Anunciamos a los noájidas de Paysandú que el moré Yehuda los visitará esta semana.
Aquellos sanduceros o personas noájidas de las cercanías que deseen participar de encuentros con el moré, pónganse en contacto a la brevedad por email: carta@serjudio.com
Los esperamos.
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Consejos para organizar primeros eventos de noájidas
Son muchos los que desean realizar o participar de eventos de noájidas en su país. Algunos ya están siendo organizados, como por ejemplo uno con mi presencia a mediados de Diciembre ’07 en Venezuela.
Es que estamos en una época de renacimiento de la identidad noájica, más y más se van despertando y dando cuenta del tesoro espiritual y cultural que tienen a mano y que han ignorado durante años.
En este despertar, ansían compartir con otros, agruparse, apoyarse mutuamente, etc.
Entonces, surge el deseo y luego la idea de organizar eventos, encuentros, talleres, todo tipo de reuniones (más o menos grandes) para crecer y ayudar a crecer.
Por esto, permíteme darte algunos consejos, que nos brinda la experiencia adquirida y el estudio sobre la temática:
1- Todo evento se debe desarrollar en un ámbito controlado.
Que no dependa de
la buena disposición de ajenos.
Que no se vea perjudicado por el clima.
2- Que sea accesible en todos los sentidos (geográfico, económico, arquitectónico, etc.).
3- Que tenga buena iluminación, buena ventilación, temperatura agradable, asientos cómodos, equipos de sonido, y accesorios necesarios para desarrollar las actividades que se han planificado.
4- Que cuente con los salones necesarios, de acuerdo a lo que se planifique hacer.
5- Que cuente con instalaciones higiénicas apropiadas y suficientes, así como bebida y algún alimento para compartir con los participantes.
6- Se debe realizar la difusión por todos los medios posibles, anunciando el lugar, el motivo, la finalidad, los organizantes y link hacia FULVIDA.com.
En lo posible que esto quede en manos de personas expertas en el tema.
7- Se debe preparar algún mapa para ayudar a los que vienen de fuera. Ésta podría ir acompañada de una lista de lugares interesantes para visitar, números de teléfono necesarios, etc.
8- La primera finalidad es la de educar a los participantes de manera concreta, simple, directa, comprensible. La idea de los primeros eventos es dar a los participantes el alimento espiritual sin necesidad de complicarlos, sin demandarles para que lo busquen. Tal como a
pollitos que la madre los alimenta en la boca, para que luego aprendan a buscar por sí mismos su alimento.
Mientras no hayan degustado previamente el alimento ya procesado, ni tengan idea de lo que deben ingerir, difícilmente podrán encontrar el alimento que les nutre.
9- No hay que complicar a los participantes con cuestiones místicas o metafísicas que no tienen ninguna relación con el sentido llano y directo de la forma de vida noájica.
Se debe ser SIMPLE, hablar sin complejidades, sin pompa, sin ampulosidad, sin grandes palabras y gestos.
Se debe evitar en lo posible tratar de temas complicados o profundos, en tanto no se ha cimentado fuertemente la base noájica.
Las cuestiones metafísicas son para
un paso muy posterior. no se entienden tratados de ingeniería en jardín de
infantes, ni en escuela, ni en secundaria.
Paulatinamente, paso a paso se va profundizando, buceando en mayores complejidades y detalles.
10- Lo primero que se debe dar es información simple, concreta, práctica. Aquello que hace a la vida diaria, a las cosas cotidianas.
Por supuesto que también erradicar ideas ajenas y perjudiciales, o actitudes o gestos que son propias de pastores u otros representantes de falsas creencias.
11- Sería interesante que el evento estuviera acompañado en cada encuentro con momentos artísticos, sea danza, canto, etc.
Por supuesto que NADA relacionado con idolatría, violencia, intolerancia, etc.
12- Recordemos que los encuentros de noájidas NO son de carácter religioso.
Por lo cual, se debe evitar que parezca un encuentro religioso.
Por supuesto que se puede elevar alguna plegaria en conjunto, pero ésta no es el motivo de la reunión, ni debe ser el centro de la misma.
13- Los organizadores deben estar dispuestos a escuchar a la gente, antes, durante y después, para saber lo que quieren, lo que esperan, lo que temen, etc.
Por supuesto que depende de los organizadores decidir aquello que se desarrollará.
14- No hay que desanimarse ante las dificultades, tampoco si las cosas no salen de acuerdo a lo planificado, o no se llega al ideal.
Cuando se trabaja con gente siempre está la posibilidad de tensiones, cambios, temores, improvisaciones, confrontaciones, malos entendidos y por lo general es difícil que los organizadores obtengan satisfacciones tal cual fueron esperadas.
15- Es preferible tener paciencia y seguir trabajando, en lugar de quejarse y desmoralizarse.
16- No esperar grandes revelaciones, cambios u otras cosas. Simplemente conducir, guiar con respeto y cariño.
Recuerda que nadie nació sabiendo y es bueno tener presente el consejo de los que conocen.
Quedo a la espera de vuestros comentarios.
Resp. 122 – Pudor y personalidad
1- ¿ Hay algún precepto noájida que prohiba visitar una playa en la que casi todos están desnudos?
Mi amigo se desnuda pero yo tengo como un rechazo a todo esto.
2- ¿ Me desnudo porque todos lo hagan en ese lugar?
Un abrazo
Pipe Sadariano
AUTOESTIMA Capitulo 2.
CAPÍTULO 2
PERSPECTIVAS
Las hermanas Levine llegaron intencionalmente al hotel unas horas antes de la hora fijada para la primera clase. Desde el momento en que Gail le informó a su hermana mayor Elaine, que planeaba extender su estancia en Israel y tomar estudios de tiempo completo en un seminario para mujeres judías recién observantes, fue como si una cuña se hubiera metido entre ellas. Extrovertida y segura de sí misma, Elaine nunca entendió completamente a su tranquila y más tímida hermana. Pero ahora que su hermana menor se había vuelto ortodoxa — y tenía que estarse recordando a sí misma no usar esa etiqueta enfrente de ella— temía que la grieta entre ellas se ensanchara hasta que no quedara nada de su relación.
Mientras paseaban y platicaban por los alrededores del hotel, lo primero que notó Elaine acerca de su hermana menor fue una confianza interna que nunca antes había reflejado. No era una confianza arrogante — Elaine estaba convencida que Gail era incapaz de ser arrogante — sino una serena seguridad en sí misma. Estaba feliz y triste por este pensamiento. Feliz porque su hermana había encontrado algo, pero triste porque ese ‘algo’ era un ‘algo’ con el que ella sentía, nunca se iba a poder relacionar.
—Gail —Elaine remarcó—, estoy feliz de que hayas encontrado tanto significado en tu nuevo estilo de vida, pero confío que no esperes que yo cambie por ti. He venido acá ante todo para compartir momentos muy necesarios con mi hermana, y no para oír a un hombre exponer las maravillas de la sociedad patriarcal.
—Ahí estás otra vez —Gail replicó—. ¿Por qué cada palabra tuya debe contener una insinuación negativa acerca de mis creencias?
—¿A qué te refieres?
—‘Patriarcal’. Tú sabes al igual que yo, que las feministas lo usan en un sentido despectivo. ¿Cómo puede ser que luches por la igualdad y la eliminación de prejuicios, pero cuando se trata del judaísmo, el sistema de creencia de tu propio pueblo, no dudas en usar adjetivos que indican desprecio y tonos con aire de superioridad?
—Escucha hermanita, me has tenido caminando sobre cáscaras de huevo desde nuestra última conversación. Tengo miedo de expresarme. Si quieres que tenga un buen fin de semana, debo ser yo misma. No puedo tener miedo de decir lo que pienso.
—A mí no me importa si dices lo que piensas. Todo lo que te pido es que estés un poco más consciente acerca de ciertos términos que expresan insensibilidad hacia la gente y a las cosas con las que yo me he identificado.
—Eso es justo. Si digo algo ofensivo, quiero que me lo digas. Pero, al mismo tiempo, debo decir lo que pienso. No quiero tener que preocuparme de desenmascarar un sistema de creencia por lo que es.
—¿Tienes miedo que puedas cimbrar las raíces de mis creencias?
—Francamente sí.
—Bien, he realizado un profundo examen de conciencia y me siento confiada acerca de las cosas que sé. Eso no quiere decir que sé todo, pero si hay algo que no conozco, estoy segura que hay maestros que serán capaces de darme buenas respuestas. Así que no te preocupes por mí.
—Si ésa es la forma en que te sientes, entonces contéstame esto: ¿cómo puede una mujer inteligente como tú involucrarse en una religión dominada por los hombres? Y nota que no usé la palabra patriarcal.
—Gracias por tu sensibilidad. Contestando a tu pregunta, Elaine, no te has dado cuenta qué tan central y elevado es el papel que la mujer judía desempeña en los círculos de Torá. De hecho, supera por mucho, cualquier cosa que el mundo secular pueda ofrecer.1
—¿Cómo puedes decir eso?
—El mundo secular ve únicamente las cosas en términos económicos o de poder político. Si una mujer no gana salarios iguales o no maneja el mismo poder político que un hombre, se considera oprimida. Pero la opresión no es resultado primario de fuerzas externas como el dinero o el poder del voto. Existen muchas mujeres prósperas e independientes que están infelices consigo mismas, debido a algún sometimiento interno o debido a que sienten que el reconocimiento externo que la sociedad les da es poco más que superficial. Y, por el otro lado, hay muchas mujeres en hogares observantes de la Torá, que pasan la mayor parte de su día criando niños y pendientes de sus casas, que están felices y realizadas porque tienen una autoestima genuina y porque son apreciadas genuinamente por sus familias, su comunidad y su pueblo.
—Y también hay muchas amas de casa infelices.
—Pero finalmente, la felicidad no depende de lo económico o de lo político. Sé que esto probablemente te sonará ingenuo, pero existe una manera espiritual de ver las cosas que es totalmente ajena a la manera en que fuimos educadas. En el enfoque de la Torá, cada ser humano es un individuo que juega un papel único en el Plan Divino de la creación, ya sea pobre o rico, hombre o mujer, intelectual o simple. No sé si puedo transmitirte rápidamente el entendimiento que he adquirido el último par de años, pero el papel de la mujer no es inferior al del hombre. Sólo es diferente. Cuando superas ciertas apariencias que el mundo secular afirma que son inferiores, el papel de la mujer judía es mucho más de lo que el mundo secular puede ofrecer.
—No puedo entender cómo puedes decir eso. Sin embargo, la verdad es que algunas de mis amigas y colegas están buscando alternativas espirituales. Parece ser una tendencia prometedora. Si tú crees que debajo de la superficie existe finalmente una igualdad, quisiera aceptar que eres sincera. Más aún, voy a admitir otra cosa, si crees que yo no estoy consciente que existen feministas rencorosas, ilusas e incluso antisemitas, estás equivocada. Pero déjame cambiar de tema y preguntarte otra cosa.
Precisamente en ese momento, por el otro lado, se acercaba un hombre con la cabeza gacha, parecía absorto en sus pensamientos.
—Éste es el rabino que dará las clases principales —le murmuró Gail a Elaine—. Éste es el momento perfecto para presentarnos, Si tienes una pregunta realmente difícil, es el momento de hacerla. Y no te detengas. Sé tú misma, sólo recuerda ser comprensiva.
Elaine realmente no sentía gran necesidad de preguntarle algo al rabino, pero si iba a preguntar algo, inmediatamente se dijo que iba a ser ‘ella misma’. Sin embargo, Gail empezó a hablar primero.
—Rabino, mi nombre es Gail. ¿Recuerda que hablé con usted hace algunas semanas en Israel?
—Sí, y ésta debe ser tu hermana de la cual me hablaste. Gusto en conocerte.
—Igualmente, —dijo Elaine.
—Rabino, —dijo Gail—, mi hermana tiene muchas preguntas.
—Entonces ha venido al seminario correcto.
—Vamos Elaine, pregúntale al rabino tus dudas.
—Rabino, —respondió Elaine—, mi hermana está un poco ansiosa por mí. Realmente estoy aquí para visitarla, no por mi propio interés. Mis preguntas realmente no son teológicas, sino acerca de su bienestar. Y para ser honesta, estoy un poco preocupada por ella. Estoy preocupada por el estilo de vida en el que se ha estado involucrando.
—¿Qué te preocupa exactamente?
—Fuimos educadas en un hogar muy liberal, donde el intelecto y la independencia eran estimulados. De hecho, cuando crecí y me empecé a desarrollar intelectualmente, llegué a cuestionar algunos de los valores de mis padres, que a pesar de que eran lo que ellos llamaban liberales, para mí eran muy tradicionales. En todo caso, ahora mi hermana se ha ido aparentemente al otro lado. Se ha vuelto muy tradicional en su perspectiva. Mucho más de lo que yo me podía haber imaginado. Y eso me preocupa. Usted verá, intelectualmente, no podría estar más en desacuerdo con los orto…, quiero decir con el judaísmo tradicional. Soy una pensadora independiente. Y aun poniendo a un lado el tema del papel de la mujer en el judaísmo, no puedo entender cómo algunos de los valores morales del judaísmo existen todavía. Éste es un mundo moderno. No estamos viviendo en la Edad Media.
—¿Puedes ser más específica?
—Tome la institución del matrimonio por ejemplo. ¿Qué derecho tiene su Torá para prohibir ciertas relaciones matrimoniales? Si dos personas tienen placer una con la otra, ¿qué puede tener de malo?
—La respuesta más directa, con la que comprendo puedas tener dificultades, es que D–os lo prohibe. Por supuesto, uno primero tiene que estar de acuerdo conque existe un D–os y que la Torá es la fuente de Su voluntad para nosotros. Una vez que estamos de acuerdo en esto, sin embargo, la primera pregunta no es qué es lo que mi mente racional piensa que es bueno o malo, sino qué es lo que la Torá dice.2
—Entonces, si uno no acepta la primera premisa, es decir, que existe un D–os, no hay nada de malo en ello, —argumentó Elaine.
—El que uno no crea en D–os, no Lo hace desaparecer súbitamente, —respondió el rabino—. La existencia de D–os es una verdad objetiva, independientemente de las creencias subjetivas de la persona.
—Eso es lo que usted dice. Yo digo de otra manera. Usted tiene que aceptar que mi manera de ver las cosas es tan legítima como la suya.
—El que yo lo acepte o no es irrelevante. No hace que la existencia de D–os sea menos real y, si Él prohibe ciertas cosas, entonces el hacer esas cosas es malo, no importando lo que tú o yo pensemos.
—Yo lo veo en esta forma, —dijo Elaine—, una persona puede tener dos deseos: hacer lo correcto y ocuparse en cierta actividad. Si la actividad deseada no se opone con el deseo más dominante de hacer lo correcto, entonces, realizas la actividad; si se opone, entonces no la realizas. Pero, si no puedes comprender por qué la actividad deseada está mal, igual la vas hacer. Yo no deseo hacer mal. Si yo no considero mala la actividad con la que me deseo ocupar, la voy hacer. Para poder considerarla mala, sin embargo, debo saber por qué, entender por qué, reconocer por qué. Sólo entonces seré capaz de abstenerme.
—Pensando así, estás convirtiendo a tu mente en el árbitro final del bien y el mal.
—¿Qué hay de malo con eso? Si no puedo confiar en mi mente, ¿en qué puedo confiar?
—Tu mente es sólo una herramienta de tu voluntad. Si profundamente dentro de ti deseas algo, tu mente te va a apoyar no importando qué tan equivocada estés. El ejemplo clásico son los nazis. Su odio contra los judíos estaba tan arraigado en la psique de los alemanes europeos, que era una segunda naturaleza. Todo lo que Hitler hizo fue dar apoyo intelectual a la gente para expresar su voluntad. Es por eso, que si tú le hubieras preguntado a un nazi que si su trato a los judíos era inmoral, te hubiera contestado directamente a la cara, ‘No’. Su intelecto habría apoyado su voluntad. Los judíos eran alimañas. Eran parásitos. Tenían un plan para controlar el mundo. Él y Hitler le estaban haciendo un gran servicio a la humanidad matando judíos y estableciendo a la raza aria como los dueños del mundo.
—Usted no puede usar a los nazis como un ejemplo de la debilidad del intelecto.
—Al contrario. En general, el pueblo alemán era considerado como uno de los pueblos más avanzados intelectualmente en la historia del mundo, poseyendo las más renombradas universidades. Y ¿tú sabías que más de un tercio de los comandantes de los campos de concentración tenías doctorados de universidades? El punto es que si una persona – cualquier persona – quiere involucrarse en un asesinato o una relación prohibida, esta persona tenderá a desarrollar una filosofía para acomodar sus deseos, no importando qué tan dotada esté. La mente racional es una herramienta de la voluntad. Es como una marioneta de las pasiones humanas para discernir la verdad. Por lo tanto no se puede depender sólo de ella para juzgar entre el bien y el mal.
—Pero la religión judía no puede ser verdad. Ha sido usada por los hombres para oprimir a las mujeres.
—Eso no es verdad.
—Sí lo es. No puede negar que en un típico shtetl europeo, se esperaba que las mujeres se quedaran en su casa, trabajaran extremadamente duro y permanecieran ignorantes. Si esto no es opresión, entonces no sé lo que es.
—Primero, si las mujeres estaban oprimidas, era porque los judíos estaban oprimidos. Los hombres tenían que resistir la opresión de la pobreza y la persecución, no menos que las mujeres. Dentro del hogar judío promedio, no obstante, había respeto, dignidad y honor para todos, especialmente para la mujer. Cuando Shabat llegaba, aun la casa más pobre se transformaba en un palacio de tranquilidad; la mujer, nos enseña la Torá, es el epítome de Shabat. Ella es la eshet jayil, ‘mujer valiosa’, la Reina de Shabat, que irradia tranquilidad y fuerza interior. El Talmud nos dice que por el mérito de las mujeres justas, el pueblo judío fue salvado de Egipto.3 En forma similar, se nos enseña que en el futuro vamos a merecer la redención debido a las mujeres justas. El pueblo judío ha resistido los últimos 2,000 años en el exilio explícitamente por las mujeres quienes fortalecieron el hogar judío, y todo erudito judío sabe esto.
—¿Cómo es que las mujeres judías eran ignorantes?
—Ése es un mito creado por los librepensadores. Las mujeres judías tenían que ser educadas en todos los detalles de la ley de la Torá que eran relevantes para ellas si iban a dirigir una casa completamente observante. Y esto es un conjunto extremadamente vasto de leyes y detalles. Si las mujeres judías de la actualidad tan solo supieran una fracción de la información que nuestras tatarabuelas sabían, no estaríamos en este terrible callejón en el que estamos. Y aún más allá de las innumerables y minuciosas leyes que debían saber, esas mujeres judías poseían un temor a D–os tan profundo que impregnaba su hogar. No es una exageración decir que la mujer judía ha sido el verdadero cimiento para las grandes figuras de Torá a través de los tiempos.
—Ése es el problema. ¿Por qué necesitamos temer a D–os? Tenemos ciencia. Tenemos tecnología. Tenemos conocimiento. ¿Para qué necesito a D–os si tengo mi propia mente?
—Ésa es la intolerancia del punto de vista secular; no ganaron nada arrojando a D–os. Todo lo que hicieron fue hacer de la mente humana su dios. Una y otra vez, las ideologías fabricadas por el hombre no han producido nada más que sistemas que oprimen a otros. Nadie puede negar el hecho que algo define la realidad por ellos. Mientras que los judíos observantes de la Torá confían en el D–os de la Torá, el Creador de la ‘realidad’, que es benévolo, omnisciente y verdadero pastor de Su pueblo, un librepensador pone su confianza en la mente humana, este instrumento siempre moldeable que puede ser manipulado muy ingeniosamente y de manera relativamente fácil.
—Pero de acuerdo a lo que usted está diciendo, —respondió Elaine—, una persona nunca debería pensar. La mente es inútil.
—D–os no quiera. La mente es una maravillosa y vital herramienta.
—Pero usted dijo que es algo en lo que no se puede confiar.
—Sí, cuando se mantiene sola sin ninguna guía divina, o cuando una persona es esclava de sus deseos materiales o egoístas, de su propia voluntad. Sin embargo, cuando la persona lucha contra sus deseos egoístas para buscar apegarse a la Voluntad Divina, entonces la mente se vuelve un instrumento vital para discernir la verdad y aplicarla a circunstancias particulares de la vida.
Todo lo que estoy diciendo es que la mente por sí sola es limitada, y la historia ha comprobado una y otra vez qué tan imperfecta es. Por lo tanto, probablemente lo más racional que una persona puede buscar es la Voluntad Divina y afinar su mente para estar en armonía con ella.
—No puedo aceptar lo que usted está diciendo. Yo tengo que hacer las cosas si les encuentro sentido. Y solamente me voy abstener de hacer cosas que no tienen sentido para mí. Es retrógrado pensar en atenerse al argumento de la Voluntad Divina.
—No es retrógrado. Es la idea más progresista. Atenerse a la mente humana es la forma de la moralidad pre-Sinaí. Antes de la revelación en el Monte Sinaí, la moralidad se definía con la razón humana; eran llamados los siete mandamientos de Noaj. Cuando D–os dio la Torá en el Monte Sinaí, los siete mandamientos de Noaj se volvieron anticuados.
—¿Qué son los siete mandamientos de Noaj?
—Son siete leyes que apelan a la mente racional, tales como no robar, no asesinar, no ser un adúltero, etc. Desde el tiempo de Noaj y, continuando hasta la actualidad, los no judíos son responsables de cuidar los siete mandamientos universales porque son dictados por la lógica. Sin embargo, por ejemplo, esto es lo que hace la observancia de ‘no robar’ para los judíos diferente a la de los no judíos.
—¿El mandamiento judío de no robar es diferente al de los no judíos?
—Sí. Pregúntale a un justo gentil por qué no debe robar y él te va a decir que si no hubiera respeto por la propiedad de otros, no habría ley ni orden. La sociedad se destruiría. Por lo tanto, la sociedad debe tener leyes para disuadir el robo y castigar a aquéllos que roban. En otras palabras, la prohibición en contra del robo, como de todos los otros siete mandamientos, tienen una filosofía. Y la filosofía dicta la ley.
Cualquier religión basada en los siete mandamientos de Noaj, es una religión válida, —continuó el rabino—. Y más gentiles deberían ser seguidores fervientes de tales religiones. Sin embargo, cuando una ley es ley porque se adapta al entendimiento humano, está, por definición, limitada al entendimiento humano. Un judío, por el otro lado, es parte del pueblo que estuvo parado al pie del Monte Sinaí donde D–os reveló el bien y el mal, lo moral y lo inmoral; esto está finalmente más allá de la razón humana. Para un judío del Sinaí, la ley dicta la filosofía. Y ya que es una ley divina, las razones filosóficas subyacentes deben ser las razones filosóficas fundamentales. Por otro lado, ya que la ley de la Torá es divina, esas razones no son necesariamente comprensibles a la limitada mente humana.
Por lo tanto, un judío no roba porque D–os le ordenó no robar, no porque tenga sentido el tener leyes en contra del robo. Si por alguna razón, de su mente surge un racional que le permita robar, aun así, no debe robar porque la Torá le dijo que no.4 Por ejemplo, si un judío toma dinero de otro y aunque tenga la intención de regresarlo inmediatamente, está, no obstante, transgrediendo el mandamiento de no robar. O digamos que un pobre toma diez dólares de un millonario. Es un ladrón. Él debe tener fe en que D–os sabe que él necesita dinero y que si tiene derecho a ese dinero, lo va obtener por una vía legítima.
—Pero ¿el millonario no lo necesita? —preguntó Elaine.
—Eso no importa. La persona no sólo tiene una obligación social de no robar, tiene obligación consigo misma y con D os. D–os va a emparejar las cosas al final. El judío se debe apegar a la Voluntad Divina, porque es Divina, no porque le parece que tiene sentido la mayor parte del tiempo. Y ésta es una forma de moralidad más elevada que confiar en valores morales creados y definidos por la mente humana.
—Y ¿qué si la Voluntad Divina es irracional?
—Si verdaderamente es divina, no es irracional. Te puede parecer, a veces, estar más allá de la perspectiva racional humana, pero esto no la hace irracional. Las razones de D–os son supra–racionales, no racionales. Y es por esto, que creemos que seguir la Torá porque es la voluntad de D–os es más elevado que seguirla porque se adapta a lo que uno piensa que es correcto y bueno.
—Simplemente me es muy difícil aceptarlo.
—Me doy cuenta que para ti debe ser muy difícil aceptar este punto y respeto tu derecho a ser escéptica. Espero que seas una buscadora de la verdad. Tienes un fin de semana entero para explorar los temas con mayor profundidad. Mi sugerencia es que suspendas temporalmente tu escepticismo a fin de que puedas ver otra perspectiva bajo una nueva luz. Te podría sorprender cuánto sentido tiene.
—Rabino, —dijo Elaine con una seriedad no revelada previamente—, no estoy aquí para ver la luz. Y no estoy aquí para tener una mente abierta acerca de la religión. Estoy aquí porque estoy preocupada por mi hermana menor. Y ésta es la única razón por la que estoy aquí. Quizá ha encontrado algo que ella cree la hace feliz, pero en esencia, yo sé que está huyendo de sí misma.
—¡Elaine! —dijo Gail impactada.
—Gail, déjame decir mi opinión. Tú sabes que me es muy importante expresar mis pensamientos. Gail, existe un nuevo mundo de oportunidades para las mujeres. Está lejos de ser perfecto, pero ¿por qué querría una mujer en esta época enclaustrarse a sí misma en una religión patriarcal y opresiva?
—Elaine, déjame decirte algo. Estás muy equivocada acerca de esto. Primero, la Torá no me prohibe, si yo lo escojo así, perseguir las oportunidades de una carrera que tú crees es tan importante. Segundo, yo no estoy huyendo de mí misma. En mi búsqueda encontré algo que tú, nuestros padres y sus amigos, y nuestros compañeros dimos por sentado. Quizá, tú y ellos son los que están huyendo de sí mismos, sumergiéndose en carreras o filosofías seculares que no pueden llegar al descubrimiento de uno mismo, a la verdad y la realización que acompaña a la Torá.
—Pero la religión es el opio de las masas, Gail.
—En la actualidad, el humanismo, el laicismo, el materialismo y otros similares son el opio de las masas.
—Dices eso solamente porque la religión es una forma fácil y conveniente de sentirse seguro en un mundo inseguro.
—Y tú lo dices solamente porque el laicisismo, o lo que sea que tú representas, es una forma fácil y conveniente de deshacerse de la responsabilidad de ser el pueblo elegido, de vivir la Torá.
—Si puedo intervenir, —dijo el rabino—, yo creo que las dos tienen buenos puntos: Gail desde su perspectiva e Elaine desde la suya. Admito que estoy de tu lado en este argumento, —dijo el rabino dirigiéndose a Gail—, pero no puedes esperar que tu hermana mayor piense de otra manera en este momento. Ella no ha experimentado lo que tú. Y —dijo dirigiéndose a Elaine—, si realmente tienes en mente el mejor interés por tu hermana, trata de entender su perspectiva, en lugar de criticarla y esperando que la deseche de la noche a la mañana.
—Pero yo me siento responsable hacia ella y creo que se ha involucrado con la gente equivocada, —dijo Elaine—. Está huyendo de sí misma,
—Y ¿qué yo es ése? —preguntó el rabino.
—El yo de la mujer moderna que puede pensar independientemente,
—¿Qué hay acerca de su yo judío? ¿Está huyendo de él?
—Quizá no, pero yo no pienso que sea importante.
—Entonces, qué hay acerca de su yo humano, el yo que es único en cada ser humano, sea éste hombre o mujer, judío o no judío, —preguntó el rabino—. ¿Está huyendo de él?
—Supongo que depende de cómo usted defina ese yo.
—Estarás de acuerdo entonces, que el único aspecto de ser humano, es el conocimiento de que uno existe, de que uno tiene la capacidad de cuestionarse ¿para qué existo? Después de todo, una mesa no sabe para qué existe. Un animal no conoce para qué existe. Nada más el ser humano se hace la pregunta: ¿para qué existo?
—No voy a estar en desacuerdo con usted, —dijo Elaine—, pero es por eso que tenemos la ciencia, que nos ha dado acceso para conocernos a nosotros mismos y de conocer nuestro lugar en el universo como nunca antes. Ha habido una explosión de conocimiento en el último siglo. Deje que Gail se convierta en científica si quiere descubrir los secretos del universo.
—Entiendo tu punto, —respondió el rabino—. La luna, las estrellas, los lugares más alejados del espacio; el cuerpo, los órganos, los microorganismos; la humanidad, como un todo, ha explorado el espacio exterior y el espacio interior hasta el punto que ha acumulado una increíble cantidad de conocimientos sobre virtualmente todo. Sin embargo, yo sostengo que un tema permanece muy desconocido, poco investigado. De hecho, este tema no es solamente el menos conocido, sino el que menos se desea conocer. La naturaleza humana incluso rechaza el pensamiento de investigarlo.
—¿Qué? ¿La religión?
—No. El propio yo de la persona. La actividad más dolorosa para una persona es girar todos los grandes microscopios y telescopios hacia el interior de sí mismo para examinar quién es y para qué existe. Ésta es la ruina hasta de los idealistas en la actualidad. Políticos, humanitarios, ecologistas, aun la gente que pelea por los derechos de los animales y que ponen en sus automóviles, ‘Yo freno por los animales’, cuida y se preocupa por todo en el mundo, pero cuando llega a ese pequeño ‘yo’, todo se ignora. Deliberadamente se comprometen en cuanta buena causa haya alguna vez sido inventada, sólo para acallar su conciencia que sabe que deberían estar usando ese esfuerzo para conocerse a sí mismos, para descubrir quiénes son y de cómo deberían estar realizando el ‘porqué’ del universo.
Es por esto que tu hermana no está huyendo de sí misma, —concluyó el rabino—. Ella ha mostrado independencia de espíritu para elevarse sobre las tendencias populares, intelectuales o idealistas de su generación, que a pesar de su brillo y deslumbrante cantidad, no abordan satisfactoriamente la cuestión más esencial: ¿para qué estamos aquí? No obstante, tu hermana ha ido directamente al corazón del asunto. Fue capaz de mirar más allá de un aspecto que pudo haberla desilusionado cuando era menor, porque ella quiere la verdad. Ella quiere saber: ¿por qué? La mayoría de las personas pueden estar huyendo de sí mismas, pero tu hermana no lo está haciendo.
—Seguro, —replicó Elaine—, la gente huye de sí misma. Pero ¿quién dice que usted tiene las respuestas? ¿Quién dice que hay una respuesta? ¿Qué si no existe respuesta del porqué estamos acá?
—Ésas son preguntas legítimas. Si son sinceras y tú eres una persona honesta, tengo confianza en que encontrarás las respuestas a ellas un día.
—No en la religión. No en el judaísmo ultraortodoxo.
—¿Cómo puedes estar tan segura? ¿Alguna vez investigaste la Torá como tu hermana lo hizo?
—No, yo no veo qué pueda ganar con eso.
—Pero puede ser que tu verdadero yo se encuentre detrás de esa puerta que tú has cerrado, arrojado la llave, y concluido que está vacía sin nunca haberla abierto. Recuerda, no importa qué tan inteligente sea una persona, existe una tendencia a escapar de uno mismo, de escapar de lo que está más cerca al corazón.
—Conozco lo suficiente para saber que no puede ser verdad.
—¿Alguna vez estudiaste de fuentes primarias, de personas que siguen la Torá? Y no estoy hablando de lo que escuchaste de extraños, leíste en el New York Times, o estudiaste en una clase de religiones del mundo. Estoy hablando acerca de ti, de ti misma. ¿Alguna vez trataste de vivir entre judíos observantes de la Torá y sinceramente trataste de aprender sus costumbres? ¿Alguna vez trataste de hacerlo por dos años? ¿Dos meses? ¿Dos semanas? ¿Alguna vez hablaste francamente con un judío realmente conocedor de la Torá?
—No puedo decir que lo haya hecho, pero no es importante para mí. No es realmente parte del yo con el que me identifico.
—Pero tú eres judía ¿no es así?
—Sí.
—¿No crees que merece consideración junto con el hecho de que eres una mujer, una estadounidense, un ser humano nacido en el siglo veinte? ¿No crees que por lo menos merece que tú tengas tu mente algo abierta en relación a ello?
—No. Pienso que no soy capaz de tener una mente abierta acerca de ello.
—Acepto tu honestidad. Y la respeto. Pero, ¿al menos puedes entender por qué tu hermana piensa que merece consideración y tiempo? —el rabino hizo una pausa y luego agregó—. Por la razón que hayas decidido venir a visitarla este fin de semana, ya estás acá. Trata de aprovechar la situación. Si no puedes tener una mente abierta por tu propio bien, por lo menos sé lo suficientemente abierta para ser capaz de obtener un mayor entendimiento acerca de lo que tu hermana es.
—Déjela ser abierta acerca de mi punto de vista.
—Ella lo era. Crecieron juntas en la misma casa; fueron a la misma escuela, leyeron los mismos libros, vieron los mismos programas de televisión. Ella ya pudo ver el mundo de alguna manera como tú lo ves. Ahora tienes una oportunidad por primera vez de empezar a ver el mundo como ella ha llegado a verlo.
—No estoy aquí para decirte qué hacer, —concluyó el rabino—. Sin embargo, tienes un fin de semana entero con tu hermana que ha hecho grandes cambios en estos dos últimos años. Tú no puedes llegar a entenderla si no te pones tú misma, por lo menos un poco, en su lugar. Y este fin de semana es un enfrentamiento con lo que ella ha estado haciendo por más de dos años. Ella no te va abandonar a ti ni a tu familia. Tendrás todo el tiempo que necesites para platicar con ella. Ahora tienes la oportunidad única de aprender acerca de algo que es muy importante para ella. Por lo tanto, si no por otra razón, espero que te quedes.
De cualquier forma, tengo que disculparme, —dijo el rabino—, porque todavía tengo mucho que preparar. Estaré más que complacido de continuar esta conversación después que el seminario haya empezado. Mientras tanto, disfruten su tiempo juntas.
Por el RAV. AZRIEL TAUBER.
Madres
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Mis primeros dos años en Escuela Politécnica Nacional (Quito – Ecuador) fueron una época muy especial para mi. Muchos cambios, mucha competitividad, mucha presión y una búsqueda insaciable por más y más conocimiento.
Después de pasados años desde que salí de la poli, me he puesto a recordar a quienes fueron mis profesores y/o amigos y/o compañeros. Quizás porque de aquí a poco visitaré Ecuador después de 5 años desde que me vine a Chile.
Sea como sea, me acordé de mis compañeros pastusos, de quienes venían de Tulcán, San Gabriel o de otra parte de la provincia norteña de Carchi. Lo que me encontré es sorprendente: ¡todos se graduaron! Cuando me acordaba de quienes eran de mi provincia, apenas recuerdo a dos o tres de quienes puedo afirmar que terminaron.
Tratando de encontrarle sentido a esto, me puse a rebuscar en mi mente las cosas que convercé con mis ex-compañeros pastusos. Hasta que recordé a Jorge – ya no me acuerdo el apellido pero estoy casi seguro que seguía Geología, quien repitió algunos semestres en diferentes materias. En algún momento yo le sugerí que pensara en la posibilidad de revalidar créditos para terminar la carrera en otra universidad. Pero el me dijo más o menos algo así: "mira Juanito, mi madre está orgullosa de que yo esté en la poli. Ella es la mejor madre del mundo y la única forma de honrarla como se debe es salir adelante…"
¿Qué más se puede decir ante algo así? ¿Será que mis todos mis ex-compañeros pastusos compartían este sentimiento? No lo sé. Pero quizás actuaba en ellos el mismo tipo de empuje que recibía Carl Gauss – el Carlitos del primer parágrafe. Y claro, muy probablemente ni Jorge ni mis otros ex-compañeros pastusos (peor su guaytambo servidor) recibirán una medalla como la que el Rey de Hannover, George V, concedió post-mortem a Carlitos: "…. al Príncipe de los Matemáticos". Pero seguro que para la madre de Jorge lo es.
De acuerdo con la tradición judía, el mandamiento de "Honrar a los progenitores" no es una obligación para el no-judío (o gentil). Pero la misma tradición menciona – no una vez – que los gentiles han tomado tradicionalmente para ellos está tarea adicional llegando a superar en su observancia al propio Israel.
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Fuente de la foto de Carl Gauss: Wikipedia.
El Alzheimer del pueblo palestino
NMI Digital-Caracas. Un chiste macabro dice que la enfermedad de Alzheimer brinda un gran beneficio: sólo permite conocer gente nueva… Pero causa el enorme daño de borrar la propia historia. Y esto no es un chiste. La tragedia palestina, al marginar la historia, obtura sus vías de solución. Se ha dicho que los palestinos “no pierden la oportunidad de perder la oportunidad”. Y esto es así porque no recuerdan sus propios errores y, en consecuencia, no advierten que pueden hallar su independencia y prosperidad a la vuelta de la esquina.
¿Qué cosas tan importantes han olvidado? Por razones de espacio, sólo puedo brindar una síntesis.
Al terminar la Segunda Guerra Mundial, Palestina estaba bajo el mandato colonial de Gran Bretaña. La comunidad judía profundizó su lucha emancipadora porque, desde finales del siglo XIX, venía construyendo su Estado y no aceptaba algo que no fuera la independencia. Había fundado centenares de kibutz, escuelas, hospitales, caminos, granjas, teatros, forestó yermos, canalizó el agua y hasta edificó Tel Aviv sobre dunas de arena.
Creó la primera universidad, la primera orquesta sinfónica y el primer instituto científico del Medio Oriente. Tenía aparato administrativo y fuerzas de defensa. Gran Bretaña, que contaba con el apoyo de la comunidad árabe de Palestina y de la Liga Árabe que ella misma había ayudado a fundar, elevó el problema a las Naciones Unidas con la esperanza de que condenasen las pretensiones judías y pudiese continuar su mandato.
Se formó un comité integrado por países neutrales que recomendó el fin del tiempo colonial británico y la partición de Palestina en dos Estados: uno árabe y otro judío. Las fronteras del Estado judío fueron dibujadas según las poblaciones predominantemente judías y el resto fue adjudicado al Estado árabe. Ambos se mantendrían unidos por cruces territoriales y la complementación económica.
¿Qué pasó? Los judíos aceptaron el veredicto. Aunque no se les hacía un regalo, porque Israel ya existía gracias al sudor de sus habitantes, se legitimaba su anhelo de soberanía. Los árabes, en cambio, rechazaron la oferta y proclamaron su intención de arrojar a todos los judíos al mar. En efecto, apenas Israel proclamó su independencia, siete ejércitos árabes violaron la decisión de las Naciones Unidas y se arrojaron sobre el exiguo territorio. Los judíos carecían de armas: nadie se las vendía porque consideraban imposible que pudiesen sobrevivir. El único país que accedió a proporcionárselas fue Checoslovaquia, porque suponía que el socialismo del flamante Estado lo llevaría a la órbita soviética.
En conclusión, si la agresión árabe hubiese triunfado, no existiría Israel. Pero la historia fue distinta. La guerra la quisieron y forzaron los árabes, no Israel. Y perdieron. Ahí comenzó la tragedia palestina. Por culpa de sus dirigentes. De haber actuado con sensatez, en 1947 ya hubieran tenido su Estado propio.
Luego de la derrota, los países vencidos se apoderaron de lo que quedaba de Palestina. Gaza pasó a ser administrada por Egipto y Cisjordania fue anexada al reino de Transjordania, que cambió su nombre por Jordania. En consecuencia, los territorios que hubieran correspondido al Estado árabe palestino fueron devorados por esos dos países, no por Israel. Pero durante dieciocho años ni una sola voz egipcia, jordana o palestina reclamó convertirlos en un Estado independiente, con Jerusalén Este de capital. Jerusalén Este había quedado en manos jordanas, pero no fue convertida en su capital ni fue a visitarla ningún jefe de Estado árabe; era un villorrio marginal donde, eso sí, se destruyeron las centenarias sinagogas, se arrancaron lápidas del Monte de los Olivos para construir letrinas y se prohibió el acceso de los judíos al Muro de las Lamentaciones.
Los palestinos perdieron otra vez la oportunidad de proclamar su Estado en Gaza y Cisjordania. Llegó el año de 1967. Los Estados árabes, impulsados por el entonces presidente de Egipto, Gamal Abdel Naser, decidieron terminar con Israel. Bloquearon el Golfo de Akaba y exigieron el retiro de las tropas de Naciones Unidas que evitaban el encontronazo de los enemigos. Pese a los desesperados ruegos de Israel, las Naciones Unidas se marcharon y dejaron libre la ruta de la matanza. Pero Israel, que no tenía ocasión suicida, no esperó a que fuera demasiado tarde, a que la mano del verdugo lo agarrase del cuello. Estalló la Guerra de los Seis Días.
La victoria israelí fue impresionante. Pero no cambió la realidad: Israel seguía siendo un pequeño Estado en medio del océano árabe. En consecuencia, tendió la mano a sus enemigos y ofreció negociaciones de paz que incluían la devolución de territorios. Los líderes árabes se reunieron en Jartum para dar su respuesta. Y la respuesta fueron los arrogantes y famosos “tres noes”: no al reconocimiento, no a las negociaciones y no a la paz con el Estado de Israel.
Los palestinos volvieron a perder esa oportunidad. Ahora olvidan que un halcón como Menahem Begín, para obtener la paz con Egipto, le reintegró generosamente hasta el último grano de arena del Sinaí. Y que además le obsequió pozos petrolíferos, rutas, aeropuertos, los complejos turísticos de Taba y Sharm El Sheik, desmantelando incluso la ciudad judía de Yamit, construida entre Gaza y el Sinaí. Vale la pena recordar que quien estuvo a cargo de la penosa tarea de sacar a los colonos israelíes de la península fue el entonces general Ariel Sharón.
Debo obviar otros hechos para referirme a la última, magnífica y ya olvidada oportunidad desperdiciada. Sucedió en Camp David II. El Primer Ministro israelí, Ehud Barak, más pacifísta que Rabin, le ofreció a la Autoridad Nacional Palestina todo lo que pretendía (menos la autodestrucción, por supuesto). Arafat replicaba con un monocorde no. Clinton le reprochó, irritado: “Basta de decir no: haga sus propias propuestas”. No las hubo. No las hubo porque habrían conducido a la paz.
El líder israelí volvió triste: había ofrecido sin resultado mucho más de lo que su pueblo aceptaría. Arafat volvió alegre porque continuaría la guerra que lo mantiene en la primera página de los diarios de todo el mundo. Su vida de combatiente le otorga más laureles que la aburrida administración de un país. Era obvio que pocos días después iba a lanzar la segunda, innecesaria y criminal Intifada.
Digámoslo sin cobardía: entre la creación de un Estado palestino pacífico y la promocionada Intifada, ¡Arafat eligió la Intifada! Si ahora no existe un Estado palestino independiente es por voluntad de la dirigencia palestina, no de Israel. Hay que denunciar esta verdad simple y dura. De lo contrario, se ahondará en la estéril tragedia que enluta al Medio Oriente y que demora una solución que está al alcance de la mano.
La enfermedad de Alzheimer impide recordar que esta Intifada fue decidida antes de Camp David, como confesó el ministro palestino de Comunicaciones.
No estalló contra Sharon, que ni siquiera era ministro, sino contra el pacifista Barak, quien durante los cinco meses que le quedaban en el gobierno recurrió a todas las declaraciones y negociaciones posibles, directas e indirectas, para que cesara la violencia y continuara el proceso de paz. No hubo caso, no hubo un solo día sin ataques palestinos y el efecto inevitable fue el triunfo electoral del Primer Ministro Ariel Sharón.
Desde hace décadas, en Israel actúa el Movimiento Paz Ahora, que dinamiza a un millón de adherentes. ¿Qué movimiento por la paz existe entre los palestinos? No pido que reúnan cien mil, ni diez mil. ¡Me conformaría con sólo mil! Pero eso no es posible porque su dirigencia ha estimulado la pérdida de memoria y un desmesurado crecimiento del odio. Los palestinos, después de cada nueva frustración, se dedican a matar judíos. “Habrá paz”, dijo Golda Meir, “cuando amen a sus hijos más de lo que nos odian a nosotros”.
Esta también es una simple y dolorosa verdad.
Marcos Aguinis
La Naturaleza de la Judeofobia (G. Perednik) – Unidad 3
"…a partir del cristianismo la judeofobia se convirtió en norma. Nacía una religión masiva basada en el judaísmo, en la que el odio antijudío echó raíces, se profundizó, y se ramificó monstruosamente, con derivaciones ideológicas y aun teológicas. La judeofobia precristiana fue vulgar, poco organizada, no sistemática. En contraste, señala Marcel Simon, la judeofobia cristiana "persigue un objetivo muy preciso: despertar el odio hacia los judíos".
Unidad 03: El nacimiento del cristianismo y su influencia en la judeofobia
Por: Gustavo Perednik
Vimos en nuestra segunda lección amplia evidencia de la judeofobia pagana, y de cómo Alejandría podría considerarse cuna de la judeofobia en general. Ello bastaría para justificar una postura como la de Edward Flannery que atribuye a la judeofobia veintitrés siglos de antigüedad. Concluimos por preguntarnos si acaso es posible argumentar que la judeofobia nació después, con el cristianismo, salteando de este modo la etapa pagana.
La respuesta es básicamente que a partir del cristianismo la judeofobia se convirtió en norma. Nacía una religión masiva basada en el judaísmo, en la que el odio antijudío echó raíces, se profundizó, y se ramificó monstruosamente, con derivaciones ideológicas y aun teológicas. La judeofobia precristiana fue vulgar, poco organizada, no sistemática. En contraste, señala Marcel Simon, la judeofobia cristiana "persigue un objetivo muy preciso: despertar el odio hacia los judíos".
Quede claro desde el comienzo que señalar las raíces cristianas de la judeofobia no implica la grosera generalización de atribuir judeofobia a los cristianos en su conjunto. Sin embargo, algunos datos básicos deben ser mencionados para aclarar la idea, y a ellos dedicaremos esta tercera lección.
La esencia del problema es que la iglesia naciente se presentó como la consumación del judaísmo, su herencia mas prístina, su legítima continuación. El cristianismo emerge del judaísmo; sus líderes fueron judíos, como sus primeros seguidores y su culto. En principio ello podría haber sido motivo de confraternidad y, en efecto, los primeros cristianos eran considerados miembros de la grey judía, y no hubo antagonismo serio entre las dos religiones mientras el Estado judío existía.
El mensaje de los primeros tenía como destinatario la Casa de Israel. Sin embargo, rápidamente quedó claro que la vasta mayoría de los judíos no iba a convertirse, sino que permanecería fiel a la ley bíblica, a la visión intransigente de un Dios trascendente e incorpóreo, y a la fe en la llegada de un Mesías que curaría el mundo al final de los tiempos.
Una vez que las incompatibilidades doctrinarias fueron obvias, la armonía original entre las dos religiones quedó condenada. El hecho de que los judíos rechazaran la nueva noción mesiánica acerca del "hijo de Dios", desconcertó a los cristianos, que basaban su fe en las Escrituras judías y en sus creencias, y por lo tanto esperaban persuadir precisamente a los hijos de Israel. Si el cristianismo era el heredero de la tradición judía, su realización más plena y su continuidad, tarde o temprano se descubrirían defectos serios en quienes persistían independientemente con la religión "superada y heredada". La vitalidad del judaísmo, de por sí cuestionaría la legitimidad de la herencia.
La escisión entre las dos religiones fue proclamada por un judío, discípulo de Jesús, Pablo o Saúl de Tarso, el verdadero fundador del cristianismo. Pablo se pronunció en contra de la observancia de la Ley que estipulaba el judaísmo, y estableció que la verdadera salvación venía exclusivamente de la fe en Jesús como Mesías. Los judíos-cristianos, o sea la minoría que aceptó ese dogma, siguieron practicando el judaísmo y fueron vistos por la nueva fe que se expandía como un fenómeno temporario (se ve en el Nuevo Testamento la Epístola a los Gálatas 2:11-21). Ellos terminaron rompiendo con Pablo cuando eventualmente repararon en que él no hacía distingos entre judío y gentil, y en que llevaba el nuevo mensaje al mundo pagano sin el marco tradicional de la ley hebrea.
Lo que queda claro es que Pablo había heredado el amor de Jesús por su pueblo. El Nuevo Testamento testimonia que ninguno de los dos habría querido ver a los judíos degradados o destruidos. Pero gradualmente, mientras el Nuevo Testamento era compuesto, la actitud cristiana hacia los judíos empeoraba. Por ello, las secciones más tempranas (las de Pablo, alrededor del año 50) están exentas de la judeofobia que se nota en las partes más tardías (el Evangelio de Juan, alrededor del año 100). En el año 140 se compila el canon más antiguo del Nuevo Testamento, por Marción, quien llega a rechazar la Biblia Hebrea en su conjunto.
El debate acerca de cuán judeofóbico es el Nuevo Testamento, excede los límites de este curso. Entre los teólogos cristianos algunos (como Rosemary Ruether) arguyen que es decididamente judeofóbico y algunos (como Gregory Baum) que no lo es en absoluto.
Sin duda, varios versículos del Nuevo Testamento describen a los judíos de modo positivo, atribuyéndoles la salvacíon (Juan 4:22) o la gracia divina (Romanos 11:28) y muchos otros pueden ser usados en el arsenal judeofóbico (y lo fueron). En ese sentido, los dos versículos más acres son aquél en el que los judíos supuestamente insisten en que Jesús sea crucificado y declaran "Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos" (Mateo 27:25) y aquél en el que Jesús los llama "hijos del diablo" (Juan 8:44).
Estos versículos y toda la gama de acusaciones con que se acusó a los judíos mientras el cristianismo crecía y se individualizaba, eran repetidos y agravados por gente que tenía poco o ningún contacto con judíos. Jerónimo, Antanasio, Ambrosio, Amulo, todos reiteran como un eco los orígenes satánicos de los judíos, o que el diablo los tienta, o que son sus socios o instrumentos. De un modo trágico el cristiano afirmaba su propia identidad por medio de descalificar al judío.
El Relato de la Crucificción
La fuente más reiterada que halló la judeofobia posterior en el Nuevo Testamento fue el relato de la crucifixión, aun cuando incluye evidentes errores históricos (que no socavan, claro está, ni el carácter sagrado del texto para los creyentes en él, ni la base teológica del cristianismo; hablamos aquí meramente en términos históricos).
Según el Nuevo Testamento, durante la Pascua judía (Pésaj) el Sanhedrín (que era el cuerpo supremo religioso y judicial de Judea durante el período romano) sometió a Jesús a juicio y lo condenó a muerte. El gobernador romano Poncio Pilato intentó evitar la aplicación de la pena, pero se sometió al veredicto "lavándose las manos" literalmente y Jesús fue entonces crucificado por soldados romanos.
La vastísima bibliografía al respecto señala varias imprecisiones en el relato, a saber:
- El Sanhedrín nunca se reunía en las festividades hebreas, y muy raramente aplicaba penas de muerte (a un Sanhedrín que aplicara una pena de muerte cada siete años, el Talmud lo llama "Sanhedrín devastador", a lo que el rabí Eleazar Ben Azariá agregó: "…aun cuando lo haga una vez cada setenta años"). Y en el caso de Jesús el texto exhibe una inaudita ligereza en la aplicación de la pena.
- Más grave aun es que ni siquiera se explicita la transgresión que justificara pena de muerte. Había crímenes que la ley bíblica penaba con muerte, pero no era el caso de proclamarse "hijo de Dios", que no implicaba ningún tipo de transgresión. Además, los romanos solían grabar en la cruz del reo la índole de su delito. En la de Jesús, INRI (Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos) alude al crimen político de sedición: nadie podía ser rey, porque el único monarca era el César. Se trata de un crimen contra Roma, castigado con un modo de ejecución romano.
- El rol de Pilato es triplemente sospechoso. ¿Por qué el Sanhedrín -que tenía autoridad para ejecutar las penas que imponía- solicitaría ayuda del enemigo romano a fin de "castigar" a un judío? ¿Por qué el Procurador habría de salir en defensa de un judío, cuando él era responsable de imponer el orden imperial en Judea, y en esa función ya había hecho crucificar a miles? Y por último, el conocido "lavado de manos" de Pilato es un rito (netilat iadaim) que los judíos observan hasta hoy antes de comer, al visitar cementerios, o como signo de pureza. Extraño es, pues, que así exteriorice su pureza un militar romano a cargo de la represión.
Por todo ello, lo más probable es que quienes se "lavaran las manos" fueran los miembros del Sanhedrín, en pasivo temor ante la decisión del Procurador (en ese momento la mayoría de los judíos no deseaba rebelarse contra Roma; el partido rebelde prevaleció cuatro décadas después). Y probablemente quien anunció la pena de Jesús fue Pilato mismo.
El motivo por el que los protagonistas del relato fueron intercambiados, es quizá que los redactores del Nuevo Testamento tenían en la mira la expansión del cristianismo, y para cumplir con ese objeto en el Imperio, la incipiente religión debía eximir de toda culpa al poderoso romano. Al mismo tiempo, podía tranquilamente depositar la culpa en quien no podría defenderse, el judío ya vencido.
Además, al evangelizar el mundo pagano, los cristianos no podían argüir que Jesús había sido el Mesías, puesto que ello no significaba nada para quienes no creían en la Biblia. El único argumento válido debía ser que el cristianismo era la religión original, la verdad universal para la humanidad. Para ello, el cristianismo debía ser el exclusivo poseedor de la historia de Israel.
A fines del siglo I, la Epístola de Barnabás sostiene que los judíos en rigor habían entendido mal lo que los cristianos llaman Antiguo Testamento, que nunca habría sido una ley a ser cumplirda, sino una prefiguración de la Iglesia.
A comienzos del siglo II, Ignacio de Antioquía lo resume así: "No fue la cristiandad quien creyó en el judaísmo, sino los judíos quienes creyeron en el cristianismo". Así nacía el fértil tema de que la Iglesia era, y siempre había sido, el verdadero Israel. El problema era que el pueblo al que la Iglesia reclamaba haber reemplazado, continuaba coexistiendo y, más importante aun, se adjudicaba las mismas fuentes de fe, y afirmaba su anterioridad y su autoría del Antiguo Testamento.
Se desarrolló una literatura antijudía, según la cual la Iglesia precedía al Viejo Israel, remontándose hasta la fe de Abraham e incluso a Adán. La Iglesia era así "el eterno Israel" cuyos orígenes coincidían con los de la misma humanidad. La ley mosaica era ergo sólo para los judíos, quienes con ese peso habían sido castigados por su inmerecimiento y su culto al becerro de oro. La legislación mosaica se transformaba en un yugo impuesto al Viejo Israel por sus pecados. Los judíos no sólo eran privados de su rol providencial de pueblo elegido, sino que además pasaban a ser una nación apóstata.
En los primeros siglos, el tratado cristiano más completo en contra de los judíos fue el Diálogo con Trifón de Justino, que explica cómo las desgracias que sufren los judíos son castigo divino. Y en ese marco, el peor de los mitos es el del "deicidio", el asesinato de Dios, explicitado por primera vez por Melito, obispo de Sardis, alrededor del año 150: "Dios ha sido asesinado, el Rey de Israel fue muerto por una mano israelita". Como consecuencia, "Israel yace muerto", y el cristianismo conquista toda la Tierra. Esta acusación, que fue repetida por décadas y siglos, nunca fue la doctrina oficial de la Iglesia. Pero se arraigó de tal modo en los sermones cristianos que la Iglesia debió oficialmente rechazarla durante el Concilio Vaticano II de 1965.
La Demonización del Judío
Este género de literatura judeofóbica se desarrolló mientras la judería estaba humillada, débil y vencida, cuando no constituía ningún desafío para el cristianismo. En las derrotas de los judíos, en la disolución de Judea, y en las calamidades que subsecuentemente azotaron a los israelitas, los cristianos encontraron una confirmación práctica de aquella teología, una confirmación definitiva de su creencia en que Dios estaba disgustado con los judíos y no deseaba su continuidad. Les parecía obvio e indudable que el judaísmo sería irreversiblemente absorbido en la nueva religión.
Sin embargo, después de los desastres de los años 70 y 135 (derrotas demoledoras a manos de los romanos) los judíos fueron lentamente recuperando vitalidad e influencia, y la reacción cristiana fue un nuevo embate literario.
Entre esos dos años el cristianismo se transformó en un movimiento definitivamente gentil, que ya no se focalizaba en los judíos. De acuerdo con Orígenes (s.III, Alejandría), que fue el primer erudito cristiano que estudió hebreo, los cristianos habían cumplido con la Ley aun más que los judíos, puesto que éstos la habían interpretado de un modo fantasioso y creado prácticas vanas; su rechazo de Jesús había resultado en calamidad y exilio: "Podemos afirmar con confianza que nunca serán restaurados a su previa condición, porque cometieron el más impío de los crímenes al conspirar contra el Salvador de la raza humana".
Las muchas polémicas antijudías en latín que comienzan con la de Tertuliano en el 200 conforman el género del Adversus Judaeous. La imagen del judío se deteriora más, y llega a su nadir en el siglo IV. Mientras a fines del siglo III se lo veía como un infiel, y un competidor, al concluir el siglo IV se lo creía el deicida, una figura satánica a quien Dios maldecía y por ende el Estado debía discriminar. El mismo término judío ya era un insulto.
El motivo del empeoramiento fue la difusión de la teología que explicaba las miserias de los judíos como un castigo divino por la crucifixión de Jesús. Cuando el cristianismo se convirtió en la religión dominante en el imperio (323) la judeofobia ya tenía bases muy sólidas. Había sido el producto tanto de la mentada necesidad teológica, como de la autodefensa frente al peligro de una regresión al judaísmo. Era una propaganda inevitable que necesitaba asumir que el judaísmo había muerto, aun cuando éste se negara a morir.
La Iglesia no reconocía en el judaísmo una religión distinta, sino una distorsión de la única religión verdadera, una perfidia, una rebelión obcecada contra Dios. Así lo escribieron los Padres de la Iglesia.
En el año 338 una horda en Callinicus, Mesopotamia, fue incitada por el obispo local a incendiar la sinagoga. Cuando el emperador Teodosio ordenó reconstruirla y castigar a los incendiarios, la Iglesia se le opuso. Ambrosio, el arzobispo de Milán, le pregunta en una carta a quién le importaba el incendio, si la sinagoga "es una choza miserable, un antro de insania y descreimiento que Dios mismo ha condenado". Sólo por negligencia, agrega Ambrosio, no ha hecho él mismo destruir la sinagoga de Milán. El poder imperial debe ser puesto al servicio de la fe. Amenazado en la catedral con la privación de los sacramentos, Teodosio termina por ceder. Más sinagogas fueron destruidas en Italia, Noráfrica, España, e incluso la Tierra de Israel, en la que un grupo de monjes liderados por Barsauma masacraron a muchos judíos.
En el marco de la literatura Adversus Judaeos de esa época, quien expresa la judeofobia más virulenta es Juan Crisóstomo (m. 407), para el que no había diferencia entre el amor por Jesús y el odio por sus supuestos condenadores. Advirtió a los cristianos de Antioquía que confraternizaban con "los judíos, quienes sacrifican a sus hijos e hijas a los demonios, ultrajan la naturaleza, y trastornan las leyes de parentesco… son los más miserables de entre los hombres… lascivos, rapaces, codiciosos, pérfidos bandidos, asesinos empedernidos, destructores poseídos por el diablo. Sólo saben satisfacer sus fauces, emborracharse, matarse y mutilarse unos a otros… han superado la ferocidad de las bestias salvajes, ya que asesinan a su propia descendencia para rendir culto a los demonios vengativos que tratan de destruir a la cristiandad" (en el segundo sermón de los ocho, Crisóstomo se corrige: no es necesariamente cierto que los judíos devoraran a sus propios hijos, pero igualmente "mataron a Cristo, que es peor").
El problema fundamental, con todo, no son las meras referencias de Crisóstomo y otros voceros, sino el hecho de que tanto él como los otros judeófobos de la Patrística fueron por siglos (y aún son) venerados como santos.
Por la misma época, Agustín (354-430) contribuyó al arsenal judeofóbico con la tesis del pueblo-testigo. Este obispo de Hippo en Noráfrica nunca tuvo contactos con judíos, pero explicó que los judíos subsistían a fin de probar la verdad del cristianismo. Al igual que Caín, llevan los judíos una marca. Y aunque no sólo están equivocados, sino que encarnan la maldad, "no deben empero ser asesinados".
Esta visión de los judíos permanece inalterada por siglos. Tomás de Aquino la sintetiza en 1270 cuando sostiene que "los judíos, como consecuencia de su pecado, fueron destinados a esclavitud perpetua; por ende los Estados soberanos pueden tratar sus bienes como su propia propiedad, con la sola provisión de que no los priven de todo lo que es necesario para mantener la vida". Y Angelo di Chivasso a fines de la Edad Media: "ser judío es un crimen, no punible empero por un cristiano".
El abismo teológico había crecido y ahondado. Como lo señala el teólogo anglicano James Parkes "la Iglesia no clamaba para sí la Biblia Hebrea en su totalidad. Sólo se asignaron los héroes y los caracteres virtuosos de las Escrituras, las promesas y los elogios. Descargaron en los judíos los villanos e idólatras, las amenazas y las acusaciones. Y ésta era, supuestamente, la descripción del pueblo judío hecha por Dios. Así lo predicaron asiduamente en todas sus obras, y desde todos los púlpitos de la cristiandad, domingo tras domingo, siglo tras siglo, siempre que se trataba de los judíos".
De este modo, sostener que la judeofobia nació con el cristianismo no implica saltear la hostilidad de los helenistas egipcios. Significa poner las proporciones adecuadas. La judeofobia cristiana fue incomparablemente más fuerte que sus predecesoras; fue más sistemática, con una misión de odiar al judío que era entendida como la voluntad de divina.
Un noble húngaro, Joseph Eötvösz, por la década de 1921 solía decir que "antisemita es quien odia a los judíos… más de lo necesario". Esa definición socarrona no era cierta en el mundo pagano, que en general fue tolerante para con los judíos, aun cuando no faltaron en él los judeófobos. Pero una vez que el cristianismo prevaleció, la judeofobia fue la norma, una plataforma teológica con sus propias leyes, desprecios, calumnias, animosidad, segregación, bautismos forzados, apropiación de niños, juicios fraguados, pogroms, exilios, persecución sistemática, rapiña y degradación social.
Sobre la base de todo ello, Jules Isaac audazmente tituló a su libro de 1956 Las Raíces Cristianas del Antisemitismo. Estudiaremos esas raíces y sus ramificaciones, a partir de la próxima lección.
El Nimrod del Siglo 21
"> La idolatría provoca dolor y odio. Puede ponerse máscara de Batman, de pseudo-mesías, de progresista, etc. pero no puede dejar de expandir su veneno.
La idolatría tiene la capacidad de destruir naciones. Esto es especialmente peligroso cuando un porcentaje elevado de la población está fielmente aferrada a su ídolo y es peor aún cuando el objeto de veneración es un tiranuelo.
Como en el caso de Nimrod (que en la época de Abraham se declaró a si mismo objeto de veneración), el hombre-dios decreta que quien hable de manera distinta – quien busque el camino de Dios, la moderación – deberá ser tildado de traidor (en el mejor de los casos) y (en el caso más oscuro) será aplastado…
Aplastado si ante toda esa barbaridad no hace lo correcto (como lo hizo Abraham a su tiempo) y confronta con valentía y madurez las consecuencias que pudieran sobrevenir.
Voy a decirlo sin tapujos: el Chavismo es un culto idolátrico y Latinoamérica está siendo absorvida por esa cloaca; pues, entre otras razones, quienes ejercen la oposición política en los diferentes países donde el Coronel Nimrod ya ha puesto su bota, están en su mayoría bañados de corrupción y de una falta total de autojuicio.
¿No se convence usted de que el Chavismo es un culto idolátrico? Lo invito a leer el siguiente artículo del fotoperiodista Pablo Corral Vega, publicado en el periódico El Comercio de Ecuador y juzgue por sí mismo:
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Por Pablo Corral Vega
El fotoperiodista Pablo Corral Vega viajó a Venezuela para constatar lo que estaba pasando en el país que había visitado en los años 90. ¿El resultado? Encontró una nación polarizada, en la cual todos deben pertenecer a un bando: escuálidos o rojos rojitos. Los que apoyan a Chávez lo hacen con fervor religioso, y los que están en contra se sienten aplastados.
Los que apoyan a Hugo Chávez lo hacen con fervor religioso, y los que están en contra se sienten aplastados, cansados, hablan de emigrar, de dejar el país que aman.
Venezuela vive un momento de efervescencia. Los ‘rojos rojitos’ ven en Chávez al salvador, lo cuidan, lo idolatran, hablan de él con pasión y ternura. Cuando le pregunto a una mujer que reparte posters del presidente en la Plaza Bolívar qué significa Chavez para ella, me abre su billetera.
Ahí guarda una estampa de la Virgen, una foto de su madre fallecida y otra del Comandante. “Yo le rezo al Comandante y le pido que nunca nos abandone, que siga cuidando de los pobres”, me dice emocionada.
“El chavismo se apropió de los símbolos venezolanos”, me dice un fotoperiodista amigo. “Se ha apropiado de Dios, de la Virgen de Coromoto, de Simón Bolívar, de los próceres, de la bandera”.
Los alrededores de la Plaza Bolívar y el Palacio de Miraflores están cercados por ‘rojos rojitos’. Se acerca uno y otro a preguntarme qué hago, para qué son las fotografías. Solo cuando muestro el permiso de trabajo del Ministerio de Educación de Venezuela se alejan unos metros, pero me vigilan desde lejos.
La relación con los periódicos es pésima. Y los fotógrafos son el brazo visible de esos medios que, de acuerdo a los ‘rojos rojitos’ han sido injustos. “Son los medios los que han polarizado las cosas”, me repiten una y otra vez. “Esos escuálidos (opositores) siempre le buscan errores a la Revolución, pero esta es una revolución eterna”, me dice un hombre que alimenta palomas en la plaza.
Ahí cerca está Anita Urdaneta, la dueña de la peluquería bolivariana. Sus precios son bajos, esa es su manera de ser solidaria. A todos sus clientes les habla del Comandante como si fuera un viejo amigo. Ella dice que haría cualquier cosa por defenderlo; “cualquier cosa”, me repite mirándome a los ojos. “¿Seguro que no eres un escuálido?”.
Los dominios de ChávezLlegué a Venezuela con gran curiosidad, quería ver directamente qué estaba sucediendo. La política es el único tema de conversación, y todos quieren que uno se identifique, que diga a quién apoya. Los matices han haparecido.
Hay comederos chavistas y comederos anti-chavistas, incluso los lugares de baile que eran tan democráticos en Caracas -se veía gente de toda clase social- ahora son extremadamente selectivos.
“Es para evitar las peleas”, me dice un buen amigo que me lleva a recorrer la Caracas nocturna. Terminamos en “El Maní es así”, uno de los pocos sitios en que se juntan gobiernistas y opositores.
Baile, risas y la orquesta que no se detiene. A la madrugada hay una pelea. “Es siempre por política”, me dicen. “Se ha cultivado el odio entre los que no tienen nada y los que tienen algo, y el que tiene un carro viejo ya es un oligarca”.
Al otro lado de Caracas, en La Vega, vive Félix Caraballo. Uno de los millones de seguidores incondicionales de Chávez. Su barrio no tiene alcantarillado y ese día los vecinos van a limpiar una acequia que lleva los desperdicios cuesta abajo. Millones de personas viven en esas condiciones en Caracas. En La Vega, los vecinos agarran picos y palas, todos visten de rojo; en cada casa hay una bandera roja o una foto de Chávez.
Gerónimo González, resalta por su camisa verde, es el único que habla en contra. “¿No se dan cuenta de que es la misma mentira? Este gobierno tampoco nos va a sacar de este lugar? ¿Qué nos ha dado este gobierno? Solamente caraotas más baratas”, dice. Félix me mira e insinúa que Gerónimo está loco.
Aunque de otra manera, la oposición también acusa al Presidente. Dicen que usa los recursos petroleros del Estado para financiar programas de subsidio, que no solucionan nada, porque no impulsan la productividad.
En todo caso, las misiones (programas de salud, educación, tenencia de tierra, cedulación…) han servido para fortalecer la imagen del Presidente entre los más pobres. Son la estrategia de campaña más poderosa del Gobierno.
“La democracia no nos da de comer, el Gobierno sí”, me dice un vecino de La Vega. Los productos subsidiados, que se venden en los Mercales (tiendas del Estado), llevan propaganda del Gobierno y son considerablemente más baratos.
En la oposición está Teodoro Petkoff, uno de los líderes más respetados, incluso por Chávez. Fue guerrillero y activista de Izquierda. Hoy, dirige el periódico Tal Cual. Durante la media hora que estoy con él ofrece audiencias de cinco minutos a una cantidad de personas.
Habla con mesura, pero mueve las manos, gesticula, se le nota una cierta angustia en el rostro. Es el único candidato que podía hacerle frente a Chávez porque es un izquierdista y no va a desmantelar lo positivo de la Revolución. Pero él no está de acuerdo con el autoritarismo y el militarismo latentes.
En medio de todas las prevenciones, consigo asistir a una reunión de un comité de tierras, en la que se habla de manera apasionada de los títulos de propiedad que el gobierno dará a los que hayan ocupado tierras. Con mucha dificultad, también obtengo la autorización para visitar una escuela bolivariana en el barrio 23 de Enero, uno de los más pobres y conflictivos de Caracas.
Llego a tiempo para el desayuno subsidiado por el Estado y preparado por voluntarias. Los niños rezan antes de desayunar; dan las gracias a Dios y le piden que siempre proteja al Presidente.
Cerca de la escuela está uno de los consultorios atendidos por médicos cubanos. Es imposible fotografiar a los médicos, se necesitaría un permiso expreso del Ministro de Salud, me dice una secretaria muy displiscente.
Un vecino me cuenta que las mañanas los médicos atienden en los consultorios y las tardes salen a hacer visitas, hablan de medicina preventiva y de las bondades de la Revolución. Es un trabajo de hormigas en respaldo de la causa socialista, casa por casa, enfermo por enfermo.
Pero la influencia cubana se ve ante todo en una organización celular, barrial, que en Cuba se llama Comité de Defensa de la Revolución y en Venezuela se llaman Círculos Bolivarianos.
Devotos de la Revolución
Los Círculos son uno de los temas más controversiales. Se los acusa de ser el brazo armado de la Revolución, la fuerza de choque del Presidente. Están conformados por partidarios radicales de Chávez, dispuestos a defender con su vida el proceso político. Son organizaciones culturales o deportivas, pero su misión principal es defender la Revolución.
Los Círculos están listos para acudir al llamado del Presidente. Los periodistas les temen porque ha habido varios ataques y amenazas en su contra.
Este tema me interesó especialmente y quise conocer a Lina Ron, una de las principales dirigentes de los Círculos Bolivarianos y líder del Partido Unidos por Venezuela. Lina es el personaje más odiado por los anti chavistas. Ella tiene un programa incendiario en la radio, en el que se burla de los escuálidos y de quienes hablan inglés.
Lina defiende la revolución socialista a ultranza, y asegura que si las mafias que han gobernado Venezuela durante décadas -es decir todos los que no están con Chávez- no aceptan la voluntad del pueblo, la Revolución los aplastará. Para ella, el mundo está dividido entre buenos y malos, ciudadanos y oligarcas, progresistas y retrógrados, bolivarianistas e infiltrados, humanistas e imperialistas.
Después del programa de radio Lina baja la guardia. Es una mujer inteligente, con un gran sentido del humor, fogueada en política. Me paso con ella una tarde entera tomando cerveza y hablando del proceso venezolano.
Ahí me dice que la Revolución Bolivariana es el sueño que muchos han abrazado por décadas y que nadie va a detener el proceso. Le pregunto qué piensa del autoritarismo del Presidente. Para ella, no existe un Presidente más comprometido con la democracia, extraordinariamente tolerante con los escuálidos.
Además, me dice que la democracia de antes no era democracia, era el instrumento de la oligarquía para oprimir al pueblo. Afirma que ahora vendrá una nueva etapa en la que lo más importante será la Revolución.
El tiempo dirá si Lina tenía razón. Por ahora, salgo de Venezuela con una certeza: es un país totalmente polarizado, dividido, donde no caben los matices…
Una idea: difundir FULVIDA.com
Buen día. Feliz mes de Adar, el mes de la alegría dentro del Calendario Universal (más conocido como calendario judío o hebreo).
Se me ocurrió que cada uno de nosotros, miembros de FULVIDA, visitantes frecuentes de este sitio, visitantes ocasionales, podemos hacer mucho para colaborar con FULVIDA y con FULVIDA.com.
Una de las cosas que podemos hacer inmediatamente es difundir la existencia de este sitio y las bondades del mismo.
Les propongo que inviten a sus allegados y conocidos a visitarnos, a registrarse, a participar con comentarios, ideas, apoyo monetario, etc.
Sigamos sumando miembros a nuestra Fundación, sigamos creciendo para que de esa manera podamos servir mejor a nuestro prójimo y fortalecernos interiormente.
Así pues, bienvenidos y conviden para que conozcan FULVIDA.com, un sitio que lo hacemos entre todos, o no lo hace nadie.
Un abrazo, bendiciones
¡Gracias por mi nombre!
En variados artículos Yehuda Ribco ha explicado la importancia (pero no determinancia) de un nombre sobre la persona que lo lleva. No me voy a meter en asuntos del Moré. Para preguntas más serias por favor, con paciencia, acudan a él…
Pero, como dice el título de este artículo, estoy en este momento dando gracias a Dios por haber inspirado a mis padres. O mejor dicho por no haberles inspirado tantísimo…
Me pusieron Juan Ricardo. Simple. Dios les pague. No hay para que buscar la quintaesencia de su significado. Es importante que no tenga un contexto como Adolfo o Stalin o Coronel Hugo, etc. Pero como verán en el artículo de mi compatriota Aurelio Paredes, periodista de la Revista Vistazo, otros de mis coterráneos tuvieron padres con hartisisisisima inspiración…
Como dice la canción: Es mi tierra linda de Ecuador tiene de todo…
Para terminar: si tiene ganas de hacer turismo, vaya a la provincia de Manabí, allá en Ecuador, a más nombres exóticos encontrará las mejores playas y la mejor comida ecuatoriana! Y dejo constancia que no soy manabita….
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http://www.vistazo.com/estilo.php?sEdicion=946&sID=8&id=987
Hitler vive en Manabí
Se imagina a Hitler con sus tres generaciones residiendo en Ecuador y dedicándose a la política, la mecánica y la animación de fiestas, o un lugar donde él como disc-jockey ponga a bailar a John Kennedy, Chaplin, Cristóbal Colón, Franklin Roosevelt, George Washington, Simón Bolívar, Juana del Arco, Gary Cooper, Blanca Nieves, Klifford o Ben Hur.
Si cree que esto es imposible, basta con visitar en Manabí, Chone, Convento y sus alrededores, para entender que ahí todo es posible.
“Tener personas con nombres raros es nuestro orgullo. Muy pocos se averguenzan de ello y hasta hoy conozco alguien que lo haya cambiado. Esa es nuestra identidad por ello muchos nos aferramos a mantener esa tradición, aunque la ley trate de impedirlo”, dice Hitler Fluver Corral Saldarreaga, chonero de 64 años, quien legó su nombre a tres de sus hijos, Hitler Leonardo (14), Hitler Stalin (10) y Hitler Humberto (26), quien a su vez bautizó a su primer hijo, Hitler Aníbal (5), que ya habla del historial del nombre.
“Es por un señor alemán de bigotes como los de Abdalá, que era muy malo”.
En esta zona costera de montañas agrestes, caminos culebreros, calores sofocantes, famosa por la belleza de sus mujeres, revisar los archivos del Registro Civil, los directorios telefónicos o conversar con su gente es entrar al mundo de lo inesperado.
Tal es la idiosincrasia manabita, que ello es motivo de estudio. Así, escritores como Mar Pacífico Cedeño publican libros donde constan nombres como: Nereis, Elito Estenio, Algemiro, Jese, Exdison, Lidix, Benéfrido, Blanca Celeste, Rosa Librada, Diosa Eufeli, Kliffor Wesmiter, Jafec Zagalo, Jesús Glorioso, Esilda, Everguito, Lucero del
cielo, Alcímidor, o Claro Oscuro.
Dicha fama hizo que hace 20 años, el periodista Marcelo Marchán, “Tomás del Pelo”, en su página humorística de diario El Universo, organizara el vicecampeonato nacional de nombres raros.
Vicecampeonato, porque según él, el campeonato ya lo había ganado Chone.
Origen de una costumbre
Pero, ¿cuál es el origen de esa particularidad? Para el historiador Enrique Delgado Coppiano, todo se remonta 150 años atrás cuando Chone, llamada así por el vocablo cara “Casa Ardiente”, era una comarca poblada por gente extremadamente religiosa, cuya costumbre por devoción era poner a sus hijos, nombres del santoral católico. Así, los primeros choneros se llamaron: Pedro, Pablo, María o Matilde, como también: Ambrosio, Hermenegildo, Anacleto, Basilio, Melanio, Teresa de los Andes o Juana del Arco.
“La tradición fue evolucionando. En 1880 llegaron los primeros inmigrantes europeos (griegos, yugoslavos, alemanes, italianos e ingleses) y turcos (no libaneses) que venían huyendo de los conflictos políticos y que vieron en este valle exuberante un sitio próspero para establecerse, por la extracción de madera de balsa o caucho. Con ellos llegaron también sus nombres que pertenecen a filósofos y personajes de la literatura y la época”, dice Delgado.
Así, se popularizaron nombres griegos como: Agamenón, Pericles, Aquiles, Fenelón, Temístocles, Afrodita; italianos como: Giussepe, Paulo, Robertino, Giampero, Valerio; o alemanes como: Froben, Klausen, Karlz o Franz.
“Poner nombres poco comunes se fue haciendo parte intrínseca del manabita, sobre todo en el campo, donde se agregó su propia creatividad, inspirado en la naturaleza.
Arbolito, Crepúsculo, Ocaso, Viento de la Mañana, Floreslinda, Amapola, Rosalva”, señala Cedeño, cuya familia es testigo de ello. Entre sus 11 hermanos están: Sol Ecuador, Zoila Estrella, Cielo Rocío, Aurora del Amanecer y Alba.
Tal es el orgullo de los Mares, que el que legó su nombre a su hijo y su nieto, aún lamenta no haberle puesto Mar de Belén a su hija, por oposición de su esposa María de Lourdes, quien dio su nombre a la niña. Pero fue mejor, así evitó que la molesten, comentamos. “No crea, aquí la gente no se molesta por su gracia (nombre) o por cómo “menta” (cómo se llama) pues tiene nombres peores”, acota.
Algo parecido señalan los Hitler. “A nosotros nos dicen ¡Heil Hitler!, ¡Führer!, o ¡Nazis!, pero uno no hace caso y ya”, dice Hitler Corral Vera, quien además del nombre, heredó de su padre sus oficios de mecánico y animador de fiestas. “Los invitados dicen que ellos bailan con Hitler, nosotros preferimos llamarnos los mecánicos del ritmo”, bromea.
“El nombre no hace al hombre, todo lo contrario, el hombre se hace un nombre y debe honrarlo. Yo al igual que Hitler hago política, pero mientras él fue un genocida, lo mío es el servicio”, dice este dirigente estudiantil y sindical.
Pero no todos se enorgullecen del nombre. El juez Tercero de lo Penal de Chone, Adolfo Hitler Flores de Valgaz Álava, prefirió no comentar sobre el tema, ni permitir fotografías, pues como juez tiene una imagen que mantener, como para bromear por un nombre que no pidió llevar y que no se lo cambia por respeto a su padre, que por mantener la tradición, bautizó con nombres inusuales a sus 17 hijos, de los cuales el más popular es Querido Ecuador.
Entre los Flores de Valgaz hay los Holmes Bladimiro, Cita, Tirsa, Pascacio, Balduvino, Barón, Ensa, Gudfe, Amnys, Odilón, Euler, Jaminthon, Winter Bienvenido o Giu Ecuador.
“Así son nuestras tradiciones. Hay familias enteras que tienen nombres raros y hay como una disputa entre parientes por ver quién pone los más originales”, acota Mar Pacífico Cedeño, que tiene en su familia a Mareike, Ilka Grushenka, Katleen Nesbit, Lisken, Sirena del Mar de Vinces, Sol Abraham, Oyuki Miosotti y Zura Dalinda, quien no dudó en bautizar a su hijo como Jason Arick.
“Cada nombre tiene un porqué, el mío es por un ave silvestre, mi hermana Oyuki por una novela japonesa que leía mi madre, Miosotti por una flor. El de mi hijo porque su padre tenía un amigo que falleció y se llamaba así”, señala Zura Dalinda.
Rarezas y mitos
Delgado Coppiano, cuenta que en los años 30 y 40, la costumbre se afianzó tanto al punto que se hizo una “obligación”.
Así por afán de imitación se ponía nombres de artistas o escritores como Gary Cooper, Douglas Fairband, Shakespeare, Tito Guizar o Charles Chaplin; de servicios públicos que llegaban a la zona como: Autoridad Portuaria, por agradecimiento a marcas que sirvieron para su supervivencia o simplemente por novedad.
Su afán investigativo nació por curiosidad, pues siendo propietario de la imprenta Colomba que elaboraba los diplomas escolares, se encontró con nombres que lo sorprendieron como: Talco Johnson y Land Rover Zambrano, Zinger Moreira, o Eveready Mancilla.
“Al ir a los colegios a hablar con los padres de los chicos para preguntar el origen del nombre, tuve cada sorpresa. Zinger se llamaba así, en agradecimiento a la máquina de coser con la que la abuela del niño, mantenía la familia; Land Rover porque ese jeep que aquí se usaba como taxi, causó la prosperidad del importador Benustti Zambrano. Talco Johnson, porque al nacer el niño tuvo salpullido y una monjita de la Caridad del hospital le dijo a la madre, póngale talco Johnson para que se cure y ella entendió que era el nombre que debía ponerle”.
Sin embargo, reconoce que también hay “fábulas” creadas por cuentos de la gente, como la historia de una señora Pita casada con un señor Alache, que al parir sintió tantos dolores que bautizó a su hija como Dolores Alache Pita; o del señor Vaca y la señora Gando, cuya madre se llamaba Zoila, por quien bautizaron a su hija como Zoila Vaca Gando. Así hay la fábula de Sóstenes Zenón Bustos, Estoika Gando, Armando Bronca o Zoila Dueña de la Casa.
“Eso debió suceder, con los nombres que investiga”, dice el jefe del Registro Civil de Portoviejo, Enrique Zambrano, cuando le inquirimos por varios nombres peculiares aparecidos en el concurso de nombres raros. “Si no constan en el sistema ni como cedulados, ni como no cedulados, ni están en el registro de fallecidos o de nacimiento, es porque o no existieron o porque son personas que existiendo nunca registraron su identidad”.
Lo cierto es que nunca pudo hallarse el registro de: Semen de los Dioses Bazurto Quezada, Perfecta Circuncisión Hidalgo, Burger King Herrera Suárez, Houston Texas Ponguillo Loor, Martes Trece Santana, Cadena Perpetua Vásquez Jijón, Año Bisiesto Owen, Everguito Coito o Dosauno Angulo.
Más allá de fábulas, la costumbre existe, aunque la ley lo prohíba. “A veces es difícil hacer entender a la gente que no ponga esos nombres. He tenido conflictos terribles, en los que para evitar problemas, se tiene que ceder”, acota.
Por ello, hace poco tuvo que inscribir a Roberto.-, ¡Sí! Roberto.- (con signo de puntuación), Rafaye al hijo de Ramón Falconí Yépez, por las dos primeras letras de sus nombres; o Sida, Shakira, Tin Delgado y David Beckam.
De seguro, quizá pronto alguien quiera bautizar a su hijo como Dale Correa, porque al parecer, así como Ripley es ecuatoriano, Fulano de tal, Menganito, Perencejo o Palito de los palotes, debieron andar por Manabí.