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La Naturaleza de la Judeofobia (G. Perednik) – Unidad 9

… las peores víctimas de la judeofobia zarista fueron los niños. La causa principal fue un sistema de reclutamiento de judíos, promulgado en 1827, conocido como Cantonismo. La ley establecía que la edad de conscripción obligatoria serían los doce (12) años, bajo el pretexto de excluir a quienes sostenían a sus familias. El objetivo lo aclaraba la propia ley, al fijar que "los menores judíos serán colocados en establecimientos de entrenamiento preparatorio para servir en el ejército del zar por veinticinco años durante los cuales serán guiados a fin de aceptar el cristianismo". Los niños así reclutados se llamaban cantonistas ("cantones" eran las barracas de entrenamiento) y se los disciplinaba bajo amenaza de hambre y castigos corporales.

 


 

Unidad 09: Rusia: entre Zares y Soviets

Por: Gustavo Perednik   

Dedicamos las últimas dos lecciones a dos modelos de la judeofobia moderna, Francia y Alemania. Ahora pasaremos al tercer paradigma, el conspiracional. Hemos dicho que en la época moderna, el país con más libelos de sangre fue Rusia, donde el agravante adicional fue que, en contraste con los papas y monarcas de Occidente, los zares estimularon la calumnia.

El primer caso ruso ocurrió en Senno en 1799, cuando antes de la Pascua cuatro judíos fueron arrestados debido al hallazgo de un cadáver. Ese año se solicitó al poeta Gabriel Derzhavin que investigara. Su Opinión elevada al zar acerca de la organización del status de los judíos de Rusia denunció el "parasitismo económico" y que "en estas comunidades se hallan personas que perpetran el crimen, o que por lo menos protegen a quienes lo perpetran, de derramar sangre cristiana, de lo que los judíos fueron sospechosos en varias épocas en distintos países. Si bien considero que tales crímenes en la antigüedad fueron cometidos por fanáticos ignorantes, creo apropiado no pasarlos por alto".

Con este sello semioficial, el zar Alejandro I dio instrucciones para que el libelo fuera revivido en Velizh, en donde el juicio duró diez años. Y aunque los judíos probaron finalmente su inocencia, el mero debate público bastó para que el siguiente zar Nicolás I se negara a firmar una circular de 1817 que requería no incriminar a judíos sin evidencias. La judeofobia se exacerbaba mientras duraban esos procesos, cualesquiera fueran los veredictos.

Libelos en Kovno, Zaslav, Volhynia, Saratov, etc., llevaron a que en 1855 se designara otro comité investigador. Una vez más sus conclusiones fueron categóricas: no había ninguna evidencia para acusar a los judíos. Y sin embargo, la noticia del asesinato ritual se difundía sin pausa y "expertos" en el tema publicaban libros que "describían los modos" en que la sangre cristiana se utilizaba (ejemplos de libelistas en Rusia fueron Lutostansky y Pranatis, fuera de ella Desportes y Cholewa).

Después de la partición de Polonia a fines del siglo XVIII, el mayor bloque de israelitas quedó bajo dominio ruso; durante el siglo XIX la mitad de los judíos del mundo vivían en Rusia (aproximadamente cinco de los diez millones). La judeofobia se intensificaba agravada por los sucesivos juicios de asesinato ritual.

Los judíos tenían prohibido residir fuera de la Zona de Residencia (Catalina II había formulado una invitación a los extranjeros para que se radicaran en el país, pero explicitó: "todos, excepto los judíos". También la emperatriz Elizabeth, cuando le solicitaron la admisión de judíos con propósitos comerciales había replicado: "No acepto beneficios de los enemigos de Cristo").

Con todo, las peores víctimas de la judeofobia zarista fueron los niños. La causa principal fue un sistema de reclutamiento de judíos, promulgado en 1827, conocido como Cantonismo. La ley establecía que la edad de conscripción obligatoria serían los doce (12) años, bajo el pretexto de excluir a quienes sostenían a sus familias. El objetivo lo aclaraba la propia ley, al fijar que "los menores judíos serán colocados en establecimientos de entrenamiento preparatorio para servir en el ejército del zar por veinticinco años durante los cuales serán guiados a fin de aceptar el cristianismo". Los niños así reclutados se llamaban cantonistas ("cantones" eran las barracas de entrenamiento) y se los disciplinaba bajo amenaza de hambre y castigos corporales.

Sobre los hombros de los líderes comunitarios judíos se depositaba la responsabilidad de alcanzar altos cupos de adolescentes. Estos provenían de los hogares más pobres, de los que eran arrancados para siempre. Cada comunidad se veía en la obligación de recurrir a bravucones llamados jpers ("secuestradores" en idioma ídish) que arrebataban a los niños ante los gritos de padres y vecinos. Desde los ocho (8) años de edad, los niños eran aprisionados en el edificio de la comunidad y de allí los retiraba el ejército. El sistema se hizo más riguroso durante la Guerra de Crimea (1854) cuando la cuota se fijó en treinta conscriptos por cada mil judíos, y las bandas de jápers acechaban para cazar a sus víctimas.

De la Zona de Residencia, los niños eran transferidos hasta Siberia, en viaje de varias semanas. El pensador ruso Alexander Herzen registró su encuentro con un convoy de cantonistas en 1835, y la explicación que recibió del oficial a cargo: "un muchachito judío es una criatura debilucha y frágil… no está habituado a marchar en ciénagas por diez horas diarias, ni a comer galleta entre gente extraña, sin madre ni padre que lo mimen; por ende tosen y tosen hasta que se tosen ellos mismos a la tumba… Ni la mitad llegará a destino; mueren así nomás como moscas… Ya dejamos un tercio en el camino" dijo, señalando la tierra.

Durante las tres décadas en que hubo cantonismo, cuarenta mil niños judíos fueron reclutados. El nombre bíblico Be-emek Ha-Bajá, En el Valle de Lágrimas, que mencionamos hace tres clases, también fue el título de una novela del escritor ídish Mendele Mojer Sforim (m. 1917), en la que se narra ese horror (Peretz Smolenskin y otros escritores también incluyeron páginas escalofriantes sobre el tema).

Una vez en las barracas, los niños que sobrevivían eran entregados a sargentos que habían sido entrenados para "influir" en la religión de los mancebos. Los "educadores" usaban hambre, privación de sueño, azotes y varios otros tormentos hasta que se alcanzaba el bautismo, o la muerte. Después de la ceremonia, los jovencitos debían cambiar sus nombres, eran registrados como hijos de padrinos designados, y comenzaban el entrenamiento propiamente dicho. Sus nuevos camaradas frecuentemente les hacían recordar su origen judío por medio del maltrato y la humillación. El zar Nicolás I definía el cantonismo como "el método para corregir a los judíos del reino".

Un efecto colateral del sistema fue que muchos padres optaban (aunque reticentemente) por enviar a sus hijos a escuelas públicas o a colonias agrícolas, ya que así se los eximía de la conscripción. Por ello éstas pasaron a ser financiadas por el impuesto de vela, un gravamen sobre las velas para rituales judíos, tales como recordatorios y casamientos.

El Baile Y Su Fin

La deplorable situación de los judíos de Rusia hizo que creyeran que un zar con nuevas ideas personificaría un promisorio amanecer. Alejandro II es todavía llamado el Zar Libertador en la historiografía rusa, debido a su política liberal, la Era de las Grandes Reformas. En lo que se refiere a los judíos, el cantonismo fue abolido y la Zona de Residencia mitigada. Como escribe Jaim Potock en su historia de los judíos, los iluministas judíos en Rusia supusieron que comenzaba la Emancipación según el modelo occidental "y el baile comenzó". Pero no calcularon que el proceso liberador desataría un violento contragolpe.

Ya avanzados en el curso de judeofobia, podemos prever lo que ocurrió: como en Francia y Alemania, los judíos ingresaron en las artes y el periodismo, fueron abogados y dramaturgos, críticos y compositores, pintores y poetas. De súbito se los percibió notorios y ubicuos en la vida política y cultural del país. Y no a todos los gentiles los entusiasmó esta repentina participación judía en la vida de la patria. Estereotipos judíos repulsivos comenzaron a aparecer en las obras de Lermontov, Gogol y Pushkin. Dostoievsky fue más lejos y en La Cuestión Judía (1873) justificó la repulsa, acusando a los judíos de "explotadores, chupasangres de la población que los rodea, en especial de los pobres e ignorantes campesinos… Los rusos, ciudadanos del único país donde el cristianismo es aún fuerza dominante, son considerados por los judíos como bestias de carga". Para él, los judíos, sentados sobre sus bolsas de oro, tramaban contra Rusia desde el Oeste.

Pero el baile continuaba. La prensa y la literatura judía florecieron, especialmente en hebreo y en ídish; también en ruso. Zvi Dainow publicó en hebreo un sermón en honor del zar, y Lev Levanda llamaba a los judíos a "despertar bajo el cetro de Alejandro II". Y de golpe se apagaron las luces.

El 31 de marzo de 1881 fue una de las fecmás fatídicas de la historia judía. Marcó el mayor éxodo de judíos de la historia, cuando dos millones de ellos establecieron las comunidades judías de los EE.UU., de Latinoamérica, y de la Tierra de Israel.

El asesinato de Alejandro II, fue el trampolín para una furibunda reacción judeofóbica, so pretexto de que en la célula revolucionaria que asesinó al zar había una joven judía. El nuevo y precario régimen convocó a las masas culpando a "los judíos" del regicidio. Las viejas formas de la judeofobia rusa (Zona de Residencia, cantonismo, etc.) fueron reemplazadas a partir de Alejandro III por otras más temibles aún, como los pogroms ("embestida" en ruso) que eran ataques del populacho contra la población indefensa, con saqueos, incendios, violaciones y asesinatos.

El bao de sangre inspirado por el gobierno ocurrió en tres olas de furor creciente, y dejó decenas de miles de muertos, e incontables mutilados y heridos. El primero de los pogroms tuvo lugar en abril de 1881 en Yelizavetgrad. El nuevo ministro de interior, conde Nicolás Ignatiev, los denominó "actos de justicia espontánea del pueblo ruso explotado".

Por un lado, los grupos revolucionarios redoblaron su accionar; por el otro, surgieron organizaciones ultraconservadoras para combatirlos, y para que se revirtiera la liberalización de Alejandro II. Entre ellas la Liga Sagrada, la Unión del Pueblo Ruso, las Centurias Negras, la Nobleza Unificada. Su lema era "Golpea al judío y salva a Rusia". En cuanto a los bolcheviques y anarquistas, muchos aceptaron los pogroms, en los que veían un medio para despertar al pueblo, que eventualmente se volcaría contra el régimen. Su lema revolucionario era "Golpea a la burguesía y al judío!"

Ignatiev informó al zar acerca de la violencia desatada: "durante los últimos veinte años -escribe- los judíos gradualmente ganaron el comercio y la industria… hicieron todos los esfuerzos para explotar a la población general… Así han fomentado una ola de protesta, que cobró la infortunada forma de violencia… La justicia exige normas severas que alteren las relaciones entre los habitantes generales y los judíos, y protejan a los primeros de la dañina actividad de los últimos".

Estas "normas severas" fueron conocidas como las Leyes de Mayo, decretos "temporarios" que se aplicaron a los judíos hasta la revolución de 1917, y que les prohibían residir fuera de ciertas ciudades y aldeas (cien en total) y cancelaban todo contrato de compraventa con judíos en las áreas prohibidas. De este modo los comerciantes rurales se libraron de la competencia de sus colegas judíos, y los policías fueron dotados de un instrumento permanente de extorsión y maltrato a los judíos que aún vivían en regiones vedadas.

Gracias a presión internacional, un decreto proyectado fue abortado: la expulsión de todos los judíos a las planicies de Asia Central. Pero una restricción que sí se agregó en la nueva Rusia fue el Numerus Clausus ("números cerrados") para estudiantes judíos (esta práctica restrictiva prevaleció en muchos países, incluso en los EE.UU.). En julio de 1887 el Ministerio de Educación estipuló para los establecimientos secundarios y terciarios, un tope de 10% de judíos en las ciudades de la Zona de Residencia, 5% afuera de ella, y 3% en Moscú y Petersburgo. A veces estos topes incluían aun a judíos que se habían convertido al cristianismo.

Uno de los propulsores de estas restricciones fue el conde Constantino Pobedonostev, cuyo cargo era similar al de un ministro de religión. Como opinaba que los judíos tenían más talento que los rusos, temía que los dominaran. Por ello bregaba por la total rusificación y vaticinó el destino de los judíos de Rusia: "Un tercio morirá, un tercio emigrará y un tercio se asimilará".

Además de lo antedicho, la faceta de la judeofobia rusa que tuvo mayor influencia a largo plazo fue su modo de justificarse. La Ojrana, policía secreta del zar, procuraba explicar ideológicamente sus acciones por medio de un libro actualizara la vieja tradición demonológica. Había buenos precedentes.

El primero de ellos, según vimos, era la obra en cinco tomos del abate Barruel (el mismo que frustró el Sanhedrín de Napoleón) en la que mostraba la detestada Revolución Francesa como la culminación de una milenaria conspiración secreta. Tres libros que emparentaban la conspiración con los judíos aparecieron en 1869: uno alemán (El discurso del rabino de Hermann Goedsche), uno francés (El judío, el judaísmo y la judaización de los pueblos cristianos de Gougenot de Mousseaux, quien recibió "por su coraje" la bendición papal de Pío IX), y uno ruso (El libro del Kahal de Jacob Branfman).

También se citaba una fuente inglesa, que no surgía de textos judeofóbicos sino de una travesura literaria. Me refiero a Coningsby, la novela de Benjamín Disraeli publicada en 1844. En un párrafo el rico y aristocrático judío Sidonia refiere cómo durante sus travesías por Europa en busca de un préstamo, comprobaba que en cada país el ministro al que entrevistaba, era indefectiblemente judío. Y concluye con el siguiente comentario: "Ya ves, entonces, mi querido Coningsby, que el mundo está gobernado por personajes muy diferentes de los que imaginan quienes no están detrás del escenario" (capítulo XV del libro tercero). ¡Y esto había salido de la pluma de un judío que llegó a ser Primer Ministro! (Innecesario aclarar que quienes lo citaban para "demostrar el poder de los judíos" salteaban el hecho de que los varios ministros mencionados en la novela en rigor no eran judíos).

El mito reaparece hacia 1850 en muchos diarios alemanes que buscaban misteriosas raíces para la revolución de 1848. En la novela Biarritz de Goedsche, el capítulo En el cementerio judío de Praga refiere una reunión secreta nocturna durante la Fiesta de los Tabernáculos, en la que los delegados de las doce tribus de Israel planeaban una vez por siglo la toma del planeta.

Otra publicación en alemán, que para 1875 ya iba por la séptima edición, fue La conquista del mundo por los judíos, de un tal Millinger (alias Osman-Bey). Allí se señalaba como fuente del mal a la Alliance Israélite Universelle (aunque fundada en 1860, se la presentaba tan antigua como los judíos) y se auguraba que "En un mundo sin judíos las guerras serán menos frecuentes porque nadie lanzará a una nación contra la otra; cesarán el odio entre las clases y las revoluciones, porque los únicos capitales serán nacionales que jamás explotan a nadie… Tendremos ante nosotros la Edad de Oro, el ideal del progreso en sí. ¡Arrojad a los judíos al Africa! ¡Viva el principio de las nacionalidades y de las razas! ¡La Alliance Israélite Universelle sólo puede ser destruida mediante el exterminio total de la raza judía!".

Como varios señalaban a la Alliance de París como centro de la confabulación, allí fue donde la Ojrana (policía política del zar) instaló al agente Orgeyevsky con el objeto de "documentar" las siniestras actividades judías. El ministro Peter Stolypin descartó varias propuestas por "propaganda inadmisible para el gobierno", pero terminaron por aceptar un panfleto del místico Sergei Nilus, escrito por 1902.

El libro supuestamente contenía los "verdaderos" protocolos del congreso efectuado en Basilea (Suiza) un lustro antes (el Primer Congreso Sionista Mundial) que, aunque supuestamente había fingido el objetivo de establecer un hogar nacional para los judíos, en realidad se había convocado para un plan de dominación mundial. En dichos Protocolos de los Sabios de Sin, rabinos y líderes expresan sin vueltas su sed de sangre, maquinaciones y ansias de poder. La historia completa de cómo se fraguó el libro fue explicada por Norman Cohn en El mito de los Sabios de Sión (1967).

Durante los primeros tres lustros los Protocolos tuvieron poca influencia. Luego los rusos, motivados por un artículo publicado en el Morning Post de Londres (7/8/1917) que sugería la existencia de un gobierno judío secreto e internacional, decidieron enviar copias de los Protocolos a numerosos diarios europeos para "corroborar" la hipótesis.

El éxito de la patraña no tuvo precedentes. Millones de ejemplares se vendieron en más veinte idiomas. En los EE.UU. su gran mentor fue el magnate del automóvil, Henry Ford, quien durante los años veinte difundió la mentira en su diario The Dearborn Independent. También The Spectator londinense requirió en 1920 que se designara una Comisión Real para revisar si existía una confabulación judía internacional para destruir el cristianismo. De ser probada su existencia, "se justificará nuestra cautela para admitir judíos a la ciudadanía… Debemos arrastrar a los conspiradores a la luz, y mostrarle al mundo cuán malvada es esta plaga social".

¿Suena al Sínodo de Conversos del año 1235? ¿Beben los judíos sangre cristiana? ¿Nos dominan secretamente? La Comisión Real nunca fue erigida, gracias a que un corresponsal del diario The Times, Philip Graves, descubrió casualmente la novela en base de la cual se habían fraguado los Protocolos. Era una sátira contra Napoleón III escrita medio siglo antes (en 1865), Diálogos en el infierno de Maurice Joly, en la que los franceses (no los judíos) acumulaban poder. De 2.560 renglones, 1.040 habían sido copiados literalmente por Nilus, palabra por palabra. El editorial del Times del 18 de agosto de 1921 fue una resonante admisión del macabro error. Los Protocolos eran falsos y la conspiración judía mundial un nuevo mito judeofóbico.

Pero tal como había sucedido con el libelo de sangre, el hecho de que la patraña fuera racionalmente desenmascarada no disminuyó el odio. Los Protocolos siguieron difundiéndose y creyéndose como ninguna obra anterior. Aun en 1992 salió en primera página del diario Sovetskaia Rossiia una serie de artículos de Yoann (Metropolitano Ortodoxo Ruso de Petersburgo) que denunciaba con los Protocolos un complot judío del que Rusia era el primer blanco.

Nueva Esperanza, Nueva Frustración

Otra vez el déja vu. Nos hace recordar las esperanzas que despertó el iluminismo después de siglos de judeofobia cristiana. ¿Qué vemos ahora en el horizonte? Parece nuevamente la salvación de los judíos de los mitos acumulados, de la discriminación y el desprecio, las mentiras y leyendas. Es la Rusia del siglo XX en cuyo aire flotan racionalismo y socialismo, en la que los revolucionarios que luchan por la igualdad se mofan de las supersticiones del pasado y planifican la religión de la razón en un mundo de confraternidad. La revolución bolchevique pondría fin a la discriminación y la violencia de los zares… Pero oh sorpresa, muchos de sus portaestandartes mostraron ser ellos mismos judeófobos.

Entre ellos, los teóricos del anarquismo, quienes propugnaban la destrucción de todo el viejo régimen, salvo una parte. Así escribía en 1847 el francés Pierre Proudhon acerca de los judíos: "Esta raza lo envenena todo al entrometerse por doquier. Exigid su expulsión de Francia, a excepción de los hombres casados con mujeres francesas. Prohibid las sinagogas, no los admitáis en ningún empleo, procurad la abolición final de esta secta… El judío es el enemigo de la raza humana. Uno debe devolver esta raza al Asia o exterminarla… Por fuego o expulsión el judío debe desaparecer… Lo que los pueblos de la Edad Media detestaban por instinto, yo detesto por reflexión, y de modo irrevocable".

El principal teórico de la revolución, Carlos Marx, nació judío y fue bautizado a los seis años por su padre, Hirschel, hijo, yerno y hermano de rabinos, y descendiente de sabios talmúdicos. Hirschel cambió su nombre por Heinrich y se hizo protestante cuando un edicto prusiano de 1817 prohibió a los judíos ejercer la abogacía (fue uno de los miles a los que nos referimos, que se convirtieron al cristianismo con la reversión post-napoleónica de la Emancipación).

El primer ensayo de Carlos Marx, La Cuestión Judía (1844) fue en respuesta a Bruno Bauer, quien había condicionado la Emancipación de los judíos a que éstos abjuraran de su religión. Para Marx ni la apostasía era suficiente: "La nacionalidad quimérica del judío es la del comerciante… La base secular del judaísmo es la necesidad práctica, el interés propio. ¿Cuál es el culto mundano del judío? El chalaneo. ¿Cuál es su dios mundano? El dinero. La sociedad burguesa crea continuamente judíos… La emancipación del chalaneo y del dinero, y consecuentemente del judaísmo real, será la autoemancipación de nuestra era". La emancipación humana es, en el libro de Marx, un sinónimo de la abolición del judaísmo.

Hemos trazado dos contrastes. Uno, el del enciclopedismo con el contexto medieval del que provenía; otro, el del socialismo con su telón de fondo zarista. La pregunta es por qué estos dos movimientos basados en el racionalismo y la confraternidad estuvieron infestados de la judeofobia que caracterizaba el viejo orden. Aparentemente, las sociedades europeas estaban tan saturadas por siglos de odio antijudío, que fueron incapaces de producir un iluminismo o un socialismo libres del mal.

En un abarcador estudio, el historiador Zosa Szajkowski no pudo encontrar una sola palabra en defensa de los judíos en la literatura socialista francesa entre 1820 y 1920, aun cuando la mitad de ese lapso estuvo repleta de seiscientos pogroms. Como ejemplos de la judeofobia izquierdista, mencionamos a Toussenel, Fourier y Proudhon. Saint-Simon es la notable excepción. En cuanto a Marx, a partir de sus escritos y biografía, podemos reflexionar acerca de cuatro aspectos de la judeofobia, a saber:

A) Los judeófobos inflan la importancia de los judíos de los que disgustan, y enfatizan su judeidad aun cuando sea virtualmente inexistente. Así, para los nazis el comunismo era una ideología judía. Y dentro de la izquierda, el anarquista Mikhail Bakunin (quien consideraba a los judíos "una nación de explotadores") llamaba a Marx "un Moisés moderno". Por el contrario, cuando hay judíos importantes para su causa, los judeófobos se esmeran en empañar la judeidad. Así, el origen judío de Marx fue soslayado por los regímenes comunistas. En la edición de 1952 de la Enciclopedia Soviética se omitió toda mención al respecto.

B) Como los judíos eran acusados desde los dos flancos del espectro político con argumentos contradictorios, no tenían ninguna posibilidad de salir airosos de la acusación (como cuando se les censura a un tiempo el ser avaros y ostentosos, o entrometidos y muy cerrados). A pesar de su sufrimiento bajo los estados cristianos, los judíos fueron ulteriormente vistos por muchos librepensadores como el germen del cristianismo. Del mismo modo, la judeofobia de Marx y los marxistas no disuadió a los judeófobos anticomunistas de acusar a "los judíos" de haber creado el marxismo. Por esta razón, durante la guerra civil que siguió a la revolución bolchevique, las bandas de combatientes anticomunistas en Ucrania asesinaron a cincuenta mil judíos inocentes que residían en Ucrania.

C) Otro rasgo típicamente judeofóbico de Marx fue pasar por alto tanto el sufrimiento de los judíos como la existencia del odio antijudío en su época. Su antagonismo hacia los judíos se expresó en sus ensayos como en su correspondencia privada. Nunca tuvo una palabra de solidaridad para las víctimas de los pogroms, cuya inmigración a Londres comenzó mientras Marx vivía allí. Este "humanismo selectivo" es una característica de los judeófobos de izquierda, judíos y no-judíos por igual. En 1891 la reunión de la Segunda Internacional Socialista en Bruselas (que incluyó a muchos delegados judíos) rechazó una moción de condena a la creciente judeofobia. Cuando queramos desenmascarar tendencias judeofóbicas, debemos preguntar al sospechoso si la judeofobia realmente existe en el presente. Una respuesta negativa sería muy elocuente.

D) Marx también ejemplifica un fenómeno que exacerba la judeofobia: el que dio en llamarse judío ajudaico (como en el título del libro de Isaac Deutscher publicado de 1968, un año después de su muerte. El judío ajudaico es un revolucionario radical quien, aunque no tiene conexión alguna con el judaísmo, es percibido como "el judío" por la sociedad que aspira a destruir. El judío ajudaico simpatiza con todo perseguido, siempre y cuando no sea judío. Así lo definía Rosa Luxemburgo en una carta de 1916: "¿Para qué vienes a mí con tus penas judías? Me sicerca de las desdichadas víctimas de las de las plantaciones de caucho en Putumayo, o de los negros del Africa con cuyos cuerpos los europeos juegan a la pelota… No tengo un rincón para el ghetto reservado en mi corazón: me siento en mi hogar en todo el mundo, doquiera que haya nube, y pájaros y lágrimas humanas". En retrospectiva, esos judíos del ghetto en 1916 habrían gustosamente cambiado su destino con los trabajadores brasileños o africanos. Pero como lo dijera Irving Howe "aún en el más cálido de los corazones hay un lugar frío para los judíos".

En cuanto a los seguidores de Marx en la Rusia comunista, estudiaremos su judeofobia en nuestra próxima clase.

La Naturaleza de la Judeofobia (G. Perednik) – Unidad 8

  Así resumen Prager y Telushkin la judeofobia nazi: "Casi toda ideología y nacionalidad europea había estado saturada con odio contra el judío cuando los nazis consumaron la "solución final". En las décadas y siglos que la precedieron, elementos esenciales del pensar cristiano, socialista, nacionalista, iluminista y post-iluminista habían considerado intolerable la existencia de los judíos. En un análisis final, todos se habrían opuesto a lo que Hitler hizo pero, sin ellos, Hitler no podría haberlo hecho".

 


Unidad 08: La judeofobia alemana; el fenómeno del autoodio judío

Por: Gustavo Perednik   

El primero de los tres paradigmas de la judeofobia moderna fue el francés, estudiado en la última clase. Ahora pasaremos al racista, que aunque también fue inaugurado en un libro francés, alcanzó su nadir en Alemania. En su Ensayo acerca de la desigualdad de las razas humanas (1853) Joseph De Gobineau sostenía que las diferencias físicas entre las razas humanas conllevan jerarquías intelectuales y morales. Aunque éste era el primer libro en desarrollar la teoría, el racismo como prejuicio, empero, es tan antiguo como la civilización, y aun Platón y Aristóteles arguyeron que los griegos habían nacido para ser libres y los bárbaros eran esclavos naturales.

La tradición antirracista, por su parte, fue una contribución judía que el cristianismo difundió. Su primer ejemplo es provisto en el Talmud, cuando explica el motivo por el que Adán es el único ancestro humano: para que nadie pueda jamás atribuir superioridad a sus antepasados.

Y aunque el prejuicio racial fue omnipresente en la historia europea, en el siglo XVIII se formalizó a partir de los estudios antropológicos. Linné emparejaba el color de piel con tendencias mentales y morales, y para Buffon el hombre blanco era la norma, "el rey de la creación", mientras los negros constituían una raza degenerada. Para Voltaire los negros eran una especie intermedia entre el blanco y el mono. En este contexto dieciochesco, los judíos encajaban como una nación sui generis, pero incluida en la raza blanca.

El siglo XIX complicó las cosas debido a que las luchas nacionales empujaron a los estudiosos a acrecentar el número de supuestas razas y subrazas. El énfasis mayor en Alemania se debe a dos razones: 1) Hasta 1870 sus muchas divisiones políticas internas habían incrementado el fervor nacionalista; y 2) la mayoría de los monarcas europeos eran de ascendencia germánica (recuérdese además que la monarquía dividía a la sociedad medieval en tres estratos: plebe, clero y nobleza, y ésta era considerada la superior, de "sangre azul").

El filósofo Johann Fichte enseñaba que el alemán era la lengua original de Europa (Ursprache) y los alemanes la nación original (Urvolk). Incluso fuera de Alemania hubo algunos partidarios del "Germanismo" o "Teutonismo". Con todo, la visión de Fichte no se quedaba en la superioridad alemana y reflexionaba especialmente acerca de los judíos: "¿Darles derechos civiles? No hay otro modo de hacerlo sino cortarles una noche todas sus cabezas y reemplazarlas por otras cabezas que no contengan un solo pensamiento judío. ¿Cómo podemos defendernos de ellos? No veo alternativa sino conquistar su tierra prometida y despacharlos a todos allí. Si se les otorgan derechos civiles van a pisotear a los otros ciudadanos".

Junto a la antropología y la filososfia, otra disciplina académica estimulaba a los racistas: la lingüística. Ya desde los descubrimientos de William Jones en 1786 y la Ley de Grimm de 1822, se deducía de la afinidad entre el sánscrito, griego y latín, que había un origen común de idiomas indoeuropeos (incluídos celta y gótico, supuestamente el más antiguo de los germánicos). Se tuvo por cierto que las lenguas europeas derivaban del sánscrito, y las naciones que las hablaban pertenecían a la raza aria (que en sánscrito significa "noble").

El contraste de la llamada raza aria fue la "semita", de la que supuestamente derivaban las naciones que habían hablado lenguas semitas en el pasado. Lassen argüía que "los semitas no poseen el equilibrio armonioso entre todos los poderes del intelecto, tan característico de los indogermánicos" y su colega francés Ernest Renan condenaba "la espantosa simplicidad de la mentalidad semita". Todas las creaciones del espíritu humano (con la posible excepción de la religión) fueron atribuídas a los "arios" y por ello los alemanes, los más "puros", debían eludir mezclarse con razas inferiores. Debido a esa pretendida "pureza teutónica", los estudiosos alemanes optaron por la denominación indogermánica.

Durante la primera mitad del siglo pasado se hicieron muchos esfuerzos para racionalizar el odio. Bruno Bauer en Die Judenfrage (1843) denuesta el "espíritu nacional judío" y el compositor Richard Wagner escribe en La judería en la música (1850): "Debemos explicarnos por qué nos repele la naturaleza y personalidad de los judíos… Para compreder nuestra repugnancia instintiva por la esencia primaria del judío, consideremos primero cómo fue posible que el judío deviniera en músico…"

Las justificaciones científicas no provenían sólo desde lo sociológico. Un pionero que había pasado inadvertido fue Karl Grattenauer, quien en 1803 había ofrecido una explicación de vanguardia de por qué los judíos tienen mal olor: hay un fedor judaico producido por cierto amonium pyro-oleosum.

La creencia de que los judíos constituían una raza separada, oriental, se difundió ampliamente durante la segunda mitad del siglo pasado, y en Alemania se tradujo también al mundo de la política. Bajo gobierno de Bismarck, se entendió cínicamente que la judeofobia podía servir de instrumento para completar la unificación de Alemania. Como ironizara en retrospectiva Israel Zangwill (1920): "Si no hubiera judíos, habría que inventarlos para uso de los políticos… son indispensables como antítesis de una panacea; causa garantizada de todos los males". En efecto, a fines de siglo surgen en Alemania partidos políticos abiertamente judeófobos, con tres fundamentos ideológicos, a veces combinados: el económico, el religioso, y el voelkish (nacional-racial). Aunque al principio no tuvieron muchos afiliados, su propaganda seducía a grandes sectores de la población.

Podemos notar una diferencia con el modelo francés. Mientras en Alemania, Austria y Hungría, el uso político de la judeofobia fue una reacción inmediata al otorgamiento de Emancipación a los judíos, Francia, por el contrario, ya había vivido ochenta años de Emancipación cuando fue plagada por formas organizadas de judeofobia.

El primero en organizar el uso de la judeofobia como levadura para un movimiento de masas fue Adolf Stoecker en Berlín. Su Partido de Trabajadores Cristiano-Socialistas (1878) no atrajo votos con una plataforma de ética social cristiana, así que la cambió por una judeofóbica, que inspiró a todo un movimiento estudiantil antijudío a partir del Verein Deutscher Studenten de 1881. Con apoyo conservador, Stoecker fue electo al Reichstag. Para esa época se creaba la mentada Liga de los Antisemitas de Wilhelm Marr, dedicada ésta a temas étnicos más que a soioeconómicos. Y un famoso académico, Heinrich von Treitschke, les otorgó respetabilidad al denominar a todo exceso antijudío "una reacción brutal y natural del sentimiento nacional alemán contra un elemento extranjero". Treitschke acuñó la máxima Die Juden sind unser Unglück! ("-los judíos son nuestra desgracia!") que medio siglo después se transformó en lema de los nazis.

En 1882 se reunió en Dresden el Primer Congreso Antijudío, azuzado por un libelo de sangre en Tisza-Eszlar. Con delegados de Alemania, Austria y Hungría, creó la Alianza Antijudía Universal. Hubo más congresos en Chemnitz 1883, Kassel 1886 y Bochum 1889. Los racistas más pendencieros terminaron por escindirse del partido de Stoecker y en 1886 Otto Boeckel fue elegido al Reichstag como el primer judeófobo per se. A los pocos a¤os fundó el Partido Popular Antisemita, y dieciséis candidatos judeófobos fueron electos al Reichstag en 1893. En 1895, por primera vez en la historia, un partido llegaba al poder con una plataforma judeófoba. Fue el Partido Social Cristiano de Viena, cuyo líder, Karl Lueger, mientras era burgomaestre de la ciudad, recibió la visita de un joven admirador llamado Adolf Hitler.

También a principios de esa década se propuso la doctrina de la judeofobia racial. Para su iniciador, Eugen Dühring "habrá un problema judío aún si cada judío le da la espalda a su religión y se une a una de nuestras principales iglesias… Son precisamente los judíos bautizados los que penetran más profundamente… los judíos deben ser definidos solamente en base de la raza".

En 1899 Houston Chamberlain (yerno de Wagner) elaboró cabalmente la antítesis ario-semita en Los fundamentos del siglo XIX, voluminoso manual de los académicos judeófobos, que explicaba cómo desde la antigüedad "…los arios cometieron el fatal error de proteger a los judíos (bajo el rey persa Ciro) y así permitieron que el germen de la intolerancia semítica esparciera su veneno por la Tierra durante milenios, una maldición contra todo lo que es noble y una vergüenza para el cristianismo". No todos los racistas coincidieron en esto. Por ejemplo, los neopaganos como Alfred Rosenberg y Walter Darré, consideraron el cristianismo como una ense¤anza "típicamente semítica" que socavaba el espíritu "germánico" por medio de una mentalidad de esclavos. Esas diferencias acerca de qué es ario y qué es semita, fue precisamente el problema que nunca resolvieron los racistas.

Su solución fue simple: todo lo bueno era apropiado para "los arios" y lo malo era "semita". Para Chamberlain, por ejemplo, el ideal era el nórdico rubio y dolicocéfalo, entre los que no dudó en incluir nada menos que a Dante Alighieri, e incluso al Rey David y a Jesús. Pero como los gustos de los racistas variaban, algunos resultados de su método fueron tragicómicos. Goethe por ejemplo, era para Chamberlain un "ario perfecto y puro"; para Fritz Lentz, un "híbrido teutónico-asiático"; para Otto Hauser, "un mestizo, puesto que en el Fausto hay centenares de versos lastimosamente malos".

Sin duda aquí radica la paradoja de este racismo: en la vastísima literatura acerca del "veneno judío", y a pesar de la enorme infraestructura montada para combatirlo, no se dio jamás una definición racial del judío. Nunca llegaron más allá de definirlo como alguien cuyos abuelos profesaron la religión judía. Así y todo, algunos fanáticos construyeron sistemas escatológicos muy elaborados en los que la lucha entre la raza aria y la semita era la contrapartida de la lucha final entre Dios y fuerzas diabólicas.

El hecho es que para 1900 la existencia de una raza aria era tenida por la mayoría como una verdad científica, y ya había todo un enorme aparato teórico que denunciaba la "influencia judía" en el arte, las leyes, la medicina, filosofía, literatura, etc. Un ejemplo particularmente escandaloso (aunque menor) fue la obra del campeón mundial de ajedrez Alexander Alekhine, Ajedrez ario contra ajedrez judío en la que se sostiene que los judíos juegan al ajedrez de un modo distinto, hiperdefensivo y oportunista.

La judeofobia racial no dejó salida a los judíos, y algunos encontraron una única reacción posible.

El Auto-Odio Judío

Miles de judíos habían dejado de lado su tradición décadas antes de los escritos racistas. Muchos, nacidos en familias religiosas y educados en ieshivot talmúdicas, abandonaron el judaísmo apenas se pusieron en contacto con la cultura alemana. El hijo de uno de aquellos judíos fue el máximo poeta Heinrich Heine, para quien "el judaísmo no es una religión sino una desgracia" y quien se bautizó ("pero no me convertí", aclaraba). El escritor Moritz Saphir fue aun más lejos: "el judaísmo es una deformidad de nacimiento, corregible por cirurgía bautismal".

Pero cuando la Emancipación se revirtió en Alemania, y los judíos fueron nuevamente confrontados con un odio sistemático que no les permitía en modo alguno liberarse de la carga de su judeidad, apareció un fenómeno muy singular: el auto-odio judío. Ese precisamente fue el título del libro de Theodor Lessing, que en 1930, examinó las biografías de seis judíos que odiaron su ascendencia. Algunos se suicidaron en consecuencia, incluido el conocido psiquiatra y filósofo autríaco Otto Weininger.

Casos de autoodio judío había habido en la antigüedad, como el del sobrino de Filón, Tiberio, que hizo masacrar a los judíos. Y también en la Edad Media hubo casos como Petrus Alfonsi, Nicholas Donin, Pablo Christiani, Avner de Burgos, Guglielmo Moncada y Alessandro Franceschi. Pero todos ellos habían tenido la opción de la apostasía, y aun pudieron unirse al sector más judeofóbico de la Iglesia a fin de perseguir a los judíos.

La novedad de la nueva etapa judeofóbica en Austria y Alemania de este siglo, fue que no dejaba escapatoria alguna, y llevó al auto-odio judío a los mismos abismos que la judeofobia gentil. La Organización de Judíos Nacional-Alemanes fue creada para apoyar "el renacimiento nacional alemán" (nazismo) en el cual esperaban cumplir un rol como judíos (eventualmente recibieron ese rol en Auschwitz).

Uno de los casos que estudió Lessing fue el del periodista vienés Arthur Trebitsch, quien se convirtió al cristianismo, escribió un libro judeófobo, y ofreció sus servicios a los nazis de Austria. Cuando sintió que todo era insuficiente, escribió: "Me fuerzo a no pensarlo, pero no lo logro. Se piensa dentro de mí… está allí todo el tiempo, doloroso, feo, mortal: el conocimiento de mi ascendencia. Tanto como un leproso lleva su repulsiva enfermedad escondida bajo su ropa y sin embargo sabe de ella en cada momento, así cargo yo la vergüenza y la desgracia, la culpa metafísica de ser judío. ¿Qué son todos los sufrimientos e inhibiciones que vienen de afuera en comparación con el infierno que llevo dentro? La judeidad radica en la misma existencia. Es imposible sacudírsela de encima. Del mismo modo en que un perro o un cerdo no pueden evitar ser lo que son, no puedo yo arrancarme de los lazos eternos de la existencia que me mantienen en el eslabón intermedio entre el hombre y el animal: los judíos. Siento como si yo tengo que cargar sobre mis hombros toda la culpa acumulada de esa maldita casta de hombres cuya sangre venenosa me contamina. Siento como si yo, yo solo, tengo que hacer penitencia por cada crimen que esta gente está cometiendo contra la germanidad. Y a los alemanes me gustaría gritarles: Permaneced firmes! No tengáis piedad! Ni siquiera conmigo! Alemanes, vuestros muros deben permanecer herméticos contra la penetración. Para que nunca se infiltre la traición por ningún orificio… Cerrad vuestros corazones y oidos a quienes aun claman desde afuera por ser admitidos. Todo está en juego! Permanezca fuerte y leal, Alemania, la última peque¤a fortaleza del arianismo! Abajo con estos pobres pestilentes! Quemad este nido de avispas! Incluso si junto con los injustos, cien justos son destruidos. ¿Qué importan ellos? ¿Qué importamos nosotros? ¿Qué importo yo? No! No tengan piedad! Se los ruego."

Si consideramos que los postulados judeofóbicos raciales habían penetrado por doquier en Alemania, se entiende el meteorítico crecimiento del nazismo, sobre todo si agregamos la simplicidad de su postura maniquea, que seduce a las masas. De veinte mil afiliados en 1923, el Partido Nazi recibió en 1930 dos millones y medio de votos, elevando a sus representantes en el Reichstag de 12 a 107. Dos a¤os después, ya eran 230. Cuando ascendieron al poder en 1933, el dogma judeófobo era una mitología filtrada en todos los órdenes de la vida, que sirvió para justificar el Holocausto.

El insulto a los judíos servía para enseñar a la juventud alemana el rechazo del pacifismo sentimental. Los maestros lo hacían en clase reprimiendo "debilidades" de otros niños. Siglos de odio acumulado se descargaron contra una población indefensa atrapada en Europa. El judío ya no era el chivo emisario, ni siquiera un miembro de una raza inferior. Era el culpable de todo mal: la derrota alemana en la Gran Guerra (tal acusación era llamada "la teoría de la pu¤alada en la espalda"), la inflación, el crimen, todo. El judío era el destructor inherente, el envenenador de la pureza. Y era incorregible. Sólo restaba una "Solución Final", que el slogan nazi explicitó claramente: Juda Verrecke! (judería, pereced!).

Al comienzo se fingió legalidad, se simuló autodefensa nacional. Luego el programa se aceleró: aislamiento, pauperización, expulsión, exterminio. Pero incluso antes de que el gobierno actuase, las tropas de asalto nazis, la policía y los afiliados del partido tomaron la acción en sus propias manos. Las golpizas, los boycots económicos, y los asesinatos de judíos fueron experiencias cotidianas. Se condenó al ostracismo a los judíos que ejercían como abogados, médicos, maestros, periodistas, académicos y artistas. Los ni¤os judíos eran insultados en las escuelas, por compa¤eros y por maestros, y regresaban a sus casas golpeados, pálidos y temblorosos. Una estrella amarilla debia exhibirse en la ropa, los libros de judíos eran incendiados en público.

Antes de que concluyera 1933, los judíos alemanes eran hombres desesperados, mujeres sollozantes y ni¤os aterrorizados. En septiembre de 1935 las Leyes de Nürenberg cancelaron la ciudadanía de todos los judíos, quienes pasaron a ser "huéspedes". La única salida era la emigración o el suicidio. Se limitó la salida de bienes del país, y para 1938 no podía sacarse ni siquiera un marco. Esta medida enriquecía al gobierno con cada partida, y también hacía del judío un inmigrante aun más indeseable en los países a los que presentaba su solicitud.

La Noche de los Cristales (10/11/1938) fue el horror: ultrajes, asesinatos, saqueos y violaciones. Los judíos corrían presas del pánico mientras hordas de nazis los perseguían. Más de cien judíos fueron asesinados, treinta y cinco mil arrestados (y eventualmente enviados a los campos de muerte), siete mil quinientos negocios saqueados y seiscientas sinagogas incendiadas, mientras los altoparlantes anunciaban: "se requiere de todo judío que decida colgarse, que tenga la amabilidad de colocar en su boca un papel con su nombre, para que sea identificado". El Holocausto había comenzado.

La historia del Holocausto excedería el marco de este curso. En síntesis, una nación entera se trasformó en el brazo ejecutor de la judeofobia más brutal. Y era la nación más civilizada del planeta. Se aplicó la "ideología" nazi, o sea la remoción de los judíos de la sociedad humana, por medio de etiquetarlos como parásitos, como un virus infeccioso que amenazaba al mundo. La mitología judeofóbica llevó así a la pérdida de seis millones de vidas de judíos (un tercio del total) y Adolf Hitler despojaba la judeofobia de todos sus disfraces y desnudaba su esencia. Instintos sádicos descontrolados fueron protegidos por la ley, por el estado, por el silencio del mundo. Tanto la conferencia internacional de Evian (1938) como la de Bermuda (1943) no pudieron proveer a los judíos de un solo sitio en el que refugiarse. Y las puertas de la Tierra de Israel permanecieron selladas por los británicos que devolvían a Europa los barcos cargados de refugiados judíos, o los hundían y así condenaban a miles de judíos fugitivos a ahogarse en el mar.

Millones de judíos que habían rechazado o postergado las propuestas sionistas de emigración, y confiaban que la seguridad del pueblo judío sería defendida por los ideales liberales de Europa, por una legislación justa, y por democrátas por doquier, descubrieron con estupor que incluso sus vecinos y amigos no-judíos no se levantaron a protegerlos, ni incluso a esconderlos. Hubo, sí, miles de "justos entre los gentiles" que expresaron solidaridad con los judíos, algunos incluso arriesgando así sus propias vidas. Pero a pesar de ellos, el panorama global fue de tétrica desilusión para los que creyeron que la judeofobia estaba por superarse.

La opresión de los judíos caía en niveles cada vez peores. Desde legislación discriminatoria hasta exclusión de empleos de los que subsistir, desde actos de violencia contra individuos en las calles hasta campa¤as contra negocios de judíos, desde deportaciones y degradación, hasta el exterminio, y la mayoría de los gentiles cubrieron sus ojos, cerraron sus puertas a los que buscaban refugio y, con demasiada frecuencia, fueron partícipes del asesinato de judíos, arrebatándoles sus pertenencias y delatando sus escondrijos. Aun más que durante las matanzas medievales, los alemanes tuvieron éxito en el genocidio debido a la abrumadora coooperación que recibieron de los ciudadanos de los países ocupados.

Todos los pedidos de los judíos fueron virtualmente desoídos, incluída la solicitud de que se bombardearan los hornos crematorios de Auschwitz, donde un millón y medio de judíos fueron asesinados después de inenarrables sufrimientos. Los ejércitos aliados se negaron a bombardear el campo de muerte, por temor de que sus propios ciudadanos sintieran que habían sido arrastados a una "guerra judía".

Llamar racismo a la "ideología" nazi es otro empe¤o por desjudaizar el Holocausto. Sólo en lo que concernía a los judíos fueron los nazis consistentemente "racistas". Sus principales aliados fueron pueblos latinos y asiáticos, Italia y Japón, y flirtearon con otro pueblo supuestamente "semita", los árabes. Es sabido que cuando el líder de los árabes-palestinos, Hajj Amin Al-Husseini, visitó a Alfred Rosenberg en mayo de 1943, se le prometió que se daría instrucciones a la prensa para que limitara el uso de la voz "anti-semitismo" porque sonaba al oído como si incluyera el mundo árabe, que era mayormente germanófilo. Husseini participó del golpe pronazi en Irak en 1941, y residió en Alemania por el resto de la guerra. Recrutó a los voluntarios musulmanes para el ejército alemán y exhortaba al Reich a extender la "solución final" a Palestina.

El hecho es que el odio nazi se focalizó en los judíos con la virtual exclusión de toda otra "raza" (incluídos los gitanos que, aunque fueron muertos en masa, a diferencia de los judíos, en la visión de los nazis no pasaron de ser marginales).

No fue debido al racismo que los nazis odiaban a los judíos, sino al revés: para ejercer su honda judeofobia utilizaron argumentos racistas. No fue para adquirir poder que los nazis atacaron al "chivo expiatorio" judío, sino al revés, o como Hitler escribiera, ya derrotado, en su diario, en abril de 1945: "Por encima de todo encargo al gobierno y al pueblo a resistir sin misericordia al envenenador de todas las naciones, el judío internacional".

Así resumen Prager y Telushkin la judeofobia nazi: "Casi toda ideología y nacionalidad europea había estado saturada con odio contra el judío cuando los nazis consumaron la "solución final". En las décadas y siglos que la precedieron, elementos esenciales del pensar cristiano, socialista, nacionalista, iluminista y post-iluminista habían considerado intolerable la existencia de los judíos. En un análisis final, todos se habrían opuesto a lo que Hitler hizo pero, sin ellos, Hitler no podría haberlo hecho".

En cuanto al rol específico de la Iglesia, fue objeto este mes de un simposio vaticano bajo el título de "Raíces de antijudaísmo en círculos cristianos". Allí tanto el teologo Georges Cottier como la autoridad vaticana, el padre Remi Hoeckman, convocaron a un "histórico examen de conciencia por parte de los cristianos, a fin de que el fin del milenio coincida con el fin del antisemitismo, del desprecio que los cristianos han tenido por el judaísmo y los judíos".

 

La Naturaleza de la Judeofobia (G. Perednik) – Unidad 5

En el medievo la realeza protegía a "sus judíos" mientras le resultaban útiles, y hasta tanto no estallara el clamor de los deudores empobrecidos. Cuando el resentimiento de las masas hervía debido a los altos impuestos, el rey transformaba a los judíos en chivos expiatorios, se unía a la furia popular, y echaba mano a la mitología judeofóbica… Así ocurrió casi en cada país europeo.
 


Unidad 05: La Judeofobia medieval

Por: Gustavo Perednik

Vimos cómo a partir del cristianismo fue gestándose una judeofobia novedosa, más grave, que alcanzó su acérrimo punto durante el siglo IV, llamado por Flannery "el más funesto". La teología de odio hacia los judíos se expresó en bulas papales, y en la persecución a los judíos por medio de sermones y bautismos por la fuerza, quemas y prohibiciones de libros, disputas y ghettos.

En esta lección añadiremos dos prácticas: las expulsiones sistemáticas de judíos, que también fueron la política a partir del mentado siglo IV, y las matanzas en gran escala, que comenzaron en el siglo XI.

Hubo precedentes de expulsiones en Roma (tres veces: en el 139 a.e.c., en el 19 e.c. por Tiberio y en el 50 e.c. por Claudio); y en Jerusalem, a la que los judíos tuvieron prohibida la entrada entre el 135 y el 638. Pero las expulsiones posteriores incluyeron la remoción de judíos de países enteros y por períodos extensos (por ejemplo, para fines del siglo XIII, ya habían sido expulsados de Inglaterra, Francia y Alemania).

Debido a las persecuciones, y a las restricciones a sus ocupaciones, cuando un judío llegaba a enriquecerse, optaba por invertir sus bienes en contante y sonante, y no en bienes inmuebles. Por ello, frecuentemente era utilizado por los reyes como prestamista oficial del cual obtener recursos al contado, con la ventaja adicional de que dichas operaciones no estarían sometidas a las limitaciones eclesiásticas en materia de préstamo a interés.

Asimismo, el rey unificaba las actividades financieras por medio de colocar al judío como colector de los impuestos que cobraba a los campesinos. Así, a los ojos de éstos el judío agravaba su imagen por medio de la odiosa tarea, que era su modo de garantizar su incierta existencia.

La realeza protegía a "sus judíos" mientras le resultaban útiles, y hasta tanto no estallara el clamor de los deudores empobrecidos. Cuando el resentimiento de las masas hervía debido a los altos impuestos, el rey transformaba a los judíos en chivos expiatorios, se unía a la furia popular, y echaba mano a la mitología judeofóbica. Se atribuía visos de "buen cristiano" aun cuando sus móviles hubieran sido meramente económicos. Y al rey se asociaban comerciantes y artesanos cristianos que repentinamente se veían libres de la competencia de los judíos. Así ocurrió casi en cada país europeo.

En Inglaterra, durante la guerra civil de 1262, los judíos fueron atacados en muchas localidades; sólo en Londres mil quinientos fueron asesinados. En el 1279 todos los judíos de la ciudad fueron arrestados bajo cargo de que adulteraban la moneda del reino. Después de un juicio en Londres, doscientos ochenta fueron ejecutados y el rey Eduardo I ordenó la expulsión de todos los demás, apropiándose de todas sus posesiones. El plazo para abandonar el reino fue el Día de Todos los Santos del año 1290.

En octubre, dieciséis mil judíos partieron a Francia y Bélgica; muchos de ellos perecieron apenas cruzado el río Thames en el que un capitán los hacía ahogarse. La readmisión de los judíos a Inglaterra se produjo sólo en 1650.

Francia los expulsó de la mayor parte de su territorio en 1306 (y los que eventualmente regresaron, volvieron a ser expulsados en 1394) y no fueron oficialmente readmitidos hasta 1789. De las diversas regiones de Alemania fueron expulsados mayormente durante la Peste Negra, a la que nos referiremos en la próxima lección. En Rusia la residencia de los judíos fue prohibida entre el siglo V y 1772 (cuando masas judías fueron incorporadas desde los anexados Polonia-Lituania). En 1495 fueron expulsados de Lituania, y readmitidos ocho años después. Expulsiones de ciudades específicas hubo muchas, como Praga en 1744 o Moscú en 1891.

La expulsión más destacada es la de España, en 1492, que removió por virtualmente medio milenio a casi trescientos mil judíos, la mayor comunidad hebrea de la época, que había producido filósofos, astrónomos, poetas, médicos y notables contribuciones al Siglo de Oro español.

Después de la boda entre Fernando e Isabel, que unificó los tronos de Castilla y Aragón en 1479, la homogeneidad nacional española se transformó en un objetivo real, y los judíos (y más tarde los conversos) fueron percibidos como una amenaza a dicho objetivo.

Al principio, los Reyes Católicos continuaron usando funcionarios judíos y conversos, pero ulteriormente requirieron del papa que extendiera a su reino las actividades de la Inquisición. En el 1480 dos dominicos fueron designados inquisidores y en los seis años siguientes más de setecientos conversos fueron quemados en la hoguera. Tomás de Torquemada, confesor de la reina, fue nombrado Inquisidor General en el 1483, y la institución impuso el terror a los judíos de aldea en aldea. En una década la Inquisición condenó a trece mil conversos, hombres y mujeres.

La marcha hacia la completa unidad religiosa fue vigorizada cuando cayó el último bastión del poder musulmán en España, con la entrada triunfal de los Reyes Católicos en Granada, el 2 de enero del 1492. La presencia de miles de conversos que se mantenían secretamente fieles al judaísmo, fue considerada un escándalo que probaba que no bastaban la segregación de los judíos y restricciones a sus derechos: los Nuevos Cristianos aún debían ser alejados de la influencia de judía.

El edicto de expulsión total fue firmado en Granada y en mayo comenzó el gran éxodo. A partir de entonces, la vieja preocupación acerca de los Nuevos Cristianos se transformó en una obsesión contra aquellos que habían permanecido. Se prohibió a los Marranos y sus descendientes ejercer cargos públicos, así como la pertenencia a corporaciones, colegios, órdenes, e incluso la residencia en ciertas ciudades.

Los roles públicos fueron reservados en exclusividad a los cristianos de "ascendencia impecable", es decir quienes no eran sospechosos de antepasados judíos cualesquiera. Si no quedaban judíos, pues el odio judeofóbico necesitó de otro continente para descargarse: los Nuevos Cristianos. Con el transcurso del tiempo, fueron redoblándose los esfuerzos para desenterrar todo resabio de antepasados "impuros" que hubiera sido pasado por alto.

En Portugal, la discriminación legal entre Viejos y Nuevos Cristianos fue abolida oficialmente sólo en 1773. España fue más lejos: hasta 1860 se exigía pureza de sangre para ingresar a la academia militar, y la más prestigiosa de sus escuelas, la San Bartolomé de Salamanca, se ufanaba de que rechazaba todo candidato sobre el que se corriera el más mínimo rumor de contar con antepasados judíos. Pero nadie podía estar absolutamente seguro de tener "pureza de sangre desde tiempo inmemorial", por lo que la mancha era negociable por medio de testigos sobornados, genealogías barajadas y documentos falsificados.

Con todo, el más atroz de los sufrimientos judíos aún no ha sido abordado. Lo descripto hasta ahora fue muchas veces considerado un mal menor, ya que la acechanza de genocidios siempre se cernía sobre los judios. Así se infiere por ejemplo de los escritos de un conocido filósofo y rabino, el Maharal de Praga. Este anota que la era del exilio que a él le había tocado en suerte era tolerable porque el principal sufrimiento se limitaba a las expulsiones. Así reza un poema de Eljanan Helin de Frankfurt de 1692: "partimos en júbilo y en tristeza; aflicción, debido a la destrucción y la desgracia. Mas nos alegramos de haber escapado con tantos sobrevivientes". También en Tevie el Lechero, la famosa obra de Scholem Aleijem (1894), toma las expulsiones con ligereza: la razón por la que usamos sombreros, deduce, es que debemos estar siempre preparados para partir en cualquier momento.

Sin embargo, las expulsiones no sólo significaban ingentes pérdidas de propiedad, sino un debilitamiento de cuerpo y de espíritu. Dejaron una marca indeleble en el pueblo judío y su devenir, con sentimientos de extranjería. Los judíos eran como empujados a los márgenes de la historia. Considérese que después de 1492 no había judíos abiertamente identificados a lo largo y ancho de toda la costa europea del Atlántico Norte, durante un período en el que allí estaba el centro del mundo.

Matanzas Totales: Ocho Ejemplos

Pero la peor parte del martirio judío fueron sin duda las matanzas, que desde la antigüedad habían tenido lugar esporádicamente, y desde las Cruzadas fueron sistemáticas. La judeofobia fue superando su crueldad a lo largo de los siglos, y cada superlativo iba empequeñeciéndose por eventos posteriores.

Matanzas bajo dominio cristiano, datan ya de los primeros siglos. En Antioquía (ciudad que asumió en el Este la importancia de Alejandría) facciones enfrentadas (los azules y los verdes) terminaron por masacrar judíos e incendiar la sinagoga de Daphne junto con los huesos de las víctimas (circa 480). El emperador Zenón se limitó a comentar entonces que hubiera sido preferible quemar a los judíos vivos.

Pero esas masacres ocasionales devinieron en norma durante la primera mitad de este milenio, el período en el que la Iglesia alcanzó el cenit de su poder. A modo de resumen, digamos que los principales genocidios de judíos en la primera mitad del milenio tuvieron lugar en el transcurso de cada una de las tres primeras Cruzadas, y de cuatro campañas judeofóbicas que las sucedieron. Añadiré a su enumeración, el año y el nombre de los cabecillas, a saber: la Primera Cruzada (Godofredo de Bouillon, 1096); la Segunda Cruzada (el monje Radulph, 1144); la Tercera Cruzada (Ricardo Corazón de León, 1190); los Judenschachters (Rindfleisch, 1298); los Pastoureaux (el fray Pedro Olligen, 1320); los Armleder (John Zimberlin, 1337); y la Muerte Negra (Federico de Meissen, 1348).

Como escribiera Flannery, para encontrar en la historia de los judíos un año más fatídico que 1096, habría que remontarse a mil años antes hasta la caida de Jerusalem, o a casi nueve siglos después hasta el Holocausto. Todo comenzó el 27 de noviembre del 1095 en la ya mencionada ciudad de Clermont-Ferrand, cuando durante la clausura de un concilio, el Papa Urbano II convocó una campaña "para liberar Tierra Santa del infiel musulmán". Hordas de caballeros, monjes, nobles y campesinos, se lanzaron sin organización a la aventura, pero eventualmente optaron por comenzar la purga de los "infieles locales", y acometieron ferozmente contra los judíos de Lorena y Alsacia, exterminando a todos los que se negaban a bautizarse. Corrió el rumor de que el líder Godofredo había jurado no poner en marcha la cruzada hasta tanto no se vengara la crucifixión con sangre judía, y que no toleraría más la existencia de judíos.

En efecto, un común denominador de las matanzas enumeradas fue el intento de barrer a la población judía íntegra, niños incluidos. Los judíos franceses advirtieron del peligro a sus correligionarios alemanes, pero infructuosamente. A lo largo del valle del Rhin, las tropas, incentivadas por predicadores como Pedro el Hermitaño, ofrecieron a cada una de las comunidades judías la opción de la muerte o el bautismo. En Speyer, mientras los crusados rodeaban la sinagoga, en donde se había refugiado la comunidad presa del pánico, una mujer reinició la tradición de Kidush Hashem, la aceptación voluntaria del martirio para gloria de Dios. Cientos de judíos se suicidaron y algunos aun sacrificaban primero a sus propios hijos. En Ratisbon, los cruzados sumergieron a la comunidad judía entera en el río Danubio a modo de bautismo colectivo. Las matanzas se sucedían en Treves y Neuss, en las aldeas a lo largo del Rhin y el Danubio, Worms, Mainz, Bohemia y Praga.

El fin del viaje era Jerusalem, en donde los crusados hallaron a los judíos agolpados en sus sinagogas y procedieron a incendiarlas (1099). Los pocos sobrevivientes fueron vendidos como esclavos, algunos de los cuales fueron eventualmente redimidos por comunidades judías de Italia. Pero la comunidad judía de Jerusalem quedó destruida por un siglo. En los primeros seis meses de la Primera Cruzada aproximadamente diez mil judíos fueron asesinados, que constituían en esa época un tercio de las poblaciones judías de Alemania y el norte de Francia.

En el año 1144, los cruzados perdieron Edessa, y se temió por la suerte del Reino Latino de Jerusalem. El Papa Eugenio III convocó la Segunda Cruzada, y sus sucesores "judaizaron" la marcha. Se estipuló que no debía pagarse interés sobre el dinero que se tomara de de judíos para financiar la cruzada (nótese que desde el siglo XIII el término cruzada se aplicó a toda campaña de la que la Iglesia se veía políticamente beneficiada).

En el 1146 el monje Radulph exhortó a los cruzados a vengarse en "los que crucificaron a Jesús". Centenares de judíos del Rhineland cayeron ante las hordas incitadas que los aplastaban al grito de Hep, Hep! (esta consigna, que probablemente era la abreviatura del latín Jerusalem se ha perdido, fue un lema judeofóbico muy popular en Alemania, y así se denominaron los tumultos contra judíos alemanes en 1819).

Brutalidades se perpetraron en Colonia y Wuezburg en Alemania, y en Carenton y Sully en Francia. El famoso maestro Rabenu Jacob Tam fue acuchillado cinco veces en recuerdo de las heridas sufridas por Jesús. Pedro de Cluny (llamado el Venerable) solicitó que el rey de Francia castigara a los judíos por "macular el cristianismo. No debería matárselos, sino hacerlos sufrir tormentos espantosos y prepararlos para una existencia peor que la muerte". Puede verse que el pretendido celo religioso de estos judeófobos no era sino una máscara para poder descargar sus instintos más sádicos, ideológicamente justificados.

La tregua que se dio a los judíos europeos después de de las dos primeras cruzadas, fue balanceada por las persecuciones a las que los sometieron los almohades en España y Noráfrica. Pero cuando Saladino puso fin al reino crusado en Jerusalem, una Tercera Cruzada fue lanzada, a la que se sumaron con entusiasmo el emperador de Alemania y el rey Felipe Augusto de Francia, quien ya había hecho quemar a cien judíos en Bray, como castigo por el ahorcamiento de uno de sus oficiales que había asesinado a un judío.

La novedad de la Tercera Cruzada fue que repercutió más en Inglaterra, que en las dos primeras había tenido un rol menor. Las comunidades judías de Lynn, Norwich y Stamford, fueron íntegramente destruidas. En York, los judíos se refugiaron en el castillo, al que se le puso sitio, y en el que se autoinmolaron a comienzo de la Pascua hebrea.

Para los judíos, las Cruzadas pasaron a simbolizar la inveterada hostilidad del cristianismo. Trescientos rabinos emigraron en el 1211 a Eretz Israel, en la certeza de que si permanecían en Europa Occidental pocas serían sus posibilidades de sobrevivir. Y como lo rubrica Flannery "los que decidieron quedarse terminaron lamentando su decisión". Al mismo tiempo, el recuerdo de los mártires fue para los judíos una fuente de inspiración para las generaciones posteriores: Dios los había puesto a prueba y demostraron ser héroes. Su martirio fue percibido como una victoria, símbolo del pueblo entero. La mayoría de los que se convirtieron por la fuerza pudieron ulteriormente regresar al judaísmo… y terminaron siendo víctimas de las matanzas que estallaron después. En la percepción del cristiano, el judío se había transformado en el implacable enemigo de su fe.

Las Cruzadas revelaron en toda su dimensión el peligro físico en el que se hallaban los judíos, lo que resultó en dos efectos. En principio, los judíos se mudaron mudarse a ciudades fortificadas en las que serían menos vulnerables (esto puede ser una explicación parcial del carácter urbano de los judíos que fue mencionado en la segunda lección). Segundamente, se instituyó el status de "siervos de la cámara real". Los judíos compraron la protección de emperadores y reyes a un elevado precio. Se consideraba que tendrían un privilegio si se los protegía del fanatismo de las masas y de la rapacidad de los barones. Pero en poco tiempo la supuesta protección se transformó en un artificio para enriquecer la Corona.

La teología ayudaba. El Papa Inocencio III proclamó la "servidumbre perpetua de los judíos" y el jurista Enrique de Bracton (m.1268) definió que "el judío no puede tener nada de su propiedad. Todo lo que adquiere lo adquiere para el rey". Para el siglo XIII era un buen negocio poseer algunos judíos, antes de que fueran eventualmente masacrados. Y las matanzas que sucedieron a las Cruzadas probaron ser las más sombrías.

En Rottingen en 1298 un noble llamado Rindfleisch incitó a las masas, que quemaron en la hoguera a la comunidad íntegra. Luego sus Judenschachters (asesinos de judíos) atravesaron Austria y Alemania saqueando, incendiando y asesinando judíos a su paso. Ciento cuarenta comunidades fueron diezmadas; cien mil judíos asesinados.

En el 1306 el rey de Francia hizo arrestar a todos los judíos en un mismo día y les ordenó abandonar el país en el plazo de un mes. Cien mil lo hicieron y se asentaron en comarcas vecinas; nueve años después fueron readmitidos… para ser nuevamente masacrados.

Un monje benedictino lideró a los Pastoureaux (pastorcitos) en una especie de cruzada que destruyó ciento viente comunidades. En reacción a la matanza de los Pastoureaux en Castelsarrasin y otras localidades entre el 10 y el 12 de junio del 1320, el vizconde de Tolosa comandó una tropa para detener a los revoltosos, y cargó veinticuatro carros de Pastoureaux, a fin de encarcelarlos en el castillo de la ciudad. Sin embargo, el populacho vino en socorro de los saqueadores y los liberó. En efecto, otra característica común de los genocidios es el grado pasmoso de apoyo campesino con el que contaban. Y como es habitual en la judeofobia, lo peor estaba por venir.

En el 1336 John Zimberlin, un iluminado que había "recibido un llamado para vengar la muerte de Cristo matando judíos" lideró a cinco mil enardecidos armados, que usaban bandas de cuero en los brazos (los Armleder) y se lanzaron al asesinato de los judíos alsacianos. En Ribeauville fueron masacrados mil quinientos. Finalmente, el 28 de agosto del 1339 se concluyó un acuerdo entre el obispo de Estrasburgo y Zimberlin, que puso fin a los desmanes.

El séptimo genocidio mencionado en la lista fue el de la Muerte Negra. Una plaga mató a alrededor de un tercio de la población de Europa entre 1348 y 1350 (casi cien millones de personas). Las comunidades judías de Europa fueron exterminadas por el populacho enloquecido por tanta muerte. ¿Quién podía ser culpable de la plaga sino el archiconspirador y envenenador, el judío?

El emperador Carlos IV ofreció inmunidad a los que atacaran judíos, otorgándoles sus propiedades a los favoritos de la corte… ¡incluso antes de que una matanza tuviera lugar! Por ejemplo, le ofreció al arzobispo de Trier los bienes de los judíos "que ya han sido muertos o lo sean en el futuro" y a un margrave de Nurenberg la elección de las casas de judíos "cuando la próxima matanza se lleve a cabo".

Debido a Hitler que superó a todos, se tiene poco en cuenta los genocidios previos. El ucraniano Bogdan Chmielnicky fue eventualmente olvidado al perder su rol de peor genocida judeofóbico. Combatió la dominación polaca de su país asesinando a más de cien mil judíos en 1648-1649, y hasta hoy es reverenciado como héroe nacional de Ucrania. Así lo describió el cronista de la época, Natan Hanover en su libro Ieven Metzula ("El fango profundo") págs. 31-32: "A algunos de los judíos les arrancaban la piel y arrojaban su cuero a los perros. A otros les cortaban las manos y los pies y arrojaban a los judíos al camino en donde eran finalmente pisoteados por caballos… Muchos eran enterrados vivos. A los infantes se los mataba en el pecho de la madre; a muchos niños se los despedazaba como pescado. Desgarraban los vientres de las mujeres preñadas, extraían a los bebés no nacidos y se los tiraban a las madres en las caras. A algunas les abrían el vientre y reemplazaban el feto con gatos vivos y las dejaban así, asegurándose primero de cortarles las manos para que las mujeres no pudieran sacarse el gato de su cuerpo… No hubo nunca en el mundo una muerte no-natural que no les infligieran".

La pregunta acerca de cuán profundo debe de ser un odio que lleve a semejantes atrocidades, tendrá respuesta parcial en la próxima clase, cuando nos refiramos a la mitología judeofóbica que las sostuvo. Pero adelantemos que tanta muerte atroz debe ser motivo de reflexión. Máximo Kahn, un intelectual judío que escapó de Alemania y se radicó en la Argentina, escribió en 1944: "La muerte de los judíos es, quizá, la más enigmática de todas las muertes; ciertamente es la más acusadora. Durante dos mil quinientos años se ha venido matando a los judíos en vez de permitir que mueran… Se empezó a matar judíos con tanto éxtasis que la muerte natural ya no les causó terror… los judíos se agarraron a la muerte natural como si fuera vida, como si fuera luz del sol, canto de pájaros, fragancia de flores o amor. Nada les pareció tan apetecible como poder morir sin huellas de homicidio en el cuerpo. Su vida se convirtió en esperar la muerte. Es de extrañar que la palabra judío no se haya vuelto sinónimo de moribundo… el judaísmo es una salud incurable".

El odio ilimitado que se descargó contra los judíos estaba sostenido por un cuerpo mitológico que vamos a revisar en la próxima lección.

 

 

 

La Naturaleza de la Judeofobia (G. Perednik) – Unidad 3

"…a partir del cristianismo la judeofobia se convirtió en norma. Nacía una religión masiva basada en el judaísmo, en la que el odio antijudío echó raíces, se profundizó, y se ramificó monstruosamente, con derivaciones ideológicas y aun teológicas. La judeofobia precristiana fue vulgar, poco organizada, no sistemática. En contraste, señala Marcel Simon, la judeofobia cristiana "persigue un objetivo muy preciso: despertar el odio hacia los judíos". 


 

Unidad 03: El nacimiento del cristianismo y su influencia en la judeofobia

Por: Gustavo Perednik

 

Vimos en nuestra segunda lección amplia evidencia de la judeofobia pagana, y de cómo Alejandría podría considerarse cuna de la judeofobia en general. Ello bastaría para justificar una postura como la de Edward Flannery que atribuye a la judeofobia veintitrés siglos de antigüedad. Concluimos por preguntarnos si acaso es posible argumentar que la judeofobia nació después, con el cristianismo, salteando de este modo la etapa pagana.

La respuesta es básicamente que a partir del cristianismo la judeofobia se convirtió en norma. Nacía una religión masiva basada en el judaísmo, en la que el odio antijudío echó raíces, se profundizó, y se ramificó monstruosamente, con derivaciones ideológicas y aun teológicas. La judeofobia precristiana fue vulgar, poco organizada, no sistemática. En contraste, señala Marcel Simon, la judeofobia cristiana "persigue un objetivo muy preciso: despertar el odio hacia los judíos".

Quede claro desde el comienzo que señalar las raíces cristianas de la judeofobia no implica la grosera generalización de atribuir judeofobia a los cristianos en su conjunto. Sin embargo, algunos datos básicos deben ser mencionados para aclarar la idea, y a ellos dedicaremos esta tercera lección.

La esencia del problema es que la iglesia naciente se presentó como la consumación del judaísmo, su herencia mas prístina, su legítima continuación. El cristianismo emerge del judaísmo; sus líderes fueron judíos, como sus primeros seguidores y su culto. En principio ello podría haber sido motivo de confraternidad y, en efecto, los primeros cristianos eran considerados miembros de la grey judía, y no hubo antagonismo serio entre las dos religiones mientras el Estado judío existía.

El mensaje de los primeros tenía como destinatario la Casa de Israel. Sin embargo, rápidamente quedó claro que la vasta mayoría de los judíos no iba a convertirse, sino que permanecería fiel a la ley bíblica, a la visión intransigente de un Dios trascendente e incorpóreo, y a la fe en la llegada de un Mesías que curaría el mundo al final de los tiempos.

Una vez que las incompatibilidades doctrinarias fueron obvias, la armonía original entre las dos religiones quedó condenada. El hecho de que los judíos rechazaran la nueva noción mesiánica acerca del "hijo de Dios", desconcertó a los cristianos, que basaban su fe en las Escrituras judías y en sus creencias, y por lo tanto esperaban persuadir precisamente a los hijos de Israel. Si el cristianismo era el heredero de la tradición judía, su realización más plena y su continuidad, tarde o temprano se descubrirían defectos serios en quienes persistían independientemente con la religión "superada y heredada". La vitalidad del judaísmo, de por sí cuestionaría la legitimidad de la herencia.

La escisión entre las dos religiones fue proclamada por un judío, discípulo de Jesús, Pablo o Saúl de Tarso, el verdadero fundador del cristianismo. Pablo se pronunció en contra de la observancia de la Ley que estipulaba el judaísmo, y estableció que la verdadera salvación venía exclusivamente de la fe en Jesús como Mesías. Los judíos-cristianos, o sea la minoría que aceptó ese dogma, siguieron practicando el judaísmo y fueron vistos por la nueva fe que se expandía como un fenómeno temporario (se ve en el Nuevo Testamento la Epístola a los Gálatas 2:11-21). Ellos terminaron rompiendo con Pablo cuando eventualmente repararon en que él no hacía distingos entre judío y gentil, y en que llevaba el nuevo mensaje al mundo pagano sin el marco tradicional de la ley hebrea.

Lo que queda claro es que Pablo había heredado el amor de Jesús por su pueblo. El Nuevo Testamento testimonia que ninguno de los dos habría querido ver a los judíos degradados o destruidos. Pero gradualmente, mientras el Nuevo Testamento era compuesto, la actitud cristiana hacia los judíos empeoraba. Por ello, las secciones más tempranas (las de Pablo, alrededor del año 50) están exentas de la judeofobia que se nota en las partes más tardías (el Evangelio de Juan, alrededor del año 100). En el año 140 se compila el canon más antiguo del Nuevo Testamento, por Marción, quien llega a rechazar la Biblia Hebrea en su conjunto.

El debate acerca de cuán judeofóbico es el Nuevo Testamento, excede los límites de este curso. Entre los teólogos cristianos algunos (como Rosemary Ruether) arguyen que es decididamente judeofóbico y algunos (como Gregory Baum) que no lo es en absoluto.

Sin duda, varios versículos del Nuevo Testamento describen a los judíos de modo positivo, atribuyéndoles la salvacíon (Juan 4:22) o la gracia divina (Romanos 11:28) y muchos otros pueden ser usados en el arsenal judeofóbico (y lo fueron). En ese sentido, los dos versículos más acres son aquél en el que los judíos supuestamente insisten en que Jesús sea crucificado y declaran "Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos" (Mateo 27:25) y aquél en el que Jesús los llama "hijos del diablo" (Juan 8:44).

Estos versículos y toda la gama de acusaciones con que se acusó a los judíos mientras el cristianismo crecía y se individualizaba, eran repetidos y agravados por gente que tenía poco o ningún contacto con judíos. Jerónimo, Antanasio, Ambrosio, Amulo, todos reiteran como un eco los orígenes satánicos de los judíos, o que el diablo los tienta, o que son sus socios o instrumentos. De un modo trágico el cristiano afirmaba su propia identidad por medio de descalificar al judío.

El Relato de la Crucificción

La fuente más reiterada que halló la judeofobia posterior en el Nuevo Testamento fue el relato de la crucifixión, aun cuando incluye evidentes errores históricos (que no socavan, claro está, ni el carácter sagrado del texto para los creyentes en él, ni la base teológica del cristianismo; hablamos aquí meramente en términos históricos).

Según el Nuevo Testamento, durante la Pascua judía (Pésaj) el Sanhedrín (que era el cuerpo supremo religioso y judicial de Judea durante el período romano) sometió a Jesús a juicio y lo condenó a muerte. El gobernador romano Poncio Pilato intentó evitar la aplicación de la pena, pero se sometió al veredicto "lavándose las manos" literalmente y Jesús fue entonces crucificado por soldados romanos.

La vastísima bibliografía al respecto señala varias imprecisiones en el relato, a saber:

  1. El Sanhedrín nunca se reunía en las festividades hebreas, y muy raramente aplicaba penas de muerte (a un Sanhedrín que aplicara una pena de muerte cada siete años, el Talmud lo llama "Sanhedrín devastador", a lo que el rabí Eleazar Ben Azariá agregó: "…aun cuando lo haga una vez cada setenta años"). Y en el caso de Jesús el texto exhibe una inaudita ligereza en la aplicación de la pena.
  2. Más grave aun es que ni siquiera se explicita la transgresión que justificara pena de muerte. Había crímenes que la ley bíblica penaba con muerte, pero no era el caso de proclamarse "hijo de Dios", que no implicaba ningún tipo de transgresión. Además, los romanos solían grabar en la cruz del reo la índole de su delito. En la de Jesús, INRI (Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos) alude al crimen político de sedición: nadie podía ser rey, porque el único monarca era el César. Se trata de un crimen contra Roma, castigado con un modo de ejecución romano.
  3. El rol de Pilato es triplemente sospechoso. ¿Por qué el Sanhedrín -que tenía autoridad para ejecutar las penas que imponía- solicitaría ayuda del enemigo romano a fin de "castigar" a un judío? ¿Por qué el Procurador habría de salir en defensa de un judío, cuando él era responsable de imponer el orden imperial en Judea, y en esa función ya había hecho crucificar a miles? Y por último, el conocido "lavado de manos" de Pilato es un rito (netilat iadaim) que los judíos observan hasta hoy antes de comer, al visitar cementerios, o como signo de pureza. Extraño es, pues, que así exteriorice su pureza un militar romano a cargo de la represión.

Por todo ello, lo más probable es que quienes se "lavaran las manos" fueran los miembros del Sanhedrín, en pasivo temor ante la decisión del Procurador (en ese momento la mayoría de los judíos no deseaba rebelarse contra Roma; el partido rebelde prevaleció cuatro décadas después). Y probablemente quien anunció la pena de Jesús fue Pilato mismo.

El motivo por el que los protagonistas del relato fueron intercambiados, es quizá que los redactores del Nuevo Testamento tenían en la mira la expansión del cristianismo, y para cumplir con ese objeto en el Imperio, la incipiente religión debía eximir de toda culpa al poderoso romano. Al mismo tiempo, podía tranquilamente depositar la culpa en quien no podría defenderse, el judío ya vencido.

Además, al evangelizar el mundo pagano, los cristianos no podían argüir que Jesús había sido el Mesías, puesto que ello no significaba nada para quienes no creían en la Biblia. El único argumento válido debía ser que el cristianismo era la religión original, la verdad universal para la humanidad. Para ello, el cristianismo debía ser el exclusivo poseedor de la historia de Israel.

A fines del siglo I, la Epístola de Barnabás sostiene que los judíos en rigor habían entendido mal lo que los cristianos llaman Antiguo Testamento, que nunca habría sido una ley a ser cumplirda, sino una prefiguración de la Iglesia.

A comienzos del siglo II, Ignacio de Antioquía lo resume así: "No fue la cristiandad quien creyó en el judaísmo, sino los judíos quienes creyeron en el cristianismo". Así nacía el fértil tema de que la Iglesia era, y siempre había sido, el verdadero Israel. El problema era que el pueblo al que la Iglesia reclamaba haber reemplazado, continuaba coexistiendo y, más importante aun, se adjudicaba las mismas fuentes de fe, y afirmaba su anterioridad y su autoría del Antiguo Testamento.

Se desarrolló una literatura antijudía, según la cual la Iglesia precedía al Viejo Israel, remontándose hasta la fe de Abraham e incluso a Adán. La Iglesia era así "el eterno Israel" cuyos orígenes coincidían con los de la misma humanidad. La ley mosaica era ergo sólo para los judíos, quienes con ese peso habían sido castigados por su inmerecimiento y su culto al becerro de oro. La legislación mosaica se transformaba en un yugo impuesto al Viejo Israel por sus pecados. Los judíos no sólo eran privados de su rol providencial de pueblo elegido, sino que además pasaban a ser una nación apóstata.

En los primeros siglos, el tratado cristiano más completo en contra de los judíos fue el Diálogo con Trifón de Justino, que explica cómo las desgracias que sufren los judíos son castigo divino. Y en ese marco, el peor de los mitos es el del "deicidio", el asesinato de Dios, explicitado por primera vez por Melito, obispo de Sardis, alrededor del año 150: "Dios ha sido asesinado, el Rey de Israel fue muerto por una mano israelita". Como consecuencia, "Israel yace muerto", y el cristianismo conquista toda la Tierra. Esta acusación, que fue repetida por décadas y siglos, nunca fue la doctrina oficial de la Iglesia. Pero se arraigó de tal modo en los sermones cristianos que la Iglesia debió oficialmente rechazarla durante el Concilio Vaticano II de 1965.

La Demonización del Judío

Este género de literatura judeofóbica se desarrolló mientras la judería estaba humillada, débil y vencida, cuando no constituía ningún desafío para el cristianismo. En las derrotas de los judíos, en la disolución de Judea, y en las calamidades que subsecuentemente azotaron a los israelitas, los cristianos encontraron una confirmación práctica de aquella teología, una confirmación definitiva de su creencia en que Dios estaba disgustado con los judíos y no deseaba su continuidad. Les parecía obvio e indudable que el judaísmo sería irreversiblemente absorbido en la nueva religión.

Sin embargo, después de los desastres de los años 70 y 135 (derrotas demoledoras a manos de los romanos) los judíos fueron lentamente recuperando vitalidad e influencia, y la reacción cristiana fue un nuevo embate literario.

Entre esos dos años el cristianismo se transformó en un movimiento definitivamente gentil, que ya no se focalizaba en los judíos. De acuerdo con Orígenes (s.III, Alejandría), que fue el primer erudito cristiano que estudió hebreo, los cristianos habían cumplido con la Ley aun más que los judíos, puesto que éstos la habían interpretado de un modo fantasioso y creado prácticas vanas; su rechazo de Jesús había resultado en calamidad y exilio: "Podemos afirmar con confianza que nunca serán restaurados a su previa condición, porque cometieron el más impío de los crímenes al conspirar contra el Salvador de la raza humana".

Las muchas polémicas antijudías en latín que comienzan con la de Tertuliano en el 200 conforman el género del Adversus Judaeous. La imagen del judío se deteriora más, y llega a su nadir en el siglo IV. Mientras a fines del siglo III se lo veía como un infiel, y un competidor, al concluir el siglo IV se lo creía el deicida, una figura satánica a quien Dios maldecía y por ende el Estado debía discriminar. El mismo término judío ya era un insulto.

El motivo del empeoramiento fue la difusión de la teología que explicaba las miserias de los judíos como un castigo divino por la crucifixión de Jesús. Cuando el cristianismo se convirtió en la religión dominante en el imperio (323) la judeofobia ya tenía bases muy sólidas. Había sido el producto tanto de la mentada necesidad teológica, como de la autodefensa frente al peligro de una regresión al judaísmo. Era una propaganda inevitable que necesitaba asumir que el judaísmo había muerto, aun cuando éste se negara a morir.

La Iglesia no reconocía en el judaísmo una religión distinta, sino una distorsión de la única religión verdadera, una perfidia, una rebelión obcecada contra Dios. Así lo escribieron los Padres de la Iglesia.

En el año 338 una horda en Callinicus, Mesopotamia, fue incitada por el obispo local a incendiar la sinagoga. Cuando el emperador Teodosio ordenó reconstruirla y castigar a los incendiarios, la Iglesia se le opuso. Ambrosio, el arzobispo de Milán, le pregunta en una carta a quién le importaba el incendio, si la sinagoga "es una choza miserable, un antro de insania y descreimiento que Dios mismo ha condenado". Sólo por negligencia, agrega Ambrosio, no ha hecho él mismo destruir la sinagoga de Milán. El poder imperial debe ser puesto al servicio de la fe. Amenazado en la catedral con la privación de los sacramentos, Teodosio termina por ceder. Más sinagogas fueron destruidas en Italia, Noráfrica, España, e incluso la Tierra de Israel, en la que un grupo de monjes liderados por Barsauma masacraron a muchos judíos.

En el marco de la literatura Adversus Judaeos de esa época, quien expresa la judeofobia más virulenta es Juan Crisóstomo (m. 407), para el que no había diferencia entre el amor por Jesús y el odio por sus supuestos condenadores. Advirtió a los cristianos de Antioquía que confraternizaban con "los judíos, quienes sacrifican a sus hijos e hijas a los demonios, ultrajan la naturaleza, y trastornan las leyes de parentesco… son los más miserables de entre los hombres… lascivos, rapaces, codiciosos, pérfidos bandidos, asesinos empedernidos, destructores poseídos por el diablo. Sólo saben satisfacer sus fauces, emborracharse, matarse y mutilarse unos a otros… han superado la ferocidad de las bestias salvajes, ya que asesinan a su propia descendencia para rendir culto a los demonios vengativos que tratan de destruir a la cristiandad" (en el segundo sermón de los ocho, Crisóstomo se corrige: no es necesariamente cierto que los judíos devoraran a sus propios hijos, pero igualmente "mataron a Cristo, que es peor").

El problema fundamental, con todo, no son las meras referencias de Crisóstomo y otros voceros, sino el hecho de que tanto él como los otros judeófobos de la Patrística fueron por siglos (y aún son) venerados como santos.

Por la misma época, Agustín (354-430) contribuyó al arsenal judeofóbico con la tesis del pueblo-testigo. Este obispo de Hippo en Noráfrica nunca tuvo contactos con judíos, pero explicó que los judíos subsistían a fin de probar la verdad del cristianismo. Al igual que Caín, llevan los judíos una marca. Y aunque no sólo están equivocados, sino que encarnan la maldad, "no deben empero ser asesinados".

Esta visión de los judíos permanece inalterada por siglos. Tomás de Aquino la sintetiza en 1270 cuando sostiene que "los judíos, como consecuencia de su pecado, fueron destinados a esclavitud perpetua; por ende los Estados soberanos pueden tratar sus bienes como su propia propiedad, con la sola provisión de que no los priven de todo lo que es necesario para mantener la vida". Y Angelo di Chivasso a fines de la Edad Media: "ser judío es un crimen, no punible empero por un cristiano".

El abismo teológico había crecido y ahondado. Como lo señala el teólogo anglicano James Parkes "la Iglesia no clamaba para sí la Biblia Hebrea en su totalidad. Sólo se asignaron los héroes y los caracteres virtuosos de las Escrituras, las promesas y los elogios. Descargaron en los judíos los villanos e idólatras, las amenazas y las acusaciones. Y ésta era, supuestamente, la descripción del pueblo judío hecha por Dios. Así lo predicaron asiduamente en todas sus obras, y desde todos los púlpitos de la cristiandad, domingo tras domingo, siglo tras siglo, siempre que se trataba de los judíos".

De este modo, sostener que la judeofobia nació con el cristianismo no implica saltear la hostilidad de los helenistas egipcios. Significa poner las proporciones adecuadas. La judeofobia cristiana fue incomparablemente más fuerte que sus predecesoras; fue más sistemática, con una misión de odiar al judío que era entendida como la voluntad de divina.

Un noble húngaro, Joseph Eötvösz, por la década de 1921 solía decir que "antisemita es quien odia a los judíos… más de lo necesario". Esa definición socarrona no era cierta en el mundo pagano, que en general fue tolerante para con los judíos, aun cuando no faltaron en él los judeófobos. Pero una vez que el cristianismo prevaleció, la judeofobia fue la norma, una plataforma teológica con sus propias leyes, desprecios, calumnias, animosidad, segregación, bautismos forzados, apropiación de niños, juicios fraguados, pogroms, exilios, persecución sistemática, rapiña y degradación social.

Sobre la base de todo ello, Jules Isaac audazmente tituló a su libro de 1956 Las Raíces Cristianas del Antisemitismo. Estudiaremos esas raíces y sus ramificaciones, a partir de la próxima lección.

EL PODER DE REALIZAR EL POTENCIAL tercera parte

            Considera muy en serio la posibilidad de triunfar:

             “Dijo, pues, Jonatán a su paje de armas: Ven, pasemos a la guarnición de esos incircuncisos; quizá obrará el Señor juntamente con nosotros, porque con el Señor no hay estorbo en salvar con muchos o con pocos”. (1 Samuel 14: 6).

           Escuchen la voz de uno que ha aprendido a no rendirse ante las adversidades y desafíos: “Quizá obrará el Eterno juntamente con nosotros”; es decir, ‘vamos a hacer nosotros algo, quizá el Eterno haga algo junto con nosotros. El mensaje aquí es claro: ‘Si no actuamos nosotros primero, el Eterno no va a actuar a favor de nosotros ni junto a nosotros’. El Eterno comenzará a obrar cuando tú comiences a obrar. Si tú no actúas, el Eterno no actuará. Él se manifestó y obró cuando Jonatán y su paje de armas decidieron caminar en la dimensión de la certeza absoluta: “Y hubo temblor en el campamento, en el campo y entre toda la gente; y la guarnición y los merodeadores también temblaron; la tierra también se sacudió, de modo que vino a ser un temblor muy grande”. “Así el Eterno salvó en aquel día a Israel, y la batalla pasó a Bethawen”. (Versículos 15 y 23).

           Existía la posibilidad de caerse, despeñarse o caer heridos en las manos de los filisteos y ser muertos por sus espadas; pero también había posibilidades de vencer y derrotar a sus enemigos, y de esta posibilidad se agarraron firmemente, y actuaron.

 
              El camino hacia ‘una vida de éxito’ está asfaltado de pequeños triunfos:

             “Y fue aquella primera matanza la que hicieron Jonatán y su paje de armas, cosa de veinte hombres, en el espacio como de una media yugada de tierra”. (1 Samuel 14: 14). No desprecies el día de los modestos comienzos. Las pequeñas victorias deben ser reconocidas y aceptadas como señales verdaderas que evidencian que el Eterno está apunto de desatar todo Su poder a nuestro favor. El Señor te prepara el camino; tú lo asfaltas con pequeñas victorias, hasta que llegue el día en que sea reconocido y alabado como un hombre y una mujer de éxito y visión. La vida de éxito del Rey David comenzó cuando era sólo un pastorcillo de ovejas. Se estrenó como un valiente guerrero matando osos, leones y lobos. Después asfaltó su camino cuando derrotó al gigante Goliat. Más adelante lo vemos destruyendo ejércitos enemigos, conquistando ciudades y construyendo el un reino de justicia, seguridad y prosperidad. El más grande de todos los reyes de la tierra tuvo que asfaltar su camino con pequeñas victorias.

           Esto se asemeja a la construcción de un muro. Cada ladrillo que tú colocas es una pequeña victoria, y de victoria en victoria vas construyendo y edificando tu vida de éxito. No debes buscar el éxito en la vida, esto es simplemente humanismo y materialismo vacio. Antes bien, ‘debes edificar una vida de éxito’. El éxito en la vida te puede dejar riquezas, fama y poder; una vida cultivada en un verdadero concepto éxito te dejará, además de riquezas y buen nombre, lo más precioso de todos los tesoros: carácter.

        Cada ladrillo que tú logres levantar es una victoria que fortalecerá tu carácter y te capacitará para seguir adelante construyendo en Dios tu vida interior.

          Veamos todo el potencial que desató una pequeña victoria:

a.       Una pequeña victoria (la primera matanza) desató toda una movilización de soldados amigos, los cuales destruyeron a un ejército militarmente superior (Versículo 20).

b.      Los hebreos que había alquilado sus servicios a los filisteos retornaron y se unieron a su verdadero pueblo y pelearon para la causa de Dios (Versículo 21).

c.       Los cobardes se animaron y salieron de sus escondites a pelear por el Eterno, por el rey Shaúl y por su pueblo (Versículo 22).

d.      El Eterno libró a su pueblo Israel, otorgándoles una gran victoria aquel día (Versículo 23), pues Él honra a los que le honran.

          
             Decisión es la clave:

             Después de haber oído esta impresionante historia de valor y confianza en el Eterno, ¿qué piensas hacer? ¿Seguir sumido en el polvo de la mediocridad? o ¿levantarte con poder de los escombros, con la mirada puesta en Aquél que te puede coronar con una nueva vida? Adelante, usa tu potencial en Dios, esas reservas de energía que te son intrínsecas, hasta que logres conseguir la plena e integral liberación de tu existencia.

           Recuerda este principio toda tu vida: la certeza absoluta honra a Dios; y Dios, al verse honrado, honra la certeza absoluta. Salta ahora mismo del grupo de los pesimistas, cobardes y fatalistas y entra al ejército de aquellos que han comenzado a escalar y trepar los peñascos de la vida, dominados por una sola visión: Ser hombres de convicción y de Dios. Tú sólo necesitas una cosa: ¡Decidirte!

 

 

Quien mato a Jesus?

Quien mato a Jesus?

 

Mateo 20:19

 

Y le entregaron a los gentiles para que le escarnezcan; y azoten y crucifiquen mas el tercer día resucitara.

 

Los gentiles?

 

Ver: Marcos 10:33 al 34

 

10:33 He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles;

10:34 y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará.

 

Gentiles y judios?

 

Juan 19:14 al 18

 

19:14 Era la preparación de la pascua, y como la hora sexta. Entonces dijo a los judíos: ¡He aquí vuestro Rey!

19:15 Pero ellos gritaron: ¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César.

19:16 Así que entonces lo entregó a ellos para que fuese crucificado. Tomaron, pues, a Jesús, y le llevaron.

19:17 Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota;

19:18 y allí le crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio

 

LOs judios?

 

Quien mato a Jesús? Los gentiles o los judíos?

 

Aquí hay tres versiones, escoge la que quieras. Lee todos los versículos que te menciono y dime quien en realidad lo mato?

 

Pilato?

Los gentiles?

El mismo Jesús?

El dijo que nadie le quita la vida sino que el mismo la pone!

Se te olvido esto?

Cometió el mismo entonces suicidio?

Fue el padre?

El lo envió a morir?

No lo dice así tu biblia?

Fueron los judios?

 

Aquí Jesús dice una profecía, si no fueron los gentiles entonces esta profecía de el llamado Jesús no se cumplió (Mateo 20:19). Porque razón ustedes solo  mencionan los judíos como los criminales del llamado Jesús? Las mismas escrituras en Marcos 10:33 al 34 dice que ambos lo mataron.

 

Quiero aclarar que no creo que lo matara alguno, ya que no creo lo escrito en el NT, pero aun así esto de que lo mataron los judíos solamente es un asunto serio. Esto ha traído años de odio hacia nuestro pueblo. Y todo por no estudiar el llamado NT y darse cuenta de los terribles errores que este tiene.

 

 

Que lo matamos nosotros?

 

Si no hubiese muerto ahora mismo tu estuvieras con tu pecado. No era esta su misión? Que fácil es hacer un juicio contra nosotros. No han leído el NT lo suficiente como para ver estos errores? Si lees bien los versículos veras que dice que lo mataron los gentiles, judíos y después los dos.

 

Que escoges?

 

Si escoges uno de los evangelios, entonces lo escrito en los otros evangelios es falso.

 

La verdad es una y no dos o tres.

Magda Colón

 

Que el verdadero Cristiano se ponga en pie!

Que el verdadero Cristiano se ponga en pie!

La palabra Cristiano, según Hechos 11:26 significa literalmente , una persona que sigue una figura llamada Cristo y nada mas que esto.  No se habla aquí de alguna doctrina particular o se menciona a alguna otra figura fuera del nombre del llamado Jesús (no se menciona a Pablo, ni algún otro, por lo tanto según la palabra Cristiano, todas las demás opiniones o escritos están fuera de los seguidores del llamado Cristo, a esto añado a los mesiánicos, aun cuando no lo crea, estos claman que no son cristianos, ellos prefieren ser llamados mesiánicos, pero usan el mismo NT (muchos dicen que el libro de ellos es diferente) ?….Creen en el mismo d-s Llamado Jesús, solo que le cambiaron el nombre a Yeshua, (pero pregúnteles de donde sacaron el nombre). Hechos 11:26 dice como fueron llamados los seguidores de Jesús.

Tengo la seguridad que muchos de nosotros (Judíos) o no judíos hemos tenido alguna clase de encuentro con personas que claman ser "VERDADEROS CRISTIANOS", sugiriendo así que su entendimiento de esta doctrina, o de su Fe es verdadera y la correcta, haciendo todo lo demás erróneo.

Ahora, Que es realidad un verdadero Cristiano?

Tenemos que ser Cristianos para poder hacer una evaluación de lo que el llamado Nuevo testamento dice sobre este tema? "NO" Sabemos que para ellos lo escrito en el Nuevo Testamento es verdadero. Por lo tanto podemos por medio de lo escrito allí decir, quien es un verdadero Cristiano y quien no lo es .Esto lo haremos usando el llamado Nuevo testamento.

Veamos como hasta el mismo Jesús dijo que vendrían falsos profetas, como mesías y falsos Cristianos. El NT nos da detalles sobre esto y como por los frutos los conoceríamos.

Mateo 7:15 y 16

15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.

16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?

           

Mateo 24:23-24

23  Entonces, si alguno os dice: "Mirad, el Cristo está aquí o allí , no lo creáis.

24 Porque surgirán falsos cristos y falsos profetas, que harán grandes señales y prodigios, capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos.

           

Mateo 7:22-23

1- Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?"

23 Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!"

 

1 de Juan 4:1 1

Queridos, no os fiéis de cualquier espíritu, sino examinad si los espíritus vienen de D-s, pues muchos falsos profetas han salido al mundo. 

Existen diferentes clases de Cristianos, muchas sectas y denominaciones. Todos dicen tener la verdad y de ser los verdaderos cristianos. Pero es importante estar seguros de cual es la llamada verdad de ellos ya que Jesús dijo que habría falseadores. No tengo nada contra los cristianos, pero solo quiero darles a entender que no creemos en el llamado Jesús porque hemos estudiado detenidamente el llamado NT. Allí hemos hallado muchos errores terribles, indicando por lo tanto que todo lo escrito en el NT es de invención humana. Usando el mismo NT daremos un pequeño estudio para demostrar así que verdaderos cristianos en realidad no existen. Engañados si hay muchos, pero para esto hay solución y esta es estudiar y pedirle a D-s sabiduría y una mente abierta a buscar la verdad del D-s verdadero.

 

No todo aquel que dice Señor, Señor"………..

Como podemos conocer al verdadero Cristiano?

Queremos ver a los verdaderos cristianos y no a un demonio del infierno disfrazado de Ángel de luz (Como ellos mismos lo dicen). Como pudimos ver Jim Bakers, ni Jimmy Swaggars pasaron la prueba ya que vimos lo que en realidad eran.

Buscamos lo verdadero, queremos ver si en realidad existen o no. Queremos ver el verdadero "NECIO"( Esto no lo digo yo, lo de necio), es algo que saque de tu biblia. Buscalo en  (1 de Corintio 4:10).

Que como puedo yo saber si los hay o no sin ser yo cristiano?

Bueno te diré la verdad, busque ayuda para llegar a mi conclusión. Mi ayuda vino de la misma biblia cristiana (NT).

Señales de verdaderos Cristianos

El mismo Jesús dijo claramente cuales eran los atributos de un verdadero creyente, y que muchos decían ser Cristianos y que en realidad no lo eran.

 

Mateo 7:22-23

22 Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?"23 entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!"

 

El verso 20 Nos dice claramente que por los frutos los conoceremos.

La pregunta aquí seria, Y CUALES SON LAS SEñALES?

Según el Nuevo testamento estas son las supuestas señales.

Usemos las palabras del mismo Jesús.

Mateo 10:1

1 Y llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda  enfermedad y toda dolencia.

Como podemos ver el mismo Jesús doto de poder a sus seguidores.

             

Marcos 16:17-18

17 Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas,

18 agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.

 

Quiero hacer claro que estamos poniendo a prueba solo a los llamados verdaderos cristianos y no a D-s.

Quiero dejarles saber que estos versos de Marcos no están en los escritos originales. En la versión mas Antigua de Marcos el capitulo termina en el verso 8, cuando las dos Marías encuentran que el cuerpo muerto de Jesús no se encontraba en la tumba. Marcos 16:9-20 fue añadido mucho después.

Pueden hablar los cristianos en lenguas?

Esta señal es la mas fácil de fingir. Cualquiera puede balbuceal palabras sin sentido. Veamos un poco mas con profundidad esto. Uno de los aspectos de hablar en lenguas era que otro verdadero cristiano se pusiera en pie y declarara lo hablado a los otros. Esto seria la parte fácil. La dificultad seria que buscaran a dos cristianos y que estos no se conocieran el uno al otro. Cada cual se pondría aparte del otro o sea en cuartos diferentes y con una grabadora se grabaría lo dicho por el que habla en lenguas. Se le llevaría lo grabado a los dos otros cristianos para que  interpretaran lo dicho. Graba por igual ambas opiniones. Te asombraras de lo que en realidad se interpreta. 

 

Digo si que es que encuentras a algún verdadero cristiano que se preste para esto. Sabes? A ningún verdadero cristiano le gusta que se den cuenta que en realidad "NO LO ES". Ninguno se atrevería a quedar mal delante de los demás.

 

Vamos ahora a lo de las serpientes

El tomar serpientes en las manos es una costumbre popular en algunas Iglesias Cristianas en los Estados Unidos, especialmente en lugares rurales de los estados del Sur. Esta es una de las señales (Marcos 16:17-18). Sabes que algunos han muerto por las mordidas? Algunos han tenido que ir al Hospital. Ahora mi pregunta seria, pueden ellos tomar serpientes salvajes? O solo las que ellos tienen ya acostumbradas a las personas.

 

Quiere alguno tratar de tomar una serpiente venenosa que no allá sido tocada con anterioridad? Que sepa que no esta acostumbrada a los seres humanos? Quieres tratar?

Beber cosas mortíferas?

Jesús dijo en Marcos 16:17-18 que tomarían cosas mortíferas y no morirán, y que esta seria una de las señales de los verdaderos cristianos.

Cuantas personas pueden beber veneno sin sentir sus efectos? Las personas no lo hacen, ya que saben que pueden morir. Sabes con certeza que morirás. Uno me dijo que no lo hacia ya que esto seria tentar a D-s. Me dijo que la biblia decía que no tentaras a D-s.

 

D-s no puede ser "TENTADO" le dije el no es" hombre". Esto fue dicho por tu dios, le dije. No le tienes confianza? Se quedo callado y se fue. Sabia yo por supuesto que un ser humano no  correría este tipo de riesgo. No tiene sentido.

 

Pasemos ahora a lo de coger escorpiones

Jesús le dijo a sus seguidores en Lucas

Les he dado poder sobre Serpientes y escorpiones y sobre el enemigo, "NADA" les podrá dañar.

 

Si en una Iglesia entra un escorpión tengo la seguridad que todos saldrían corriendo. Porque? Porque saben que la picada de un escorpión es mortal. Porque no existe el verdadero Cristiano. Repito, Solo estoy mencionado lo que dijo Jesús sobre como reconocer a los verdaderos cristianos. El mismo dijo que les daría ese "poder" No lo crees?, Lee nuevamente los versos, poco a poco y medita en lo que dice. Repito conozco cristianos con buenas intenciones, pero están desgraciadamente engañados. No entienden la verdad y lo primero que dicen cuando no tienen salida a nuestras preguntas es que ellos creen "POR FE"   Pero yo se que detrás de estas palabras solo quieren esconder su ignorancia.

 

Pueden ellos sanar a los enfermos?

Cuantos cristianos pueden sanar a personas con enfermedades terminales?

Veamos la realidad de este acto.

Los verdaderos cristianos supuestamente están capacitados con los poderes sanadores  de Jesús. Porque aun existen tantas enfermedades fatales? Donde están los sanadores? Porque no usan sus dones para la humanidad? Sabes que? Muchos dicen como su d-s, Dicen que no pueden sanar a alguno si la persona no tiene FE. Que fácil es echarle la culpa a otro. Así lo iso jesús cuando dijo que no hacia milagros en algunos sitios por la falta de la fe en esos lugares. No era el D-S? D-s de los imposibles. Dice bien claro que pondrán las manos en los enfermos y que estos sanarían. No dice nada, de que los enfermos tendrían que tener Fe o que tenían que hacer algo.

 

Son muchas las llamadas campañas de sanidad que se hacen en diferentes lugares.  Ahora, nada de esto es publicado como una cosa grande en la historia. Todo se queda allí, solo entre ellos. No quiero decir que Hashem no haga milagros, digo que no existe cristiano que haga los milagros que se supone que hagan según el NT. Prefieren no hacerlos antes que quedar mal delante del mundo . Pero la realidad es que no lo hacen ya que no son verdaderos cristianos. Así lo dijo Jesús y dejo escrito las señales….  No es invento mio, solo repito lo que encontré en el NT.

 

SON ODIADOS TODOS LOS CRISTIANOS POR SUS FAMILIARES?

 

Jesús dijo que sus verdaderos seguidores serian odiados por todo el mundo, incluyendo a sus propios familiares.

 

Mateo 10:21-22

21 Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán.

22 Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.

             

Esto es muy difícil de creer. Muchos son los cristianos que no tienen a toda la familia en la religión de ellos. Muchos pertenecen a diferentes religiones.  Esto no podemos decir que sea algo que ocurre en gran cantidad. Quien no tiene un familiar que no quiera a otro aun cuando no sea por motivo de religión? Por que esta batalla de familias? Por la sencilla razón de que el llamado jesús no es el verdadero mesías. El mesías de israel traerá paz a los familiares y al mundo.Dice muy clara la profecía que que habrá paz en la familia y hasta entre los animales.

 

SON PERFECTOS LOS CRISTIANOS?

 

Muchos cristianos dicen que no son perfectos, solo salvos, sin embargo, en el famoso sermón del monte, Jesús les dice en un mandato a sus discípulos;

 

Mateo 5:48

48 Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.

Esto fue un mandato y no una sugerencia, creo que se explica esta situación por si sola. Se supone que un nacido de Nuevo tenga un cambio de vida y de corazón. Así lo dicen muchos en sus testimonios.  Si no hay un cambio es que estas viviendo aun en sus pecados. Si pecas es que deseas pecar.

Ahora la pregunta es ,que nacido de Nuevo no ha pecado, después del llamado Nuevo nacimiento?

 

La cosa aquí se pone peor. Los cristianos creen que tienen permiso  para ignorar muchas de las leyes de D-s. Pablo escribió muchos libros relacionados con este tema.. Ellos dicen que abogado tienen (jesús) que los librara en el juicio. Que quiere decir esto? Que ellos tienen un abogado que los defiende de todas los pecados que ellos hagan después del llamado Nuevo nacimiento. No es esto una contradicción? Donde esta la perfección? Es algún cristiano como el llamado Jesús. El parece que no lo era ya que no dice que sean perfectos como el. Dice que sean perfectos como el padre, pero no como el hijo.

 

Puede un verdadero cristiano puede hacer que D-s cambie de parecer?

Jesús dijo que cuando dos verdaderos cristianos pidieran algo se les daría. Mira bien bien claro que te dará "TODO LO QUE PIDIERAS"

 

Mateo 18:19

19 Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos.

 

Lee bien lo que dice este verso. "OS ASEGURO"  Y FUERE LO QUE FUERE,  LO CONSEGUIRÁN.

 

Porque esto no ocurre cada ves que se juntas varios cristianos? Porque D-s no les da TODO LO QUE PIDEN?  Por la sencilla razón de que su propia Biblia dice que solo los verdaderos cristianos lo pueden hacer y no" EXISTEN".       

Pueden ellos mover montañas?

Según el NT los verdaderos cristianos pueden mover montañas con una sola palabra, y con un poquito de FE. 

 

Mateo 17:20

20 Díceles: Por vuestra poca fe. Porque yo os aseguro: si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: "Desplázate de aquí allá", y se desplazará, y nada os será imposible.        

Cuantos cristianos pueden mover montañas? No me digas ahora que esto quiere decir montañas de problemas. Aquí literalmente no quiere decir eso.

Dice bien claro que le dirás quitate y se moverá, pero también dice que tienes que tener FE. Quiere decir que es difícil encontrar un cristianos con la fe de un grano de mostaza? Donde están? 

Solo he mencionado algunas de las señales de verdaderos cristianos.  Si crees que lo eres tienes que probarlo con lo escrito aquí. Se que nadie tiene todas las llamadas señales. El mismo Jesús dejo la lista de señales y solo mencione  algunas.

El "Yo creo por fe" es la respuesta detrás de la cual se esconden los cristianos para ocultar su propia ignorancia.

Resp. 88 – De almas y creencias

Eliub Español,
18 años,
de Cordero, Venezuela
pregunta
1- ¿Como se considera al hombre despues que D_os le dio el soplo de vida? "ser viviente" o "Alma viviente"
2- ¿Podemos edificar y desarrollar el alma ?
3- ¿que sucede cuando dice " el alma que pecare esta morira?

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Feliz séptimo – Vaikrá

En la lectura del profeta que acompaña a la lectura prescrita de Torá que los judí­­os debemos hacer en Shabat, el profeta Isaí­­as anuncia la Palabra eterna y refrescante del Padre Celestial:

«He borrado como niebla tus rebeliones, y como nube tus pecados.
Vuelve a Mí­­, porque Yo te he redimido.»

(Ieshaiá / Isaí­­as 44:22)

Ningún pecador está desamparado, ya que siempre está el Padre celestial esperando para que el pecador «vuelva a Dios», es decir, se arrepienta sinceramente.
Cuando ese arrepentimiento total y sincero se produce, todas las perversiones, pecados y errores del pasado son borrados, son evaporados, tal como se disipa la nube de la tormenta cuando el poderoso viento actúa.
Aquellos actos negativos de los que uno se arrepiente de verdad, quedan en el olvido, en el pasado muerto.
La perfecta memoria celestial los quita, para que no interfieran más, para que no sigan dañando y perjudicando.
Tal es el poder maravilloso del arrepentimiento sincero.
Nosotros no podemos llegar a comprender como se produce este misericordioso proceso, ya que solamente el Altí­­simo tiene el conocimiento de ese secreto trascendental (Ieshaiá / Isaí­­as 55:8). Pero, nosotros tenemos confianza en que esto ocurre, ya que el Eterno no es hombre que mienta, ni mortal para olvidar Sus promesas (Bemidbar / Números 23:19).
La palabra del Eterno es eterna, es certera, no defrauda, tal como dijo el profeta:

«la palabra de nuestro Elokim permanece para siempre.»
(Ieshaiá / Isaí­­as 40:8)

Nosotros podemos aprender para nuestra vida dos enseñanzas muy grandes:

  1. Que el Padre celestial nos ama y nos tiene paciencia. No importa que tan lejano estemos, ni que tan equivocados hayamos andado en nuestras vidas, Él está ahí­­, siempre a nuestro lado aguardando a que Lo queramos abrazar. 
    Espera y se mantiene como vigí­­a atento, sin dormirse, nos espera a que encontremos el camino correcto que nos conduce a Él. ¿Acaso lo despreciaremos?
  2. Tal como el Padre celestial hace, debemos hacer nosotros. Cuando alguien nos ha causado algún daño a causa de un acto incorrecto, pero se ha dado cuenta y nos ha pedido perdón y ha hecho algo para corregirse, entonces debemos hacer «borrón y cuenta nueva». Olvidar las cosas oscuras del pasado, para que de esa manera podamos tener una vida más luminosa ambos.
    Y si el error lo hemos cometido nosotros, tener la humildad para reconocerlo y la valentí­­a como para comprometerse a corregirlo.
    Y si el daño nos lo hemos causado a nosotros mismos, entonces, debemos aprender a perdonarnos, a no castigarnos, a amarnos, para que de esa manera tengamos la capacidad de recibir el amor que desde Arriba nos están enviando.

Creo que las dos enseñanzas son muy provechosas, y espero que las sepas disfrutar en tu vida.

Te deseo que tengas un feliz séptimo, en compañí­­a de aquellos a quienes amas.

Resp. 82 – Alma no es espíritu

Si el espiritu del hombre vuelve a Dios, que sucede con el alma, pues dice eclesiastes 9:5-9 que del alma no se tendra memoria, entonces de que vale lo que hacemos guardandonos de hacer supuestamente lo malo si no abra memoria de esto. y a donde va el alma, que sucede con el alma que peco si no hay memoria.
Maribel de Rios,
44 años,
Cordero, Venezuela

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