiene una necesidad, quiere decir que él o ella tienen la mitzvá de rezar para tener satisfecha esa necesidad. Una necesidad indica que Hashem quiere que reces para poderla satisfacer. Sin embargo, nosotros no rezamos para que Hashem nos dé lo que necesitamos. Tenemos una necesidad, a fin de rezar, para hacer conexión con Hashem, para expresar los deseos de nuestra alma y desarrollarlos. El rezo es un fin en sí mismo. No significa poner ultimátums.

¿Pero acaso mi esposo y yo no tenemos la mitzvá de tener hijos?

No exactamente. Ustedes tienen la mitzvá de osek, de ‘involucrarse’ en el proceso de tener hijos. En realidad, tener hijos es un acto de Hashem. Y si la mitzvá es ser osek, entonces tú tienes mucho más que aquéllos que tienen hijos pero no los desean.

¿A qué se refiere?

Por ejemplo, imagina un hombre que tiene 15 hijos y 300 nietos. Cuando llega ante el Creador, le dicen que tiene ‘crédito’ por 3 hijos y 30 nietos.

¿Qué hay acerca de mis otros 12 hijos?’, pregunta.

Tú nunca rezaste por ellos. De hecho, rezaste para no tenerlos. Por supuesto, no puedes ir en contra de Mis deseos. Yo tengo que meter de contrabando esas almas al mundo. Te puedo dar crédito por cuidar bebés, por el costo de los pañales, etc., sin embargo, no te puedo dar crédito por esos hijos porque tú nunca rezaste por ellos. Nunca los quisiste’.

Inmediatamente, una pareja sin hijos llega al mundo venidero. Toda su vida, le rezaron a Hashem día y noche para que les mandara hijos. No obstante, Hashem nunca les dio hijos. A pesar de eso, les informan que ‘tienen crédito por 3,000 niños y 10,000 nietos.

¿Cómo puede ser eso?’, preguntan. ‘Nosotros no tuvimos ni siquiera un hijo’.

Cierto, sin embargo, habían 12 hijos de la pareja previa que no eran deseados. Sus rezos los obtuvieron para ustedes. Además de esos 12 hijos, sus rezos obtuvieron 5 de esa pareja, 3 de aquélla, 7 de ésa otra, etc.’

Los rezos siempre son respondidos, pero a veces solamente en alguna otra parte. En el mundo venidero, el Mundo de la Verdad, sabremos cómo y dónde fue respondido cada rezo. Así, independientemente de qué tan desesperada se ve la situación, uno nunca debe rendirse y dejar de rezar. Cada rezo regresa pagado totalmente, de una manera u otra, tarde o temprano.

Y existe otra cosa que puede conseguirse con los rezos, —añadió el rabino—. Te obtienes a ti misma. Todo bien que Hashem nos da debe ser precedido por rezos. Tomemos por ejemplo el rezo de Abraham y Sará para tener un hijo. Si el destino de la nación judía era dependiente de que Abraham y Sará tuvieran un hijo, es inconcebible que Hashem les hubiera privado ese hijo. Estaban destinados a traer a Yitzhak al mundo. ¿Qué ganaron entonces con más de 80 años de rezos para que terminara la esterilidad de Sará?

La respuesta es que obtuvieron su parte en el acto de traer a Yitzhak al mundo. Hashem les habría dado a Yitzhak aunque no hubieran rezado como lo hicieron. Todo dependía de eso. Sin embargo, porque rezaron, Yitzhak no les fue dado gratuitamente. Se lo ganaron. Les fue dado específicamente a ellos porque rezaron.

Hashem da lo que Él iba a dar de todas maneras. Pero tú obtienes realmente solamente por lo que le rezaste a Él que te dé. Así, el rezo es la forma de ganar tu yo. Tú eres lo que rezas. David dijo: V’ani tefilá ‘Yo soy el rezo’.35 El objetivo del rezo es ayudar al individuo a establecer su personalidad espiritual, no sólo adquirir los objetos que desea.

Por supuesto, muchas veces las personas obtienen por lo que rezan. Sin embargo, ése no es necesariamente el objetivo del rezo. El rezo es la forma de ganar tu yo. Los rezos crean un ‘tú’ que hace una conexión con Hashem. Y mientras más profundamente reces, mayor es tu conexión. Con frecuencia, hay un nivel de acercamiento y de conexión que Hashem quiere que alcances antes de darte lo que Él planea darte. Es por esto que Él te ayuda a condimentar tus rezos a través del sufrimiento y la privación. El rezo no es el medio para un fin; es el fin en sí mismo.

La Impresión

Pero, ¿qué si mis rezos nunca son respondidos? ¿Cómo puedo esperar tener consuelo con esta carencia en mi corazón?

Ningún rezo se pierde. Éste es un principio fundamental. No todos los rezos y esfuerzos conllevan un fruto rápidamente identificable en este mundo, pero todos tienen algún efecto, aun grandes efectos.

Visualiza dos capturistas de datos trabajando en dos terminales idénticas en un día de oficina. Sus trabajos respectivos incluyen ingresar datos y responder al indicador de la computadora. Ver la impresión final, el producto final de su trabajo de meter datos, puede no ser, sin embargo, inmediatamente necesario. Vamos a imaginar que, después de un tiempo, la computadora le indica a un trabajador ir al cuarto de impresión y revisar el trabajo impreso, mientras que al otro trabajador, le indica continuar mecanografiando en el teclado; y esto sucede día tras día, semana tras semana, mes tras mes y aun año tras año. Uno de los capturistas de datos siempre puede revisar la impresión, mientras que el otro solamente recibe mensajes que dicen: ‘Buen trabajo’, ‘Sigue así’, etc. Este segundo trabajador debe encontrar consuelo en el hecho de que la computadora le responda que su trabajo estuvo bien hecho, a pesar de que aún no se le permite ver el producto final.

Así es con nosotros también. Los rezos que visiblemente no han sido contestados, no significa automáticamente que la persona no tiene valor. Con mucha frecuencia es totalmente lo contrario. Probablemente indica que el Arquitecto del universo, el Programador Superior, tiene grandes planes para los rezos de esa persona y que la impresión de esa persona no tiene solamente una función local, algo que pueda ser impreso inmediatamente, sino que tiene ramificaciones globales. El significado del rezo de esa persona es tan grande que sería prematuro esperar ver resultados inmediatos. El punto es que vendrá el día en que vamos a encontrar cada palabra de rezo que pronunciamos. Cada rezo deja su huella.

Usted dice que cada rezo tiene su huella, pero si mi huella no es mi propio bebé, yo no sé si puedo continuar. ¿Con qué otra cosa puedo consolarme?

Con el conocimiento de que tus esfuerzos son vitales para servir un objetivo mayor.

¿A qué se refiere?

Cada individuo tiene dos objetivos: uno es completar su yo central; nuestro yo, nuestro cónyuge, nuestros hijos, nuestra familia inmediata. Pero éste no es el objetivo final. Una vez que hemos completado nuestra misión personal y construido una familia, tenemos que entregarnos a la perfección de un conjunto mayor, al shlemut de klal Israel. Algunos individuos han sido enviados a este mundo como unidades completas. Cualquier deficiencia no es principalmente en faltas personales, sino en faltas en el conjunto.

Piensa en un motor. Si la ignición está apagada, no importa si el carburador o la transmisión funciona perfectamente, el motor no va a funcionar. Con el pueblo judío tomado en su conjunto, no es diferente. Una persona puede ser como un carburador que funciona perfectamente, pero él no puede hacer su parte hasta que el resto del motor se arregle. Su misión, en este caso, podría ser tratar de ayudar a otros, estar seguro que están completos y funcionando en orden. Es por esto, que los rezos de una persona justa que pide para sí misma, no son siempre respondidos visible e inmediatamente.

El sufrimiento es una señal segura de que Hashem desea tus rezos. Si Él quiere que completes tu deficiencia personal, o que completes tu deficiencia en el conjunto mayor, es algo que nadie sabe con exactitud.

¿Existe alguna forma de descubrirlo?

Quizá. De acuerdo a lo que hemos dicho, si el propósito de los rezos de una persona es completar una necesidad local, es probable que los rezos sean respondidos inmediatamente. Por otro lado, si los mejores esfuerzos de una persona no fructifican, entonces ése es un buen indicador de que sus rezos sirven para una necesidad global y, como un trabajador que está asignado a un proyecto más grande. Ver resultados no va a ser tan rápido.

Leá y Rajel: Parte y Todo

Rabino, ¿dónde aprendemos que Klal Israel está dividido en dos grupos de gente, algunos cuyos rezos sirven a lo que usted llama necesidades locales y algunos que sirven a un todo?

Uno de los lugares obvios es en la vida de nuestras imaot, las Matriarcas, Rajel y Leá. Leá representa el rezo para necesidades individuales y locales. Como los sabios nos dicen: sus ojos no eran tan hermosos como los de Rajel, porque estaba clamando constantemente a Hashem que anulara el decreto de que ella, la primera hija de Labán, se casara con Esav, el primer hijo de Yitzhak. Es innecesario decir que tuvo éxito. Ésta era su necesidad personal. Y tuvo éxito al verla realizada relativamente rápido.

Otra necesidad ‘local’ de Leá involucraba obtener el favor de Yaakov. Así, ella rezaba vehementemente para darle hijos y, ahí también, tuvo respuesta inmediatamente. Aunque todas sus peticiones eran componentes esenciales de la unidad completa que llamamos klal Israel, no obstante, se extendieron de los rezos de Leá para reparar y completar su propia situación.

Rajel, por otro lado, era responsable por el conjunto. Ella es la madre espiritual asociada con todo Israel. Así, ella fue enterrada en el camino principal, con objeto de que cuando la nación entera fuera exiliada sería Rajel la que se estuviera lamentando por sus hijos,36 por todos los hijos judíos.

Son los rezos de Rajel los que todavía nos están afectando hoy en día. Escuché la siguiente historia de primera fuente. A principios de 1940, Rav Hilel Slesinger estaba en Palestina junto a Kever Rajel, la tumba de Rajel. Un grupo de kibutzianos laicos se acercó. Una de las mujeres, aparentemente una refugiada de la Alemania nazi, empezó a rezar. Rezó lo suficientemente fuerte en su alemán nativo de forma que Rav Hillel oyó por casualidad. Esta mujer completamente asimilada, que ni siquiera sabía hebreo, rezaba: ‘Madre Rajel, tú conoces el dolor de no tener hijos… y tú puedes sentir mi dolor de todos estos años que no he podido tener hijos. Sólo tú puedes ayudarme. Reza por mí’.

El rezo era tan genuino, pensó Rav Hilel, que estaba convencido que eventualmente iba a ser respondido. Se las arregló para investigar. Un año más tarde, llamó al kibutz y se enteró que efectivamente la mujer había tenido un hijo. Solamente porque Rajel había sufrido lo que ella también había sufrido fue posible que sus rezos tuvieran efecto 3,000 años más tarde en una mujer no religiosa.

Leá representa la quintaesencia en el rezo para el perfeccionamiento del individuo. (El que es necesario para el todo); Rajel representa el rezo que afecta los cambios globales. Ella no dudaba en rezar por sus propias necesidades también. No hacer esto sería rehuir su responsabilidad de hacer de ella una parte íntegra en ella misma. Pero ella aceptó su estado de esterilidad, enviando continuamente rezos que llegarían a lejanos descendientes miles de años en el futuro.

¿Está usted diciendo que ella estaba consciente de su función global?

Definitivamente sí. Ella estaba tan consciente de su función global, que estaba empezando a no sentir el punzante dolor de no tener hijos. A este respecto, sin embargo, su vida estaba por tomar un giro dramático.

Rajel y el Intercambio de Yaakov

En Bereshit37, este momento decisivo está registrado:

Y Rajel vio que ella no le había dado hijos a Yaakov y tuvo envidia de su hermana. Ella le dijo a Yaakov: dame hijos, si no me los das, estoy muerta.

Yaakov se enojó con Rajel y le dijo: ¿Acaso estoy en el lugar de Hashem, que retiene el fruto de tu vientre?

Ella dijo: Acá está mi criada Bilhá. Ven a ella, y ella dará a luz en mis rodillas; y yo también me construiré de ella’.

Este pasaje necesita mucho análisis. Primero, parece contradecir lo que yo dije acerca de que Rajel aceptó su condición de esterilidad. Estos versículos parecen indicar totalmente lo contrario: que ella estaba desesperada por tener hijos. Y luego parece, con una lectura superficial, que quería los hijos para su propio bien.

No obstante, esto no es verdad. Para empezar, el versículo enfatiza que ‘…ella (Rajel) no le había dado hijos a Yaakov’. Si quería hijos para su propio bien, el versículo debería decir que ella no había tenido hijos ‘para ella’. Más bien, es como yo te estaba diciendo. Ella aceptaba su carencia. Sin embargo, algo pasó que le hizo darse cuenta como nunca antes cuánto sufría su esposo Yaakov por no tener hijos de ella. Por su propio bien, ella podría haber sido una mártir y vivir con el dolor de no tener hijos; pero el darse cuenta del dolor que Yaakov sentía por no poder concebir hijos a través de ella despertó anhelos largamente dormidos dentro de sí.

Por lo tanto, Rajel le dijo a Yaakov: ‘Dame hijos’. Ibn Ezra explica esto diciendo, que ella imploró a Yaakov para que le rezara a Hashem con el objeto de que tuviera hijos, tal como Yitzjak rezó por Rivká para que tuviera hijos. La referencia de Ibn Ezra es Bereshit 25:21, donde los rezos de Yitzjak para tener descendencia no fueron contestados hasta que rezó ‘opuesto a su mujer’, es decir, para su esposa, porque él vio que ‘ella era estéril’. Para sí mismo, Yitzjak tal vez podía haber racionalizado una vida sin hijos. Pero cuando él pensó en su mujer y cuánto estaba sufriendo, él se postró ante Hashem como nunca antes para satisfacer las necesidades de ella y fue entonces, cuando ‘Hashem contestó sus rezos’ y no los de ella.38 Entonces ‘Rivká su esposa, se embarazó’. Así, Rajel imploró a Yaakov para que rezara como su padre Yitzjak, cuyos rezos fueron contestados cuando él rezó por el bien de su esposa.

Las siguientes palabras de Rajel expresan qué tan desesperadamente ansiaba que Yaakov fuera capaz de tener hijos a través de ella. ‘Si tú no (rezas por mí de la misma manera que tu padre rezó por Rivká), estoy muerta’. Es decir, no puedo darte un hijo a ti. Ella entendía que servía a una función global. Y como tal, sus rezos por hijos no serían respondidos inmediatamente. Yaakov, por otro lado, ya tenía hijos a través de Leá: esto demostraba que sus rezos cumplían una función más individual y local y por lo tanto podían ser contestados inmediatamente. Le pidió desesperadamente que rezara, de otro modo, ella estaría muerta, porque sus rezos no podrían traer un hijo para él.

La respuesta de Yaakov, ‘¿Acaso estoy en el lugar de Hashem que retiene el fruto de tu vientre?’, parece expresar una frustración impropia de una persona justa como él. No obstante, estaba frustrado porque experimentaba la misma falta de control que Rajel. Rajel había entendido mal cuando pensó que Yaakov era una persona con funciones locales. Yaakov sí servía una función local. Sin embargo, Yaakov tenía un segundo nombre, que representaba un segundo destino, Israel. Israel representaba su papel en el sentido global. En consecuencia, ver resultados inmediatos de sus rezos tampoco estaba dentro de sus posibilidades. Él estaba tan exasperado como Rajel porque el asunto estaba igualmente fuera de su control.

Cuando Rajel entendió que los rezos de Yaakov también cumplían a una función global y, por lo tanto, sus rezos no serían contestados de manera relativamente fácil, ella respondió ofreciendo Bilhá a Yaakov. Su respuesta parece extraña, casi masoquista porque los hijos que Bilhá tuviera, acentuarían la esterilidad de Rajel todavía más y de esta forma, avivaría más la envidia de su parte.

Esta dificultad fue analizada por el Sforno. Él explica que Rajel ahora se daba cuenta que si Hashem todavía no había respondido a sus oraciones, debía ser porque ella todavía no se había conmovido con la suficiente intensidad. En algún lugar oscuro de su corazón, ella quizá había aceptado su condición estéril. Había aletargado su dolor y ese aletargamiento estaba impidiéndole entregar su rezo más profundo. Así, explica el Sforno, Rajel razonó que la envidia que sentiría al ver a su criada dando a luz un hijo en sus propias rodillas, despertaría su naturaleza más profunda, ser la madre de sus propios hijos, forzándola a penetrar las barreras finales de su corazón.

Esto explica las dos expresiones inusuales que Rajel usó. Primero, ‘ella dará a luz en mis rodillas’. ¿Qué importaba si el niño nacía sobre sus rodillas? ¡Era del vientre de Bilhá! Sin embargo, la palabra hebrea birkai, ‘mis rodillas’, es como baruj, ‘bendecir’, y puede interpretarse como una expresión de rezo, de súplica. Así, Rajel estaba realmente diciendo: ella dará a luz ‘por mis rezos’. Esto ahora es algo más entendible: a través del mérito del rezo de Rajel, Bilhá dará a luz. Pero, cómo podía continuar diciendo: ‘me construiré a través de ella (Bilhá)’. ¿Podía ella realmente sentir que se construía a sí misma a través del nacimiento del hijo de su criada?

Más aún, a lo que Rajel se refería era que a través de la envidia de ver a otra mujer dando a luz un hijo, Yaakov le ayudaría a alcanzar los más altos niveles de rezo. Rajel dijo: ‘Me construiré’ porque yo voy a utilizar el dolor de la envidia para verter hasta la última gota de plegaria de mi corazón y a través de esto, ella rompería la barrera que impide que Hashem dé respuesta a sus rezos. Y, como sabemos, los rezos de Rajel fueron exitosos. Ella tuvo hijos.

Entonces, —David intervino—, ella usó la envidia para bien.

Sí. Sus objetivos eran espirituales. Sentía envidia de la habilidad de su hermana para suplir la necesidad de Yaakov de tener hijos que formarían las tribus fundamentales de klal Israel. Ésta es una necesidad espiritual para la cual la envidia puede ser un motivador positivo muy poderoso. Rajel quería usar la envidia para subir el tono de sus rezos.

Pero rabino, —Rajel preguntó—, yo pensé que no debíamos traer sufrimiento sobre nosotros.

Normalmente, tienes razón. Nunca podemos estar seguros de que vamos a ser capaces de enfrentar una prueba, y por lo tanto, no debemos pedirle a Hashem sufrimientos. Sin embargo, Rajel estaba en un nivel muy alto y ya estaba sufriendo enormemente. Ella necesitaba un empuje final para darle vida al rezo que Hashem estaba esperando. Aquéllos de nosotros que no estamos en un nivel tan alto no debemos pedir sufrimientos. Sin embargo, al mismo tiempo, no necesariamente debemos tranquilizar las punzadas de sufrimiento que Hashem ya nos ha dado.

Ingredientes para un Rezo Exitoso

Los rezos nunca se pierden, —continuó el rabino—. Pero no existe garantía de que todos los rezos darán frutos visibles. Sin embargo, ciertos ingredientes incrementan la probabilidad de éxito y solamente hemos mencionado dos de ellos. Uno es rezar por otros; ver el rol de uno en el rezo como en cumplimiento de una función global. Cuando rezas por otro, tus rezos pueden hacer más por ellos que lo que los de ellos pueden hacer para sí mismos.

El otro ingrediente vital se relaciona con tener todas tus necesidades satisfechas y esto es: la intensidad de la necesidad que siente la persona, el grado del dolor. Mientras mayor sea la necesidad, es más probable que el resultado sea un rezo, un clamor, del fondo del corazón. Como al estirar un arco lo más posible, la intensidad de la cual emana un rezo del interior del corazón, es la altura que va a alcanzar en el cielo.

Cada persona que sufre es especialmente querida por Hashem. Si no, Él no querría la compañía de esa persona tan intensamente. El dolor, la carencia, crean la profundidad del deseo que potencialmente hace de cada momento, un momento de mediación y enlace con Hashem. En la parada del autobús, en el metro, en la casa, a todas partes a donde uno va, es un lugar para clamar a Hashem y satisfacer la carencia. Hashem es el Único que puede contestar los rezos, el que realmente puede satisfacer la carencia y convertirla en la mayor bendición. Rajel no huyó de su dolor. Ella no tranquilizó sus sentimientos. Por el contrario, fue capaz de alcanzar el delicado equilibrio para poder usarlo como una fuerza poderosa en su vida.

Se estaba haciendo tarde y mientras dejaban el terreno boscoso y se acercaban al hotel, el rabino añadió: —Es parte de la naturaleza humana tratar de huir de los recordatorios de cosas dolorosas. Pero no asistir a semajot, permanecer seguro y recluido en la casa, no es lo que Hashem quiere para personas que no pueden tener hijos, o para cualquiera que sufre. Él quiere que vayas a las semajot de otros y que interactúes normalmente. Hashem quiere que todos, incluyendo aquéllos con dolor en su corazón, vayan a la simjá con una sonrisa para bailar con alegría. ¿Acaso el dolor se volverá más agudo por esto? Tal vez. Quizá. Muy probablemente. Pero si así es, entonces el rezo que la persona lastimada vierte en su casa, después de la jatuná, a solas, será del lugar más profundo de su alma. Y esto es más preciado que cualquier cosa.

 

Por el Rav. Azrael Tauber.

AUTOESTIMA (Capitulo 4)

Por el rav . Azrael Tauber

CAPÍTULO 4

AUTOESTIMA

EN MEDIO DE LA

DIFICULTAD

El pequeño conglomerado alrededor del rabino finalmente se disgregó, y el lobby se vació; un hombre sentado en una silla del salón prendió un cigarrillo. Un judío observante según las apariencias externas. Estaba absorto contemplando las ondas de humo que el cigarrillo prendido hacía revolotear sobre su cabeza. Dejando su cigarrillo para que se extinguiera en un cenicero, se levantó de la silla y empezó a caminar hacia el lobby vacío.

Sus ojos se posaron repentinamente sobre un sombrero negro tirado en el piso, obviamente dejado ahí por accidente. Lo recogió, le quitó el polvo y estaba por dejarlo en una mesa cuando se sobresaltó por una voz. —Oh, debe ser mío. Una pequeña pausa y luego, —Sí, es mío, —dijo el rabino extendiendo sus manos. Había bajado al lobby específicamente para buscar su sombrero.

Aquí tiene, —dijo el hombre regresando el sombrero.

Gracias. Buenas noches.

Igualmente.

Cuando el rabino se había volteado para dirigirse a su cuarto, el hombre repentinamente alzó la voz y preguntó, —¿Dispone de un minuto?

Sí. ¿Cómo te llamas?

Preferiría no decir. Llámeme Reuvén.

Está bien, Reuvén.

Escuché la discusión que tuvo con esas personas después de la conferencia. Usted sabe, con ese israelí.

Sí.

Lo manejó muy bien, rabino.

Gracias.

De hecho, no creo haber escuchado nunca a nadie explicar las cosas así. Hubiera deseado que alguien como usted me hubiera enseñado cuando yo era más joven. Al hacer Reuvén una pausa, se veía que era obvio que tenía mucho en su mente. —¿Podemos sentarnos? —preguntó Reuvén.

Seguro.

Cuando se sentaron en unas sillas del lobby, Reuvén dijo, —Rabino…— pero se detuvo. Obviamente con una lucha dentro de sí; empezó nuevamente y dijo, —Rabino, necesito hablar con alguien.

Adelante, estoy escuchando.

Yo…

¿Sí?

Yo… yo no me siento cómodo hablando de mí. —Reuvén se detuvo—. Estoy en una situación que no comprendo. Siempre he ayudado a la gente. Pero desde que mi negocio se vino abajo, y me quedé con una enorme hipoteca, una familia grande y muchas deudas, he sido como veneno para aquéllos que están cerca de mí. Para hacer la historia corta, no sé si todavía tengo un matrimonio. No soy capaz de tratar decentemente a mi esposa y mi familia. Sé que está mal, pero no puedo hacer nada. No quiero estar así. Pero las cosas que me han pasado están más allá de mi capacidad de resistencia. No entiendo por qué Hashem me ha hecho esto a mí. Siempre ayudé a la gente.

¿A toda la gente?

Sí.

¿Incluyéndote a ti?

¿A mí?

Sí, tú también eres un judío. ¿Te ayudas a ti mismo?

Reuvén hizo una pausa. —Yo creo que usted ya dio con el problema. Yo me descuido.

Si tú te descuidas, no puedes comprender realmente las necesidades de otros. Veahabta lereaja kamoja, ‘Ama a tus semejantes como a ti mismo’ enseña que si tú no te amas a ti mismo, no puedes amar realmente a tus semejantes. Si tú maltratas a tus amados, es porque te maltratas a ti mismo. Eres amigo de todos excepto de ti mismo.

Reuvén metió la cabeza entre las manos y dijo: —¿Pero no es todo el propósito de la Torá ayudar a otros?

Finalmente. Pero primero te tienes que ayudar a ti. Conoces el famoso caso de dos personas que están perdidas en el desierto con agua suficiente para que sólo una de ellas sobreviva. Rabí Akiva nos enseña que una persona tiene la obligación de primero salvarse a sí misma, jayeja kodmin, ‘Tu vida, primero’. Tiene que tomar de su cantimplora, aun si eso significa que el otro va a morir de sed.23 Éste es el mismo Rabí Akiva que dice que ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’ es el gran principio de la Torá.24 No hay contradicción. La persona primero tiene obligación hacia sí misma, y sólo después puede dar ayuda apropiada a los demás.

El Rebe de Tzans dijo que cuando era joven, se había propuesto salvar el mundo entero. No obstante, cuando se hizo un poco más grande, concluyó que el mundo estaba más allá de su capacidad para arreglar, así que redujo sus objetivos y se propuso arreglar su ciudad. Años más tarde, se dio cuenta que eso también estaba más allá de sus medios, mientras tanto, su familia estaba carente, así que trató de arreglarla. Ya como anciano, dijo: ‘¿Por qué estoy tratando de arreglar a mi familia? Debo arreglarme a mí mismo’. ¿Si una persona no puede arreglar el mundo que está dentro de él, qué esperanza tiene de arreglar el mundo que está fuera de él?

Sé mejor que nadie que estoy lejos de la perfección, —dijo Reuvén—, pero todavía tengo mucha Torá y mitzvot en mi poder.

Aun las personas con Torá, no están inmunes de descuidarse a sí mismas. Es posible hacer de la Torá algo cosmético e ignorar totalmente tu personalidad. Es por esto que la Torá enseña: derej eretz precede a la Torá. Derej eretz, respeto por otros que emana del autorespeto, de la dignidad. Primero debes respetarte a ti mismo para poder respetar a otros. Derej eretz, entonces, un sentido de valor propio, debe preceder a la Torá, de otra manera, hasta la Torá se puede volver una vestidura externa dependiente del valor propio y no una herramienta para desarrollar el verdadero yo.

¿Está usted diciendo entonces, que yo he sido castigado por haber descuidado mi persona?

No estoy diciendo nada acerca de castigos. Todo lo que estoy diciendo es que hay una causa de tu problema. Si arreglas eso, otras cosas caerán en su lugar.

No me malinterprete —agregó Reuvén—. Aprecio el hecho de que usted está hablando conmigo pero, ¿de qué me sirve entender mi problema si todavía tengo deudas enormes, un matrimonio desintegrado, no tengo ingresos y todos mis otros problemas?

Te regreso la pregunta —dijo el rabino—. ¿De qué te sirve acabar con tus deudas y superficialmente corregir todos tus problemas si no llegas a la raíz de tu problema?

Ganaría un poco de alivio.

Eso tiene un valor, —dijo el rabino—, pero tarde o temprano tienes que localizar la causa si quieres curar la enfermedad. Los problemas son síntomas. Un síntoma es un regalo si lo interpretas correctamente y lo usas para curar la enfermedad—. El rabino se detuvo por un momento y luego dijo,  Déjame preguntarte algo Reuvén, ¿para qué construye una persona una casa?

Para protegerse.

Sí, pero más aún, tiene una necesidad de sentirse arraigado, necesita un hogar. La casa es solamente un medio para producir un hogar. Si uno descuida la idea del hogar mientras se ocupa de construir una casa, daña su objetivo original. Esto es porque la casa es sólo el medio para construir un hogar. No obstante, ¿cuántas personas conocemos y cuántas historias hemos oído de personas que se esclavizan a sus carreras a fin de poder tener una hermosa casa, pero descuidan su matrimonio, sus hijos y a sí mismas? Tienen mansiones vacías. Y probablemente sientan el vacío pero están imposibilitadas para detener el impulso de largos años persiguiendo el medio mientras olvidaban el objetivo.

Ahora, ¿qué es lo mejor que Hashem puede hacer por tales personas, una persona que básicamente es buena, pero que ha olvidado la idea de construir un hogar en su búsqueda de construir una casa? Primero, Él le dará signos de que ha perdido de vista el objetivo, y si él no lee los signos, Hashem en Su misericordia, le quitará la casa porque se volvió un obstáculo para su objetivo real. Perdiendo la casa, él puede ganar un hogar.

Por otro lado, si Hashem sabe que una persona es tan materialista que no va a pensar siquiera dos veces en perder su casa, Él podría permitirle conservar la casa o el matrimonio superficial, o la relación débil con sus hijos. Éste es un castigo peor. Es algo permanente; algo con ramificaciones permanentes. Sin embargo, cuando Hashem castiga a la gente que ama, no es de ninguna manera permanente. Y por lo tanto, no es realmente un castigo. Él quita a fin de que la persona gane al final.

Entonces, ¿usted está diciendo que en la persecución de los medios del objetivo yo olvidé el objetivo en sí?

Eso es lo que estoy sugiriendo. El objetivo de la Torá puede ser ayudar a otros, pero al primero que debes ayudar es a ti mismo. Hashem no quiere que estés satisfecho con un entendimiento superficial o incompleto de ti mismo, sino quiere que llegues realmente a la raíz de quién eres tú, limitando o eliminando ciertas cosas externas que te dan un sentimiento falso de valor propio. Sufres porque eres merecedor del amor de Hashem.

Entiendo lo que me está diciendo —replicó Reuvén—. Y me gustaría creer que soy digno del amor de Hashem. Pero tal vez no soy merecedor de Su amor. Quizá Él me está castigando realmente.

¿Tú eres un judío ¿correcto?

Sí.

Kol Israel yesh lahem jelek leolam habá, ‘Todos los judíos tienen una porción en el mundo venidero’.25 El solo hecho de que seas un judío, quiere decir que Hashem muestra favor especial hacia ti. Además de eso, tienes Torá y mitzvot en tu mérito. Mientras sigas siendo una persona sincera que quiere mejorarse a sí misma y a otros, Hashem te puede estar dando golpecitos, pero no es un castigo. Él sabe que finalmente obtendrás provecho de la dificultad. Por lo tanto, no te dejes vencer. Tu dificultad es suficiente sufrimiento. No lo compliques negando tu valor interno.

¿Pero cómo puedo convencerme de que tengo algún valor si soy un fracasado para todos los que me rodean?

Mientras más notable es la persona, más se espera de ella. Cuando Hashem piensa que una persona es fuerte y meritoria, Él generalmente le quita las cosas que más quiere. Tú te volviste un fracaso, un fracaso para tus hijos, para tu familia, para tus amigos, para tu sociedad. Te das cuenta ahora cuán solo estás. Sin embargo, cuando todos tus recursos externos que te dan valor se colapsan, descubres algo: que de cualquier modo, todo siempre dependía de ti. El status y las posesiones no eran intrínsecas. Una mañana te miras en el espejo y dices, ‘¿soy un fracaso para mí? Hashem puso Su tzelem Elokim, Su Imagen Divina en mí. Él me creó. ¿Acaso puedo ser un fracaso? En este punto te descubres a ti mismo. A partir de ahí, puedes reconstruir tu propia imagen.

Pero ¿tiene que ser a través de la pérdida de todo lo demás?

A veces. La Mishná enseña:26 ‘¿Quién es rico? Aquél que está contento con su parte’. Si él está contento con su parte en tanto que está viviendo en la pobreza, entonces si se volviera rico no se echaría a perder por el dinero. Sin embargo, uno que no puede encontrar satisfacción con las cosas simples cuando sea rico, será destruido por el dinero. Por supuesto, somos parte de este mundo material, y está aquí para que nosotros lo aprovechemos. Sin embargo, no vale nada si aprovechándolo perdemos nuestro yo. Solamente aprovechando primero nuestro yo, el aprovechar los elementos del mundo tiene permanencia y significado. Si descubres tu valor interno mientras estás privado de ciertas cosas esenciales, entonces después, cuando la normalidad vuelva a tu vida, la tomas con el conocimiento de que nunca más vas a cambiar los valores reales por valores externos.

Debes tener el favor de Hashem, —añadió el rabino—, de otra manera Él te dejaría tener las cosas fácilmente. Debes ser capaz de sobreponerte a tu desesperación. Hashem solamente desafía a una persona que Él sabe puede perseverar y sobreponerse. Debes creer en ti mismo tanto como Él cree en ti.

Reuvén dejó salir un profundo suspiro y dijo: —Lo que usted está diciendo está bien, rabino. Pero conmigo es una desgracia tras otra. ¿Cómo me puedo sentir bien de mí mismo si todo alrededor de mi vida se está deshaciendo?

Dijiste que me escuchaste hablar antes acerca de la autoestima —dijo el rabino—. ¿Tú crees que lo que dije se aplica solamente cuando las cosas van bien? Muy por el contrario, se aplica igualmente, si no es que más, cuando las cosas no van bien.

Yo creo que entiendo eso, —dijo Reuvén—, pero no obstante, no sé cómo creerlo. Usualmente yo soy el que dice a las personas que tengan fe, sin embargo, ya que he estado sufriendo enormemente no puedo convencerme a mí mismo de eso.

Tampoco te afecta si no puedes entenderlo o porque no puedes entenderlo con suficiente profundidad todavía. De cualquier modo, déjame tratar de ayudarte. Vamos a asegurarnos que entendemos qué quiere decir ser creado betzelem Elokim, a la imagen de D os.

Llenando la Brecha

Tzelem Elokim,—el rabino empezó a explicar—, es algo en todos nosotros. Si Hashem es el Creador, entonces una de las cosas creadas a Su imagen, implica que nosotros también podemos volvernos creadores, no solamente creadores de algo a partir de algo, sino creadores como Hashem de algo a partir de nada. Desafortunadamente, tendemos a utilizar el hermoso poder de la creatividad para crear nada de la nada. Tomamos el mundo material, que es una gran nada por sí mismo, y usamos nuestro tzelem Elokim para crear más nada, más de este mundo, olam hazé. En realidad, se nos dio la nada de este mundo material a fin de reconstruir la materia en algo, es decir, en espiritualidad, olam habá.

Y cuando digo el mundo material, no me refiero sólo a los objetos físicos de este mundo, sino también toda circunstancia de la vida en la que nos encontremos. Todas las formas de sufrimientos, son la materia prima de la nada de la que podemos construir algo. Y la regla es que mientras más problemática es nuestra ‘materia prima’, mayor es el potencial de crear algo valioso de ella.

Imagina que existe un proceso que puede convertir varios tipos de materia en diamantes, y tienes frente a ti varias máquinas diferentes que pueden realizar este proceso. Una máquina puede convertir oro en diamantes. Otra puede convertir plata en diamantes. Otra cobre en diamantes. Y finalmente, una que pueda convertir basura en diamantes, ¿qué máquina usarías tú? Obviamente la última. Aun si fuera más costosa que las otras máquinas, hay tanta basura en el mundo, basura gratis, que nunca te faltaría materia prima para producir diamantes.

Esto es lo que Hashem hace por nosotros. Cada uno de nosotros es un creador con Él. Estamos aquí para crear algo de la nada. Hashem es el que realmente nos da la habilidad para crear algo. Nuestra contribución a la mezcla es la nada. Nuestras malas circunstancias de vida, nuestros rasgos de carácter indeseables, nuestro yo físico, etc., son la materia prima con la que contribuimos. Si dependiera de nosotros, descartaríamos toda nuestra ‘materia prima’, pero Hashem se asegura que no lo hagamos. Él entrega ‘materia prima’ indeseable a nuestras puertas cada día.

Una persona se queja: ‘Hashem, me diste una tarea de vida muy difícil. Me diste mucha basura: una esposa problemática, hijos problemáticos, un ingreso problemático, rasgos personales de carácter, etc.’ Sin embargo, si Hashem nos lo dio a nosotros debemos decir: ‘Éste es mi potencial’.

Pero aun así no me siento más que engañado por Hashem —dijo Reuvén—. Estoy en una situación tan tremendamente difícil. No veo manera de salir de ella.

Por supuesto, no es cómodo trabajar con basura —replicó el rabino—. Y, regresando a nuestra analogía, vamos a decir que la máquina toma de siete a ocho años en transformar la basura en diamantes. Una persona muy bien podría decir: ‘No quiero estar trabajando con basura por seis o siete años’. Sin embargo, está miope. Cuando todo lo que ves es la basura, por supuesto que vas a decir que no la quieres. No obstante, si vislumbras el resultado final, puedes tener paciencia mientras el proceso de transformación prosigue.

Cierto, tal vez sólo tome siete u ocho años antes que la basura se transforme en diamantes —remarcó Reuvén—. Pero tal vez tome 70 u 80 años.

Aun así, en relación con diamantes espirituales, ¿qué son 70 u 80 años comparados con la eternidad? El punto es que si solamente apreciáramos lo que estamos haciendo acá en este mundo, ya poseeríamos el cúmulo de fuerza necesario para sobreponernos a cualquier situación. Si Él nos tuvo confianza con todas nuestras dificultades, pruebas y debilidades, no existe obstáculo que no podamos vencer. Y después de todo, Él nos dio las circunstancias de vida porque ninguno de nosotros se ofreció nacer y que le fueran dadas esas circunstancias.

Decir que Hashem te engañó al darte tantos déficit personales, pero no te dio al mismo tiempo las habilidades para transformarlos en ventajas, es acusar a Hashem de no saber lo que Él está haciendo. Si Hashem nos creó con deficiencias, Él también nos creó con las habilidades para transformarlas en ventajas. Cuánta gente me ha dicho, ‘tuve una terrible educación, o tuve terribles amigos, o un terrible matrimonio, una terrible situación de trabajo, midot terribles, etc., pero no entienden que eso los hace gente más rica. Toda su basura se puede transformar en diamantes. Decir que no se puede, es decir que Hashem no sabe lo que está haciendo.

¡Hashem sabe lo que está haciendo! —enfatizó el rabino—. Deficiencias, fallas humanas, crueldad, maldad, todas son parte del plan de la creación. Es Hashem el que las creó, y el que permite que sigan funcionando. No obstante, la gente algunas veces se cuestiona: Si Hashem es todopoderoso, perfecto, benévolo, ¿por qué permite que la maldad y la deficiencia existan en el mundo que Él creó? La respuesta es que si Él hubiera creado un mundo completo, no hubiéramos tenido la oportunidad de completarlo.

Déjame darte un ejemplo de la industria de la joyería. El primer paso en el proceso para hacer joyas, es crear un modelo. El modelo es sumergido en un molde suave de yeso, que eventualmente se endurece en una impresión negativa de la joya. Un individuo perceptivo puede observar la impresión y saber cómo quedará la joya. Mientras más profundamente se hunda la impresión en el molde, la pieza de joyería que se produzca será más costosa.

La gente es creada con ciertas naturalezas. ‘Naturaleza’ en hebreo, tevá, se relacionan con t’viá, hundir. A través de entender las deficiencias, la t’viá, la parte hundida, el hueco del molde, llegas a conocerte a ti mismo. Esto es lo que Abraham hizo, y así es como llegó a conocer toda la Torá antes de haber sido entregada en el Monte Sinaí. Abraham era un observador muy perceptivo de la naturaleza humana. Él observaba cómo por naturaleza la gente era proclive a robar, mentir, hacer trampa, asesinar. Él entendía que todas las deficiencias debían tener una contraparte que había sido diseñada para completarla. Así es como Abraham conoció y cuidó toda la Torá siglos antes que fuera entregada en el Monte Sinaí. A través de las faltas de la naturaleza humana, él percibió la perfección de la Torá. La maldad es un duplicado exacto de la Torá en inverso. La maldad, la deficiencia, (el hueco), es la impresión de la Torá, (el relleno).

El ser humano es puesto en este mundo para llenar deficiencias. ¿Cuánto puede lograr una persona? Depende de cuántas deficiencias le han otorgado, de qué tan ‘hundida’ está su naturaleza. Una persona tiene baja autoestima porque cree que no es nada. Se ve a sí misma y ve un hueco. Sin embargo, cada característica negativa que tenemos revela grandeza. Mientras más grande es el hueco, mayor es la cantidad de materia con la que se puede rellenar. En el momento que lo llenas, tu relleno es más valioso que el de aquél que aparentemente no tiene problemas. Por supuesto, el proceso de rellenar el vacío es largo, lento y doloroso. Decir que es imposible, no obstante, es falso. El precio que tienes que pagar puede ser mayor, pero el precio que pagas es una inversión que se te reembolsará con creces al final.

La Torá nos dice que aquél que regresa a Hashem por amor, no sólo se le perdonan sus pecados, sino que se le convierten en méritos.27 Los pecados son el hueco. El propósito final por el que Hashem le dio al ser humano el potencial de pecar fue para que pudiera llenar el hueco causado por el pecado. Cuando puedes ver tu propio hueco y de repente percibir la santidad que fue destinada a llenar el hueco, entonces debes percibirlo como un recipiente potencial de bien. Agradece a Hashem por tus deficiencias y empieza a transformarlas en ventajas que alojan el oro precioso de santidad que estaban destinadas a contener.

Debemos recordar siempre que cuando Hashem creó el mundo con deficiencias, Él sabía lo que estaba haciendo. Analizó nuestras almas y vio lo que cada uno de nosotros podía lograr. Luego nos colocó en un mundo donde tenemos las deficiencias exactas y necesarias para hacer salir nuestro potencial. Decir que Hashem no nos dio las habilidades para sobreponernos a nuestras deficiencias, es decir que Él no sabía lo que estaba haciendo cuando creó el mundo. Pero Él sí sabía. Debemos mostrar tanta fe en nosotros como Él la mostró en nosotros.

Reuvén,—dijo el rabino levantándose de la silla—, realmente se está haciendo muy tarde y todavía tengo que dar muchas clases este fin de semana. Debemos platicar más. Quizá todavía hay más personas u organizaciones de Jesed que no has contactado. De cualquier forma, espero haberte ayudado con el primer paso. ¿Por qué no llamas a tu esposa mañana y le pides que venga por el fin de semana? Todavía tienes mañana por la tarde, todo el Shabat y el domingo.

Hmmm. Puede que no sea una mala idea.

Estaré muy complacido en hablar con ustedes dos, pero por favor discúlpame ahora.

Muchas gracias rabino. Creo que llamaré a mi esposa.

Bien.

Antes de que el rabino se dirigiera a su cuarto, añadió: —Déjame dejarte con este pensamiento. Tú sabes por supuesto, que el pueblo judío, como un todo y como individuos, está sufriendo ahora tanto, si no más que siempre. La tuya no es la única historia de ese tipo, desafortunadamente. Yo digo esto, no para hacerte sentir mejor a través del sufrimiento de otros, sino para iluminarte sobre cuán especial es el tiempo en el que estamos viviendo.

No vas a encontrar una familia judía en algún lugar en la actualidad, que no esté de algún modo, sufriendo. Problemas financieros, problemas familiares, uno que no tiene hijos, uno que tiene muchos hijos, uno que tiene hijos enfermos, y así sucesivamente; cada judío hoy en día es víctima. Somos víctimas del Holocausto, no sólo del Holocausto nazi, sino también del Holocausto Espiritual Occidental. Hitler se llevó seis millones, pero todavía más judíos se han perdido en Norteamérica y el occidente. Un judío ahora tiene el derecho a preguntar: ¿Qué es lo que Hashem está haciendo? La respuesta básica es: éste es el hueco. Está acá para que nosotros lo llenemos. Estamos viviendo quizá en el rincón más profundamente oscuro de la historia. Pero no te deprimas acerca de lo que está pasando en estos tiempos. Úsalo para descubrir tu potencial y hazlo salir.

Autoestima (capitulo 3)

CAPÍTULO 3

Por el RAV. AZRIEL TAUBER

PENSAR Y SER

Era el último minuto de decisión para Dany. Cada vez que se encontraba a sí mismo decidiéndose por ir al seminario, las mismas palabras se repetían en su cabeza, ¿para qué lo necesito? Entonces se sentía aliviado pues decidía no ir, hasta que las palabras de su amigo retumbaban en su mente: ‘todos ustedes los israelíes tienen la misma expresión. ¿Acaso todo gira alrededor de ti mismo y de tus necesidades?’ Y entonces se encontraba a sí mismo considerando la idea de asistir. ‘¿Pero qué voy yo a sacar de todo esto? pensaba. ‘Ahí vas nuevamente, yo, yo, yo; ¿acaso todo tiene que girar alrededor de mi yo?’

Llegó justo antes de la puesta del sol, pero no se sentía bien. Más bien, se sentía obligado a estar ahí, a pesar que no era nada más que su propia conciencia la que lo obligaba. ‘Olvídalo’, se decía haciendo caso omiso de sus pensamientos negativos. ‘Ya estoy acá. De todas formas puedo pasar un buen rato’. Pero realmente todavía no estaba ahí.

Dany durmió en el cuarto del hotel durante la primera clase antes de bajar al lobby, donde la clase estaba justamente terminando. De repente oyó a alguien llamarlo por su nombre con emoción, —¿Dany? ¿Eres tú?

Moshé, —respondió Dany con alegría. Moshé era uno de los contactos de negocios más frecuentes de Dany.

Dany, ¿qué es lo que estás haciendo aquí?

Lo mismo que tú.

Sí, pero estoy sorprendido. Pensé que serías la última persona en venir acá.

Yo también soy judío. Además, ahora que tú estás acá, sé que tomé la decisión correcta. Estoy tan contento que estés acá, Moshé, —Dany repitió—. Quiero comentar contigo una idea de negocios.

Después de Shabat.

¿Después de Shabat? Desde que te volviste religioso, no se puede platicar contigo.

Eso no es verdad.

Sólo estoy bromeando, —dijo Dany.

Escucha Dany, la primera conferencia ha terminado. ¿Cómo es que no te vi ahí?

Estaba en mi cuarto, descansando.

Te perdiste una buena conferencia.

¿De que se trató?

Autoestima.

En ese caso, no me siento tan mal. Yo sé que los israelíes no somos perfectos, pero si hay algo de lo que no carecemos, es autoestima.

En ese momento, Moshé vio al rabino salir de la sala de conferencias hacia el vestíbulo.

Rabino—, lo llamó.

¡Ah!, Moshé —dijo el rabino mientras caminaba hacia ellos—. Me dio mucho gusto verte entre el público.

Y yo estuve feliz de estar ahí.

¿Tú esposa está acá?

Sí. Fue a ver al bebé. Pronto bajará para encontrarse conmigo, aquí en el vestíbulo.

Y ¿quién es tu amigo?

Él es Dany. También viene por el fin de semana.

Gusto en conocerte Dany. ¿Te vi entre el público? —preguntó el rabino.

No pude llegar a la primera clase, —admitió Dany—. Pero escuché que trató sobre la autoestima y, créame rabino, eso es algo que no necesito.

El rabino hizo una pausa. —Creo que podrías tener una impresión equivocada, —le dijo el rabino—. Un judío puede tener alta autoestima en determinada área, tal como en los negocios, en los deportes o alguna otra, sin embargo, eso no significa que tenga una autoestima judía.

Tiene usted un punto interesante rabino. La verdad es, no obstante, que yo conozco lo que quiere decir ser judío. Yo combatí en la guerra por el pueblo judío.

Y ¿aún estás peleando por el pueblo judío?

Combatí en una guerra. Espero nunca tener que pelear otra vez.

No estoy hablando acerca de arriesgar tu vida en el campo de batalla. Los Sabios relatan la historia de un hombre que exclamaba en las calles a los soldados que regresaban de la guerra: ‘Han regresado de una batalla, para combatir en otra mucho más difícil. La batalla contra ustedes mismos, en contra de sus pasiones’.5 En otras palabras, un judío tiene que luchar cada día por sí mismo y su pueblo. La batalla que tiene lugar en la intimidad de tu corazón es de muchas maneras, más significativa que la batalla con tanques y armas en el campo. Nuestros enemigos físicos son tan solo manifestaciones de nuestros enemigos verdaderos, los espirituales. Si no los conquistamos, nos volvemos nuestros peores enemigos. Y solamente nosotros podemos vencernos a nosotros mismos.

Hay mucho de verdad en lo que usted dice, rabino. Sin embargo, usted no se debe preocupar por mí. He visto milagros con mis propios ojos. Yo creo en Hashem completamente; quizá no en la forma en que ustedes los religiosos lo hacen, pero yo creo en Él.

Y ¿cómo creen los religiosos en Hashem a diferencia de ti?

Ellos cuidan todas las mitzvot.

¿Y tú no?

En realidad no. Y créame rabino, mis amigos han tratado de convencerme, pero no es para mí,

No es para ti porque tú no crees que Hashem le dio al pueblo judío 613 mitzvot.

No. Ésa no es la razón. Yo no cuido las mitzvot porque no quiero renunciar a las cosas buenas de la vida.

El rabino hizo una pausa. —Dany, ¿te importaría si te hago una pregunta?

No. Adelante por favor.

Cuando tienes hambre, ¿qué es lo que haces?

Me alimento.

¿Te alimentas a ti o a tu estómago?

¿A qué se refiere?

¿Es tu cuerpo tu yo, o tu yo es algo más?

Por ‘algo más’, ¿se refiere a un alma?

Sí.

Rabino, yo podré ser un alma, pero también soy un cuerpo. Y no quiero negar que soy un cuerpo.

Yo tampoco quiero que lo niegues, pero quiero asegurarme de que estamos de acuerdo en algo. Tu yo real es tu alma. Tu cuerpo te ha sido prestado por Hashem. Es como un automóvil rentado. Si tú vas de vacaciones por un mes y rentas un automóvil, después del mes no lloras cuando tienes que regresarlo. Hiciste buen uso del automóvil mientras lo necesitaste y luego lo regresas a Avis o a Hertz.

Nosotros hemos tomado un viaje a la tierra y hemos rentado un vehículo por 70 u 80 años. Cuando llega el tiempo de regresarlo, lo regresamos. Sólo tenemos que asegurarnos de que no lo hemos dañado. No hay pólizas de seguro. Somos responsables por cualquier daño.

Hashem nos prometió que si hacíamos buen uso del cuerpo, Él nos lo daría de regreso en el mundo eterno. En ese mundo, nuestros cuerpos físicos serán reconstituidos de tal manera, que aun ellos serán espirituales. Entonces seremos capaces de hablar de ellos, como hablamos de nosotros mismos. Sin embargo, ahora sólo estamos ‘rentándolos’. No deberíamos crecer tan apegados a ellos al extremo de que nuestra identificación esencial sea con ellos. Por lo tanto, Dany, te pregunto otra vez: ¿realmente eres tu estómago o tu alma?

Si lo pone de esa manera, rabino, por supuesto que soy ante todo, un alma.

Entonces, no puedo entender por qué tú piensas que cuidando mitzvot renunciarás a las cosas buenas de la vida. En todo caso, es lo contrario. Si tú no cuidas la Torá y las mitzvot, no sabes cómo disfrutar realmente de la vida.

¿Cómo puede decir eso?

Porque en la vida hay más que llenar tu estómago. No existe nada más satisfactorio que llenar tu alma. Si pasas el día colmando tu estómago o sumergiéndote exclusivamente en la búsqueda de objetos materiales, estás descuidando tu alma. Se está desnutriendo. Y si, como tú admitiste, una persona es primariamente su alma, ¿cómo puedes estar feliz si no alimentas tu alma con el alimento espiritual que ansía?

Admito que no soy una persona espiritual.

Si no es así, ¿cómo puedes incluso disfrutar lo físico? Si tu alma no está experimentando el deleite de comer, entonces ¿quién? ¿Tu estómago? El estómago de un animal también da cierta medida de satisfacción cuando está lleno. Pero tú eres un ser humano. Y un judío además de eso. No puedes estar experimentando plenamente los placeres de este mundo sin un alma sana, bien alimentada.

Soy feliz como soy, —dijo Dany—. Si fuera fácil desarrollarse en una persona espiritual, yo podría hacerlo. Pero no tengo herramientas para ser una persona espiritual.

¿Puedes pensar?

Por supuesto.

Entonces tienes todas las herramientas que necesitas. El pensamiento es la ventana del alma.

Mi problema, rabino, es que yo ya pienso mucho. Usted sabe lo que los rabinos dicen: yosif daat, yosif majov, ‘a más conocimiento, más dolor’.6 De algo sirve ser tonto. La gente superficial siempre está feliz. La gente exageradamente intelectual es infeliz. Es por esto que yo digo que pienso demasiado.

No fue cualquier rabino el que dijo esto, —respondió el rabino—, sino Shlomó Hamélej, el más sabio de todos los hombres. Y, Dany, si el más sabio de todos los hombres dijo esto, puedes suponer que hay algo más en sus palabras, porque la adquisición e incremento del conocimiento es la esencia del enfoque de la Torá.

Entonces ¿qué quería decir?

Se estaba refiriendo a un tipo específico de persona; una persona que se enorgullece exclusivamente de su intelecto, o una persona que no hace otra cosa más que intelectualizar todo el día. Una persona no es su intelecto. El intelecto tiene la intención de servir a la persona. Es un instrumento. Una persona tiene que vivir, lo que significa, que tiene que ser feliz en su vida física y usar su intelecto para producir cambios en su vida física. Ésa es la persona completa. La persona que hace de su intelecto el objetivo, experimenta dolor en el grado en que incremente su intelecto.

Una persona equilibrada, por otro lado, que participa de lo físico, así como de lo intelectual, no experimenta dolor a medida que incrementa su conocimiento. Totalmente, al contrario, incrementa su habilidad para tomar placer en la vida. Y es por esto que Hashem nos dio un estilo de vida de Torá y mitzvot, que balancea perfectamente la parte intelectual de la persona con la parte física. Sin Torá y sin mitzvot, ¿cómo puede uno derivar la máxima felicidad aun en su vida física?

Pero, rabino, usted no puede negar que la Torá le prohibe a la persona los placeres de este mundo. Te dice todas esas cosas que no puedes hacer.

Por cada placer que la Torá te ordena abstenerte, existe un placer equivalente que nos permite y alienta a participar de él. Y nos orienta en cómo participar en ese placer equivalente para que lleguemos a poseerlo, y no que él nos posea a nosotros.

Pero yo conozco gente judía que dice que cuanto más infeliz e insatisfecha sea la vida de uno, más grandeza tiene la persona. Un rabino me dijo esto. Incluso citó la siguiente afirmación: ‘No digas que no comes jamón porque es repulsivo. Más bien, no es repulsivo y si fuera posible te lo comerías, pero qué puedes hacer, si el Creador del cielo y la tierra te dijo que no te lo comas’.7 En otras palabras, este rabino me dijo que la Torá lo priva a uno de los placeres de este mundo, para que uno pueda servir a Hashem con motivaciones puramente espirituales.

Eso no es verdad. La persona que te dijo eso pudo haber entendido mal la idea. Esta cita sólo tiene la intención de enfatizar la importancia de la pureza de los motivos. No nos exhorta a hacer nuestra vida desdichada. Por el contrario, la Torá nos advierte: ‘Las malas noticias (predichas y enumeradas en los versículos previos), vendrán sobre ti porque no serviste a Hashem con alegría y buen corazón’.8 La Torá nos obliga una y otra vez a servir a Hashem con nuestro cuerpo y tomar placer de ello. Tenemos el mandamiento de estar satisfechos y regocijarnos en cada paso del camino en que servimos a Hashem con nuestra existencia física, con nuestro corazón y con nuestras emociones.

Es por esto, que a diferencia de muchas religiones orientales en donde el objetivo es desarrollar el lado espiritual, en tanto que se mata el lado físico, la Torá equipara la realización espiritual con la total participación del mundo físico. Debes casarte, establecer una familia, volverte parte de una comunidad según el modo de la Torá y, sólo entonces te has convertido en un verdadero servidor de Hashem. La Torá no nos permite evadirnos de los placeres físicos,

Si necesitas una prueba más, —agregó el rabino— toma Shabat. Shabat se santifica sobre una copa de vino; la mitzvá verdadera se hace sobre vino y no sólo con jugo de uva (no obstante que es aceptable). Un vino fuerte y embriagante se sobrepone al intelecto y debilita la razón. Ésta es la forma en que empezamos a santificar nuestro día más sagrado. Y después comemos, cantamos e interactuamos con nuestra familia durante las próximas 24 horas. Todo es muy físico. Si ésta es la forma en la que actuamos en el sagrado Shabat, entonces debería estar claro que la santidad es dependiente de las necesidades del cuerpo, y no se contrapone a ellas. El judío ideal es aquél cuyo cuerpo participa completamente con su intelecto, con su yo espiritual.

Por lo tanto, Dany, si tú me dices que no cuidas las mitzvot debido a que no puedes renunciar a las cosas buenas de la vida, yo te pregunto: ¿cómo puedes experimentar las cosas buenas de la vida si no tienes la Torá y las mitzvot como tu guía?

Pero rabino, uno no necesita la Torá para disfrutar la vida.

Quizá uno no necesita la Torá para tener una experiencia satisfactoria temporal. Sin embargo, la Torá le enseña a uno cómo hacer esta experiencia duradera y significativa. Ninguna de las cosas materiales de este mundo trae placer duradero a menos de que estén filtradas por la Torá.

Pero ¿qué hay cuando compras ese automóvil para el que estabas ahorrando?

¿Cuánto dura este tipo de felicidad? La respuesta es: hasta que descubres otra cosa que ansíes. Rápidamente, el instinto adquisitivo se vuelve una adicción y te vuelves más infeliz que nunca. Como dije, la Torá te enseña cómo poseer el mundo físico, no ser poseído por él. Es por esto que no puedo entender cómo dices que eres capaz de ser feliz sin la Torá.

Rabino, yo conozco gente rica, no religiosa que es feliz.

Parecen ser felices en el exterior, pero no sabes qué pasa en su interior. Además, aun si exhiben cierta felicidad externa, quién dice que son ricos como seres humanos. Una vaca también es feliz cuando es conducida al pasto. Así también, algunas personas son apenas algo más que vacas conducidas al pasto con toda su riqueza. Su felicidad no es ni profunda ni duradera. Admitiendo que aun la felicidad externa tiene sus ventajas, es la felicidad espiritual interna no dependiente de circunstancias externas la que finalmente es importante. Y no puedes tener la satisfacción interna sin los objetivos de la Torá.9

Yo no sé, —dijo Dany—. Todo lo que sé es que si D–os me hiciera millonario, sería feliz aun sin Torá.

¿Cómo puedes estar tan seguro? Conozco gente rica que es infeliz. Y conozco gente pobre que es feliz. La comodidad material es finalmente independiente de la capacidad de la persona para experimentar felicidad.

Pero ayuda.

Algunas veces. Y algunas veces daña. Tú sabes, los países escandinavos tienen una de las tasas de suicidios más altas del mundo. La ironía es que para mucha gente, ellos representan la sociedad en la cumbre del progreso humano: rubios, de ojos azules, nórdicos conocidos por su naturaleza no agresiva y sistema político progresivo, donde la riqueza se distribuye equitativamente. Y la verdad es que la riqueza está distribuida en esos países en forma relativamente uniforme. Nadie es muy rico ni muy pobre. Sin embargo, tienen una tasa de suicidios inusualmente alta,

¿Por qué habría de ser?

En mi opinión, el problema en Escandinavia es que no existen las apariencias externas de status y logro material, que frecuentemente funcionan para hacer que la gente sin ninguna otra fuente de autoestima se sienta bien acerca de sí misma. Mientras que en los países más occidentalizados, el materialismo sirve como un tipo de opio que nubla el miedo que uno siente por la falta de valor interno; los escandinavos con frecuencia tienen que enfrentarse a la desnuda, cruda, y sobria verdad. Ya que no conocen cómo generar un verdadero sentido del yo, muchos de ellos, por lo general intelectuales, llegan a sentir que la vida no tiene valor y cometen suicidio. La conclusión, Dany, es que no es la comodidad material la que trae la felicidad duradera.

Entonces, ¿qué la trae? ¿la Torá? ¿Me va usted a decir que no hay personas ultraortodoxas que son infelices?

Puede haber personas ortodoxas que son infelices pero eso es porque no poseen la Torá tan profundamente como debieran. Verás, no basta con observar la Torá superficialmente o creer en sus principios por hábito. La verdadera felicidad depende de una mente sana, activa y pensante, una mente que se esfuerza por entender lo más posible el significado profundo de la Torá y las mitzvot. Las personas que están infelices, son infelices porque no piensan; no saben cómo pensar, cómo utilizar su capacidad de pensar. Déjame explicarte a qué me refiero.

Podemos decir que una flor está viva porque despide un aroma agradable. Si se marchita o huele mal, está muerta o está muriendo. ¿Cómo sabemos que un ser humano está vivo?

¿A qué se refiere? Come, respira.

Un animal también come y respira. Mi pregunta es mucho más profunda. ¿Cómo sabemos que lo que hace único a un ser humano es vida y bienestar?

Dany pensó por un momento y se aventuró, —¿Un ser humano usa herramientas?

Muchos animales también usan ramas y objetos como herramientas.

¿Un ser humano puede sonreír?

Un simio también se sonríe.

Entonces me rindo.

Un ser humano puede pensar.

Pero rabino, —dijo Dany—, un simio también puede pensar.

No como un ser humano. De hecho, hay algo tan único acerca del pensamiento humano que, en comparación a él, es como si los animales no pensaran en lo absoluto.

¿Qué es?

La capacidad de sobreponerse al instinto debido al proceso de pensamiento. La verdad Dany, es que la mayoría de las personas no piensan. Piensan por los mismos objetivos que un animal piensa, sobrevivir, adquirir mejores cosas materiales, pero no piensan en la manera única en que el ser humano piensa para sobreponerse a sus instintos. Y si un ser humano no está pensando en la manera única que un ser humano piensa, ese ser humano no puede ser feliz. ¿Acaso puede un pez ser feliz si no puede nadar? ¿Puede un pájaro ser feliz si no puede volar? ¿Puede una vaca ser feliz si no puede comer? Así también, un ser humano no puede ser feliz si no puede, o no hace uso de la habilidad que lo hace único: su capacidad de pensar realmente.

El rabino hizo una pausa y decidió elaborar más aún. —Si yo tuviera que clasificar a los seres humanos —dijo—, diría que hay tres tipos: aquéllos que no piensan. Aquéllos que piensan que piensan. Y aquéllos que realmente piensan. La mayoría de la gente no piensa. Muchos creen que piensan. Y solamente unos pocos realmente piensan.

Imagínate un fumador asiduo, que su doctor le dice que si no deja de fumar pronto, va a morir. ¿Cómo reaccionarían los tres diferentes tipos de seres humanos? El primero, se muere antes que pensar. Se dice a sí mismo, ‘Sólo vives una vez, así que debes experimentar tanto placer como sea posible. Si fumar es uno de mis placeres, ¿qué tiene la vida de bueno si yo no puedo fumar?’ Por lo tanto no va a dejar de fumar. Y conocemos gente como ésa, que continúa fumando a pesar del conocimiento que fumar los va a matar. Estas personas preferirían morir antes de pensar qué se están haciendo a sí mismas.

Después hay una persona más seria. Si su doctor le dice que tiene que dejar de fumar, llegará a su casa y dirá: ‘Ya está. Tiro mis cigarros. Voy a dejar de fumar’.

Sin embargo, se levanta al otro día y lo primero que siente es un fuerte deseo de un buen cigarro. Inicia un diálogo interno consigo mismo. ‘Estoy totalmente comprometido a dejar de fumar. Mi vida es más importante que el cigarro. Sin embargo’, él agrega, ‘¿un pequeño cigarrillo realmente me matará?’ Sin una pausa él responde: ‘No’, y fuma el cigarro, jurando que es el último.

Unas horas más tarde, tiene el mismo deseo y el mismo diálogo cruza por su mente. Al final del día se fumó tres cigarrillos. No obstante, no le molesta porque razona que realmente combatió su hábito. Y lo hizo. Estaba pensando en lo que él estaba haciendo o así parecía, y eso le dio la fuerza para fumar solamente tres cigarrillos.

El problema es que al día siguiente se fumará seis cigarros. Y al tercer día se fumará doce. Y así seguirá antes que se dé cuenta que está encadenado al cigarro otra vez. ‘¿Qué puedo hacer?’, dice derrotado. ‘Lo que vaya a pasar, que pase. Yo no puedo hacer nada’.

Esta segunda persona es una que cree que piensa. Por un momento pareció como si realmente estuviese pensando. La verdad es, no obstante, que realmente no lo estaba haciendo. Él sólo creía que estaba pensando. Cuando se preguntó a sí mismo, ‘¿Acaso un pequeño cigarrito va a ser la diferencia?’ Su yo habitual estaba manipulando su mente pensante. Se hizo preguntas cuyas respuestas ya sabía. No se atrevió a preguntar: ‘Si me fumo aunque sea sólo un cigarro, ¿seré capaz de romper realmente mi hábito?’ Si se hubiera preguntado así, su mente racional le hubiera dicho que no fumara ni un solo cigarro.

Una persona que solamente cree que piensa, manipula su mente. Limita su pensamiento a parámetros que se acomoden a sus hábitos de vida. El pensador real es uno que quiere ser honesto al extremo donde duele. ‘No me importa lo que quiero, lo que pienso que necesito, lo que estoy deseando’, dice. ‘Yo sólo quiero saber la verdad absoluta’. Éste es un pensador real. No tiene miedo de enfrentarse a sí mismo. Quiere conocer la verdad aun cuando él está equivocado.

Pensar realmente significa no dejar que nuestros deseos interpreten la realidad por nosotros. Más bien queremos saber la verdad, la verdad objetiva, y queremos cambiarnos a nosotros mismos para alinearnos con esa verdad objetiva no importando cuánto nos duela.

Es por esto, Dany, que la verdadera razón por la que la gente es infeliz, es porque no utilizan su don humano único: la capacidad de pensar, de pensar realmente hasta el punto de poder sobreponerse a sus hábitos, a pesar de la dificultad y el dolor. No importa cuánta gente trate de traer felicidad a su vida, mientras su verdadero yo esté perdido, van a ser infelices. ¿Quién eres tú? Eres un pensador. Si no piensas, no puedes ser feliz.

El rabino se detuvo por un momento y luego continuó. —Si tú no quieres pensar, estás huyendo de ti mismo. Y si huyes de ti, no existes ‘tú’. Tu ser puede experimentar placer o satisfacción temporal, pero no existe un ‘tú’ para hacer la experiencia significativa y duradera. Ya sea que tengas cualquier otra cosa, una carrera, dinero, matrimonio, hijos, etc., te sientes infeliz porque esas cosas no son tú.

A medida que uno piensa menos, menor es su autoestima genuina. Uno que huye de sí mismo día tras día, realmente no es nada. Ésa es la causa de baja autoestima. La verdad, yo diría, es que no hay tal cosa como baja autoestima. Si no existe un yo, no existe estima. Y la triste realidad es, Dany, que la mayoría de nosotros no queremos conocernos honestamente. No queremos enfrentarnos con el dolor de perseverar en el pensamiento que sabemos es verdad. Si te evades a ti mismo, al final no puedes ser feliz.

Pero rabino, deben existir muchas psicologías y filosofías, aparte de la Torá, que destacan la importancia de pensar.

Comparadas con la Torá no son nada.

¿Cómo puede usted decir eso?

Estoy consciente de que el mundo moderno se enorgullece por su conocimiento, el cual, nos han hecho creer, está continuamente evolucionando, avanzando y progresando. Y parece ser así porque, por ejemplo, hay muchos doctores y profesionales que elaboran teorías y escriben artículos cada día. El conocimiento se está apilando. Sin embargo, sin importar cuán magnánimos hagan creer que son, todas sus teorías están fundamentadas en ciertas suposiciones producidas dentro del encuadre de su mente racional humana. Las teorías se están produciendo regularmente, pero son un reciclaje de las mismas suposiciones publicadas en la última revista mensual. Todas esas horas de pensamiento-hombre tienen valor limitado pues existen dentro de un sistema cerrado que contiene numerosas verdades parciales y limitaciones hechas por el hombre.

Sin embargo, aquél que crea nuevos mundos de pensamiento sobre los axiomas de la Torá, está empezando con una verdad 100 por ciento no adulterada, porque la Torá se originó en el Sinaí, de una fuente superior al ser humano. Aun si una teoría hecha por el hombre empieza con un 99 por ciento de verdad, hay una mayor distancia entre esa teoría y la Torá, que entre esa teoría y una teoría hecha por el hombre basada en un 1 por ciento de verdad. La Torá del Sinaí es la única fuente objetiva de verdad absoluta en este mundo. Cualquier verdad puede ser rastreada finalmente hasta el Sinaí. Cualquier cosa fuera de la Torá está casi seguramente ligada con impurezas que ensucian la mezcla completa y la invalidan como una fuente confiable de verdad.

Eso es lo que usted dice rabino. Pero otras personas dicen lo contrario. ¿Cómo lo podemos probar?

El tiempo es la verdadera prueba. Un cohete que apunta hacia la luna y está un grado fuera de objetivo, en los primeros segundos después del despegue se desviará de la luna por diez mil millas si no se toma una acción correctiva. Así también, la diferencia entre la verdad de la Torá y la mejor verdad hecha por el hombre, no se ve automáticamente justo al principio. Sólo puede ser observada mejor a través del tiempo.

Tan sólo hace menos de un siglo, muchos judíos creyeron tan fuertemente que el comunismo era una forma superior de vida que rápidamente abandonaron la observancia de la Torá. Y estaban tan seguros de sí mismos, que algunos incluso entregaron a sus padres a las autoridades por observar secretamente la Torá. No obstante, el comunismo duró poco más de 70 años.

En la actualidad, existen otras filosofías y sistemas que reemplazan al comunismo. Y muchos judíos son engañados a pensar que tienen valor real. Sin embargo, sólo la Torá ha permanecido como una fuente sólida de valores a lo largo de 3,300 años, incluyendo los últimos 2,000 años de exilio en muchos países extraños, bajo diferentes civilizaciones. Se ha expuesto a la tormenta del empobrecimiento externo y la persecución, y ha sobrevivido a las acusaciones de los ‘progresistas’ cuyos valores se han ido con el viento en menos de una generación. Y continuará siendo así. Ha resistido la prueba del tiempo. Sólo un ignorante o un tonto la descartaría por el último ‘ismo’.

Dar y Recibir

Cuando el rabino terminó la frase, la esposa de Moshé, una pareja de amigos suyos y algunos otros se unieron a ellos. Mientras se juntaba la gente, Dany, que estaba perdido en sus pensamientos, dijo bruscamente: —Rabino, no voy a discutir con usted sobre el último punto. Usted probablemente esté en lo correcto. No hay nada como la Torá. Pero si usted me preguntara, le diría que el problema con el mundo no es que la gente no piense lo suficiente, sino que son egoístas y egocéntricos. Si la gente aprendiera a no ser sólo para sí misma, el mundo sería un lugar mejor.

Estoy de acuerdo contigo, Dany, pero aun el darle a otros, es totalmente dependiente de los pensamientos de la persona. Si uno no se pregunta a sí mismo cuando se enfrenta a la elección: ¿estoy escogiendo basado en mi necesidad de recibir o en mi necesidad de dar?, es casi seguro que no está dando.

¿Por qué?

Porque las apariencias son engañosas. Muchas veces, desde el exterior, un acto parece ser de recibir, cuando en realidad es un acto de dar. Inversamente, muchas otras veces, el acto de una persona parece de dar, cuando el acto realmente es de recibir. Dar y recibir son dependientes en definitiva de la motivación subyacente.

Imagínate por ejemplo, una persona viviendo en una comunidad acosada por ladrones y asaltantes. Un día esta persona se levanta a la medianoche y vigila las calles hasta el amanecer, manteniendo segura a la comunidad. Hace lo mismo la siguiente noche y la siguiente. Continúa haciéndolo noche tras noche por los siguientes 30 años, llueva o nieve, fin de semana o Shabat. Y la comunidad no lo descubre hasta que muere. Qué tremenda generosidad de esta persona. Podemos imaginarnos cómo la comunidad lo va a elogiar. No van a tener suficientes palabras para alabarlo.

Poco tiempo después, sin embargo, se difunden noticias que este hombre realmente estaba contratado para andar por las calles y se le pagaba una compensación del rey por hacerlo. De repente, toda su abnegación se arruina. Todos los elogios y apelativos prodigados sobre él en su funeral se ven bajo una luz diferente.

¿Es eso justo, rabino? —preguntó Dany—. Piense cuánto hizo por la comunidad. ¿A quién le interesa si tenía motivos ulteriores? Vea cuánto le dio a la comunidad.

Tienes razón. No obstante, la verdad es que este acto de dar se perdió una vez que se supo que lo hizo por dinero. Quizá no lo estaba haciendo para darle a otros, sino para recibir para sí mismo. Sin embargo, si no hubiera tomado dinero, su naturaleza de dar hubiera sido clara para todos. Una vez que lo hizo por dinero, no importa qué tan grande es el acto, su posición como un dador se cuestiona.

Ahora, lo contrario también es verdad. Recibir, puede ser un acto de dar, si el propósito final de recibir es poder dar más y mejor. Piensa, por ejemplo, acerca de un doctor. Las personas se vuelven doctores por una de dos razones: ayudar a otros o hacer dinero. Estos últimos usan la enfermedad para hacer dinero. Los primeros, curan a los enfermos a fin de ayudarlos y solamente reciben dinero a fin de mantenerse a sí mismos y a sus familias para que puedan seguir ayudando a otros. Toman solamente para poder dar.

¿Cómo puede uno evaluar la verdadera motivación? —preguntó el rabino retóricamente—. No es fácil. Generalmente las consecuencias se incrementan a través del tiempo de acuerdo a la motivación. En otras palabras, cuando uno está motivado a hacer algo por una razón y lo hace, desarrollará su motivación subyacente aún con más ímpetu. Por ejemplo, si uno quiere ser doctor por la razón de ayudar a otros, pero para poder ser doctor uno tiene que pagar sus gastos, incluyendo los préstamos de la Escuela de Medicina, gastos fijos, seguro por actos de negligencia, etc., entonces, mientras más practique uno la medicina, se convertirá en mayor dador. Cada vez que trabaje con una persona enferma, ejercitará su músculo de dar.

En cambio, si uno se vuelve doctor porque realmente quiere hacer mucho dinero o ganar una posición, entonces mientras más practica curando a otros, menos paciencia y cuidado va a tener con sus pacientes. Es por esto que muchas veces encuentras doctores que pueden hacer toda la diferencia del mundo con unas palabras amables, un afectuoso ‘Hola, ¿cómo está usted hoy?’, pero nunca las dirán. En lugar de eso, el doctor actúa como si te estuviera haciendo un gran favor al permitir que estés en su presencia por un minuto. Él no se hizo doctor para ayudar a otros, sino para ayudarse a sí mismo.

¿Cómo debería una persona decidir su línea de trabajo? El objetivo del trabajo no es hacer dinero. El objetivo del trabajo es beneficiar a otros.10 Bajo las mismas condiciones, si uno tiene la elección entre un trabajo ganando $1,000 a la semana sentado frente a una computadora y especulando en la bolsa de valores contra un trabajo ganando $1,000 a la semana manteniendo las calles seguras contra el crimen mientras otros duermen, el último trabajo es preferible. El resultado es que, en este caso, si la persona con la elección de volverse un especulador por computadora en la bolsa de valores o un vigilante nocturno, elige ser un vigilante nocturno, su trabajo de toda la vida será realmente uno de dar a otros.

Así, —preguntó Moshé—, aunque esté recibiendo un salario, él merece todos esos elogios.

Sí. Si él elige este trabajo porque su motivación profunda es ayudar a la gente, él es un dador. Ganar dinero de ningún modo lo descalifica a uno automáticamente de ser un dador. La razón original por la que nos hemos adentrado en esta conversación, sin embargo, —añadió el rabino—, es que quería explicarte cómo el que uno sea un pensador o no, hace toda la diferencia en el mundo, aun en lo referente a actos de caridad. Las apariencias son engañosas. Los dadores pueden ser receptores. Los receptores pueden ser dadores. La diferencia son los motivos subyacentes que uno justifica para uno mismo en la mente. Y si uno no analiza sus motivaciones y las pone en orden, obstaculiza seriamente su capacidad de ser un dador.

¿Para qué estoy viviendo? ¿Qué es lo que realmente quiero lograr? El minuto que te detengas a pensar, te arriesgas a distanciarte de la motivación de dar, la motivación que determina el verdadero valor de todo lo que hagas. Y eso Dany, es por lo que en mi opinión el problema real del mundo es que la gente no piensa. Muchos creen que piensan, pero no utilizan su poder de pensamiento para sobreponerse a sus instintos materialistas los cuales los disponen a ser receptores. Usan su intelecto para hacer dinero o recibir honor, para convertirse en receptores más eficientes, pero no lo usan para refinar su yo interior, para sobreponerse a su instinto de recibir.

Aún estando de acuerdo con lo que usted está diciendo, ¿qué tiene que ver la Torá con eso? Yo puedo pensar sin la Torá.

Tú puedes creer que piensas, y tal vez una que otra vez realmente pienses, pero solamente la Torá tiene el poder de hacer a una persona un pensador cada momento de su vida. En tanto que la Torá nos exige que comamos, nos casemos, interactuemos con otros y que en general tomemos parte en la vida física, nos obliga cada día, cada momento a pensar en nuestro interés en el mundo material. Quiero comer lo que yo quiera, pero la Torá me dice que sólo coma kosher. Quiero acumular dinero y posesiones, pero la Torá me ordena dar y dar y dar a otros. Cincuenta… cien… doscientas y más veces cada día, nos vemos obligados a renunciar a una parte de nuestro interés en el mundo material. Cuando se combina con una mente inteligente y activa, nada como la Torá tiene el poder de desarraigar completamente del corazón humano el deseo natural de recibir, de ser egocéntrico y egoísta.

Ego Contra Autoestima

Ahora creo que realmente estoy confundido, rabino, —dijo Dany—. Antes usted me dijo que el ego es bueno, que debo tener autoestima. Ahora me dice que el ego no es bueno. ¿Cuál es la respuesta?

Cuando yo digo ego, —explicó el rabino—, me refiero a algo enteramente diferente a la autoestima. La autoestima y el egocentrismo no están separados por una línea delgada. Son dos categorías del todo diferentes. El egocentrismo gira en torno a ‘obtener lo que yo quiero’. Debo poseer cualquier cosa de valor que alguien tiene. Todos deben ceder ante mi voluntad porque yo sé todo mejor que los demás. Eso es egocentrismo.

La autoestima, en contraste, no depende de obtener lo que uno desea. Autoestima es el reconocer el lugar de uno en el universo; es la apreciación de saber lo que uno ya tiene, de lo que uno ya es. Uno es una creación en las manos de Hashem. ¿Qué más necesita uno? En cambio, la persona egocéntrica es infeliz a menos de que obtenga lo que quiere. La persona con autoestima se acepta a sí misma como es y está siempre activa en el proceso de desdoblar capas más profundas de su yo.

El problema real con la persona egocéntrica es que no puede pensar como se pretende que un ser humano lo haga; no se puede sobreponer a sus deseos instintivos. Aun si él domina sus deseos físicos, si piensa que su mente es el centro del universo, no va a ser capaz de pensar objetivamente. Pensará que todo lo que él hace está bien y nadie más puede decirle algo diferente.

La Torá te entrena a pensar independientemente de tus deseos físicos así como de tus necesidades egocéntricas. No sofoca nada que necesite ser expresado; sólo le enseña a uno cómo enfocar sus deseos para bien. Y lo mismo es cierto para el ego. La Torá no aplasta tu ego, tu verdadero yo, sino que te ordena a verte continuamente en relación a Hashem. Si lo haces, te sientes bien acerca de ti mismo y aún así permaneces humilde sobre tus logros.

Al limitar la lujuria y el ego, la Torá encauza estos potenciales para el bien último. Te da la oportunidad de independizarte de los impulsos egoístas de tu ser para que tu mente pueda reflexionar libre y lúcidamente acerca de las cosas importantes en la vida. Recuerda, pensar equivale a vivir. No es suficiente estar pensando que piensas. Debes pensar hasta que duela. Debes enfrentarte a ti mismo y cambiar.

Viviendo Fuera de la Realidad

Alguien de entre la gente levantó la voz:—¿Está uno permitido a dejar de pensar alguna vez?

Realmente no. Somos responsables de pensar cada acto en cada momento. Eso es lo que significa estar pensando continuamente en la Torá día y noche. Y es tan cierto para mujeres judías como para hombres judíos.11 En cualquier momento, la persona está obligada a estar pensando de acuerdo a la Torá, es decir, uno debe estar constantemente apartando las poderosas contracorrientes de los deseos personales, presión de los compañeros e influencias sociales para obtener la verdad.

¿Qué hay acerca de nada más relajarse, leer una novela o algo así?

Cualquier momento que entregamos nuestra personalidad a pasatiempos tales como novelas, revistas, periódicos, videos, cines, etc., estamos cometiendo una especie de suicidio. Por supuesto, eso no quiere decir que uno no tiene permitido tomarse unas vacaciones de uno mismo de vez en cuando para recargar baterías. Si tú sabes que tienes exceso de tensión, tómate las vacaciones. No es diferente a una persona que sabe que está cansada y necesita una siesta. Sin embargo, cuando leer fantasías ligeras y sin sentido se convierte en un escape habitual de la realidad, entonces uno está cometiendo un suicidio espiritual lento, largo e indoloro.

¿Dónde dice que uno no debe hacerse el hábito de involucrarse en tales cosas?

La Mishná nos enseña: ‘Uno que lee sefarim jitzonim, literalmente libros externos, no tiene porción en el mundo venidero’.12 Algunos interpretan sefarim jitzonim como libros de herejía. Sin embargo, el Maharal explica que sefarim jitzonim no son libros que están prohibidos por la Halajá (como son libros de herejía o pornográficos), sino que, él explica, se refiere a libros cuyo propósito entero no es otro que matar el tiempo. Sefarim jitzonim, libros externos, son libros que lo ‘sacan’ de la realidad. Dan una excusa para no pensar. Las personas que los leen religiosamente están entre aquéllos que no tienen porción en el mundo venidero.

Parece un castigo cruel.

No tiene nada que ver con el castigo. El versículo dice: ‘Puesto que (la Torá) es nuestra vida y la longitud de nuestros días’ y los rabinos explican: es ‘nuestra vida’ en este mundo y nuestra ‘longitud de los días’ en el mundo venidero.13 Tú tienes que vivir aquí: ‘puesto que la Torá es nuestra vida’ aquí. Pero la Torá que convertimos en nuestra vida ahora, se convierte en ‘la longitud de nuestros días’ en la vida eterna. En otras palabras, esta vida es la base de la otra vida. Los 80 o 90 años que abarcan esta vida no son nada comparados con la eternidad. Sin embargo, Hashem creó el mundo de tal manera que son un factor determinante en cuanto a cómo vivimos nuestra vida en el mundo venidero. Lo que haces contigo en esta vida es lo que serás en la vida venidera.

Por lo tanto, las personas que acostumbran escaparse siempre fuera de la realidad, pierden su porción en el mundo venidero, no porque son castigados por desperdicio de tiempo, sino porque si ellos pierden todo su tiempo en esta vida, no existe materia sobre la cual subsistir en la otra vida. No es un castigo, sino un resultado natural de no pensar, de no usar la esencia de nuestro ser para vivir esta vida. Pensar es vida. Si no aprovechamos cada pequeña oportunidad para afectar esta corta vida, estamos afectando negativamente nuestra vida eterna.

Cada Momento de Vida, un Gozo Permanente en Avodat Hashem

Rabino, este último punto que comentó es interesante para mí, —dijo Dany—. Usted dijo que no hay vida eterna si uno no tiene vida presente. ¿Puede explicarlo con más detalle?

Sí. Cometemos el error de pensar que existen dos mundos: olam hazé, este mundo, y olam habá, el mundo venidero. Y pensamos que aquellas personas que son afortunadas, serán capaces de dejar este mundo e ir al otro como una persona que deja un apartamento para irse a otro. Ése es el error.

Cuando Shabat llega, ¿te mudas a otra morada? No, tú recibes Shabat en la misma casa o apartamento que habitaste durante la semana. No obstante, si es una casa judía que funciona propiamente, la misma morada se transforma. Ha tomado el aura de Shabat. La basura física y espiritual se arroja fuera. (Ambos tipos de basura se deben sacar también durante la semana). Se pone el mejor mantel. Los mejores utensilios se sacan. Todo es blanco. No te mudaste. No cambiaste de aire. Más bien tomaste el dominio de donde vives toda la semana y lo transformaste en Shabat.

Este mundo es como un día entre semana que desemboca en el eterno Shabat. Un día se va a volver el mundo venidero, olam habá. Así, no hay otro mundo. Nosotros sólo sabemos de un mundo: este mundo. Sin embargo, este mundo está en el proceso de convertirse en el mundo venidero. Por lo tanto, lo que hagas con tu vida en este mundo, es exactamente en lo que se convertirá en el mundo venidero.

En Tehilim está escrito: az yimale s’jok pinú ‘entonces (cuando el Meshíaj llegue) nuestras bocas se llenarán con risa’. Reiremos, y reiremos y reiremos y nunca dejaremos de reír. El Gaón de Vilna pregunta: ¿Qué es tan bueno acerca de reír continuamente por siempre? Generalmente reímos cuando nos sorprenden con buenas noticias. Por ejemplo, si te enteras que ganaste la lotería, lo primero que vas hacer es saltar de alegría y dejar que todos sepan lo feliz que estás. Sin embargo, si sigues saltando así durante todo el siguiente mes la gente pensará que eres anormal. Y estarán en lo correcto. No quieres continuar riendo. Lo vas a seguir disfrutando un mes después, pero seguramente con más calma, con otra perspectiva. Seguir riendo no es normal.

¿Qué pasa, no obstante, si un momento después que recibiste la noticia que ganaste la lotería, te sorprenden con una noticia que no es menos fantástica que la previa? Esto requiere una nueva risa. Y digamos que un minuto más tarde hay de nuevo una sorpresa para ti. Nuevamente te vuelves a reír. Y después de ésta, otra. Y así sucesivamente. El placer que sentiste con el primer golpe de la noticia original se renueva una y otra vez como ola tras ola a la orilla del mar. No es anormal mantenerse riendo si recibes continuamente buenas noticias.

El Gaón de Vilna explica que ésta es la diferencia entre esta vida y la siguiente. Alcanzar el objetivo que uno se propone es la fuente de felicidad.14 Sin embargo, después de la exuberancia inicial, el entusiasmo se desvanece; la sorpresa se ha ido. Quizá disfrutes con el recuerdo, pero no lo revives una y otra vez. Él explica, sin embargo, que en el mundo venidero vas a descubrir una sorpresa nueva cada segundo. No va haber un solo segundo que no contenga una sorpresa para ti. Y esto te va a mantener riendo y riendo por siempre, mientras permaneces normal.

La pregunta es: ¿cuáles pueden ser las noticias que te mantienen tan entusiasmado? La respuesta es: cada momento de tu vida en este mundo. Los Sabios enseñan: Olameja tiré b’jayeja, ‘tu mundo, lo vas a ver en tu vida’.15 Este mundo no es realmente el mundo. Olameja, tu mundo, es olam habá, el mundo venidero. Sin embargo, ¿en qué consiste el olam habá? Jayeja, tu vida en este mundo, olam hazé. Olameja tiré b’jayeja: aquellas cosas que logres aquí, en tu vida pre-olam habá (jayeja) son las mismísimas cosas con las que vas a subsistir en tu vida futura (olameja).

Si vivimos nuestra vida como debe ser vivida, nuestra conducta de hoy afectará directamente nuestra vida en el mundo venidero y lo va a ser en tal grado que habrá felicidad infinita. Esos momentos valiosos y placenteros que experimentamos en esta vida son los placeres que experimentaremos en la vida del mundo venidero, excepto que vamos a descubrir sorpresas más profundas y enteramente nuevas acerca de cada buen momento por siempre. Y es por esto que tienes que disfrutar la vida ahora. No importa por lo que estás atravesando, debes darte cuenta que, debajo de la superficie, por lo menos, estás ganando enormemente con cada segundo de tu vida ahora.

A veces las personas renuncian a la vida. Dicen: ‘no puedo ser feliz en esta vida, espero que en el otro mundo tenga mejor vida’. Están cometiendo un gran error. Están evadiendo la responsabilidad de vivir, de disfrutar la vida, ahora. Racionalizan que mientras estén sufriendo van a obtener el olam habá, el mundo venidero. Éste es un pensamiento incorrecto. No puedes desarrollar realmente olam habá si no tienes olam hazé. Conocer lo que estás ganando en olam habá en esta vida, debería electrizar tu capacidad de disfrutar y experimentar esta vida, aun si estás sufriendo. El sufrimiento no debe resultar en estancamiento y desesperación. Si no haces nada en el olam hazé no vas a tener nada en el olam habá. Y eso es el infierno. Por lo tanto, una persona debe encontrar fuerza para hacer cualquier cosa que pueda, incluso en medio de la adversidad.

Pero ¿cómo puede una persona estar feliz en medio del sufrimiento?

Al darse cuenta que cada segundo de su vida aquí, contiene dentro de él, la semilla del olam habá. La verdad es que un pequeño logro en medio de la adversidad vale generalmente más que un gran logro durante tiempos fáciles. Si entiendes que cada objeto y experiencia en esta vida es la fuente de tu placer en la vida venidera, entonces irradiarás tranquilidad y satisfacción aun en tiempos difíciles. El problema es que no tomamos nuestras vidas con suficiente seriedad. No apreciamos cómo esta vida se va a transformar en vida eterna. Mira tus manos. Estas mismas manos son las mismas manos que vas a tener en la eternidad.

Rabino, ¿se está usted refiriendo a tejiat hametim? —preguntó alguien.

Sí.

¿Qué es eso? —inquirió otra persona.

Tejiat hametim es la época de eternidad que va empezar después que la historia, como la conocemos, llegue a un clímax seguido por la llegada del Meshíaj. Para aquéllos que lo merezcan, el cuerpo será reconstituido del polvo, y el alma va a reingresar a él. El Rambam incluyó el axioma de la Resurrección de los Muertos en sus 13 principios de fe del judaísmo. La pregunta es: ¿por qué es tan importante que si uno no cree en ese axioma, no cree en el judaísmo? Después de todo, uno puede entender por qué creer en D–os, Providencia Divina, recompensa y castigo y otros principios similares son preceptos inalterables de la fe. Sin embargo, ¿qué diferencia hace si uno cree o deja de creer que eventualmente después de la muerte el cuerpo de uno será reconstituido y el alma le será devuelta?

Esto es especialmente difícil de entender cuando consideramos el hecho que una persona no es su cuerpo. Un cuerpo es como un traje. Una vez que tu traje se desgasta, ¿te importa qué pase con él? Te sirvió bien mientras duró, pero no eres tú. Una vez que el alma deja el cuerpo y va a donde sea que vaya, ¿a quién le importa lo que pasa con el cuerpo? Más aún, ¿quién dice que todos quieren que se les regrese el mismo cuerpo?

Sin embargo, la respuesta es que nos enseña cuán importante es cada parte de nuestra vida, incluso nuestra vida física. Tenemos que decir: ‘Hashem, Tú me diste este cuerpo y este conjunto de circunstancias físicas. Un día todo esto va a ser parte de la eternidad. Ahora sucede que es material, pero un día llegará a ser espiritual, una parte permanente de olam habá’. Cuando puedas decir esto con convicción, llegas a tener un nuevo respeto por ti mismo, por cada aspecto de tus circunstancias presentes de vida, incluyendo las físicas.

¿Todas las cosas físicas?

Sí.

¿Qué hay acerca de las posesiones?

También

¿Aun el dinero?

Ciertamente. Hashem pone una gran cantidad de responsabilidad en nuestras manos cuando nos otorga dinero. Es una cosa potencialmente sagrada que puede ser usada para tzedaká (caridad) y otras mitzvot. Consecuentemente, tienes que pensar mucho acerca del dinero que gastas. Y es, nuevamente, donde pensar es tan importante. Debes saber cuándo donarlo y cuál es la causa correcta para donarlo. Si Hashem te da dinero, debes vigilar cada centavo, no por ser tacaño, sino porque cada centavo tiene un uso específico para el que te fue dado.

¿Cada centavo?

Sí. Cada centavo es del cielo. Si lo usas adecuadamente te vas a beneficiar de tu dinero, no solamente en este mundo, sino en el mundo eterno. Tu dinero se convertirá por sí mismo en parte de la eternidad. Y este conocimiento te debería dar el placer que necesitas para sentir aquí. Déjame ilustrarte a qué me refiero con un incidente personal.

Una vez necesitaba viajar a las afueras del estado para dar una conferencia. Mi tanque de gasolina estaba a la mitad, pero para asegurarme quise llenarlo. En ese entonces la gasolina costaba 95 centavos por galón en la carretera y aproximadamente $1.15 en cualquier otra parte. Entré a una gasolinera en la ciudad y estaba a punto de llenar el tanque cuando recordé que podía conseguir la gasolina más barata en la carretera. Argumenté conmigo mismo que no valía la pena ahorrarme 20 centavos por galón y no llenar el tanque inmediatamente. No obstante, cuando leí el letrero que decía $1.15 por galón no me atreví hacerlo, y conduje hasta la siguiente gasolinera y vi que el precio era $1.12, pero aún no podía gastar el dinero.

Me dije, ‘¿Acaso no eres un tonto perdiendo diez minutos entrando y saliendo de estas gasolineras para ahorrarte $2.00 por medio tanque de gasolina?’ Al mismo tiempo me dije: ‘$2.00 son $2.00. Tienes una responsabilidad con el dinero que Hashem te da’.

Decidí entrar a la carretera sin llenar el tanque. Después de un par de salidas, para mi sorpresa, vi una gasolinera vendiendo el galón a 83 centavos. ‘Mira’, le dije a mi hija que estaba viajando conmigo, ‘Hashem me recompensó. Está incluso más barato de lo que generalmente pago en la carretera’.

Llené el tanque por $12.46, saqué un billete de $20.00 y entré a la pequeña tienda a pagar. Al entrar, recibí una mirada muy fría, antisemita, de un gentil detrás de la caja registradora. Un par de amigos suyos estaban ahí también y no era muy difícil leer su mente. Tratando de no sentirme intimidado, le pasé los $20.00. Me dio el cambio, el cual no conté y me salí.

Cuando regresé al automóvil, conté el cambio y me di cuenta que me había regresado $7.00 más de lo que me debía haber regresado. En lugar de cobrarme $12.46, me cobro $5.46. En una fracción de segundo, la siguiente conversación pasó por mi cerebro.

Estrictamente, de acuerdo a la Halajá, el dinero es mío. Además no me debo preocupar por causar profanación del nombre de Hashem. Más tarde, cuando descubran el error, no van a pensar que yo me marché deliberadamente con el dinero, porque las personas con frecuencia meten el cambio en sus bolsas sin contarlo. Y además, yo no le debo nada a esos antisemitas. Podía verlos burlarse de mí a través de sus apariencias. ¡Qué bueno!, pensé, se lo merecen. El dinero es mío. Quería ahorrarme $2.00 y no sólo me los ahorré sino que obtuve $7.00 más. Fui recompensado inmediatamente por actuar responsablemente con mi dinero.

Después, también en una fracción de segundo, me recordé a mí mismo las palabras de Moshé Jaim Luzzatto en su Mesilat Yesharim: A pesar de que el error monetario (en este caso) sería permitido conservarlo, te corrompes a ti mismo si te quedas con el dinero. Te acostumbras a recibir dinero por el que no trabajaste. Por lo tanto, midat hajasidut, el atributo de ir más allá de lo que la Halajá dictamina directamente, indica que no es apropiado quedarse con el dinero. Así como las palabras del Mesilat Yesharim llegaron a mi mente, inmediatamente un tercer pensamiento cruzó por mi mente. Quizá podría hacer un kidush Hashem, una santificación del nombre de D–os.

Entré nuevamente a la tienda y recibí otra vez la misma mirada hostil que parecía decir: ‘este judío está de regreso. ¿qué quiere ahora?’ Me acerqué a la caja registradora y dije: ‘Me dio cambio de más. Yo le dije que fueron $12.46, y me dio $7.00 de más’.

Su cara se puso roja. Probablemente había estado pensando, ‘si le das la mano a un judío, tienes que contar tus dedos para estar seguro que no te robó uno’. Y ahora, ahí estaba yo regresando el dinero. Podía notar que estaba turbado.

Lo siento’, dijo mientras tomaba torpemente el dinero que yo le había regresado. Nerviosamente, pero con gratitud genuina, me agradeció no una, sino dos veces.

Regresé al automóvil y le conté la historia a mi hija. ‘Imagínate lo que pasó acá’, le dije. ‘Fui capaz de realizar la gran mitzvá de kidush Hashem sin que me costara un centavo. ¿Qué hice para merecer esta mitzvá? Hace una hora y media, salí de mi camino para ahorrarme $2.00. Mitzvá goreret mitzvá, una buena acción trae otra buena acción. Si hubiera tomado el camino fácil y gastado los $2.00 antes de llegar a la carretera, nunca me hubiera detenido en esta gasolinera.

El dinero no es algo con lo que se debe ser frívolo. Es una herramienta que te ayuda a funcionar adecuadamente en el mundo de Hashem. Y cada centavo tiene su propósito. La ‘pequeña’ oportunidad de ahorrar $2.00 puede llevar a obtener recompensa en este mundo y en el mundo venidero. Y lo mismo es verdad para cualquier otra cosa de naturaleza física. Nuestras manos, nuestros cuerpos, nuestro dinero, nuestra casa, nuestra pareja, nuestros hijos e incluso nuestro tiempo. Todo lo físico es un regalo con potencial para ser convertido en eternidad.

¿Qué es vivir? —continuó el rabino—. ¿Cuándo se nos considera vivos? Cuando utilizamos el presente y lo aprovechamos en una experiencia que va a contener la vida del mundo venidero. Y cada momento puede hacerse efectivo. Pero tenemos que vivir este momento presente. Si son las 9:32, tenemos que vivir a las 9:32. Si perdemos la oportunidad de las 9:32, no estamos viviendo, estamos meramente existiendo en el planeta.

Déjame ampliar esto con una historia. Un muchacho de 18 años que estudiaba en una yeshivá en Inglaterra se enfermó de cáncer. Se puso tan grave que los doctores le dijeron que ni la quimioterapia lo iba a ayudar; aconsejaron a la familia que lo llevaran del hospital a la casa a fin de vivir sus últimos días con sus seres queridos.

Sin embargo, la familia no se rindió. Lo trajeron a Estados Unidos y encontraron un centro médico no muy lejos de mi casa. De hecho, terminaron por quedarse en casa de mi yerno. Los doctores les dijeron que tenían una terapia experimental que, a pesar de ser muy dolorosa, podría extender su vida por un par de meses. Los doctores insistieron, no obstante, que sólo aplicarían la terapia si el paciente firmaba un papel liberándolos de toda responsabilidad por el procedimiento.

Los padres consultaron a una autoridad grande en Torá, si a su hijo le estaba permitido, o más aún, si estaba obligado a tomar esa terapia. El rabino concluyó que, en su caso particular, el único que podía tomar la decisión final era el hijo.

Al poco tiempo, el padre me llamó por teléfono y me dijo que su hijo quería hablar conmigo. El muchacho les pidió a sus padres que salieran un momento a fin de poder hablar a solas conmigo.

Sé que voy a morir pronto’, él me dijo, ‘y no tengo quejas en contra de Hashem, aunque no entiendo el porqué esta situación me llegó a mí. No tengo miedo. Lo que más me molesta es que mi familia va a sufrir. Sin embargo, si esto es lo que Hashem quiere, yo estoy deseoso de aceptarlo de todo corazón’.

No obstante’, él continuó, ‘me han dicho acerca de una terapia que puede extender mi vida un mes, más o menos, y que la decisión de tomarla o no depende completamente de mí. Yo no sé qué finalidad tiene tomarla. ¿Qué estoy logrando al vivir un mes más? Ya estoy imposibilitado, acostado acá conectado a todos estos tubos; no me puedo concentrar por más de cinco minutos. Mi familia va a perder un hijo, y ¿no sería imponerles más agonía que estén viendo mi estado un mes más? ¿Qué debo hacer?

Primero le dije que no esperara que yo tomara la decisión por él. Estuvo de acuerdo. Luego le dije que lo único que podía hacer era enseñarle qué tan valioso era vivir un mes más. Si él entendía qué tan valioso era, entonces podía tomar una mejor y más informada decisión.

De acuerdo’, me dijo.

De toda la Torá’, le pregunté, ‘¿cuál de los mandamientos dirías que es el más importante?’ Intentó adivinar algunos, pero yo le dije: ‘El mandamiento más importante es el mandamiento de estar vivo, como dice la Torá: vivirán por ellos,16 es decir, vivir por los mandamientos, no morir por causa de ellos. La vida es el mandamiento más importante, porque el mandamiento vivirán por ellos nos dice que debemos transgredir la Torá si surge una situación en la que cuidar los mandamientos ponga nuestra vida en peligro. Si estás en una isla desierta y solamente puedes sobrevivir comiendo puerco, no sólo se te permite comer sino que estás obligado a hacerlo’.

Continué y le relaté una discusión sobre la ley de la Torá la cual, aunque hipotética, arroja luz en el tema.17 ‘Imagina una persona anciana en estado vegetativo en su lecho de muerte, y los doctores garantizan a la familia que pueden extender su vida un momento extra, pero el procedimiento requiere que todo judío en todo el mundo transgreda todos los mandamientos, con excepción de asesinato, adulterio e idolatría, que son las tres excepciones a los mandamientos de vivirán por ellos. Sé que es completamente hipotético’, le dije, ‘pero imagina un caso así, y obtenemos la confirmación de que la afirmación de los doctores es legítima; en lugar de morir a los 100 años de edad, gracias a todos los judíos transgrediendo 610 mandamientos, la persona anciana en estado vegetativo morirá a los 100 años más un momento. ¿Qué es lo que la ley de la Torá dictamina en tal circunstancia?

La respuesta es que no sólo está permitido transgredir en este caso, sino que uno debe transgredir para agregar este momento extra. Debes comer puerco en Yom Kipur que cae en Shabat si eso puede salvar una vida judía, de cualquier judío, hasta de uno que se encuentra en estado vegetativo cuya vida entera se ha encontrado en ese estado’.

Esta ley de la Torá’, le dije, ‘nos revela cuánto vale un momento de vida. D–os nos está diciendo que a pesar de que Él creó el mundo para que podemos observar todos los mandamientos de la Torá, un momento de vida, aun en estado vegetativo, es más importante. Es difícil de entender porque no nos damos cuenta lo que es la vida. No nos damos cuenta cuánto ha invertido Hashem en que nosotros estemos vivos. Pero así debe de ser si Hashem exige que transgredamos Sus mitzvot a fin de estar vivos.

Respira profundamente’, le dije a este joven. ‘David escribió: Cada alma (neshamá) agradece a Hashem. Al vocalizar la segunda palabra en forma diferente, el versículo puede ser leído: Cada respiro (neshimá) agradece a Hashem. Cada respiro de aire es un segundo extra de vida, y un segundo de nuestra vida le da a Hashem cosas incalculables’.

Piensa acerca de esto. Un segundo de nuestra vida le da a Hashem cosas inimaginables. No tenemos que comprender necesariamente qué obtiene Hashem con nuestra vida, pero sabemos que Él debe obtener algo grande si Él está deseoso de que se transgreda virtualmente toda Su Torá para ganar un momento de vida. Un solo respiro con esta conciencia es un canto de vida, aun si en esta vida se están experimentando dolores insoportables o si se vive en estado vegetativo’.

Tú me preguntas’, le dije, ‘¿qué puedes lograr extendiendo tu vida un mes más? Yo te pregunto: ¿te das cuenta cuánto Hashem está dispuesto a sacrificar para que tú vivas un momento más? No te estoy diciendo qué hacer’, concluí, ‘pero decidir tomar la terapia es una declaración al mundo que la vida, en cualquier forma, es el regalo más preciado. Nos vas a estar demostrando, cómo una persona a punto de perder la vida está deseosa de pagar el precio más alto posible por más vida. Después de todo, no lo estarías haciendo por ti mismo, porque no tienes miedo de morir; y no lo estarías haciendo por tu familia, porque ellos sólo sufren más al verte en este estado. Lo estarías haciendo solamente porque Hashem te dijo, a través de la Torá, lo que un momento de vida vale para Él. Es una declaración hacia Él que unos pocos respiros más con el fin de agradecerle es tu propósito real para vivir.

Finalmente le dije al muchacho: ‘muchos de nosotros, desafortunadamente, estamos simplemente existiendo; nos quejamos acerca de todas las cosas malas en nuestra vida. Somos insensibles. No sabemos realmente lo que es la vida. No apreciamos el valor de un momento. Sin embargo, ya que tú no tienes otra alternativa más que la de enfrentar la realidad y luchar por cada momento de vida, tú nos puedes enseñar acerca de la vida. Y si tú haces esto, yo te envidio, tú eres nuestro maestro’.

Al final él tomó la decisión de tomar la terapia. Algunos días después, su padre vino a mí con emoción y me preguntó: ‘¿Qué le dijo?, ¿qué le dijo? Todo el tiempo está sonriendo. Los doctores no pueden entender qué bien está tomando la terapia. Me preguntan si sé por qué. Les dije que él está así desde que habló con usted. Rabino, ¿qué le dijo? ¿Lo hipnotizó o algo así? Le aseguré al padre que no hice otra cosa más que enseñarle el punto de vista de la Torá sobre el valor de un momento de vida.

Ahora este muchacho está muy enfermo, como ya dije, pero para sorpresa de los doctores, durante este mes extra, se puso lo suficientemente bien para dejar el hospital por un par de semanas. Terminó quedándose en casa de mi yerno. Lo visité ahí, y me explicó que a veces cuando tiene dolores muy severos, no se puede concentrar lo suficiente para recordar lo que yo le dije. Sacó una grabadora y me pidió que le repita todo. También quería incluir en la cinta, algunas preguntas nuevas que desde entonces surgieron en su mente.

Una pregunta fue que el más malvado de los malvados no sufre más que el equivalente a doce meses en el Guehinom, el concepto judío de infierno. Sin embargo, él ya estaba en el decimotercer mes de su enfermedad. Mi respuesta fue que en el Guehinom tú limpias tu alma; aquí en esta vida, estás expandiendo tu alma, estás haciendo tu alma más de lo que es. Esta vida es un tiempo para producir; en la vida venidera, tú cosechas, pero no siembras nuevas semillas. Es por eso que decimos que un momento de vida aquí es más valioso que una existencia entera en la vida venidera. Cuando él escuchó esto, una enorme sonrisa cruzó por su cara.

Después de un par de semanas, tuvo que regresar al hospital. Escuchaba la grabación constantemente. Los doctores y enfermeras no podían entender cómo es que estaba siempre tan contento. Ellos no se daban cuenta, pero su secreto era que él estaba viviendo verdaderamente cada momento. Vivió tres meses y medio más y el Shabat antes de Pésaj dejó este mundo, pero aun entonces tenía una sonrisa en su cara.

La verdadera felicidad resulta de la conciencia de convertir cada momento en la realización del propósito último. Este joven convirtió respiro tras respiro de esta vida en vida eterna. Y éste es realmente el objetivo de la Torá, enseñarnos cómo traer eternidad a nuestra vida de otro modo, temporal.

Sin embargo, aun las personas observantes de la Torá pueden perder de vista el objetivo. Cuando nos analizamos y nos preguntamos a nosotros mismos: ¿estamos viviendo en el presente? Probablemente responderemos: no. El presente existe, pero en el momento, probablemente estemos en algún lugar muy lejos. Tendemos a reciclar el pasado una y otra vez. Ésta es una de las cosas que deprime a las personas. Por supuesto, otros rechazan la necesidad de obsesionarse acerca del pasado, pero en su lugar, generan escenarios imaginarios acerca de las buenas cosas que les esperan en el futuro. Su expectativa de que tales cosas serán muy buenas, los hace felices en el presente. No obstante, no es el presente el que los hace felices.

¿Está usted diciendo que nunca debemos pensar acerca del pasado o planear para el futuro?

Por supuesto que no. Con frecuencia uno debe recordar el pasado o calcular el futuro a fin de saber qué hacer en el momento presente. El punto es no preocuparse con el pasado o con el futuro como un medio para escapar del presente. Cada momento de vida es totalmente una nueva creación. Ese momento te va a dar el placer de la eternidad por siempre, con la condición de que realmente vivas ese momento.

Cada uno de nosotros debe preguntarse constantemente: ¿qué es lo que el AHORA me está dando a mí? Si Hashem nos da 80 años, más de dos mil millones de segundos, cada segundo puede ser un momento para experimentar el placer del logro. Si yo estoy poniendo algo de substancia a este momento dado, si estoy viviendo, este momento estará conmigo por siempre. Nunca estará perdido. Desde el minuto que yo muera, voy a experimentar este momento de placer por siempre. Sin embargo, si en ese momento estoy viviendo en el pasado o fantaseando acerca del futuro, este momento está vacío. Rabí Israel Salanter señaló que es posible haber estado vivo 80 años y difícilmente haber vivido un año. Cuando una persona muere, incluso una persona envejecida, es probable que no haya tenido más que un par de años de experiencia real de vida.

Pero rabino, una persona debe hacer cosas como dormir. ¿Cómo se puede esperar que uno tenga logros cuando está dormido?

Hasta eso puede ser transformado en eternidad, dependiendo de tus pensamientos. Si eres irreflexivo acerca de las cosas que haces, como ir a dormir, entonces, cada noche estás desperdiciando dormido ocho horas de tu vida potencial. Sin embargo, si te das cuenta que la vida es la oportunidad para servir a Hashem de una forma nueva cada momento y, a fin de poder servir bien a Hashem tu cuerpo necesita descansar, si tienes pensamientos como ésos cuando te vas a dormir, entonces tu sueño es una gran mitzvá. Si tú no sabes por qué estás vivo, entonces, no sabes por qué duermes. Consecuentemente, tu descanso es un desperdicio. La Torá tiene leyes relacionadas con el dormir, que estimulan a la persona a recordar que el dormir tiene un propósito. Y una persona necesita este estímulo debido a que la mayoría no saben cómo ir a dormir. Suena gracioso, pero es verdad. La mayoría de la gente no sabe ni siquiera cómo ir a dormir.

Ninguna actividad está desprovista de la opción de obtener eternidad. Sin embargo, si tú no piensas o no sabes qué es lo que estás escogiendo o, no sabes ni siquiera que tienes una elección, entonces estás permitiendo que la vida se te escape. Por lo tanto, piensa. Nada es más importante que pensar acerca del momento presente ante ti. Nada. Piensa y repítete a ti mismo una y otra y otra vez la importancia absoluta de vivir cada momento.

Uno de los tzadikim acostumbraba levantarse cada mañana y decirse a sí mismo, ‘Shalom aléjem veintiuno de Iyar (o cualquier fecha que fuese). ¡Qué grandioso día! Hemos esperado miles de años por ti. Tú estabas en el plan original de la creación de Hashem. Hemos esperado tanto por ti, y no obstante, el tiempo es corto. Solamente voy a estar contigo por las siguientes 24 horas. Después de eso, nunca te volveré a ver. Por lo tanto, déjame empezar. Prometo que viviré contigo cada segundo’.

Imagina que tienes el honor de recibir a Eliyahú HaNavi y él te va a contestar todas las grandes dudas que tengas. No podrías tener mayor entusiasmo de anticipación, esperando el día en que lo puedas hospedar. Cuando el día llegue, ¿te vas a dormir hasta tarde?, ¿te vas a excusar para tomar un café?, ¿vas a leer historietas o ver la televisión? La verdad es que cada día que vivimos y respiramos en esta tierra es mayor que experimentar la revelación de Eliyahú HaNavi. Eliyahú viene con el fin de enseñarnos cómo utilizar la vida. Pero uno tiene que utilizar la vida. Uno tiene que invertir su capacidad de pensamiento en cada momento presente.

Rabino, ¿cuál es el castigo para alguien que no invierte apropiadamente su capacidad de pensamiento en el momento presente? —alguien preguntó.

El momento que invierto en mí en este momento, permanecerá conmigo por siempre. Todo lo que logre ahora será mi porción en el mundo venidero. Inversamente, cualquier cosa que omita ahora, faltará allá. Los fuegos del Guehinom incluyen los dolores ardientes del desengaño por no haber utilizado apropiadamente la oportunidad que tuviste de vivir la vida.

Por supuesto, el placer del mundo venidero está más allá de lo que cualquier ser humano puede imaginar. ‘Un segundo de placer en el mundo venidero es mejor que la vida entera en este mundo’. Si pudiéramos reunir todos los placeres que toda la humanidad experimentó alguna vez desde el día de la creación hasta el día de hoy y combinarlos en un solo placer, no sería todavía comparable a un segundo de placer en el mundo venidero. Sin embargo, para producir este segundo de placer, tienes que utilizar este segundo del presente en este mundo.

La Joya

¿Existe alguna enseñanza de la Torá que resuma lo que usted ha estado diciendo?

Hay muchas. Probablemente la mejor conocida de ellas es aquélla acreditada a Hilel, que dice: ‘Si yo no voy a actuar por mí, ¿quién lo hará? Y ser sólo para mí mismo ¿qué me hace? Si no ahora ¿cuándo?’18 Déjame explicarte más claramente.

Cada momento es una gema. Y la vida de cada uno ha sido dispuesta especialmente desde el tiempo de la creación de manera que mil millones de momentos, cada uno con su respuesta única, han sido dispuestos para cada quien. No obstante, depende del individuo el descubrir cada momento. Por lo tanto, la primera pregunta que uno debe hacerse es: ¿Si yo no voy a ser yo, quién será? Nadie más puede ser yo. Nadie más puede hacerme.

Cada judío tiene una joya en sí mismo, y la razón absoluta por la que bajó a este mundo fue para descubrir esa joya. Y esa joya solamente puede ser descubierta por ese judío. Si Moshé pudiera bajar del cielo, no podría tomar tu lugar y pulir tu joya.

Hilel continúa: ‘Y cuando soy para mí mismo’, es decir, solamente para mí mismo; cuando me he desarrollado y he pulido mi gema, pero no la utilizo para el progreso de otros, ‘qué soy yo’, es decir, ¿qué valor tiene mi gema? Si una persona no tiene un yo a fin de poder compartirlo con otros y relacionarse con ellos, ¿qué bien es ese yo?

De acuerdo a Hilel, el primer paso es conocer quién eres.19 Tienes que conocer tu propio valor y saber que eres una porción de D os; que estás hecho a imagen de D os. Entonces, después de que desarrolles tu yo único, lo tienes que usar para que otros hagan lo mismo. Una vez que te das cuenta quién eres, te das cuenta que todo prójimo judío es igual porque su alma y la tuya son del mismo D os. Eso se llama ‘Amar a tu prójimo como a ti mismo’. Tienes que amar tu yo real, tu alma. Después puedes amar a tu prójimo.

Hilel concluye: ‘Y si no ahora, ¿cuándo?’ Él trata de decir: que no sólo cada judío es una joya, sino cada momento de la vida de un judío es una joya, como ya dijimos. Por lo tanto, si tú no cumples tu misión en este momento, ¿cuándo lo harás? Es decir, éste es el momento de realizar, porque si no utilizas el AHORA, ¿cuándo tendrás este momento otra vez? Nunca va a regresar. Si ahora no es el momento de ganar tu yo, tu yo del olam habá, ¿entonces cuándo?

Teshuvá

Rabino, —dijo Dany—, sé que está tratando de hacernos sentir bien, pero me ha hecho sentir muy mal. Si lo que usted está diciendo es verdad, entonces he perdido tantos momentos en mi vida, que me estoy empezando a sentir muy deprimido de sólo pensar en ello.

No hay razón para deprimirse. Cada momento de una vida pasada, incluso de una vida de fracaso, fracaso espiritual, puede cambiarse para bien gracias al principio de teshuvá, que quiere decir regreso; regreso al status original de uno como criatura hecha a imagen de D os.

Una de las cosas maravillosas acerca de escribir en una computadora con un procesador de texto, es que no debes tener miedo a equivocarte. Antes de las computadoras, si cometías un error, tenías que usar corrector y muchas veces incluso mecanografiar nuevamente la hoja entera. En la actualidad, simplemente regresas al lugar del error, lo corriges, y el procesador de palabra reorganiza la página entera para ti.

Esto es teshuvá. En un momento, yo puedo regresar a mi status original como una criatura hecha a imagen de Hashem. Y cuando lo hago, puedo corregir todas mis fallas del pasado hasta el presente. Un momento de teshuvá puede mandar ondas de cambio a través de todos los momentos que ya pasaron.

Pero es muy difícil.

No estoy diciendo que es fácil, ¿Pero cuál es la alternativa? ¿Permanecer inmerso en lo físico con una perspectiva materialista? Esto es más difícil a largo plazo porque tu yo real es tu alma y esta alma tiene hambre por la verdad. La gente se deprime porque no se identifica con su alma. No existe nada grandioso o especial acerca del yo físico. Hasta los animales tienen un yo físico. Tarde o temprano tienes que regresar a tu yo real o nunca serás verdaderamente feliz.

Teshuvá significa ‘regresar’ a tu yo real; al alma que está hambrienta de verdad, la que solamente puede tolerar tanto letargo y autoengaño. Cuando pecas, no fuiste tú. Fue la parte física la que pecó, no tú. Cuando haces teshuvá, empiezas a ver tu yo físico como una persona externa y le gritas, ‘¿cómo pudiste hacer eso? ¿cómo pudiste hacerlo? Teshuvá significa que descubres, que revelas tu yo real, y te enamoras de ese yo.

Pero rabino, ¿cómo puede una persona enfrentarse a sí misma si tiene mucha culpa?

La culpa es un medio de instrucción, no de destrucción. Cuando no vives la verdad, te sientes culpable. La culpa te alerta al hecho de que debes buscar activamente un cambio en ti mismo. No es un instrumento de destrucción. La culpa debería guiarte a la teshuvá, a sincronizarte con tu yo real y experimentar el proceso de volver a él. Por lo tanto, no dejes que la culpa te destruya. Úsala para reconstruir tu yo.

Se está haciendo tarde, —agregó el rabino—. Para concluir, es vital que cada uno de nosotros aprenda cómo pensar. Únicamente al hacerlo así podremos ganar autoestima y volvernos quienes realmente somos. No te dejes tranquilizar con comodidades materiales o cegar por las posesiones de otros. La única posesión verdadera es tu yo y el momento que tienes ante ti esperando para ser transformado en eternidad. No obstante, con el fin de obtener esto, debes pensar. Por lo tanto, piensa. Piensa acerca de lo que realmente importa. Y sé consecuente con tu pensamiento. Buenas noches.

Consejo Práctico

Sin embargo, antes que el rabino se pudiera ir, una de las personas que estaba escuchando la conversación dijo: —Una última pregunta, rabino; hablando en forma práctica, ¿qué podemos hacer para adquirir los ideales de los que usted habla?

Como ya dije, repitiendo las ideas una y otra vez. La clave del éxito es la claridad. Claridad de pensamiento es en lo que debemos trabajar, porque hay muchas cosas que opacan nuestra perspectiva. Por lo tanto, debes entender las ideas verdaderas y enseñártelas a ti mismo una y otra vez. Algunas veces, la mejor manera de enseñarlas a ti mismo, es por medio de enseñárselas a otros. Es por eso que yo doy estos seminarios. Realmente me estoy enseñando a mí mismo, repitiendo estas verdades una y otra vez. Ustedes también deberían encontrar formas de repetírselas a ustedes mismos y a otros. Mientras más lo hagan, más éxito tendrán. No obstante, cualquier cosa que hagan, que no sea fuera de la realidad, de la realidad de ustedes.

Dejen que hable más concretamente. El fin de semana se terminó, y estás sentado en tu casa, preguntándote qué vas hacer. No tomes una revista y te pierdas en alguna fantasía. Saca un libro de Torá, pon una cinta de Torá; confróntate a ti mismo. O cuando vayas en el automóvil, no prendas el radio y escuches las noticias acerca de otro asesinato o de algún invitado de un programa que te enseña lo que él piensa es importante. Pon la cinta de Torá que te inspire y te enseñe cómo atrapar el AHORA.

Necesitamos repetir esas ideas verdaderas una y otra vez, especialmente en la actualidad, porque existen muchas fuerzas externas compitiendo por nuestra atención. Te quieren vender algo, ya sea un artículo inútil el cual ellos afirman te dará felicidad o incluso un ideal que suena bonito y que te hará sentir que estás contribuyendo al progreso humano. No pierdas el enfoque. Y si lo haces, debes saber cómo conectarte nuevamente a la realidad para que puedas recuperar la claridad.

Rabino, ¿está usted diciendo que todo en los medios de comunicación es malo?

No es un asunto de bien o mal. Es un asunto de recobrar nuestra mente, nuestra alma. Y por favor, no tomen lo que estoy diciendo como un reproche. Sólo estoy transmitiendo información. Harán con ella lo que ustedes quieran.

¿Por qué no pensamos? La respuesta es muy sencilla. ¡No poseemos nuestra mente! Nuestra mente está controlada por los medios. La mentalidad gentil se ha infiltrado y ha tomado control sobre nuestra conciencia. Nuestra política, nuestra tzedaká, nuestra tefilá, nuestro Shabat, hasta nuestra Torá, todo es enfocado a través de los lentes de ojos no judíos. Eso es lo que significa estar controlado por los medios. Cuando estás controlado por los medios, tú no existes realmente. Estás poseído por otro.

Y da la impresión que nosotros no tenemos el poder para romper nuestra adicción a los medios. No podemos sentarnos por un minuto en nuestro auto sin prender el radio. Hasta tenemos radios especiales que podemos encender mientras nos bañamos. Nuestro más temible enemigo es uno mismo. Estamos aterrorizados de pasar unos cuantos minutos solos. Alguien siempre nos debe estar hablando.

Estamos tan atrapados con nuestras obligaciones, que ¿cuándo tenemos tiempo para estar solos y construir una relación con Hashem? Sí, nuestras obligaciones son reales, vitales y necesarias; y las debemos atender. Pero, ¿qué hacemos cuando tenemos un poco de tiempo libre? ¿Qué hacemos cuando estamos esperando el autobús o el tren? Tomamos un periódico para leer. Tenemos que saber qué está pasando en el mundo El mundo se va a desplomar si no sabemos las últimas noticias.

Nosotros no poseemos nuestra mente.

Yo tenía este problema hace algunos años. Nunca tuve radio en la casa. Nunca leí periódicos laicos. Pero, cada vez que manejaba hacia algún lugar, rápidamente prendía el radio y escuchaba las noticias, ‘WINS, todas las noticias, todo el tiempo’. Las noticias y sólo las noticias. Y, como cualquier persona normal, tenía que oírlas 30 veces al día… junto con todos los informes del tiempo y del tráfico.

Me daba cuenta que estaba mal, pero no tenía el poder de hacer algo al respecto. Después de todo, me decía a mí mismo, estoy viviendo en una sociedad. Debo ser una persona normal.

Un día, ofrecí llevar a un gran erudito de Torá en mi auto. Prendí el motor… y el radio sonó a todo volumen. Estaba muy avergonzado. Me dije a mí mismo. ‘Eres un hipócrita. En frente de personas de carne y hueso te avergüenzas; pero en frente de Hashem ¿no te avergüenzas?’

Continué así y entonces un día ocurrió una tragedia familiar. Una cuñada murió muy joven, dejando cuatro huérfanos pequeños. El funeral fue muy tarde en la noche. A la siguiente mañana, manejé a la ciudad como siempre, y al estar esperando la luz verde del semáforo mientras escuchaba la voz monótona e incesante del radio del locutor, me sonaba como el croar de una rana. De repente, me avergoncé y me enojé conmigo. ¿Qué clase de persona cruel eres? Asististe al sepelio de tu cuñada anoche y en no menos de 24 horas ya regresaste a tu rutina anterior, escapando de ti mismo. Tienes miedo de pensar acerca de ello.

Me dije, ‘si uno puede estudiar Torá o dar caridad en nombre de un difunto, entonces uno puede apagar el radio en su mérito’. Y así lo apagué. Y 23 años más tarde sigue apagado.

Sin embargo, algo inesperado me pasó tres o cuatro semanas después de haber apagado el radio definitivamente. Además de quitar el radio del automóvil, nada de mi rutina cambió, excepto que percibí una claridad y profundidad en mi perspectiva que antes carecía. Entonces me di cuenta. Me había desprendido de los medios. Había tenido esta neblina mental y ahora se había despejado. Podía ver las cosas como si las estuviera viendo por primera vez con ojos frescos, con mi propia mente. Una persona se queja, ‘todo está polvoriento’. Entonces alguien le señala que no es el mundo el que está polvoriento, sino sus lentes. Me di cuenta que éste era yo. Mi Torá, mi política, todo lo había estado viendo a través del polvo de los medios no judíos.

Y pienso que éste es el problema que todos sufrimos en la actualidad. A pesar de nuestra gran inversión en causas judías y educación de Torá, algo está entorpeciendo nuestros esfuerzos. ¡Tenemos un punto de vista goy! Y ni siquiera nos damos cuenta que es goy.

Evelyn

Con frecuencia cuento la historia de un conocido, un hombre que al principio no estaba muy comprometido con la observancia de mitzvot. Sin embargo, poco a poco, se empezó a comprometer más. Empezó a asistir diariamente a clases de Torá. Su esposa se cubrió el pelo. Yo le ayudé a dar esos pasos, pero por más que trataba, había algo en lo que no lo podía convencer. No podía conseguir que se deshiciera de su televisión.

Escuche’, él me dijo, ‘esto es algo a lo que no puedo renunciar. Es algo a lo que mi esposa y yo somos adictos. Vemos una hora en la noche. Eso es todo. Es un programa de comedia y nos reímos un poco. No puedo renunciar a la televisión’.

Este hombre tenía una empleada no judía, llamada Evelyn, a la que necesitaba para dirigir su negocio. Sin embargo, no la aguantaba. Era superficial, no refinada y grosera. Difícilmente yo podía tener una conversación con él, en la cual no mencionara algún incidente desconcertante de Evelyn.

Un día le dije. ‘Sabes, anoche, mientras tú y tu esposa estaban viendo el programa cómico y riendo, Evelyn y su novio estaban viendo el mismo programa. Tú estabas riendo en tu sala y Evelyn estaba riendo en la suya’.

Su cara se puso roja. Unas semanas más tarde me dijo, ‘Estoy muy enojado con usted. Me ha acabado’.

¿De qué estás hablando?, le pregunté.

¿Recuerda esa ocasión en que me señaló que Evelyn estaba riendo con el mismo programa que mi esposa y yo estabamos viendo? Bien, desde entonces, cada vez que prendo la televisión, digo, ‘¡Oh!, Evelyn lo está viendo también’.

Cada vez que tomas esa revista, ese periódico o ves ese programa de opiniones, alguna Evelyn está también sintonizando contigo. ¿Para eso han sido miles de años de sacrificio judío? ¿Un programa no judío de opiniones? ¿Por qué no tenemos el juicio para separarnos de algo diseñado para ocupar la mente de una Evelyn?

La respuesta es que estamos totalmente manipulados por gentiles. Pensamos como gentiles. Vemos el mundo como gentiles. Nuestra política es gentil. Hasta nuestra Torá es vista a través de ojos gentiles. Ni la Torá, ni la caridad, ni ningún esfuerzo servirá si permanecemos sintonizados con la frecuencia de una Evelyn.

Y no te estoy enseñando Jasidut o predicando piedad. Es el fundamento básico de ser judío. Vedibartá bam beshibteja bebeteja, ubelejteja baderej, ‘Y hablarás de ellas al sentarte en tu casa y al viajar en el camino’. Vedibartá bam, Jazal dice, y no devarim betelim. Tenemos que adherirnos constantemente a palabras de Torá y evitar todos las devarim betelim, asuntos vanos. Cuando tengas un tiempo solo, en el auto, en la casa o donde sea, libérate de Evelyn.

Éste es el Holocausto Americano. Un holocausto no es sólo cuando el veneno se deja caer en una cámara de gas llena de personas. El Holocausto Americano continúa ahora mismo. No obstante, en este holocausto nosotros somos los que poseemos los crematorios. Somos los que tomamos cámaras de gas portátiles y las traemos a nuestras casas. Nosotros somos los que estamos envenenando nuestras almas.

La gente dice: ‘Tiene razón. Y es por eso que no dejo que mis hijos la vean’. Pero yo les digo, ‘¿Qué hay contigo? ¿No eres también un niño? ¿No somos todos hijos de Hashem?’

El Gran Debate

Cada uno de nosotros, sin excepción, tiene un alma pura. Cada uno de nosotros tiene belleza y grandeza: el libre albedrío absoluto de atrevernos a ser cualquier cosa que pensemos que podemos ser. Pero primero tenemos que poseer nuestra mente. Debemos tener claridad.

Desconectarnos de nuestra adicción al culto de los ídolos modernos, requiere gran sacrificio, pero la buena noticia es que eso es todo lo que tenemos que hacer para reivindicar nuestra grandeza. No tenemos necesariamente que crear algo positivo. Únicamente tenemos que desistir de lo negativo.

Ésta era la cuestión subyacente de un debate talmúdico.20

Rabba, Ula, (y en otro lugar Rabí Yojanán) (Tres grandes sabios) dijeron, yasi v’lo ajimena, ‘Dejen que llegue (el Meshíaj), pero yo no quiero verlo. (Es decir, no quiero vivir en ese tiempo).

El Maharal explica de sus palabras. ‘No importa qué tan excelsos podamos ser, no podemos garantizar que estaremos a la altura de la prueba de la llegada del Meshíaj. Incluso no podemos estar seguros que vamos a tener el mérito de sobrevivir los desafíos de su llegada’. Sin embargo, una opinión contraria fue registrada:

Rab Yosef dijo: yasi v’ajimena, ‘dejen que llegue, y yo lo voy a ver. Y, más aún, ¡déjenme ser digno de sentarme bajo la sombra de los desechos de su burro!’

¿Cuál es la verdadera discusión subyacente entre los primeros tres Sabios y Rab Yosef?

Existen dos formas de servir a D os, basados en un versículo de Salmos, Sur merá vaasé tov, ‘aléjate del mal, y haz el bien’.21 La primera parte implica simple abstención, manténte alejado de cualquier cosa que sea mala; especialízate en distanciarte del mal. La segunda parte te incita a hacer ‘el bien’, a trabajar en lo positivo, a ejecutar actos de bondad. La pregunta es: ¿alejarse del mal es un medio de hacer el bien? O es lo contrario: ¿hacer el bien es un medio para alejarse del mal? ¿El objetivo es hacer el bien o alejarse del mal?

En esto se centra la discusión de los sabios. Los primeros tres sabios, que tenían miedo de vivir en los tiempos del Meshíaj, decían que una persona se vuelve completa, únicamente concentrándose en el bien. Entendían que las personas en el tiempo previo a la llegada del Meshíaj serían probadas como nunca antes teniendo que vivir inmersos en el mal. Espiritualmente se volverían como esqueletos secos careciendo aun de nervios y venas.

Por lo tanto, ellos concluyeron que no podían garantizar estar a la altura de la prueba. Ya que la prueba final era hacer el bien, ¿cómo podían garantizar que serían capaces de alcanzar el nivel de bien necesario para relacionarse con el Meshíaj en tiempos en los que el mal sería tan dominante? Por lo tanto decían, ‘Dejen que llegue, pero no queremos estar ahí’. No podemos tomar la responsabilidad de decir que vamos a crear la bondad necesaria para superar la brecha entre nosotros y el Meshíaj.

Rav Yosef, por el otro lado, decía que traer el Meshíaj no dependía de cuánto bien haya creado uno para sí mismo, sino más bien, en cuánto uno se ha alejado del mal. Él razonaba que, de cualquier forma, solamente D os podía conferirle a uno el bien fundamental. El Meshíaj va a servir como un conducto de la bondad y la santidad fundamentales. Sin embargo, a fin de ser merecedor de esta bondad fundamental, todo lo que uno tiene que hacer es alejarse del mal.

Por lo tanto, Rav Yosef decía, ‘Dejen que llegue, y lo voy a ver’, porque si el mérito de traer al Meshíaj depende de no ser malo, entonces esto puede lograrse aun bajo las peores condiciones. De hecho, mientras más esté uno rodeado del mal, mayores oportunidades tiene de no participar de él. Consecuentemente, el mérito es mayor.

A la Sombra de los Desechos del Burro

¿A qué se refería Rabí Yosef cuando decía que vivir en la era premesíanica era como sentarse debajo de la sombra de los desechos del burro del Meshíaj’?

El profeta dice que el Meshíaj va a venir como un ani rojev al jamor, ‘un hombre pobre montado sobre un burro’.22 En realidad, existen dos palabras en hebreo para designar una persona pobre: ani y ebyon. Ambas personas pobres no tienen nada, pero el último desea lo que no tiene. El primero, el ani, no tiene y no añora.

El Meshíaj es descrito como un ‘ani montado sobre un burro’. Él va a ser totalmente pobre en cosas mundanas y materiales, y no las va a necesitar. Él estará montado sobre el burro. Jamor, ‘burro’ en hebreo, también significa físico, material (la misma raíz de palabra). Si una persona fracasa en montar o controlar el jamor, entonces a ella la controlan. Quiere cosas materiales. Las necesita. Sin embargo, el Meshíaj será un ani; no las va a necesitar; se va a montar sobre todas ellas y tendrá sus deseos materiales bajo control.

¿Qué quiere decir sentarse bajo la ‘sombra de los desechos’ de su burro?

Antes del advenimiento del Meshíaj, el judío no va a montar encima del jamor– burro-materialismo como lo ha hecho durante los previos 2,000 años de exilio. Va a estar sentado debajo de él. Va a estar manejado por él. Y no sólo no va estar por debajo del burro, sino debajo ‘de la sombra de los desechos’ del burro. El desecho del burro, es parte del alimento que aun el burro rechaza. En otras palabras, los judíos estarán involucrados con el desecho de la sociedad no judía.

Desafortunadamente, vemos qué tan cierto es esto. Mira a tu alrededor. Lo que es aceptable para el gentil actualmente no hubiera sido aceptado hace sólo un par de décadas. Hasta los elementos más bajos de la generación previa hubieran estado conmocionados por el despliegue de permiso, inmoralidad, espectáculos, desvergüenza, arrogancia, etc. Sin embargo, en la actualidad, a tales personas se les llama ‘progresistas’.

A donde quiera que vamos, a donde quiera que nos paremos, estamos debajo de los desechos. De los anuncios de neón del Times Square a los televisores, los cines y puestos de periódicos, toda la inmundicia y los desechos de todo el mundo están cómodamente disponibles, aun en la intimidad de nuestro hogar. A donde quiera que vamos, estamos bajo la sombra de los desechos del burro.

Rav Yosef dijo en efecto, ‘Si D os trae una situación en la que te encuentres a ti mismo viviendo debajo de la sombra de los desechos del burro, y te ves afectado por ello, entonces todo lo que vas hacer es abstenerte y no participar en ella, entonces vas a merecer el Meshíaj’.

La implicación profunda de las afirmaciones de Rav Yosef es que cada persona tiene una bondad natural innata. Esta bondad resplandece como una luz eterna. Todo lo que se necesita es descubrirla. Sin embargo, el bombardeo de los medios, ya sea de los eventos deportivos vacíos, la promiscuidad desvergonzada, la ideología destructiva o simple insensatez, amontona pilas y pilas de hollín sobre esa brillante luz interna.

Una persona siente una chispa de santidad, una experiencia inspiradora, anhela momentáneamente algo más, pero llega a su casa y se conecta a las idolatrías de la sociedad. Es como un paciente en coma que abre los ojos, se desconecta de los tubos y alambres, camina, experimenta un momentáneo anhelo de vida, y luego regresa a la cama, se conecta nuevamente a todas las válvulas que lo ‘mantienen con vida’ y se vuelve a dormir.

La mente es el órgano más preciado. Necesita ejercicio. Prende la televisión y apaga la mente. Después de un momento, la irreflexión se vuelve una forma de vida. No pienses… por lo menos, no mucho. Ciertamente no lo suficiente para tener que cambiar. Conéctate de nuevo. Prende la comedia o el drama. Prende las noticias. Es importante oír el informe del tiempo otra vez. Relájate. No trabajes demasiado. Sólo se vive una vez. ¿Quieres disfrutar la vida? Toma Coca Cola.

Cada vez que te conectas, tu mente se atrofia. La luz brillante dentro de ti se cubre más y más de desechos inmundos.

El Botón

Un día se canceló un vuelo que yo debía tomar. Como compensación, la aerolínea hospedó a los pasajeros en un hotel de lujo para pasar la noche. El hotel ostentaba ‘TV con control remoto con todos los canales de cable en todos los cuartos’. Mientras estaba sentado solo en el bien acolchado sofá de mi cuarto, saqué mi Guemará miniatura y me preparé para mi estudio diario de Torá. No obstante, antes que me diera cuenta, me quedé dormido.

Cuando me levanté varias horas después, me sentí desilusionado y avergonzado porque sabía que mis padres y abuelos hubieran tenido la fuerza para estudiar la mayor parte de la noche. Me desesperé por un momento. Contemplé el anuncio arriba en la pared, ‘TV con control remoto con todos los canales de cable en todos los cuartos’. De pronto, recordé las palabras de Rav Yosef, ‘Dejen que llegue, y déjenme ser digno de sentarme debajo de la sombra de los desechos de su burro’. Y entonces me di cuenta: ¡aquí estoy yo sentado debajo de la sombra de los desechos del burro, debajo de lo desechado por la sociedad no judía!

De mis ancestros, Hashem obtuvo una sólida página de estudio cada día y cada noche. Nosotros obviamente somos una generación más débil. Sin embargo, hay una cosa que poseemos que ellos no tuvieron. Tenemos la ‘TV con control remoto con todos los canales de cable’ solamente a un botón de distancia. Y ésta es nuestra grandeza potencial, porque a pesar de que no estaba a la altura de desempeñar el bien de estudiar esa noche, fui capaz de alejarme del mal aun cuando sólo fuera no dar el golpecito de un botón. Mis antecesores nunca tuvieron este reto. Le pudieron haber dado a Hashem una página de Guemará pero nunca Le dieron el botón.

Piensa Acerca de Esto

Mi recomendación es que pruebes durante 40 días, una abstención voluntaria de las influencias de los medios. Aléjate de ellos, apágalos, arrójalos fuera, cierra tus ojos a ellos, etc. Después de todo, ¿no te lo mereces?

Trata por 40 días. Aclara tu mente. Mantenla absolutamente clara. Te garantizo que tu belleza interior empezará a resplandecer de algún lugar muy dentro de ti. Lo más probable sea que pienses más claramente que nunca.

Sí, pensando.

Al final de los 40 días, cuando hayas experimentado la claridad de estar totalmente desconectado por un rato, reconsidera tus opciones, si quieres. Pero por lo menos, trátalo. Vas a descubrir tu propia santidad, tu propia grandeza. Y verás lo que significa estar en posesión nuevamente de la belleza interna especial que reside en cada judío. La grandeza ya ha sido plantada dentro de cada uno de nosotros. Jayé olam natá betojenu, ‘la vida eterna fue plantada dentro de nosotros’. Remueve lo negativo y lo positivo automáticamente empezará a brillar.

Se está haciendo tarde y si algunos de nosotros no descansamos bien, temo que no seremos capaces de funcionar apropiadamente mañana. Por lo tanto, gracias y les deseo buenas noches.

 

POR EL RAV. AZRIEL TAUBER

Ejercicio físico: necesidad noájica

El ejercicio físico produce importantes modificaciones en la
personalidad, tales como estabilidad emocional, autoestima,
extroversión, se modera la indefensión y la impotencia, mejorando
igualmente la «percepción de sí mismo.»

Los trastornos de
ansiedad (trastornos de ansiedad generalizada, trastorno fóbico,
trastorno obsesivo compulsivo) mejoran ostensiblemente con la práctica
del ejercicio físico.

En general los diversos síntomas de
tensión, inquietud, excitación del sistema nervioso autónomo,
hormigueos, hipercinesia, etc, disminuyen significativamente con la
práctica persistente del ejercicio físico.

En lo que respecta a
la depresión, en diferentes trabajos de investigación se ha podido
constatar un efecto antidepresivo del ejercicio. El ejercicio físico,
por tanto, es un elemento terapéutico importante en las depresiones
leves o moderadas.

Al mejorar la función mental, la autonomía,
la memoria, la rapidez, la «imagen corporal» y la sensación de
bienestar, se produce una estabilidad en la personalidad caracterizada
por el optimismo, la euforia y la flexibilidad mental.

Los
programas de actividad física deben proporcionar relajación,
resistencia, fortaleza muscular y flexibilidad. En la interacción del
cuerpo con el espacio y el tiempo a través del movimiento, se
construyen numerosos aprendizajes del ser humano. Esta construcción se
realiza a través de una sucesión de experiencias educativas que se
promueven mediante la exploración, la práctica y la interiorización,
estructurando así el llamado esquema corporal.

En el púber y el
joven, el progreso de ese conocimiento corporal servirá de base para
profundizar los fundamentos biológicos de su conducta motriz, en
estrecha relación con los efectos de la actividad física practicadas
sistemáticamente.

* Mejora de la salud y la calidad de vida.
Supone no sólo la prevención de enfermedades sino que, en una acepción
más amplia, se convierte en factor primordial de la calidad de vida. La
estrecha relación entre la práctica adecuada y sistemática de la
actividad física y la salud física y social, se constituyen en una de
las funciones relevantes de la Educación Física.

Se pretende
mejorar de forma armónica y equilibrada el rendimiento motor que lleve
a incrementar su disponibilidad física. El equilibrio personal, las
relaciones que se establecen con el grupo, la liberación de tensiones a
través de la actividad y el combate al sedentarismo, son elementos
relevantes de esta contribución a la salud y calidad de vida.

*
El juego y el deporte. El juego y el deporte se constituyen en
elementos fundamentales de la conducta motriz, no sólo por ser en sí
mismos factores de actividad física, sino por constituirse en un
entramado de relaciones sociales que contribuyen al equilibrio
personal, al fomentar las relaciones interpersonales y su utilización
como un medio de adecuación e inserción social.

* Expresión y
comunicación. Las posibilidades del cuerpo a través del lenguaje
corporal nos permiten interrelacionar, en una unidad, el mundo interno
con sus vivencias y percepciones, con el mundo externo.

La
utilización intencional del espacio-tiempo e intensidad de movimiento,
mediante la utilización de técnicas específicas de las distintas
manifestaciones expresivas (danza, mímicas, etc,) no como un fin en sí
mismo, sino como un diálogo consigo mismo y con los demás, abre
importantes posibilidades de enriquecer la propia expresión y
comunicación.

Los cinco mejores ejercicios aeróbicos en orden
descendente son: esquiar en terreno plano, natación, correr, montar en
bicicleta al aire libre y caminar.

Cuando realizamos ejercicio
físico no sólo estamos actuando sobre nuestro cuerpo, sino que eso
repercute, en el conjunto de nuestro ser, ya sea a nivel químico,
energético, emocional, intelectual, etc. Estos beneficios son
actualmente reconocidos y avalados por las investigaciones realizadas
por la medicina deportiva.

La Educación Física es un eficaz
instrumento de la pedagogía, por cuanto ayuda a desarrollar las
cualidades básicas del hombre como unidad bio-sico-social. Contribuye
al accionar educativo con sus fundamentos científicos y sus vínculos
inter-disciplinarios apoyándose entonces en la filosofía, la
psicología, la biología, etc.

Tiene una acción determinante en
la conservación y desarrollo de la salud en cuanto ayuda al ser humano
a ajustar pertinentemente las reacciones y comportamientos a las
condiciones del mundo exterior. Específicamente, en el adolescente,
ayuda a sobrellevar las agresiones propias de la vida cotidiana y del
medio y a afrontar el presente y el futuro con una actitud positiva.

Promueve
y facilita a los individuos el alcanzar a comprender su propio cuerpo,
sus posibilidades, a conocer y dominar un número variado de actividades
corporales y deportivas, de modo que en el futuro pueda escoger las más
convenientes para su desarrollo y recreación personal, mejorando a su
vez su calidad de vida por medio del enriquecimiento y disfrute
personal y en relación a los demás.

A continuación se demostrará que los ejercicios físicos son realmente beneficios mediante un testimonio:

«En
mi experiencia personal, puedo constatar que desde que hago todos los
días solamente 20 o 30 minutos de ejercicio nada más levantarme,
necesito dormir entre una y dos horas menos que antes, teniendo más
vitalidad para las actividades cotidianas y sintiéndome menos cansado
al final del día.»

Que el ejercicio físico es, no ya importante,
sino vital para nuestra supervivencia es evidente. Cuando una persona
por algún motivo queda postrada en cama, cada vez va perdiendo más
energías, entumeciéndose cada vez más, al igual que cuando pasamos
mucho tiempo en la misma postura, sentados, de pie o tumbados. Incluso
cuando dormimos, nuestro inconsciente nos hace cambiar de postura
varias veces a lo largo de la noche. No olvidemos que estamos
compuestos fundamentalmente por líquido. Al igual que si el agua de un
río se para y se estanca acaba por pudrirse, los fluidos que nos
componen también.

Además del ejercicio físico como tal, tenemos
una gran variedad de terapias y actividades complementarias que podemos
realizar sobre el cuerpo para beneficio de nuestro bienestar. La sauna,
o una simple ducha nos depuran y relajan enormemente. Por otro lado,
con ayuda de un profesional, disciplinas como la osteopatía,
digitopuntura, reflexotereapia y todo tipo de masajes nos pueden ayudar
en casos en los que nuestra salud esté desequilibrada, de una manera
más saludable que ingiriendo fármacos o pasando por el quirófano,
muchas veces innecesariamente.

Generalmente, durante la
realización del ejercicio físico, el individuo o individuos
practicantes del mismo sienten una purificación interior, lo utilizan
también como descarga emocional. Se aprende a practicar deportes en
equipo, compartiendo y disfrutando al aire libre. Aunque algunas veces
ser sienta cansancio muscular o físico, al finalizar la realización de
la actividad se siente bienestar general, alivio emocional y descargado
de toda tensión o stress.

Una sensación de euforia ocurre
durante los ejercicios de resistencia (por ejemplo, el correr)
relacionada con una secreción intensa de hormonas hipofisiarias
llamadas endorfinas, dos veces más poderosas que la morfina. El nivel
de endorfina que aumenta como reacción al ejercicio puede ser la
explicación de la casi total desaparición del dolor en el hombro, en la
rodilla o el derivado de una cefalalgia.

Resistencia aeróbica

La
resistencia anaeróbica es la capacidad del organismo de realizar
esfuerzos de más de segunda duración en equilibrio entre el consumo y
el suministro de energía y oxígeno en el tejido.

Este proceso se asegura por al intervención de:

*La respiración (capacidad vital, volumen, minuto respiratorio, etc.)

*La circulación (volumen de latido y frecuencia)

*El sistema circulatorio (contenido de glóbulos rojos hemoglobina)

*La utilización del oxígeno en el tejido

Resistencia anaeróbica

Es
la capacidad del organismo de realizar esfuerzos de gran intensidad
durante un tiempo relativamente corto bajo un suministro insuficiente
de oxígeno. Encontramos alta concentración del ácido láctico y
disminución del Ph en la sangre.

Existe una estrecha relación
entre ambos tipos de resistencia. En el entrenamiento se deben respetar
proporciones entre el trabajo aeróbico y anaeróbico. Es importante que
el desarrollo de la resistencia aeróbica preceda al de la resistencia
anaeróbica.

Autor:
Mariela Jimena Ezcurra
Fuente:
w w w . m o n o g r a f i a s . c o m

Los miedos y el noajísmo

En CTerapia aprendimos y comprendemos que toda persona está sujeto a cinco tipos de miedos que son básicos a toda la humanidad. Se pueden manifestar con mayor o menor intensidad, de acuerdo a la persona y su personalidad, pero nunca desaparecen en su totalidad.
Sabemos también que un gran número de nuestras conductas se basan en alguno de estos miedos, o en un complejo que integre a varios.
Te mencionaré ahora los cinco tipos básicos de miedos:

a- miedo a la impotencia física (muerte, enfermedad, miseria, lesión, parálisis, accidente, impotencia sexual, etc.)

b- miedo a no poseer el dominio sobre otra persona (soledad, aislamiento, abandono, desamparo, melancolía, ciertas depresiones, ira, rencor, envidia, agresiones, etc.)

c- miedo a ser rechazado o anónimo (perder posición social, no ser invitado, humillaciones públicas, defectos que son visibles, fracasos comerciales, ineptitud académica, etc.)

d- miedo a perder el control (locura, desorden, caos, pérdidas, olvidos, etc.)

e- miedo a lo desconocido (oscuridad, superstición, brujería, maldiciones, el futuro, lo diferente, el cambio, etc.)

Te pido que consideres cada uno de estos tipos de miedos básicos, y verás que tú también los padeces, sean evidentes o que los tengan escondidos en rincones de tu ser que ni siquiera tú quieres reconocer.

Ahora te dejo planteada una tarea sumamente importante, de la cual depende en gran medida la continuidad de FULVIDA, la expansión del noajísmo, el éxito de la Obra del Eterno a través de ti.
La tarea es la siguiente: debes investigar y descubrir qué fue lo que te retuvo en su momento en las celdas del error y la idolatría, cuál de todos los tipos de miedo estaban operando en ti para retenerte en esa prisión terrorífica.
Luego de que lo hayas visto, te pido que recuerdes qué pensaste y sentiste y después que hiciste para quebrar la cadena y enrolarte en el bando del Eterno.
Por último te ruego que mires con humildad, paciencia pero justicia a aquella persona que tienes cerca de ti y que aún está hundida en el error e idolatría. Mírala, no la juzgues; contémplala con respeto y ternura, pero sin perder el rumbo. Y descubre qué tipos de miedos básicos la están paralizando para reconocer la Verdad y acercarse a la Luz.
Cuando tengas claro esto, te pido que me lo comentes con detalles (aunque no es necesario que me des nombres, así mantenemos la confidencialidad), para que busquemos juntos las estrategias para libertar a tus seres queridos y allegados.

¿Te parece bien?
Te espero, hasta luego.

Sonidos del silencio

¿Quién de nosotros no tuvo un momento de extremo dolor? ¿Quién nunca sintió, en algún momento de la vida, ganas de desistir?

¿Quién todavía no se sintió sólo, extremadamente sólo, y tuvo la sensación de haber perdido la dirección de la esperanza?

Ni las personas famosas, ricas, importantes, están libres de tener sus momentos de soledad y de profunda amargura.

Fue lo que le ocurrió a uno de los reconocidos compositores de todos los tiempos, llamado Ludwig Van Beethoven, que nació en 1770, en Bonn, Alemania, y murió en 1827, en Viena, Austria.

Beethoven vivía uno de esos días tristes, sin brillo y sin luz. Estaba muy abatido por el fallecimento de un príncipe de Alemania, que era como un padre para él.

El jóven compositor sufría de una gran carencia afectiva. Su padre era alcohólico y lo agredía fisicamente. Falleció en la calle, por esa causa.

Su madre murió muy jóven. Su hermano biológico nunca lo ayudó en nada, y, súmese a todo esto, el agravamiento de su enfermedad. Síntomas de sordera, comenzaban a perturbarlo, al punto de dejarlo nervioso e irritado.

Beethoven solamente podía oír usando una especie de trombón acústico en el oído. El llevaba siempre consigo un papel o un cuaderno, para que las personas escribiesen sus ideas y así poderse comunicar, pero no todas tenían paciencia para eso, ni para leer sus labios.

Notando que nadie entendía, ni lo ayudaba, Bethoven se retrajo y se aisló. Por eso ganó la fama de misántropo. Fue por todas estas razones, que el compositor cayó en una profunda depresión. Llegó a escribir un testamento, diciendo que se iba a suicidar.

Pero como ningún hijo de Dios está olvidado, llegó la ayuda espiritual, a través de una muchacha ciega, que vivía en la misma modesta pensión, donde Beethoven se había mudado, y que le dijo casi gritando: "Yo daría todo por poder ver una noche de luna".

Al oírla, Beethoven se emociona hasta las lágrimas. Al fin y al cabo , él podia ver. El podía poner su arte en sus composiciones.

Las ganas de vivir se renovaron y entonces compuso una de las piezas más hermosas de la humanidad: "Sonata Claro de Luna".

En su tema, la melodía imita los pasos lentos de algunas personas, posiblemente, los suyos o los de otros, que llevaban el cajón mortuorio del príncipe, su protector.

Mirando al cielo plateado por la luna, y recordando a la muchacha ciega, como al preguntarse el por qué de la muerte de un mecenas tan querido, él se deja sumergir en un momento de profunda meditación transcendental.

Algunos estudiosos de música dicen que las tres notas que se repiten, insistentemente, en el tema principal del 1º movimento de la Sonata, son las tres sílabas de la palabra "why"? u otra palabra sinónima, en alemán.

Años después de haber superado el sufrimiento, llegaría el incomparable Himno a la Alegria, la 9ª sinfonia, que corona la misión de este compositor, ya totalmente sordo.Himno a la Alegria expresa su gratitud a la vida y a Dios, por no haberse suicidado.

Todo gracias a aquella muchacha ciega, que le inspiró el deseo de traducir, en notas musicales, una noche de luna.

Usando su sensibilidad, Beethoven retrató, a través de la melodía, la belleza de una noche bañada por la claridad de la luna, para alguien que no podía ver con los ojos físicos.

Enrique Baldovino

(Recibido por email)