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La Naturaleza de la Judeofobia (G. Perednik) – Unidad 6

… los judeófobos más virulentos de la Iglesia fueron (y siguen siendo) reverenciados como santos. El crimen de la judeofobia se cometía con virtual impunidad. El fray Juan Capristano (m. 1456) instó a la abolición de los derechos a los judíos en Nápoles y otras ciudades, incluyendo la cancelación de las deudas que cristianos hubieran contraído para con ellos. Más tarde, debido a sus actividades en Breslau, muchos judíos fueron torturados y quemados vivos; muchos fueron empujados al suicidio.

 


Unidad 06: La Mitología judeófoba

Por: Gustavo Perednik

 

El sufrimiento que venimos estudiando fue relatado en un libro de 1558 de Josef Ha-kohen, bajo el bíblico título de El Valle de Lágrimas (Emek Ha-Bajá). Refiere "las penas que cayeron sobre nosotros desde el día del exilio de Judea de su tierra". Tres preguntas pueden formularse acerca de esas lágrimas.

La primera: por qué los judíos siempre sufren. Respuesta: si al decir por qué aludimos a las causas de la judeofobia, bueno, precisamente ése es el tema de nuestro curso, y para el final habrá explicaciones.

Pero si el por qué sugiere que debe de haber cierta paranoia si encontramos a los judíos siempre como víctimas, nuestra respuesta es que la judeofobia es en efecto una enfermedad social enorme que consiste en el odio hacia los judíos, y por ende, siempre los tuvo como víctimas principales. Persistió por milenios exterminando judíos, alcanzó un genocidio de seis millones hace cincuenta años (un tercio de la población judía mundial) y sigue con vitalidad para continuar.

La segunda pregunta es si la gigantesca magnitud de la judeofobia acaso significa que todo el mundo odia (u odió) a los judíos. La respuesta es no, no todo el mundo está enfermo de judeofobia, pero no es la parte sana el objeto de nuestro estudio, aun cuando es mayoritaria.

La tercera pregunta es si el clero de la Iglesia medieval era unánime en su letal postura judeofóbica. Otra vez, la respuesta es no. Incluso en períodos en los que la postura teológica de la Iglesia era judeofóbica, en el plano individual hubo eclesiásticos que rechazaron la violencia contra los judíos. Desde antaño hay ejemplos de obispos y sacerdotes que intentaron proteger a los judíos.

Cuando la sinagoga de Ravenna fue incendiada (c.550), Teodorico ordenó que la población católica la reconstruyera y flagelara a los incendiarios. Durante la primera cruzada el Obispo Comas salvó a los judíos de Praga. En la segunda, Bernardo de Clairvaux defendió activamente a los judíos que eran asesinados.

El problema, sin embargo, es que los judeófobos más virulentos de la Iglesia fueron (y siguen siendo) reverenciados como santos. El crimen de la judeofobia se cometía con virtual impunidad. El fray Juan Capristano (m. 1456) instó a la abolición de los derechos a los judíos en Nápoles y otras ciudades, incluyendo la cancelación de las deudas que cristianos hubieran contraído para con ellos. Más tarde, debido a sus actividades en Breslau, muchos judíos fueron torturados y quemados vivos; muchos fueron empujados al suicidio.

La abolición de los derechos de los judíos en Polonia por Casimiro IV también fue resultado de las maniobras de Capistrano, e inició una ola de desmanes antijudíos. Ni siquiera les permitió a los judíos escapar ese destino: fue el responsable de un edicto papal que prohibía el transporte de judíos a la Tierra de Israel. Durante su vida, recibió tanto el mote de "azote de los judíos" como el cargo de Inquisidor papal. Más de dos siglos después de su muerte fue canonizado y, desde entonces, cada 28 de marzo los católicos reverencian su memoria.

El mensaje de la Iglesia era, cuando menos, incoherente. Difundía la enseñanza del desprecio, pero ocasionalmente intentaba detener a los despreciadores que se apresuraban en cometer horrendos crímenes; el intento era tardío e insuficiente. Esta postura nunca varió radicalmente. Por ello uno de los primeros historiadores del Holocausto, Raul Hilberg, fue capaz de trazar una tabla que muestra cómo cada una de las principales Leyes de Nürenberg de la Alemania nazi tenía su precedente en la legislación eclesiástica.

La declaración de la Conferencia de Obispos Holandeses de 1995 fue un punto de inflexión en la historia de la Iglesia, al admitir que hay un sendero directo que une la teología del Nuevo Testamento con Auschwitz.

También durante la Segunda Guerra la posición del Vaticano reflejó esta habitual ambivalencia, cuando sus reservas acerca del nazismo se limitaron a proteger a católicos "no-arios". Es cierto que las encíclicas de la Iglesia y sus pronunciamientos rechazaban el dogma racista y cuestionaban algunas tesis nazis como erróneas, pero siempre omitieron criticar, o siquiera mencionar, el ataque específico contra los judíos. En 1938, Pío XI supuestamente condenó a los cristianos judeofóbicos, pero esta condena fue omitida por todos los diarios de Italia que informaron sobre el mensaje papal. Su sucesor, el germanófilo Pío XII, ya desde 1942 había recibido información sobre el asesinato de judíos en los campos. A pesar de ello restringió todos sus pronunciamientos públicos a expresiones muy cuidadosamente formuladas de simpatía por "todas las víctimas de la injusticia".

La neutralidad y el silencio del papa continaron incluso cuando los alemanes cercaron a ocho mil judíos de Roma en 1943. Mil de ellos, mayormente mujeres y niños, fueron transportados a Auschwitz. Al mismo tiempo, con la anuencia papal, más de cuatro mil judíos encontraron refugio en muchos monasterios de Roma (algunas decenas en el Vaticano mismo).

Sin duda, el papa no tenía poder como para detener el Holocausto, pero podría haber salvado miles de vidas si hubiera adoptado públicamente una posición contra el nazismo. Hitler, Goebbels y muchos otros cabecillas nazis, murieron como miembros de la Iglesia Católica, y nunca fueron excomulgados (lo que contrasta con el hecho, por ejemplo, de que el presidente argentino Juan D. Perón fue excomulgado cuando en 1955 atacó la influencia de la Iglesia, y unos pocos meses después fue derrocado).

Un sacerdote católico lideró el régimen nazi de Eslovaquia, y tambíen fueron católicos un cuarto de los miembros de las SS, así como casi la mitad de la población del Gran Reich Alemán.

La resuelta reacción del Episcopado alemán contra el programa nazi de eutanasia, logró que virtualmente se suspendiera el plan. Pero los judíos no avivaron en la Iglesia la compasión que despertaron los insanos y los retardados. Respecto de los judíos, la Iglesia estuvo interesada más en salvar sus almas que sus cuerpos. Las cancillerías diocesanas incluso proveyeron al régimen nazi de los registros de las iglesias, con datos personales acerca del marco religioso del que provenían sus feligreses.

Cuando las deportaciones de los judíos alemanes comenzaron en octubre de 1941, el episcopado limitó su intervención a suplicar por los que se habían convertido al cristianismo. Los obispos recibieron informes sobre la matanza de judíos en los campos de muerte, pero su reacción pública se limitó a vagos pronunciamientos vagos que eludían el mero término judíos.

Hubo, claro, excepciones, tanto nacionales como individuales. Una de éstas fue el prelado berlinés Bernhard Lichtenberg, quien rezó públicamente por los judíos (y falleció en su camino a Dachau). Una nación excepcional fue Holanda, en donde ya en 1934 la Iglesia prohibió la participación de católicos en el movimiento nazi. Ocho años después los obispos protestaron públicamente ante las primeras deportaciones de judíos holandeses, y en mayo de 1943 prohibieron la colaboración de policías católicos en las cazas de judíos, aun a costa de que así debieran perder sus puestos. Muchos judíos salvaron sus vidas gracias a las audaces acciones de rescate de clérigos menores, monjes, y laicos católicos.

Ahora pasaremos a lo fundamental que quedó pendiente de nuestra última lección: los tres principales mitos cristianos inventados en la Edad Media, a través de los cuales la judeofobia fue transmitida desde el siglo XIV.

Libelo de Sangre o Asesinato Ritual

Este es una de las expresiones máximas de histeria colectiva y crueldad humanas. Se trata de la acusación de que los judíos asesinan a no-judíos (especialmente cristianos) a los efectos de utilizar su sangre en la Pascua u otros rituales.

Hubo cientos de libelos, que en general seguían el mismo esquema. Se hallaba un cadáver (usualmente el de un niño, y más frecuentemente cerca de la Pascua cristiana), los judíos eran acusados de haberlo asesinado para usar ritualmente su sangre. Los principales rabinos o líderes comunitarios eran detenidos y se los torturaba hasta que confesaban que en efecto eran culpables del crimen. El resultado era la expulsión de toda la comunidad de esa comarca, tormentos para una buena parte de sus miembros, o bien el exterminio expedito de todos ellos. Generación tras generación, judíos fueron torturados en Europa y comunidades enteras fueros masacradas o dispersadas debido a este mito.

Algunos aspectos son indispensables para entender la enormidad del libelo, a saber:

  1. La ignorancia de los gentiles con respecto de la religión judía (por ejemplo en el judaísmo está totalmente prohibida la ingestión de sangre);
  2. En el medioevo, el pan de la comunión creaba una atmósfera emocional en la que se sentía que el niño divino se escondía misteriosamente en el pan compartido. El friar Bertoldo de Regensburg solía preguntar: "¿quién quisiera morder la cabeza, la mano o el pie del bebé?" En este contexto, el libelo podría considerarse como una especie de proyección colectiva: si detestamos ingerir sangre humana, atribuyámoselo a otros.
  3. Según una superstición difundida en Alemania, la sangre, incluso la de cadáveres, podía curar.

En ese país ocurrió el primer caso, en Wuerzburg 1147. Un niño cristiano fue supuestamente crucificado por judíos (el motivo de la cruz explica por qué los libelos ocurrían generalmente en la época de la Pascua). En Fulda (1235) se agregó otro motivo: los judíos beben sangre cristiana con motivos medicinales. En Munich (1286) se enfatiza que los judíos rechazan la pureza, odian la inocencia del niño cristiano. Así narró los hechos el monje Cesáreo de Heisterbach: "el niño cristiano cantaba ‘Salve regina’ y como los judíos no pudieron interrumpirlo, le cortaron la lengua y lo despedazaron a hachazos".

Así lo explican ciudadanos de Tyrnau (Trnava) en 1494: "los judíos necesitan sangre porque creen que la sangre del cristiano es un buen remedio para curar la herida de la circuncisión. Entre ellos tanto los hombres como las mujeres sufren de la menstruación… Además tienen un precepto antiguo y secreto, por el que están obligados a derramar sangre cristiana en honor de Dios, en sacrificios diarios, en algún lugar".

Inglaterra, España, Italia

En el caso de Norwich (1148) "los judíos compraron al niño mártir William antes de la Pascua y lo torturaron como a nuestro Señor, y durante el Viernes Santo lo colgaron en una Cruz". Esa descripción se reitera en Gloucester (1168) y en Lincoln (1255). En 1290, los judíos fueron expulsados de una Inglaterra enrarecida por la difusión de los libelos, y aun un siglo después de la expulsión, Geoffrey Chaucer lo recoge en sus prólogos a los Cuentos de Canterbury.

También la expulsión de España fue precedida por una atmósfera hostil debida a los libelos. El de La Guardia tuvo lugar en 1490-1491, y de inmediato se instituyó el culto del Santo Niño mártir. El primer libelo español data de 1182 en Saragosa, y el asunto terminó por incluirse en la ley. El Código de las Siete Partidas (1263) reza: "Hemos oido decir que en ciertos lugares durante el Viernes Santo los judíos secuestran niños y los colocan burlonamente sobre la cruz".

Detalles fueron agregándose a la historia, que asumió grandes proporciones. En 1583 Fray Rodrigo de Yepes escribió la Historia de la muerte y glorioso martirio del Santo Inocente, que llaman de La Guardia (después de casi un siglo sin judíos en España) y el argumento sirvió de base para la obra de Lope de Vega El Niño Inocente de La Guardia. En el siglo XVIII José de Canizares lo adaptó en La Viva Imagen de Cristo y Gustavo Adolfo Bécquer (1830-1870) en La rosa de pasión. En 1943 fueron republicados por Manuel Romero de Castilla bajo el título de Singular suceso en el Reinado de los Reyes Católicos.

Un caso crucial en Italia fue una especie de crónica anunciada. Durante la Cuaresma de 1475, el franciscano Bernardino da Feltre anunció que los pecados de los judíos pronto serían revelados. El Jueves Santo un niño llamado Simón desapareció, y al poco tiempo su cadáver fue encontrado al lado de la casa del jefe de la comunidad israelita. Todos los judíos, hombres, mujeres y niños, fueron arrestados. Diecisiete de ellos fueron sometidos a torturas durante quince días, después de los cuales terminaron por "confesar". Uno de los judíos murió en tormentos, seis quemados en la hoguera, y a los dos que aceptaron convertirse se los estranguló. Al principio el Papa Sixto IV detuvo los procedimientos judiciales, pero en 1478 su bula Facit nos pietas aprobó el juicio. La propiedad de los judíos ejecutados fue confiscada y a partir de entonces, los judíos tuvieron prohibida la residencia en Trento (hasta el siglo XVIII tenían aun prohibido el paso por la ciudad). El niño Simón fue beatificado.

Después de este éxito, el fray Bernardino urdió escenarios similares en Reggio, Bassano y Mantua, e instó a la expulsión de los judíos de Peruggia, Gubbio, Ravenna, y Campo San Pietro. Sus últimas víctimas fueron los judios de Brescia, en 1494, el año de su muerte. Al poco tiempo el propio Bernardino fue beatificado, y la Iglesia tardó cinco siglos para anular la beatificación de Simón, en 1965.

Con todo, la posición de la Iglesia y de los monarcas fue en general contraria a los libelos. Después del mentado en Fulda (1235), el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Federico II de Hohenstaufen, decidió clarificar el caso definitivamente a fin de proceder: si los judíos eran culpables se los mataría a todos; si eran inocentes, se los exoneraria públicamente. Las autoridades del clero, como no fueron capaces de llegar a una decisión concluyente "creemos necesario… dirigirnos a gente que alguna vez fue judía y se convirtió al culto de la fe cristiana; ya que ellos, como oponentes, no guardarán silencio sobre nada que puedan saber sobre este asunto entre los judíos".

En consecuencia, el emperador solicitó de reyes de Occidente que enviaran "judíos conversos al cristianismo, decentes y estudiosos, para tomar parte de un sínodo", que eventualmente se expidió así: "No puede hallarse, en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento, que los judíos requieren de sangre humana. Por el contrario, esquivan la contaminación con cualquier tipo de sangre". El documento, que cita de varias fuentes judías, agrega que "hay una alta probabilidad de que aquéllos para quienes está prohibida incluso la sangre de animales permitidos, no pueden desear sangre humana".

Otro pronunciamiento escrito fue el del Papa Inocencio IV en 1247: "cristianos acusan falsamente… que los judíos llevan a cabo un rito de comunión con el corazón de un niño asesinado; y en cuanto se encuentra el cadáver de una persona en cualquier sitio, se les hace recaer maliciosamente la responsabilidad".

Pero la desaprobación de papas y emperadores no impidió que los casos de libelos se multiplicaran, sobre todo en Polonia, en donde el Consejo de las Tierras, órgano representativo de los judíos, envió un delegado al Vaticano, y logró que el cardenal Lorenzo Ganganelli (más tarde Papa Clemente XIV) emprendiera otra investigación exhaustiva. Ganganelli se sumó a quienes se pronunciaron contra el libelo: "Debe comprenderse con cuánta fe viviente deberíamos pedirle a Dios como el salmista ‘líbrame de la calumnia de los hombres’. Espero que la Santa Sede tome medidas para proteger a los judíos de Polonia, del mismo modo en que San Bernardo, Gregorio IX e Inocencio IV obraron en defensa de los judíos de Alemania y de Francia".

En Tiempos Modernos

Desde el siglo XVII, los casos de libelo de sangre se extendieron a Europa Oriental. En 1636 en Lublin, la viuda Feiguele se mantiene firme ante el tormento. A partir del siglo XIX, judeófobos hicieron conspicuo uso del libelo para incitar a las masas en varios países, incluida Siria, en donde el affaire de Damasco de 1840 introdujo el mal en el mundo musulmán. Allí el influyente cónsul francés se sumó a los libelistas mientras toda la comunidad era arrestada y torturada, en el contexto de la pugna de las potencias occidentales para influir en el Medio Oriente.

Con todo, el principal perpetuador del libelo de sangre en tiempos modernos fue Rusia. Aquí se diseminó sin pausa avalado por los zares, quienes en general tuvieron una actitud mucho peor que la de papas y reyes medievales.

El primer caso en Rusia fue en Senno (cerca de Vitebsk, Pascua de 1799). Cuatro judíos fueron arrestrados despues de que el cadáver de una mujer fuera encontrado cerca de una taberna judía. Apóstatas proveyeron a la corte de extractos de una traducción distorsionada de literatura rabínica como el Shuljan Aruj y Shevet Iehuda. Pese a que los acusados terminaron siendo liberados por falta de pruebas, el poeta G.R. Derzhavin incluyó en su Opinión elevada al zar acerca de la organización del status de los judíos en Rusia, que "en estas comunidades se hallan personas que perpetran el crimen, o por lo menos protegen a perpetradores, de derramar sangre cristiana, de lo que los judíos fueron sospechosos en varias épocas y en diferentes países. Si bien opino que tales crímenes, incluso si fueron cometidos a veces en la antigüedad, eran llevados a cabo por fanáticos ignorantes, creo apropiado no pasarlos por alto".

Entre 1805 y 1816 ocurrieron más casos y, para evitar su mayor diseminación, el ministro de asuntos eclesiásticos, A. Golistyn, envió una circular a los jefes de gobernaciones el 6/3/1817, donde explicita que los monarcas polacos y los papas invariablemente invalidaron los libelos, y las cortes los`refutaron. La circular ordenaba que "de aquí en adelante los judíos no sean acusados de asesinar ninos cristianos, sin evidencia, y sobre el mero prejuicio de que necesitan de sangre cristiana".

A pesar de la circular, el zar Alejandro I dio instrucciones de revivir las acusaciones en Velizh. El juicio duró diez años, y aunque los judíos fueron finalmente exonerados, cabe reflexionar en la atmósfera que generaba un juicio tan largo sobre un tema tan escabroso. El zar Nicolás I se negó a firmar la circular de Golistyn, considerando que "hay entre los judíos salvajes fanáticos o sectas que requieren sangre cristiana para su ritual". El libelo recibía así un sello oficial, y ocurrieron muchos en Telz, Kovno (1827); Zaslav, Volhynia (1830); y Saratov (1853).

Otro comité especial designado en 1855 para investigar, incluyó teólogos, orientalistas y apóstatas. Revisaron manuscritos hebreos y publicaciones y, otra vez, concluyeron que no había evidencia alguna del uso de sangre cristiana entre los judíos.

En los años setenta del siglo pasado recrudeció la judeofobia, y el libelo fue motivo habitual en la propaganda literaria y la prensa. En alguna medida estas obras remedaban las que se habían publicado en Alemania y Francia, en las que "expertos" judeófobos "probaban" el libelo, como: Le mystere du sang chez les juifs de tous les temps, de H. Desportes (1859), prologada por Edouard Drumont; y Talmud in der Theorie und Praxis, de Konstantin C. Pawlikowski (1866).

Dos ejemplos de esta literatura en Rusia son Sobre el uso de sangre cristiana por sectas judías con propósitos religiosos (1876) de H.Lutostansky, que agotó varias ediciones, y El Talmud desenmascarado de J.Pranatis, que sigue publicándose. Contra algunos de los calumniadores se iniciaron juicios de difamación. Y las de crimen ritual continuaban.

Con el fortalecimiento de la extrema derecha (Unión del Pueblo Ruso) en la Tercera Duma, las autoridades necesitaban de más casos que justificaran la judeofobia reinante. Uno muy notorio fue el Caso Beilis (1911-1913), armado por el ministro de justicia Shcheglovitov, que despertó la oposición de centenares de intelectuales rusos, entre ellos V. Korolenko y Máximo Gorki. La eventual exoneración de Beilis fue una derrota para el régimen pero, otra vez, la atmósfera de veneno judeófobo surgía con el mero juicio, independientemente de sus resultados.

Cuando los nazis asumieron el poder en Alemania, utilizaron el libelo en su propaganda. Reanimaron las investigaciones y los juicios (Memel 1936, Bamberg 1937, Velhartice -Bohemia- 1940). El 1/5/1934 el periódico Der Stuermer dedicó al tema una edición horrorífica con ilustraciones. Hombres de ciencia alemanes colaboraron en la difusión.

Incluso para 1960 un periódico soviético de Daguestán afirmó que los judíos devotos necesitaban sangre de musulmanes para sus ritos.

Fuera de Alemania (donde en general ocurrienron un tercio de todos los libelos) hubo cuatro casos en el siglo XX. El primero de éstos fue el caso Hilsner. Tomás Masaryk, fundador y primer presidente de la Checoslovaquia moderna, tomó una activa postura en contra del mismo, "no para defenderlo a Hilsner (el acusado, un joven vagabundo) sino para defender a los cristianos de la superstición". Masaryk fue duramente atacado y su cátedra universitaria fue suspendida debido a las manifestaciones de estudiantes. Este caso también creó una ola de tumultos judeofóbicos en Europa, orquestados por el "especialista" vienés Ernst Schneider.

Los libelos ahondaron el estereotipo satánico del judío y, otra vez, el problema no era que la Iglesia lo difundiera. Por el contrario, vimos que usualmente se oponía, y en general trataba de detener las matanzas, pero con su característica ambivalencia. Los niños "mártires" eran reverenciados como santos, tales como en los casos de San Hugh de Lincoln, el Santo Niño Mártir de La Guardia, y Simón de Trento. Cada año durante siglos, los cristianos honraban la memoria de los puros inocentes que habían sido supuestamente asesinados en espantosos rituales judíos.

La Hostia y la Peste Negra

En el Cuarto Concilio Laterano de 1215 fue reconocida oficialmente la doctrina de la Transubstanciación, según la cual la hostia (galleta usada en la ceremonia de la Eucaristía) se transforma en el cuerpo de Jesús. Los protestantes eventualmente modificaron la doctrina y consideran que se trata sólo de un símbolo del cuerpo mas no Jesús en persona (que es el dogma católico hasta hoy).

Este segundo mito, el de la profanación de la hostia, sostenía que los judíos secretamente las robaban de las iglesias para torturarlas y reeditar los sufrimientos de Jesús. Obviamente, había en esta superstición mayor irracionalidad aun, puesto que los judíos claramente descreían de toda transusbtanciación. Pero esta acusación trajo más persecución y matanzas. La mayor parte de los cuarenta casos principales se perpetraron en Alemania y Austria.

El mito se basaba en los supuestos poderes sobrenaturales de la hostia, y en el prejuicio de que los judíos anhelaban renovar en Jesús los sufrimientos de la pasión. Su perfidia era tal, que no abandonaban los tormentos aun cuando de la hostia emanaran sangre o sonidos, o si echaba a volar. (La explicación de la "sangre" es que un honguillo de color escarlata puede formarse en comida rancia que se deja en lugares secos. Se lo denomina Micrococcus prodigiosus).

La primera supesta profanacíon fue en Belitz (cerca de Berlín) en 1243. Un grupo de judíos y judías fueron quemados en la hoguera en lo que pasó a denominarse Judenberg (monte de los judíos). En Italia hubo pocos casos debido especialmente a la protección de los papas, pero se expresó en el arte, como la Desecración de Paolo Uccenno (1397-1475) hecha para el altar de la Confraternidad del Santo Sacramento de Urbino.

De Inglaterra, los judíos fueron expulsados antes de que se difundiera la desecración de la hostia, pero también allí se reflejó en el arte, como en el Croxton Sacrament Play, escrito en 1491, dos siglos después de la expulsión.

Casos famosos fueron el de París de 1290; el de Bruselas de 1370 (que llevó a la destrucción de la judería belga, se celebró en una fiesta especial y todavía se lo ve grabado en las reliquias de la Iglesia de Santa Gudule); el de Knoblauch en 1510, que resultó en treinta ocho ejecuciones y la expulsión de los judíos de Brandenburgo. Por lo menos dos casos son aún celebrados localmente: el de Deggendorf, Bavaria, que data de 1337, y el de Segovia de 1415, que supuestamente había producido un terremoto, y resultó en la confiscación de la sinagoga y la ejecución de los líderes judíos.

Precisamente en España el infante don Juan de Aragón patrocinó algunas acusaciones. En la de Barcelona de 1367 varios sabios (como Hasdai Crescas, Nisim Gerondi e Isaac B. Sheshet) se hallaban entre los arrestados con la comunidad entera (hombres, mujeres y niños), encerrada en la sinagoga por tres días sin comida. Como no confesaron, el rey ordenó su libertad, y sólo tres judíos fueron ejecutados. Diez años después hubo casos en Teruel y Huesca.

El caso de Lisboa de 1671 se produjo cuando ya no había judíos en Portugal. Por lo tanto, cuando la hostia de la iglesia de Orivellas fue robada, un edicto real ordenó la expulsión… de todos los Nuevos Cristianos. Las supuestas desecraciones continuaron hasta el último caso, en 1836 en Bislad, Rumania.

El último mito de esta trilogía fue la ya mentada Peste Negra. Entre 1348 y 1350 una epidemia múltiple s (bubónica, septicémica y neumónica) causada por el bacilo pasteurella pestis, arrasó a casi cien millones de personas, un tercio de la población europea. En centros de densidad poblacional, como monasterios, la tasa de mortandad era superior. La racción popular fue extrema: o bien se buscó refugio en el arrepentimiento y las súplicas a Dios, o bien lanzándose al libertinaje y el salvajismo. Lo curioso es que estas dos actitudes se combinaron en que arremetían contra los judíos, quienes fueron acusados de envenenar los pozos de agua para destruir la cristiandad. En esos años miles de judíos fueron masacrados.

La bula del Papa Clemente VI (26/9/1348) vino a defenderlos, y definió la plaga como "pestilencia con que Dios aflige al pueblo cristiano". La vasta mayoría de la población, empero, la veía como pestis manufacta (artificial), la forma más simple de entenderla (y después de tanta matanza contra los judíos, podía sospecharse de que en algún momento éstos buscarían venganza).

La primera acusación fue en septiembre de 1348 en Castillo de Chillon del lago de Ginebra. Los judíos "confesaron" que la plaga había sido diseminada por un judío de Savoy guiado por un rabino que había preparado el veneno. Las matanzas se extendieron entre España y Polonia, destruyendo trescientas comunidades. Los llamados Flagelantes expiaban sus pecados matando judíos a su paso.

Las matanzas se dieron especialmente en Alemania, aun cuando al principio el emperador Carlos IV intentó defenderlos. Después se sumó al fervor de las hordas y concedió "perdón por cada transgresión que incluía el asesinato y destrucción de judíos". En muchas localidades los judíos fueron asesinados aun antes de que la plaga llegara. En Mainz, seis mil judíos fueron llevados a la hoguera, y en Estrasburgo dos mil judíos fueron quemados en una pira gigantesca en el cementerio judío.

El mito de los judíos envenenando pozos agravó su imagen diabólica, y después de la Peste Negra el status de los judios se había deteriorado por doquier.

Hubo en la Edad Media otros mitos que armaron el arsenal judeofóbico, pero ninguno fue mortífero como los mencionados. Uno adicional fue el del Judío Errante, una figura de la leyenda cristiana condenada por Jesús a vagar hasta su segunda venida, debido a que lo desairó o le pegó en su camino a la crucifixión. Dio lugar a muchos cuentos aun hasta este siglo. Nación aparentemente en Bolonia en 1233, cuando peregrinos del monasterio de Ferrara relataron que vieron a un judío en Armenia que había presenciado la Pasión de Jesús, lo ofendió, se arrepintió y se convirtió al cristianismo. Los nombres del Judío Errante varían en idiomas y tradiciones: Cartaphilus, Buttadeus, Votadio, Juan Espera en Dios, Ajasuerus, Isaac Laquedem, y Der ewige Jude. Se transformó, en efecto, en símbolo del pueblo judío todo, culpable y errante en el mundo. Este mito influyó arte y literatura, pero no produjo genocidios.

En contraste, la mentada trilogía generó máximo sadismo, y transformó la voz judío en sinónimo de diabólico. El arte medieval muestra al judío con cuernos, cola, cara satánica, postura grotesca, en compañía de puercos y escorpiones.

En el siglo XVI se produjo un cisma en la Iglesia, y nació el protestantismo, que entre otras facetas buscó recuperar las raíces hebreas del cristianismo. Pero fueron infundadas las esperanzas prematuras en que los judíos serían respetados por una Iglesia de mayor compasión hacia ellos. Lo veremos en nuestra próxima lección.

 

Resp. 98 – ¿Padre o semental?

Shalom more yehuda.
Le escribo porque tengo un gran dilema que se me ha presentado estos dias, yo soy un gentil de 26 años y hace algun tiempo (desde que lo me adentre en este mundo) sigo los 7 preceptos para los hijos de Noé, aqui viene la cuestion:
tengo una amiga, que tiene unos 30 años y ha sentido que la vida se le va llendo y todavia no ha tenido hijos, y como quiere la cosa me ha ofrecido a mi ser el padre, pero renunciando a mis derechos como tal ante la ley.
1- Es correcto que acepte?
2- o desaprovechar la posibilidad de crear un ser humano supera la falta de una futura union sentimental con su padre por parte de este niño?
Espero me aclare mi duda.

Nicolas Dumitrescu
Luque Paraguay

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La Naturaleza de la Judeofobia (G. Perednik) – Unidad 4

…el principal filósofo medieval cristiano, Tomás de Aquino, en 1270 escribía: "Como consecuencia de su pecado, los judíos están destinados a servidumbre perpetua. Los soberanos de los Estados pueden tratar las posesiones de los judíos como si fueran propias, con la única provisión de no privarlos de lo necesario para mantenerse vivos". Esta recomendación fue gradualmente aceptada por los gobiernos seculares.

 


 

Unidad 04: El medioevo temprano y el martirio judío

Por: Gustavo Perednik

 

 Concluimos nuestra última lección con el libro de Jules Isaac, quien supervisaba la enseñanza de historia en el Ministerio de Educación de Francia. Cuando en 1943 deportaron y asesinaron a toda su familia, Isaac decidió dedicar el resto de su vida al estudio de la judeofobia. En particular, se propuso refutar tres enseñanzas de la historiografía patrística, a saber:

  1. que los judíos son deicidas,
  2. que su dispersión fue un castigo divino por el rechazo de Jesús como el Mesías,
    que su religión estaba corrupta en esa época.

La actitud católica medieval de desprecio a los judíos no excluyó tampoco al principal filósofo medieval cristiano, Tomás de Aquino, citado en nuestra última lección, y quien en 1270 escribía: "Como consecuencia de su pecado, los judíos están destinados a servidumbre perpetua. Los soberanos de los Estados pueden tratar las posesiones de los judíos como si fueran propias, con la única provisión de no privarlos de lo necesario para mantenerse vivos". Esta recomendación fue gradualmente aceptada por los gobiernos seculares. Bajo influencia de la visión de la Iglesia y sus disposiciones, los judíos fueron sometidos a restricciones, impuestos especiales, y la obligación de usar distintivos en las ropas, entre otras limitaciones.

Si la enseñanza del deprecio se hubiera limitado a la teología, habría causado a los judíos humillación y pesares, pero no habría llegado a ser, como lo fue, motivo de atroces sufrimientos. En la conciencia del cristiano fue penetrando la convicción de que cuando se quería descargar un golpe al diablo, podía hacerse por medio de golpear al judío.

Antes de estudiar cómo la teología de los Padres de la Iglesia se tradujo en acción, veamos cómo se expresó en la ley. El Código de Teodosio II del año 438 fue la primera colección oficial de estatutos imperiales que sancionaban la inferioridad civil del judío, definido como "enemigo de las leyes romanas y de la suprema majestad" y fue la base sobre la que se regularon los asuntos judíos de ahí en adelante. Así, de las bulas medievales (una bula es un edicto del Papa; bullum es sello en latín) muchas fueron abiertamente judeofóbicas. Vayan algunos ejemplos:

Etsi non displiceat (1205, Inocencio III) requiere del rey terminar con las "maldades" de los judíos; In generali concilio (1218, Honorio III) exige que los judíos usen ropa especial; Si vera sunt (1239) resultó en la frecuente quema de libros sagrados judíos; Vineam Soreth (1278, Nicolás III) establecía la selección de hombres capacitados para predicar el cristianismo a los judíos; Sancta mater ecclesia (1584, Gregorio XIII) exigía a los judíos de Roma enviar cada sábado cien hombres y cincuenta mujeres para escuchar sermones conversionistas en la iglesia; Cum nimis absurdum (1555, Pablo IV) limitaba las actividades de los judíos y prohibía su contacto con los cristianos; Hebraeorum gens (1569, Pío) acusaba a los judíos de magia y otros males, y ordenaba su expulsión de casi todos los territorios papales; Vices eius nos (1577, Gregorio XIII) demandaba que los judíos de Roma y otros estados papales que enviaran enviar delegaciones a la iglesia.

No siempre esta legislación orientó a reyes y gobernantes. En el año 830, el obispo Agobardo de Lyons, llamado "el hombre más culto de su tiempo", se alarmó por las relaciones amistosas que privaban entre su grey y los judíos de la ciudad, que propseraban y lograban que su religión fuera respetada. Agobardo levantó cargos contra los judíos ante el rey Luis el Piadoso, requiriendo un retorno al Código Teodosiano. Su iniciativa no fue bien recibida: el rey, fiel a la línea que había establecido su padre Carlomagno, permaneció bien predispuesto hacia los judíos. Años después, tampoco el rey Carlos el Calvo aceptó ratificar las normas judeofóbicas del Concilio Eclesiástico de Meaux (845) como le demandaba el obispo Amulo, sucesor y discípulo de Agobardo.

Aquellos reyes fueron los últimos representantes de la era carolingia, durante la que los judíos gozaron de igualdad de derechos. En contraste, por el año 950 el emperador bizantino Constantino VII promulgó un juramento especial, el Juramentum Judaeorum, que los judíos estaban obligados a tomar en los pleitos con no-judíos. Así fue hasta por lo menos el siglo XVIII. Tanto el texto y el ritual del juramento, expresaban una automaldición impuesta, como podemos ver por ejemplo en el Schwabenspiegel alemán de 1275: "Sobre los bienes por los que este hombre te lleva a juicio… ayudame Dios que has creado cielos y tierra… para que si comes seas impuro… y la tierra te trague… sea verdad lo que has jurado… y que siempre permanezcan sobre ti la sangre y la maldición que tu prosapia ha traído sobre sí misma cuando al torturar a Jesucristo dijeron ‘Sea su sangre sobre nosotros y nuestros hijos’: es verdad… Te ayuden Dios y tu juramento. Amén".

Juramentos, distintivos y restricciones fueron una pequeña parte del repertorio judeofóbico medieval. Una síntesis completa del martirio judío sería muy compleja, porque abarca diferentes geografías y cronologías. Pero plantearemos a continuación siete prácticas que eran comunes en Europa, a saber: el bautismo forzado, los sermones impuestos, las disputas públicas, la quema de libros judíos, los ghettos, las expulsiones y los genocidios.

Imposición de Bautismos y Sermones

Cuando el cristianismo se transformó en la religión dominante en el Imperio Romano (s.IV), multitudes de judíos fueron obligados a bautizarse. El primer relato detallado se remonta al año 418 en la isla de Minorca. Una ola de conversiones forzadas se expandió por Europa desde que en 614 el Emperador Heraclio prohibió la práctica del judaísmo en el Imperio Bizantino. Muchos lo siguieron, como Basilio I que lanzó una campaña en el 873. Durante las Cruzadas miles de judíos fueron bautizados por la fuerza, especialmente en la región del Rhineland. En todos los casos las masas tomaba la ley en sus manos y se imponían a creyentes que se habían preparado para el martirio.

Con todo, la posición oficial de la Iglesia tendió a seguir al Papa Gregorio I (540-604, Padre de la Iglesia medieval) en el sentido de el bautismo no podía ser suministrado por la fuerza. El problema era la definición de forzoso. ¿Acaso incluía el bautismo bajo amenaza de muerte? ¿Y cuán forzoso era el bautismo bajo el temor de castigos a largo plazo? ¿Y el de niños?

Por ejemplo, el obispo de Clermont-Ferrand, después de que una horda destruyó la sinagoga de la ciudad, recomendó a los judíos el 14 de mayo del 576: "Si estáis dispuestos a creer como yo, convertiros en uno de nuestra feligresía y seré vuestro pastor; pero si no estáis dispuestos, partid de este lugar". Alrededor de quinientos judíos de Clermont se convirtieron, y hubo celebraciones en la cristiandad. Los otros judíos partieron a Marsella. ¿Podía definirse aquella conversión como forzada? O si no, en el 938 el papa le indicó al arzobispo de Mainz que expulsara a los judíos de su diócesis si se negaban a convertirse voluntariamente (insistió en que no se aplicara "la fuerza").

Dijimos que el otro dilema fueron los casos de niños. ¿A qué edad podía el bautismo considerarse "voluntario" y no un gesto comprado por bagatelas? El mentado Agobardo en el 820 reunió a todos los niños judíos y bautizó a los que no habían sido alejados a tiempo por sus padres, si le parecían dispuestos a aceptar el cristianismo.

Una de las cláusulas de la Constitutio pro Judaeis, promulgada por papas sucesivos entre los siglos XII y XV, declaraba categóricamente que ningún cristiano debía usar la violencia para forzar judíos al bautismo. Lo que no decía era qué debía hacerse en los casos en que la conversión ya había sido impuesta: si era válida de todos modos o si el judío podía retornar a su fe.

La respuesta es que la condena eclesiástica al bautismo forzado no se modificó, pero su actitud respecto de problemas post-facto se endureció con el transcurrir de los siglos. En una carta de 1201, el Papa Inocencio III estableció que un judío que se sometía al bautismo bajo amenazas, de todos modos había expresado una voluntad de aceptar el sacramento, y por ello no le era permitido renunciar a él posteriormente.

Para el cristianismo medieval, el retorno a la vieja fe era una herejía punible con la muerte. Incluso en el año 1747 el Papa XIV decidió que una vez bautizado un niño, aun ilegalmente, debía ser considerado cristiano y educado en consecuencia.

Así ocurrió con las olas de bautismos forzados más tardías, en el reino de Nápoles durante las últimas décadas del siglo XIII, y en España en 1391, que comenzó con los desmanes que liderara el archidiácono Ferrant Martinez. Cientos de judíos fueron masacrados y comunidades enteras convertidas por la fuerza, y su trágica secuela fue el fenómeno de los marranos (una voz peyorativa para denominar a los Nuevos Cristianos y sus descendientes). Esta gente continuó practicando el judaísmo parcial y clandestinamente, hasta después del siglo XVIII.

En Portugal, miles de judíos se asentaron después de su expulsión de la vecina España en 1492. El rey Manuel decidió que para purgar su reino de la herejía, no era necesario expulsar a sus súbditos judíos, quienes constituían un valuable patrimonio económico. En vez de ello, se embarcó en una campaña sistemática de conversiones forzadas inicialmente dirigidas contra los niños, quienes eran arrancados de los brazos de sus padres en la esperanza de que los adultos los siguieran en la cristianización.

La furia de las conversiones en Portugal explica tanto el hecho de que para 1497 no había un sólo judío abiertamente practicante en el país, y también por qué el fenómeno del marranismo fue más tenaz allí hasta el día de hoy.

Un nuevo capítulo en la historia del bautismo forzado comenzó en 1543 con el establecimiento de la Casa de los Catecúmenes (candidatos a la conversión) primero en Roma y luego en muchas otras ciudades. Una década después el papa impuso un impuesto a las sinagogas a fin de costear a los Catecúmenes (ese pago se abolió sólo en 1810).

El converso potencial era adoctrinado por cuarenta días, al cabo de los cuales decidía si convertirse o regresar al ghetto. Toda persona que por cualquier excusa era considerada con inclinaciones al cristianismo, podía ser internada en la Casa de los Catecúmenes para explorar sus intenciones.

Para agravar las cosas, corría una superstición popular según la cual quien lograba la conversión de un infiel se aseguraba así el paraíso. Un tropel de ese tipo de procedimientos se esparció a lo largo y ancho del mundo católico. A mediados del siglo XVIII los jesuitas desempeñaron un rol protagónico en la práctica.

Varios casos fueron notorios. En 1762 una horda se avalanzó sobre el hijo del rabino de Carpentras, y lo bautizó en una zanja, por lo que el joven debió abandonar a su familia. En 1783 fueron secuestrados los niños Terracina para ser bautizados, y se generó una revuelta en el ghetto de Roma. En 1858, la policía papal secuestró de su hogar en el ghetto de Bolonia a Edgardo Mortara, de seis años, quien había sido secretamente bautizado por una doméstica que lo creyó mortalmente enfermo.

Los Mortara trataron en vano de recuperar a su hijo. Napoleón III, Cavour y Francisco José estuvieron entre los que protestaron el secuestro, y Moisés Montefiore viajó al Vaticano en un esfuerzo estéril por convencer al papa de que ordenara la liberación del niño. La fundación de la Alliance Israélite Universelle en 1860 "para defender los derechos civiles de los judíos" fue en parte una reacción a este caso.

El papa rechazó los pedidos de clemencia y, sólo en 1870, cuando cesó el poder de la policía papal, el niño salió en libertad. Ya no era Edgardo: el joven había decidido adoptar el nombre papal Pío, era un novicio de la orden de los agustinos y un ardiente conversionista en seis idiomas. Su trágico fin fue que falleció en Bélgica en 1940, un par de semanas antes de la invasión alemana que le habría impuesto un retorno a su identidad judia.

Durante el segundo cuarto del siglo pasado, el imperio ruso instituyó el sistema de los cantonistas, sobre los que hablaremos en otra lección, y que involucraba el virtual secuestro de niños judíos a fin de hacerlos servir militarmente durante varias décadas, con la explícita intención de que abandonaran el judaísmo.

En cuanto a la imposición de sermones a los judíos, también fue pionero el mentado Agobardo. En su Epistola de baptizandis Hebraeis (año 820) señala que bajo sus órdenes la clerecía de Lyons iba todos los sábados a predicar en las sinagogas, con asistencia obligatoria de los judíos. El sistema se regularizó con la fundación de la Orden Dominica (1216). Una ley de Jaime I de Aragón (1242) que recibió aprobación papal, se refiere a la obligatoriedad de la asistencia. El mismo rey dio la arenga en la sinagoga. En 1279 el rey Eduardo I impuso la práctica en Inglaterra. El siglo XV encontró, entre los predicadores más destacados, a Vicente Ferrer en España y Fra Matteo di Girgenti en Sicilia. La práctica se exacerbó a partir de la Contrarreforma, que vino acompañada por una reacción judeófoba.

En Roma, cien judíos y cincuenta judías debían asistir a una iglesia designada para recibir sermones, generalmente de apóstatas que debían ser pagados por la misma comunidad judía. La supervisión de bedeles con varas, aseguraba que nadie se distrajera. Michel de Montaigne registra que en Roma en el 1581 escuchó un sermón de Andrea del Monte, cuyo lenguaje fue tan brutal que los judíos pidieron protección a la curia papal. En 1630 los jesuitas iniciaron los sermones en Praga, y el emperador Ferdinando II los instituyó en en el auditorio de la universidad de Viena, adonde debían asistir doscientos judíos, una parte fija de los cuales debían ser adolescentes.

La imposición de sermones se prolongó por un milenio. Los derogaron la Revolución Francesa, y las tropas napoleónicas que fueron difundiendo las ideas revolucionarias por Europa. Después de la caída de Napoleón, se restablecieron en Italia al regresar el gobierno papal, pero Pío IX finalmente los abolió en 1846. Para esa época el poeta Robert Browning trató de reflejar el sentir judío durante los sermones:

"…cuando entró con alaridos el verdugo en nuestra cerca,
nos aguijoneó como perros hacia el redil de esta iglesia.
Su mano, que había destripado mi talega
ahora desborda para ahogar mis creencias.
Pecan en mí hombres raros que a su Dios me llevan".

Disputas y Quemas de Libros

La proscripción de la literatura judía comenzó en el siglo XIII, como un derivado de la decisión de 1199, por la que el Papa Inocencio III advirtió a los legos que las Escrituras debían quedar bajo interpretación exclusiva del clero.

En el 1236, el apóstata Nicolás Donin envió desde París un memorandum al Papa Gregorio IX, en el que formulaba treinta y cinco cargos contra el Talmud (que era blasfemo, antieclesiástico, etc). El papa terminó por enviar un resumen de las acusaciones a los eclesiásticos franceses, ordenando que se aprovechara la ausencia de los judíos de sus casas mientras rezaban en las sinagogas, y se confiscara sus libros (3/3/1240). Además se instruía a las Ordenes Dominica y Franciscana en París que "hicieran quemar en la hoguera los libros en los que se encuentraran errores" de corte doctrinario. Indicaciones similares se enviaron a los reyes de Francia, Inglaterra, España y Portugal.

Recordemos que el Talmud no empezó a traducirse hasta el siglo pasado, y que su idioma original, el arameo, era conocido sólo por los judíos o los estudiosos del tema. Por ello cuando el hebraísta cristiano Andrea Masio repudió las censuras y quemas de libros judíos, adujo que una condena cardenalicia sobre esos libros era tan válida como la opinión de un ciego sobre diversos colores.

Como consecuencia de la circular de Gregorio IX, también se llevó a cabo la primera disputa religiosa pública entre judíos y cristianos, en París, entre el 25 y el 27 junio del 1240. El Rabí Iejiel que debió defender públicamente al Talmud, no logró evitar que un comité inquisitorial lo condenara. En junio de 1242, miles de volúmenes fueron quemados públicamente.

La práctica fue convirtiéndose en norma, y muchos papas posteriores promovieron la quema del Talmud. Otra disputa famosa se efectuó en Barcelona en el 1263, después de la cual Jaime I de Aragón ordenó a los judíos borrar del Talmud referencias supuestamente anticristianas, so pena de quemar sus libros. También la disputa de Tortosa (1413) concluyó restringidendo los estudios de los judíos de Aragón.

Un nuevo ímpetu se dio a las prohibiciones de libros judíos en 1431 cuando en el Concilio de Basilea, la bula del papa Eugenio IV directamente prohibió a los judíos el estudio del Talmud.

Los ataques contra el Talmud se extremaron durante el período de la Contrarreforma en Italia, a mediados del siglo XVI. En agosto de 1553 el papa designó al Talmud "blasfemia" y lo condenó a la hoguera junto con otras fuentes de sabiduría rabínica. El día de Rosh Hashaná de ese año (5 de septiembre) se construyó una una pira gigantesca en Campo de Fiori en Roma, los libros judíos se secuestraron de las casas mientras los judíos rezaban en las sinagogas, y se quemaron públicamente miles de ejemplares.

Por orden inquisitorial, el procedimiento se repitió en los Estados papales, en Bolonia, Ravena, Ferrara, Mantua, Urbino, Florencia, Venecia y Cremona.

Unos años después Pío IV levantó la prohibición del Talmud (1564) pero la frecuente confiscación de libros judíos continuó hasta el siglo XVIII. El Talmud fue probablemente el libro más vilipendiado de la historia humana. A fin de escribir su tratado de dos mil páginas Endecktes Judemthum (El judaísmo desenmascarado) de 1699, Johannes Eisenmenger pasó veinte años estudiando en una ieshivá (academia de estudios talmúdicos), tan profundo era su odio por un libro que mantenía al judaísmo viviente.

Durante los dos últimos siglos, "expertos" de diversa índole fabricaron una vasta literatura que "revelaba las blasfemias" del Talmud (una literatura inútil hoy en día, cuando el Talmud está al alcance de todos por medio de las muchas traducciones a los principales idiomas).

El último auto-de-fe contra el Talmud fue en 1757 en Kamenets (Polonia) donde el obispo Nicolás Dembowski ordenó la quema de mil copias del Talmud.

Otra práctica judeofóbica medieval fue el establecimiento de barrios para judíos, rodeados de muros que permanecían sellados de noche y podían traspasarse sólo con permisos oficiales. El término ghetto con que se los designaba, pudo surgir del barrio en Venecia, que estaba cerca de una fundición (getto en italiano) y que en 1516 se transformó en residencia obligada de los judíos. O podría derivar del arameo guet, término relativo a separación.

Aunque en muchos casos nacía voluntariamente (por necesidades de cementerio, premisas para mikve o baño ritual, etc.) fueron mayormente resultado de la tendencia eclesiástica que desde el siglo IV aislaba y humillaba a los judíos. La disposición oficial, con todo, se promulgó sólo en el Tercer Concilio Laterano (1179) que prohibió a cristianos y judíos residir juntos. Ghettos famosos hasta la Reforma fueron el de Londres (1276), Bolonia (1417) y Turín (1425).

Como en el caso de las otras prácticas ya mencionadas, los ghettos se difundieron más cuando la Iglesia reaccionó contra la Reforma, una reacción que en general agravó la situación de los judíos en las regiones que permanecieron católicas. Desde la segunda mitad del siglo XVI ghettos fueron introducidos, primero en Italia y luego en el imperio austríaco. En Venecia se creó como una institución estable (1516) y en Roma, los judíos fueron obligados a trasladarse y se les amuralló (fue el 26/7/1555 que coincidió con la trágica conmemoración del 9 del mes de Av).

En los países musulmanes, comenzó enteramente voluntario, y así permaneció bajo el imperio otomano. Allí, cuando en los siglos XIX-XX se levantó la obligación de residir en el ghetto, la mayoría optó por permanecer en ellos.

En 1796 las tropas republicanas francesas demolieron todas las murallas de los ghettos en Italia. Con la caída de Napoleón (1815) hubo un fallido intento de restablecerlos. Los portones del de Roma fueron finalmente destruidos en 1848, y no volvió a construirse ghettos hasta el ascenso del nazismo en Europa.

El ghetto fue central en el devenir de la judeofobia, puesto que fortalecía el estereotipo del judío demoníaco. Una figura que, aun si accedía a contactos con los cristianos durante el día, regresaba a la noche a su antro amurallado y a sus prácticas despreciadas.

Y además, como a los ghettos no se les permitía expandirse, eran en general insalubres y superpoblados. Se suponía que la degradación y humillación del judío llevaría ulteriormente a su cristianización. Por ello, el publicista católico G.B.Roberti exclamó ante un ghetto del siglo XVIII que "era una mejor prueba de la religión de Jesucristo, que una escuela entera de teólogos".

Las dos últimas prácticas que anunciamos fueron las más brutales: expulsiones y genocidios, que serán analizadas en la próxima lección.

 

La actitud católica medieval de desprecio a los judíos no excluyó tampoco al principal filósofo medieval cristiano, Tomás de Aquino, citado en nuestra última lección, y quien en 1270 escribía: "Como consecuencia de su pecado, los judíos están destinados a servidumbre perpetua. Los soberanos de los Estados pueden tratar las posesiones de los judíos como si fueran propias, con la única provisión de no privarlos de lo necesario para mantenerse vivos". Esta recomendación fue gradualmente aceptada por los gobiernos seculares. Bajo influencia de la visión de la Iglesia y sus disposiciones, los judíos fueron sometidos a restricciones, impuestos especiales, y la obligación de usar distintivos en las ropas, entre otras limitaciones.

Estocolmo

Es extremadamente común oír de cómo rehenes demuestran apego y hasta afecto por aquellos que los mantuvieran cautivos. Este estado psicológico se conoce como Síndrome de Estocolmo y tiene que ver con víctimas que se hacen cómplices en cierta medida, de sus secuestradores. Y hasta cierto punto, es entendible que eso suceda.

 Cuando aparece el equipo SWAT, el rehén  está un poco agradecido y otro poco confundido. “Después de todo, a esto ya me había acostumbrado”, piensa mientras retoma, un poco a regañadientes, el control de su vida.  Y comienzan a aparecer las cosas que le hacen extrañar el encierro.

 Aunque al principio sea complicado acostumbrarse a la tragedia del cautiverio, poco a poco el secuestrado había comenzado a familiarizarse con los rituales y rutinas que se les imponían, hasta el punto de sentir su ausencia una vez liberados. Les molesta la luz, les encandila, les duele. Les desconcierta el sonido, si es que estaban en un lugar silencioso, o el silencio, si estaban acostumbrados a oír determinados sonidos en momentos determinados. Y sobre todo, los atormenta la incertidumbre.

 Y es que existen algunas ventajas relativas de ser rehén. Para empezar, las decisiones no dependen de uno. Ser víctima, es, de alguna manera, liberador. Uno ya no es responsable del camino que le toque ni de lo que le suceda. Ya no tenemos el peso de medir y calcular cada paso que damos, ya no somos culpables de nada y para cualquier reproche podemos decir que “no podíamos elegir”. Manejaba otro. Y siempre es más “fácil” que maneje otro.

 
Claro está que no es la intención en este artículo describir ni analizar las consecuencias de ningún acto terrorista ni criminal, sino sencillamente trazar una comparación entre los efectos del secuestro y otro tipo de cautiverio, igualmente dañino, al que llamaré “religiones”.

 Y ni siquiera estoy refiriéndome exclusivamente a sectas evangélico-mesiánica-pentecostal- misioneras. Pueden ser otras nuestras religiones; otros nuestros secuestradores: el trabajo excesivo u obsesivo, el dinero y su búsqueda, las relaciones enfermas, el cuidado desmedido por el cuerpo; en fin, la deificación de cualquier cosa que no sea Dios; cualquier objeto, práctica, persona o lo que sea,  frente a la que nos postremos y a la que hagamos centro de nuestra vida.

 Pero, por esta vez, y hecha esa salvedad, sí voy a referirme a las religiones. En general, los individuos que las integran, o bien han nacido en el seno de una familia que ya estaba “secuestrada”, o bien fueron a dar allí por sí mismos, atraídos por infinidad de causas, circunstancias o motivos particulares, que no vienen al caso, porque son muy diferentes. Pero la característica que todos comparten es que, al momento de “salir”, tienden a experimentar el mencionado “Síndrome de Estocolmo”.

 Era más cómodo tener un “pastor”, alguien como referencia. Era más seguro tener un interlocutor que intercediera por nosotros ante el Padre.  Era más práctico contar con fechas, horarios, canciones, himnos, reuniones, líderes para todo y una organización que nos sustentara. Aunque toda esa estructura nos mantuviera cautivos, suena muy organizada, muy ordenada.

 Y se explica que sea así. Porque esas organizaciones mantienen un orden que necesita de esa compleja estructura para sobrevivir, manteniendo ese estado anti-natural de cosas. Sin ese complicadísimo aparataje, no se puede mantener a miles de personas, durante cientos de años, convencidas de que si no fuera por ella, estarían perdidos. A miles de secuestrados convencidos de que lo mejor que les podría pasar, sería permanecer allí toda su vida.

Pero resulta que es al revés. Lo mejor que les podría pasar es salir de allí. Y muchos lo han hecho, y muchos más, lo harán, gracias a Dios. Porque no es rutina ni comodidad lo que necesitamos. Porque no obtendremos la paz y seguridad que buscamos cumpliendo con exigencias falsas, adorando oscuros personajes ni siguiendo a equivocados secuestradores.

 Y porque debemos admitir que esa aparente soledad que experimentamos cuando llega el equipo SWAT y nos dice que ya pasó todo y que al fin somos libres, no es mala.  Es por fin, un poco de silencio, un desierto en el que nada nos distrae y por fin podemos pensar por nosotros mismos mientras retomamos el rumbo hacia nuestra vida. Un desierto que termina siendo un oasis donde podemos, en silencio, recordar lo que en alguna parte de nosotros, siempre supimos.

 Que sí había un Dios. Que no nos pedía ser Miss Universo, Licenciados en Física Cuántica, y la Madre Teresa para aceptarnos como hijos. Que no era papá noel y que nos traía regalos aunque no nos hubiéramos portado del todo bien. Y que no, no podía ser todo tan complicado. Que no hacía falta ser ni contar con un gurú  iluminado que nos hiciera de msn y nos mandara mensajitos de Dios para nosotros y viceversa. 

 Que no había ningún motivo para preferir estar preso. Que la luz encandila pero no enceguece, sino todo lo contrario. Y que es preferible caminar a ser arreado. Siempre.

MI AYUDADOR ES EL ETERNO

 “Bienaventurado aquél cuyo ayudador es el Dios de Yaakov, cuya esperanza está puesta en el Eterno, su Dios,…”. (Salmos 146: 5).

 

            Introducción:

           Una de las advertencias más contundentes que los profetas y jueces verdaderos de Israel proclamaron a oídos del pueblo, de manera continua y vehemente, en todos los tiempos y escenarios, tiene que ver con la inutilidad de colocar nuestra confianza en aquellos hombres señalados como “príncipes poderosos”, los que han sido sublimados por el hombre a niveles de preponderancia y “divinidad”, o en imágenes de oro, plata, bronce o madera, pues su ayuda es del todo vana, frágil, perecedera y letal.

 

Al respecto, el profeta Jeremías nos transmitió de parte del Eterno una palabra incisiva y determinante: “Así dice el Eterno: Maldito aquél que confía en el hombre, y se apoya en un brazo de carne, y cuyo corazón se aparta del Eterno. Pues será como el enebro en el desierto, que no ve cuando viene el bien, sino que habita en los sequedales del desierto, en una tierra salada y no habitada”. (Jeremías 17: 5-6). Desde el mismo momento que quitamos nuestros ojos del Eterno y los fijamos en otro ser, real o ficticio, (llámese como se llame, sea quien sea) nuestras almas caen estrepitosamente en lugares de deterioro y sequedad, pues los influjos de la bondad del Eterno son coartados y aprisionados en cáscaras de impureza, impidiendo así al extraviado ser beber de las fuentes de la paz, la armonía y la bienaventuranza, y termina bebiendo de los influjos de la malignidad, a tal punto que su mismísima alma se va transformando lentamente a imagen y semejanza de aquel falso salvador en quien se está apoyando –su falso dios-, en el cual ha depositado toda su confianza y esperanza y de quien cree vendrá su rescate y liberación.

 

            Esto significa que el alma del extraviado y el alma del idolatrado (o su esencia doctrinal) se vuelven una misma cosa, recibiendo por transferencia espiritual las mismas cualidades del “ser divino” en el que se ha afincado. De allí que aquellos que sirven a los ídolos –ya sean conceptuales o físicos- adquieren sus mismísimas características.

 

Como ya sabemos, “los ídolos de ellos (las naciones) son de plata y de oro: obra de manos de hombre. Tienen boca, y no hablan; ojos tienen, y no ven; tienen orejas, y no oyen; narices tienen, y no huelen; tienen manos, y no palpan; pies tienen, y no andan, ni hablan con su garganta”. (Salmos 115: 4-7). Lo más interesante de este hecho es que así se tornan y actúan todos aquellos que sirven a los ídolos: “Como ellos son los que lo hacen, y todo aquel que confía en ellos”. (Salmos 115: 8). Todos aquellos que han puesto su confianza en la falsedad carecen de percepción, discernimiento, creatividad y tacto para penetrar en los misterios de la vida. Viven rodeados de un aura de espiritualidad fantasiosa y quimérica, sumidos en la más profunda depresión integral como individuos y familias. La misma condición de sequedad y frialdad que caracteriza a la falsa deidad se les transfiere a sus mentes y corazones. Tanto el ídolo como su servidor se vuelven uno.

 

“¡Cual la madre, tal su hija!”:

 ¿Por qué los cristianos son antisemitas en su teología y en su estilo de vida? No existe otra respuesta sino esta: pues así se comportaba y enseñaba su “salvador y mesías”, y así actuaban Pablo y los demás apóstoles, las columnas “morales y espirituales” de la “santa” iglesia. Como dice el dicho: “de tal palo, tal astilla”, o como dijera el profeta Ezequiel: “¡Cual la madre, tal su hija!” (Ezequiel 16: 44). Un hombre que deposita toda su confianza en Jesús/Ieshu, y se entrega sin reservas a su servicio, será impregnado de su misma esencialidad, de su mismo espíritu descarriado: rebeldía (a Dios, a Sus excelsas Instrucciones, a los Sabios y Jueces de Israel); orgullo (creer ser lo que en realidad no es, como Jesús/Ieshu, por ejemplo, que se autoproclamó como intermediario absoluto entre el hombre y su Dios); falsa piedad (creerse más que los demás por su supuesta espiritualidad); engaño y manipulación (si no se hace lo que él dice la persona pasa a ser un hijo de desobediencia, de ira y del mismísimo diablo, así sea un cumplidor fiel de los Preceptos del Eterno) y confusión y estupidez (decir una cosa, luego decir o hacer todo lo contrario, basado, supuestamente, en revelaciones del “espíritu santo”).

 

¿No actúan así los discípulos y seguidores de Jesús/Ieshu? ¿No es este el modo de actuar y de hablar de aquellos que se dicen llamar “cristianos”? ¿No es esto lo que revela la historia del cristianismo en sus diferentes épocas y escenarios? ¿A quién quieren engatusar con su disfrazado mensaje de “amor” y de “perdón”?

 

La teología cristiana, por un lado, pregona que Dios es amor y, por otro lado, condena indefectiblemente a los judíos por ser “los asesinos” de Cristo. Por un lado dice que los cristianos son los verdaderos hijos de Dios y la luz del mundo (por su fe en Cristo), pero por otro lado disfrutan enteramente y se benefician de las invenciones de los judíos, a los que acusan de alta traición y enemigos de la verdad. Por un lado predican acerca de la gracia de Dios y del pronto arrebatamiento de los santos al cielo, pero por otro lado proclaman a viva voz que Israel padecerá en la gran tribulación los embates del anticristo, el falso profeta y sus demonios.

 

Los seguidores de Cristo hablan de ser fieles a Dios y guardar sus preceptos (claro está, según fueron enseñados por Cristo), pero por otro lado dicen que los judíos, por no tener a Cristo en sus corazones, así cumplan todos los Mandamientos del Eterno, son anatemas y condenados a la destrucción del  infierno, pues nadie es “salvo” por guardar la Torá, sino por aceptar a Cristo como su salvador personal.

 

Por favor, vean esto. Para el cristianismo, si un cristiano sufre, es una prueba de Dios; pero si es un judío el que está sufriendo, es por causa de haber entregado y vendido al hijo de Dios. Si un cristiano es prosperado, es por su fe en Cristo Jesús y porque tiene visión de reino; pero si es un judío el que prospera (¡y qué prosperidad!), es por causa de su usura y corrupción, o por efectos de la gracia común, que sólo incluye bienes terrenales, pero no el cielo. Si un cristiano muere, los ángeles vienen y lo llevan a los brazos de Jesús; si un judío muere, lamentablemente está perdido para siempre en el fuego eterno. Si un cristiano es perseguido, es un bienaventurado; pero si es un judío el perseguido, es por culpa de haber declarado “su sangre (la de Jesús) sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos”.

 

Amigos míos, manipulación, ignorancia, fraude y pestilencia es la verdadera sustancia del mensaje cristo-céntrico que se proclama desde los púlpitos cristianos. ¿O no ven los daños morales, emocionales, físicos, científicos, académicos y económicos que el cristianismo le ha propinado a la humanidad en estos dos milenios de trágica existencia? Han perseguido y tratado de eliminar al justo, al sabio, al dotado de sentido común y creatividad. Han aplaudido hasta la saciedad el oscurantismo, la barbarie, la falsedad y el exceso, todo en nombre de su “amado salvador” y en la infalibilidad de sus líderes y pastores.

 

Los frutos de la vinculación con el Eterno:

 Ahora bien, veamos el efecto integral positivo que se produce cuando un justo se vincula al Eterno, el Dios Uno y Único, en una legítima relación espiritual, lo que en hebreo se conoce como Devekut. Al respecto, dice el profesor Yehuda Ribco: “Devekut, literalmente en hebreo es adherirse, aproximarse, éxtasis, juntarse. …es un camino extenso de actuar con fidelidad de acuerdo a lo que Dios nos exige, de modo tal de asemejar (en la medida de nuestras limitaciones) nuestros actos a Sus actos. Se consigue mediante el cabal cumplimiento de los preceptos a partir del sistemático y correcto estudio de Torá”. (Para ver toda la explicación haga clic en el enlace http://serjudio.com/rap1851_1900/rap1867.htm).

 

Estos conceptos nos ayudarán a entender por qué en el Salmo 112: 3 y 9 se dice del hombre justo, aquél que es amante y cumplidor fiel de los Preceptos del Eterno, “y su justicia permanece para siempre”, pero en el Salmo 111: 3 es del Eterno de quien se afirma “y Su justicia permanece para siempre”. Además, en ambos Salmos, tanto el Eterno como el hombre justo, son presentados como buenos, misericordiosos y justos. ¿Puede un simple mortal parecerse a Dios? ¿Qué quiere decir esto? Esto viene como resultado de la vinculación, de hacerse uno con Dios, como ya se explicó anteriormente. Las cualidades del bienhechor –el Eterno- se le transfieren al beneficiado –el hombre justo que confía en Él-, que ha puesto toda su esperanza en el Eterno y le sirve irrestrictamente a través del cumplimiento de Sus Preceptos.

 

¡Qué diferencia tan abismal existe entre uno que sirve a los ídolos y uno que sirve al Eterno, el Dios Uno y el Único! Cada quien refleja las cualidades propias del ser en el que se refugia y confía. Un dios identificado con la violencia genera creyentes violentos; un dios identificado con la ignorancia, pobreza y el dolor genera creyentes ignorantes, privados y sufridos; un dios identificado con el vicio y la sensualidad genera creyentes desenfrenados e inmorales. Un dios identificado con el antisemitismo genera creyentes antisemitas y menospreciadores de la verdad. Un dios identificado con la santurronería y la piedad inerte genera creyentes hipócritas y mojigatos. Pero un Dios identificado con la justicia, la bondad, la misericordia y la sabiduría, como el Singular Dios de Israel, genera hijos justos, bondadosos, misericordiosos y sabios. Decide hoy a quién quieres parecerte, o a los falsos dioses de las naciones o al Todopoderoso Dios de Israel, la Roca de la eternidad.

 

Un llamado a confiar en el Eterno con exclusividad:

 El llamado que hoy nos hace el Eterno a todos los mortales (judíos y gentiles) es romper las coyundas de la idolatría, en cualquiera de sus manifestaciones, y depositar toda nuestra confianza única y exclusivamente en el Eterno, el incomparable Dios de Israel, y exclamar como el Salmista: “Nuestra alma ha esperado en el Eterno; Él es nuestra ayuda y nuestro escudo. En Él se alegrará nuestro corazón, pues hemos confiado en Su santo Nombre. Que Tu bondad, oh Eterno, esté sobre nosotros, tal como hemos confiado en Ti” (Salmos 33: 20-22). La confianza en el Eterno te llevará a caminar en dimensiones de confianza, seguridad, alegría y abundancia, cualidades éstas que distinguieron a los justos y fieles de la antigüedad.

 

Fuera del Eterno sólo hallarás ignorancia, confusión, caos y muerte. En Su refugio encontrarás el bien, la claridad y la vida plena que tanto ha deseado tu alma, por lo tanto, hoy te digo: “Fijaos y ved que el Eterno es bueno;  bienaventurado el hombre que confía en Él” (Salmos 34: 9).

   

Alfredo Zambrano García
FULVIDA Táchira – Venezuela

Antisemita el Nuevo Testamento?

Versiculos antisemitas en el Nuevo Testamento

 

El Nuevo Testamento es un libro que enseña a los seguidores de Jesús a odiar a los judíos. Esto esta en casi todo el contenido de este libro idolatra. La mayor parte de este odio sale de la misma boca de el llamado Jesús. Aquí les enseño algunos de estos versiculos.

 

Este libro mal intencionado es una de las razones por las cuales pasamos tanta persecución. Como es posible que los cristianos hablen de un dios de paz y amor, si las palabras de este hombre son de rechazo constante hacia nosotros?

 

Examinemos algunos versiculos y veamos la evidencia de este odio en el llamado Nuevo Testamento Cristiano.

 

 

Juan 8:44

 

Vosotros sois de vuestro padre el diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Este era homicida desde el principio,y no se mantuvo en la verdad,porque no hay verdad en él; cuando dice la mentira,dice lo que le sale de dentro,porque es mentiroso y padre de la mentira.

 

(El mensaje aquí es que los judíos somos hijos de el diablo. Este evangelio es llamado por los Cristianos como el evangelio de amor. Se supone que este sea el discípulo amado de Jesús. El que se atrevió recostar la cabeza en el hombro de el hombre llamado Jesús.

 

Donde esta el amor aquí? Estas no son palabras de amor o paz?. No, son palabras de odio para un pueblo que rechaza la idolatría de el cristianismo) Según el Nuevo Testamento el pueblo judío al rechazar a el llamado Jesús, pasa a ser rechazado y odiado.

 

 

 

Mateo 8:12 

 

mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes.

 

(Los judíos según el Nuevo Testamento son hachados fuera de D-s y serán un pueblo sufrido y todo por no creer en el llamado jesús)

 

 

 

Mateo 23: 37 y 38

 

37-¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no habéis querido!

38-Pues bien, se os va a dejar desierta vuestra casa.         

 

(Nuevamente las palabras de Jesús en contra de los judíos. Según jesús somos asesinos de los profetas y sus torturadores. Por no seguir a jesús nuestras casas serán desoladas, cosa que hasta ahora no a pasado, aun estamos aqui. El pueblo de D-s seguirá siempre siendo el pueblo de D-s. Esta fue la promesa de D-s y El siempre la ha cumplido)

 

 

 

Marcos 13:9

 

Pero vosotros mirad por vosotros mismos; os entregarán a los tribunales, seréis azotados en las sinagogas y compareceréis ante gobernadores y reyes por mi causa, para que deis testimonio ante ellos.

 

(Parece que le sigue gustando a el llamado Jesús,  poner a los judíos como verdugos. Si miramos un poco la historia notaremos que los perseguidos fueron los judíos por medio de los cristianos. Cuanto odio podemos ver en este libro antisemita.)

 

 

 

 

Marcos 16:16

El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.

 

 

(Quienes crees que son los que se niegan a creer en las mentiras de el llamado jesús?  Nosotros los judíos!  Por lo tanto según Jesús estamos condenados. Cuanto resentimiento tiene este hombre llamado Jesús y todo porque nos negamos a creer en sus mentiras)

 

 

 

Juan 8:47

El que es de D-s, escucha las palabras de D-s; vosotros no las escucháis porque no sois de D-s.

 

(Nos acusa aquí Jesús de que no somos de D-s, porque no escuchamos lo que ellos dicen. Tenían que inventar algo asi para tapar la verdad y esta es que no aceptamos la doctrina de el llamado Jesús, ya que sabemos que esta es farsa)

 

 

 

 

Juan 15:6

 

Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca;          luego los recogen, los echan al fuego y arden.

 

 

(Por no creer en Jesús seremos arrojados a el fuego, estas son palabras que salieron de su propia boca por igual. Viene a mi mente el holocausto. Sacaron de aquí la idea? Se inspiraron los cristianos en las palabras de Jesús? Repito aquí tenemos el evangelio de amor, pero las palabras de Jesús niegan amor alguno. Las palabras de Jesús aquí son terribles! Son palabras de muerte para todo aquel que no cree en sus necedades. Se necesita mas prueba para demostrar el odia hacia el pueblo de D-s en este hombre?)

 

 

 

 

Hechos 7:51 al 53

 

51-¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! ¡Vosotros siempre resistís al Espíritu Santo! ¡Como vuestros padres, así vosotros!

52-¿A qué profeta no persiguieron vuestros padres? Ellos mataron a los que anunciaban de antemano la venida del Justo, de aquel a quien vosotros ahora habéis traicionado y asesinado;

53-vosotros que recibisteis la Ley por mediación de ángeles y no la habéis guardado.

 

 

(Aquí llaman a nuestros antepasados asesinos de profetas. Según estos versiculos nos acusan de matar a quienes profetizaban de el llamado Jesús. Nos acusan de traicionar a jesús y de matarlo. Nos acusan de no guardar la ley. Esto es serio, esto es odio y acusaciones farsas. Si esto no es odio a los judíos entonces que es?)

 

 

 

Hechos 13:45 al 51

 

45-Los judíos, al ver a la multitud, se llenaron de envidia y contradecían con blasfemias cuanto Pablo decía.

46-Entonces dijeron con valentía Pablo y Bernabé: Era necesario anunciaros a vosotros en primer lugar la Palabra  de Dios; pero ya que la rechazáis y vosotros mismos no os juzgáis dignos de la vida eterna, mirad que nos volvemos a los gentiles.

47-Pues así nos lo ordenó el Señor: Te he puesto como la luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el fin de la tierra.

48-Al oír esto los gentiles se alegraron y se pusieron a glorificar la Palabra del Señor; y creyeron cuantos estaban  destinados a una vida eterna.

49-Y la Palabra del Señor se difundía por toda la región.

50-Pero los judíos incitaron a mujeres distinguidas que adoraban a Dios, y a los principales de la ciudad; promovieron una persecución contra Pablo y Bernabé y les echaron de su territorio.

51-Estos sacudieron contra ellos el polvo de sus pies y se fueron a Iconio.

 

 

(Lee cuidadosamente estos versiculos. Aquí nos acusan de envidiosos, hablamos según ellos blasfemias. No solo  eso sino que como los judíos no creyeron las mentiras de la secta de Jesús, según ellos nos sacaron de ser los escogidos para hacer las estupideces que ellos decían y le dieron la oportunidad a los gentiles. Claro, ellos bajo su ignorancia creyeron las mentiras de estos idolatras y los siguieron.

 

Pero no queda aquí todo, dijeron que incitamos a mujeres distinguidas para perseguir a Pablo y a Bernabé. Aquí se repite una y otra vez el odio gratuito a los judíos, inventando mentiras tras mentiras.

 

 

Tito 1:10 al 14

 

10-Porque hay muchos rebeldes, vanos habladores y embaucadores, sobre todo entre los de la circuncisión,

11-a quienes es menester tapar la boca; hombres que trastornan familias enteras, enseñando por torpe ganancia lo que no deben.

12-Uno de ellos, profeta  suyo, dijo: Los cretenses son siempre mentirosos, malas bestias, vientres perezosos.

13-Este testimonio es verdadero. Por tanto repréndeles severamente, a fin de que conserven sana la fe,

14-y no den oídos a fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad.

 

 

(Como podemos ver aquí somos habladores, rebeldes, etc. Para ellos las enseñanzas de el judaísmo son fábulas y mandamientos de hombres. El Nuevo Testamento esta lleno de odio para todo aquel que no cree las mentiras de Jesús. Todo aquel que no desea seguir la idolatría esta apartado de la verdad.  Según ellos los de la circuncisión enseñan engaños a familias enteras. Quienes crees que son estos? Nosotros los judíos. Como pueden ver solo menciono algunos versiculos y no todos, si los menciono todos no terminaría nunca!)

 

 

 

1 Tesanolicences 2

 

13-De ahí que también por nuestra parte no cesemos de dar gracias a Dios porque, al recibir la Palabra de Dios que  os predicamos, la acogisteis, no como palabra de hombre, sino cual es en verdad, como Palabra de Dios, que  permanece operante en vosotros, los creyentes.

14-Porque vosotros, hermanos, habéis seguido el ejemplo de las Iglesias de Dios que están en Judea, en Cristo Jesús, pues también vosotros habéis sufrido de vuestros compatriotas las mismas cosas que ellos de parte de los  judíos;

15-éstos son los que dieron muerte al Señor y a los profetas y los que nos han perseguido a nosotros; no agradan a Dios y son enemigos de todos los hombres,

16-impidiéndonos predicar a los gentiles para que se salven; así van colmando constantemente la medida de sus  pecados;  pero la Cólera irrumpe sobre ellos con vehemencia.

 

(Ahora no solo somos enemigos de los seguidores de Jesús, aquí nos acusan de enemigos de todos los hombres. No se conformaron con que nos odien los seguidores de el llamado Jesús. Ahora nos acusan de enemigos de todos los hombres para que nos odien el resto de el mundo. Lo dice aquí muy claramente. Las palabras de el NT hablan por si solas)

 

 

 

Juan 15:22 al 25

 

22-Si yo no hubiera venido y no les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa de su pecado.

23-El que me odia, odia también a mi Padre.

24-Si no hubiera hecho entre ellos obras que no ha hecho ningún otro, no tendrían pecado; pero ahora las han visto, y nos odian a mí y a mi Padre.

25-Pero es para que se cumpla lo que está escrito en su Ley:  Me han odiado sin motivo.

 

 

(Por no amar a Jesús, no amamos a D-s. Estas son las palabras de Jesús. Quiere el decir que para nosotros amar a D-s tenemos que aceptar las mentiras de Jesús. Locura esto,

 

Donde dice en el Tanaj que nosotros odiaremos a Jesús sin motivo? Aquí podemos ver la ignorancia de Jesús de la ley de D-s. Dice el versículo 25,  para que se cumpla lo escrito en nuestra ley. Pero, donde esta esto escrito?  A que se refieren ellos aquí? Como siempre! Las mentiras de el NT son muchas contra el pueblo amado de D-s!)

 

 

 

 

 

Lucas 20:9-16, Mateo 13:36-43, y Lucas 19:12-27

 

(Lea estas parábolas y vera como dicen que los gentiles heredaran el reino, mientras nosotros seremos enviados al fuego) Para Jesús estamos condenados a morir. Lean poco a poco estos versiculos. Creo que con esta muestra vasta para demostrar las verdaderas enseñanzas de el NT y su odio antisemita hacia el verdadero pueblo de D-s.

 

Gracias a El Eterno D-s que muchos gentiles estan buscando la verdad. Se que este deseo sale de lo mas profundo de sus almas cuando la buscan sinceramente. Estos gozaran de las bendiciones de el Eterno D-s, pues esta escrito que D-s es uno y El  bendice a todo aquel que bendice a el pueblo de Hashem.

No es lo mismo resignación que aceptación

No es lo mismo resignación que aceptación. Algunas veces las circunstancias que nos tocan vivir como por ejemplo enfermedades, fracaso en una empresa, etc., nos permite comprender y experimentar el verdadero significado y diferencias que tienen las palabras Aceptación y Resignación.

Quiero compartir con uds., lo que he aprendido y lo que aún estoy aprendiendo. Solo el tiempo y los resultados de esta experiencia hablarán cuanto he crecido a través de ella.

El diccionario de la Real Academia Española dice que:

Aceptar es: 1- Recibir voluntariamente lo que se le da. 2- Aprobar, dar por bueno

Resignarse es: Conformarse, someterse, entregar su voluntad, condescender.

 La aceptación profunda de la realidad que nos toque vivir, llámese enfermedad, o fracaso, etc., debe llevarnos a meditar, reflexionar y razonar la situación que estamos viviendo para que a través del razonamiento comprendamos que hay varias acciones que aun podemos realizar. Si el análisis de estas acciones es realizado en forma positiva, los resultados te mostrarán que lo has hecho bien. Ahora si el análisis es hecho con una mentalidad negativa, el resultado será obviamente negativo y no nos permitirá comprender, y por tanto aceptar lo que estamos viviendo y terminaremos resignándonos. La aceptación y la comprensión nos lleva a utilizar todo con un fin de crecimiento, no hay derrota, tan solo una batalla perdida de la que hay mucho que aprender.

 Aceptación  significa también que cuando haya momentos difíciles en tu vida, sabrás hallar el amparo y el consuelo para aliviar tus pesares. La aceptación surge de comprender que cualquier circunstancia  que estamos viviendo sin excepción cumple un propósito. De nosotros depende el resultado, ¿Estamos dispuestos a dar la lucha? ¿Estamos dispuestos a trabajar hasta alcanzar nuestro objetivo? o simplemente nos resignaremos.

 La resignación es aceptar una derrota sin antes haber hecho todo lo que tu crees que puedes hacer para superarla y te frustras porque no se da el resultado que esperabas y te das por vencido antes de comenzar la lucha. La resignación no aporta ni comprensión, ni aceptación, es mas bien es una derrota asumida.

 La resignación siempre buscará culpables, siempre esperará que algo o alguien le traiga la solución pero sin ganarla, sin hacer nada por conquistarla y justificará siempre el resultado basándose en culpas ajenas y no asumiendo su propia responsabilidad; la resignación nos hace creer que no somos capaces de superar las circunstancias del hecho que estamos viviendo y deja en nuestras mentes una frustración constante.

 ¿Que he aprendido de todo esto? que Resignarse  nos esclaviza pero que Aceptar nos libera y nos hace crecer.

 Norma Medina

La poderosa verdad

¿Cómo sabemos que los profetas mencionados en el Tanaj fueron realmente profetas?
¿Alguna vez te lo preguntaste?
¿Cómo sabes que Isaí­­as, Ezequiel, Jeremí­­as, Amós, Jonás por mencionarte algunos, fueron realmente profetas del Eterno y sus palabras expresan un mensaje celestial?

La respuesta es muy simple.
Porque las autoridades rabí­­nicas de su época los aceptaron en su rol profético, guardaron como tesoros sus palabras, y las compilaron con amor y reverencia en el Tanaj.

Hubo centenas de falsos profetas, de aspirantes a profetas, de tontos y locos que deliraban con que eran profetas, profetas de dioses falsos… hubo centenas de esos, y ninguno pasó el riguroso filtro de las autoridades rabí­­nicas de su época.
Todos los que no eran emisarios del Altí­­simo, pero que se auto-proclamaban profetas, fueron excluí­­dos de ser parte de la Tradición y del Tanaj.
Sabemos que existieron, algunos de sos tristes personajes son denunciados en algunos pasajes de nuestro santo Tanaj, pero nadie que desee permanecer en el redil de los fieles da crédito a sus nefastas prédicas.

Es tal como te digo, ¿no?
Puedes revisar el Tanaj y me darás la razón, si eres sincero y objetivo.

Ahora, yo te pregunto, y debes ser sincero nuevamente: ¿Jesús, Pedro, Pablo y el club de timadores y delirantes que eran de su grey, alguna vez fueron aceptados o admitidos como profetas por las mismas autoridades que declararon como verdaderos profetas a Isaí­­as, Ezequiel, etc.?
Sabes la respuesta: nunca fueron admitidos como profetas de Dios, pues no pasaron los estrictos e inmutables filtros.
Fracasaron en todos sus intentos por hacerse pasar por mensajeros de Dios y los santos varones que debí­­an probarlos los declararon claramente como lo que eran: rebeldes en contra de Dios, estafadores, profetas de perdición, apóstatas o pobre gente que no estaba en sus cabales.

Esa es la poderosa verdad con respecto a estos personajes oscuros.

Ahora bien, si tú te guí­­as por profecí­­as contenidas en el Tanaj (al que enfermizamente llaman «antiguo testamento»), y consideras profetas a aquellos que los sabios rabinos judí­­os han declarado que ciertamente eran profetas… ¿puedes tener el atrevimiento de decir que estos sabios judí­­os se equivocaron con respecto a todos los cabecillas de la religión ajena que adora a un supuesto crucificado?
Porque si estos sabios no tení­­an la capacidad de darse cuenta de que Jesús y su club eran falsos profetas, promotores de la idolatrí­­a e inmoralidad, tampoco tení­­an la capacidad para declarar como verdaderos profetas a Isaí­­as y toda la corte de santas personas elogiadas como mensajeros verdaderos de Dios.
¿Entiendes?

Por tanto, debes aceptar que Jesús y su club son lo que los sabios han indicado: falsos y rebeldes;
porque si no aceptas esta poderosa verdad,
debes declarar que no hubo ningún profeta válido.
Y si no hay profetas válidos, porque los sabios no tienen discernimiento… ¿en que supuestas profecí­­as del Tanaj se basan los misioneros para seguir reclamando superioridad para Jesús?

Por donde lo veas, si eres libre, si usas tu intelecto, si no te dejas dominar, si no eres esclavo de otros o de tus emociones, solamenete puede declarar: los profetas del Tanaj son verdaderos,
Jesús y su clan son promotores del mal.

Meditalo con calma, sin pasiones, sin declarar eslóganes, sin enojos… medí­­talo con la vara de la verdad en tu mano…

No es cuestión de teologías o complejas pruebas…

Para los hijos de Israel resulta ciertamente sencillo saber qué cosa es idolatrí­­a y que cosa es fidelidad al Eterno.
Brindemos atención al texto, claro, simple, excplí­­cito que el mismí­­smo Padre celestial nos ha encomendado:

«[Haz de saber que] Yo soy, el Eterno tu Elokim que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud»
(Shemot / Éxodo 20:2)

Dios, el Uno y Único es aquel que sacó a nuestros padres de la angustia de Egipto.
Todas las otras cosas, (objetos, personas, entidades incopóreas, entes, etc.) que no son aquel Dios que rescató a nuestros padres, sencillamente no son Dios.
Así­­ pues, Jesús, Krishna, Apolo, Alá, Mithra, el Buda deificado, Brahma, Iemanjá, Sai Baba, Baal, Vishnú, Ra, Amón, Gaia, el dios de la Metafí­­sica, el Verbo gnóstico entre tantas decenas de otros «dioses ajenos» no son Dios, pues ninguno de estos personajes mitológicos son el Ser supremo que salvó a nuestros antepasados, los condujo, sustentó y les reveló Su Palabra eterna (la Torá).
Dios, el Uno y Único no necesitaba otra «cédula de identidad» que el presentarse como el Ser que sacó a nuestros padres de Egipto.

«Al Eterno tu Elokim temerás, y a Él servirás. A Él te adherirás y por su nombre jurarás.
Él es tu alabanza; Él es tu Elokim que ha hecho por ti estas cosas grandes e imponentes que tus ojos han visto.»
(Devarim / Deuteronomio 10:20-21)

Ese mismo Dios, Uno y Único liberador de las opresiones de Egipto, es el que mantuvo a los israelitas en el desierto durante cuarenta años.
Dí­­a tras dí­­a manifestaba Su presencia con milagros, inmensos hechos supranaturales, por lo que TODO el pueblo de Israel podí­­a dar testimonio de la veracidad de estos sucesos y por tanto de la presencia e intervención de Dios en sus vidas.
No eran hechos aislados, milagritos, tramoyas fabricadas por un grupo de estafadores, producto de la histeria de algunas personas impresionales, sino que eran portentos impresionantes que eran experimentados por TODO un pueblo, entre los que se contaban también personas no muy dispuestas a someterse a Dios, pero que no podí­­an de dejar de reconocer Su presencia.
Ese Ser, y solamente ese, es Dios.
Ningún otro puede ser reconocido como Dios, o representarLo, o adjudicarse Sus hechos, puesto que a Dios exclusivamente debemos venerar, a Él servir, en Él confiar, por Su nombre bendecir y jurar.
Ese Dios, Uno y Único, que te repito no se Lo conoce por medio de teologí­­a o prédicas complejas de taimados pastores, o por la manipulación artera de oscuros pasajes bí­­blicos,
sino que se Lo conoce a través del testimonio fidedigno que se fue trasmitiendo por TODO un pueblo, de padres a hijos, de maestros a discí­­pulos, que se aferraron al testimonio con plena fidelidad y mantuvieron en vigencia y con vida el contrato de la Alianza eterna que habí­­an sellado con el Padre celestial.

Entonces… ¿Jesús, o la mí­­tica trinidad, o cualquier otro dios ajenos, son los que se manifestaron ante Israel?
¿Son el Dios, Uno y Único que fue testimoniado por generaciones de testigos presenciales?
La respuesta la sabemos… NO, no lo son…

Pero hay más.
Atiende por favor, te citaré un bellí­­simo pasaje de la santa Palabra eterna, y luego no te daré ninguna explicación. Dejaré que la claridad explí­­cita del pasaje sea la que te haga comprender que a Dios no se llega a través de teologí­­a, discursos tediosos, manipulaciones literarias, supuestas profecí­­as en libros faltos de valor. A Dios se llega a través de la confianza, no de la fe tonta. Atiende mi querido:

«Solamente cuí­­date y cuida mucho tu vida, no sea que te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni que se aparten de tu corazón durante todos los dí­­as de tu vida.
Las enseñarás a tus hijos y a los hijos de tus hijos.

El dí­­a que estuviste delante del Eterno tu Elokim en Horeb, el Eterno me dijo: ‘Reúneme al pueblo para que Yo les haga oí­­r mis palabras, las cuales aprenderán para temerMe todos los dí­­as que vivan en la tierra, y para enseñarlas a sus hijos.’

Y os acercasteis y os reunisteis al pie del monte. El monte ardí­­a con fuego hasta el corazón de los cielos, con densas nubes y oscuridad.

Entonces el Eterno os habló de en medio del fuego. Vosotros oí­­steis el sonido de sus palabras, pero aparte de oí­­r Su voz, no visteis ninguna imagen.

Él os declaró su pacto, el cual os mandó poner por obra: las diez locuciones [aseret hadevarim]. Y los escribió en dos tablas de piedra.

En aquel tiempo el Eterno también me mandó a mí­­ que os enseñara las leyes y los decretos, para que los pusieseis por obra en la tierra a la cual pasáis para tomar posesión de ella.

Por tanto, tened mucho cuidado de vosotros mismos, pues ninguna imagen visteis el dí­­a que el Eterno os habló en Horeb de en medio del fuego.
No sea que os corrompáis y os hagáis imágenes, o semejanza de cualquier figura, sea en forma de hombre o de mujer, ni en forma de cualquier animal que esté en la tierra, ni en forma de cualquier ave alada que vuele en los cielos, ni en forma de cualquier animal que se desplace sobre la tierra, ni en forma de cualquier pez que haya en las aguas debajo de la tierra. 
No sea que al alzar tus ojos al cielo y al ver el sol, la luna y las estrellas, es decir, todo el ejército del cielo, seas desviado a postrarte ante ellos y a rendir culto a cosas que el Eterno tu Elokim ha asignado a todos los pueblos de debajo del cielo.

Pero a vosotros el Eterno os ha tomado y os ha sacado del horno de hierro, de Egipto, para que seáis pueblo de Su heredad como en el dí­­a de hoy.»
(Devarim / Deuteronomio 4:9-20)

Atiende, no podemos jamás aceptar que un usurpador se ponga en medio de Dios y nosotros.
No es válido admitir un mediador espiritual que nos conecte con el Padre celestial.
Es ilí­­cito olvidar lo que Dios nos ha manifestado y ordenado, para ir en pos de nuevas ideas, «nuevos testamentos», que desví­­an de la fidelidad amorosa y reverente.
Pues esto se nos ha dicho:

«Ten cuidado; no sea que te olvides del Eterno que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud.
Al Eterno tu Elokim temerás y a Él servirás, y por Su nombre jurarás.
No iréis tras dioses ajenos, tras los dioses de los pueblos que están a vuestro alrededor»
(Devarim / Deuteronomio 6:12-14)

No vimos imagen de Dios, no es cuerpo, no es hombre, ni otro ser de los creados.
No vimos otra cosa que Sus actos, pero oí­­mos Su silenciosa pero penetrante voz, que llena con Su gloria cada milí­­metro de nuestro ser.
Esa voz que nos ordenó serLe fiel, negar toda adoración o reverencia a otro ser, despojarnos del mí­­nimo rastro de idolatrí­­a, es decir quitarnos todo lo que es infidelidad y mentira.
Esa voz que anunció con perfecta claridad:

«Escucha, Israel: el Eterno nuestro Elokim, el Eterno uno Es.»
(Devarim / Deuteronomio 6:4)

Uno, sin dos, ni tres.
Uno sin par, que nada se le iguala.
Uno que no tiene un cuerpo, pues entonces serí­­a más de uno.
Uno que es eterno y que ha sellado una Alianza eterna con nosotros.
Uno que hemos conocido personalmente, que hemos aceptado con confianza, que hemos ido trasmitiendo con fidelidad a lo largo de las generaciones y lo ancho de nuestros exilios.
Uno que no cambia, ni miente, ni cambia Sus promesas.
Uno que no es Jesús, ni cualquiera otro de los dioses ajenos, que no son más que monigotes, fantasí­­as, ilusiones en la febril mente de los que depositan su fe en ellos.
Uno que es nuestro Padre celestial, Padre de todo ser, y que ha escogido a Su primogénito, el pueblo judí­­o, para que sea Luz de las naciones.
Uno que es justo y misericordioso.
Uno que nos ha hablado, nos ha liberado y lo continúa haciendo constantemente.

En resumen, no podemos definir a Dios, ni encerrarlo en palabras o pensamientos.
Pero sí­­ podemos saber quién es Dios y que cosa es falsedad.

Lo sabemos, lo heredamos, lo vivimos y lo preservamos para nuestra posteridad.

El despertar a la Luz

En este texto procuraré describir resumidamente el proceso de un gentil al despertar a la Luz, cuando se libera de las falsedades espirituales de su vida pasada.
Es un proceso que debiera ser escrito por personas que lo hayan vivido, por lo que ruego que al terminar la lectura comenten a partir de sus propias experiencias de liberación y despertar.
Gracias.

Un buen día, como por casualidad el gentil (que seguramente ha estado sometido a la prisión de alguna religión, de una manera u otra), "se topa" con la Luz que esclarece rincones y balcones de su vida. Probablemente ocurre leyendo textos en serjudio.com o fulvida.com, o quizás en alguna publicación que esté enrolada del lado de la Luz.

La primera reacción suele ser de rechazo a la Luz.
En cierta medida duele admitir que es falsa y nociva toda la estructura religiosa a la que estaba sometido. Pesa aceptar que se ha vivido entre nubes oscuras de mentira y manipulación emocional, con contenido vacío de espiritualidad.
Este dolor suele provocar enfado con el mensajero, es decir, con el que ha dado el mensaje de la Luz.
Lo sé por experiencia propia. Muchos adictos a Jesús han empezado su relación conmigo enconados, negativos. Me veían como el portador de malas noticias que por tanto había que silenciar. Se presentaban como llorosas víctimas de inexistentes persecusiones, reclamaban derechos a la diversidad religiosa, etc. O de manera belicosa querían imponer su religión. Es que este rechazo de la Luz lo pueden manifestar de diversas maneras:

  • maldiciendo y ofendiendo,
  • negándose a seguir leyendo, aunque a escondidas o de reojo se sigue leyendo,
  • queriendo convertir al portador de la Luz en adicto a la oscuridad de las religiones,
  • hablando con simulada dulzura, expresando su actuado amor "a los judíos", pero exigiendo la aceptación de la idolatría perversa de Jesús.

Gracias a Dios que muchas personas superan este paso del rechazo y entran al estado de la desilusión.  ((Leer el siguiente texto: http://fulvida.com/?p=295))
Contemplan sus vidas, sus hechos del pasado, sus fantasías y sueños y encuentran un gran vacío, una gran estafa que han debido soportar durante muchísimos años.
La desilusión suele dejar a la persona en un estado de inacción y de falta de interés.
Ya no está el rechazo ni la negación, por supuesto que tampoco el ánimo militante del adicto a las religiones.
Pero tampoco está el ánimo como para crecer.
No se sabe para donde ir, qué hacer, cómo hacer… en fin, se está bloqueado.

Gracias a Dios que esta etapa es sorteada y la persona llega al estado de acción por inercia.
Se van aprendiendo los Siete Mandamientos Universales, se va entendiendo este "nuevo" mundo.
De manera parcial y tímida se va asumiendo la identidad noájida, que es la que el Padre celestial ha dispuesto con Su Amor y Sabiduría para las naciones.
Se empieza a indagar con más ganas, se estudia, se comunica, etc.

Y se pasa al estadío del reajuste.
En este lapso se siente el noájida como en un nivel inferior al judío. (Inferioridad inexistente, ya que ambos, noájidas y judíos somos hijos del Eterno, amados y conducidos por Su mano prodigiosa).
Como que el noajísmo es muy sencillo, simple, práctico, concreto. Desprovisto de oropeles, de catedrales, de grandes rituales. Carente de edificios espectaculares, gritos y "aleluyas".
Falto de toda esa tramoya teatral, de pacotilla, que recibían de sus religiones.
Entonces reclama el cumplimiento de otros mandamientos, que son de los judíos por Voluntad celestial.
O están los que se mueven buscando convertirse a judíos. (( Leer: http://fulvida.com/?p=480 ))
O los que salen cual misioneros a atraer a otros gentiles al noajísmo, como manera de superar el miedo a través de la masa uniformizada.
Es en este momento que también se suele sentir la soledad (temporal) como noájida. Esto acontece porque actualmente estamos en una Era del Renacer noájida y no son abundantes las comunidades de noájidas ni es simple acceder a ellas. A través de nuestro trabajo en FULVIDA estamos obrando para que cada vez haya más comunidades de noájidas, activas, florecientes, solidarias, para que el noájida tenga una vida de pureza espiritual, acorde a su esencia íntima.
En este período de reajuste algunos suelen abandonar su identidad noájida, se pierden detrás de los viejos esquemas, aplastados por el peso de sus oscuras mochilas del pasado de prisión espiritual.
Es por tanto fundamental colaborar para sostener al hermano noájida en este momento en particular, aunque la mano compañera debe estar al lado siempre.

Finalmente se pasa a la etapa en la cual el noájida admite su identidad espiritual y por tanto vive su noajísmo con gozo, liberación, crecimiento.
Aquí son muchos los noájidas que confiesan que sienten una gran sensación de libertad, que se han visto libertados de sus prisiones espirituales, que ya no le deben sumisión y obediencia a despóticos pastores ignorantes y aprovechadores.
En este momento el noájida se encuentra realmente con su familia y amigos. Expresa su ser. Trabaja con alegría. Entiende que el Eterno le ha provisto del alimento espiritual idóneo, que por tanto es innecesaria la conversión al judaísmo o el adoptar prácticas judaicas en su vida como noájida.
En resumen, desarrolla sus virtudes y capacidades que estaban dominadas, sometidas y anestesiadas por la adicción a las religiones que lo atraparon en su pasado.

Etapa Manifestaciones
1- Rechazo
  • Huir de la Luz y/o sus portadores
  • Hacerse la víctima ante el mensaje esclarecedor
  • Agredir al que porta la antorcha de Luz
  • Presentarse como salvador que porta la verdad religiosa, que por supuesto es antagónica a los predicados de laa Luz
2- Desilusión
  • Falta de interés
  • Acciones como en piloto automático
3- Acción por inercia
  • Se actúa movido por intereses, por beneficios
  • Se actúa pasionalmente
4- Reajuste
  • Nueva etapa de desilusión a causa del frenaje natural de la pasión
  • Sentir minusvalía, soledad, escasez
  • Búsqueda de identidad adoptando modelos y  patrones ajenos
  • Búsqueda de "convertir" a otros al noajísmo
  • Construcción de la propia identidad, integrada, madura, libre, plena
5- Admisión
  • Admite su identidad noájica
  • Vive de acuerdo a las normas del noajísmo a plenitud
  • Encuentra maneras para gozar de una vida equilibrada y de desarrollo
  • Comparte su andar con el judaísmo sin asumir roles que no le competen
6- Confianza
  • Encuentra canales de confianza profunda en el Padre celestial
  • Confía equilibradamente en sus propias fuerzas y potencialidades
  • Confía equilibradamente en el prójimo

Hasta aquí mi breve resumen del proceso del despertar a la Luz del noájida.
Me agradaría grandemente, y sería de enorme provecho, que los hermanos noájidas colaboren a mejorar este texto, con sus experiencias, apreciaciones, etc.

Quedo de ustedes.